Reseñas
La apuesta de Dios. (La aporía del mal y el mito de Job)
Juan Antonio Martínez de la Fe , 22/06/2021
Ficha Técnica
Título: La apuesta de Dios (La aporía del mal y el mito de Job)
Autor: José Antonio Gómez Marín
Edita: Editorial Renacimiento, Sevilla, 2021
Colección: Los Cuatro Vientos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 320
ISBN: 978-84-18387-72-2
Precio: 20,81 euros
“El concepto del Mal es huidizo y sobre él los grandes pensadores apenas han aventurado más que improvisaciones teóricas”. Estas palabras del libro que se comenta pueden bien constituir la síntesis apretada de su contenido. El Mal, lo malo, el dolor, el sufrimiento, constituye un problema que viene oprimiendo a la humanidad a lo largo de los siglos. Se han intentado respuestas, especialmente desde el ámbito de las religiones, pero sin un éxito definitivo, sin una solución que sea incuestionablemente aceptada.
“Se trata, pues, de una preocupación, no poco obsesiva, que no desmaya siquiera ante la evidencia de su fracaso final”. Pese a ello, José Antonio Gómez Marín, haciendo gala de una extraordinaria erudición, nos ofrece en esta obra una aproximación al tema, brindando las conclusiones a que han llegado pensadores y filósofos a través de siglos de historia. Su opinión personal, tímidamente desvelada en algunos momentos, no se nos muestra como una aportación a la discusión por decisión del autor que, humildemente, piensa que poco puede aportar. Pese a ello, no da por concluido su compromiso con el tema.
Búsqueda de una definición
Naturalmente, las primeras secciones del libro tratan de aproximarnos a una definición del concepto de Mal. Parte de la base de que el Mal es irracional y, en consecuencia, los problemas relacionados con él carecen de una respuesta intelectual, por lo que resiste a cualquier intento de comprensión.
¿Tiene entidad el Mal, es ontológicamente real? Negarle entidad ha constituido uno de los recursos a los que han recurrido muchos pensadores. Y aquí, página tras página, el autor hace presentes a intelectuales de todas las épocas que han tratado con mayor o menor grado de acierto esta cuestión: ¿qué es el Mal?
Trata Gómez Marín de ofrecernos una tipología del Mal. En primer lugar, hace referencia al mal metafísico, que “responde a la contingencia y finitud humanas, a la consiguiente inevitabilidad de la muerte”. Si el final que nos aguarda, la muerte, es un símbolo radical del Mal, no es de extrañar que la humanidad, desde sus orígenes, haya intentado apoderarse de él y superarlo.
Pero, además, existe el mal físico, inevitable, que siempre genera en nosotros una reacción para neutralizarlo; se trata del dolor, del sufrimiento, la enfermedad, las catástrofes naturales. Pero, en cuanto sufrimiento experimentado por el sujeto, no es objetivable, sino que es algo concreto, personal y existencial.
Además de estos dos tipos, de estas dos maneras, de concebir el mal, nos encontramos con el mal moral; es un concepto que surge de la conciencia de falta, digamos de pecado, de transgresión punible que el hombre puede aceptar o rebelarse ante ella, sin cuestionarse que no es más que la consecuencia de su propio comportamiento. A nadie se le oculta que aquí se esconde la idea de pecado, incluido el original, que también es ampliamente referido por el autor trayendo de la mano a pensadores y teólogos.
La aporía del Mal, evidentemente, no puede ausentarse. ¿Es Dios el responsable de la existencia del Mal? O no es un Dios bueno o no es omnipotente; porque, si es bueno y puede, debería de eliminarlo; y, si no puede hacerlo, es que no lo puede todo. Aquí, tal y como propone Gómez Marín, es de vital importancia contraponer el concepto de Mal al de Bien. No falta quien lo defina como la ausencia de Bien, sin que tenga entidad propia.
Evidentemente, las teodiceas, las antropodiceas, la psicología del psicoanálisis o el marxismo, cada uno a su manera tratan de explicar la situación y proponer, cada uno a su manera, alguna solución; así, por ejemplo, Marx habla de transformar la sociedad para superar lo que considera el mal que la atenaza; Freud señala que hay que elevar al individuo a su nivel adulto; o Camus, que piensa que hay que luchar a pesar del sinsentido de la vida.
Como resumen de todo lo que el autor nos ha propuesto en este primer bloque de su libro, cabe señalar que, probablemente, el Mal no está en Dios ni en el hombre, reside, más bien, en el desencuentro de ambos, al menos en lo que respecta al mal moral, porque no puede extenderse al mal físico, aunque ambos, junto con el mal metafísico, están inextricablemente juntos.
Al habla con la filosofía y la teología
En una segunda parte, Gómez Marín nos invita a un recorrido por las disquisiciones filosóficas y teológicas sobre el mal, en la que, una vez más, da muestras de su profundo conocimiento del tema y de los muchos y variados autores que lo han tratado.
Desde un punto de vista filosófico y una vez establecido que el Mal no es una realidad separada, es amplia la variedad de posturas ante el problema. Hay una posición que entiende que, sin él, sin el Mal, la realidad quedaría incompleta por lo que no se daría la armonía universal; y otra posición lo considera como el último grado del ser, caracterizado por su miseria ontológica; mientras que otros, como Hegel, lo proponen como algo real que contribuye al desarrollo lógico-metafísico de lo realmente existente: sería el Mal una negatividad positiva. Por su parte, San Agustín explica que el Mal es un alejamiento de Dios.
Pero, ¿cuál es el origen del Mal?, se pregunta el autor uniéndose a San Agustín. “Volvemos al argumento de la desontologización al repetir que el mal no puede ser otra cosa que privación”, apunta como respuesta. Aunque no deja de reconocer que la búsqueda de ese origen y su localización continúa hasta nuestros días. Schelling y Hegel son los dos filósofos a los que presta especial atención sobre este particular.
Ya se ha apuntado cómo la cuestión del Mal pone a prueba las teodiceas, aquellas teorías que exoneran a Dios de toda responsabilidad por su existencia y sus efectos. Se trata, por lo general, de construcciones heredadas de la tradición judeocristiana, para la que, si bien Dios no es el creador del Mal, sin embargo, de alguna manera lo administra.
Partiendo de las tendencias que apuntan al Mal como un castigo de Dios a su criatura pecadora, es interesante el estudio que propone el autor sobre el tema de la culpa y su reparación, explicando cómo, en los tiempos primitivos de la iglesia no existía ese concepto de “culpa”, aunque sí, lógicamente, el de transgresión: “la noción de culpa que implica la del perdón y, en consecuencia, la de una institución penitencial, aunque aparezca en el Antiguo Testamento, no figura en el Evangelio, sino que es introducida poco a poco por la Iglesia una vez que esta deriva en organización jerárquica”. Pese a ello, este peso de la culpa informa la cultura europea desde su herencia judeocristiana, ahormada por la Iglesia, afirma Gómez Marín, en busca de su influencia terrenal. Freud, Nietzsche y Schopenhauer con sus planteamientos sobre la culpa son algunos de los autores reseñados por Gómez Marín.
