CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero



Pregunta:

Mi pregunta es: ¿Cómo interpretar el significado de «ἑτεροζυγοῦντες» en 2 Cor. 6.14; y, bajo el conocimiento actual, qué podría decirse al respecto de si esta perícopa (2 Cor. 6.14-7.1) es una interpolación no paulina?


Respuesta:


Yo lo traduzco del modo siguiente en mi “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino” (aprición en Trotta, abril 2015):


“14 ¡No os unzáis en desigual yugo con los infieles!
Pues ¿qué participación hay entre la justicia y la iniquidad?”

Le añado un breve comentario:


6,14-7,1. Casi unánimemente la crítica considera que estos versículos son una glosa, una añadidura temprana de primeros del s. II de algún copista amigo de las ideas esenias. Se percibe que supone una clara cesura entre 6,13 --Ensanchaos también vosotros, como a hijos os hablo; pagadme con la misma moneda-- y 7,2: Dadnos lugar. A nadie hemos hecho injusticia... Su exclusivismo es más propio de algunos grupos seguidores de Jesús del siglo II que de Pablo, y se asemeja al carácter sectario de los textos de Qumrán. Sin embargo, la investigación moderna confesional tiende a creer que el texto es paulino, pues las ideas que contiene podrían aceptarse como propias de un arrebato radical de un Pablo apocalíptico (pero ¿exclusivista respecto a los gentiles? Personalmente me parece imposible).

Beliar/Belial es uno de los nombres alternativos de Satanás, típicos del judaísmo apocalíptico, como Mastema, Semyaza, Azazel (1 Henoc) o Metembekus (Ascensión de Isaías). El pasaje no concuerda con la doctrina paulina general sobre la pureza y el apartamiento respecto a los gentiles, y menos en Corinto.


Pregunta:


PERO QUISIERA PREGUNTARLE QUÈ PARTE DE LA " SUBSTANCIA "
NO HISTÒRICA LE ATRAE DE LA VIDA DE JESÙS . AL MARGEN DE LO
QUE SE PUEDE COMPROBAR, ALGO DEBE ATRAERLE DE ESTE PERSO
NAJE SUBLIME PARA QUE LE HAYA DEDICADO TODA UNA VIDA DE
TRABAJO Y ESTUDIO. ES USTED MUY AMABLE CONTESTÀNDONOS


Respuesta:


A la verdad, no me atrae nada en sí que, al ser no histórico, lo califico de pura fantasía. Pero sí me atrae, y lo he dicho alguna vez más, algunos pasajes de los Evangelios apócrifos bien logrados literariamente. El que más me gusta es la “descripción”, sin describir, del nacimiento de Jesús como una sorpresa tal para el cosmos, que de repente deja de funcionar. El texto dice así un poco abreviado y retocado por mí

“Al principio avanzaba a buen paso, pero de repente sintió que no podía caminar más. Al elevar sus ojos al espacio le pareció ver como si en un momento el aire se hubiera estremecido de asombro. Volvió la cabeza y miró hacia otro lugar del firmamento, y lo encontró estático, y a los pájaros del cielo inmóviles, como pendiente de invisible hilos. José, estupefacto, volvió su mirada a la tierra. Los vientos habían dejado de soplar y las hojas de los árboles no tenían movimiento alguno. A lo lejos, en un campo, percibió a unos peones madrugadores en actitud de comer. Pero los que simulaban masticar en realidad no masticaban; y los que parecían tomar la comida, tampoco la sacaban del plato: todos mantenían sus rostros mirando hacia arriba, también inmóviles. Había también unas ovejas que iban caminando arreadas por un zagal; pero no daban un paso, sino que se mantenían quietas. El pastor, que levantaba su diestra para bastonearlas con el cayado, había quedado con su mano tendida en el aire. Incluso el río había dejado de fluir, y unos cabritillos que mantenían junto a la corriente sus hocicos, no movían sus labios ni bebían. En una palabra: durante unos instantes y sin saber por qué se había interrumpido todo el curso de la naturaleza y el movimiento normal del orbe había quedado en suspenso”.

Creo que es tan bella y acertada la “descripción” como cuando Homero “describe” la belleza de Elena, presentando a dos ancianos que pasean por el adarve de la muralla, en abajo a Elena en un jardín y exclaman: “Por esta mujer bien merece la pena una guerra como esta”. Y la imaginación se pone desbocada.


Pregunta:


El Éxodo no sucedió como narra la Biblia. Afirma Israel Finkelstein, arqueólogo.
Esta nota es del 2006, habría que ver qué ha cambiado, que nuevos hallazgos.


Respuesta:

Que yo sepa no ha cambiado nada sustancialmente. Hay otro libro de los mismos autores de 2010, pero ahora no recuerdo el título porque, confieso, no lo he leído. ¡No todos podemos todas las cosas!



Pregunta:

Sr. Antonio como he podido comprobar usted tiene un gran conocimiento de la Biblia, siempre se ha usado tanto en los juicios como en las Iglesias como la palabra de Dios, la Biblia completa . Antiguo como Nuevo Testamento. En el antiguo testamento se habla de Dios como yave o Jehová según la versión que corresponda. Yave se presenta como un Dios sin compasión por lo menos en algunos textos. En 1 de Samuel 15:3 se habla de la orden de Yavé que transmite a Saúl en relación a la guerra que entablaron con los amalecitas. dice: "Ahora vete y castiga a amalec, consagrándolo al anatema con todo lo que posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos" Si Jesús y Yavé es la misma persona según nos han enseñado con la trinidad, como es posible que Jesús tenga tanta misericordia y su enseñanza esté basada en el amor y el perdón y la figura del padre se represente como un Dios celoso y vengativo. Un saludo

Respuesta:


En primer lugar. Jesús y Yahvé no son la misma persona. Eso no lo ha enseñado jamás la teología cristiana. Son dos personas distintas, pero de la misma naturaleza divina desde la eternidad. Ahora bien, Jesús no tenía la menor idea de la Trinidad que es un desarrollo muy posterior del cristianismo. Jesús es el Hijo del Padre, su Palabra, etc.

Por otro lado, la imagen de un Dios cruel y celoso se va purificando y refinando en el judaísmo desde la época helenística (a partir de la muerte de Alejandro Magno en el 323 a.C.). Tanto que la imagen es casi irreconocible. Cuando llega a la historia Jesús de Nazaret, esa imagen ha cambiado profundamente. Y además, por voluntad propia Jesús insiste más en el amor de Dios como padre y en el perdón que en el juicio y el castigo, aunque no omite esto último.

En el libro por mi editado, “Biblia y Helenismo”, El Almendro, Córdoba, 2006, hay vers. electrónica según creo, tiene Usted un capítulo entero dedicado al cambio de la religión judía en la época helenística.

Saludos

Miércoles, 19 de Noviembre 2014
Hoy escribe Antonio Piñero


Pregunta:

He escuchado algunas de sus entrevistas, en una de ellas, le consultan qué pasó con el cuerpo de Jesús, usted da la explicación respectiva, pero usted dice que en \"Hechos de los Apóstoles\", en el capítulo 13, dice textualmente que Jesús fue depositado en una fosa común, sin embargo, he buscado esa frase textual y no la he encontrado por ninguna parte, mi pregunta es: esa frase está en cualquier biblia o se encuentra sólo en el manuscrito original?


Respuesta:


Le repito lo que ya he escrito varias veces. Pero no se preocupe: no tengo inconveniente en repetirlo, y es que efectivamente el texto no dice expresamente “fosa común”, sino mnemeion, en griego, “monumento funerario”. Lucas embellece el asunto. Pero el contexto lo indica todo. Si bajan a Jesús de la cruz las autoridades judías, que son enemigas suyas, si Jesús acaba de ser condenado por delito de sedición contra el Imperio, junto con otros bandoleros/sediciosos y –si es que puede probarse históricamente— fue condenado también por una vida “blasfema” (por ejemplo, ataque al Templo) según las autoridades judías, es evidente que esa tumba es común para malhechores, del mismo modo que también tenían los judíos un terreno para fosas comunes para aquellos peregrinos que morían durante las fiestas.


Pregunta:

Necesito que me aclare un dos inquietudes que tengo.

1¿Cuáles son los 7 cartas que escribió Pablo y las otras 7 cartas que son falsas?
2¿En el apocalisis porque a parece tanto el número 7, esto a que se debe?

Gracias, espero pronta respuesta.


Respuesta:

Casi todas su preguntas están respondidas en mi libro “Gruía para entender el Nuevo Testamento”, Editorial Trotta, Madrid, 4ª edición, 2011, de la que hay versión también electrónica. ¿Sería Usted tan amable, si le es posible adquirir este libro y leerlo?

