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Blog de Tendencias21 sobre los problemas del mundo actual a través de los libros
22/02/2016
Ricard González: Ascenso y caída de los Hermanos Musulmanes. Barcelona: Editorial UOC, 2014 (194 páginas).
Los Hermanos Musulmanes es la organización islamista con mayor tradición y arraigo social en Egipto. Su popularidad ha trascendido las fronteras del país del Nilo hasta ramificarse en numerosos países de su entorno árabe e islámico.
Desde su fundación en 1928, la hermandad egipcia ha pasado por diferentes altibajos en su relación con el poder, desde la tolerancia hasta su proscripción. El momento actual es uno de los más críticos que registra en su historia.
El golpe de Estado de julio de 2013 no sólo puso fin al gobierno electo de Mursi, sino que también inició una guerra sin cuartel contra los Hermanos Musulmanes. La organización fue declarada “terrorista” y muchos de sus dirigentes y militantes han sido condenados a muerte en juicios sin garantías procesales.
En su recorrido por la emergencia y evolución de la citada cofradía, Ricard González repasa su trayectoria bajo los gobiernos de Naser, Sadat y Mubarak hasta la etapa más reciente, protagonizada por la revuelta antiautoritaria de enero de 2011, junto a su ascenso al poder en 2012 y su posterior desalojo en 2013.
Su texto no se reduce sólo a los Hermanos Musulmanes; por el contrario, abarca también los intensos cambios registrados en Egipto durante los últimos años, de los que ha sido testigo directo por su condición de corresponsal de prensa.
En este contexto, el autor aborda la evolución política e ideológica de la hermandad, las dudas existentes sobre sus convicciones democráticas, sus contradicciones internas, su controvertida relación con las fuerzas de oposición no islamistas; además de su carácter moderado y continuista en su corto ejercicio del poder. Sin obviar sus errores.
En este sentido, junto a las dificultades que advierte el autor para etiquetar a la organización por su carácter “amplio y plural”, también destaca la evolución que ha experimentado durante los últimos años. En concreto, su aceptación del sistema democrático. Precisamente, esta evolución política e ideológica es objeto de una intensa controversia.
Sus detractores consideran que la adopción de la democracia “no era sincera y que una vez ganaran unas elecciones, las cancelarían para imponer una teocracia” (p. 41). Su relación con la democracia era meramente instrumental: “una garantía ante los abusos que sufrían a manos de los servicios de seguridad”; y, además, “una posible vía de acceso al poder” (p. 36).
Otra línea de reflexión, por el contrario, advertía que se trataba de un “grupo moderado dentro del espectro de fuerzas islamistas con el que hay que establecer una alianza contra el terrorismo de inspiración islámica” o, por ser más precisos, yihadista (p. 31).
El libro concluye con un capítulo dedicado al futuro incierto de los Hermanos Musulmanes, y a las diferentes estrategias que podrían adoptar para sobrevivir en un escenario extremadamente hostil como ha sucedido en el pasado.
Los Hermanos Musulmanes es la organización islamista con mayor tradición y arraigo social en Egipto. Su popularidad ha trascendido las fronteras del país del Nilo hasta ramificarse en numerosos países de su entorno árabe e islámico.
Desde su fundación en 1928, la hermandad egipcia ha pasado por diferentes altibajos en su relación con el poder, desde la tolerancia hasta su proscripción. El momento actual es uno de los más críticos que registra en su historia.
El golpe de Estado de julio de 2013 no sólo puso fin al gobierno electo de Mursi, sino que también inició una guerra sin cuartel contra los Hermanos Musulmanes. La organización fue declarada “terrorista” y muchos de sus dirigentes y militantes han sido condenados a muerte en juicios sin garantías procesales.
En su recorrido por la emergencia y evolución de la citada cofradía, Ricard González repasa su trayectoria bajo los gobiernos de Naser, Sadat y Mubarak hasta la etapa más reciente, protagonizada por la revuelta antiautoritaria de enero de 2011, junto a su ascenso al poder en 2012 y su posterior desalojo en 2013.
Su texto no se reduce sólo a los Hermanos Musulmanes; por el contrario, abarca también los intensos cambios registrados en Egipto durante los últimos años, de los que ha sido testigo directo por su condición de corresponsal de prensa.
En este contexto, el autor aborda la evolución política e ideológica de la hermandad, las dudas existentes sobre sus convicciones democráticas, sus contradicciones internas, su controvertida relación con las fuerzas de oposición no islamistas; además de su carácter moderado y continuista en su corto ejercicio del poder. Sin obviar sus errores.
En este sentido, junto a las dificultades que advierte el autor para etiquetar a la organización por su carácter “amplio y plural”, también destaca la evolución que ha experimentado durante los últimos años. En concreto, su aceptación del sistema democrático. Precisamente, esta evolución política e ideológica es objeto de una intensa controversia.