Castigos a la culpa son el purgatorio y el infierno; si bien el segundo es eterno, el primero es temporal y, además, redimible. En cualquier caso, para el autor se trata de unos conceptos herencia fósil de las culturas primitivas, cuando no construcciones ideológicas de las religiones primitivas. Desde luego, lo que parece evidente es que el actual proceso de secularización que vivimos no es ajeno a la crítica intensa a que se ha sometido la escatología.
El Mal personificado
Cuestión diferente es la personalización del Mal en la figura del diablo, personaje que se produce y desarrolla en el pensamiento judeocristiano. Satán es el principio tentador, cuyo poder se ve debilitado por el libre albedrío humano, que es quien decide la posible transgresión y, en consecuencia, es el responsable del Mal, del pecado. A esta concepción se opone la que explica que es el hombre, abrumado por la culpa y propenso a darle sentido, quien crea a Satán.
Una vez personalizado el Mal, no existe impedimento para que el arte se lance a su representación. Desde luego, no desde los orígenes del cristianismo, cuando se consideraba que el diablo no era material, por lo que no correspondía la atribución de una figura; posteriormente, sí fue objeto de representación, así como su lugar de residencia, el infierno. Y, una vez personalizado, no es de extrañar que surjan los pactos con el maligno, de los que hay precedentes que culminan en el Fausto, de Goethe: personaje que recoge una serie de leyendas.
A partir de aquí, Gómez Marín se detiene ampliamente en el libro de Job. Le importa “mostrar el origen, la evolución y canonización de un mito antiquísimo que se centra en una figura apasionante de la reflexión teológica: la del justo sufriente”. En primer lugar, informa sobre la manera de nacer un mito, recogiendo las diferentes aportaciones sobre el tema: si se trata de una leyenda con base histórica o si, simplemente, se trata de un símbolo llevado a la narración, entre otras concepciones. De lo que no hay duda es de que su naturaleza es social, por lo que podría definirse como “una creación humana primitiva, anónima, impersonal e inconsciente que materializa esa imaginación en estado puro y que contiene dentro de sí a la ciencia, a la religión, a la poesía y a la filosofía”. No se trata de algo contrario a la razón, sino de una propuesta que exige mucha hermenéutica a la hora de reconsiderarla. En cualquier caso, es evidente que el concepto de mito reclama la comprensión previa de una manera arcaica de pensar, propia del hombre primitivo. En su interpretación, es necesario despojarlo de toda literalidad, buscando su significado simbólico, última intención de su autor.
En esta línea, Gómez Marín nos ofrece su propia definición: “el mito, para mí, es un lenguaje primordial en el que el hombre, en los primeros estadios de su civilización, trata de dar noticia de lo misterioso que encuentra en su vida, en la Naturaleza, en el propio enigma. Un lenguaje que se vale de símbolos, es decir, de representaciones forjadas en el imaginario para expresar lo inefable y dar sentido con ello a su experiencia de lo numinoso”.
Concretándose en el mito de Job, nos confiesa que se trata de un concepto, de un tema inabordable desde la razón y solo inteligible desde la flexibilidad del imaginario. Job, no parece caber duda, es un personaje de ficción. En su mitificación aparecen todas las cuestiones relativas al Mal, como es el caso de la doctrina de la retribución, la idea de la penitencia como virtud, la actitud del protagonista ante Dios justificándolo, la permisividad de Dios para consentir el Mal, …
En el mito, se cobra conciencia de que el problema del Mal es una aporía porque carece de respuesta intelectual y que Job es un personaje como el que no existe otro igual en ser incomprendido y, por otro lado, tan tergiversado. La culminación de esta obra, el Libro de Job, está probablemente en su desenlace.
Valgan estas palabras del autor como cierre a su ensayo: “El Hombre nada puede saber de los designios de Dios, ni tampoco de la razón que mueve tanto al Bien como al Mal, viviendo como vive inmerso en el misterio insondable que es la propia existencia”.
Concluyendo
El libro que comentamos es una obra para tener a mano, cuando se trata de hablar del Mal. O de su opuesto, el Bien. Porque Gómez Marín nos ofrece, de manera didáctica y bien escalonada, las aportaciones de pensadores y filósofos sobre este tema y los que emanan de él: la culpa, el pecado, la justicia, el perdón, el dolor, el sufrimiento, …; desde los más antiguos hasta los más recientes, con lo que se tiene a la vista un completo panorama del tema.
Desde luego, es indispensable, sobre todo, para el análisis y comprensión del mito recogido en el Libro de Job; un mito que ha sido abordado por exegetas, filósofos, teólogos, psicólogos, etc. Un mito, en definitiva, cuyo espíritu ha trascendido el tiempo y ha echado raíces en nuestra cultura occidental.
Índice
Advertencia preliminar
Introducción
Parte I. Aproximación al concepto
1. La entidad del mal
2. El rastro de Platón
3. Tipología del mal
4. El hombre culpable
5. ¿Es Dios omnipotente?
Parte II. Disquisiciones filosóficas y teológicas
1. Teorías filosóficas
1.1. El mal visto por Schelling y Hegel
2. Sobre las teodiceas
2.1. Sobre la culpa y su reparación
2.2. El purgatorio y el infierno
2.3. La reflexión sobre la escatología
2.4. El infierno o País de los muertos
3. La personificación del mal
3.1. La imagen en el arte
3.2. Los pactos con el diablo
Parte III. Reflexiones para interpretar el mito
Parte IV. Orígenes, desarrollo y sentido del mito de Job
1. Precedentes de la leyenda o el cuento de Job
2. El mito de Job visto por los Padres de la Iglesia
3. Job visto desde la modernidad
4. La rebelión de Job
5. El Dios de Job y su “mediador”
Parte V. La apuesta divina y la reparación
Conclusión
Bibliografía utilizada
Título: La apuesta de Dios (La aporía del mal y el mito de Job)
Autor: José Antonio Gómez Marín
Edita: Editorial Renacimiento, Sevilla, 2021
Colección: Los Cuatro Vientos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 320
ISBN: 978-84-18387-72-2
Precio: 20,81 euros
“El concepto del Mal es huidizo y sobre él los grandes pensadores apenas han aventurado más que improvisaciones teóricas”. Estas palabras del libro que se comenta pueden bien constituir la síntesis apretada de su contenido. El Mal, lo malo, el dolor, el sufrimiento, constituye un problema que viene oprimiendo a la humanidad a lo largo de los siglos. Se han intentado respuestas, especialmente desde el ámbito de las religiones, pero sin un éxito definitivo, sin una solución que sea incuestionablemente aceptada.
“Se trata, pues, de una preocupación, no poco obsesiva, que no desmaya siquiera ante la evidencia de su fracaso final”. Pese a ello, José Antonio Gómez Marín, haciendo gala de una extraordinaria erudición, nos ofrece en esta obra una aproximación al tema, brindando las conclusiones a que han llegado pensadores y filósofos a través de siglos de historia. Su opinión personal, tímidamente desvelada en algunos momentos, no se nos muestra como una aportación a la discusión por decisión del autor que, humildemente, piensa que poco puede aportar. Pese a ello, no da por concluido su compromiso con el tema.
