CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:


Primero, cuál es la cronología más aceptada de los profetas según los académicos hoy día en relación con la redacción posterior de la Torá?


Y segundo, he leído en alguna parte -me parece que de algún grupo cristiano ahora pretendido judío- que los primeros discípulos de Jesús no fueron llamados realmente Cristianos o Mesianistas como título distintivo en el siglo I E.C. pues ser mesianista era algo común dentro del ámbito de los judíos observantes, como entre los Esenios y los Fariseos, entre otros muchos, que eran también mesianistas. Estos han planteado que en los Códices griegos más antiguos, el Sinaítico y el Vaticano del siglo IV, se puede notar que el término Christianos (Cristiano, Mesiánico o Mesianista) no aparece, sino que en su lugar los Códices usan otros términos griegos como Chrestianos (en el Códice Sinaítico) y Xreistianos (en el Códice Vaticano) ambos términos provenientes de chrestós que significa básicamente 'Bondadoso' o 'Bueno', siendo llamados entonces "los bondadosos" o "piadosos". Me ha parecido risible esta hipótesis y sin fundamento histórico ninguno, pero en efecto me parece que Chreistianós y Christianós son dos palabras distintas. Con sus conocimientos en filología, por favor ilumíneme un poco en esto.



RESPUESTA:


1. Desde el siglo VIII a.C., partes de Isaías y Oseas, hasta el siglo II a.C. Daniel.


2. La hipótesis es ciertamente risible. Pero, a la vez también es posible que Chreistianós y Christianós no seann dos palabras distintas, pues ee trata de meras diferencias ortográficas entre los copistas. El problema para ellos es que desde el siglo III a.C. (sic) comenzaron a perderse las diferencias entre vocales breves y largas; se perdió también la diferencia entre /e larga/ e /i/; se diptongaron en /i/ los diptongos /oi/ y /ei/.


Por ello, los copistas se equivocan continuamente. Las diferencias de ortografía son tan numerosas entre los manuscritos que es posible que pasen de 300.000 entre los aproximadamente 5.000 manuscritos y leccionarios que tienen los evangelio, todo el Nuevo Testamento (muy pocos) o una obra, u obras varias del Nuevo Testamento.


Según Josep Montserrat, Tácito afirma que «La gente los llamaba chrestianos» (Anales XV 44,2), y luego rectifica el error: no son «chrestianos», sino «c(h)ristianos», puesto que su nombre viene de un tal «Cristo».


Pregunta:

Sucede que por internet está circulando mucho una supuesta traducción del Padre Nuestro en arameo. A mí me queda claro que es falsa la historia, como muchas cosas que se difunden en internet, y que mas parece una oración tipo"new age" que otra cosa, pero me gustaría estar mas informado y por eso recurro a un erudito en estos asuntos como Usted. Ojalá me pueda responder, sé que si tiempo es muy valioso pero estaría bien hacer un desmentido de esta historia que mucha gente se esta creyendo.


RESPUESTA:


No haga caso en absoluto de semejantes tonterías. Es evidente que la lengua materna de Jesús era el arameo, pero no se ha descubierto absolutamente nada respecto a ninguna fórmula del Padrenuestro. En todo caso podría ser algún resto de papiro procedente de Egipto. Sería algo tan sensacional que el mundo científico lo habrá ya valorado. Es un bulo carente de interés científico.



Pregunta:


Dónde puedo encontrar la tercera carta a los corintios para leerla y guardarla? Por favor.



RESPUESTA:


En la edición de los "Hechos Apócrifos de los Apóstoles", Hechos apócrifos de Pablo y Tecla", que es el volumen II de la edición. Editorial BAC, Madrid, 2005, nº 656.
Para mayor información, vea, por favor, mi Página Web (www.antoniopinero.com) y busque en “Obras” y tendrá probablemente lo que necesite.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 8 de Enero 2016
Escribe Gonzalo Fontana

Universidad de Zaragoza



Hemos advertido de antemano de que sólo vamos a dar cuenta de una parte de la argumentación, podemos pasar a nuestro examen centrándonos sólo en los aspectos que podemos tratar sin recurrir a impertinentes tecnicismos. Y para ello nos vamos a dejar guiar por dos ilustres especialistas, A. N. Sherwin-White y R. Syme, quienes, orillando otras cuestiones, se detuvieron en la datación del famoso censo, problema respecto al cual ofrecieron dos soluciones muy distintas. Así, Syme, (1984), “The Titulus Tiburtinus”, en: A. R. Birley (ed.), Ronald Syme, Roman Papers III, Oxford, pp. 870-886, atribuyó el origen del yerro a la vaguedad con que se recordaban los acontecimientos de la historia del judaísmo palestinense. Se trataría, pues, de un mero error cronológico, fruto del simple desconocimiento; en cambio, según Sherwin-White (1963, “Quirinus, a note”, en: Roman Society and Roman Law in the New Testament, Oxford, pp. 162-171), la fecha lucana se debía a un intento consciente de rechazar “la tradición que sigue Mateo, la cual relacionaba el nacimiento de Jesús con Herodes y Arquelao” ( Mt 2, 22).


Y no es inverosímil que sea así: los textos cristianos primitivos constituyen la materialización de las creencias y las inquietudes de las comunidades que los produjeron; y no sería imposible que, en este punto, la comunidad lucana quisiera marcar su identidad respecto a la de Mateo, caracterizada por un indisimulado judaísmo. En efecto, el autor lucano y los destinatarios de su grupo constituían, a fines del siglo I, una facción excéntrica en el cristianismo de su época. En un movimiento que, inicialmente, había tenido una indudable impronta judía, ellos constituían la avanzada de lo que sería el cristianismo del futuro: una religión formada por gentiles, más sensibles al contexto romano al que pertenecían que al pasado judío de los grupos representados por un Jesús perseguido por Herodes, personaje que, de hecho, no tiene ningún papel en el tercer evangelio. De ahí que ubicaran a su mesías en unas coordenadas completamente distintas a las de los relatos judaicos de Mateo.


Y lo que es más, un mensaje interpretable en términos políticos acaso resultase peligroso, ya que podría despertar el inquisitivo interés de las autoridades romanas. Los fieles de su comunidad, desprotegidos de la protección jurídica de la sinagoga, tenían que transitar por su realidad con más precauciones que sus coetáneos judíos —los fieles del grupo antioqueno de Mateo todavía lo son y gozan de ciertas inmunidades— y tenían que ser más cautelosos en sus manifestaciones ante el poder romano. Así pues, y aunque seguía ostentando el título davídico, de indudables resonancias nacionalistas (p. ej. Lc 1, 32; 1, 69), el mesías de Lucas se manifestaba mucho más capaz de dialogar con Roma que en décadas anteriores.


