CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

La Biblia en los Hechos de Andrés

II. Las alusiones (4)

35. Sigue Pedro recordando a sus condiscípulos que “Ahora ha venido sobre cada uno de nosotros la fuerza bajada del cielo y se ha derramado sobre nosotros el don del Espíritu Santo” (MartPr 1,2).

Nueva alusión a la venida del Espíritu Santo, que descendió del cielo (ek toû ouranoû: Hch 2,1-4). Venida que en otros lugares de los Hechos se expresa mediante el verbo epipíptō, el verbo empleado en el Apócrifo. Por ejemplo, los samaritanos pedían que se les diera el Espíritu Santo, porque todavía no había descendido (epipíptō) sobre ninguno de ellos (Hch 8,16). “Cuando estaba todavía Pedro hablando, descendió (epipíptō) el Espíritu Santo sobre todos los que oían la palabra” (Hch 10,44). “Cuando yo comenzaba a hablar, descendió (epipíptō) el Espíritu Santo” (Hch 11,15)-

36. Cuando el apóstol Andrés llegó a Patrás, se corrió la voz de que “había arribado a la ciudad un hombre extranjero, desnudo, solitario, sin traer para el camino nada mas que el nombre de un tal Jesús”.

Es una alusión evidente a los consejos de Jesús a los apóstoles en Mt 10,9-10: “No llevéis oro ni plata ni cobre en vuestra cintura, ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón”, Lc 9,3 recomienda no llevar nada para el camino, y a las cosas mencionadas en Mateo añade “ni pan ni dinero”. Eran por lo demás las mismas recomendaciones que hacía Jesús a los setenta y dos discípulos (Mc 6,8; Lc 10,4).

37. Después de afirmar que Andrés hacía grandes signos y prodigios (sēmeîa kaì térata poieî megála), especifica diciendo: “sana enfermedades, arroja demonios, resucita muertos, cura leprosos y alivia toda dolencia” (MartPr 3,1).

Aunque hay varios pasajes del NT en que se describe la actividad taumatúrgica de Jesús con términos similares (cf. la misión del Bautista en Mt 11,5 par.), aquí se alude claramente a las obras que Jesús recomienda a sus discípulos en el discurso de la misión y según la relación de Mt 10, 8: “Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los demonios”. En el texto del Apócrifo se trata del cumplimiento práctico de los consejos de Jesús.

38. El procónsul Lesbio, curado por Andrés, le dice lleno de gratitud: “Creo en aquel que te ha enviado hasta nosotros” (MartPr 5,2).

Es una nueva alusión a la misión de los apóstoles por parte de Jesús. El hecho está documentado en los textos anteriormente citados de la misión (Mt 28,19; Mc 16,15s; Jn 20,21), así como en las otras misiones previas (Mt 10,16; Mc 6,6; Lc 10,13; etc.

Los Apóstoles lo reconocen abiertamente (Hch 9,17), Pablo, por ejemplo, pone en boca de Jesús estas palabras al referir los detalles de su conversión: “Yo te envío” (1 Corf 1,17). La misión está implícita en el nombre mismo de “apóstol” con que se denomina a esta clase de enviados y en las dedicatorias de las cartas de Pablo y Pedro que ellos mismos anteponen al texto de sus misivas.

39. Jesús, en visión, dice a Andrés: “Toma tu cruz y sígueme” (MartPr 8,1).

Es una evidente alusión a las palabras de Jesús en contextos similares, como en Mt 10,38: “El que no toma su cruz y me sigue”. Lc 14,27: “El que no carga con su cruz y viene en pos de mí”. Y quizá mejor, encontramos el eco de esta expresión en Mt 16,24: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Cf Mc 8,34; Lc 9,23 que añade después de “su cruz” “cada día”.

40. El procónsul Egeates, esposo de Maximila, hace a Andrés una pregunta llena de intención y de significado: “¿Quién es el crucificado a quien, según tus órdenes, debe prestar atención toda la Acaya?” (MartPr 11,1).

