Notas(1032.- 31-01-2022)
Escribe Antonio Piñero
Sigo comentando el libro de S. Guijarro sobre los cuatro evangelios. La hipótesis de los dos documentos es la que sostiene que, no hay mejor explicación de los enormes parecidos entre los evangelios de Mateo y Lucas que suponer que, además de otras fuentes menores, los evangelistas tuvieron ante sus ojos y copiaron de Marcos y de la Fuente Q. Y aunque esta hipótesis goza de un aprecio prácticamente unánime, tiene sus detractores, asunto bien explicado por parte de Guijarro, es interesante leer sus páginas 87-89. Argumenta nuestro autor que “la principal objeción consiste en negar la existencia de la Fuente Q. La segunda es que Marcos y “Q” no son fuentes independientes, sino que hay casos en los que los dos documentos coinciden. Y pone cuatro ejemplos de coincidencias o combinación entre Marcos y “”, que debe consultar el lector. Solo añado y estoy de acuerdo con Guijarro, que tales coincidencias literales “se pueden explicar de tres formas: a) Marcos y Q tuvieron acceso a las mismas tradiciones orales; b) Marcos conoció a Q; c) Q conoció a Marcos”. Y, desde luego, aun admitiendo las dos primeras explicaciones (a y b) como posibles, Guijarro se pregunta “por qué razón Marcos prescindió de la abundante tradición de dichos de Jesús que presuntamente habría tenido que encontrar en la Fuente Q o en la tradición oral que transmitía esos dichos (p. 89). Estoy de acuerdo. El próximo día comentaré el análisis de Guijarro de la hipótesis de Farrer-Goulder, de Griesbach y de Benoit-Boismard. Saludos cordiales de Antonio Piñero Enlace a otra entrevista, con los miembros de la “escuela de Alejandría”, sobre los Libros del Nuevo Testamento”: https://youtu.be/gROLxWgiFTs https://www.facebook.com/events/412786360536320/
Lunes, 31 de Enero 2022
Comentarios
NotasEscribe Antonio Piñero Tema: sigo comentando el libro de S. Guijarro, “Los cuatro evangelios”, Salamanca, Sígueme 2021. Sostiene Guijarro con razón que las coincidencias entre Mateo y Lucas –cuando están copiando y editando o corrigiéndolo de algún modo a su modelo, Marcos– son sorprendentes y suman muchas en número: unos 200 versículos. ¡La formulación del modelo es corregida por dos autores independientes entre sí de una manera igual o casi igual! Y comenta nuestro autor: “Estas coincidencias plantean una objeción importante a la tesis de la prioridad (cronológica) de Marcos, porque resulta difícil explicar que Mateo y Lucas hayan corregido exactamente de la misma manera el texto de Marcos”. Y nuestro autor pone como ejemplo Mateo 9,6-8 / Lucas 5,24-26 respecto a Mc 2,10-12 (p. 79). Guijarro hace una buena síntesis de las explicaciones que han dado los estudiosos que sostienen, a pesar de esta objeción, que la prioridad de Marcos explica mejor el desarrollo cronológico de los tres Evangelios. 1. Una primera solución a esta dificultad de las “coincidencias menores entre Mateo y Lucas contra el texto de Mc” consiste en suponer que Mateo y Lucas coincidieron porque las correcciones eran “lógicas”: lo primero que se ocurriría a cualquiera: o bien tanto Mateo como Lucas utilizaron en esos caso no a Marcos, sino otra tradición “oral”, o bien puesta por escrito (menos probable); o bien que fueron los copistas los que armonizaron los Evangelios de Mateo y Lucas, ya que tenían mayor difusión. Me parece que Guijarro tiene razón (p. 81) que la solución expuesta no es convincente y sugiere –junto con la mayoría de los exegetas– que lo más probable es que del Evangelio de Marcos se hicieran varias ediciones, tanto en vida del autor o una vez ya fallecido; da igual para el caso. Sostiene Guijarro en esa misma página 81 que esta solución tiene dos variantes: A) Hipótesis de que hubo un “Protomarcos”, es decir, “una versión de Marcos anterior que la que nos ha llegado. Esta versión, utilizada por Mateo y Lucas, habría sido retocada después dando lugar al actual Evangelio de Marcos”. B) Hipótesis del “Deuteromarcos”, a saber “La versión de Marcos que nos ha llegado sería la más antigua, mientras que Mateo y Lucas habrían tenido como fuente una versión posterior que se ha perdido”. (Una nota de paso: Guijarro escribe “Proto-Marcos” y “Déutero-Marcos”. Opino que es un anglicismo que Guijarro transcribe directamente del inglés sin caer en la cuenta de que en español estamos ya acostumbrados a escribir Deuteroisaías y Tritoisaías). Personalmente estoy también de acuerdo con la preferencia de Guijarro en la página siguiente: 82. La versión A), “además de explicar las coincidencias menores, puede aclarar por qué Marcos posee unos cincuenta versículos que no se encuentran en Mateo ni en Lucas”. Y sostiene que “un grupo importante de esos versículos […] fueron añadidos en una segunda edición del Evangelio. Esto hace pensar que la versión de Marcos que conocieron Mateo y Lucas era una anterior a la que nosotros conocemos”. ¡De acuerdo, pues! Saludos cordiales de Antonio Piñero NOTA: Otra entrevista, con Oscar González, sobre el volumen los “Libros del Nuevo Testamento”, de editorial Trotta, Madrid. https://www.youtube.com/watch?