Y para ello, el autor del tercer evangelio recurrió —así lo he sostenido en algún trabajo reciente— a un argumento de corte histórico muy sutil, pero altamente significativo para sus contemporáneos: subrayar las diferencias entre Jesús y el resto de los mesías palestinenses; en particular, Judas el Galileo, el más importante de los levantiscos insurrectos judíos del siglo I, personaje al que él conoce muy bien, tal como evidencia su propia mención en los Hechos de los apóstoles:

Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres. Porque hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le seguían se disgregaron y quedaron en nada. Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron. (Hechos 5, 35-37)


Más allá del craso error de ubicar a Teudas en una fecha anterior a Judas el Galileo —Josefo, mejor informado, lo data entre el 44 y el 46 d. C. (AJ XX 97-99)—, resulta muy significativo que el autor del texto conecte a este Judas con un censo que no puede ser otro que el de Quirino. En efecto, la enfática expresión “en los días del empadronamiento” da a entender que el autor y sus destinatarios no conocían ningún otro censo. Esto es, y según mi hipótesis, el evangelista estableció en su mente un triángulo formado por los siguientes elementos: el mesías Judas, el censo del año 6 (que él, poco escrupuloso con las cronologías, había situado en época de Herodes) y el mesías Jesús. Al fin y al cabo, si fue capaz de desplazar 45 años a Teudas, ¿por qué no iba a mudar 12 o 14 años el censo sirio?


La lectura de la obra de Flavio Josefo evidencia el efervescente estado de agitación política en el que vivía la Palestina del siglo I, agitación que, por supuesto, se canalizaba a través de la periódica actuación de líderes político-religiosos que incorporaban, de una manera u otra, indiscutibles rasgos mesiánicos. La lista de estos personajes es muy amplia y el interesado podrá hallar cumplida referencia sobre la cuestión en el minucioso trabajo de L. Miralles Maciá (“La figura del mesías según los historiadores judeo-helenísticos, Filón de Alejandría y Flavio Josefo”, Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, 64.2, pp. 363-395). Por supuesto, Josefo jamás los denomina “mesías”; y, en cambio, multiplica contra ellos los calificativos de “salteador”, “embaucador” o “mago”. Sin embargo, lo cierto es que estos individuos asumían en sus manifestaciones y comportamiento las características que las sucesivas profecías del pasado judío habían ido atribuyendo a la misteriosa figura del Salvador, en particular la condición regia. Basten dos ejemplos: así, Manahem, uno de los líderes de la revuelta judía del a. 66, quien era hijo o nieto de Judas el Galileo, “… había subido a rezar [al Templo] con su actitud arrogante y vestimenta real.” (Guerra de los judíos II 444). Y de la misma manera, también es posible que se autoproclamara mesías Simón bar Giora, otro de los jefes de los sublevados en la Primera Guerra Judía, quien se entregó a los romanos en el Templo revestido de la púrpura real (Guerra de los judíos VII 29).


Pues bien, el más importante de estos rebeldes fue, como decimos, Judas el Galileo, hijo del jefe de una banda de insurrectos, que encabezó una revuelta contra Roma que tuvo en jaque a las autoridades durante largo tiempo. Y el motivo que desató su movimiento fue precisamente el censo tributario del año 6 (AJ XVIII 1, 4-5; asimismo, Guerra de los judíos II 56). Según Judas, los judíos no podían reconocer a otro rey que Yahvé, ni debían pagar sus impuestos a los romanos. No sabemos de su fin, pero sí que sus hijos continuaron su lucha y que dos de ellos, Simón y Jacobo, fueron crucificados en 46-48 por el procurador Tiberio Alejandro (Antigüedades de los judíos XX 5, 2). De igual manera, otro de sus descendientes, Eleazar ben Ya'ir, comandó la última y desesperada resistencia en Masada contra los romanos. A poco que meditemos sobre los datos que acabamos de presentar nos hallamos ante una familia que, al menos durante cuatro o cinco generaciones, se halló en el centro de las operaciones mesiánicas destinadas a emancipar Judea del yugo romano.


Así pues, el autor lucano no consideraba el censo augusteo un mero dato cronológico, ni tampoco una simple operación midrásica para dar cumplimento a las profecías veterotestamentarias. Su propósito era, sobre todo, establecer una inequívoca diferenciación entre Judas, el feroz enemigo de Roma, y Jesús, quien comienza su vida sometiéndose al censo, justo al contrario que el maléfico y violento cabecilla galileo. La alusión, pues, está destinada a caracterizar a su mesías, haciendo de él una figura más asumible por sus destinatarios gentiles, poco sensibles a las inquietudes nacionalistas judías; y, sobre todo, menos conspicua ante las autoridades romanas. Así, el tercer evangelio da cuenta de un Jesús mucho más espiritual, humanitario y desligado de los conflictos terrenos y políticos, lo cual no es incompatible con la innegociable radicalidad de su propuesta ética.


Éste es el argumento fundamental que justifica la existencia del extraño, y nunca emitido, decreto de Augusto del tercer evangelio. Cuestión secundaria es si su autor decidió datar el nacimiento de Jesús a sabiendas del piadoso enredo literario que estaba propiciando, o si, como mantiene Syme, su yerro fue fruto de la simple ignorancia, disyuntiva que, en el fondo, es poco relevante. Lo importante es que, con su escueta referencia al príncipe, lograba enviar al “muy poderoso Teófilo” (krátiste Theóphile), esa misteriosa figura que personaliza el poder romano en su obra, un mensaje inequívoco sobre las pacíficas intenciones de su grupo; y, para ello, no dio con mejor expediente que conectar a su mesías con un personaje de cuya voluntad tenemos hoy la constancia más tangible: dos décadas antes de que aquel lejano e ignoto faccioso galileo hiciera frente al poder imperial, al otro extremo del mediterráneo, Gaius Iulius Caesar Octavianus Augustus había fundado —y esta vez sí había mediado aquí un edicto auténtico— la colonia Caesaraugusta, la ya vieja ciudad de Zaragoza.


A este propósito he escrito otro pequeño trabajo que cito por i a alguien le interesa:

FONTANA ELBOJ, G. (2014), “Falsificación histórica y apología mesiánica en el cristianismo primitivo”, en F. Marco, F. Pina, J. Remesal (eds.), Fraude, mentira y engaño en el mundo antiguo, Universidad de Barcelona, pp. 9-37.

Saludos cordiales de

Gonzalo Fontana
Jueves, 7 de Enero 2016
Escribe Gonzalo Fontana Elboj

Universidad de Zaragoza


Desengañémonos: la más elemental de las reflexiones sobre la verdad del mundo nos pone ante una realidad tan incuestionable como poco alentadora para las gentes de la academia: durante muchos siglos, los únicos conocimientos precisos que la mayoría de la población europea tuvo sobre la Roma pagana se reducían a dos muy escuetas noticias relativas, respectivamente, a Augusto y a Poncio Pilato. Y ello sólo porque ambos conformaban los jalones del drama de Jesús de Nazaret, nacido en Belén por un decreto imperial y ajusticiado en Jerusalén por la arbitraria actuación de un pusilánime jerarca romano. De no ser por eso, aquella masa iletrada jamás habría tenido ninguna noción más concreta de su glorioso, pero fenecido, pasado romano.

