Notas
Escribe Antonio Piñero
Me permito ahora tomar de mi obra, Los cristianismos derrotados, de 2009 (Madrid, Edaf) unos párrafos que sirvan de introducción a estos tratados de Prisciliano vertidos por la estupenda mano de Manuel Crespo. A mí me parece un muy buen servicio a nuestra cultura que se hayan traducido finalmente estos textos de nuestro ilustre “hereje” al completo. Prisciliano era de familia noble y pudiente y, al parecer, tuvo una excelente educación. Sulpicio Severo –historiador cristiano fallecido hacia el 420- dice en su Crónica que Prisciliano era un buen orador, versado en todo tipo de lecturas y buen polemista (Crónica II 46,3; lo mismo afirma Isidoro de Sevilla en De viris illustribus, 2). Se dice también que desde su juventud Prisciliano se interesó con una gran curiosidad por temas filosóficos, teológicos y esotéricos. Parece ser que fue discípulo de un monje egipcio, de la ciudad de Menfis, de nombre Marcos, del que recibió enseñanzas esotéricas (¿gnósticas?)[[1]]url:#_ftn1 , cuyo contenido no podemos determinar con exactitud más que a través de las quejas y calumnias de sus acusadores[[2]]url:#_ftn2 . Pronto, la encendida palabra e intensa pasión y radical deseo en pro de un cristianismo auténtico que animaba el deseo restaurador de Prisciliano promovió en torno a él un conglomerado de seguidores, a la vez que desataba también pasiones en contra. Prisciliano impulsó un movimiento religioso y ascético que pretendía ante todo renovar la Iglesia: un grupo de gentes que deseaba retirarse de las grandes aglomeraciones urbanas y ejercitarse en la soledad de la vida rural, para luego volver a las ciudades y reformar allí la vida de la Iglesia. Veía Prisciliano en el espíritu monástico y ascético un arma poderosa para volver a los orígenes más puros del cristianismo, que él unía a un movimiento de pobres y de rigurosos ascetas. Por ello promovía el ayuno frecuente, la más estricta pobreza, el apartamiento del sexo y la continencia, todo movido –decía- por la fuerza del Espíritu Santo que creía poseer en su interior. Impulsaba además Prisciliano en su grupo el estudio serio y continuo de la Biblia, no sólo de los evangelios sino del Nuevo Testamento, y también –adelantándose totalmente a su tiempo- la investigación de los otros evangelios y hechos de los apóstoles, los considerados apócrifos por la Gran Iglesia, por si el Espíritu Santo pudiera haber ocultado en ellos algunas verdades no fácilmente perceptibles en los escritos canónicos. El movimiento priscilianista fue pronto objeto de múltiples ataques por parte sobre todo de la jerarquía eclesiástica establecida. Consciente del poder de estos adversarios, el grupo se concentró en sí mismo y mantuvo en torno a sus doctrinas y prácticas un estricto secreto, sólo revelado a los que en verdad querían integrarse en el núcleo de los reformadores. Cuenta Agustín de Hipona que era una máxima de Prisciliano y su grupo –cuando fueran interrogados por la jerarquía- jurar que no sabían nada, con tal de no revelar ciertas enseñanzas esotéricas (De haeresibus [Sobre las herejías]70) mantenidas por él y los suyos. A partir del 370 se propagó con cierta rapidez este movimiento de renovación por el norte y occidente de España sobre todo, y el sur de las Galias (en la región denominada Aquitania, precisamente en donde había nacido Sulpicio Severo). Es lógico que los obispos de entonces percibieran que ese movimiento de restauración tenía una gran potencialidad de cuestionamiento y subversión del status quo vigente en la Iglesia del momento. Se vivían años agitados en el Imperio, tanto políticamente como en al ámbito religioso, pues ya se había producido la declaración del catolicismo ortodoxo como religión obligatoria, y había pugnas con los paganos que se resistían a aceptar esta realidad impuesta desde ámbito imperial. Los obispos deseaban ante todo unidad en los cristianos frente a los restos del paganismo. Como es lógico, la primera oposición seria al priscilianismo vino de la propia Iglesia hispana. El metropolita Hidacio, titular de la sede episcopal de Emerita Augusta, e Itacio, obispo de Ossonuba, hoy Faro en Portugal, se opusieron tenazmente al que ya consideraban heterodoxo. Resultaba claro que cualquier movimiento revisionista que pudiera quebrantar la deseada paz de la Iglesia o del Imperio era muy mal visto en esos momentos. Pronto circularon contra Prisciliano las primeras acusaciones: sus ideas teológicas estaban contaminadas de maniqueísmo y de gnosticismo; sobre todo se le atacaba de favorecer la distinción entre el Dios del Antiguo Testamento y el del Nuevo (como Marción) y se lanzó además contra él una acusación típica de la época para cualquier tipo de adversarios religiosos: que practicaba la magia. El cronista de la Iglesia Sulpicio Severo escribía, en el 402 en su Crónica II 46,1, que en el norte de Hispania por esas fechas se “había descubierto una herejía gnóstica supersticiosa, digna de toda repulsa, que se disfrazaba bajo el manto de la disciplina del arcano[[3]]url:#_ftn3 ”, es decir, del secreto mantenido dentro del grupo. Igualmente, en el 429 Agustín de Hipona (en su obra Contra las herejías, 70), cargaba contra los discípulos de Prisciliano a los que acusaba de pervertir el dogma con nuevos elementos de distinta procedencia, sobre todo de la gnosis y del maniqueísmo. Veremos más abajo –al considerar la doctrina de Prisciliano- que estas acusaciones contenían quizá sólo medias verdades y exageraciones, mientras que el grave cargo de magia podía estar fundado en sus contactos de juventud con el monje egipcio arriba mencionado, o en el carácter privado y secreto de las reuniones de los más fieles a Prisciliano, en donde probablemente se transmitían algunas enseñanzas sólo consideradas aptas para los iniciados. Muy pronto, y siguiendo también la costumbre de siglos anteriores, se acusó a Prisciliano de vida licenciosa: así era la imputación de Itacio de Ossonuba, recogida luego por Isidoro de Sevilla, en su obra De viris illustribus 2. Se decía que se reunían de noche hombres y mujeres priscilianistas, que pasaban las horas nocturnas desnudos y que se entregaban a toda suerte de actos licenciosos. Pero dado el carácter estereotipado de estas acusaciones, y el tipo de religiosidad monástico-ascética de Prisciliano, este tipo de comportamiento es totalmente inverosímil. En el 380 se celebró un sínodo en Zaragoza, en el que los obispos ejercieron una dura crítica a los aspectos a sus ojos más polémicos de la doctrina de Prisciliano[[4]]url:#_ftn4 , pero no tomaron contra él medida disciplinaria alguna. Sí se prohibió a los clérigos que ingresaran en su movimiento[[5]]url:#_ftn5 , y que llevaran a cabo oficios litúrgicos en el campo como hacían los priscilianistas, pues fuera del marco de las iglesias oficiales eran más difíciles de supervisar. Al parecer, fue difícil para el Sínodo condenar a alguien que intentaba vivir un cristianismo auténtico y pobre, a un lector fervoroso de la palabra divina contenida en las Escrituras y a un crítico de las debilidades de la Iglesia en la Hispania del momento. Entonces ocurrió algo inesperado para los adversarios del grupo priscilianista: un año más tarde del sínodo zaragozano, en el 381, la fama de Prisciliano entre el pueblo de Hispania había crecido tanto que al quedar vacante la sede episcopal de Ávila, fue elegido obispo casi por aclamación. Y fue entonces cuando cargaron más fuertemente contra el sus enemigos, porque el poder de Prisciliano empezaba a ser seriamente molesto. El metropolita Hidacio cuya sede de Mérida estaba relativamente cercana a Ávila, se sintió muy presionado por los priscilianistas, y huyó a Milán donde encontró apoyo en san Ambrosio. Con su ayuda consiguió del entonces emperador Graciano (382) un rescripto imperial contra Prisciliano, en el que se le declaraba hereje. Prisciliano no aceptó la condena, y se trasladó en persona a Milán y luego a Roma, en donde esperó en vano mucho tiempo a que el papa Dámaso I y san Ambrosio respectivamente, hicieran algo por revocar el rescripto. Al parecer ni siquiera logró que lo recibieran. Pero vuelto a Milán, y comportándose con habilidad en la corte del Emperador, logró Prisciliano personalmente que éste anulara la condena contra él. Cuando llegaron a la península ibérica estas noticias, el procónsul romano de Lusitania se comportó consecuentemente: emprendió acciones por calumnias contra uno de los acérrimos enemigos de Prisciliano, el obispo Itacio de Ossonuba, que residía en los límites de su jurisdicción, quien huyó de su diócesis. Pero en el entretanto a Graciano le iban mal