Me avisaste unos días antes por WhatsApp de que te iban a operar. Nos cruzamos algunos mensajes.  Qué donde iba a ser, que te comunicarías una vez salieses del quirófano…

Y cuando, extrañado de no tener respuesta tuya, indagué me llegó la mala noticia. La peor de las posibles: “Jacinto Barrero Pérez ha fallecido”. Y me ha dolido mucho y muy dentro.  Estas son unas palabras para ti, Jacinto:

Nuestra amistad venía de lejos. Conocí a Jacinto como alumno en la Facultad de Ciencias de la Información en los años 80. Era un alumno veterano, ya había vivido experiencias importantes como misionero católico en la selva ecuatoriana. Eso le permitió ayudarme y colaborar en mi libro de 2001. Una de sus vivencias con  los indígenas encajaba muy bien en una Capítulo de “Estrategias de Comunicación” que estaba escribiendo.  Por un sentido de la discreción que le era muy propio me pidió no poner su nombre entero. Solo las siglas y eso hice.  Gracias J. B.

Todavía hoy cuando en mis clases hablo de la percepción. Y que esta no es como un espejo que refleja fielmente el mundo exterior sino una re-construcción subjetiva de la realidad y veo que a mis alumnos les cuesta seguirme, cuento esa historia de Jacinto y todos pasan a entenderlo. Gracias Jacinto.

Fuerte en su físico y en sus convicciones Jacinto Barrero se enfrentó con bravura a un mundo, que le fue ancho y ajeno. Nunca mejor dicho. Abandonados los hábitos, trabajó en Relaciones Públicas, pero no solo, lo hizo en todo lo que le pudiese ayudar a subsistir y  mantener a su familia.  Fue un largo camino hasta ejercer su vocación de docente en  la  en la Universidad Española. Tuve el honor de ser su director de tesis doctoral “Un modelo estratégico de comunicación para el turismo rural español”  y me consta que fui un director incomodo haciéndole reescribir y mejorar lo que ya era casi inmejorable. Perdona Jacinto. Pero él se merecía el Cum Lauden por Unanimidad y se lo dieron.  Enhorabuena Jacinto.

Pero sus éxitos no deben hacernos olvidar que la vida fue ingrata con él, como ahora lo ha demostrado con esta muerte prematura. Pasó por muchas circunstancias ingratas del vivir: muertes y enfermedades de seres queridos, y en todas lo llevó con bonhomía y  franqueza. Ese fue paradójicamente su punto débil. Espero que Jacinto me disculpe al oír esto, pero todos tenemos algún punto débil.  Y, hoy por hoy, ser francos en un mundo tan hipócrita como el que vivimos, representa un fallo. Lo sé muy bien pues yo también peco de ese fallo.
Podría seguir… pero todo nos lleva al mismo sito y se reduce a que me duele tu ausencia. Jacinto, amigo.

N1: Pido a mis colegas y compañeros que tengan blogs cuelguen algo in memoriam como un homenaje a Jacinto Barrero.

N2: Y sugiero que todos aquellos que quieran hacerle a Jacinto el acto académico de homenaje que se merece se pongan en contacto conmigo para organizarlo.