De hecho, resulta irónico que un oscuro prefecto provincial, que, en otras circunstancias, sólo habría merecido el interés de algún epigrafista puntilloso Poncio Pilato (véase Annales Epigrapahiques 1963, 104; Cesarea Maritima), haya alcanzado un renombre que muchos de sus coetáneos habrían considerado ciertamente inmerecido. Con todo, la reiterada fórmula del Credo dominical —“padeció so el poder de Poncio Pilato”— instruía eficazmente a la feligresía. Muchos más eran, claro está, los méritos del príncipe para perdurar en el recuerdo de los hombres; y, sin embargo, sin el vínculo circunstancial con Jesús, y en un mundo en el que Roma era patrimonio de las gentes de letras, también su nombre habría arrumbado en el olvido de los más. No menospreciemos el poder del Leteo.

Una pequeña inquisición callejera hoy día sobre el origen y el nombre de la ciudad de Zaragoza sería reveladora y edificante. Con todo, y por más que no se tratara de un genuino recuerdo histórico, la liturgia navideña mantuvo vivo el nombre de Augusto César: a poco latín que entendieran, durante 15 siglos los fieles supieron del nacimiento de Jesús en su reinado: “Factum est autem in diebus illis, exiit edictum a Caesare Augusto ut describeretur universus orbis...” = En aquellos días salió un edicto de César... Hoy, empero, 50 años de liturgia postconciliar, así como los estragos de varios planes educativos, nos aconsejan verter al cotidiano romance la sonora y arrinconada Vulgata:


Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito... (Lc 2, 1-7)


Una lectura superficial de las breves frases con las que el autor del tercer evangelio da comienzo a su narración podría inducirnos a suponer que éstas constituyen una relación aséptica de las circunstancias del nacimiento de Jesús, acaecido en Belén con motivo de un censo romano: el empleo de la fórmula “siendo gobernador de Siria Cirino” —con ese genitivo absoluto tan familiar para quien cursó su bachillerato de letras— sería, sin más, un recurso estereotipado para datar el acontecimiento en el marco de una prosa historizante. Ahora bien, no podemos despachar la cuestión de forma tan sencilla. Y es que la mención no es, en ningún caso, una simple indicación temporal: el evangelista tenía muy poderosas razones para imbricar su relato en un marco histórico tan preciso; y es que necesitaba conciliar dos hechos: de un lado, que Jesús procedía de la norteña Galilea, lo mismo que su familia, residente habitual en aquella región (Mc 6, 1-3); de otro, que el Mesías tenía, indefectiblemente, que nacer en Belén de Judá, patria del rey David, tal como habían predicho los profetas (Miqueas 5, 1, 3; Mateo 2, 5-6).

Nos hallaríamos, pues, ante un relato de esos que los especialistas llaman “narraciones haggádicas” (narraciones expansivas a propósito de la Biblia propia de rabinos) y que están destinados a dar cumplimiento a los vaticinios veterotestamentarios: como el Mesías que tenía que nacer en Belén, el evangelista habría creado un relato en el que Jesús nacía en Belén. Mas, ¿cómo pudo ser así, si su familia residía en Galilea? Porque los padres de Jesús habían tenido que salir de Nazaret para ir a empadronarse en Belén, lugar al que José se sentiría vinculado por ser descendiente de David. O de otra manera, el autor lucano habría buscado una situación histórica concreta como marco narrativo verosímil para el nacimiento de Jesús, operación que, de paso, le permitía establecer una solapada distancia con el sistema ideológico augusteo:


Al afirmar que la salvación tiene lugar en la historia, toma un color político: la teología política de Augusto, reforzada especialmente en Oriente por la veneración religiosa del monarca, queda aquí desenmascarada y absorbida por la afirmación cristológica. (F. Bovon El Evangelio según san Lucas I (Lc 1, 1-9, 50), Salamanca, Sígueme, pp. 171-175. 2005, p. 172)


Ahora bien, semejante ambientación, si bien muy exitosa desde el punto de vista teológico, resultaba de lo más problemática como relato histórico: así lo manifiesta J. A. Fitzmyer (El evangelio según San Lucas, Madrid, Cristiandad, 1987, vol. II, pp. 207-220.), el más prestigioso de los comentaristas del Evangelio de san Lucas: “... quedará bien claro que la cuestión del censo es un recurso puramente literario para relacionar a José y María, residentes en Nazaret, con Belén”. En efecto, no es fácil aceptar que el galileo José tratara de censarse en la aldea en la que había nacido un ilustre antepasado mil años antes. ¿O acaso resulta verosímil que tuviera posesiones en Belén? Es de suponer que el poder romano, interesado en la recaudación fiscal, desease censar a sus súbditos en su residencia y no en lugares con los que no tenían nada que ver desde el punto de vista tributario. Así, por ejemplo, lo demuestra el edicto de un prefecto de Egipto en 104 d. C., en donde se explicita que el censo se ha de realizar en el domicilio, y no en el lugar de origen:


Gayo Vibio Máximo, procurador de Egipto, declara: ‘Habiéndose iniciado el censo por casas, es preciso que se anuncie a todos aquellos que, por cualquier causa estén ausentes de sus nomos, que regresen a sus hogares, no sólo para que cumplan el acostumbrado menester del censo, sino para que se dediquen a los cultivos que les conciernan’. (Papiro de Londres III 904). [trad. G. Fontana]


Más todavía se puede decir de los demás problemas que suscita el texto: como subraya el padre Fitzmyer, los censos romanos eran de alcance provincial y no universal, tal como quiere dar a entender el autor evangélico; por no hablar del grave error cronológico de datar el censo en vida de Herodes el Grande (muerto el a. 4 a. C.), siendo que este empadronamiento, según consigna Flavio Josefo (Antigüedades de los Judíos XVIII 2), aconteció en el año 6 d. C. Así pues, el objetivo de esta pequeña nota es el de determinar, sin excesivos tecnicismos, si los yerros del pasaje se deben a simples deslices de un autor más fajado en la exégesis escriturística que en el arte de la precisión histórica, o si son, más bien, resultado de una operación deliberada. O de otra manera, nuestro pequeño homenaje a Augusto consistirá en tratar de explicar por qué razones el autor del tercer evangelio decidió incluirlo en su relato.


No obstante, y antes de proseguir con nuestra argumentación, hemos de aclarar que la solución a este problema ya ha sido ampliamente trabajada por muchas generaciones de historiadores y pasa, necesariamente, por el examen de ciertas cuestiones que aquí resultan inabordables: de un lado, habría que averiguar si Quirino organizó, en realidad, dos censos, hipótesis que exigiría que hubiera sido dos veces gobernador de Siria, lo cual es muy poco verosímil y además nos arrastraría a una discusión epigráfica muy compleja. En efecto, es posible reconstruir en parte su carrera política a partir de varias inscripciones fragmentarias y de difícil interpretación gramatical. En rigor, y según las interpretemos, nos hallaremos ante una u otra solución. Y es que, como señala F. Bovon, “se ha escrito todo lo posible para armonizar a Lucas y a Flavio Josefo”, y para ello se ha releído el material epigráfico de las formas más interesadas y retorcidas. Así, el muy acreditado Theodor Mommsen no tuvo ningún empacho en atribuir a nuestro gobernador de Siria una inscripción muy dañada (Corpus Inscriptionum Latinarum XIV 3613), en la que, de hecho, no había atisbo de su nombre. Sin embargo, una vez aceptado que él era el titular del epígrafe —tal era la autoridad del sabio germano—, ya estaba claro que había sido gobernador de Siria en dos ocasiones y, por tanto, no había discrepancia entre la nota de Lucas y la información historiográfica de Josefo, textos que estaban aludiendo, pues, a distintas realidades históricas.