Es una simple alusión a la predicación apostólica, de la que el punto central es prácticamente Cristo crucificado. Así consta por la 1 Cor 1,23; 2,2: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado” leemos en 1 Cor 1,23. Y en 1 Cor 2,2 Pablo reconoce que no sabe otra cosas que a Jesucristo, y a éste crucificado”.

41. En una nueva alocución, hace Andrés una relación sucinta de su ministerio diciendo: Cristo Jesús “nos eligió a nosotros sus apóstoles y nos dio poder para que fuéramos a todas las gentes y predicáramos en su nombre la penitencia y el perdón de los pecados” (MartPr 12,2).

En estas palabras podemos distinguir varias alusiones: a) La llamada de los Doce (Mt 10,1; Mc 3,14-15; Lc 6,13). De Lucas tenemos el verbo eklexámenos: “escogió a doce de ellos a quienes denominó apóstoles”. En Mateo: “Les dio poder” (exousían).- b) La misión. En Mt 28,10 leemos pánta tà éthnē. Pero en Lc 24,47 tenemos el texto del Apócrifo prácticamente completo. Estaba escrito, dice Jesús “que se predicara en su nombre la penitencia para el perdón de los pecados a todas las gentes”.

Otros textos: Mc 16,15: “Id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Y en 13,10: “Predicar a todas las gentes”. Pueden verse los pasajes de Hch 15,17; Rom 1,15; 16,26; 2 Tim 4,17.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 20 de Mayo 2010

Hoy escribe Antonio Piñero


Transcribo hoy las opiniones conclusivas de Miguel Pérez Fernández, sacerdote católico, sobre el retrato o imagen del mesías en el Targum palestinense que refleja el pensamiento del judaísmo del siglo I de nuestra era:

“En el Targum palestinense el mesías tiene un rasgo primero y decisivo: es rey, y rey de la casa de Judá, y es libertador del pueblo, congregador de todos los cautivos de Israel y de todos los judíos de la Diáspora, líder con Moisés de un nuevo y definitivo éxodo, dominador de las naciones, restaurador del reino de Israel, guerrero y justiciero, vengador de Israel, vencedor de Gog y Magog [dos reyes míticos que simbolizaban a todos los enemigos de Israel desde Ezequiel 38 y 39 y Apocalipsis 20,8].

“Estos rasgos del más típico mesías nacional están matizados por otras afirmaciones: no tolerará el derramamiento de sangre inocente ni la rapiña ni la desvergüenza, inaugurará una época de abundancia en la el pueblo encontrará su liberación definitiva; precisamente en su tiempo la Ley será observada y se convertirá en la medicina que cure la herida producida en el pueblo por la mordedura de la serpiente primitiva; el mesías es realmente un enviado de Dios que viene de lo alto, legitimado por la palabra de Yahvé que lo acompaña, y que trae una salvación eterna, no pasajera como fue la de otros “redentores” de antaño. La aparición de este rey permanece en el secreto de Dios; se espera en una noche de Pascua y surgirá en medio de un pueblo dedicado al estudio y cumplimiento de la Ley.

“En este retrato aparece un rasgo central: es el liberador enviado y legitimado por Dios; el Targum palestinense acentúa los trazos del rey guerrero, que denotan una comprensión bélico-política-nacional de la salvación; pero también se advierten aunque en segundo plano otros trazos que hablan de la existencia de otra concepción de la liberación, más ligada a los círculos piadosos y estudiosos de la Ley que a los políticos y militares.

“El Targum de Onquelos y la literatura rabínica (posteriores a la época de Jesús) van a acusar más este aspecto en el retrato que ellos hagan del mesías. La tradición mesiánica regia sufrió una profunda revisión

· Por razones políticas (prudencia frente a Roma),

· Psicológicas (frustración tras el fracaso de los diversos movimientos revolucionarios mesiánicos) y

· Teológicas (pretensión cristiana de que la ley había sido abolida).

Así el judaísmo vino a recuperar una tradición que el carácter belicoso de los sacerdotes-reyes macabeos había oscurecido en demasía.