Le responderé de todos modos:

Auténticas: 1 Tesalonicenses. Gálatas. 1 2 Corintios. Filipenses. Filemón. Romanos

No auténticas: 2 Tes. Colosenses Efesios 1 2 Timoteo Tito Hebreos


2 El número 7 es el de la perfección desde al menos la cultura babilónica, y por tanto semita.

Ahora le transcribo lo que digo a este respecto en la “Guía”:

El Apocalipsis es una obra muy pensada y estructurada que se rige por ciertos patrones literarios, aunque éstos no sean inflexibles. El patrón dominante es la repetición de unidades numéricas, que desempeñan un papel importante. El número principal es el siete: 1,4ss: siete comunidades a las que el autor dirige siete cartas;1,4 y 11,15 siete espíritus o ángeles; 2,1: siete candelabros de oro y siete estrellas; 4,1-8,1: siete sellos; 5,6: siete cuernos y siete ojos; 8,7-12; 9,1-21; 11,15-19: siete trompetas; 10,3: siete truenos; 11,13: muerte de siete mil personas; 12,3: siete cabezas; 14,1-15,5: siete visiones sobre la llegada del Hijo del hombre; 15,5-16,21: siete copas llenas de desgracias. El significado del siete es la plenitud. Otro número que hace contraste con el siete es el seis y significa la impotencia para alcanzar la plenitud. El ejemplo más característico es el número / nombre cifrado de la Bestia 666 (13,18). Otro número, aunque menos importante, es el cuatro: 4,6: cuatro seres ante el trono de Dios; 7,1: cuatro ángeles en los cuatro extremos de la tierra; 9,13: cuatro cuernos del altar celeste y cuatro ángeles atados junto al Éufrates, preparados para asolar la tierra; 20,8: las naciones enemigas de Dios están congregadas en los cuatro extremos de la tierra. El número cuatro significa lo cósmico. El siguiente número que se repite es el tres: 4,1-8,1 / 8,7-12 / 15,5: tres ciclos de sellos, trompetas y copas; 8,13: tres ayes; 12,7 /19,11 / 20,7: tres batallas escatológicas; 8,6-9,13: sólo la tercera parte de la tierra es destruida; 16,13: trinidad satánica (Serpiente – Bestia – Pseudoprofeta) que emiten tres espíritus inmundos. El número tres o la triple repetición significa también la totalidad.
Pregunta:

¿es jesus el personaje mas importante de la historia ? cual es su opinion


Respuesta:

Creo que el personaje más importante de la historia es Pitágoras, pues inventó las matemáticas y las unió con la filosofía. Y eso ha sido lo que realmente ha cambiado la vida del ser humano.

Pregunta:

Estimado profesor, don Antonino, es posible afirmar, que "La Cabala judía Cristiana, constituya, el cuerpo esotérico, que el Cristianismo nunca tubo, o se lo quitaron al principio?

Respuesta:

Precisemos los términos. La Cábala en cuanto tal no fue nunca judeocristiana, sino judía plenamente. Y empieza a nacer aproximadamente a finales del siglo I y con mayor plenitud en el siglo II d.C. con disquisiciones sobre el cielo, el trono y los palacios de Dios. El testimonio primero, aunque posterior está en el Libro de Henoc hebreo o 3 Henoc (base original de los siglos III o IV; consulte por favor el tomo IV de los Apócrifos del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid, 1984, y un resumen muy breve y muy moderno de L. Vegas Montaner, en G. Seijas (coord.), Historia de la literatura hebrea y judía, Trotta, Madrid, 2014, p. 216; y Amparo Alba, sobre la Cábala, p. 600). Luego, hacia el siglo IX aoareceb en el sur de Francia hacia 1150-1220 con el “Libro se la claridad”, y el gran desarrollo con la escuela judía de Gerona 1210-1260. La plenitud se halla entre los judíos de Castilla, y el famosísimo Libro del esplendor, Séfer ha-Zóhar, de Moisés de León. Véase, A. Alba, 610-621 en la Historia de la literatura hebrea y judía. Interesantísimo y muy bien resumido.

Pregunta: Dr., una pregunta más: Conforme al libro La historia oculta de Cristo de José Luis Parise, Jesús de Nazaret era hijo (de sangre) de Judas de Gamala y hermano (de sangre) de Pedro) ¿es posible históricamente esto? ¿Existe algún pasaje de algún texto histórico y/o bíblico donde se pueda deducir esto?

Respuesta:

Son especulaciones si ningún sentido que se basan en conjeturas imposibles y que no tienen el menor apoyo en los textos. No pertenecen estas ideas al mundo científico.

Saludos cordiales

Martes, 18 de Noviembre 2014
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía IX

Presencia de los demonios en la vida del hombre

Pedro está hablando de la presencia y actualidad de los demonios en la vida de los hombres. En su afán de poseer a los hombres en cuerpo y alma, se sirven de las cualidades que poseen como sucesores de los ángeles, que eran puros espíritus. El autor de las Homilías hace una presentación plástica de la situación con concesiones a la alegoría y a la imaginación. Así lo ve desde su punto de vista: “Pues como las terribles serpientes atraen con su aliento a los gorriones, así hacen también los demonios atraen a su voluntad a los que participan de su mesa, mezclándose con su mente mediante la comida y la bebida. Se transforman a sí mismos en sueños según la figura de las estatuas, para aumentar el error” (Hom IX 15,1).

Vuelven a la preocupación de Pedro la comida y la bebida, que fomentan el valor material que los demonios echan de menos en su naturaleza original. La comunión de la mesa lleva consigo una comunión de la vida. Por eso, Pedro señala como remedio todo lo que aparta al hombre de los excesos en los usos de la vida material, lo que detendrá las intenciones de los demonios. Era el motivo de su recomendación de la moderación como remedio contra la posesión diabólica.

El peligro de los sueños

Otro de los accesos de los demonios a la vida del hombre es el sueño. Es un nuevo camino para llevar al hombre al error. Los demonios acuden a la mente del hombre dormido ocultos en la imagen de las estatuas que el durmiente conoce por las representaciones que presiden los templos y los lugares de culto. Los sueños ya no son simples apariciones, sino o efecto de un demonio o aspiraciones del alma que da forma a sus miedos presentes y a su deseo. El alma, golpeada por el miedo en su mente, da a luz esas imágenes durante el sueño. Es la razón de la diferencia de imágenes que cada uno puede ver en sus sueños. El alma de cada uno se imagina las figuras de los demonios según sus preocupaciones. Pero que no aparecen los llamados dioses, está claro porque no se aparecen a los judíos. Porque el Dios verdadero y único protege a los judíos de las estrategias y magias de los demonios. La fe judía es un freno infranqueable al pretendido acceso de los poderes infernales.

Pero los demonios pretenden hacer creer al hombre que las figuras de los sueños son dioses, particularmente por su capacidad de vaticinar, operación presentada como especialmente divina. Pero hay muchas clases de adivinos, como son muchos los sistemas de adivinación. Y ni los adivinos ni sus sistemas son necesariamente cosa de Dios. Y cuando son conjurados por nosotros, sencillamente huyen. En ocasiones los demonios prescriben remedios contra enfermedades o solución de problemas. Tampoco por eso puede decirse o pensarse que son dioses. También los médicos prescriben remedios contra enfermedades. Y ni siquiera cuando logran curar graves enfermedades, se puede concluir que la salud es obra de los demonios.

Los demonios actúan por oráculos

Lo que sorprende a muchos es el hecho de que los demonios curan incluso por medio de oráculos. Pero no deben olvidar que los demonios son a la vez médicos y adivinos. Conocen por eso los remedios más idóneos y eficaces para los males humanos. En consecuencia, pueden atribuirse el éxito de las curaciones, lo que conduce a los hombres al error de pensar que se encuentran frente a poderes realmente divinos. Sin embargo, los demonios tienen la habilidad de ocultar sus fracasos. Cuando los que les invocan perecen, no pueden echar en cara el fracaso de sus plegarias. Pero cuando sanan, los sanados piensan que su salud es debida a los “dioses” o demonios a los que invocaron pidiendo la salud.

Los que perecen no pueden presentar ofrendas por su desgracia. Pero si sus parientes tuvieran perseverancia en buscar las razones de los fracasos o los éxitos, descubrirían que la mayoría de las veces, el resultado de las plegarias a los presuntos dioses era un claro e indiscutible fracaso. Los desconciertos de los hombres eran fruto de la estrategia de los demonios, que así lograban engañar a la vez que conseguían los honores por sus engaños. Detrás de estos silencios estaba el miedo real que los hombres abrigaban frente a los poderes y a las habilidades de los demonios. Un análisis honesto y sincero de la realidad descubre la cantidad de falsos oráculos y de falsas curaciones.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro





Domingo, 16 de Noviembre 2014
Hoy escribe Antonio Piñero

Termino hoy con el tema suscitado por el Dr. Bermejo acerca de en qué sentido se puede denominr “sedicioso” a Jesús,

• El episodio de la “Purificación del Templo” (Mc 11,15-17 y paralelos), a pesar del tono eminentemente religioso que le otorgan los evangelistas (“Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!”: v. 17), debe interpretarse como un asalto en toda regla de Jesús para apoderarse del santuario y “obligar” a Dios para que iniciara por fin la instauración de su reino. De ningún modo puede interpretarse el incidente como el gesto de un hombre pacífico. La acción de Jesús fue un ataque directo contra los que los fomentaban y se enriquecían con estas actividades: el clero del Templo, sobre todo los de alto rango y los saduceos, la facción religiosa que dirigía el santuario. He aquí el pasaje: “Y llegan a Jerusalén. Y cuando entró en el templo empezó a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los taburetes de los que vendían las palomas; y no permitía que alguien trasladase cosas atravesando por el templo; y enseñaba y les decía: “¿No está escrito: Mi casa se llamará casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de bandidos”.