Sin embargo, a día de hoy, la crítica contemporánea ya ha desistido de buscar ese fantasmal primer censo de Quirino: existe un consenso universal en que sólo hubo un único censo, el del año 6 d.C. Otro problema del que tampoco nos podremos ocupar aquí pasa por desentrañar el sentido de la expresión “haúte he apographè próte”, la que el traductor de la Biblia de Jerusalén ha despachado con su “Este primer empadronamiento...”. En efecto, como enfatiza el padre Fitzmayer, “la construcción es bastante áspera en griego y crea problemas para interpretar la frase...”, es evidente que un examen de esta cuestión sólo nos llevaría a una extemporánea discusión sobre sintaxis griega, impropia de este ámbito.

Mañana concluimos

Saludos cordiales de Gonzalo Fontana
Miércoles, 6 de Enero 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Usted se ha manifestado defendiendo lo obvio, y es que el Mesías Yahshua Hamashiaj o Jesús, fue un hombre estrictamente Judío, y que él no fue el fundador del Cristianismo, pero si el fundamento. El Mesías en muchas ocasiones habla del padre en tercera persona, y él es, supuestamente, quien acuña al famoso Padre Nuestro (Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre etc, etc). Si nos ceñimos a un pasaje de la toráh Devarim-Deutoronomio 6:4 nos dice así: Shema Yisrael, Yahweh Eloheinu, Yahweh ejad= Escucha Israel, Yahweh nuestro Elohim (Dios), Yahweh uno es. Si entendemos que en cuanto al siglo uno debemos hablar de cristianismos y hasta Judaísmos en plural, a pesar de eso, el concepto de Dios que quiere mostrar el Mesías, es el concepto monoteísta, pero, obviamente no trinitario. Las trinidades son una herencia pagana del cristianismo; ya que la Roma pagana ya conocía y celebraba a varias trinidades, como la Egipcia o la suya propia (Isis= Virgen María). Yo creo que el Padre nuestro es una afirmación muy clara de un hombre que le dice abiertamente a sus seguidores, que oren al Dios unitario, al todo; pero no en esa versión griega, de hacer a sus dioses a su imagen y semejanza (el panteón griego está formado por hombres y mujeres representados en divinidades). Y obviamente, las traducciones greco-latinas del nuevo testamento, están influenciadas en eso.

Lo que yo creo, es que el Adón Yahshua Hamashiaj (el Mesías) cuando se pronunció sobre esto, todo el mundo a su alrededor lo entendía, como que Hashem (el nombre) o Dios, es a quien había que orarle. En ningún momento creo que debiéramos entender que el Mesías dijera \"oren por mí, porque yo soy el mismo Yahweh\". Porque el cristianismo sostiene que la trinidad es una sola unidad divida en tres partes, cosa que es absurdo; porque al margen de la credibilidad que puedan tener los escritos del nuevo testamento, aunque se mezcle historia, tradición o mitología, el trinitarismo es absurdo donde los haya, y dificulta aún más la comprensión en cuanto a la búsqueda de la verdad. Por otro lado, usted Don Antonio Piñero, sabrá perfectamente que Mashiaj o Mesías han habido varios, entre ellos el rey Persa Ciro el Grande o Simeón Bar Kojba (tercera revuelta Judía, contando la de Kitos).
Y si nos tenemos que guiar estrictamente por lo que realmente supone ser un Mesías, más o menos tendríamos que ajustarnos a este criterio: Mashiaj o Mesías: 1. Persona humana, con un potencial de liderazgo, que recibe un mensaje divino o una voz divina, que le dice que tiene una misión que cumplir, como puede ser en el caso de Moisés. 2. El Mashiaj o Mesías, es un término del Judaísmo, de anunciar a un salvador humano, alguien profetizado, y un rey en todos los casos (Mashiaj Ben Yosef, Mashiaj Ben David). 3. En el Judaísmo en ningún momento el concepto de Mashiaj o Mesías, sirve para señalar a alguien que resucite o sea el mismo Dios. Como usted bien ha señalado muchas veces, digamos, el Judaísmo primitivo, no creía en la resurrección, la propia biblia nos habla de ello en Hechos 23:8 sobre los Saduceos. 4. El Mahsiaj o Mesías, es alguien, humano, carnal, sin divinidad, que va a liberar a su pueblo, y también que va a vengar a sus enemigos que esclavizan al pueblo de Yahweh. Yo lo que creo, que la mentalidad griega, ya lo decía Jenófanes \"...Si los caballos tuvieran manos y supieran dibujar, dibujarían a sus dioses como caballos\" es un obstáculo muy grande, para llegar a entender realmente quien era el Mesías. Y después de dicho todo esto, esta es mi pregunta o duda que tengo, que quizás usted pudiera aclararme: Si nos ajustamos estrictamente al termino de Mashiaj o Mesías, en ningún momento podemos contemplar que este individuo resucite.

Por otro lado, obligatoriamente debe ser hombre, ya que no hay Mesías femeninos en la biblia, ya que tiene que ser rey y líder. Don Antonio Piñero, usted que opina ¿El Mesías que se nos cuenta en los relatos bíblicos, era simplemente un hombre? Esta era realmente mi pregunta o mi duda. Ya sé que usted, después de haberle escuchado y seguido en varios lugares, creo saber cual es su postura ante el personaje. Pero yo, solo quiero preguntarle en cuanto a lo que nos dice las escrituras, porque creo, que mucha gente, falla en lo básico; y es que comienzan a reflexionar sobre el personaje, con la herencia que hemos recibido de una de las cunas de nuestra civilización, la griega. Le quiero compatir algo.

Yo cuando era muy pequeño y apenas tenía uso de razón, mi concepto de Dios era un señor mayor con melena blanca y grande barba del mismo color, que vivía encima de una nube. He llegado a la conclusión, de lo que me ha pasado a mí como a mucha otra gente, es fruto de la visión que hemos recibido a través del arte, de los medios de comunicación, la visión cristiana etc, etc..; que casi de manera inconsciente, nos hace pensar sin ni siquiera reflexionar, que Dios es alguien semejante a Zeus. Bueno, Papá Noél también ayudó a eso, pero este tiene su procedencia en otro santo varón de la iglesia. Si, así es. Deus palabra latina que de ahí derivó Dios, si mucho no me equivoco, tiene su procedencia en Zeus; ya no solo en la etimología de la palabra, sino en la visión de como es esta deidad, como es físicamente. El concepto griego que la sociedad tiene adoptada casi de manera inconsciente en su mente, es representar a Dios de una manera física. Por lo tanto, yo creo, que las escrituras no se pueden interpretar de una manera correcta con la mentalidad de los griegos, que en definitiva, han hecho a Dios a su imagen y semejanza. Hemos matado en nombre de Dios, en nombre de Dios afirmamos cual es el verdadero mensaje de éste, y hasta nos atrevemos a dar lecciones de moral a los demás, con la palabra de Dios en la mano.