Búsqueda de una definición
Naturalmente, las primeras secciones del libro tratan de aproximarnos a una definición del concepto de Mal. Parte de la base de que el Mal es irracional y, en consecuencia, los problemas relacionados con él carecen de una respuesta intelectual, por lo que resiste a cualquier intento de comprensión.
¿Tiene entidad el Mal, es ontológicamente real? Negarle entidad ha constituido uno de los recursos a los que han recurrido muchos pensadores. Y aquí, página tras página, el autor hace presentes a intelectuales de todas las épocas que han tratado con mayor o menor grado de acierto esta cuestión: ¿qué es el Mal?
Trata Gómez Marín de ofrecernos una tipología del Mal. En primer lugar, hace referencia al mal metafísico, que “responde a la contingencia y finitud humanas, a la consiguiente inevitabilidad de la muerte”. Si el final que nos aguarda, la muerte, es un símbolo radical del Mal, no es de extrañar que la humanidad, desde sus orígenes, haya intentado apoderarse de él y superarlo.
Pero, además, existe el mal físico, inevitable, que siempre genera en nosotros una reacción para neutralizarlo; se trata del dolor, del sufrimiento, la enfermedad, las catástrofes naturales. Pero, en cuanto sufrimiento experimentado por el sujeto, no es objetivable, sino que es algo concreto, personal y existencial.
Además de estos dos tipos, de estas dos maneras, de concebir el mal, nos encontramos con el mal moral; es un concepto que surge de la conciencia de falta, digamos de pecado, de transgresión punible que el hombre puede aceptar o rebelarse ante ella, sin cuestionarse que no es más que la consecuencia de su propio comportamiento. A nadie se le oculta que aquí se esconde la idea de pecado, incluido el original, que también es ampliamente referido por el autor trayendo de la mano a pensadores y teólogos.
La aporía del Mal, evidentemente, no puede ausentarse. ¿Es Dios el responsable de la existencia del Mal? O no es un Dios bueno o no es omnipotente; porque, si es bueno y puede, debería de eliminarlo; y, si no puede hacerlo, es que no lo puede todo. Aquí, tal y como propone Gómez Marín, es de vital importancia contraponer el concepto de Mal al de Bien. No falta quien lo defina como la ausencia de Bien, sin que tenga entidad propia.
Evidentemente, las teodiceas, las antropodiceas, la psicología del psicoanálisis o el marxismo, cada uno a su manera tratan de explicar la situación y proponer, cada uno a su manera, alguna solución; así, por ejemplo, Marx habla de transformar la sociedad para superar lo que considera el mal que la atenaza; Freud señala que hay que elevar al individuo a su nivel adulto; o Camus, que piensa que hay que luchar a pesar del sinsentido de la vida.
Como resumen de todo lo que el autor nos ha propuesto en este primer bloque de su libro, cabe señalar que, probablemente, el Mal no está en Dios ni en el hombre, reside, más bien, en el desencuentro de ambos, al menos en lo que respecta al mal moral, porque no puede extenderse al mal físico, aunque ambos, junto con el mal metafísico, están inextricablemente juntos.
Al habla con la filosofía y la teología
En una segunda parte, Gómez Marín nos invita a un recorrido por las disquisiciones filosóficas y teológicas sobre el mal, en la que, una vez más, da muestras de su profundo conocimiento del tema y de los muchos y variados autores que lo han tratado.
Desde un punto de vista filosófico y una vez establecido que el Mal no es una realidad separada, es amplia la variedad de posturas ante el problema. Hay una posición que entiende que, sin él, sin el Mal, la realidad quedaría incompleta por lo que no se daría la armonía universal; y otra posición lo considera como el último grado del ser, caracterizado por su miseria ontológica; mientras que otros, como Hegel, lo proponen como algo real que contribuye al desarrollo lógico-metafísico de lo realmente existente: sería el Mal una negatividad positiva. Por su parte, San Agustín explica que el Mal es un alejamiento de Dios.
Pero, ¿cuál es el origen del Mal?, se pregunta el autor uniéndose a San Agustín. “Volvemos al argumento de la desontologización al repetir que el mal no puede ser otra cosa que privación”, apunta como respuesta. Aunque no deja de reconocer que la búsqueda de ese origen y su localización continúa hasta nuestros días. Schelling y Hegel son los dos filósofos a los que presta especial atención sobre este particular.
Ya se ha apuntado cómo la cuestión del Mal pone a prueba las teodiceas, aquellas teorías que exoneran a Dios de toda responsabilidad por su existencia y sus efectos. Se trata, por lo general, de construcciones heredadas de la tradición judeocristiana, para la que, si bien Dios no es el creador del Mal, sin embargo, de alguna manera lo administra.
Partiendo de las tendencias que apuntan al Mal como un castigo de Dios a su criatura pecadora, es interesante el estudio que propone el autor sobre el tema de la culpa y su reparación, explicando cómo, en los tiempos primitivos de la iglesia no existía ese concepto de “culpa”, aunque sí, lógicamente, el de transgresión: “la noción de culpa que implica la del perdón y, en consecuencia, la de una institución penitencial, aunque aparezca en el Antiguo Testamento, no figura en el Evangelio, sino que es introducida poco a poco por la Iglesia una vez que esta deriva en organización jerárquica”. Pese a ello, este peso de la culpa informa la cultura europea desde su herencia judeocristiana, ahormada por la Iglesia, afirma Gómez Marín, en busca de su influencia terrenal. Freud, Nietzsche y Schopenhauer con sus planteamientos sobre la culpa son algunos de los autores reseñados por Gómez Marín.
Castigos a la culpa son el purgatorio y el infierno; si bien el segundo es eterno, el primero es temporal y, además, redimible. En cualquier caso, para el autor se trata de unos conceptos herencia fósil de las culturas primitivas, cuando no construcciones ideológicas de las religiones primitivas. Desde luego, lo que parece evidente es que el actual proceso de secularización que vivimos no es ajeno a la crítica intensa a que se ha sometido la escatología.
El Mal personificado
Cuestión diferente es la personalización del Mal en la figura del diablo, personaje que se produce y desarrolla en el pensamiento judeocristiano. Satán es el principio tentador, cuyo poder se ve debilitado por el libre albedrío humano, que es quien decide la posible transgresión y, en consecuencia, es el responsable del Mal, del pecado. A esta concepción se opone la que explica que es el hombre, abrumado por la culpa y propenso a darle sentido, quien crea a Satán.
Una vez personalizado el Mal, no existe impedimento para que el arte se lance a su representación. Desde luego, no desde los orígenes del cristianismo, cuando se consideraba que el diablo no era material, por lo que no correspondía la atribución de una figura; posteriormente, sí fue objeto de representación, así como su lugar de residencia, el infierno. Y, una vez personalizado, no es de extrañar que surjan los pactos con el maligno, de los que hay precedentes que culminan en el Fausto, de Goethe: personaje que recoge una serie de leyendas.