Ante la dificultad de cómo no actuaron de inmediato los romanos -quienes vigilaban el recinto del Templo desde su acuartelamiento de la Torre Antonia, justo encima del Patio de los gentiles, donde ocurrió el incidente- prendiendo a Jesús, no se puede responder claramente. Debe suponerse, si eran muchos los que estaban con el Nazareno, que los romanos esperaron una ocasión más oportuna para detenerlo, donde no hubiera tanta gente y no pudiera producirse una matanza de inocentes; o bien que la acción fuera muy rápida y breve, de modo que cuando los romanos quisieron intervenir, Jesús y sus seguidores habrían huido o se habrían disuelto entre las multitudes.

Todo apunta en cualquier caso a que este episodio tuvo lugar muy cerca o simultáneamente con una revuelta antirromana, con el resultado de un muerto, en la cual fue hecho preso Barrabás (Mc 15,7). Ello indica al menos que se respiraba en aquellos momentos un ambiente violento de expectativas mesiánicas, del que debe suponerse que participaba Jesús. Aunque los evangelistas no establecen relación alguna entre los dos acontecimientos –la purificación y la revuelta- es poco creíble que no la hubiera.

• Probablemente Jesús recomendó no pagar el tributo al César. El núcleo de este pasaje fundamental -en el que fariseos y herodianos tienden una trampa dialéctica a Jesús-, que describe la famosa y críptica escena, reza así en la versión del evangelista Marcos: “‘¿Está permitido pagar tributo al César o no? ¿Lo pagamos o no lo pagamos?’ Jesús, consciente de su hipocresía, les dijo: ‘¿Por qué queréis tentarme? Traedme una moneda que yo la vea’. Se la llevaron, y él les preguntó: ‘¿De quién son esta efigie y esta leyenda?’. Le contestaron: ‘Del César’. Jesús les dijo: ‘Lo que es del César, devolvédselo al César, y lo que es de Dios, a Dios’. Y quedaron maravillados” (Mc 12,14-17).

Brandon señaló que el sentido de esta escena, voluntariamente pretendida por el evangelista Marcos, es que Jesús afirmó de una manera sutil que los judíos debían pagar el tributo al Emperador. Y presentando de este modo a Jesús el evangelista Marcos, bastante paulino, se alineaba de antemano con el pensamiento que su maestro al menos en pare, Pablo de Tarso, habría de expresar más tarde en su Carta a los romanos: “Es preciso someterse a las autoridades temporales no sólo por temor al castigo, sino por conciencia. Por tanto pagadles los tributos, pues son ministros de Dios ocupados en eso” (Rom 13, 5-6). Si el designio del evangelio de Marcos era hacer pasar a Jesús por un inocente, condenado injustamente por sedición, no podía poner en su boca más que una respuesta que desmentía la acusación de una posible negativa por su parte al pago del impuesto.

Pero en la realidad la respuesta del Nazareno no fue tal, sino la contraria. Si hubiere ido en el sentido de admitir la obligación de pagar, habría perdido de inmediato el apoyo del pueblo, indignado contra el tributo, cosa que no ocurrió en absoluto. Por tanto, debe concluirse que es muy probable que la respuesta doble de Jesús “Dad al César… y a Dios…” no tuviera para los judíos piadosos de la época ningún doble sentido, sino uno sólo y muy claro: “Si tenéis por ahí denarios, acuñados por los romanos, podéis devolvérselos (griego apódote; no simplemente “dádselos”, griego dóte) al César, pues son suyos; pero los frutos de la tierra de Israel –que junto con ella misma son de Dios- dádselos sólo a Él”. Por tanto no debe pagarse el impuesto. Con otras palabras: cuando Jesús dijo “Devolved al César…” se refería a la moneda y no al tributo.

Jesús escapó hábilmente de la capciosa pregunta. Los romanos podían estar contentos porque no había habido ninguna incitación expresa a no pagar. Pero los celotas –que conocían el pensamiento de fondo de Jesús- también estaban satisfechos: el Nazareno estaba diciendo crípticamente, eso sí pero lo suficientemente claro para quien deseara entender, que no se debía pagar el tributo al César.

Que Jesús no propugnó el pago del impuesto le demuestra paladinamente el siguiente pasaje de Lucas: “Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey»” (23,1-2).

• La escena del prendimiento en el huerto de Getsemaní (Mc 14,43-50) demuestra a las claras que los discípulos de Jesús iban armados, con armas pesadas, es decir espadas de combate, no sólo dagas. Es claro que de tal escena no hay que tener en cuenta los comentarios de los evangelistas, y ciertas palabras puestas en boca de Jesús fácilmente atribuibles al sesgo de esos autores evangélicos y a su deseo de mostrar a aquél como un ser eminentemente pacífico.

Parece evidente en Getsemaní que se produjo un incidente armado con derramamiento de sangre, pues está testimoniado por los cuatro evangelistas. Los Sinópticos (Marcos y Mateo/Lucas) tratan de disminuir la gravedad del episodio: sólo un discípulo saca la espada (Mateo -26,51-, Marcos -14,47- y Lucas -22,50- indican que fue sólo un innominado discípulo el que atacó), y tratan de presentar a un Jesús pacífico que se distancia expresamente de la violencia, pues pide que dejen en libertad a sus discípulos (¡aun habiendo respondido con armas al prendimiento!) mientras insta a éstos a deponer toda resistencia: “Dícele entonces Jesús (al discípulo que había blandido el arma): «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán” (Mt 26,52).

El evangelista Juan, por el contrario, destaca la importancia del enfrentamiento, pues señala que por parte de los romanos participaron en el prendimiento de Jesús como mínimo un centenar de soldados (una cohorte de 500 o 600 hombres, griego speíra, quizá no completa), además de los “sirvientes de los sumos sacerdotes y de los fariseos, con armas y linternas” (Jn 18,3). Si iban tantos a prenderlo, era porque consideraban que habría una fuerte resistencia armada.

• Jesús fue ejecutado junto con dos salteadores: “Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda” (Mc 15,27). Ahora bien, es sabido que la palabra “bandido” es la utilizada por Flavio Josefo, tanto en sus Antigüedades como en la Guerra de los judíos (véase Antigüedades de los judíos XVII 269-285, en particular 278-284; XX 160-172; Guerra de los judíos II 55-65, en especial 60-65; 433-440 y IV 503-513), para designar despectivamente a los celotas, causantes de la Gran Revuelta contra los romanos y la consiguiente derrota. Es de suponer que Jesús fue crucificado con gentes que participaron con él en el mismo incidente contra el Templo, o en otra revuelta de la que da noticia el evangelista Marcos, en 15,7, o bien que fueron capturados en ese incidente en el huerto de Getsemaní.

• El título de la cruz es de una autenticidad indiscutida, pues se corresponde con la práctica usual romana de informar y ejemplarizar al pueblo por medio de las ejecuciones públicas. Además está atestiguado por los cuatro evangelistas, a pesar de que el contenido de la inscripción grabada en la tabla no era de hecho muy halagüeño para sus perspectivas religiosas. Como veremos más tarde, no eran muy corrientes las ejecuciones públicas, y Roma no acostumbraba a crucificar sin ton ni son, sin razones graves, incluso en provincias problemáticas y revoltosas como Judea.

Las condenas a muerte eran registradas en los documentos de las cancillerías de los gobernadores provinciales, y luego transmitidas a Roma por medio de un mensajero especial, o bien por el correo oficial que a intervalos regulares llegaba a la oficina del Emperador. La inscripción, “Jesús [Nazareno; sólo en Jn 19,19], rey de los judíos”, señala exactamente desde el punto de vista romano la causa de la muerte: delito de lesa majestad contra el Imperio por graves desórdenes públicos o sedición. Como ya conocemos la historia anterior, la entrada triunfal en Jerusalén, el asalto al Templo, la resistencia armada durante el prendimiento en Getsemaní, la equiparación de Jesús con un sedicioso como Barrabás…, parece bastante claro desde el punto de vista histórico que para los romanos Jesús era no sólo un mero simpatizante de la causa nacionalista, sino un activo colaborador con ella. Ahora bien, como el Procurador decidió no prender también a sus discípulos, ya fuera por temor al pueblo que consideraría espontáneamente a Jesús y sus seguidores unos héroes de la resistencia, ya porque estimara que el movimiento subversivo estaba en sus principios y era de poca monta, el que cargó con la culpa del grupo entero fue Jesús…, más los dos crucificados con él.

Y finalmente en las “conclusiones” de este largo ensayo firmo que tras ofrecer una breve visión de una parte de la investigación sobre el Jesús de la historia, desde sus inicios en la época moderna, con Herrmann Samuel Reimarus, hasta nuestro días, que indica por un lado que una lectura seria, pausada y crítica de los Evangelios nos muestra al menos dos imágenes contrapuestas, antagónicas, de Jesús: el Jesús histórico y el Cristo de la fe; y, por otro, señala al menos como plausible la línea que interpreta parte de la actividad pública de Jesús, con matices diversos, como cercana al, o simpatizante con, el uso de la violencia. No es un tipo de interpretación de Jesús que la presente novela, “El discípulo”, se haya sacado de la manga en un acto de mero voluntarismo, sino que corresponde a una línea de investigación muy seria que ha sido seguida por múltiples estudiosos de reconocida solvencia científica.