Yo soy Judeo Mesiánico, creo que Yahshua Ha Mashiaj y Yahweh son el mismo. No obstante, también creía en los reyes magos cuando era pequeño, y soy consciente, que con mis capacidades limitadas como ser humano, mi fe o Emunah, la puedo depositar de manera errónea. Y de hecho, he tenido muchos cambios a lo largo de mi vida en cuanto a dogmas o interpretaciones bíblicas. Pero lo que tengo claro, es que el Mesías era un hombre, que puede ser que sea el verbo hecho carne, por el infinito amor que nos tiene el creador y por eso cumplió con toda la toráh (sacrifico pascual o peasj, Yom Kippur) y se sacrificó por nosotros. Pero léame bien Don Antonio Piñero, hay una infinidad de personas y comunidades religiosas en el mundo, en muchas de las cuales he estado yo, que ninguno de esos seres humanos que he conocido en aquellos lugares, cumple con el sermón del monte. Mateo- MatittYah capítulos 5, 6 y 7 ¡lo más revelador de la palabra! Tan simple, pero a la vez, casi imposible de poner el práctica. Don Antonio Piñero, está claro que hay una base humanista en el sermón del Monte, pero que quizás, esa base humanista es una reflexión a la que ha llegado la humanidad, porque así nos creó el Eterno. Pero de una manera o de la otra, si los siete mil millones de personas que habitamos el mundo, o los que seamos, si cumpliéramos con el sermón del monte; el mundo, sería un lugar \"irreconocible\" para los seres humanos. Mucho religioso, pero muy pocos o ninguno, pueden cumplir con la base que nos fue dada en el sermón del monte.


RESPUESTA:

Su pregunta vale para que mucha gente se entere de que existen judíos mesiánicos que creen en Jesús como mesías. He escrito repetidamente sobre cómo debemos entender el concepto mesías en el judaísmo y cómo este es un mero ser humano, aunque adoptado por Dios como “hijo” para cumplir misiones especiales; también cómo dudamos si Jesús se aplicó a sí mismo el título de mesías, y si es posible o probable que Jesús aceptara es título al menos al final de sus días; también he explicado la evolución desde el judaísmo de Jesús, de su figura y misión totalmente judías, se va pasando a una religión cristiana en un proceso de siglos.


Todo ello lo tiene Usted, por ejemplo, en mis libros siguientes: “Fuentes del Cristianismo” / “Guía para entender el Nuevo Testamento “/ “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”, que podría consultar quizás. De ellos existe, creo, versión electrónica accesible y puede ver también el índice y algunos fragmentos en mi página web.


Consulte también las postele sobre el mesianismo de Jesús en el Blog. En fin, que no debo repetirme aquí: mesianismo (PyR, 11 mayo 2014, FB); Mesías, concepto y figura del (C, 14 mayo 2015, Blog/FB); (PyR, 28 mayo 2014, FB); Jesús mesías rey (PyR, 3 agosto 2014, FB



Pregunta:


Estimado Sr. Piñero: Vi ayer en una librería una edición de la biblia de la editorial SM, si mal no recuerdo, llamada \"La Biblia Didáctica\". La anduve hojeando y me pareció que por las partes explicativas y de contextualización y por los apéndices con mapas y demás que tiene puede ser una edición interesante de tener, pero, claro, no soy experto en este campo como sí lo es usted y por ello le agradecería su opinión al respecto.


RESPUESTA:

No conozco en detalle esta edición por lo que no puedo formular un juicio preciso. Lo siento. Pero, en principio, todo lo que sea esclarecer con mapas y diversas ayudas un texto escrito como mínimo, en el Nuevo Testamento, hace 2.000 años es digno de alabanza.

Piense, sin embargo, que el texto de la Biblia hebrea o el Nuevo Testamento griego está ya más o menos fijo y que las traducciones en sí varían relativamente poco. Lo que sí varía, y enormemente, son las introducciones a los diversos libros y las notas explicativas. Ahí la confesionalidad de cada intérprete se nota muchísimo en la exégesis. SM es una editorial católica y toda su orientación será netamente católica. Y no digo que eso esté mal, ni mucho menos –la fe es cuestión de cada uno–, pero algunos protestantes no querrán usarla.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Martes, 5 de Enero 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

En su libro “Ciudadano Jesús” usted escribe “Sin duda el pueblo de Jerusalén, no galileo, debió intervenir en la condena”. A que llama usted el pueblo de Jerusalem no galileo (en términos cuantitativos) y cuando fue convocado, teniendo en cuenta que Jesús es arrestado de noche y a la madrugada del día siguiente juzgado por Pilato? No existe una posibilidad que la intervención masiva de judíos (Pedido por Barrabás, indulto habitual por festividad, etc) sea un invento de los evangelistas con miras a culpar a los judíos en general, con intención propagandística, ya sea para diseminar su religión entre paganos por sobre el rechazo judío a Jesús o bien para justificar la tragedia judía del año 70?

Acaso habría necesidad de ofrecerlo como posible candidato a indultar si el veredicto de Pilato hubiese sido que no tenía culpa alguna? No habría ese veredicto significado su liberación? Acaso Pilato interrumpía sus juicios por el clamor externo de la muchedumbre que, según Marcos, solo pide el indulto para Barrabás? Y que harían los judíos en el exterior del Pretorio el día que se supone estarían en el templo? Es creíble que Pilato altere su agenda tan ajetreada el día de posibles revueltas a último momento por la irrupción de judíos a los que no esperaba y peor encima, (citando solo a Juan) se quede esperando que lo lleven a Herodes, que éste lo juzgue y que lo vuelvan a traer? No existen suficientes inconsistencias en los canónicos y elementos ilógicos en general que al menos ameriten una duda respecto de la participación masiva de judíos en la muerte de Jesús? Desde ya, muchas gracias.


RESPUESTA:

1. “El pueblo de Jerusalén no galileo”: quiero decir con esto que la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén debió de ser acompañada ante todo por su seguidores de Galilea, que le habían seguido en su decisión de ir a Jerusalén, una vez que el Maestro sintió que su proclamación del reino de Dios en Galilea no había tenido el éxito esperado.

2. Respecto a la participación masiva de judíos contra Jesús en el proceso contra Jesús: estoy de acuerdo con Usted en que probablemente los evangelistas exageren (al final de la pasión) la actividad de los judíos contra el Nazareno. Es inverosímil, sin duda, de que los judíos, de sentimientos antirromanos por lo general, hayan pedido la muerte de un nacionalista judío, profeta y taumaturgo, etc., como Jesús ante la autoridad romana. En todo caso la actuación se debió a la súper estructura del pueblo, sumos sacerdotes y altos saduceos, más herodianos que estaban interesados en mantener el status quo con los romanos porque salían muy beneficiados económicamente.