Viernes, 28 de Enero 2022
Notas(26-01-2022) (1030)Escribe Antonio Piñero Sigo mi comentario a “Los Cuatro Evangelios” de Santiago Guijarro, Sígueme, Salamanca 2021. Argumenta este ilustre autor en la p. 75 que “La mejor forma de explicar coincidencias y divergencias en los pasajes de ‘triple tradición’ (que aparecen en Mc / Mt / Lc) es suponer que el Evangelio de Marcos fue compuesto antes que Mt y Lc y que ambos lo utilizaron como fuente” Totalmente de acuerdo. Añade (p. 76): Parece más lógico y “probable que Mt y Lc hayan ampliado el Evangelio de Mc, que no al revés, que Mc hay reducido los contenidos de Mateo y Lucas”. De nuevo añado: ¡muy probable! También goza de probabilidad intrínseca la siguiente afirmación de Guijarro: “Las coincidencias de Mt y Lc en el orden de los relatos siempre que ambos coinciden con Mc resultan muy llamativas, porque el orden de Mc no está gobernado por una lógica de tipo histórico y narrativo, sino que sus materiales están agrupados con frecuencia siguiendo criterios temáticos o de semejanza en el género literario (controversias o parábolas, por ejemplo), y a pesar de ello Mateo y Lucas lo siguen”. Comento: me parece que no hay duda alguna. Y también estoy de acuerdo con Guijarro en que es más fácil explicar las frases o pasajes de Mt o Lc que corrigen a Mc (normalmente mejoras estilísticas y de vocabulario), y también mejoras o cambios de impostación teológica suponiendo que Mc es la base o fuente de los dos y no al revés. Y también es curioso el fenómeno de la explicación de detalles raros o incoherentes en los Evangelios de Mateo o Lucas cuando están empleando como fuente a Marcos por la siguiente razón: Mt y Lc cometen errores porque suelen corregir a Marcos (o abreviarlo) al principio o al final de cada sección. Y a menudo se observa cómo efectúan una corrección al final, que no casa bien con lo que se ha corregido al principio. Y pone el ejemplo Mc 1,40-45 y el modo como lo copian, cambiando algunos elementos Mt 8,1-4 y Lc 5,12-16. No voy a “destripar” este ejemplo. Que el lector de estas líneas, si tiene ánimo y ganas, que tome papel y bolígrafo, que copie en tres cuartillas cada texto y que los compare entre sí, fijándose si es coherente la posición de la frase del Jesús de Marcos “No digas nada a nadie” en las tres redacciones. El análisis de los Evangelios requiere trabajo, paciencia y tiempo. Y a veces el estudioso se horroriza con las conclusiones que obtienen algunos lectores de los Evangelios… que presentan como “deducciones irrefutables” y resultan que son errores debidos a la prisa o a la falta de estudio. Saludos cordiales de Antonio Piñero NOTA: Aquí les paso el enlace a una magnífica reseña del Prof. Dr. Antonio Jimenez-Blanco, el “Los libros del Nuevo Testamento” que creo que tiene más mérito porque su autor es catedrático de “Derecho Administrativo”: https://www.revistadelibros.com/el-mediterraneo-oriental-hace-2-000-anos-mentalidades-y-religiones/
Miércoles, 26 de Enero 2022
Notas
Hemos comprobado que el alma no era algo separado del cuerpo para los judíos, para Jesús, para Pablo; sí para los griegos y romanos. La pregunta es, entonces, cuándo este dogma cristiano apareció en el cristianismo.
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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