las cosas, pues en Tréveris se había proclamado emperador un usurpador, llamado Magno Máximo (383-388: anterior a Teodosio I). Itacio de Ossonuba buscó refugio a esa ciudad para hallar gracia ante el nuevo emperador. Magno Máximo, cuya posición política era precaria, pensó que si intervenía contra Prisciliano en favor de la mayoría de la jerarquía católica de Hispania podría ganar prestigio ante la Iglesia local. Por ello ordenó que se celebrara un sínodo en Burdeos donde se pusieran en claro los cargos contra Prisciliano…, que resultó de nuevo condenado (año 384). Tildado ya de heresiarca nada menos que por un concilio, Prisciliano intentó una baza de gran riesgo: apeló al monarca usurpador –que continuaba presentándose como gran defensor de la ortodoxia- solicitando la revisión de su condena. Para ello se trasladó a la corte de Tréveris deseando intervenir personalmente en su propia defensa. Su acción resultó vana, y en el 386 él y cuatro de sus principales seguidores fueron acusados nuevamente de magia, juzgados por un tribunal imperial, declarados culpables y condenados a muerte. Los cargos contra ellos no eran por desviaciones teológicas, sino el de entregarse a la magia, practicar licenciosas reuniones nocturnas con mujeres, y la costumbre de rezar desnudos. La pasión por su causa reformista, su ingenuidad y celo habían llevado a Prisciliano hasta la muerte. La sentencia y ejecución del considerado heterodoxo fueron tan sonadas y tan criticadas por muchos que hasta los paganos se escandalizaron de que un hombre piadosísimo y entregado al culto a Dios fuera ajusticiado[[6]]url:#_ftn6 . También Ambrosio de Milán, aunque en tiempos se hubiese negado a recibir a Prisciliano, Martín de Tours y el entonces papa Siricio criticaron duramente el proceso: era la primera vez en la cristiandad que se condenaba a muerte a un pretendido hereje. En el sur de las Galias y en Hispania Prisciliano fue declarado y reverenciado como mártir, y el movimiento de reforma de la Iglesia que apelaba a las obras, el ejemplo y al recuerdo del ajusticiado, se propagó con mayor fuerza. De resultas de este movimiento de simpatía hacia Prisciliano no les fue bien a sus perseguidores, que acusaron el golpe de la marea de protestas por la condena. Itacio fue depuesto de su sede de Faro e Hidacio hubo de dimitir antes de que lo expulsaran. El priscilianismo siguió en la Iglesia como movimiento de reforma durante unos ciento cincuenta años. A pesar de los esfuerzos de diversos sínodos (en el 398 en Turín; en el 400 en Toledo[[7]]url:#_ftn7 , en 561 en Braga: concilio I de esa ciudad[[8]]url:#_ftn8 ) el movimiento continuó hasta el siglo VII momento en el que fue decayendo lentamente hasta desaparecer. Saludos cordiales de Antonio Piñero Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html [1] Recientemente, de las discusiones en torno al origen de la Biblioteca de Nag Hammadi se deduce que en Egipto, a finales del siglo III y principios del IV se vivió una buena época económica y socialmente, lo que hizo que muchos indígenas se interesaran por formas alternativas del cristianismo (de ahí la edición en un scriptorium de los volúmenes de Nag HammadI ya por encargo de ricos particulares, ya para su venta en general), y la posibilidad de que algunos monjes pudieran viajar a Hispania. [2] El nombre de “Marcos”, igual al de heresiarca gnóstico del que habla Ireneo de Lyon en Contra todas las Herejías I 13,1ss; I 14,1-4; I 15,4-6, sirvió, sin duda, para mezclarlo todo, crear confusión y acusar de gnóstico a Prisciliano. [3] Es decir, que se comprometían disciplinadamente a mantener en secreto sus doctrinas. [4] Doctrinas gnósticas; también hay resabios de monarquianismo (como ya sabemos, asignar al Padre un papel tan preponderante en la Trinidad, que de hecho se negaba la distinción de personas); de encratismo extremo, que niega la validad del matrimonio; de docetismo. [5] Igualmente Agustín de Hipona, quien como obispo prohibía a sus cristianos que se juntaran con los priscilianistas: Contra las herejías, 70. [6] Así el polemista Drepanio, Panegírico XII 29, 2s. [7] En las actas de este Concilio hay dos listas de los errores doctrinales de Prisciliano (ver luego, “Doctrinas”, p. *). [8] En las actas se recogen 17 errores, o capítulos, priscilianistas.
Viernes, 5 de Enero 2018
Comentarios
Notas
Escribe Antonio Piñero
Presento hoy un libro que me ha interesado mucho. Al componer mi pequeña obra “Cristianismo derrotados” caí en la cuenta de la importancia que había tenido este personaje en la iglesia cristiana occidental, ya que –después de la crisis donatista en el norte de África– no creo que hubiera un movimiento que conmocionara más las mentes de los cristianos cultivos de la época que la disputa entre los defensores (pocos) y los furiosos atacantes, muchos, de este obispo de Ávila que dejó detrás de sí un grupo de ciristianos fieles seguidores. Y una cosa más: quizás sea sabido, al menos por los interesados en el camino de Santiago, que hay una hipótesis seria acerca de que, en verdad, el cuerpo que está enterrado en la catedral de Santiago de Compostela no es el del Apóstol (históricamente altamente implausible), sino el de Prisciliano. Se sostiene que el recuerdo de la “procesión” que organizaron los seguidores de Prisciliano desde Tréveris -donde había ido a pedir justicia contra sus calumniadores al emperador/usurpador Magno Máximo y donde fue condenado por hereje y ajusticiado– gasta las tierras del extremo occidental de la antigua Galicia (hoy provincia de León) –fue lo que siglos más tarde, en el IX, llevó a algunos a pensar en la tumba del apóstol Santiguo…. O bien fue algo deliberado: se recordaba que algún personaje célebre estaba enterrado en las cercanías y su inventó lo del Apóstol ya bien por el obispo Gelmírez, o bien por su antecesor con el fin de arrebatar a Braga la nominación de diócesis principal del noroeste de Hispania. Nunca se sabrá. El libro que comento es obra de Manuel José Crespo, y es una introducción, traducción y comentario de los once tratados, obra muy probablemente de Prisciliano que fueron descubiertos en 1885 en la biblioteca de la Universidad de Würzburg (Editorial Trotta, Madrid 2017, ISBN: 78-84-9879-718-8; 15x24, 300 pp. Tiene índice de citas bíblicas; de libros extracanónicos, de fuentes y autores antiguos, y finalmente un índice onomástico y temático. Precio: 20 euros. Este manuscrito descubierto y editado por Georg Schepss como obra de Prisciliano, Priscilliani quae supersunt (Bibliopola Academiae Litterarum Caesarae Vindoboniensis), Editado en Praga y Leipzig como el número 18 del “Corpus Scriptorum Latinorum Ecclesiasticorum). La vida y obras de Prisciliano están envueltas en grandes sombras debido a que gran parte de lo que de él sabemos proviene de sus múltiples, potentes y feroces adversarios. Por suerte, estas lagunas se parcialmente con la publicación del citado códice (muy antiguo, de los siglos V o VI).Algunos estudiosos dudan que procedan realmente de Prisciliano mismo o bien de sus primeros y más íntimos seguidores. De cualquier modo parecen reflejar bastante bien el pensamiento de aquél. Fu de tal calibre, y lo sigue siendo, la disputa acerca de la personalidad y el pensamiento de Prisciliano, que no hay mejor manera de situarse que la lectura directa de la obra conservada. Opino, sin embargo, que no es fácil hacerlo uno mismo solo sin la debida preparación acerca del contexto y los orígenes del conflicto en torno a Prisciliano, ya en la vida misma de este, por lo que me parece estupendo que el traductor al castellano haya hecho tan bien un comentario, no muy abundante, cierto, pero sí de lo esencial para entender. Informa Manuel J. Crespo que no es esta la primera versión realiza al castellano. Ha habido otra anterior, de 1975, de Bartolomé Segura Ramos…, pro resulta que a este traductor se le ocurrió omitir la inmensa mayoría de las citas bíblicas hechas por Prisciliano mismo. Eso fue nefasto porque gran parte del pensamiento de Prisciliano se educe de la conjunción de las citas, que a veces forman un centón largo. Pero esa unión de textos, de los que el autor antiguo pensaba que se iluminaban unos a otros en su significado profundo, fue hurtado al lector moderno en la versión de Segura Ramos. Pero no en esta. Así que por mi parte recomiendo muy encarecidamente la lectura de esta obra a los interesados no solo de la teología de los tiempos posteriores al Concilio de Nicea, sino simplemente al que tenga interés por la historia cultural de la Hispania romana. Manuel José Crespo deshace los clichés que sobre la figura y pensamiento de