Se ha escrito muchos sobre esto: vea la obra de P. Winter, The Trial of Jesus, , 2ª edición ampliada, Brill, Leiden 1974; mi obra “La verdadera historia de la pasión”, de EDAF, Madrid, 2011, y la de Josep Montserrat, “¿Quién mató a Jesús? La patraña del pueblo deicida”, DStoria Ediciones, de Sabadell; tiene 251 pp., y su ISBN es 978-84-941455-2-0, con mi comentario en el Blog de 26 de marzo de 2015.


Pregunta:

Estimado Don Antonio, ¿donde puedo comprar sus libros?

RESPUESTA:

La lista de mis libros está en mí Pagina Web, en la sección "Curriculum". De la mayoría hay versión electrónica en la editorial que los ha editado; otros se pueden comprar de segunda mano por Amazon. Otros están pirateados en la Red.

En general son conseguibles de uno u otro modo, por ejemplo, venta por correo, por vía de la editorial que se indica en cada lema de mi curriculum, donde están todos los datos. La empresa “Casa del Libro”, de Madrid, tiene una excelente página web y en ella puede encontrar cosas mías. Pero antes, tómese su tiempo y consulte mi Página Web. Hay muchísima información.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Lunes, 4 de Enero 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:


Algo que me ha llamado la atención en lo referente a temas bíblicos es lo relacionado a las "profecías", por ejemplo, las supuestamente realizadas o cumplidas en la vida de Jesús.
¿ como se explica por ejemplo las profecías del A:T sobre un hecho puntual de Jesus?
La profecía entra en el terreno fantástico o de la invención humana?



RESPUESTA:


Su pregunta es demasiado general para contestar en pocas palabras, ya que se han escrito innumerables libros sobre la profecía hebrea y la mántica-profecía pagana y sus posibles continuaciones en el Nuevo Testamento y el cristianismo primitivo en general.


La profecía entra dentro del terreno de lo fantástico para aquel que, tras madura reflexión, haya llegado a la conclusión de que la religión tradicional y en concreto la judeo-cristiana no es aceptable racional e históricamente. Pero si el punto de vista es el de la fe, la cosa cambia radicalmente, y la profecía es entonces la voz de Dios transmitida por los humanos por medios humanos. Escoja Usted su propia posición, u otra si hay intermedia.


En cuanto a cómo se aplican las profecías del Antiguo Testamento a Jesús: ahí toca Usted el punto decisivo para comprender la generación de toda la teología del Nuevo Testamento. Esta comienza por aclarar cuál fue la verdadera figura y misión de Jesús una vez pasada toda su vida y muerte, y –sobre todo—una vez que a través de las apariciones (cada uno que las explique como pueda; pero los primeros cristianos creían que eran auténticas, sin duda) llegaron al convencimiento de que Dios había resuictado a Jesús. Entonces se pusieron a releer toda la biblia hebrea buscando textos que pudieran parecerse a pasos de la vida y pasión de Jesús para confirmar su creencia de que la vindicación de Jesús tras su muerte, se había realizado por medio de su resurrección y exaltación al cielo: Dios Padre, había constituido a Jesús como “Señor y Mesías”.


Entonces hubo que encontrar la confirmación de estas convicciones en la Biblia, la palabra de Dios que tenían en sus manos. Y comenzó una relectura de toda la Biblia para encontrar pasajes que confirmasen la susodicha interpretación de la figura, misión y vindicación divina de la muerte de Jesús mesías en la cruz, es decir –repito e insisto en este punto capital— que Dios lo había hecho Señor y mesías tras su resurrección


Este proceso reinterpretativo no fue puramente fantasioso. Cada uno de los pasos y avances de la teología del Nuevo Testamento, que se plasma en los libros que ahora editamos, debió de basarse de algún modo en algo que dijo o hizo Jesús, sólo que ese algo fue visto o considerado desde una óptica distinta. Tal visión surgió a partir de la creencia en su resurrección, probada según sus discípulos por diversas apariciones. Tal creencia, y sobre todo la idea nuclear que tras su elevación al cielo Dios «lo había constituido Señor y Mesías» (Hechos 2,36), modificó radicalmente la percepción y el recuerdo de lo que fue Jesús en su vida sobre la tierra.

La reinterpretación de su figura no se hizo de modo puramente personal, sino a base del escrutinio de textos de la Escritura –considerada palabra de Dios-- que pudieran entenderse como referidos previamente a Jesús, en especial todos aquellos que parecieran servir de esclarecimiento al fracaso de la muerte en cruz del Mesías. Así –y esto es importante para la formación del Nuevo Testamento que son los textos que dan testimonio de este proceso--, un hecho o dicho de la vida de Jesús adquirió nueva luz precisamente por lo que se deducía del texto escriturístico a través del cual tal hecho se contemplaba. Se trató, pues, de un proceso circular. Por ello, el desarrollo de la ideología cristiana manifestada en los libros del Nuevo Testamento puede definirse como un «fenómeno exegético» o de interpretación de textos sagrados aplicados a la figura de un Jesús recordado por sus seguidores tras su muerte. Lo peculiar, dentro del judaísmo del siglo I, que nos manifiestan los libros del Nuevo Testamento nace de una reinterpretación de la figura del que sus autores consideraban el Mesías a partir de las Escrituras antiguas vistas con ojos nuevos.


Pregunta:


Que libros fueron descanonizados, es decir un grupo los acepto, pero al final no quedaron entre los canónicos. Por ejemplo la Didache El pastor de Hermas


RESPUESTA:


No fueron admitidos como canónicos el libro de la Sabiduría (sí dentro del canon ampliado del Antiguo Testamento, pero no en el del Nuevo Testamento, como curiosamente pretendía el desconocido autor del “Canon de Muratori”, hacia el 200 y en Roma [todo “probablemente]). Tampoco fueron admitidos el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, la Epístola de Bernabé, Primera Clemente, Tercera Carta de Pablo a los corintios… no sé si alguno más. Por supuesto tampoco el Evangelio de Tomás gnóstico, del que tenemos fragmentos griegos del siglo II en los Papiros de Oxirrinco.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Domingo, 3 de Enero 2016
Escribe Antonio Piñero



Pregunta:

Estimado Profesor, Al hilo de San Juan 1:1, me gustaría conocer cuál es su interpretación de la palabra \"Logos\", en función de su etimología. En las más de 200 biblias que he podido consultar se suele traducir casi exclusivamente por \"Verbo\" o \"Palabra\" pero me gustaría saber si cabría también alguna traducción diferente, como por ejemplo: \"relación\", \"proporción\" o \"razón\".



RESPUESTA:


En razón de la etimología podría caber lo que Usted propone. Pero sería en el ámbito de la filosofía griega y tras un estudio de los léxica/diccionarios, tanto generales como filosóficos, o mejor, tras un estudio de todos los pasajes por medio de programas en lo que están todos los textos de la literatura griega como «Diogenes» y “Mousaios”. Además, si consulta Usted un buen comentario al Evangelio de Juan, como el Raymond E. Brown, verá abundante bibliografía sobre el tema. Otra fuente indispensable es el Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, del que hay versión italiana e inglesa, pero no española.

