NotasHoy escribe Antonio Piñero Continúo con la valoración del capítulo 7 de la obra de S. Guijarro. Me pregunto ahora por una razón que pueda explicar las profundas divergencias entre el Evangelio de Juan y los Sinópticos. A. Pienso, como S. Guijarro, que el desconocido autor del IV Evangelio conoce el Evangelio de Marcos y posiblemente también el de Lucas, aunque haya muchos autores que nieguen este extremo. A modo de hipótesis puede argumentarse, para partir desde la posición más condescendiente con los defensores de la independencia del autor del Cuarto Evangelio: Juan conoce ciertamente si no los evangelios anteriores, sí al menos la tradición sinóptica que está detrás de ellos y forma su base; pero no la utiliza tal cual, sino que la repiensa, la reinterpreta, la reelabora y la reescribe. Si no se admite este mínimo, no puede entenderse el Cuarto Evangelio, cuyo "lector implícito" -como luego diremos- se supone que sabe ya de Jesús. El carácter simbólico y místico de este evangelio indica de modo indirecto al lector que Juan no deseaba reproducir simplemente la tradición que sobre Jesús le había llegado, con algunos complementos. No me parece que sea así. Medita sobre ella, se siente receptor de una revelación divina sobre ella, y la presenta de manera que la figura de Jesús aparezca como él –el autor de un evangelio nuevo— cree que en realidad fue. En algunos casos esta reescritura se apoya en una interpretación alegórica de la tradición sinóptica e incluso de pasajes del Antiguo Testamento. Expliquemos los dos pasos de esta propuesta: A. Juan conoce la tradición sinóptica. Esta afirmación puede sustentarse con los argumentos presentados por Guijarro en las pp. 96-102 de su obra, con la que estoy de acuerdo. Preciso mi pensamiento, utilizando de nuevo material de la “Guía para entender el Nuevo Testamento”: Esta afirmación se sustenta en las razones siguientes: 1. Coincide con ella en la secuencia u orden de los acontecimientos principales. 2. Tiene muchas semejanzas con los Sinópticos en el vocabulario, en motivos, esquemas, estructuras mentales y combinaciones de ideas. Muestra también notables similitudes en la presentación de los mismos escenarios y los mismos personajes. 3. Los temas, alusiones y el conjunto de ideas particulares del EvJn no pueden ser entendidos correctamente por un lector que no tenga ya un conocimiento directo de los otros evangelios anteriores. El Cuarto Evangelio presupone a un lector implícito “enterado”. Este fenómeno literario se conoce como “intertextualidad”, a saber un texto escrito sólo se comprende bien presuponiendo otro anterior al que de algún modo alude. B. Juan presenta la tradición sinóptica con otra luz. Si la conoce (punto A), es evidente que no la reproduce tal cual, sino que Juan la reescribe y reinterpreta. Este proceso de “reescritura” no es un fenómeno extraño en el ámbito judío, ni mucho menos. En la tradición de la literatura que llamamos “Apócrifos del Antiguo Testamento” hay obras que reescriben el texto del Antiguo Testamento totalmente a su aire, p. ej., la Vida de Adán y Eva, el Libro de los Jubileos (que reescribe y reinterpreta el libro del Génesis y parte del Éxodo) o el llamado Pseudo Filón, en sus Antigüedades Bíblicas (que reescribe y reinterpreta la historia bíblica desde la creación hasta la muerte del rey Saúl). En la Biblia hebrea misma, los Libros de las Crónicas, reescriben los de Samuel y Reyes. Igual ocurre con muchos pasajes de los profetas. Basándonos en estos ejemplos de la tradición judía, se puede con todo derecho suponer que el EvJn es un caso semejante. Por tanto, el autor conoce la tradición anterior, pero no la transmite tal cual, sino que la repiensa, reinterpreta y reescribe, mezclándola con elementos de otras tradiciones o con aportaciones propias, porque así lo cree conveniente para que resalte mejor el sentido que, en su opinión, tal tradición tiene. Con ello disiento también de Guijarro; “Juan”, el anónimo autor, sea quien fuere, ofrece un nuevo Jesús, no un Jesús meramente complementario. Este Jesús es incompatible con el Jesús sinóptico; no es complementario. Si sea acepta este Jesús, el de los Sinópticos no es verdadero, sería apócrifo, como sostuvimos. Y a la inversa, si se acepta el Jesús de los Sinópticos, el del Cuarto evangelio sería apócrifo. Siento haberme alargado tanto. Mañana concluimos de verdad. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com
Miércoles, 28 de Julio 2010
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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