“Uno entiende que hay un punto que merece estudiarse con mayor cercanía para dilucidar con realismo lo que hay detrás de los tópicos y los clichés literarios: ¿qué salvación se esperaba del mesías en realidad? El paso del mesías rey al mesías maestro expresa una frustración, pero también una purificación. La aparición del mesías sufriente, la asunción por parte del mesías de los rasgos del Siervo de Yahvé indica que la dureza de la vida enseñó a judíos y cristianos que el mesías tenía que padecer y que la salvación no se podía entender exclusivamente en términos políticos o nacionalistas que, a la postre, no eran más que racistas o meras superficialidades y contingencias” (pp.288 y 289).

Este sabroso texto merece un breve comentario que haremos en la próxima postal.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


Miércoles, 19 de Mayo 2010


Hoy escribe Antonio Piñero


La lectura del libro El Secreto, gran éxito de ventas por cierto es decepcionante desde muchos puntos de vista y es interesante para reflexionar sobre la estupidez humana. “Hay dos cosas que son infinitas” –se dice que dijo una vez A. Einstein- el universo y la estupidez humana. Y de la primera no estoy totalmente seguro”.

El tema y mensaje del libro se resumen en los siguientes principios: Lo semejante atrae a los semejante. Es una ley universal. Aplicada al mundo de los pensamientos humanos se formularia: los pensamientos positivos son realidades positivas y atraen a objetos positivos. Si pienso positivamente atraigo sobre mí el objeto de mi deseo, que será bueno. Si pienso negativamente, atraigo sobre mí el objeto de mi rechazo (temeroso), que será malo. Los pensamientos se convierten en realidad. Piensa positivamente y tendrás todo lo bueno: salud, riqueza y amor. Por ejemplo: el mundo es de un potencial infinito y hay riquezas para todos. Lo que pasa es que este principio elemental no lo conoce en la práctica nadie. Es un secreto. Sólo lo “conocen” y practican algunos sabios. El libro es una exposición pública del “secreto” de modo que la gente lo conozca y lo practique.


En primer lugar, el libro parece “literatura” popular muy norteamericana, no sólo sencilla, sino simplista, y engañosa para gente sin apenas cultura, tal como es usual en Norteamérica. El que en otros países tenga éxito se debe a la propagación del “American Way of Life” y a la falta de cultura que se está generalizando alarmantemente en nuestra sociedad.

La credulidad de base para aceptar el mensaje del libro –por cierto muy breve y de muy fácil lectura, pedagógicamente bien escrito con sus dibujitos, imágenes y sobre todo con sus resúmenes de “ideas”/mensajes al final de cada capítulo- está generada por una cierta desconfianza hacia la visión de Dios, del universo y del ser humano expandida por las religiones usuales y la sustitución de ella por las revelaciones de pseudoprofetas que se presentan a sí mismos muy bien –según las reglas del mercado de la comunicación- y que tocan fibras oportunas de las gentes incultas.

Se “tira” al Dios tradicional por la ventana (junto con el punto de vista social y religioso tradicional, la cosmovisión recibida en general y el papel del ser humano en el mundo-, y se admiten por la puerta trasera multitud de diosecillos en sustitución del abandonado.

Creo que al principio, en la mente de Rhonda Byrne -figura humana al estilo “Barbie” que me inspira poca confianza- el movimiento de expansión del famoso principio de la “Ley de la atracción”, fundamentada en la “Ley de que lo semejante atrae a lo semejante”, pudo surgir de buena fe, y de un modo elemental. Al fin y al cabo tal doctrina se ha expandido ya en nuestra época con las ideas homeopáticas (“lo semejante se cura con lo semejante”).

Pero tras la realización de un documental acerca de “El Secreto” y su asombrosa difusión, más luego la constitución de una Sociedad de responsabilidad limitada y la edición del libro con 24 coautores, se nota que se ha formado una sociedad de negocios para explotar comercialmente los beneficios de la credulidad. Ahora se reparten los derechos del documental y del libro que comentamos entre los miembros de esa sociedad (los “coautores”), y el interés creado suscita una corriente de clientes a las ramas y entidades profesionales de cada uno de los “cofirmantes”. Todo ello es lícito, pero ahora debe de ser el interés principal: generar dinero.