Prisciliano se han ido formando desde poco después de su muerte, porque en la polémica en torno a él predominaron netamente las ideas de sus adversarios enconados. Quizás lo que más llame la atención del lector actual de Prisciliano sea, sin embargo, un aspecto menor: la defensa que este hizo de la lectura de obras apócrifas del Nuevo Testamento. Adelantándose totalmente a su tiempo, impulsó Prisciliano entre sus discípulos la investigación de los otros evangelios y hechos de los apóstoles, los considerados apócrifos por la Gran Iglesia, por si el Espíritu Santo pudiera haber ocultado en ellos algunas verdades no fácilmente perceptibles en los escritos canónicos. En la Introducción de M. Crespo tiene el lector muy bien situados el contexto del conflicto en torno a Prisciliano y los inicios de los ataques contra él, así como su defensa. Igualmente es muy interesante la descripción del contenido de los textos incluidos en el manuscrito de Würzburg, testimonio casi único de la obra de este personaje para unos “el más infame de todos los herejes” (Sulpicio Severo (historiador cristiano, galo, que publicó hacia el 404 su Libro de las crónicas, en los que critica severamente a nuestro personajes; hay edición castellana de esta y otras obra, de Carmen Codoñer , editada en Madrid, Tecnos, 1987), y para otros un mártir cuyo vida era digna de toda imitación. El próximo día concluiré, deo favente, este comentario con una perspectiva global de Prisciliano, que tomaré de mi obra Cristianismo Derrotados, que servirá bien, creo, al lector para caer en la cuenta de la importancia que supone tener a su disposición la traducción y comentario de estos tratados del hereje/mártir Prisciliano, uno de los hispanos más célebres del Imperio Romano tardío. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Martes, 2 de Enero 2018
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Les paso del vínculo de esta charla y la de la conversación mía completa con Carlos Monterroso. Copio su correo: El vínculo a la charla (completa) que tuvimos hace unos días es: https://ar.ivoox.com/es/ Con algunas partes de esa charla y otras cosas (por ejemplo, algún fragmento de Rafael Aguirre, comentarios míos, etc.) hice un programa "La Biblia en el siglo XXI": http://labrujadelaspalabras. Saludos cordiales de Antonio Piñero Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Sábado, 30 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
“En busca de casos probables” es como titula el autor el capítulo dedicado a indagar qué candidatas hay entre las parábolas de Jesús para merecer el título de “atribuibles con notable certeza al Jesús histórico”. Aquí me parece de nuevo acertado el autor cuando sugiere un procedimiento nítidamente neutro, a saber comenzar por dividir las parábolas atendiendo a la fuente más antigua en la que aparecen: Marcos / Q (es decir, parábolas que se hallan en Mateo y Lucas, pero no en Marcos; naturalmente es posible que esta fuente reconstruida sea anterior a Marcos, pero no importa para el argumento) / Parábolas narrativas de M (que solo aparecen en el material propio y exclusivo de Mateo: ) / Parábolas L (que solo parecen en el material exclusivo de Lucas; en otras obras se designa como SM (S = “Sondergutes” en alemán, = “Material propio”) o SL en el caso de Lucas. Lo que llama la atención es las pocas parábolas que han recogido Marcos (5) y Q (6). Como estas don fuentes albergan el material más antiguo, y dado que nadie duda de que Jesús predicó mucho en parábolas (hay suficientes testimonios) llama la atención lo poco conservado. Y también llama la atención el que a medida que pasan los años –en los evangelistas posteriores) aumente el número de parábolas… lo cual es sospechosos a priori. En el material propio de Mateo hay 9 parábolas. Y en de Lucas 13. Meier vierte la sospecha –que luego se comprueba por los criterios de historicidad– que lo más probable es que la tradición conservara recuerdos muy vagos de ciertas parábolas de Jesús y que los discípulos de este, ya mediatos o inmediatos (o los profetas cristianos), fueran los verdaderos autores de las parábolas que se han transmitido en nombre de aquel. Meier aplica luego con toda rigidez los criterios de autenticidad… (Dificultad; Discontinuidad; Múltiple atestiguación: Coherencia; Rechazo y ejecución), y resulta que solo 4 (de ese conjunto de 33 parábolas) pasan el filtro de esos criterios… es decir cumplen con al menos uno de ellos. Desde luego, solo tienen atestiguación múltiple tres parábolas (grano de mostaza; Gran Banquete; Talentos / Minas). Y sólo una (Viñadores homicidas) puede ser auténtica porque lo garantiza el criterio de dificultad. Y a estas está dedicado el núcleo del libro, capítulo 40 (“Las pocas, poquísimas afortunadas”), que ocupan las pp. 257-387…, páginas que contienen los análisis más detallados posible de los pasajes pertinentes. Aquí el libro es exhaustivo en su análisis. Para conseguir demostrar que “El grano de mostaza” (Mc 4,30-32 / Mt 13,31-32 / Lc 13,18-19) tiene atestiguación múltiple es necesario que quede súper claro que los pasajes de Mc y Mt/Lc son independientes… es decir, que Mc sigue su propia tradición y que los dos pasajes de Mt/Lc pertenecen a Q y que Marcos no conoce a Q de ningún modo. En mi opinión creo que el autor lo consigue. En cuanto a la parábola del Gran Banquete, o Cena (Mt 22,2-14 / Lc 14,16-24), que no parece en Marcos, el tour de force consiste en refutar a los intérpretes que consideran que es una parábola de la Fuente Q (por tanto sin atestiguación múltiple; ¡por tanto eliminada!). Aquí los análisis son prolijos e intrincados, pero muy claros a la vez…, hay que reconocer las cualidades expositivas de Meier y su orden. Lo mismo ocurre con “Los talentos y las minas” (Mt 25,14-30 / Lc 19,11-27). Creo que en este caso Meier lo tiene un poco más fácil, y en mi opinión, sale airoso de la prueba… de nuevo. Y por último, respecto a la parábola de Los viñadores homicidas (Mc 12,1-11), opino que es muy convincente la argumentación que lleva a pensar que esta parábola acaba con la muerte del hijo del dueño (v. 8), y que el resto es un añadido de la tradición posterior. Y si es así, es extremadamente difícil que la Iglesia primitiva hay inventado una parábola cuyo final es tan trágico. Según Meier, y me convence la argumentación, con este relato el profe Jesús, que sabe que se ha metido en la boca del lobo, barrunta su muerte, como la de tantos otros profetas de la historia de Israel… y nada más (no hay castigo de los asesinos ni alusión a la destrucción de Jerusalén, si uno detiene su lectura en el v. 8. El criterio de dificultad (y de discontinuidad) basta, creo, para hacer muy probable que esta parábola proceda del Jesús histórico. Otra cosa que me ha interesado y que apruebo cordialmente (dejo para el final un par de dificultades que encuentro en este libro) es la insistencia de Meier en criticar a una montonada de autores que obtienen unas conclusiones o hacen unas exégesis de lo más pintoresco de las parábolas. Me parece muy sensato incardinar su mensaje dentro de los que sabemos más o menos de cierto sobre Jesús. Ese es el motivo por el cual nuestro autor no ha querido abordar el tema de las parábolas hasta haberse formado una cierta idea de Jesús (faltan dos tomas aún en su obra: las designaciones de Jesús / títulos cristológicos y pasión y muerte) donde encajar con seguridad el mensaje. Hay un par de cosas con las que no estoy de acuerdo en este volumen –y en los anteriores– con la tesis de Meier. El primero es la casi firme creencia que alberga de la independencia absoluta del Evangelio de Juan de los Sinópticos. Me parece imposible por varias razones. A) Porque los contactos con Lucas son demasiado evidentes para negarlos; B) Porque Juan emplea material Sinóptico expreso (como por ejemplo, la purificación del Templo en el capítulo 2) de un modo alegórico. Y en la antigüedad ningún material religioso previo se alegoriza sin so cree que es de algún modo normativo, sagrado (y ese es además un argumento sobre cómo ya hacia el año 100 se empezaban a sacralizar los dichos y hechos de Jesús) y C) Por la intertextualidad: el autor del Evangelio de Juan da por supuesto que su lector conoce al Jesús sinóptico… solo que él –pìensa– ofrece la versión más espiritual, profunda, y verdadera de él. El otro caso es la afirmación rotunda de que –según Jesús– el reino de Dios ha llegado ya y que solo espera la brillante y completa eclosión en un tiempo futuro. A mí me parece esta concepción sencillamente si se considera seriamente lo que era el reino de Dios para Jesús: era un reino sobre