Hemos acumulado también en las páginas precedentes una serie de indicios y algunos ejemplos de diversos análisis de los Evangelios y del pensamiento de Pablo de Tarso que muestran como es igualmente científica la posibilidad –al menos- de que los Evangelios y los Hechos de los apóstoles estén redactados desde el punto de vista teológico de Pablo de Tarso y condicionados por las circunstancias sociales y políticas de su época.

Hemos señalado que los autores evangélicos recogieron sin duda la tradición –ya oral, o en parte consignada por escrito- sobre los hechos y palabras de Jesús, pero que a la vez imprimieron sobre este material sus intereses y sesgos teológicos. Hemos indicado como muy plausible que ese sesgo está condicionado por el carácter de “teólogos paulinos” de sus autores, a saber, por la necesidad de presentar la figura de Jesús como salvador universal en un mundo, el del Imperio romano, en el cual un mesías/salvador puramente judío no tenía posibilidad alguna de prosperar.

Sostuvimos también que la fidelidad de los autores evangélicos a la tradición ha hecho que nos haya sido legado una serie de datos y dichos de Jesús que encajan mucho mejor con la imagen de un Nazareno, como pretendiente mesiánico judío -inserto plenamente en los anhelos y aspiraciones del Israel de su tiempo, religiosas ciertamente pero que conllevaban implicaciones políticas- que con un Cristo/Jesús paulino, la tradición que aparece más en la superficie del Nuevo Testamento y que se presenta como la única válida hasta nuestros días. Hemos indicado igualmente que el Nuevo Testamento no es el representante del cristianismo primitivo, sino de uno –el más importante sin duda, el paulino- de los diversos cristianismos de los primeros tiempos…, algunos tan variados que negaban la divinidad de Jesús, o la viabilidad de la teología misma de Pablo de Tarso.

No imagino a Jesús simplemente como un galileo armado, preocupado sólo o casi especialmente por la violencia física, la única capaz de expulsar a los romanos de su amada tierra, sino como un dirigente espiritual que –con ciertas dudas y tormentos interiores, y un tanto a su pesar- acepta la herencia espiritual de Juan Bautista, su maestro. Es muy sostenible la perspectiva de un Jesús que no es un miembro activo del movimiento celota, sino más bien un simpatizante de su espíritu, con el que estaba fundamentalmente de acuerdo. Pero de hecho este Jesús no se retrajo de algunas acciones violentas como la purificación del Templo, en verdad un auténtico ataque armado contra la oligarquía sacerdotal. La posición política de Jesús era perfectamente consciente y voluntaria. Él era un dirigente dinámico y responsable, no sólo un visionario arrastrado por las circunstancias. Al atacar el Templo, Jesús se concitó la animosidad de toda la clase sacerdotal elevada de la capital, aunque es dudoso, tal como se investiga en tiempos recientes, en qué grado, si hubo alguno participaron las élites de los judíos en el proceso y condena de Jesús.

Como afirma un investigador nada sospechoso de parcialidad a favor de la tesis de un Jesús sedicioso, David Catchpole, en su obra de 1971, The Trial of Jesus (“El proceso de Jesús”) han sido más de 300 los estudiosos que desde 1768 han sostenido esta posición. En conjunto, pues, creo que las páginas que anteceden han apuntado claramente que la interpretación del Nazareno como un pretendiente mesiánico totalmente judío, que al menos es simpatizante con la postura de lo que intentan expulsar a los romanos de la tierra de Israel recurriendo incluso a la violencia, representa los resultados de una línea de la investigación moderna sobre Jesús cuyas perspectivas deben ser tenidas en cuenta.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 15 de Noviembre 2014
Hoy escribe Antonio Piñero

Estoy absoluta y totalmente de acuerdo con la postal de mi amigo el Dr. Fernando Bermejo publicada el miércoles pasado en este Blog, salvo en una pequeña nota que en nada afecta al contenido, que es lo importante. Escribe Fernando “En España la han mantenido particularmente G. Puente Ojea, J. Montserrat y -en tiempos recientes- un servidor”. Aquí omite Fernando de un modo totalmente involuntario, y por un simple olvido puesto que cita en primera línea el trabajo que voy a presentarles ahora en un artículo suyo del Journal for the Study of the Historical Jesus.


De acuerdo con Fernando Bermejo, e incluso incorporando algunas sugerencias suyas voya a recordar aquí un trabajo mío escrito en 2009 y publicado en 2010, de 95 páginas, cuyo título es “Jesús y la política de su tiempo”. Ensayo-Epílogo anexo al libro El discípulo, de Emilio Ruiz Barrachina, Ediciones B. Barcelona, 2010, pp. 217-311. ISBN: 978-84-666-4326-9. Quiero rememorar algunos párrafos de este trabajo porque creo que desde hace mucho tiempo llevo defendiendo la misma postura, y me parece conveniente corroborar la posición del Dr. Bermejo que es muy discutida en España y fuera.

En ese trabajo escribo lo siguiente:


“La interpretación de Jesús de Nazaret defendida por la novela “El Discípulo”, de Emilio Ruiz Barrachina (que vio la luz en público después de la película del mismo título, a cuyo guión colaboré con algunas escenas), es la siguiente: Jesús no fue sólo el judío profundamente religioso, amante de los pecadores, predicador de la bondad y del futuro reino de Dios, base y fundamento de la religión cristiana, sino también y ante todo un dirigente espiritual de un grupo de judíos del siglo I de nuestra era, seguidores primero de Juan Bautista y luego discípulos suyos, comprometidos de corazón con la liberación religiosa y política del pueblo judío. La liberación política de la tierra de Israel del yugo de los romanos formaba parte importante del ideario religioso de este grupo, puesto que religión y política iban ligadas en este tiempo.

“En la novela “El Discípulo”, corregida y un tanto reelaborada por mí por deseo del autor, Jesús no es presentado simplemente como un galileo armado, preocupado sólo o casi especialmente por la violencia física, la única capaz de expulsar a los romanos de su amada tierra, sino como un dirigente espiritual que –con ciertas dudas y tormentos interiores, y un tanto a su pesar- acepta la herencia espiritual de Juan Bautista, su maestro. En la práctica ésta le lleva a conducir espiritualmente a un conjunto de gentes religiosamente comprometidas a una empresa semimilitar, orientada a apoderarse del templo de Jerusalén, incluso por la violencia si fuere necesario, para “forzar” a Dios a que interviniera finalmente con su potente brazo y liberara a Israel de la presencia de extranjeros impuros, los romanos. Esta emancipación sería el primer paso, necesario, para el cumplimiento pleno de la ley divina, y para la instauración del reino de Dios sobre la tierra de Israel, conforme a las promesas divinas repetidas innumerables veces a través de los profetas en las Escrituras sagradas.

“Esta tesis puede ser sorprendente para un lector cristiano de hoy día, acostumbrado al ambiente religioso general de un país de tradición cristiana, a la educación religiosa usual, o a los sermones dominicales. Sin embargo, este supuesto ha estado siempre presente en el estudio serio y científico de los Evangelios, y del Nuevo Testamento en general, desde los inicios mismos de la investigación crítica de los orígenes cristianos. Nuestra primera tarea será poner de relieve este aserto”.

Sigue a continuación una larga historia de la investigación en la que paso revista a las obras de Hermann Samuel Reimarus (1694-1768); de Karl Kautsky, quien en 1908 publicó una obra también de gran impacto: El origen del cristianismo; de Robert Eisler, Jesús, el rey que nunca reinó (Munich 1929-1930: El título en realidad está en griego: Iesoús basileús ou basileúsas), obra que tuve ocasión de leer, aunque no entera, cuando hacía mi tesis doctoral; Archibald Robertson, The Origins of Christianity, International Publishers, Nueva York , 1954, 2ª ed. corregida de 1962; Samuel G. F. Brandon, Jesus and the Zealots, Manchester University Press. Brandon había comenzado a escribir sobre esta relación ya en 1951 en su obra The Fall of Jerusalem and the Christian Church (“La caída de Jerusalén y la iglesia cristiana”); Hyam Maccoby, Revolution in Judaea. Jesus and the Jewish Resistence (reedición, Nueva York, Taplinger 1980). Más tarde siguió desarrollando su tesis en diversos artículos de la revista Encounter; Otros autores de menor talla que tomé –y asi lo señalé-- del libro Jesus and the Politics of his Day (eds. E. Bammel y C. F. D. Moule), Cambridge University Press, 1988), que es una especie de “summa” (resumen) de argumentos, ordenados por temas/capítulos, dirigidos expresamente contra la obra de Samuel G. F. Brandon, Jesus and the Zealots de Manchester University Press, 1967, ya citado; G. Puente Ojea el investigador que con mayor consistencia ha seguido la línea interpretativa de Reimarus hasta Brandon sobre la figura y misión de Jesús. Desde su primera obra de 1974, Ideología e historia. La formación del cristianismo como fenómeno ideológico, Editorial Siglo XXI, Madrid 91991, hasta sus más recientes, La existencia histórica de Jesús, y La religión, ¡vaya timo!, Siglo XXI, Madrid, 2009 y Editorial Laetoli, Pamplona, 2009, respectivamente, Montserrat Torrents, estudioso del cristianismo antiguo, con su obra El galileo armado. Una historia laica de Jesús Edaf, Madrid, 2007. Para el transfondo de su pensamiento es también fundamental el conocimiento de su obra, La sinagoga cristiana, edición revisada, Trotta, Madrid, 2005, y de otros autores que no piensan lo mismo pero que ayudan a delinear una imagen de Jesús comprometido con la situación social y política de su tiempo como Joseph Klausner, Jesús el Nazareno. Su época, su vida y su enseñanza, en la versión española de J. Piatigorsky, Paidós, Barcelona, 1991, o Paul Winter, On the Trial of Jesus, Berlín, 1961, 2ª edición ampliada, Brill, Leiden 1974.