Pero, en el caso concreto del Evangelio de Juan y el Prólogo, hay que rastrear el uso de Logos en la literatura judía del Segundo Templo (desde a destrucción del denominado Templo de Salomón en el 587 hasta la destrucción del templo de Herodes en el 70 d.C. Y ahí Logos es igual a Sabiduría o Palabra (Memrá en arameo y Hoqmáh en hebreo) de Yahvé. Por tanto hay que traducirlo como “Palabra” y no cabe lo que Usted propone. En castellano tiene Usted bibliografía en las obras de Domingo Muñoz León y del Agua Pérez (vea Usted Google).

El Logos en el Evangelio de Juan es una derivación midrásica (a modo de comentario) de la Sabiduría divina de Génesis 1,1. Esa Sabiduría/Palabra divina, como mano derecha de Dios era concebida unas veces como algo real, otras como un mero modo de Dios (es decir, el mismo Dios actuando hacia fuera como Sabiduría o Palabra. Algunos rabinos posteriores pensaron que el Logos/Sabiduría era algo así una de las entidades que fueron creadas por Dios antes de la creación. Son en concreto siete: “La Ley/Torá, el arrepentimiento, el paraíso, la gehena o infierno, el Trono de Gloria, el templo celestial y el nombre (o esencia) del mesías” (Fuentes: Talmud de Babilonia Pesahim 54a; Nedrim 39b y Midrás Tehillim 8,72 y 90,2-3)


Lo que hace Pablo es pensar, como el autor de 1 Henoc 48 que el “nombre” del mesías es preexistente y que luego se nombre/concepto (ya sea como “mano derecha de Dios o sabiduría de Dios) toma cuerpo en un hombre concreto, Jesús de Nazaret/ o el Nazoreo. Eso explica que en las cartas de Pablo el mesías, el Cristo, aparezca como preexistente (por ejemplo, 1 Corintios 10,4), pero a la vez sea un hombre (Romanos 1,3-5) y a la vez, después de la resurrección sea una entidad divina subordinada al Padre (como en 1 Cor 15,28), doctrina esta, el subordinacionismo que luego será condenada por la Iglesia. En el Evangelio de Jesús se da un proceso mental análogo. Pero hay una pequeña diferencia, al menos la impresión que da todo el Evangelio: el autor del Prólogo piensa que ese Logos preexistente existe junto a Dios Padre como entidad “consistente”, se encarna, toma carne en un hombre concreto Jesús, y ese Jesús queda como divinizado, hijo de Dios ya en su vida durante la tierra. Actúa como la Palabra divina encarnada y es divino aquí abajo, antes de la resurrección. De este modo se va abriendo la vía para los Concilios de Nicea y Calcedonia.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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P. S. Ayer, 1 de enero de 2016 fue un día pleno de “jaleo” y no pude felicitar a mis amigos lectores. Lo hago hoy, con un poquillo de retraso, deseando a todos algo para mí muy deseable y que repito con frecuencia: “Salud y Paciencia”. Si este año que ha comenzado nos concede ambas cosas, opino que casi todas las demás se nos darán por añadidura. Saludos muy cordiales de nuevo a todos.
Sábado, 2 de Enero 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

Una vez le vi en cuarto milenio con un sacerdote catolico (las demas veces iba solo),y por lo que yo se tambien se ha reunido en ocasiones con sacerdotes catolicos y masones (por lo que publicó en el blog) pero en este tiempo que llevo consultando su blog(es mi punto de vista) le veo con mas diferencias o discrepancias con el catolicismo que con el protestantismo, aun habiendose confesado agnostico en varias ocasiones,¿es realmente asi?¿cree que ya se ha perdido la esencia del Cristianismo Primitivo en general?¿que Fé Cristiana diria usted (o "religion")que se acerca mas a todo lo transmitido por los Apostoles,y al modo de vivir la Fe que ellos tenian?

RESPUESTA:

En algunas cosas me parecen los protestantes mejores entendedores del Nuevo Testamento que los católicos. Pero no porque sean más listos, sino porque emplean mucho más tiempo e interés en estudiar la Biblia, y porque algunas de las confesiones protestantes tienen menos barreras dogmáticas que los católicos.

No sé qué cristianismo es el más fiel a los apóstoles, porque, a pesar de las apariencias no conservamos nada o casi nada de la teología de los apóstoles, de un modo directo. Lo que sabemos de la teología del judeocristianismo es vía indirecta. Y sí podemos reconstruir la teología esencial de ese judeocristianismo, pero no se puede ni comparar con lo que sabemos del paulinismo e incluso de otros cristianismos como el gnóstico.

Consulte el Buscador de mi Blog en la postal número 109 verá que hago un resumen del Judeocristianismo.

Todo el Nuevo Testamento es o bien esencialmente paulino, o bien es asimilable.


Pregunta:

Desde hace unos días he estado leyendo algunos de sus escritos y también he visto algunos vídeos, en “Mis enigmas favoritos” usted dice que Jesús era judío y siempre lo fue, durante algún tiempo yo pensaba lo mismo pero leyendo detenidamente los evangelios y especialmente el de Juan, nos encontramos con un Jesús casi beligerante con los “judíos” y donde claramente les dice que el Dios y padre de él no es el mismo que el de ellos (Yahvé) refiriéndose a Él como ha Satán que es mentiroso y homicida desde el principio; por eso me he atrevido a escribirle pues como no poseo ni la millonésima parte de su erudición quiero pedirle el favor si le fuera posible aportarme algo (su opinión más ampliada o alguna referencia literaria) sobre su postura.



RESPUESTA :

De verdad, respecto a lo que Usted me pregunta, que es de tono muy general tendría que escribirle amplísimamente, cosa que no es posible. Pero me atengo a lo que Usted dice al final: ya he escrito suficiente de ello en tres o cuatro libros, que son totalmente accesibles, y de los que hay, creo, en algunos al menos, versión electrónica. Son los siguientes:

1: Guía para entender el Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 2006. 568 pp. ISBN: 84-8164-832-9. 2ª edición 2007. 3ª edic. 2008. 4ª edic. 2011.

2: Cristianismos derrotados. ¿Cuál fue el pensamiento de los primeros cristianos, heréticos y heterodoxos?, Edaf, Madrid, 2007, 325 pp. ISBN: 978-84-414-2005-2.

3: Año Uno. Israel y su mundo cuando nació Jesús. Ediciones del Laberinto, Madrid, 2007 285 pp. ISBN: 978-84-8483-323-9.

4: Ciudadano Jesús. Respuestas a todas las preguntas, Atanor, Madrid, 2012, 2ª edic. 2013, 343 pp. Con ilustraciones. ISBN: 978-84- 939253-9-0. Este libro está agotado, y la Editorial desaparecida, pero he firmado ya un contrato con Ediciones Adaliz, de Sevilla para una nueva edición, que aparecerá en los primeros meses de 2017.

5: Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, Madrid, Trotta 2015, 576 pp. ISBN: 978-84-9879-586-8.