El ámbito del libro es el de los consejos que sirven para la comprensión de la divinidad (que es racional; es la Mente rectora del universo), de este universo y del ser humano. El género literario es tan viejo –y posiblemente tan verdadero en algunos aspectos-, como las doctrinas panteístas que comienzan con los filósofos jónicos griegos (Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes) y culminan –en otro ámbito muy distinto y profundísimo- con Baruc de Spinoza.

El papel central del ser humano en el mundo se inicia en nuestra civilización con los sofistas (Protágoras y Gorgias) y con Sócrates, así como la filosofía hedonista (con la que la mayoría de las gentes está de acuerdo) fue impulsada por Aristipo de Cirene y continuada por Epicuro. Sin duda el eliminar el miedo a los dioses y a las fuerzas adversas, el generar un optimismo interno a toda prueba y un hedonismo rampante (salud, dinero y amor) son ideas aceptadas por la generalidad.

Ellos, los coautores del libro, las presentan de otra forma –el “secreto” sirve para difundir un aura de misterio- y las explotan comercialmente. Siempre sucederá así con el que “dé con la tecla”. El secreto del éxito es misterioso. Todos somos capaces de analizar sus ingredientes, pero ignoramos las proporciones, la oportunidad y la presentación. Ellos han acertado comercialmente. Ese fantástico “secreto” es en realidad el secreto del éxito comercial de un libro simplicísimo y lleno de falsedades evidentes: el don de la oportunidad y la correcta mezcla y proporciones de los elementos surge por intuición o casualidad en los libros más dispares (piénsese en El Código da Vinci).

El mundo del control de las actividades sociales del ser humano, amén del papel rector de éste en el mundo, las normas sobre cómo “navegar” en la vida, etc., son igualmente tan viejos como la colecciones de proverbios y normas morales que nos son muy conocidos en la civilización grecorromana –Proverbios del Pseudos Focílides-, en la hebrea/aramea (Libro de la Sabiduría de Ajicar; el libro mismo de los Proverbios de la Biblia, etc., muy influido por el de sus vecinos de Egipto), en la egipcia (colecciones de cuentos morales y de proverbios para dirigir la vida) y en otras, como las mesopotámicas anteriormente. En fin, nihil novi sub sole: ¡“Nada nuevo bajo el sol!


El núcleo principal de la “Ley de la semejanza” es también muy conocido, el famoso “Similia similibus” (“lo semejante con lo semejante”) de los latinos, pero esa ampliación del dicho tradicional hasta afirmar que nuestros deseos se objetivan y se hacen realidad (“los pensamientos se hacen objetos”) es una majadería solemne, entre muchas otras del libro, que no necesita ni rebatirse. Por otro lado, refutar las proposiciones obviamente estúpidas es muy difícil y produce una desgana mortal en los seres cultivados. Además, está la conciencia de que toda refutación es inútil, porque los necios no te van a hacer caso ninguno.

Pienso también que a muchos que se crean las doctrinas del presente libro a pies juntillas se sentirán pronto decepcionados cuando la realidad de la vida les haga ver que los pensamientos no se concretan en objetos y que los buenos deseos, por mucho que ser repitan, no logran sus objetivos, ni evitan los accidentes, etc. De todos modos, la norma general de pensar en positivo es indudablemente buena. Pero la objetivación absurda de esta norma psicológica elemental conduce inexorablemente a la irrealidad y a la frustración.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


Martes, 18 de Mayo 2010



Hoy escribe Antonio Piñero

La cuestión que enuncia el título puede transformarse en la pregunta: ¿quién es realmente el fundador del cristianismo?

Algunos estudiosos opinan que ni siquiera es lícito plantearse la cuestión del fundador del cristianismo puesto que la constitución de éste como nueva religión fue un fenómeno lento y complejo en el que intervinieron múltiples factores. El cristianismo, argumentan, nunca fue una realidad estática, sino dinámica, sincrética –es decir, buena asimiladora de ideas religiosas de su entorno— y contradictoria. Por ello no hubo, ni pudo haberlo, un único fundador, sino varios.

