En este entorno helado el calor es sinónimo de supervivencia. Necesitamos combustible para cocinar, para calentarnos y también para dar presión a las calderas y que el barco pueda navegar, cuando logremos salir de estos hielos que nos encierran.
Por eso era de vital importancia el conocer nuestras existencias de carbón. Máxime cuando la navegación entre los hielos, y más cuando tratamos de atravesarlos, consumió grandes cantidades.
Por eso Shackleton ordenó hace unos días que se hiciera un inventario de todo el carbón contenido en las carboneras del Endurance. El resultado fue relativamente optimista: nos quedan 52 toneladas de carbón. Es decir, 52.000 kilogramos, que parece que son más. Sin embargo, no es demasiado. Y Shackleton ha ordenado apagar las calderas y vaciar de agua el calderín, para que no se congele.
Ayer estuve hablando un largo rato con él de este tema. Apagar las calderas significa que si se abriese una vía de agua por donde pudiéramos escapar, necesitaríamos casi un día para tener la suficiente presión de vapor para movernos. Pero ya no espera que eso ocurra y lo mejor es economizar al máximo, dado que tenerlas encendidas, aunque a poca presión, supone un consumo de 100 kilogramos de carbón al día.
En cualquier caso, estamos consumiendo otro tanto para cocinar y alimentar las estufas que calientan las dependencias donde vivimos. Puesto que no parece posible que los hielos nos liberen antes de 9 meses, eso significa que vamos a consumir cerca de 30 toneladas.
Según me ha comentado Shackleton, con el restante no tendremos suficiente para regresar a puerto, pero ya me ha dicho que tiene pensado utilizar grasa de foca para alimentar las calderas cuando el carbón se termine.
Este hombre es una fuente constante de recursos. Se está tranquilo a su lado.
Por eso era de vital importancia el conocer nuestras existencias de carbón. Máxime cuando la navegación entre los hielos, y más cuando tratamos de atravesarlos, consumió grandes cantidades.
Por eso Shackleton ordenó hace unos días que se hiciera un inventario de todo el carbón contenido en las carboneras del Endurance. El resultado fue relativamente optimista: nos quedan 52 toneladas de carbón. Es decir, 52.000 kilogramos, que parece que son más. Sin embargo, no es demasiado. Y Shackleton ha ordenado apagar las calderas y vaciar de agua el calderín, para que no se congele.
Ayer estuve hablando un largo rato con él de este tema. Apagar las calderas significa que si se abriese una vía de agua por donde pudiéramos escapar, necesitaríamos casi un día para tener la suficiente presión de vapor para movernos. Pero ya no espera que eso ocurra y lo mejor es economizar al máximo, dado que tenerlas encendidas, aunque a poca presión, supone un consumo de 100 kilogramos de carbón al día.
En cualquier caso, estamos consumiendo otro tanto para cocinar y alimentar las estufas que calientan las dependencias donde vivimos. Puesto que no parece posible que los hielos nos liberen antes de 9 meses, eso significa que vamos a consumir cerca de 30 toneladas.
Según me ha comentado Shackleton, con el restante no tendremos suficiente para regresar a puerto, pero ya me ha dicho que tiene pensado utilizar grasa de foca para alimentar las calderas cuando el carbón se termine.
Este hombre es una fuente constante de recursos. Se está tranquilo a su lado.