Además de este repaso, hago un análisis de varios textos evangélicos que pueden sustentar la imagen de un Jesús violento que ocupa bastantes páginas, que son los siguientes:

• La predicación de Jesús del reino de Dios en la tierra de Israel, con sus típicas características de bienes materiales y espirituales que la divinidad habría de conceder en esos tiempos, supone un cambio tal de la situación política y social que no podría conseguirse sin una acción armada, bien fuera milagrosa, de parte de Dios –que enviaría por ejemplo doce legiones de ángeles a expulsar a los malvados (Mt 26,53)-, bien por mano humana pero con la ayuda igualmente de la divinidad. En cualquiera de los casos los romanos tenían que ser expulsados de la tierra de Israel, propiedad sólo divina, lo que naturalmente no ocurriría sin violencia.

• El Evangelio de Lucas -que es menos circunspecto que el de Marcos en algunas cuestiones políticas, ya que escribe más tarde y bajo circunstancias menos preocupantes- tiene algunas noticias que dejan traslucir el carácter guerrero de Jesús. La primera aparece en 22,35-38: “Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada». Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada; porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: “Ha sido contado entre los malhechores”. Porque lo mío toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». EÉl les dijo: «Basta»”.

• Jesús jamás condenó la violencia de los celotas o sus principios. En las dos fuentes más antiguas de la tradición sinóptica (el relato de Marcos y el conjunto de dichos atribuidos a Jesús conocido como Fuente Q) no aparece ninguna condena explícita de la violencia.

• Jesús tenía entre sus discípulos un celota al menos, Simón el “cananeo”, como discípulo íntimo. Es muy improbable que lo hubiera elegido sin comulgar con su ideología. El apelativo “cananeo” significa “celote” (arameo qanna’), no un “individuo que procede de la ciudad de Caná” como se ha pretendido.

• Julius Wellhausen, un famoso investigador del Antiguo Testamento y también comentarista notable del Evangelio de Marcos, había sugerido a principios del siglo XX que (Judas) Iscariote no significaba “hombre de Kerioth”, sino “sicario”. Igualmente el sobrenombre de dos de los discípulos predilectos de Jesús, Santiago el Mayor y Juan, como “Boanerges” o “hijos del trueno”, alude sin duda a un espíritu celota, más bien agresivo.

• Jesús se mostró expresamente como un hombre violento tal como indican diversos pasajes de los Evangelios. Así el citado texto de Lc 22,35-37, donde Jesús incita a armarse a sus seguido¬res: “El que no tenga (espada) que venda el manto y se compre una…; de hecho lo que a mí se refiere toca a su fin”. Mt 10,34: “No vine (al mundo) a poner paz, sino espada...”; igualmente Mt 11,12: “El reino de Dios padece violencia y los violentos lo toman por la fuerza”, dicho que aparece también en Lc 16,16.

• La frase de Jesús “"Si alguien quiere ir tras de mí, niéguese sí mismo y coja su cruz y sígame” no significa lo que entiende normalmente un piadoso cristiano, a saber una incitación al sacrificio en el marco del discipulado de Jesús, en el cual el vocablo “cruz” es entendido metafóricamente. Por el contrario, estas palabras deben entenderse en su significado más real, como la pena que imponían usualmente los romanos a quienes prendieran como sospechoso de rebelión contra el Imperio, los celotas. Jesús afirmaría entonces: “El que desee seguirme debe atenerse a las consecuencias. Si los romanos lo capturan, puede acabar en la cruz”. Ello indicaría que las acciones y dichos de Jesús podrían, al menos en ocasiones, situarse en el ámbito de una acción políticamente peligrosa desde el punto de vista romano.

• Los evangelios muestran que los discípulos iban armados. Se prueba por alguna que otra frase suelta que se ha conservado en el Evangelio de Lucas. Importante es de nuevo el texto de Lc 22,38: “Ellos , los discípulos, dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas»”, junto con el episodio del prendimiento en Getsemaní: “Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»” (Lc 22,49).

• El Evangelio de Lucas trae también un pasaje que debe interpretarse como una velada alusión a dos episodios, cuyo exacto contenido no es posible saber, pero en los que estaban involucrados muy probablemente celotas: En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo» (Lc 13,1-5). Jesús se muestra compasivo con ellos, probablemente celotas como decimos, lo que indica un espíritu afín.

• La entrada en Jerusalén (Mc 11,7-10) fue un acto claramente mesiánico en el sentido más verdaderamente judío, que implica un mesianismo con tintes de monarca guerrero, naturalmente enemigo de los dominadores romanos: Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!».


Parece bastante claro que Jesús deseaba mostrar de una manera ostentosa su condición de mesías de Israel. Durante el desarrollo de la escena las gentes, incluidos los discípulos, aclaman a Jesús como “hijo de David” y consecuentemente, rey de Israel. En la época de Jesús se sabía muy bien que un mesías “hijo de David” suponía ser un político y un guerrero. Lo mínimo que las masas esperaban de él era que expulsara a los romanos del país, de modo que éste quedara libre de impurezas y pudiera practicar sin impedimentos la ley divina. Tal acogida, como muestra la escena, jamás habría sido dispensada a Jesús si el pueblo hubiera sabido que él era en lo más mínimo favorable a los romanos. Además es claro que, según el Evangelio de Lucas (19,30-40), Jesús no contradice a quienes así lo aclaman, sino todo lo contrario: Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.» Respondió: «Os digo que si éstos callan, gritarán las piedras».

• El Evangelio de Juan, generalmente no fiable desde el punto de vista histórico, después de narrar el milagro de la multiplicación de los panes, que enfervorizó a las gentes y les hizo pensar que Jesús era el mesías, trae una noticia en el capítulo 6 que parece atendible: “Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarlo por la fuerza para hacerlo rey, huyó de nuevo al monte él solo”. (6,14-15).

Naturalmente, “hacerlo rey” supone lo que antes indicábamos: un monarca político y guerrero de acuerdo con el pensamiento que el pueblo albergaba como posible en Jesús. Según el evangelista y cómo veremos luego, el que éste lo rechazara supone que Jesús tenía otra idea del mesianismo, algo en verdad improbable, pues no habría dado pábulo a que le hicieran la propuesta.

Para no cansarles hoy con demasiado material, termino mañana con mi resumen.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 14 de Noviembre 2014
Hoy escribe Fernando Bermejo

He recibido recientemente un par de preguntas de lectores, relativas a mi posición sobre la hipótesis de la implicación de Jesús en ideología y/o actividad anti-romana (lo que he denominado en ocasiones, para simplificar, el “Jesús sedicioso”). Aunque está a punto de publicarse un extenso artículo mío sobre esta cuestión en el Journal for the Study of the Historical Jesus donde explico cuál es mi posición al respecto de un modo sistemático y con abundancia de argumentos, creía haber expresado ya el núcleo de mi posición con anterioridad, en particular en algunas páginas de mi artículo “¿(Why) Was Jesus the Galilean Crucified Alone? Solving a False Conundrum”, Journal for the Study of the New Testament en 2013 (v. pp. 144-149) accesible a los lectores en la página ya facilitada:

https://uned.academia.edu/FernandoBermejoRubio

Aunque los argumentos serán detalladamente expuestos en el citado artículo en prensa, reformulo aquí sintéticamente algo.

Si bien hay muchas cosas que ignoramos e ignoraremos acerca de Jesús (igual que acerca de otras innumerables figuras del pasado), podemos estar completamente seguros de que una parte nada desdeñable de la tradición evangélica ha sido editada y reformulada de acuerdo con ciertos intereses concretos de los transmisores y los evangelistas. La razón es –como he dicho en varias ocasiones– que un buen número de pasajes clave son incongruentes, y que la incongruencia es en todos los casos del mismo tipo: los pasajes o los hilos conductores referidos al uso de violencia, uso de armas, nacionalismo anti-romano o pretensiones regio-mesiánicas han dejado sus huellas en los textos, pero son huellas siempre truncadas.

