CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero



Hoy escribe Antonio Piñero


Hablábamos en la nota anterior sobre la incompatibilidad de puntos de vista entre los Sinópticos y el Evangelio de Juan..., que puede extenderse a otros puntos de vista del Nuevo Testamento en su conjunto.


La razón sustancial la expone el mismo Guijarro, en la p. 538, aunque, naturalmente, sin obtener las consecuencias. Y es: la cristología del IV Evangelio es incompatible con la Marcos y con la de Mateo/Lucas y con la que Lucas dibuja en el Discurso de Pedro en Pentecostés en Hechos de los apóstoles 2 (recogida también por Pablo en Rom 1, 3-5).

Son cuatro cristologías diferentes, no complementarias, que conviene sintetizar de nuevo aunque sus ideas sean ya conocidas, a saber:

A. La de la comunidad primitiva: Jesús es un mero hombre en su generación y en toda su vida en la tierra. Sólo tras su resurrección por obra de se hace divino de algún modo, sentado a la diestra del Poder (Hch 2, 29-36 que se fundamenta en Salmo 132,11; 2 Samuel 7,12s; Salmo 16,10; Salmo 110,1). No hay encarnación.

B. La representada por el Evangelio de Marcos. Jesús es un mero hombre en su gestación y vida en la tierra hasta el bautismo: ahí es adoptado por Dios como Hijo. La resurrección confirma el hecho, no lo crea (Mc 1,11 que se fundamenta en que el hecho había sido profetizado por David en Salmo 2,7. No hay encarnación.

C. Jesús nunca fue un mero hombre. Su gestación fue ya milagrosamente divina: nace de una mortal, virgen, y de la inseminación espiritual del Espíritu divino. Al nacer es ya Dios y hombre. Pero no hay propiamente encarnación. Jesús no es preexistente. Esta doctrina se fundamenta en diversos pasajes de la Escritura, en especial Isaías 7,14 y en genealogías especiales. Es ésta la cristología de Mateo y de Lucas.

D. En Jesús se encarna un ser divino preexistente, el Logos. Hay un descenso, encarnación en un cuerpo humano –no se dice como- y un ascenso e la entidad celeste que ha ocupado temporalmente un cuerpo humano para revelar al Padre.

“Este proceso continuó en la reflexión de los siglos posteriores y desembocó en la formulación del Concilio de Nicea que recurrir a términos no bíblicos para expresar, en una nueva situación, su visión de Jesús (san Atanasio de Alejandría, De Decretis)” (Guijarro p. 538).

Debo concluir también:

El IV Evangelio consiguientemente no es una “biografía de Jesús como los Sinópticos”, sino otra cosa, otro género literario. Quizá lo mejor para definirlo es los siguiente: El IV Evangelio es un “Diálogo de revelación” (protognóstico imperfecto) inserto en un marco biográfico tomado de fuera.


Por último, creo que las reconstrucciones del Jesús histórico desde hace más de 200 años, en cuyos puntos básicos el mismo Guijarro estaría de acuerdo, si se obtienen las consecuencias, impiden afirmar que la “identidad de Jesús es un misterio”, que la “pluralidad de visiones de Jesús es imprescindible para entrar en un misterio que está mas allá de cada una de ellas” (p. 539).

Creo que cualquier historiador de la antigüedad no acepta misterio alguno (salvo en el sentido vulgar, del que no hablamos aquí, según el cual nosotros mismos somos un tanto misteriosos para los demás que no nos comprenden del todo) y diría que esta afirmación de la “personalidad misteriosa” en el sentido pretendido por el autor de “Los Cuatro Evangelios”- respetable sin duda- pertenece al ámbito de la teología, pero no al de la filología y la historia.