A partir de aquí, Gómez Marín se detiene ampliamente en el libro de Job. Le importa “mostrar el origen, la evolución y canonización de un mito antiquísimo que se centra en una figura apasionante de la reflexión teológica: la del justo sufriente”. En primer lugar, informa sobre la manera de nacer un mito, recogiendo las diferentes aportaciones sobre el tema: si se trata de una leyenda con base histórica o si, simplemente, se trata de un símbolo llevado a la narración, entre otras concepciones. De lo que no hay duda es de que su naturaleza es social, por lo que podría definirse como “una creación humana primitiva, anónima, impersonal e inconsciente que materializa esa imaginación en estado puro y que contiene dentro de sí a la ciencia, a la religión, a la poesía y a la filosofía”. No se trata de algo contrario a la razón, sino de una propuesta que exige mucha hermenéutica a la hora de reconsiderarla. En cualquier caso, es evidente que el concepto de mito reclama la comprensión previa de una manera arcaica de pensar, propia del hombre primitivo. En su interpretación, es necesario despojarlo de toda literalidad, buscando su significado simbólico, última intención de su autor.
En esta línea, Gómez Marín nos ofrece su propia definición: “el mito, para mí, es un lenguaje primordial en el que el hombre, en los primeros estadios de su civilización, trata de dar noticia de lo misterioso que encuentra en su vida, en la Naturaleza, en el propio enigma. Un lenguaje que se vale de símbolos, es decir, de representaciones forjadas en el imaginario para expresar lo inefable y dar sentido con ello a su experiencia de lo numinoso”.
Concretándose en el mito de Job, nos confiesa que se trata de un concepto, de un tema inabordable desde la razón y solo inteligible desde la flexibilidad del imaginario. Job, no parece caber duda, es un personaje de ficción. En su mitificación aparecen todas las cuestiones relativas al Mal, como es el caso de la doctrina de la retribución, la idea de la penitencia como virtud, la actitud del protagonista ante Dios justificándolo, la permisividad de Dios para consentir el Mal, …
En el mito, se cobra conciencia de que el problema del Mal es una aporía porque carece de respuesta intelectual y que Job es un personaje como el que no existe otro igual en ser incomprendido y, por otro lado, tan tergiversado. La culminación de esta obra, el Libro de Job, está probablemente en su desenlace.
Valgan estas palabras del autor como cierre a su ensayo: “El Hombre nada puede saber de los designios de Dios, ni tampoco de la razón que mueve tanto al Bien como al Mal, viviendo como vive inmerso en el misterio insondable que es la propia existencia”.
Concluyendo
El libro que comentamos es una obra para tener a mano, cuando se trata de hablar del Mal. O de su opuesto, el Bien. Porque Gómez Marín nos ofrece, de manera didáctica y bien escalonada, las aportaciones de pensadores y filósofos sobre este tema y los que emanan de él: la culpa, el pecado, la justicia, el perdón, el dolor, el sufrimiento, …; desde los más antiguos hasta los más recientes, con lo que se tiene a la vista un completo panorama del tema.
Desde luego, es indispensable, sobre todo, para el análisis y comprensión del mito recogido en el Libro de Job; un mito que ha sido abordado por exegetas, filósofos, teólogos, psicólogos, etc. Un mito, en definitiva, cuyo espíritu ha trascendido el tiempo y ha echado raíces en nuestra cultura occidental.
Índice
Advertencia preliminar
Introducción
Parte I. Aproximación al concepto
1. La entidad del mal
2. El rastro de Platón
3. Tipología del mal
4. El hombre culpable
5. ¿Es Dios omnipotente?
Parte II. Disquisiciones filosóficas y teológicas
1. Teorías filosóficas
1.1. El mal visto por Schelling y Hegel
2. Sobre las teodiceas
2.1. Sobre la culpa y su reparación
2.2. El purgatorio y el infierno
2.3. La reflexión sobre la escatología
2.4. El infierno o País de los muertos
3. La personificación del mal
3.1. La imagen en el arte
3.2. Los pactos con el diablo
Parte III. Reflexiones para interpretar el mito
Parte IV. Orígenes, desarrollo y sentido del mito de Job
1. Precedentes de la leyenda o el cuento de Job
2. El mito de Job visto por los Padres de la Iglesia
3. Job visto desde la modernidad
4. La rebelión de Job
5. El Dios de Job y su “mediador”
Parte V. La apuesta divina y la reparación
Conclusión
Bibliografía utilizada
Reseñas
Climatización y refrigeración. Tras la pandemia del covid-19 y ante el cambio climático
Redacción T21 , 13/06/2021
Ficha Técnica:
Título: Climatización y refrigeración: Tras la pandemia del covid-19 y ante el cambio climático.
Autor: Gabriel Barceló Rico-Avello
Editor: AFEC, junio 2021
Nº páginas: 404.
Materia: Ensayo tecnológico
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-09-31180-4
PVP: 20,00€
Digital: 10,00€
Reseñas
Políticas de lo sensible
Redacción T21 , 02/06/2021
Líneas románticas y crítica cultural
Ficha Técnica
Título: Políticas de lo sensible
Autor: Alberto Santamaría
Edita: Ediciones Akal. Madrid, septiembre de 2020
Colección: Pensamiento crítico
Materia: Cultura
Encuadernación: Rústica con solapas
Número de páginas: 432
ISBN: 978-84-460-4912-8
PVP: 22,00 €
Ebook: 10,99 €
La cultura no es una fina piel que podamos separar, cuando mejor nos convenga, de nuestras actividades económicas y políticas cotidianas. Muy al contrario, su núcleo es móvil, inaprehensible y siempre permanece teñido por las transformaciones sociales que se dan a su alrededor y de las que depende tanto su fuerza como su existencia.
Ahora bien, sería también un grueso error reducir toda cultura a una simple expresión refleja de la vida económica y política, como si la vida cultural fuera un triste muñeco manipulado al estilo de la ventriloquía. El activismo cultural neoliberal y el marxismo más ortopédico se han manejado, en ocasiones astutamente, en estos espacios de desconexión y vaciamiento de lo cultural.
Este libro contiene múltiples historias que parten de esta hipótesis de trabajo, de este horizonte. Tomando como eje las herramientas del romanticismo y el empuje de la crítica cultural, se analizan aquí diversos casos: desde el corazón nihilista y romántico del postpunk en Manchester hasta la perspectiva cultural inserta en el corazón del proyecto hayekiano, pasando por el nacimiento del espectador moderno, por el pensamiento de María Zambrano o la poesía de Alejandra Pizarnik.
Entre las historias de este libro hallamos un análisis de la relación de Marx con la poesía o la idea de este respecto a la revolución en España. Un libro de análisis crítico de la cultura contemporánea cuya finalidad sería la de tratar, desde estas múltiples historias, de abrir grietas -aunque sean pequeñas- en el apelmazado modelo cultural en el que nos movemos.