Sus detractores consideran que la adopción de la democracia “no era sincera y que una vez ganaran unas elecciones, las cancelarían para imponer una teocracia” (p. 41). Su relación con la democracia era meramente instrumental: “una garantía ante los abusos que sufrían a manos de los servicios de seguridad”; y, además, “una posible vía de acceso al poder” (p. 36).
Otra línea de reflexión, por el contrario, advertía que se trataba de un “grupo moderado dentro del espectro de fuerzas islamistas con el que hay que establecer una alianza contra el terrorismo de inspiración islámica” o, por ser más precisos, yihadista (p. 31).
El libro concluye con un capítulo dedicado al futuro incierto de los Hermanos Musulmanes, y a las diferentes estrategias que podrían adoptar para sobrevivir en un escenario extremadamente hostil como ha sucedido en el pasado.
Perry Anderson: Imperium et Consilium. La política exterior norteamericana y sus teóricos. Madrid: Akal, 2014 (256 páginas).
Estados Unidos y su política exterior ha sido uno de los temas centrales de reflexión en las relaciones internacionales contemporáneas.
Su ascenso durante las primeras décadas del siglo XX y su consolidación como superpotencia después de la Segunda Guerra Mundial, junto a la Unión Soviética, explican la atención de la que ha sido objeto.
Este interés por su poder e influencia en la política mundial se ha visto redoblado durante las últimas décadas, cuando adquirió la condición de única superpotencia mundial o, igualmente, de hiperpotencia tras el fin de la Guerra Fría y la desaparición del bloque soviético. Sin olvidar sus sonadas, fallidas y contraproducentes intervenciones militares en Oriente Medio, en particular, en Irak (2003).
Desde entonces, buena parte de las reflexiones acerca de la política exterior norteamericana ha girado en torno a cómo gestionar un poder sin parangón en la historia de las relaciones internacionales. Mientras una línea de análisis sostenía que prolongaría la supremacía geoestratégica e incluso alcanzaría la hegemonía, otra advertía que su poder declinaría ante la emergencia de otras potencias mundiales secundarias que, a su vez, estarían acortando su ventaja estratégica.
El historiador británico Perry Anderson, editor de la prestigiosa revista New Left Review, aborda la política exterior estadounidense desde su emergencia hasta la actualidad. Su principal aportación no reside sólo en su perspectiva crítica, sino también en el análisis de sus fundamentos teóricos. Con este propósito, Anderson examina las principales obras de referencia sobre la política internacional de Washington.
El resultado de su trabajo es uno de los más completos y actualizados que existen sobre la materia. Además de aunar el análisis empírico y teórico sobre uno de los temas más controvertidos de la política —y economía— mundial, el autor no disocia la emergencia del poder estadounidense de la construcción de un marco internacional para el capital, desde la propugnada política de “puertas abiertas” hasta el denominado “consenso de Washington”.
En síntesis, en opinión de Perry Anderson, la reorganización del mundo o, en otros términos, del orden mundial se ha realizado bajo el liderazgo estadounidense, con instituciones económicas, políticas y de seguridad que claramente benefician su predominio geoestratégico y económico.
Estados Unidos y su política exterior ha sido uno de los temas centrales de reflexión en las relaciones internacionales contemporáneas.
Su ascenso durante las primeras décadas del siglo XX y su consolidación como superpotencia después de la Segunda Guerra Mundial, junto a la Unión Soviética, explican la atención de la que ha sido objeto.
Este interés por su poder e influencia en la política mundial se ha visto redoblado durante las últimas décadas, cuando adquirió la condición de única superpotencia mundial o, igualmente, de hiperpotencia tras el fin de la Guerra Fría y la desaparición del bloque soviético. Sin olvidar sus sonadas, fallidas y contraproducentes intervenciones militares en Oriente Medio, en particular, en Irak (2003).
Desde entonces, buena parte de las reflexiones acerca de la política exterior norteamericana ha girado en torno a cómo gestionar un poder sin parangón en la historia de las relaciones internacionales. Mientras una línea de análisis sostenía que prolongaría la supremacía geoestratégica e incluso alcanzaría la hegemonía, otra advertía que su poder declinaría ante la emergencia de otras potencias mundiales secundarias que, a su vez, estarían acortando su ventaja estratégica.
El historiador británico Perry Anderson, editor de la prestigiosa revista New Left Review, aborda la política exterior estadounidense desde su emergencia hasta la actualidad. Su principal aportación no reside sólo en su perspectiva crítica, sino también en el análisis de sus fundamentos teóricos. Con este propósito, Anderson examina las principales obras de referencia sobre la política internacional de Washington.
El resultado de su trabajo es uno de los más completos y actualizados que existen sobre la materia. Además de aunar el análisis empírico y teórico sobre uno de los temas más controvertidos de la política —y economía— mundial, el autor no disocia la emergencia del poder estadounidense de la construcción de un marco internacional para el capital, desde la propugnada política de “puertas abiertas” hasta el denominado “consenso de Washington”.