la tierra de Israel; lleno de bienes materiales y espirituales… de paz, justicia, cumplimiento de la ley de Dios (= la de Moisés) pero también de bienes terrenales sin límite; un reino donde a la vez no pueden dominar los romanos. El reino de Dios según Jesús es incompatible en absoluto con el poder extranjero en Israel. El reino de Dios no puede estar presente si gobierna Tiberio sobre Israel. Es imposible en la concepción judía del Reino que Jesús albergaba. Jesús anuncia mil veces “Venga tu Reino”:, hay que entrar en él cuando llegue; José de Arimatea esperaba la llegada del reino de Dios… Ya se sabe que Jesús era retóricamente exagerado, voluntariamente exagerado (“Y si tu ojo te impide la entrada en el Reino… arráncatelo…”). Por eso su entusiasmo en la lucha contra Satanás hace ver que los albores del Reino están ya alumbrando… pero son los preparativos, los pródromos, los preludios… Pero el Reino no ha venido aún, está por llegar… y algunos de esta generación no gustarán la muerte hasta que lo vean venir. Me cuesta entender que la gente siga diciendo que el reino de Dios está ya presente cuando ninguna de sus presencias materiales y espirituales para todo el país de Israel se hacen visibles con Jesús. El reino de Dios o ha venido o no ha venido. No había intermedios para Jesús. Y los famosos textos de Lc 11,20 y 17,20 (sobre todo este último están rodeados en su contextos por un buen monto de verbos en futuro.. Están claramente indiciando el futuro. En fin… el que yo tenga estas dificultades respecto a algún punto de vista e J. P. Meier no resta un ápice a la importancia del planteamiento de este brillante volumen V de su obra magna, y que me quite el sombreo ante quien antepone el rigor científico a cualquier otra consideración, y a quien por vez primera ha cogido al toro por los cuernos y ha indicado que las parábolas son un camino para acceder al Jesús histórico… pero no el mejor ni el más seguro. Insisto en que la obra de Meier marca un antes y un después. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Martes, 26 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
Seguimos comentando el vol. V de la magna obra de John Paul Meier “Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico”, vol. V. Voy a detenerme en el cap. 38. Dilucidación si el Evangelio de Tomás gnóstico es una fuente independiente de los Sinópticos o no. Como hemos dicho muchas veces, el argumento de la “múltiple atestiguación” (es decir, el que un dicho / parábola de Jesús, por ejemplo, esté documentado en varias fuentes independientes, o dentro de una misma fuente, en géneros literarios verdaderamente independientes) es crucial para plantear seriamente la cuestión de la credibilidad histórica de las parábolas jesuánicas. Por ello, dijimos también que era importante aquilatar si el Evangelio de Tomás gnóstico es de verdad una fuente independiente de los evangelios sinópticos o no. Está mucho en juego. Y en esta ocasión ocurre que el interés de Meier sería teóricamente poder afirmar que el Evangelio de Tomás es independiente, ya que en muchos casos se tendría atestiguación múltiple para diversas parábolas jesuánicas. Por tanto, cuando Meier –investigador católico– pone todo sus esfuerzo un rechazar un argumento que se le ofrece en bandeja para su interés como creyente (a saber el número de parábolas que pueden atribuirse históricamente a Jesús si se cuenta con el Evangelio de Tomás gnóstico [EvTom] como fuente independiente), es claro que obra con una sinceridad científica plena y absolutamente encomiable. No transige con trampas metodológicas. El sistema que emplea para investigar el caso es el comparativo usual dentro de la filología. Primero estudiar el conjunto del EvTom allí donde haya paralelos con los Evangelios canónicos. Aquí se encuentra con la dificultad de que casi necesitaría un libro entero para desarrollar las pruebas minuciosas si se estudian todos los casos. Por ello, en esta primera parte solo, escoge una serie de textos muestra y acepta que luego se hace una inducción, extrapolando los resultados a todos los casos. En primer lugar, Meier examina algunos fragmentos griegos del EvTom que se encontraron en Oxirrinco (probablemente del siglo II, mientras que la versión copta es del siglo IV). Al estar en esa lengua (la original del EvTom) se compara muy fácilmente con los Sinópticos. Elegimos como ejemplo el pasaje múltiple siguiente: · Mt 13,57: “No hay profeta sin honra sino en [su] pueblo” · Mc 6,4: “No hay profeta sin honra sino en su pueblo” · Lc 4,24: “Ningún profeta es bien acogido en su pueblo” · Jn 4,44: “Un profeta en su pueblo no tiene honra” · EvTom 31: “No hay profeta sin honra sino en su casa” Primero compara Meier entre sí los textos canónicos. Y observa que Mt copia de Marcos, porque son prácticamente iguales, y porque Mateo utiliza también el vocablo “sin honra”, griego átimos, que es muy raro en el Nuevo Testamento. Lucas modifica a Marcos, porque no emplea la expresión “no hay… / sino”, y la suple con un único vocablo “ninguno”. Tampoco utiliza Lucas átimos porque no le debía parecer bien (jamás lo emplea en su doble obra). Emplea, por el contrario, el griego dektós, “bien acogido”, que también es raro en el Nuevo Testamento y no aparece nunca en los cuatro evangelios canónicos (más que aquí; Lucas utiliza también dektós en 4,19, que es una mera variante del breve relato de Marcos. Por tanto, se puede concluir que este adjetivo es privativo de Lucas; es, pues, propio de su redacción (“redaccional”). En Jn 4,44 el autor del Cuarto Evangelio pone en primer lugar el vocablo “profeta”; luego no dice, como Marcos “no hay profeta”, sino un “profeta no tiene”, y coloca el sintagma “en su pueblo” no al final, sino en medio de la oración. Meier piensa en líneas generales que es posible que Juan sea independiente de Marcos, Mateo y de Lucas (esta teoría es muy discutible; pero ahora no viene al caso en sí misma), por lo que refleja otra posible línea de tradición oral. De esa comparación se deduce que tanto la versión de Mateo como la de Lucas proceden de la de Marcos, a la que siguen. Y Lucas se caracteriza ante todo por cambiar átimos por dektós, lo cual es un rasgo peculiar y privativo suyo, como hemos indicado Una vez hecha estas deducciones, Meier compara el EvTom con esos tres primeros evangelios, ya que Juan va por libre, según su opinión. Y deduce lo siguiente: Entre las posibles líneas de tradición oral, el EvTom escoge la de Marcos al que sigue casi al pie de la letra: el texto griego es casi idéntico. Las diferencias entre el EvTom y Marcos coinciden con las diferencias entre Lucas y Marcos: a) el EvTom utiliza una oración simple con una sola partícula negativa; b) sólo el EvTom y Lucas entre las cinco versiones del dicho comparten el vocablo dektós, privativo del segundo. Conclusión: es altamente probable que el EvTom, escrito unos 75 años más tarde que el Evangelio de Marcos, y unos 60 después del de Lucas, dependa esencialmente de Marcos pero mezclándolo con Lucas. Y añade Meier que se observa cómo en otros casos el EvTom procede de la misma manera. Utiliza todos los sinópticos y se desvía de Marcos utilizando a Lucas. Y así sigue Meier analizando minuciosamente otros ocho pasajes significativos más. La deducción general es: el EvTom no constituye una fuente independiente de los Sinópticos, sino que depende de ellos. Luego, en la segunda parte del capítulo, estudia nuestro autor los paralelos del EvTom con las parábolas de la tradición sinóptica. Son las parábolas siguientes: · Grano de mostaza (Mc 4,30-32 // Mt 13,31-32 // Lc 13, 18-19 y el EvTom 20); · Viñadores perversos (Mc 12.1-11 // Mt 21,33-43 // Lc 20,9-18 y EvTom 65-66); · Trigo y la cizaña (Mt 13,24-30 y EvTom 57) · El rico insensato (Lc 12,13-15 + 16-21 y EvTom 72 + 63). En la elección de las parábolas a examinar y sus paralelos en el EvTom, Meier ha tenido en cuenta la mayor variedad posible de géneros literarios y contenidos, y que cada presunta fuente del EvTom pueda estar representada en el análisis: una parábola marcana copiada por Mateo y Lucas; un caso de la Fuente Q; otro caso de solapamiento de Q con material de Marcos; y otro perteneciente al material exclusivo de Lucas (L). La técnica de análisis sigue siendo la comparación y escrutinio filológico usual, con todo detalle, para observar parecidos, diferencias, orden de palabras, vocabulario elegido, técnicas literarias de introducción de las parábolas en sí, y cualquier cosa que pueda llamar la atención y pueda ser significativa. La conclusión obtenida por Meier es que hay muchísimas señales de dependencia del EvTom