Índice
Nota previa. Pasos para una ecología de la crítica cultural
I. Están todos atrapados. Nihilismo y romanticismo en Manchester
Estas cosas llevan tiempo. Fragmento para una lectura nihilista de The Smiths
Nos sentíamos forasteros. El arte del extrañamiento en Joy Divison
II. El espectador sin centro
La vida interior de las imágenes. Dos casos
III. Poesía sin centro.
El lugar del poeta. María Zambrano y la realización poética
Alejandra Pizarnik: huir sabiendo que toda fuga es imposible
¿Otra historia del expresionismo abstracto? Una aproximación a la poesía y la pintura
Otros sublimes
IV. Revolución, poesía y economía
Marx: España y revolución
Los mundos inmóviles destruiré yo mismo. Marx, Poesía, Romanticismo
Las palabras comadrejas. El último Hayek y el imaginario cultural neoliberal
V. Arte (es) propaganda. Fragmentos políticos en la era del activismo cultural neoliberal. Un panfleto
¿Otra propaganda es posible? ¿Y los niños? Y los niños
Propagarse
El origen de la propaganda y las frases ocupadas
Una pregunta. Una respuesta. Contrapropaganda
La propaganda que reclama tu cuerpo
Spinoza, padre de la propaganda
La mujer trabajadora y un ejercicio (contra)propaganda
¿Y tú qué opinas, Mark Rothko?
¿Y tú qué opinas, Hans Haacke?
¿Y tú qué opinas, Francisco Franco?
Banca y propaganda. O el día que Botín conoció a Grosz
Creatividad, política y contrapropaganda
Ante el activismo neoliberal
Reseñas
Ecosofía. La sabiduría de la Tierra
Juan Antonio Martínez de la Fe , 24/05/2021
Ficha Técnica
Título: Ecosofía. La sabiduría de la Tierra
Autor: Raimon Panikkar. De la edición e Introducción, Jordi Pigem
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2021
Colección: Fragmentos
Traducción: Jordi Pigem Pérez
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 96
ISBN: 978-84-17796-51-8
Precio: 11,50 euros
Son muchas las voces que se alzan para hablarnos y, sobre todo, advertirnos de los problemas ambientales a los que se enfrenta nuestro planeta, justamente a causa de la actividad humana. Nosotros, se ha dicho y bien, no podemos vivir sin la tierra pero ella sí puede vivir sin nosotros. Científicos, gobiernos, asociaciones, publicaciones, … se ven sacudidos ante el porvenir que nos aguarda si no ponemos remedio a nuestra actitud de soberanía despótica sobre nuestra casa común, como la define el papa Francisco en su muy comentada encíclica Laudato si.
Una de las voces más destacadas en este entorno es la de Raimon Panikkar. Y Jordi Pigem ha seleccionado una serie de textos sobre este tema para presentarlos en la publicación que hoy comentamos; no son muchos, no; pero sí muy clarificadores de su postura y sus postulados.
Para una mejor comprensión del contenido, Pigem ofrece una Introducción en la que, a lo largo de cinco epígrafes, nos traza el marco necesario para una mejor comprensión de todo el texto. En su escrito, Pigem nos explica el triple nacimiento del concepto de ecosofía, originado en tres nombres ampliamente conocidos en los ámbitos de la ecología: el psiquiatra y filósofo francés Félix Guattari, el filósofo noruego Arne Naes y el filósofo y teólogo intercultural que figura como autor de este libro, Raimon Panikkar.
No coinciden los tres en su manera de entender el concepto de ecosofía; pero sí tienen claro que, si queremos seguir en este mundo, tenemos que aprender a hacer y a ser de manera sostenible; y “están convencidos de que no habrá verdadera sostenibilidad sin una transformación de la conciencia”.
Lógicamente, hace alusión a los términos de ecología de poca profundidad, que solo aspira a atenuar el impacto de nuestra sociedad sobre la naturaleza, y de ecología profunda que reconoce que nuestro sistema de consumismo y el industrialismo son incompatibles con el equilibrio ecológico y la supervivencia de otras formas de vida.
La ecosofía de Panikkar va aún más allá, es una invitación a escuchar a la Tierra, lo que implica percibirla como sujeto, algo que es habitual en pueblos indígenas de todas las latitudes. Dice Panikkar: “La Tierra es un ser vivo; el universo es un ser vivo; el cosmos entero está vivo. En pocas palabras, la realidad está viva”.
Habla Panikkar
El primer texto propiamente dicho de Panikkar en este libro es una entrevista que le hizo Pigem en el año 2005. En ella, el filósofo se muestra contundente: “En la lucha contra la Tierra el hombre perderá. Somos nosotros los que estamos en peligro […] el hombre sin la Tierra no sería hombre”.
Hace alusión a la ecología, algo realmente positivo aunque insuficiente, ya que no es sino una tímida reacción pero que todavía opera dentro de la cosmovisión dominante. Hay que dar un paso más, un paso hacia la ecosofía que define así: “Es al mismo tiempo nuestro conocimiento de la Tierra y la sabiduría de la Tierra misma, que hemos de intentar escuchar y compartir”. Ecología y ecosofía no son lo mismo, ya que la primera, mediante el desarrollo sostenible, busca prolongar el actual status quo, mientras que la segunda propugna un cambio radical en la percepción tanto del hombre como de la Tierra: trata a la Tierra como un ser vivo, pues no es materia inerte o un simple planeta.
Su propia experiencia personal le lleva a recuperar la creencia milenaria de los pueblos de la Tierra, la creencia en el animismo en el sentido de un principio divino que anima la realidad y que es inmanente a la naturaleza. Y finaliza la entrevista con una frase que invita a la reflexión: “no creo en el futuro, sino en la eternidad en el presente”.
La relación cosmoteándrica con la naturaleza
Considera Panikkar que la Tierra es nuestro cuerpo externo, nuestro espacio vital, nuestro hogar y que, junto con lo humano y con lo divino, forma los tres elementos constitutivos de la realidad. De ahí que hable de relación cosmoteántrica: Tierra, hombre y divinidad.
Y, seguidamente, desarrolla nueve tesis desde un punto de vista intercultural. La primera de estas tesis es que la crisis actual refleja el declive de nuestros presupuestos culturales; si hasta ahora las culturas vivían en un mundo triple, el de los dioses, el del hombre y el de la naturaleza, ahora hay que añadir un cuarto mundo, el de la megamáquina. “No se trata de hacer una religión a partir de la ecología; se trata de incorporar la dimensión ecológica a la religión”.
Su segunda tesis es que solo una transformación puede salvarnos; no se trata de una nueva interpretación de la naturaleza, sino de una nueva experiencia de nosotros mismos y de la vida; en pocas palabras, necesitamos una metamorfosis, una transformación.
Una transformación de este tipo es la experiencia cosmoteándrica, como reza su tercera tesis, que nos lleva al enunciado de la cuarta: la verdadera naturaleza no es ningún objeto: la naturaleza como objeto del pensamiento solo puede ser una abstracción, un constructo, no la verdadera naturaleza.
