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Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.
El sistema tecnocientífico se ha ido constituyendo a lo largo de su historia como la única actividad humana generadora de conocimiento verdadero. De tal manera que la propia tecnociencia se ha ido concibiendo como la gran y única verdad: la Verdad. Esta visión de esta actividad hace que otros aspectos del saber humano se vean minusvalorados y relegados a la sombra.
Puesto que en nuestra sociedad existe una antítesis entre el nosotros (ego) y el otro (alter) los procesos de diferenciación basados en este otro código ego/alter son recurrentes y habitualmente desarrollados a todos los niveles sociales. En base a este código es habitual, pese a los complejos mecanismos sociales que permiten funcional al gran sistema social, que se produzcan lo que podríamos denominar como lealtad a un grupo que se articula de acuerdo a unos valores y despliega unos principios de unidad que se tornan en rechazo a los grupos que rompen esa homogeneidad
El espectro cognoscitivo del ego como contraposición discriminatoria del alter, ha estado sujeto a multitud de factores, aunque uno de ellos brillaba muy por encima de los otros: excluir de la participación social a quienes no se regían por los mismos códigos sociales. La causa de este rechazo amparado por la conducta cultural, pasaba por un principio rector, el miedo a otras percepciones de entender la sociedad (Eibl-Eibesfeldt 1996: 95-109).
Este mismo proceso podemos extrapolarlo al ámbito tecnocientífico en el que se produce una discriminación epistémica del sistema tecnocientífico y de sus agentes hacia cualquier otro ámbito del saber. De tal manera que el sistema tecnocientífico genera una serie de mecanismos que infravaloran y arrinconan a otros procesos epistémicos. Ante esto comprobamos que actualmente las diversas instituciones del sistema están fomentando los procesos de mutación de los distintos ámbitos del saber y asimilándolos al paradigma tecnocientífico actual. De ahí que las revistas de, por ejemplo, sociología se asemejen cada día más a las revistas experimentales. Asimismo, las investigaciones teóricas en sociología se ven relegadas al ostracismo en contraposición a los estudios experimentales que tienen mayor relevancia actual.
Todo este entretejido de circunstancias que afectan a la cultura no debe ser considerado como sustancia negativa en el desarrollo de la sociedad ya que entre las diversas funciones sociales que tiene la cultura entendida en sentido general (por supuesto, también la cultura tecnocientífica) se encuentra la función integradora. Por consiguiente, el problema no reside en si la cultura es generadora de exclusión y discriminación ya que la cultura no es intrínsecamente excluyente; el problema está en la utilización que se haga de ella.
El espectro cognoscitivo del ego como contraposición discriminatoria del alter, ha estado sujeto a multitud de factores, aunque uno de ellos brillaba muy por encima de los otros: excluir de la participación social a quienes no se regían por los mismos códigos sociales. La causa de este rechazo amparado por la conducta cultural, pasaba por un principio rector, el miedo a otras percepciones de entender la sociedad (Eibl-Eibesfeldt 1996: 95-109).
Este mismo proceso podemos extrapolarlo al ámbito tecnocientífico en el que se produce una discriminación epistémica del sistema tecnocientífico y de sus agentes hacia cualquier otro ámbito del saber. De tal manera que el sistema tecnocientífico genera una serie de mecanismos que infravaloran y arrinconan a otros procesos epistémicos. Ante esto comprobamos que actualmente las diversas instituciones del sistema están fomentando los procesos de mutación de los distintos ámbitos del saber y asimilándolos al paradigma tecnocientífico actual. De ahí que las revistas de, por ejemplo, sociología se asemejen cada día más a las revistas experimentales. Asimismo, las investigaciones teóricas en sociología se ven relegadas al ostracismo en contraposición a los estudios experimentales que tienen mayor relevancia actual.
Todo este entretejido de circunstancias que afectan a la cultura no debe ser considerado como sustancia negativa en el desarrollo de la sociedad ya que entre las diversas funciones sociales que tiene la cultura entendida en sentido general (por supuesto, también la cultura tecnocientífica) se encuentra la función integradora. Por consiguiente, el problema no reside en si la cultura es generadora de exclusión y discriminación ya que la cultura no es intrínsecamente excluyente; el problema está en la utilización que se haga de ella.
Miércoles, 9 de Febrero 2011
Perfil
Juan R. Coca
JUAN R. COCA Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (España). Actualmente es director de la Unidad de Investigación Social y Enfermedades Raras de la Universidad de Valladolid.
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