del material sinóptico, aunque la naturaleza de la dependencia varía de un dicho parabólico a otro. Se percibe en el autor del EvTom exhibe la tenencia a combinar textos evangélicos, muy propia del siglo II –manifestada igualmente en otras obras cristianas de esta época como la Didaché, Policarpo de Esmirna y Justino Mártir– y muy explicable ya que todavía no hay un canon fijo de Escrituras cristianas y los textos no tienen aún un carácter de intocable. Y al combinarlos, el autor del EvTom muestra igualmente la tendencia a abreviarlos y tomar de ellos lo esencial. Por consiguiente, el que los relatos del EvTom sean más breves no quiere decir que sean más antiguos. Y para colmo, se repite también el hecho de que rasgos redaccionales de Lucas ¡¡se encuentran en el EvTom!! Luego ha tenido que tenerlo ante sus ojos. Por ello se llega a esta concusión: no se puede sostener con honestidad y seguridad que todo el material del EvTom sea anterior a los Sinópticos. Y segundo, si se supone que algún dicho, o parábola concreta, es anterior hay que demostrarlo caso por caso, no presuponerlo. En algunas ocasiones se puede llegar al juicio dubitativo de que “No está claro” (en latín, Non liquet), pero nada más. En síntesis, no se puede utilizar el EvTom como material independiente con fines de autenticidad y antigüedad, fines que responden muchas veces a un programa previo teológico. Hay que contentarse con este resultado negativo. El Evangelio de Tomas es muy probablemente dependiente de los evangelios canónicos. El investigador honesto ha de aceptar que se queda sin una presunta herramienta para montar un argumento de intensidad por medio del criterio de “atestiguación múltiple”, y aumentar así considerablemente el número de parábolas atribuibles al Jesús histórico. No es posible. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Viernes, 22 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
Escribía en la postal anterior que quería examinar las tesis básicas sobre las que se fundamenta el libro de J. P. Meier, “Un judío marginal. Una nueva visión del Jesús histórico"”, volumen dedicado al estudio de las parábolas de Jesús solo desde el punto de vista de la autenticidad. Esta última frase es importante. El lector que vaya buscando una explicación, o aclaración, al tipo de un “Comentario”, de las parábolas de Jesús se habría equivocado de libro. El autor afirma que sobre ello se ha escrito tanto y tan bien que él no puede añadir nada que pudiera ser novedoso. Humilde es Meier y probablemente diría algo nuevo. Pero no es ese su interés. Sin embargo, sí puede decir de cierto algo nuevo desde el punto de vista del método empleado para resolver la cuestión de la historicidad de la Parábolas. La Tesis Nº 1 dice así: “Que los eruditos discrepen entre sí amplia y firmemente sobre cuántas parábolas de Jesús hay en los evangelios sinópticos revela un hecho embarazoso: en general ni siquiera se ponen de acuerdo respecto a qué constituye una parábola de Jesús”. Mi comentario: Como es la constatación de un hecho evidente no hay apenas nada que decir. Solo observar lo siguiente: dado que, sin duda alguna, las parábolas de Jesús constituyen una continuación del género literario de lo que en la Biblia hebrea se llama el “mashal”, y como este tiene unas formas tan variadas, no es extraño que en Jesús se dé el mismo fenómeno: sus parábolas no son reducibles a un modelo único. En la Biblia hebrea un mashal lo mismo es un proverbio, una comparación, un aforismo, una semejanza, un dicho de sabiduría, e incluso una canción irónica o burlesca. Lo mismo pasa con las parábolas de Jesús. En la tesis Nº 2 comienza lo sorprendente: “El mashal sapiencial (es decir lo que encontramos en los escritos “sapienciales” de la Biblia hebrea como Proverbios, Salmos, Eclesiástico) no es el principal paralelo a las parábolas de Jesús”. Por el contrario –y dado que las parábolas de Jesús son narrativas–, “los paralelos de verdad se hallan en los libros históricos de Samuel-Reyes y en las narraciones de los profetas”. Como ejemplo, pone Meier el apólogo de Jotán de Jueces 9,8-15; el relato de ficción que la mujer de Tecoa cuenta al rey David en 2 Samuel 14,5-8 y, sobre, todo el relato de Natán a David (2 Sam 12,1-12) por medio del cual hace visible ante los ojos del monarca el gran pecado cometido por éste al ordenar la muerte del marido de Betsabé y quedarse luego con su esposa. Mi comentario: esta tesis me parece totalmente cierta. Ruego al lector que lea los textos señalados y observará que se parecen mucho a las parábolas narrativas de Jesús. La Tesis 3ª reza: “En los «profetas posteriores» (como suelen decir los judíos), o «profetas escritores» es donde se encuentran los mejores ejemplos del relato breve comparativo (como las parábolas de Jesús) utilizado por los profetas para argumentar sobre los acontecimientos esenciales de la historia se Israel”. Además, estos relatos son denominados por la Biblia hebrea “mashal”. Ejemplos: la alegoría de la Viña de Is 5,1-7; o la similitud del “Leño de la vid” de Ezequiel 15,1-8; o la alegoría de la Olla de Ez 24,1-4. Mi comentario: Totalmente cierto también y queda uno convencido si se leen esos pasajes. Me parece del todo justificado que Meier sitúe a Jesús precisamente como continuador de esta tradición profética. Creo que es también cierto que si hay algún rasgo que puede caracterizar todo el ministerio público de Jesús (y no solo su final, como el «mesianismo» o la «pretensión regia», manifestada por Jesús quizás al impulso de sus seguidores más entusiastas: Lc 19,38) es el de profeta. Jesús se creyó el profeta final de Israel, puesto que detrás de él vendría la instauración del reino de Dios (Jesús descrito como profeta se halla en pasajes como Mc 6,4.15; Lc 7,16.39; 13,34; 24,17-19; Hch 33-23 y la alusión a Dt 18,13-15). Pienso que no es una hipótesis descabellada –puesto que Jesús se consideraba a la altura de Jeremías, Ezequiel o Isaías– que la expresión aramea “bar nashá” = “hijo de hombre”, que Jesús utilizaba a menudo para designarse a sí mismo, y que es relativamente rara en arameo, sea un calco voluntario por parte de Jesús de la expresión “ben adam” = hijo de hombre”, que aparece frecuentísimamente en Ezequiel. Al pasar al griego, y por necesidades internas de la lengua, la expresión se tradujo como Hijo del Hombre y solo después –y en algunos pasajes– se le añadió un contenido estrictamente mesiánico. Tesis 4º: “El Jesús comunicador por parábolas no se inserta en la tradición sapiencial de Israel sino en la tradición profética”. Mi comentario: esta tesis, como señala Meier mismo, no es más que una consecuencia de la anterior. Pero tiene una importancia enorme, ya que hace unos años, a finales de los 90 del siglo pasado, estuvo de cierta moda la presentación de Jesús como un predicador puramente “sapiencial”, como un mero maestro de sabiduría, un Jesús en nada escatológico ni apocalíptico, más parecido a un predicador de la escuela cínica de la filosofía griega, como Diógenes, el cínico, que a cualquier profeta de Israel. Opino que esta tesis –promovida sobre todo por el “Jesus Seminar” californiano, con Jean Dominic Crossan a la cabeza (con su “Historia de Jesús, un campesino judío”, cito de memoria; F. G. Downing; Burton L. Mack, y otros de menor importancia)– del Jesús sapiencial y cínico, ha quedado ya totalmente desacreditada, y tildada de sesgada y unilateral. Igualmente la insistencia en el Jesús sapiencial de un reino de Dios nada judío, sino interior, íntimo, etc., queda también fuera de juego cuando se extraen las consecuencias de la tesis 4ª de Meier, desarrollada a lo largo del libro. Esa tesis se basaba en gran parte en la idea de que el Evangelio de Tomas gnóstico era una fuente independiente de los dichos de Jesús recogiso en los evangelio sinópticos y anterior a ellos, tesis defendida por Helmut Koester, James M. Robinson, Elaine Pagls, Karen King y otros menos famosos. Opino igualmente que el salto de Jesús como profeta escatológico a mesías de Israel, al menos al final de su vida fue relativamente fácil de dar –por parte de Jesús o de sus discípulos– a partir de una consideración del pasaje del Deuteronomio citado arriba: 18,15, “Yahvé tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis”, en donde habla Moisés anunciando al mesías futuro que es también un profeta. Tesis 5ª: “Cualquier intento de definir detalladamente las parábolas de Jesús a base de componer una lista de características supuestamente esenciales está condenado al fracaso”. En este caso, el comentario a Lucas tesis lo hace el propio Meier, quien critica como