En mi página web, www.antoniopinero.com, tiene Usted amplia noticia de los índices y el contenido de cada uno de ellos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Jueves, 31 de Diciembre 2015

Notas

Hoy escribe Fernando Bermejo

“El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, pues es un número de hombre, y su número es seiscientos sesenta y seis” (Ap 13,18).

El 666 es, sin duda, el número más famoso del Apocalipsis, y para el imaginario popular también el más misterioso, a pesar de que haya interpretaciones de él para dar y tomar (de la variante 616, muy antigua y que ya Ireneo de Lyón conoció, hablaremos otro día). De hecho, no es difícil buscar gran cantidad de nombres y expresiones que, mediante el método de la gematría, den un equivalente numérico de 666.

Entre las hipótesis a las que se refirió Ireneo para hallar el equivalente gramatical del número, estaba la de τειταν, una variante gráfica de “Titán” para hacer cuadrar las cuentas (y para obtener, como observa Ireneo, una palabra de seis letras). El “titán” en cuestión debería ser una divinidad pagana, probablemente Apolo (llamado “titán” en algunas inscripciones). Semejante cálculo del 666 reflejaba quizás también la posible alusión a Apolo en Ap 9,11, y hacía referencia a la dimensión demoníaca del sol y de los astros. Otra de esas hipótesis se refería a λατεινος, la transliteración griega de “Latinus”, que se refiere a un personaje romano, quizás el emperador.

Lo anterior muestra que la exégesis antigua daba por supuesto que el cálculo debía ser efectuado sobre letras (con valor numérico) en griego, y no en otras lenguas. Pero no siempre se pensó que el 666 correspondiese a un nombre, pues a veces se creyó que se refería a un período de tiempo. Así, por ejemplo, al aproximarse el año del Señor de 1288, en el mundo cristiano muchos creyeron y esperaron que el 666 indicaba el número total de la duración, en años, de la “herejía mahometana”, cuyo cómputo se hacía a partir de la Héjira (622). Como todo el mundo sabe, el 1288 pasó sin más catástrofes que las acostumbradas, como ocurrió también con el 1332 (el doble de 666) y con 1998 (triple de 666). La interpretación cronográfica del 666 ha sido ya abandonada en la crítica “científica”.

En siglos pasados los grupos cristianos anticonformistas tendieron a identificar a las bestias apocalípticas con los papas de su tiempo. Por ejemplo, Ubertino da Casale –cuya figura popularizó Umberto Eco en Il nome della rosa- señaló que la transliteración griega del nombre de Benedicto XI da Βενεδικτος, cuyo valor numérico es precisamente 666. El teólogo y editor protestante Andreas Osiander no fue menos, observando que la expresión griega εκκλησια ιταλικα (Ecclesia italica, Iglesia de Italia) ofrece el mismo inquietante resultado.

Lutero propuso buscar el significado tomando como punto de partida el hebreo, cosa que se demostraría con el tiempo fructífera. En el siglo XIX, varios estudiosos llegaron independientemente a la solución que hoy es casi universalmente aceptada, a saber, que 666 es el equivalente numérico de las letras con las que se escribe en hebreo «Nerón césar» (nrwn qsr).

Saludos cordiales y feliz año a todos, aunque no quepa esperar que nos libre de las (y los) bestias.
Miércoles, 30 de Diciembre 2015
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Le pregunto... ¿Cómo es posible que el evangelio de Mateo tenga una concepción paulina con un verso como Mt 1,21? Los mismos judeocristianos que eran oponentes de Pablo precisamente éste era el único evangelio canónico que usaban.

RESPUESTA:

No veo inconveniente ninguno, teniendo en cuenta lo que Pablo dice en Romanos 1,1-5: Pablo, esclavo de Cristo Jesús, llamado, apóstol, separado para el evangelio de Dios, 2 que había ya prometido por sus profetas en las Escrituras sagradas, 3 acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad a partir de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro, 5 por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe entre todos los gentiles, en pro del Nombre, 6 entre los cuales estáis también vosotros, llamados de Jesucristo.

Segundo: se puede ser paulino en la estructura fundamental del “misterio de la redención” y no ser paulino en otros puntos de la teología. Le aclaro:

El que un escrito tenga una concepción paulina de Jesús se descubre comparando sus ideas con otras perspectivas teológicas transmitidas por el mismo Nuevo Testamento. En líneas generales consiste en atribuir a Jesús una dignidad muy superior, casi divina, a la de mero profeta o mesías terreno; en interpretar su muerte y resurrección como eventos redentores con el que cambia la historia no solo de Israel, sino del mundo y de la humanidad. Esa muerte se considera como un sacrificio ofrecido a Dios en un acto decidido por la divinidad misma desde toda la eternidad. La divinidad acepta en la cruz el sacrificio de la vida de su agente mesiánico como reparación, o rescate, por los pecados de los humanos hasta ese momento. Ese sacrificio es «vicario», de ofrenda en pro de la vida y salvación de otros –concepto griego, no judío--; es la muerte del mesías como el hijo de Dios, mártir por toda la humanidad. Pero a la muerte sigue su resurrección como vindicación divina. El objetivo futuro de todos los fieles es conseguir una resurrección como la de Jesús, de la que participarán tras una vida sin pecado si siguen la ley del Mesías. La apropiación del valor redentor de la cruz debe ser conseguida por cada individuo por la aceptación, con un acto de fe en Dios y en su mesías, de que ese evento es el acto supremo de la salvación.

Ser paulino es pensar también que, gracias a esa redención obrada por Jesús, todos los paganos tienen la posibilidad de salvarse, no solo los judíos como pueblo elegido, en pie de igualdad con estos. Aunque la ley mosaica siga siendo obligatoria en todos sus términos para los judíos, en adelante no será totalmente válida para los gentiles. Hay partes de ella que afectan solo a los judíos: normas concernientes a la circuncisión, los alimentos y la pureza ritual. Dios ha decidido que el mesías tenga sobre la tierra el poder de interpretar la ley de Moisés y aplicarla a la salvación de toda la humanidad. La ética se convierte para los gentiles conversos al Mesías ante todo en una moral universal cuyas normas están expresadas negativa y positivamente por el Mesías.

Y naturalmente el Evangelio de Mateo era la bandera teológica del grupo judeocristiano dentro del cual estaba el evangelista “Mateo”.

Pregunta:

He estado leyendo una versión que hay en Google Drive de la Guía para entender el nuevo testamento. Por cierto aprovecho la ocasión para felicitarle por su fantastico trabajo. El caso es que no se si cuenta con su aprobación esta versión que puede encontrase en internet. Gracias por su atención y disculpe si le he molestado con un tema banal.

RESPUESTA

Naturalmente es todo pirata, y no tiene permiso alguno por mi parte ni por el de la Editorial Trotta a la que hace mucho daño. Y el pirateo hace daño a los autores. Pero normalmente solo se piratea lo que se cree de interés. Magro consuelo. El tema no es banal, sino grave. Los autores dirán, si todo el piratea… "Que escriba…”

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Martes, 29 de Diciembre 2015
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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