A pesar de mis críticas, el libro de Santiago Guijarro es una mina de información, y en conjunto, con mis reservas, utilísimo por todo lo que enseña y por el modo tan pedagógico como lo hace. Yo recomiendo su lectura, teniendo en cuenta que ofrece una perspectiva de historia mezclada sutilmente con la fe.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


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APÉNDICE


Escribe Santiago Guijarro en la p. 18 del libro que comentamos que “Rafael Aguirre aceptó mi invitación a detenerse unos días en Salamanca para leer y discutir algunos capítulos”. Igualmente afirma que “Esther Miquel leyó pacientemente la mayor parte del manuscrito”. Son buenos amigos los que la practican y es una cosa buena y mucho de agradecer. Estando de acuerdo con ello, naturalmente… pienso que quizás hubiese sido bueno también consultar a otros que no son ideológicamente de la misma tendencia. Y consultar… puede hacerse de muchos modos, por ejemplo, teniendo en cuenta otras opiniones no afines, y… citándolas.

Y dije en una postal anteriores que El Almendro había publicado unos libros, Orígenes del cristianismo, Fuentes del cristianismo, Libros sagrados de las grandes religiones, que opino que son tan científicos y tan buenos, regulares o malos, como la obra editada por S. Guijarro, Los Comienzos del cristianismo (a la que dediqué una muy larga recensión en la revista de Ilu, de Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense, creo) de 2006. Por ello teniendo en cuenta lo escaso de la producción española en este ámbito, ¿no sería bueno el haber citado estas obras –insisto que no son mías solo, sino de grupo-?

Otro ejemplo, sobre el Evangelio de Juan se ha escrito muchísimo, pero respecto a la comprensión del Evangelio a fondo, y a un comentario a lo dicho por Clemente de Alejandría al respecto, creo que muy poco en España. Guijarro destaca lo importante de este punto de vista del Padre de la Iglesia alejandrino. ¿No hubiese sido conveniente informar a los lectores que en España se ha escrito sobre eso?

Doy una pista de aquello en lo que he intervenido yo mismo, la mayoría de las veces en obras colectivas:


• “El cristianismo entre las religiones de su tiempo. Judaísmo y helenismo en la plasmación de la teología cristiana naciente (Jesús de Nazaret, Pablo y Juan), en Biblia y Helenismo. El pensamiento griego y la formación del cristianismo. El Almendro, Córdoba, 2006. 702 páginas. No es una obra leve para ser pasada por alto.

Literatura judía de época helenística en lengua griega. Desde la versión de la Biblia en griego hasta el Nuevo Testamento. Editorial Síntesis (Serie: Historia Universal de la literatura griega. Volumen 26. En Historia de la Literatura Universal vol. 70), Madrid, 2006, 300 pp. Esta obra es única en el mercado de lengua española.

"Inspiración, canonicidad y Cuarto evangelio. Reflexiones en torno al encuadre ideológico del evangelio de Juan", en III Simposio Bíblico Español. (I Luso-Espanhol) . Valencia- Lisboa 1991 (Ed. por J. Carreira das Neves, V. Collado Bertomeu, V. Vilar Hueso (Fundación Bíblica Española), 279-298.

“Interaction of Judaism and Hellenism in the Gospel of John”, in A. Ovadiah (ed.), Hellenic and Jewish Arts (The Howard Gilman International Conferences I). Tel Aviv (Tel Aviv University) 1998, 93-122.


Aparte de lo escrito sobre los cuatro evangelios y su interpretación en

El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos (Piñero-Peláez, El Almendro 1995), sobre crítica textual, lengua, estilo, género literario de los evangelios, historia de las formas, historia de la redacción, etc. Libro traducido al inglés, con el título The Study of the New Testament, A Comprehensive Introduction, Leiden 2003.


• La “Guía para entender el Nuevo Testamento” pp. 151-252; 305-406.

Teniendo en cuenta que en la bibliografía se cita (p. 55) un artículo de 4 páginas de C. H. Dodd sobre el “Marco de la narración evangélica”…, de 1931… debo confesar públicamente (y siento una cierta vergüenza en estar hablando sobre lo que yo mismo he escrito) que, por mí y mis compañeros de los libros editados en común, siento de veras que no aparezcamos en absoluto en la abundante bibliografía citada. Hispanicum est non legitur…, de nuevo. Una cierta tristeza…

Saludos.




Viernes, 30 de Julio 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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