Este hecho apunta a que la tradición ha sido editada en el sentido de una despolitización –algo que es reconocido por todo estudioso que se precie, independientemente de su posición ideológica, aunque cuando esto se reconoce en ciertos ámbitos suele ser a la chita callando–. Cuando a esto se le suma la presencia –más abundante de lo que parece a primera vista– de los rastros de material en los Evangelios y Hch que apunta a una implicación de Jesús y su grupo en ideología y actividad anti-romana (predicación de la venida inminente del Reino de Dios, que implicaría automáticamente el fin de todo dominio pagano; visión displicente de los paganos; crítica de los gobernantes; pretensión regio-mesiánica de Jesús; elección de un grupo de discípulos a los que se prometen posiciones como gobernantes-jueces en el futuro Israel; probable oposición al pago del tributo; al menos en el último período, carácter armado –con espadas– del grupo; incidentes en Jerusalén durante la Pascua, etc.), la hipótesis de un Jesús que no solo fue un predicador religioso visionario sino también un nacionalista convencido se impone a las conciencias de los estudiosos. Desde Reimarus, la han mantenido gente con trasfondos ideológicos y creencias muy diferentes: Charles H. Hennell, Karl Kautsky, Robert Eisler, Samuel Brandon, Hyam Maccoby, Joel Carmichael, etc. En España la han mantenido particularmente G. Puente Ojea, J. Montserrat y -en tiempos recientes- un servidor.

De lo que, sin embargo, en principio al menos no podemos estar seguros es del alcance de esa edición. Esto explica que existan al menos dos visiones diferentes sobre este asunto. Algunos autores creen que la tradición ha sido completamente remodelada, y que Jesús habría sido, además de un visionario religioso, una suerte de jefe militar que se habría hecho responsable o de una guerra de guerrillas o de un golpe de mano en Jerusalén para hacerse con el Templo. Variantes de esta posición se hallan en Eisler y recientemente en Montserrat.

No me atrevo a decir que esta visión sea absurda, como hacen muchos autores que la ridiculizan sin advertir que sus propias reconstrucciones son históricamente inverosímiles y, por tanto, sí verdaderamente ridículas. Y no me atrevo precisamente porque –repito- no sabemos cuál es el alcance de la edición sufrida por la tradición (es considerable, pero no conocemos cuál es su exacto alcance).

Y, sin embargo, hay algunas razones que invitan a pensar que la manipulación de la tradición no fue tan completa, y que por tanto existe una alternativa más probable a la ya expuesta. La primera es una razón de economía: esa reconstrucción de los hechos parece obligar a postular prácticamente una reescritura completa de la tradición, algo que psicológicamente es posible pero no probable. La segunda es una razón de complejidad: la tradición deja entrever que Jesús no fue solo un insurgente, sino también un predicador carismático. La tercera es que, dada la aparente itinerancia de Jesús y su aparente renuncia a contar con medios materiales autónomos, no parece plausible que haya podido tener un ejército. La cuarta es que es perfectamente posible considerar a Jesús un nacionalista anti-romano rodeado de un grupo armado sin necesidad de postular una interpretación “militar”.

En efecto, Hyam Maccoby explicó los testimonios disponibles conjeturando que Jesús y su grupo esperaron la irrupción escatológica de Dios en el Monte de los Olivos, y que se armaron precisamente para secundar esa manifestación divina –de un modo parecido a como los autores y destinatarios del Rollo de la Guerra de Qumrán creyeron en una sinergia humano-divina y planearon su participación en la guerra escatológica–. Esta interpretación es la que –sin citar a Maccoby – ha sido expuesta por el respetado exegeta Dale B. Martin en un recentísimo artículo del Journal for the Study of the Historical Jesus al que he hecho referencia en un post anterior. Y es también esta interpretación la que, siguiendo a Maccoby, yo he mantenido en mis artículos.

Así pues, yo no veo necesariamente a Jesús como un mata-romanos, porque no tengo constancia de que matara a ninguno, y porque no creo que su interés principal fuera ese; esta tarea de eliminar a Roma ya se la dejaba él a Dios. Desde luego, sus discípulos estaban dispuestos a hacerlo, y él fue quien eligió a sus discípulos y quien les dio órdenes. Pero que Jesús se opuso teórica y prácticamente al dominio romano de Judea, rechazando el pago del tributo, criticando a las autoridades sacerdotales colaboracionistas, enarbolando pretensiones usurpatorias, diciendo a sus discípulos que se armaran con espadas, y que estuvo dispuesto a apoyar a su Dios con armas bien reales en el momento crucial de lo que equivocadamente pensó sería su manifestación definitiva, esto me parece que es lo mínimo que se sigue de una lectura crítica de los textos. Si esta hipótesis no fuera razonable, entonces los evangelios no serían solo textos infestados de incongruencias; serían algo peor: serían cuentos contados por idiotas.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 12 de Noviembre 2014
Hoy escribe Antonio Piñero




Pregunta:

Quería preguntarle por su opinión personal sobre lo que cree que le habría ocurrido a Jesús y sus seguidores si no hubieran fracasado, es decir, si Jesús no hubiese sido detenido y crucificado por los romanos. Cree que podría haber iniciado un levantamiento contra los romanos desde el templo de Jerusalén que podría haber acabado en la independencia de Israel de Roma y el nombramiento de Jesús como sumo sacerdote-gobernador o rey de los judíos de manera similar a como ocurrió con los héroes macabeos frente a los seléucidas anteriormente en el siglo II a. C..
Por otro lado quería añadir que llego a estas conclusiones porque Jesús en vida fue considerado profeta y al final mesías, lo que da a entender que podía tener derechos como rey de los judíos. Gracias.



Respuesta:

Esa hipótesis es un futurible y por tanto difícil de responder. Pero las circunstancias políticas en tiempos de Jesús no eran las mismas que con los monarcas seléucidas, en especial Antíoco IV Epífanes hacia el 168 a.C. De ningún modo, porque Roma bajo Tiberio era ya un imperio potentísimo, y jamás habría permitido el triunfo de una insurrección. Ya se vio clarísimamente en la Gran Guerra del 66-70 d.C.

Además, si es verdad la imagen general de Jesús que pintan los Evangelios aun con sus correcciones, no parece que jamás se hubiera dedicado a formar un ejército en serio, porque para él la implantación del reino de los cielos dependía de Dios absolutamente que tenía sus propias legiones de ángeles.



Pregunta:


Hola Antonio, tanto darle bueltas a la vida de jesus enfocansode en pequeñeses que opina usted del sacrificio de jesucristo por nosotros ante el dios que era mas presente durante la creacion en adelante?. puede ser que nos trato de liberar de Jehova vindandole su energica corporal en la tierra insinuando que la umanidad no esta sola, digo esto enfocando en los sacrificos que le brindaba a Abel y luego que paso el dilubio a Moises. me podria dar su opinion sobre el tema expuesto a debatir?


Respuesta:

Tal como lo cuentan los Evangelios y toda la teología de Pablo y sus sucesores, el esto de las epístolas paulinas del Nuevo Testamento, y podría decirse también lo mismo de los otros escritos, de ningún modo puede pensarse que Jesús con su sacrificio intentó liberarnos del poder de Yahvé como un dios irascible, celoso, etc.


Pregunta:


Prof. Piñero: Casi que intuyo la respuesta pero quiero conocerla por Vd. y sobre todo en sus detalles. ¿Está enterrado y cómo se supone que llegó allí, a Santiago de Compostela, el apóstol directo de Jesús, Santiago? Ello sin olvidar que supuestamente, a su paso por Zaragoza, se la apareció la Virgen, que en ese momento todavía no "había subido al cielo en cuerpo y alma", es decir, que estaba todavía en el planeta. ¿Qué base o qué origen histórico tiene todo esto? Saludos.


Respuesta:


Como puede comprender, es la más pura leyenda. Santiago el Mayor fue asesinado en Jerusalén por orden de Herodes Agripa I, para congraciarse con los judíos enemigos de los judeocristianos (Hechos 12,2). Teniendo en cuenta que no es improbable que Jesús muriera en la Pascua de abril del 33 d.C., y que la iglesia de Jerusalén estaba entonces totalmente encerrada en sí misma –o en todo caso haciendo proselitismo entre los propios judíos de la capital--, que no creían en absoluto en la Virgen, tal como se la imaginó el cristianismo posterior, una aparición de ella es también la más pura fantasía.

Por último, es probable que el origen de la leyenda comenzara a gestarse hacia el siglo VI d.C. con el recuerdo vago de que los seguidores de Prisciliano habían transportado a su maestro --asesinado por el emperador Máximo en Tréveris, en el 389 (aprox.)-- por un camino que al entrar en España siguió más o menos desde los Pirineos una ruta parecida al posterior camino de Santiago y llevó su cuerpo para enterrarlo en el Bierzo, que entonces era Galicia.



Pregunta:


Estimado Profesor: Tengo una duda respecto de la preparación del cadáver de Jesus. He leido las prohibiciones del Shabat, y aunque si prohiben los entierros, hacen excepción en cuanto a la preparación de los cadáveres, entonces, ¿Porqué los textos bíblicos hacen referencia a las prisas por el entierro de Jesús y dejan para el Domingo su preparación? Gracias

Respuesta:


Efectivamente, no estaba prohibido enterrar en Shabat, aunque es norma se puso por escrito 200 años después de la muerte de Jesús. Pero el problema era que ese Shabat era la Pascua de ese año, y según Deuteronomio 21, 23, un colgado es una maldición de Dios y una impurificación del país que según los judíos de entonces habría impedido la celebración de la Pascua.

Pregunta:


¿Tiene alguna posible base histórica la teoría de la conspiración que señala que los evangelios fueron creados por la familia Piso? Y otra pregunta, ¿cuál es la valoración histórico-científica más reciente que hay sobre la sábana santa?