En síntesis, en opinión de Perry Anderson, la reorganización del mundo o, en otros términos, del orden mundial se ha realizado bajo el liderazgo estadounidense, con instituciones económicas, políticas y de seguridad que claramente benefician su predominio geoestratégico y económico.
25/01/2016
Samir Amín: ¿Tienen futuro las Revoluciones árabes? Geoestrategia y guerras en Oriente Medio. Barcelona: El Viejo Topo, 2015 (96 páginas).
Precedida por una obra de mayor dimensión histórica, titulada ¿Primavera árabe? El mundo árabe en la larga duración (Barcelona: El Viejo Topo, 2011), la nueva entrega de Samir Amín tiene un recorrido más corto. Está centrada en un balance general de las revueltas registradas en la región árabe desde finales de 2010 y, en particular, en la frustrada experiencia egipcia.
Pese a reconocer que la explosión de “cólera popular” era previsible en Túnez y Egipto, el autor afirma que tomó por sorpresa a la opinión pública, a los poderes establecidos y también a sus Estados-patrones o, igualmente, aliados externos.
La tesis central de Samin Amín es que Estados Unidos y su aliados subalternos, Europa occidental y Japón, abandonaron a Ben Ali y Mubarak con objeto de minimizar, neutralizar o aniquilar el alcance de este movimiento popular de protesta. Con este propósito, Washington animó la intervención de los Hermanos Musulmanes “para desorientar y recuperara la <<revolución>>”.
Samir Amín no advierte ninguna distinción sustancial en los objetivos de los movimientos islamistas, ya sea el denominado Islam político o moderado representando por la Hermandad Musulmana, los salafistas o los yihadistas. Por el contrario, considera que todos persiguen un mismo “proyecto teocrático” y, añade, “antidemocrático por naturaleza”; unido, además, a una “gestión capitalista neoliberal”, “ultra reaccionaria y antipopular”.
En esta misma línea argumentativa sostiene que, ante la “explosión tunecina y egipcia”, Washington decidió anticiparte a movimientos análogos en otros países como Libia, Siria y Yemen, ya fuera mediante una intervención directa o bien indirecta o por delegación en la amalgama de grupos islamistas y reaccionarios.
En su opinión, siguiendo la máxima de Lampedusa, era necesario introducir algunos cambios para asegurar la supervivencia de los viejos regímenes políticos árabes; y garantizar, así, un orden —político y económico— regional subordinado a sus intereses.
Precedida por una obra de mayor dimensión histórica, titulada ¿Primavera árabe? El mundo árabe en la larga duración (Barcelona: El Viejo Topo, 2011), la nueva entrega de Samir Amín tiene un recorrido más corto. Está centrada en un balance general de las revueltas registradas en la región árabe desde finales de 2010 y, en particular, en la frustrada experiencia egipcia.
Pese a reconocer que la explosión de “cólera popular” era previsible en Túnez y Egipto, el autor afirma que tomó por sorpresa a la opinión pública, a los poderes establecidos y también a sus Estados-patrones o, igualmente, aliados externos.
La tesis central de Samin Amín es que Estados Unidos y su aliados subalternos, Europa occidental y Japón, abandonaron a Ben Ali y Mubarak con objeto de minimizar, neutralizar o aniquilar el alcance de este movimiento popular de protesta. Con este propósito, Washington animó la intervención de los Hermanos Musulmanes “para desorientar y recuperara la <<revolución>>”.
Samir Amín no advierte ninguna distinción sustancial en los objetivos de los movimientos islamistas, ya sea el denominado Islam político o moderado representando por la Hermandad Musulmana, los salafistas o los yihadistas. Por el contrario, considera que todos persiguen un mismo “proyecto teocrático” y, añade, “antidemocrático por naturaleza”; unido, además, a una “gestión capitalista neoliberal”, “ultra reaccionaria y antipopular”.
En esta misma línea argumentativa sostiene que, ante la “explosión tunecina y egipcia”, Washington decidió anticiparte a movimientos análogos en otros países como Libia, Siria y Yemen, ya fuera mediante una intervención directa o bien indirecta o por delegación en la amalgama de grupos islamistas y reaccionarios.
En su opinión, siguiendo la máxima de Lampedusa, era necesario introducir algunos cambios para asegurar la supervivencia de los viejos regímenes políticos árabes; y garantizar, así, un orden —político y económico— regional subordinado a sus intereses.
Editado por
José Abu-Tarbush
José Abu-Tarbush es profesor titular de Sociología en la Universidad de La Laguna, donde imparte la asignatura de Sociología de las relaciones internacionales. Desde el campo de las relaciones internacionales y la sociología política, su área de interés se ha centrado en Oriente Medio y el Norte de África, con especial seguimiento de la cuestión de Palestina.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850