inexactas las afirmaciones generales siguientes: A. “Las parábolas de Jesús se basan en sucesos de la vida cotidiana campesina de Israel o en los ciclos de la naturaleza”. B. “Las parábolas de Jesús son siempre relatos ficticios”. C. “Las parábolas de Jesús son siempre relatos subversivos; exponen historias desconcertantes que se resisten a una interpretación fácil”. Meier argumenta que quienes defienden etas tesis no tienen en cuenta el conjunto de dichos parabólicos jesuánicos, y fuerzan el sentido de muchas parábolas. Tesis 6ª: “La afirmación de que las parábolas de Jesús en el Evangelio gnóstico de Tomás copto representan una tradición independiente, realmente anterior y más fiable que las parábolas del Jesús sinóptico es muy discutible”. Mi comentario: me alegra muchísimo que un capítulo entero del libro que comentamos esté dedicado exclusivamente a este tema. Desde hace muchos años he defendido la misma tesis que Meier, y no creo que Francisco García Bazán y José Montserrat, los coeditores conmigo de la edición de la “Biblioteca copta de Nag Hammadi” en español (Trotta), estén en absoluto en contra. En el capítulo 38 del presente libro Meier hace –en primer lugar– unas observaciones generales sobre el Evangelio de Tomás gnóstico y los Sinópticos, es decir, notas de tono general y abarcante, y luego hace un doble estudio: a) Comparación de dichos de Jesús no parabólicos, sino generales con el material del Evangelio de Tomás; y b). Comparación de los paralelos entre el Evangelio de Tomás y el material sinóptico exclusivamente en las parábolas. Examinaré más adelante el método comparativo de Meier, pero adelanto su conclusión: tanto en los dichos en general como en el material parabólico, y tras un análisis muy detenido, “Se perciben señales bastante probables de algún tipo de dependencia del Evangelio de Tomás de los Sinópticos”. El Evangelio de Tomás es importante en lo referente a la recepción de los Evangelios Sinópticos a mediados del siglo II, lo cual es sin duda importantísimo. Pero parece que al autor del Evangelio de Tomás tiende a utilizar pasajes combinados de los Evangelios, y muestra igualmente la tendencia a primar a Lucas sobre los otros dos, pues se notan en él expresiones lucanas incluso de pasajes puramente redaccionales, es decir, no de material antiguo, sino propio del evangelista. Y afirma contundentemente Meier: “Aún no he podido encontrar ni un solo comentarista que haya probado convincentemente que un determinado logion tomasino con un paralelo sinóptico sea realmente independiente de la tradición sinóptica” (p. 180). ¡Afirmación rotunda! Y la última tesis, la 7ª, del libro de Meier reza así: “Muy pocas parábolas jesuánicas de los evangelios sinópticos pueden atribuirse al Jesús histórico con un buen grado de probabilidad de acierto”. Mi comentario: en verdad, aparentemente decepcionante o entristecedor para muchos. Pero Meier ha llevado a cabo un análisis riguroso, lento, desapasionado, minucioso, difícil de rebatir, que le lleva a la conclusión de que las tres primeras parábolas (Cizaña: Mt 13,25ss; El gran banquete: Mt 22,2ss; Los talentos/minas: Mt 25,3ss / Lc 19,13ss) pueden ser defendidas como auténticas por el criterio de múltiple atestiguación; y la última, Los viñadores homicidas (Mc 12,1-8), solo por el criterio de dificultad y quizás por el de discontinuidad. Pero se debe insistir, con Meier mismo, en que esta cosecha, aparentemente escasa, no significa negar que “Jesús habló muchas veces en parábolas”; ni que “Probablemente las repitió en múltiples ocasiones y que de ahí surgieron cierta variantes en la tradición”; ni que lo único que no se pude saber con cierta exactitud es “Si Jesús pronunció tal o cual parábola”; ni que, salvo algunas parábolas concretas, que parecen ciertamente composiciones de la Iglesia primitiva, o en varios casos obra del propio evangelista (como en Lucas el “Buen samaritano” o “El hijo pródigo”), hay bastantes otras sobre las que solo se puede decir “No queda claro, no es posible probar que Jesús dijera esta o esta otra parábola”, pero no se puede negar que quizás sea auténtica”. Por tanto, la conclusión no es tan dramática como parece a primera vista. Seguiremos un poco más con el comentario a esta importante obra de J. P. Meier. Saludos cordiales de Antonio Piñero Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Miércoles, 20 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
El título de esta postal corresponde al volumen V de la magna obra de John Paul Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, que vio la luz hace pocos meses en la editorial Verbo Divino, Estella, 2017, 462 pp. Tela, 24 x 16 cms. ISBN: 978-84-9073-309-7. El libro tiene abundante bibliografía sobre las parábolas, y mucha discusión sobre autores antiguos y modernos en el notable número de notas que acompaña cada capítulo, al final. Hay mapas de Israel y Galilea en tiempos de Jesús; Tabla sinóptica de la familia de Herodes el Grande; Año de reinado de los emperadores romanos; Índice de la Escritura y otros autores antiguos; Índice de autores modernos, y un generoso (pp. 441-463) Índice de materias, que es muy de agradecer. Respecto a la bibliografía diría que más del 99% está en inglés. Da la impresión que lo que no se escribe en esa lengua no existe. Ni siquiera en alemán, lengua en la que el autor no cita más de tres obras con asiduidad. Y otra nota sobre la disposición de la bibliografía, aparece al final pro bloques y décadas, es molestísimo, engorroso diría, encontrar la cita exacta de un libro. La traducción, como es usual, es de Serafín Fernández Martínez y me ha parecido muy buena en líneas generales. Diría que ha afinado mucho con la práctica de traducir a Meier y cada vez lo hace mejor. Buscando por el índice de mi Blog, el lector verá enseguida que ya he comentado otros volúmenes de esta obra monumental (El ISBN de la obra completa es 978-84-8169-204-4), y algunas de sus tesis como una cierta singularidad de Jesús (del 07 febrero hasta 9 de marzo del 2012) y un comentario al volumen IV de la obra, ”Un judío marginal” el 8 y 9 de junio del 2010 y el 30 de noviembre del 2015. He leído con sumo interés toda la obra porque creo que marca un antes y un después en la investigación seria del Nuevo Testamento. Y este volumen V no defrauda en absoluto. Adelanto ya aquí mi visión de conjunto: la investigación de las parábolas de Jesús como medio preferente para acceder al Jesús histórico es cuestionado serísimamente por Meier y con razones irrefutables para aquel que cree que los criterios para acceder al Jesús histórico son herramientas definitivamente adquiridas por la ciencia histórica. Y para aquel que no lo crea (que piense que están “superados”; o que no hay que fiarse mucho de ellos” o que existen otros igual de válidos, pero diferentes”) encuentran en esta obra a lo largo de la discusión de cada uno de los textos la rectificación conveniente. Creo que la discusión sobre los criterios es impecable por parte de Meier porque tiene en cuenta todas las dificultades que se han acumulado contra ellos en estos últimos años. Meier es muy crítico con el criterio de “verosimilitud histórica”, propugnado por Gerd Theissen, porque le parece subjetivo, demasiado amplio, poco aplicable con rigor, y porque cuando se aplican se vuélvela mente del investigador aun sin querer a los criterios tradicionales, sobre todo de dificultad, atestiguación múltiple y coherencia… Entonces ¿para qué inventar nueva terminología que en realidad ayuda bien poco? Meier acepta más o menos el criterio de los “patrones de recurrencia”, puesto en circulación por Dale C. Allison (Constructing Jesus: Memory, Imagination, and History: Baker Academic, Grand Rapids 2013) y propalado en España por F. Bermejo en sus análisis sobre el “Jesús sedicioso” a los ojos del Imperio romano”, que hemos comentado largamente en este Blog. Pero con toda razón argumenta Meier en contra lo siguiente: afirman sus propulsores que para que ese criterio de patrones de recurrencia sea árido no es necesario que puedan probarse todos y cada uno de los textos/prueba que se aportan en la argumentación. Basta con el armazón y solidez del conjunto del conjunto. Replica Meier: tiene poca lógica que se mantenga esta idea, porque tanto Allison (como Bermejo, al que no cita ya que no traga estrictamente de la Parábolas) aceptan que dentro de la investigación se ha planteado la no validez para acceder al Jesús histórico de cada uno de los elementos que contiene el patrón o de casi todos (por ejemplo, en el susodicho patrón, es difícil negar que sea histórica la muerte en cruz y el títulus crucis). Y si todos, o casi todos, los elementos del patrón son discutidos...., ¿cómo el conjunto de puede sostenerse como argumento válido para probar la historicidad? Si los elementos o eslabones de la cadena son débiles, no vale el conjunto de la cadena. Hay que buscar otro sistema. Y Meier aboga por volar a los criterios “tradicionales” archiprobados en su eficacia por la investigación. Por tanto, como soy de los que estiman –al igual que Meier– que no hay mejor herramienta heurística que esos criterios (los principales son 1. Dificultad; 2. Discontinuidad. 