Respuesta:


Supongo que se refiere a la familia de los Pisones. En absoluta ninguna posibilidad... y jamás había oído semejante hipótesis tan fantasiosa.


No puedo pronunciarme sobre la sábana santa. Sencillamente no me ocupo de ella. Pero mi actitud es totalmente escéptica. Además un historiador no se ocupa de lo sobrenatural.



Pregunta:


Si fuera posible profesor, contestarme o ayudarme con información relativa al libro de Daniel. Más precisamente sobre una pregunta ¿cuándo fue compuesto según la filología el libro de Daniel?, ¿en el periodo de Nabucodonosor o en el periodo de Antíoco Epifanes?


Respuesta:


Hacia el 162 a.C. Es un apócrifo muy claro. Entró en la biblia porque los rabinos se creyeron la ficción de la autoría


Sería conveniente que echara un vistazo, por ejemplo, al Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia", de la Editorial Clíe, que comenté un viernes pasado en los dos Blogs y en Facebook.

Saludos cordiales

Martes, 11 de Noviembre 2014
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía IX

Pedro estaba hablando sobre la posesión diabólica y sus circunstancias concomitantes. Los demonios son conscientes de sus deficiencias, pero pretenden suplirlas entrando en las almas y en los cuerpos de los hombres. Toman ciertas cualidades inherentes a la especie humana. Ello condiciona el natural desarrollo de la vida de los posesos. Pero éstos disponen del poder de Dios, muy superior a todos los poderes de los demonios. Para gozar de la ayuda divina, el hombre debe conquistar de alguna manera la voluntad de Dios por medio de las buenas obras.

La posesión está siempre limitada por la vida de fe

La posesión demoníaca está condicionada y limitada o hasta anulada por la fe del poseso. Una fe sincera es incompatible con la posesión diabólica. Una fe débil aumenta el poder del demonio posesor, como lo debilita una fe fuerte. La tarea principal del poseso ha de ser descubrir la forma de ahuyentar al demonio. Si tiene buena voluntad, puede estar seguro de que Dios estará a su lado para devolverle su libertad personal. Pero si el demonio está oculto en el interior del poseso, le infunde ideas, pensamientos y hasta terrores que privan al poseso de la libertad necesaria para actuar con rectitud de conciencia. Porque entre los efectos de la posesión se produce el falso convencimiento de que las ideas de los demonios son los razonamientos lógicos del alma.

La moderación puede ser una solución

Pedro trata de aclarar lo que sucede. Y explica que “los demonios que están ocultos en las almas de los posesos los hacen pensar que no es un demonio el que los aflige, sino una enfermedad corporal, tal como una materia áspera, o una bilis, una inflamación, un exceso de sangre, una meningitis o cualquier otra cosa. Y si también esto fuera así, nada impide que sean una forma del demonio” (Hom IX 12.3). El demonio y su magia pueden enmascarar su conducta real engañando a los posesos con la apariencia de una enfermedad o indisposición corporal. Una manera corriente de engañar es el desorden en la comida y la bebida. El poseso actúa llevado por la inteligente magia del diablo, que domina las técnicas del engaño con experiencias multiseculares. Pero lo material del alimento permanece en el cuerpo como un veneno terrible. De lo que se desprende que un medio de combatir la posesión diabólica es una vida de moderación. Es como quitar a los demonios la posibilidad de servirse de las facultades corporales de sus poseídos.

Engaños y asechanzas de los demonios

La impresión que se desprende de la posesión diabólica es que los demonios no tienen prisa. Es frecuente que en el principio traten de mantener en secreto el hecho mismo de su posesión para no alarmar al hombre indefenso e impedir que tome precauciones. Pero en el momento adecuado, bien por una circunstancia negativa, arranque de ira, contrariedad en el amor o cualquier otra causa, el demonio produce un daño al cuerpo del poseso. Y de todos modos, cuando los demonios se dirigen al fuego de su castigo, arrastran a las almas unidas a ellos y las hacen partícipes del fuego y del castigo que para los demonios es su destino natural.

Estrategias nuevas de los demonios

Hay otros hombres a los que los demonios engañan haciéndoles creer que las pesadumbres que sufren son consecuencia del abandono de los dioses porque los hombres se han olvidado de ellos. Lo que los lleva a recurrir al presunto y falso remedio del culto y los sacrificios. Todo es puro engaño y seguro castigo por una vida de idolatría y de injusticia generalizada. También caen en la desconfianza en los hombres buenos y justos que podrían prestarles ayuda y orientación en sus aporías. Los demonios se encargan de sembrar en las almas de los hombres la idea de que la religión es una forma de desviar a los creyentes del camino de la salvación. Por esa razón renuncian de hecho a la ayuda de los justos como si fueran precisamente los enemigos de sus almas. Es decir, se quedan sin el servicio de los hombres más generosos y dispuestos a prestar su ayuda a los necesitados.

Los demonios presentan a los fieles como enemigos de la humanidad. Con ello alejan a los posesos del camino y los medios de su salvación. Penetrados por la magia de los demonios, los posesos son incapaces de descubrir el origen de los malos pensamientos que se imponen a todos sus actos. Por si algo faltaba, los demonios tienen la habilidad de aparecérseles en formas diversas. A veces recomiendan remedios eficaces para graves enfermedades, con lo que consiguen honores divinos. Y tratan de ocultar hasta el hecho de que existen demonios para evitar las cautelas de los descuidados. A unos los atemorizan, a otros dan oráculos, solicitan sacrificios y ordenan comer con ellos con el fin de devorar sus almas. Desde el interior de los posesos practican los demonios toda una teoría de estrategias para consumar la perdición de los posesos.

Pedro resume su doctrina con claridad absoluta. Según él, “como las terribles serpientes atraen con su aliento a los gorriones, así también los demonios atraen a su voluntad a los que participan de su mesa, mezclándose con su mente mediante la comida y la bebida. Se transforman a sí mismos en sueños según la figura de las estatuas, para aumentar el error” (Hom IX 15,1). Los sueños son, en efecto, un medio de embaucar a los hombres incautos, tanto más cuanto que los sueños suelen confundirse frecuentemente con la realidad.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro














Domingo, 9 de Noviembre 2014
Hoy escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Quisiéramos conocer su opinión sobre de la tesis del profesor O´Callaghan acerca de la identificación del papiro 7Q5, encontrado en la cueva 7 de Qumran. Mantiene la idea de que dicho fragmento corresponde al evangelio de Marcos (Mc 1,2-3). De ser cierta esta identificación, ¿habría que datar la redacción de Marcos antes del año 50?. No sabemos la fiabilidad del aparato estadístico que acompaña dicha propuesta.

Respuesta:


Hoy día parece ya resuelta una cuestión científica de importancia suscitada en 1972. En este año José O’Callaghan, jesuita español ya fallecido, profesor entonces del Instituto Bíblico de Roma, creyó poder demostrar que algunas obras neotestamentarias habían sido copiadas en Qumrán. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados en la revista Biblica, órgano de ese mismo Instituto. Sobre todo llamó la atención del mundo científico la hipótesis de O’Callaghan de que en la cueva VII de Qumrán (7Q) se podría haber encontrado un fragmento (el número 5, de ahí 7Q5) del Evangelio de Marcos, en concreto 6,52-53. Afirmaba también que en la misma cueva se habían hallado restos de copias de otros libros del Nuevo Testamento: Hechos de los Apóstoles, Romanos, 1 Timoteo, Epístola de Santiago.

La hipótesis fue una verdadera bomba en el mundo cientí¬fi¬co, porque de ser cierta escritos cristianos considerados hasta el momento como tardíos (es decir, compuestos entre el 70 y el 100 d.C.) habrían sido redactados y difundidos antes del año 60. En el 68 fue aniquilado Qumrán por los romanos, por tanto, habría que pensar en unos años antes para que esos textos fueran compuestos, se difundieran, adquirieran fama y fueran copiados allí. Además el texto de tales fragmentos coincidiría substancialmente con la forma textual en la que los conocemos hoy, lo que indicaría que la transmisión manuscrita desde los primeros momentos había sido absolutamente fiable.

Según la hipótesis de O’Callaghan habría que modificar no sólo la cronología del Nuevo Testamento, es decir, la fecha de composición de sus escritos, sino todas las ideas sobre cómo evolucionó la teología del cristianismo primitivo a lo largo de la segunda mitad del siglo I y primeros años del II, evolución que las ciencia histórica había ido formando trabajosamente a lo largo de los últimos doscientos años. Por ejemplo: una obra como los Hechos de los Apóstoles, cuya mentalidad teológica se emplazaba hasta el momento entre los años 90 100 d.C., ¡debía adelantarse por lo menos 50 años en su fecha de composición!