Quinta tesis: Las categorías de la ciencias naturales son insuficientes para tratar con la naturaleza. Por supuesto, Panikkar no está en contra de las categoría científicas; muy al contrario, piensa que son necesarias para muchas cosas, pero resultan insuficientes para comprender la naturaleza.
De ahí su sexta tesis: comprender la naturaleza implica darnos cuenta de nuestra mutua pertenencia cosmoteándrica. La auténtica comprensión transforma al que comprende y la verdadera comprensión no es posible sin amor. Se trata, pues, de ser naturaleza y no de controlarla, de transformarnos en ella.
La séptima tesis defiende que el arte (techné) de tratar a la naturaleza es la ecosofía. Se ha de reconocer la sabiduría de la naturaleza, ya que es un cometido naturalmente humano. El hombre ha de ser la sabiduría de la Tierra. “Somos los sabios de la naturaleza que pueden conocer todo lo que ocurre en ella y pueden establecer una simbiosis con ella que favorezca la vida de todos”.
Porque, y esta es su octava tesis, la naturaleza es nuestro tercer cuerpo. El primero es el cuerpo que veo; el segundo es el cuerpo de la humanidad, el cuerpo del género humano; y el tercero es la Tierra, la naturaleza; somos Tierra, no solo residimos en ella y la explotamos. Somos tierra, ella es nuestro cuerpo y nosotros somos todavía más: su alma.
Y su novena y última tesis es que la emancipación de la tecnocracia es la tarea liberadora, inicialmente dolorosa, de nuestro tiempo. Una tarea que es a la vez política y espiritual: liberarnos del tecnocentrismo para ser verdaderamente libres. Liberación de la humanidad que ha de venir de la propia humanidad, no de la máquina.
Hay en este texto de Panikkar una reflexión que merece ser considerada seriamente. La moda ecológica actual, con frecuencia no es más que un compromiso al habernos dado cuenta de que los recursos de la naturaleza son limitados y que, por tanto, tenemos que conservarlos y reciclarlos; pero, sin embargo, seguimos manteniendo la misma mentalidad dualista, hombre y naturaleza como dos cosas independientes. Hay que dar un paso más: el que propone la ecosofía, para quien la naturaleza es engendradora, madre, y estamos emparentados con ella en relación directa de filiación.
Reflexión intercultural
El libro se cierra con un capítulo dedicado a una reflexión intercultural de la ecosofía. En él, el autor incide en que la ecología aún opera dentro de los parámetros de la cosmología dominante. Hay que ir más allá, insiste. Se trata de vivir la experiencia de la Tierra como fundamento primordial sobre el cual, no solo estamos, sino que somos, sin excluir una dimensión divina.
La ecología profunda reclama la sanación que necesita la Tierra; Panikkar afirma que no es ella la que necesita ser sanada, sino que somos nosotros los enfermos que necesitamos la ecosofía; una ecosofía que postula un cambio radical en nuestra percepción tanto de la Tierra como del hombre y de lo divino. No es la ecosofía un apéndice de la ecología, no; tiene que ver con nuestro destino humano. Desarrolla su planteamiento en tres apartados.
Primero, en la política. Afirma que la ecosofía no es compatible con cualquier clase de desarrollo radical, sea tecnológico, soft, sostenible, etc. La civilización tecnológica no es una civilización universal, sino propia de la cultura occidental. Dice: “El desarrollo no es un valor universal ni neutral. Tiene un sesgo ideológico y solo sirve a los intereses de la civilización concreta que lo impulsa”. Y la noción de ecosofía trasciende la ideología de la nación-estado, así como la idea de nacionalismos soberanos, exige otra concepción de la política.
Segundo, en la ciencia. La ecosofía considera a la Tierra como un ser vivo, tanto en sus miembros como en su conjunto, aunque, lógicamente, reconoce que no toda la vida es idéntica: no es lo mismo la vida vegetal que la vida humana; pero el conjunto de la realidad es un organismo viviente, del cual nosotros también formamos parte. Por eso la ecosofía se atreve a contestar al ídolo más grande del mundo de hoy: la ciencia moderna. Aclara el autor que, al hablar de ciencia moderna, no se refiere a la ciencia como tal, sino a las características de la ciencia de hoy, que se reduce a cálculo, tan fascinante y útil como se quiera, pero que ya no tiene ningún poder redentor. Su crítica se dirige a la extrapolación del método científico a otras áreas de la realidad.
Y el tercer campo al que se refiere el autor es el de la filosofía. Afirma que la ecosofía derriba no solo la creencia occidental en el progreso, sino, también, el mito subyacente de la historia muy vinculado a las religiones monoteístas. Progreso, historia, desarrollo y ciencia moderna forman el paquete cultural de la civilización occidental. Para explicar sus conceptos, el autor hace una incursión en el análisis de la flecha del tiempo, que no es válido para otras culturas que no sean la occidental. Y concluye: “La auténtica esperanza no puede orientarse al futuro, ha de orientarse a lo invisible, a otra dimensión que hace que valga la pena vivir la vida, aunque sea en condiciones de explotación”. Como se puede apreciar, un capítulo este último que merece lectura y relectura, por su alcance y profundidad.
Concluyendo
Es esta una obra muy oportuna. Si bien sus planteamientos ya eran conocidos por la reconocida figura del autor, su aparición en este momento le aporta un nuevo valor añadido. Cuando los temas relacionados con el medio ambiente, con la ecología y el cuidado de nuestro planeta son reiterativos en los titulares de los medios de comunicación, en las actividades de organizaciones ecologistas y en las preocupaciones de una gran mayoría de gobernantes.
La exigencia de ir más allá de la ecología, de lo que entendemos por desarrollo sostenible, es un reto que nos lanza Panikkar y cuyas ideas básicas y fundamentales podemos encontrar en este libro, cuyo título es todo un proyecto: ecosofía.
Índice
Introducción. Ecosofía, el arte de escuchar la Tierra
1. El triple nacimiento del concepto de ecosofía
2. El arco Tvergastein-Tavertet
3. La ecosofía de Panikkar
4. Todo vive
5. En la tercera década del siglo XXI
I. La Tierra está viva, la materia está viva
II. Ecosofía o la relación cosmoteándrica con la naturaleza
1. La crisis actual refleja el declive de nuestros presupuestos culturales
2. Solo una transformación puede salvarnos
3. Una transformación de este tipo es la experiencia cosmoteándrica
4. La verdadera naturaleza no es ningún objeto
5. Las categorías de la ciencias naturales son insuficientes para tratar con la naturaleza
6. Comprender la naturaleza implica darnos cuenta de nuestra mutua pertenencia cosmoteándrica
7. El arte (techné) de tratar a la naturaleza es la ecosofía
8. La naturaleza es nuestro tercer cuerpo
9. La “emancipación” de la tecnocracia es la tarea liberadora, inicialmente dolorosa, de nuestro tiempo.
III. La visión ecosófica de la Edad Media
IV, Bhumijnana/Ecosofía: una reflexión intercultural
1. Política
2. Ciencia
3. Filosofía
Procedencia de los textos
Título: Ecosofía. La sabiduría de la Tierra
Autor: Raimon Panikkar. De la edición e Introducción, Jordi Pigem
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2021
Colección: Fragmentos
Traducción: Jordi Pigem Pérez
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 96
ISBN: 978-84-17796-51-8
Precio: 11,50 euros
Son muchas las voces que se alzan para hablarnos y, sobre todo, advertirnos de los problemas ambientales a los que se enfrenta nuestro planeta, justamente a causa de la actividad humana. Nosotros, se ha dicho y bien, no podemos vivir sin la tierra pero ella sí puede vivir sin nosotros. Científicos, gobiernos, asociaciones, publicaciones, … se ven sacudidos ante el porvenir que nos aguarda si no ponemos remedio a nuestra actitud de soberanía despótica sobre nuestra casa común, como la define el papa Francisco en su muy comentada encíclica Laudato si.