Esta observación es cierta, pero hay momentos de la evolución del cristianismo en el que se dan pasos trascendentales, constituyentes, y uno de esos lo dio Pablo.

La cuestión debería formularse, pues, de otro modo: ¿fue Jesús el impulsor de una ideología religiosa que posteriormente, gracias a sus ideas y sin cambios sustanciales, se convertirá en el cristianismo? O ¿tiene esta religión unas características tan peculiares respecto a la religión de Jesús y su concepto de la salvación del ser humano que debe considerarse como una entidad en muchos e importantes puntos nueva y casi “autónoma”?

Como el planteamiento que aquí planteamos es sintético –habría que escribir un libro entero sobre el tema- vamos simplemente a ofrecer una pista, pero importante. Consideraremos algo esencial, un elemento clave, en una religión, qué idea se tiene de la salvación del ser humano, cómo se concibe la salvación, y comparemos a Jesús de Nazaret y Pablo, y vemos si son análogas o no. Una verdadera diferencia ofrecería materia de reflexión.

A. El concepto de la salvación en Jesús

Ante todo el maestro de Nazaret pensaba que la salvación habría de venir de la observancia de la ley divina, la Torá de Israel, pero en sus líneas más profundas y esenciales, tal como él había intentado elucidar en sus discusiones con otros rabinos de su tiempo.

Dentro de la observancia de la Ley Jesús buscaba la pureza en su relación con Dios, pero no entendía el binomio pureza / impureza como la mayoría de los fariseos de su época, sino que procuraba ante todo aquella pureza interna y esencial que sale del corazón.

En esta línea, la salvación, según Jesús, era convertirse, volverse a Dios de corazón, de modo que con este acto se perdonen los pecados pasados, se esté totalmente abierto y dispuesto para aceptar la venida del reino de Dios sobre la tierra con un desprendimiento absoluto de los bienes materiales y de cualquier otro impedimento psicológico que puede cerrar el corazón a las exigencias de conversión plena y absoluta que exige la preparación y venida del Reino; incluso si es necesario hay que prescindir de la propia familia. La salvación es pues entrar en el reino futuro de Dios.

A la hora del gran Juicio final (último paso de la salvación) Dios valorará mucho más el amor al prójimo, la entrega generosa a él y el respeto hacia los demás, el abstenerse de juzgar al prójimo, que el cumplimiento escrupuloso y angustiado de las normativas humanas que desmenuzan, no siempre con acierto, lo esencial de la Ley.

El ejemplo más claro se halla en Mt 25,31-46:


"Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. 32 Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; 36 desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.

"37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿O desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles; 42 porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna".

Para la interpretación de este pasaje, téngase en cuenta que esta escena es una composición del evangelista, que representa el pensamiento en líneas generales de Jesús, pero que contiene retoques de su teología propia.

Así, aquí se omite que antes del juicio final y de la vida eterna ha tenido lugar sobre la tierra de Israel la venida del reino de Dios y que éste ha durado un cierto tiempo; es temporal. El gran juicio final es el acto último después de este reinado del mesías sobre la tierra e inaugura la “segunda fase” del Reino, después del Juicio, en el cielo. Esta fase será ya eterna.

Segundo: el “Hijo del Hombre” en la teología de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) es asimilado a Jesús. Sin embargo, no estamos absolutamente seguros de que Jesús en realidad no pensara en otra figura celestial como ayudante de Dios en el Juicio, distinta de sí mismo.

Pero en líneas generales era así como un judío y un judeocristiano piados podía representarse el gran Juicio final que coronaba el proceso de salvación.