Desgraciadamente, la teoría del investigador español está llena de dificultades. Ciñéndonos al caso más importante, el del Evangelio de Marcos, debemos señalar que de las aproximadamente 20 letras conservadas en el fragmento 7Q5 de Qumrán sólo se identifican bien 14; las otras 6 deben leerse de un modo algo distinto al usual, y, lo que es más grave, para que este fragmentito concuerde con el texto de nuestro evangelio actual habría que suponer en un pasaje tan breve –Mc 6,52 53— nada menos que la omisión de tres palabras, omisión que no aparece en nin¬guno de los 2.400 manuscritos que poseemos del Evangelio. Diversas combinaciones con las letras claramente legi¬bles, efectuadas por un ordenador, han dado la posibilidad de que ese pequeño frag¬mento fuera identificable, también con leves di¬ferencias, con otros textos del Antiguo Testamento o de los Apó¬crifos, o incluso con algún pasaje de la literatura griega clási¬ca.

Pero el reciente descubrimiento de que cada hoja de papiro es identificable porque sus fibras tienen una disposición especial y única, casi como una huella digital, demuestra que 7Q5 forma parte de otro trozo suelto de un manuscrito descubierto en la misma cueva que 7Q5. Ambos fragmentos fueron escritos en la misma hoja de papiro. Como el texto del segundo trozo es más amplio, se ha podido identificar sin duda alguna como parte del antiguo Libro de Henoc. Por tanto 7Q5 forma otra parte de ese mismo libro. La identificación con el Evangelio de Marcos parece, pues, imposible. Igualmente se ha procedido con otros presuntos fragmentos del Nuevo Testamento en Qumrán, identificados como partes de obras que no pertenecen al Nuevo Testamento.

En conclusión: no hay textos del Nuevo Testamento entre los manuscritos del Mar Muerto.

Es probable que la datación del Evangelio de Marcos haya que situarla por lo menos en el 75 d.C. y quizás hacia el 79 d.C. , de acuerdo con las conclusiones del siguiente artículo:

REDATACIÓN DE MARCOS, MATEO Y EL «PEQUEÑO APOCALIPSIS»
DE LA DIDAJÉ
REDATING OF MARK, MATTHEW AND THE “LITTLE APOCALYPSE”
OF THE DIDAJE
PEDRO GIMÉNEZ DE ARAGÓN SIERRA
Universidad de Sevilla
pgimsie@acu.upo.es
ARYS, 10, 2012, 163-190 ISSN 1575-166X



CONCLUSIÓN

La redatación de estos tres “Pequeños Apocalipsis” -el de la Didajé en época de Nerón
pero antes de la Guerra Judía; el de Marcos justo después de la toma de Masadá [la causa es que Maros es el primer autor en toda la literatura griega que nombre la “Decáapolis y ´sta no se dundó sino hasta el 72-75 por Vespasiano; y si se añade que quizás Marcos conocía la Historia Naturalis de Plinio, publicada en el 79, ya que repite algunos errores geográficos de Plinio el Viejo en su Evangelio, habría que datarlo hacia esa fecha] y la instalación de la X Legión en Jerusalén y el de Mateo a finales del siglo I, explica las diferencias existentes entre los diversos tipos de concepciones apocalípticas de cada uno.

Si la Didajé aún no veía signos históricos del Fin, aunque lo situaba cerca, y Marcos veía la cuestión como algo inminente, el autor de Mateo, alejado ya no sólo de la muerte de Jesús, sino también de la Guerra Judía e incluso de la época Flavia, consideró necesario manipular los “Pequeños Apocalipsis” de Didajé y Marcos entrelazándolos e introduciendo palabras, como las añadidas a Mc 13,10: “Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo… en Mt 24,14 e incluso párrafos sumados a los versículos del Pequeño Apocalipsis de Marcos (cuatro parábolas que hacían hincapié en el hecho de que nadie sabía cuándo se iba a producir la Parusía, pero que había que permanecer atentos y vigilantes, porque sucedería cuando menos se esperase).

La generación de los apóstoles había ya prácticamente desaparecido (el primo de
Jesús, Simeón ben Cleofás, sería ejecutado en torno al año 100), por lo que el rebaño
se impacientaba temiendo que se incumpliese lo predicho en Mc 13,3095. Había que
reanimarlo con la misión a los gentiles, ya que sólo cuando esta hubiera terminado,
Jesús regresaría entre nubes y con el sonido de las trompetas angelicales. Por otra parte,para evitar la desaparición de las comunidades cristianas que comenzaban a expandirse por todo el Imperio, qué mejor antídoto que el celo misionero. La expansión fuera de Judea era la mejor forma de combatir el desánimo que producía el incumplimiento de la profecía del Fin de los Tiempos.

Nota 95 El versículo marcano -“En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda”-, fue copiado en Mt 24,34 pero enmendado en Mt 24,35 con la frase de Lc 21,33: “El cielo y la tierra pasarán más mis palabras no pasarán”, que parecen decir que todo pasará, incluso “esta generación”.



Saludos cordiales
Domingo, 9 de Noviembre 2014
Un excelente Diccionario de la Biblia (538)
Hoy escribe Antonio Piñero

Hace tiempo colaboré en algunos lemas/voces/artículos (el feo anglicismo “entradas” lo dejamos para el teatro, cine o deportes) en el impresionante “Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia”, de la Editorial CLIE (c/ Ferrocarril 8, 08232 Viladecavalls (Barcelona, España), que recibí hace tiempo en casa. Estoy, pues en deuda ante el comité editorial dirigido por Alfonso Romero Berzosa y ante el revisor general, Juan María Tellería Larrañaga. Hoy cumplo con mi deuda de hacer algunos comentarios sobre esta obra, pidiendo disculpas por la tardanza ya que me he dedicado a usarlo.

De entrada diré que es imponente por su volumen: son 2673 pp., en papel biblia, a dos columnas, de tamaño folio, con un caudal de información enorme. Es, a pesar de su tamaño, muy manejable porque no es demasiado grueso y su encuadernación es magnífica, de esas en las que el lector abre el libro sobre una mesa y éste se queda en esa posición, sin cerrarse. Los autores de los diferentes artículos son cerca de 160, y son conocidos por haber escrito algo importante sobre lo que escriben. Los autores son de variadas orientaciones. Desde luego, como la dirección es protestante/evangélica, abundan más los concordes con esta línea, pero puedo decir que –después de haber utilizado este diccionario leyendo muchos artículos-- no he experimentado el menor sesgo sectario. Ni tampoco en los autores católicos, que los hay, o independientes. Se trata de verter en cada concepto lo que dice la filología, la historia, la crítica literaria y la teología, señalando bien claro los campos.

Una enciclopedia, si es buena y fiable, como ésta, es utilísima, ya que es imposible abarcar con solvencia ni el cinco por ciento de lo que debería saber un investigador de cualquier disciplina. Y más hoy, cuando la bibliografía es abundantísima. Estoy de acuerdo con los editores que una enciclopedia es “un medio único, rápido y sistemático, de adquirir conocimientos, ya que sus páginas desvelan la vastedad del saber y se ofrecen para orientar al lector en el arduo camino de su aprehensión” (p. V). Creo que cualquiera estaría tentado de abandonar las lecturas más recientes y dedicar cada día un buen tiempo a leer pausadamente todos los artículos de una buena enciclopedia como ésta. Creo haber leído en alguna parte que eso fue lo que hizo Aldous Huxley (muerto en 1963), novelista, poeta y ensayista, quien tuvo tiempo para leer todos los artículos de cada uno de los tomos de la Enciclopedia Británica. En el caso del presente Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia” merece la pena hacerlo.
Los diferentes artículos no eluden presentar al lector las diferencias existentes en la exégesis o en la interpretación histórica, así como los debates actuales entre los especialistas en cada tema, si los hay. Pero cada autor expresa su propia interpretación: no hay línea directriz obligatoria alguna impuesta por los editores.
El contenido del Gran Diccionario es el usual, es decir, lemas/voces/artículos dedicados a todos los libros de la Biblia, incluidos deuterocanónicos (el uso de este vocablo es un buena muestra del respeto por los lectores católicos de esta obra) y apócrifos o pseudepígrafos a todos los topónimos, personajes, flora y fauna, objetos de la vida diaria o mencionados expresamente en los libros bíblicos, geografía, historia de ciudades, reyes, dinastías, etc., instituciones políticas; temas teológicos y religiosos en general, aspectos interesantes de los métodos exegéticos judíos y cristianos , traducciones antiguas de la Biblia, etc.

Este Diccionario presenta también las voces hebreas/arameas y griegas (y su correspondiente latino en la Vulgata) con una transliteración clara, inteligible, no necesariamente fonético-científica, que es muy complicada, con definiciones breves de cada término. Cada uno de ellos lleva un número que corresponde a la Concordancia de Strong muy usada en lectores de la Biblia en lengua inglesa, y también en castellano, ya que hay traducción en nuestra lengua. La versión bíblica generalmente utilizada en las citas es la de Reina-Valera, pero en su edición revisada, pero hay artículos en los que cada autor presenta su propia, u otra traducción, señalándola convenientemente.

Y con esto termino. Creo que la mejor alabanza de esta obra la he dicho ya. Merecería –si la vida no nos impusiera a veces la especialización-- la pena dedicarse a leer lentamente todos sus artículos. La idea general que se obtendría de la ciencia bíblica actual sería muy buena, segura y no sesgada. Ante la obra surge de inmediato la natural exclamación admirativa: “¡Cuánto tiempo empleado en este colosal Diccionario!”. Pero ha merecido la pena, sin duda alguna.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 7 de Noviembre 2014
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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