Una de las voces más destacadas en este entorno es la de Raimon Panikkar. Y Jordi Pigem ha seleccionado una serie de textos sobre este tema para presentarlos en la publicación que hoy comentamos; no son muchos, no; pero sí muy clarificadores de su postura y sus postulados.
Para una mejor comprensión del contenido, Pigem ofrece una Introducción en la que, a lo largo de cinco epígrafes, nos traza el marco necesario para una mejor comprensión de todo el texto. En su escrito, Pigem nos explica el triple nacimiento del concepto de ecosofía, originado en tres nombres ampliamente conocidos en los ámbitos de la ecología: el psiquiatra y filósofo francés Félix Guattari, el filósofo noruego Arne Naes y el filósofo y teólogo intercultural que figura como autor de este libro, Raimon Panikkar.
No coinciden los tres en su manera de entender el concepto de ecosofía; pero sí tienen claro que, si queremos seguir en este mundo, tenemos que aprender a hacer y a ser de manera sostenible; y “están convencidos de que no habrá verdadera sostenibilidad sin una transformación de la conciencia”.
Lógicamente, hace alusión a los términos de ecología de poca profundidad, que solo aspira a atenuar el impacto de nuestra sociedad sobre la naturaleza, y de ecología profunda que reconoce que nuestro sistema de consumismo y el industrialismo son incompatibles con el equilibrio ecológico y la supervivencia de otras formas de vida.
La ecosofía de Panikkar va aún más allá, es una invitación a escuchar a la Tierra, lo que implica percibirla como sujeto, algo que es habitual en pueblos indígenas de todas las latitudes. Dice Panikkar: “La Tierra es un ser vivo; el universo es un ser vivo; el cosmos entero está vivo. En pocas palabras, la realidad está viva”.
Habla Panikkar
El primer texto propiamente dicho de Panikkar en este libro es una entrevista que le hizo Pigem en el año 2005. En ella, el filósofo se muestra contundente: “En la lucha contra la Tierra el hombre perderá. Somos nosotros los que estamos en peligro […] el hombre sin la Tierra no sería hombre”.
Hace alusión a la ecología, algo realmente positivo aunque insuficiente, ya que no es sino una tímida reacción pero que todavía opera dentro de la cosmovisión dominante. Hay que dar un paso más, un paso hacia la ecosofía que define así: “Es al mismo tiempo nuestro conocimiento de la Tierra y la sabiduría de la Tierra misma, que hemos de intentar escuchar y compartir”. Ecología y ecosofía no son lo mismo, ya que la primera, mediante el desarrollo sostenible, busca prolongar el actual status quo, mientras que la segunda propugna un cambio radical en la percepción tanto del hombre como de la Tierra: trata a la Tierra como un ser vivo, pues no es materia inerte o un simple planeta.
Su propia experiencia personal le lleva a recuperar la creencia milenaria de los pueblos de la Tierra, la creencia en el animismo en el sentido de un principio divino que anima la realidad y que es inmanente a la naturaleza. Y finaliza la entrevista con una frase que invita a la reflexión: “no creo en el futuro, sino en la eternidad en el presente”.
La relación cosmoteándrica con la naturaleza
Considera Panikkar que la Tierra es nuestro cuerpo externo, nuestro espacio vital, nuestro hogar y que, junto con lo humano y con lo divino, forma los tres elementos constitutivos de la realidad. De ahí que hable de relación cosmoteántrica: Tierra, hombre y divinidad.
Y, seguidamente, desarrolla nueve tesis desde un punto de vista intercultural. La primera de estas tesis es que la crisis actual refleja el declive de nuestros presupuestos culturales; si hasta ahora las culturas vivían en un mundo triple, el de los dioses, el del hombre y el de la naturaleza, ahora hay que añadir un cuarto mundo, el de la megamáquina. “No se trata de hacer una religión a partir de la ecología; se trata de incorporar la dimensión ecológica a la religión”.
Su segunda tesis es que solo una transformación puede salvarnos; no se trata de una nueva interpretación de la naturaleza, sino de una nueva experiencia de nosotros mismos y de la vida; en pocas palabras, necesitamos una metamorfosis, una transformación.
Una transformación de este tipo es la experiencia cosmoteándrica, como reza su tercera tesis, que nos lleva al enunciado de la cuarta: la verdadera naturaleza no es ningún objeto: la naturaleza como objeto del pensamiento solo puede ser una abstracción, un constructo, no la verdadera naturaleza.
Quinta tesis: Las categorías de la ciencias naturales son insuficientes para tratar con la naturaleza. Por supuesto, Panikkar no está en contra de las categoría científicas; muy al contrario, piensa que son necesarias para muchas cosas, pero resultan insuficientes para comprender la naturaleza.
De ahí su sexta tesis: comprender la naturaleza implica darnos cuenta de nuestra mutua pertenencia cosmoteándrica. La auténtica comprensión transforma al que comprende y la verdadera comprensión no es posible sin amor. Se trata, pues, de ser naturaleza y no de controlarla, de transformarnos en ella.
La séptima tesis defiende que el arte (techné) de tratar a la naturaleza es la ecosofía. Se ha de reconocer la sabiduría de la naturaleza, ya que es un cometido naturalmente humano. El hombre ha de ser la sabiduría de la Tierra. “Somos los sabios de la naturaleza que pueden conocer todo lo que ocurre en ella y pueden establecer una simbiosis con ella que favorezca la vida de todos”.
Porque, y esta es su octava tesis, la naturaleza es nuestro tercer cuerpo. El primero es el cuerpo que veo; el segundo es el cuerpo de la humanidad, el cuerpo del género humano; y el tercero es la Tierra, la naturaleza; somos Tierra, no solo residimos en ella y la explotamos. Somos tierra, ella es nuestro cuerpo y nosotros somos todavía más: su alma.
Y su novena y última tesis es que la emancipación de la tecnocracia es la tarea liberadora, inicialmente dolorosa, de nuestro tiempo. Una tarea que es a la vez política y espiritual: liberarnos del tecnocentrismo para ser verdaderamente libres. Liberación de la humanidad que ha de venir de la propia humanidad, no de la máquina.