En la próxima semana consideraremos el concepto de la salvación en Pablo de Tarso y lo compararemos con el de Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

En el otro blog, "El blog de Antonio Piñero" el tema es:

"El apóstol Juan en los escritos canónicos. Juan en el grupo de los íntimos de Jesús"

Saludos de nuevo.
Lunes, 17 de Mayo 2010
Hoy escribe Antonio Piñero


Transcribimos hoy otro ejemplo de literatura de la época en torno a los años que vivió Jesús: los Salmos de Salomón. La crítica está más menos de acuerdo de que se trata de un producto de uno o varios autores, de ideología parecida al fariseísmo (por tanto, similar a la de Jesús de Nazaret), compuestos en torno a los años 60-50 a.C., después de que Israel pasara de facto a depender de la tutela de Roma, aunque de hecho estuviera gobernada por un rey macabeo/asmoneo, Hircano II.

El salmo 17 explica muy claramente las bases teológicas del “celota” o “celoso de la Ley” en cuanto a la soberanía de Yahvé en la tierra de Israel, al deseo de que tal soberanía fuera efectiva y real –es decir, que se implantara en la tierra de Israel el reino de Dios- y del medio humano que Dios utilizaría para instaurar su reinado, el mesías-rey. Como el salmo es muy largo, resumo sólo lo que procede más a esta descripción. (El texto completo vuede verse en A. Díez Macho-A. Piñero [eds.], Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. III, 2ª edición, Cristiandad, Madrid 2002, pp. 13-77 [Trad. de A. Piñero]).

Pongo en negrita lo que merece más atención.

1 Señor, Tú eres nuestro rey por siempre jamás;
en Ti, oh Dios, se gloriará nuestra alma […]

3 Pero nosotros esperamos en Dios nuestro salvador,
porque el poder de nuestro Dios es eterno y misericordioso;
su reinado y sus sentencias se mantienen siempre sobre los pueblos.

4 Tú, Señor, escogiste a David como rey sobre Israel;
Tú le hiciste juramento sobre su posteridad,
de que nunca dejaría de existir ante Ti su casa real.

5 Por nuestras transgresiones se alzaron contra nosotros los pecadores […]

7 Pero Tú, oh Dios, los derribas y borras su posteridad de la tierra, suscitando contra ellos un extraño a nuestra raza.

8 Según sus pecados los retribuyes, oh Dios,
se encuentran con lo que sus obras merecen.

9 b[Dios no se apiadó de ellos;
buscó su descendencia y no dejó ni uno solo […]]b

..............

21 Mira a tu pueblo, Señor, y suscítale un rey, un hijo de David,
en el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo.

22 Rodéale de fuerza, para quebrantar a los príncipes injustos,
para purificar a Jerusalén de los gentiles que la pisotean, destruyéndola,

23 para expulsar con tu justa sabiduría a los pecadores de tu heredad,
para quebrar el orgullo del pecador como vaso de alfarero,

24 para machacar con vara de hierro todo su ser,para aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca,

25 para que ante su amenaza huyan los gentiles de su presenciay para dejar convictos a los pecadores con el testimonio de sus corazones.

26 Reunirá (el Rey) un pueblo santo al que conducirá con justicia;
gobernará las tribus del pueblo santificado por el Señor su Dios.

27 No permitirá en adelante que la injusticia se asiente entre ellos,
ni que habite allí hombre alguno que cometa maldad,
pues sabrá que todos son hijos de Dios.

28 Los dividirá en sus tribus sobre la tierra;
el emigrante y el extranjero no habitará más entre ellos.

..................

A continuación se describe el reinado futuro del mesías una vez obtenida la victoria sobre los gentiles. Obsérvese cómo –después de haber triturado a las fuerzas adversas al reino de Dios- el rey mesías se convierte en rey “pacífico” (relativamente) para ejercer de mandatario de Dios


29 Juzgará a los pueblos y a las naciones con justa sabiduría.

30 Obligará a los pueblos gentiles a servir bajo su yugo; glorificará al Señor a la vista de toda la tierra,
y purificará a Jerusalén con su santificación, como al principio,

31 para que vengan las gentes desde los confines de la tierra a contemplar su gloria,
trayendo como dones a sus hijos, privados de su fuerza,
para contemplar la gloria del Señor, con la que Dios la adornó.

32 Él será sobre ellos un rey justo, instruido por Dios;
no existe injusticia durante su reinado sobre ellos,
porque todos son santos y su Rey es el ungido del Señor.