3 Atestiguación Múltiple; 4. Coherencia; 5. Criterio de) y que el uso parsimoniosos de otros criterios secundarios (facilidad de retroversión al arameo) puede ayudar aunque no sea absolutamente básicos, pienso que esta volumen sobre las Parábolas de Jesús marca un antes y un después en la historia de la investigación. Así que enhorabuena a J. P. Meier, aunque en algunos puntos concretos puedo discrepar de él, como es natural. Resulta que hasta la aparición de las siete tesis de Meier al principio del libro que comentamos (ampliada a quince en la Conclusión), toda la investigación ha seguidos las huellas de tres investigadores principales, ya difuntos y dos modernos. Paso a enumerarlos y luego transcribo la central de Meier en el presente volumen. Son los siguientes 1. Adolf Jülicher, Die Gleichnisfreden Jesu (2 vols.) Mohr-Siebeck, Tubinga 1910;edición definitiva de Darmstad (Wissenschaftliche Buchgesellschaft de 1963 en un solo volumen); 2. C. H. Dodd, The Parables of the Kingdom, Scribner’s, Nueva York 1936; 3. Joachim Jeremias, Las Parábolas de Jesús, Verbo Divino, Estella, 2006 4. Y entre los modernos dos obras (que también para Meier) son básicas: Arland Hultgren (The Parables of Jesus. A Commentary, Eerdmans, Grand Rrapids, Michigan 2000 ) y Klyne Snodgrass (Stories with Intent: A Comprehensive Guide to the Parables of Jesus, Eerdmans, Grand Rrapids, Michigan 2008). Ahora bien, todos estos investigadores –que han determinado la investigación actual sobre las Parábolas– coinciden ampliamente en que no hay medio más seguro para acceder al Jesús histórico que entender bien sus parábolas, similitudes, comparaciones o metáforas. Pero resulta que tal afirmación no es verdad, ni mucho menos, según Meier. La tesis es exactamente la contraria: si queremos ser serios, tenemos que convenir que de las aproximadamente treinta y tantas parábolas de Jesús (ni siquiera sabemos con exactitud cuál es su número ya que hay muchas dudas sobre si algunas comparaciones o símiles breves son o no verdaderas parábolas) solo cuatro proceden con toda seguridad del Jesús histórico (La cizaña; El gran banquete; Los talentos/minas y Los viñadores homicidas, que concluye en Mc 12,8). Luego la conclusión parece evidente: para acceder al pensamiento de Jesús –ético; legal profético apocalíptico, etc.) hay que buscar otras vías… ¡Las Parábolas no valen! Esta tesis es revolucionaria. Seguiré el próximo día enumerando las siete tesis básicas que enuncia Meier al principio de su libro y haré un breve comentario. Saludos cordiales de Antonio Piñero Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Lunes, 18 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
Termino hoy la presentación de mi libro “El Jesús que yo conozco” en el que trato todos los temas sobre los que me ha preguntado, muy sabiamente, Javier Ruiz de la Presa, desde México, del modo que los veo hoy día. En realidad, desde 1993 –y a pesar de lo que afirmen algunos críticos– mi pensamiento básico sobre Jesús, el encuadre de su figura y misión, la trascendencia tremendamente política de su predicación del reino de Dios y su venida inmediata sobre la tierra de Israel no ha cambiado sustancialmente en nada. Y si no se cree, basta leer lo que escribía sobre el “evangelio” de Jesús en la obra comunal “Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre Jesús”, que edité ese año en “El Almendro” de Córdoba y las consecuencias políticas de su proclamación. Después sólo hay ulteriores desarrollos, potenciación y matizaciones, o insistencia en aspectos poco vistos o poco tratados y poco admitidos, como el Jesús sedicioso dese el punto de vista de Roma. Pues bien, como las preguntas del libro tratan sobre todo de Jesús, aquí va el índice de los temas que abordo (los dígitos entre paréntesis indican la numeración de las preguntas): Jesús de Nazaret: su autoconciencia (5); carismático (5); - ¿casado? (3); - imprudente (33); - celestial (20); - taumaturgo (49.50); - Jesús y su recio temperamento (31); - duración vida pública (58); - Jesús enviado del Padre (5) ; - Jesús esenio (4) ; - Jesús fariseo (4) ; - Jesús idealista (2) ; - Jesús iletrado (1) ; - Jesús judío practicante (62) ; - Jesús falto de mansedumbre y de humidad (32); - ¿fundó Jesús una iglesia? (24); - ¿abolió ritos judíos? (62); - ¿cómo concebía la salvación del ser humano? (27); - ¿cuál y cómo es el Dios de ? (26); - ¿fundador de un culto o religión nueva? (22); - Jesús fiel al libro sagrado judío o Biblia hebrea (62); - Hijo de Dios (8.37.62.63); - Hijo del Hombre (6.7.40.42.80); - Jesús histórico ausente en la teología de Pablo (30); - mesías (5.6.41.43.59); - mesías – rey (59); - profeta (5. 38); - Jesús como Verbo de Dios (40); - Jesús como hijo de David (59); - milagros simbólicos (50); - resurrección (10; 11); - resurrección e historia (71) ; - Jesús sedicioso (36.47); - Jesús y la Trinidad (8.37.38); - Última Cena (12.22.23) ; - Jesús y Apolonio de Tiana (28) ; - Jesús y el Concilio de Nicea (38); - Jesús y el amor al prójimo (56.57); - Jesús y el sentido de su muerte: ¿fue a Jerusalén para morir (59.89)? ; - Jesús y la escatología (20) ; - Jesús y su ética en general (52); - y la ética interina, ¿no es universal? (52.53); - su ética, ¿base de una ética mundial? (54); - y el Evangelio de Juan (38) ; - Jesús y Hércules (40) ; - y la amistad (57) ; - Jesús y la Ley: ¿interpretada por él de modo peculiar? (64); - Jesús y la purificación del Templo (33); - Jesús y la restauración de Israel (56) ; - Jesús y la violencia (34) ; - Jesús y los celotas en Lc 22,36 (35) ; - Jesús y la resistencia pacífica (36); - Jesús pacifista (43); - Jesús y su aura de misterio (51); - Jesús y su firmeza de convicciones (55); - Jesús y su madre (46); - Jesús y su parusía (42); - Jesús y la teología confesional (19); - Jesús histórico y evangelios apócrifos (89); - Jesús y la ley de Moisés (63.64); - Jesús reformador de la ley judía? (64); - Jesús y la “nueva alianza” (66); - Jesús y las antítesis Sermón de la Montaña (63); Jesús histórico y el Jesús resucitado (71); Jesús: el sentido de su muerte (59); ¿consideró Jesús su muerte como salvadora? (89) Juan Bautista: y Jesús (3.4. 5. 6.33.43.46.52.55.56.58) Y con esto concluyo mi presentación. El libro puede ser un tanto raro. Porque a modo de Epílogo hay un número suficiente de páginas que responden a preguntas de tipo personal como la formación que tuve, intereses, aficiones, etc. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Miércoles, 13 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
Me ha escrito un lector, vía correo electrónico, diciendo que no se ha enterado bien del contenido del libro que presenté en la anteúltima postal, libro que me acaba de publicar la editorial Adaliz, de Sevilla. http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html Ocurre que no pude indicarlo, porque las preguntas que me había formulado Javier Ruiz de la Presa desde México, son muchas, y algunas más bien larguitas, con lo cual ocupan demasiadas páginas. Así que lo que voy a hacer es presentar parte del “Índice analítico de materias” –que está al final del libro– que indica bien de qué va esta obra Ciertamente no es de solo Jesús de Nazaret, sino también del cristianismo primitivo, y al final, de los Apócrifos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Ahí va, pues, bien entendido que los números entre paréntesis que aparecen en este índice se refieren a la numeración de las preguntas: Apócrifos del Antiguo Testamento: (74-80); fecha, lugar de composición (76); importancia para los orígenes del cristianismo (80); cosmovisión de los Apócrifos (78); fecha de composición (79); importancia de estos apócrifos para entender el pensamiento de Jesús (80); teología y temas principales de los Apócrifos del Antiguo Testamento (77) Apócrifos del Nuevo Testamento: (81-87); su importancia e influencia en el pensamiento cristiano (87); Apócrifos del Nuevo Testamento y el Vaticano (81); fechas diversas de composición (84);- panorama de conjunto de estos apócrifos: obras y géneros literarios (82); sus orígenes o impulsos para componerlos (83); Apócrifos del Nuevo Testamento y formación del canon de del Nuevo Testamento (85) Apolonio de Tiana y Jesús: (28) Apóstoles: ¿es fiable históricamente su vida posterior a la muerte de Jesús? (70); - y la fundación de la iglesia (24) Canon del Nuevo Testamento: formación de esta lista (85); criterios de selección (86) Celotas: y Jesús en Lc 22,36 (35) Concilio de Nicea: (38. 