Hay en este texto de Panikkar una reflexión que merece ser considerada seriamente. La moda ecológica actual, con frecuencia no es más que un compromiso al habernos dado cuenta de que los recursos de la naturaleza son limitados y que, por tanto, tenemos que conservarlos y reciclarlos; pero, sin embargo, seguimos manteniendo la misma mentalidad dualista, hombre y naturaleza como dos cosas independientes. Hay que dar un paso más: el que propone la ecosofía, para quien la naturaleza es engendradora, madre, y estamos emparentados con ella en relación directa de filiación.
Reflexión intercultural
El libro se cierra con un capítulo dedicado a una reflexión intercultural de la ecosofía. En él, el autor incide en que la ecología aún opera dentro de los parámetros de la cosmología dominante. Hay que ir más allá, insiste. Se trata de vivir la experiencia de la Tierra como fundamento primordial sobre el cual, no solo estamos, sino que somos, sin excluir una dimensión divina.
La ecología profunda reclama la sanación que necesita la Tierra; Panikkar afirma que no es ella la que necesita ser sanada, sino que somos nosotros los enfermos que necesitamos la ecosofía; una ecosofía que postula un cambio radical en nuestra percepción tanto de la Tierra como del hombre y de lo divino. No es la ecosofía un apéndice de la ecología, no; tiene que ver con nuestro destino humano. Desarrolla su planteamiento en tres apartados.
Primero, en la política. Afirma que la ecosofía no es compatible con cualquier clase de desarrollo radical, sea tecnológico, soft, sostenible, etc. La civilización tecnológica no es una civilización universal, sino propia de la cultura occidental. Dice: “El desarrollo no es un valor universal ni neutral. Tiene un sesgo ideológico y solo sirve a los intereses de la civilización concreta que lo impulsa”. Y la noción de ecosofía trasciende la ideología de la nación-estado, así como la idea de nacionalismos soberanos, exige otra concepción de la política.
Segundo, en la ciencia. La ecosofía considera a la Tierra como un ser vivo, tanto en sus miembros como en su conjunto, aunque, lógicamente, reconoce que no toda la vida es idéntica: no es lo mismo la vida vegetal que la vida humana; pero el conjunto de la realidad es un organismo viviente, del cual nosotros también formamos parte. Por eso la ecosofía se atreve a contestar al ídolo más grande del mundo de hoy: la ciencia moderna. Aclara el autor que, al hablar de ciencia moderna, no se refiere a la ciencia como tal, sino a las características de la ciencia de hoy, que se reduce a cálculo, tan fascinante y útil como se quiera, pero que ya no tiene ningún poder redentor. Su crítica se dirige a la extrapolación del método científico a otras áreas de la realidad.
Y el tercer campo al que se refiere el autor es el de la filosofía. Afirma que la ecosofía derriba no solo la creencia occidental en el progreso, sino, también, el mito subyacente de la historia muy vinculado a las religiones monoteístas. Progreso, historia, desarrollo y ciencia moderna forman el paquete cultural de la civilización occidental. Para explicar sus conceptos, el autor hace una incursión en el análisis de la flecha del tiempo, que no es válido para otras culturas que no sean la occidental. Y concluye: “La auténtica esperanza no puede orientarse al futuro, ha de orientarse a lo invisible, a otra dimensión que hace que valga la pena vivir la vida, aunque sea en condiciones de explotación”. Como se puede apreciar, un capítulo este último que merece lectura y relectura, por su alcance y profundidad.
Concluyendo
Es esta una obra muy oportuna. Si bien sus planteamientos ya eran conocidos por la reconocida figura del autor, su aparición en este momento le aporta un nuevo valor añadido. Cuando los temas relacionados con el medio ambiente, con la ecología y el cuidado de nuestro planeta son reiterativos en los titulares de los medios de comunicación, en las actividades de organizaciones ecologistas y en las preocupaciones de una gran mayoría de gobernantes.
La exigencia de ir más allá de la ecología, de lo que entendemos por desarrollo sostenible, es un reto que nos lanza Panikkar y cuyas ideas básicas y fundamentales podemos encontrar en este libro, cuyo título es todo un proyecto: ecosofía.
Índice
Introducción. Ecosofía, el arte de escuchar la Tierra
1. El triple nacimiento del concepto de ecosofía
2. El arco Tvergastein-Tavertet
3. La ecosofía de Panikkar
4. Todo vive
5. En la tercera década del siglo XXI
I. La Tierra está viva, la materia está viva
II. Ecosofía o la relación cosmoteándrica con la naturaleza
1. La crisis actual refleja el declive de nuestros presupuestos culturales
2. Solo una transformación puede salvarnos
3. Una transformación de este tipo es la experiencia cosmoteándrica
4. La verdadera naturaleza no es ningún objeto
5. Las categorías de la ciencias naturales son insuficientes para tratar con la naturaleza
6. Comprender la naturaleza implica darnos cuenta de nuestra mutua pertenencia cosmoteándrica
7. El arte (techné) de tratar a la naturaleza es la ecosofía
8. La naturaleza es nuestro tercer cuerpo
9. La “emancipación” de la tecnocracia es la tarea liberadora, inicialmente dolorosa, de nuestro tiempo.
III. La visión ecosófica de la Edad Media
IV, Bhumijnana/Ecosofía: una reflexión intercultural
1. Política
2. Ciencia
3. Filosofía
Procedencia de los textos
Reseñas
Zero Waste
Redacción T21 , 17/05/2021
Para chicas con prisas
Ficha Técnica
Título: Zero Waste
Autoras: Georgina Gerónimo y Claudia Barea
Edita: Editorial Zenith. Sello de Editorial Planeta. barcelona, 2021
Colección: Para chicas con prisas
Materia: Estilo de vida
Encuadernación: Rústica sin solapa
Número de páginas: 96
ISBN: 978-84-08-22803-5
PVP: 10.95 €
¿Te horroriza ver tanto plástico en el carrito de la compra, pero lo tuyo es ir al supermercado cinco minutos antes del cierre? ¿Tienes un montón de ropa que, admítelo, no te pones, pero no puedes evitar seguir acumulando? ¿Quieres reducir los envases, pero te resulta imposible sobrevivir sin tu café para llevar?
Deja de agobiarte y convierte este libro en tu mejor aliado para lograr ser más sostenible. Da los primeros pasos hacia una vida zero waste y grábate a fuego este mantra “pequeños gestos, grandes cambio”
¿Qué encontrarás en este libro?
• Lo que necesitas saber para empezar a reducir.
• Una guía para hacer la compra sin plástico.
• Pautas para tener un hogar con menos residuos.
• Trucos para conseguir un armario sostenible.
• El kit zero waste para ir siempre preparada.
Sumario
- ¿En qué fase zero waste estás?
- Zero waste 101
- Un hogar con menos residuos
- Moda sostenible
- Zero waste fuera de casa
- Cambio de mentalidad y la economía circular
- Quiero ser Zero waste, pero…
Fuentes consultadas
Datos sobre las autoras
Redacción T21
Este canal ofrece comentarios de libros seleccionados, que nuestra Redacción considera de interés para la sociedad de nuestro tiempo. Los comentarios están abiertos a la participación de los lectores de nuestra revista.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850