67.68) Contradicciones: entre los evangelios (69) Cristianismo: ¿corrompido por el helenismo? (67); evolución en el futuro (60) Dichos de Jesús: y la actividad de los profetas cristianos (72) Divinización: de Jesús y culto a los héroes (40) Dogmas: convertidos en símbolos con el paso del tiempo (60) Evangelio de Juan: (68); - y Jesús histórico (38); su fiabilidad histórica (69); Evangelio de Juan 1,1 y la identidad de Jesús como Verbo (40) Evangelios canónicos: ¿son mero “constructos” artificiales de los evangelistas? (19) Evangelistas: (11.19); - sus autores son anónimos (29)- y la resurrección de Jesús (11); - y su credibilidad histórica (29); Evolución: previsible del cristianismo (60) Fe cristiana: y el espíritu de nuestro tiempo. ¿Parece posible tener fe hoy? (16) Fariseísmo en su doble vertiente en el siglo I (las escuelas de Samai y Hillel) la Ley y Jesús (64) Gran Iglesia: es paulina (48) Grupo Johánico: ¿hubo realmente un grupo en torno al autor del Apocalipsis en Patmos con una teología propia? (68) Hechos apócrifos de los apóstoles: su fiabilidad histórica (70); Hechos apócrifos de Juan (68) Helenismo: ¿es una corrupción del cristianismo? (67) Hércules: y Jesús (40) Herencia cultural griega: y escepticismo de los investigadores acerca de la judeidad del cristianismo (14) Héroes: y divinización de Jesús (40) Iglesia: ¿Hubo realmente una iglesia petrina? O ¿fue la granIg fundamentalmente paulina? (48) Juan Bautista: y Jesús (3.4. 5. 6.33.43.46.52.55.56.58) Judeocristianismo: y Santiago (65) Liberación: teología de la (60) María: y su hijo Jesús como fuente posible de la infancia de Jesús (46) Mateo: 10,34 (“No penséis que he venido a traer paz sobre la tierra…”) y su interpretación simbólica (34) Mujeres: causa o detonante de la creencia colectiva en el Jesús resucitado (10) Pedro: sus múltiples defectos (48);- su teología (48); - y el judeocristianismo (65); - y la Gran Iglesia petrina (48); primacía de Pedro, ¿puede defenderse? (25) Protestantismo: y protocatolicismo (67) Protocatolicismo: (67) Providencia: divina (17) Restauración de Israel: y Jesús (56) Resurrección: creencia en ella y entorno cultural (28) Revelación: y ser humano (21) Ritos: judíos abolidos por los sucesores de Pablo (62) Salvación: del ser humano y Jesús (27) Santiago: y el judeocristianismo (65); cómo entendía a Jesús su hermano Santiago (65) Ser humano: y revelación (21) Sermón de la Montaña: (63) Símbolos: y dogma (60) Taumaturgos: es decir, hacedores de milagros paganos y la fe en la resurrección de Jesús (28) Teología confesional y Jesús histórico ¿tiene barreras la investigación que parte de una fe previa en Jesús? (18) Trinidad: y Jesús (37) Última Cena desde el punto de vista histórico (23); ¿Cómo se entiende la “nueva alianza” proclamada en esa cena? (66); Última Cena y revelación personal de Pablo (44) El contenido estricto acerca de Jesús lo expondré el próximo día, con lo que concluiré la presentación del libro. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Lunes, 11 de Diciembre 2017
Notas
Escribe Antonio Piñero
Tanto José Manuel Vidal como Xabier Pikaza han alertado de que el “nuevo descubrimiento” anunciado por los periódicos de un documento con enseñanzas secretas de Jesús a su hermano Santiago, ni es nuevo, ni tampoco esas enseñanzas secretas son nada secretas, ya que son perfectamente conocidas por la ciencia, y por los interesados. Se trata de un fragmento griego del Primer Apocalipsis de Santiago. Pero este es archiconocido porque ya va por la quinta edición la publicación española de ese texto. Su autor es Francisco García Bazán, malagueño, Catedrático de Filosofía de la Universidad JKohn F. Kennedy de Buenos Aires en Argentina y del CONYCET, muy conocido en el gremio por sus publicaciones, que he comentado ya en este medio, y editado por mí mismo en la “Biblioteca Copto Gnóstica de Nag Hammadi”, Trotta, Madrid, 2015, vol. III pp. . A este propósito quiero hacer algunas observaciones: 1º. La fotografía de El Mundo está equivocada, porque el fragmento que se reproduce en esa foto no está en griego, sino en copto. Lo que dice la noticia, y lo que es interesante es (o sería; no lo dudo) que ese fragmento estuviera en griego. Lo importante, pues, es el descubrimiento de un fragmento que sea datable del siglo II d. C. y que esté en griego y que sea el presunto original del que se tradujeron al copto los textos de Nag Hammadi que tenemos bastantes completos en la traducción al copto, pues prácticamente todos, los escritos de Nag Hammadi están en copto y son traducciones al egipcio del siglo IV. No dudo, pues, de que se haya descubierto un fragmento griego… Y tiene un cierto interés. Por eso me gustaría que los descubridores publicaran fotografías de texto griego para evaluarlo respecto al copto. Siempre es sospechoso que todos los descubrimientos y hallazgos sean en Navidades o Semana Santa. Varias veces lo he dicho –y también por escrito– que estos descubrimientos son ciertos, pero que es pura propaganda que se haya descubierto ahora… y más propaganda es que se afirme que el contenido es novedoso. No lo es. 2º Vayamos a la fotografía equivocada. El texto que es más legible, desde arriba, pertenece a la p. 33 del manuscrito. Dice lo que sigue: "El Señor [le dijo: - Santiago, mi]ra, te (p. 33) manifestaré tu redención. Si [te] han aferrado y si has soportado estos sufrimientos, una muchedumbre se armará contra ti para [pr]enderte. Particularmente, sin embargo, tres de ellos te prenderán, los que residen allí como recaudadores. No sólo exigiendo contribución, sino también / atrapando a las almas como despojos (steresímos). Cuando, por lo tanto, caigas en su poder, uno de ellos, el que es su vigilante, te dirá: '¿Quién eres tú o de dónde eres?'. Le responderás: 'Soy un hijo y soy del Padre'. Te dirá: '¿Qué clase de hijo eres / y a qué padre perteneces?'. Y le dirás: 'Soy del Padre que es pre[existente], y un Hijo en el Preexistente'". El texto se refiere al ascenso del alma del alma purificada del gnóstico, gracias a la ciencia / sabiduría impartida por el Revelador, al cielo. Aquí, Jesús, el Revelador por antonomasia promete a Santiago que le va a manifestar la revelación definitiva posterior a la pasión, y que le dará los medios para responder a las preguntas a la que lo someterán los arcontes, que son las ángeles del Demiurgo = Yahvé, que controlan por encargo suyo al universo y a los humanos. Los arcontes son denominados en el texto los recaudadores de los “impuestos” (télos, palabra griega que aparece en el documento) tasados a los hombres –que mientras estén e el mundo se hallan bajo el poder del Demiurgo (= Yahvé, dios falso y secundario, por debajo del Trascendente) y que por todos los medios posibles intentan que el alma siga en la esfera terrenal –reino arcóntico– y no ascienda a las esferas espirituales celestes. En el momento en el que el alma se libera del cuerpo y comienza el ascenso por los diversos cielos, los recaudadores intentarán someter al alma por medio de diversas preguntas… (a las que creen que el alma no podrá responder de modo conveniente); y cuando el alma otorgue las respuestas convenientes, y quede asegurado que pertenece al Dios trascendente no les quedará a los arcontes más remedio que dejarla pasar al cielo. Como se ve, esto es gnosis pura, y en parte parecida al ascenso de las almas en los cultos de misterio helenísticos. El trasfondo es totalmente platónico y. tiene relativamente poco de cristiano… y tiene algo porque la teología cristiana a partir del siglo III se hará más helénica todavía. Así que todo esto es lo “novedoso” de estas enseñanzas secretas. Tanto en la “Introducción general”, al principio del primero de los tres volúmenes de la colección de Nag Hammadi (Trotta), como en el capítulo sobre la gnosis de mi obra “Cristianismos derrotados” (Edaf) tiene el lector todos los elementos indispensables para entender estos textos. Pero, repito, no se dejen llevar por cantos de sirena que son mera propaganda. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/
Viernes, 8 de Diciembre 2017
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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