33 No confiará en caballos, jinetes ni arcos;
ni atesorará oro y plata para la guerra,
ni el día de la batalla acrecentará sus esperanzas la multitud de sus guerreros.

34 El Señor es su rey. Su esperanza es la del fuerte que espera en Dios.
Él se apiadará de todas las naciones
que vivan ante Él con religioso temor.

35 Golpeará la tierra continuamente con la palabra de su boca, pero bendecirá al pueblo del Señor con sabiduría y gozo.

36 El rey mismo estará limpio de pecado para gobernar un gran pueblo,
para dejar convictos a los príncipes y eliminar a los pecadores con la fuerza de su palabra.

37 No se debilitará durante toda su vida, apoyado en su Dios,
porque el Señor lo ha hecho poderoso por el Espíritu santo,
lleno de sabias decisiones, acompañadas de fuerza y justicia.

38 La bendición del Señor está sobre él en la fuerza,
no sentirá debilidad.

39 Su esperanza está puesta en el Señor,
¿quién podrá contra él?

40 Es fuerte en sus actos y poderoso en su fidelidad a Dios,
apacentando el rebaño del Señor con justicia y fidelidad.
No le permitirá a ninguno flaquear mientras es apacentado.

41 Conducirá a todos en la rectitud,
y no habrá en ellos orgullo para oprimir a los demás.

42 Tal es la majestad del Rey de Israel, la que dispuso Dios
suscitar sobre la casa de Israel para corregirla.

43 Sus palabras son más acrisoladas que el oro apreciadísimo;
en las asambleas juzgará las tribus del pueblo santificado;
sus palabras son como palabras de santos en un pueblo santificado.

44 Felices los que nazcan en aquellos días,
para contemplar la felicidad de Israel cuando Dios congregue sus tribus.

45 Apresure Dios sobre Israel su misericordia,
líbrenos de la inmundicia de enemigos impuros.

46 El Señor es nuestro Rey para siempre jamás.

Este texto no tiene desperdicio. Es sumamente iluminador sobre lo que se pensaba en Israel del mesías, de las naciones, de la instauración del Reino por la fuerza (divina), de cómo sería el reino de Dios sobre la tierra. Un reino tal como habían prometido los profetas..., sobre todo el Tercer Isaías. El autor, a tenor del conjunto de los salmos, es probablemente un fariseo.

Seguiremos con más ejemplos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
Domingo, 16 de Mayo 2010


Hoy escribe Antonio Piñero


¿Qué idea tenían las masas sobre lo que era ser "Hijo de David" en el Israel del siglo I? La respuesta es: pues lo que se leía en las sinagogas en el siglo I. Y lo que se leía lo sabemos con toda precisión por los “targumim” ( o “targumes”). Un targum era la traducción litúrgica, del hebreo al arameo, para lectura pública en las sinagogas en el Israel del siglo I. La gente hablaba arameo y no entendía el hebreo y había que traducirles el texto bíblico sagrado que estaba en esa lengua (una situación muy parecida a la de hoy en Grecia: la gente que habla demotikí, o lengua popular, en las iglesias escucha una traducción del griego koiné, griego antiguo de los Evangelios, al griego moderno. Sin embargo, los cultos, los estudiosos de la Biblia en Grecia entienden sin más el griego “más clásico” de los Evangelios). Igual ocurría en le Israel del siglo I con el hebreo: sólo se utilizaba para discusiones científicas entre rabinos y escribas. Otro ejemplo: en los siglos XII al XVII, o incluso más tarde: la gente hablaba en casa romance o un lengua vernácula (por ejemplo inglés antiguo), pero las discusiones científicas se hacían en latín.

Podemos, pues, estar seguros que lo que se leía en las sinagogas en arameo era la traducción de la Biblia a esta lengua más algunas explicaciones o paráfrasis al texto para que la gente lo entendiera mejor. Era, como quien dice, la teología popular aceptada. Así pues, estas paráfrasis que iban junto con las traducciones al arameo nos revelan el pensamiento de los israelitas comunes del siglo I sobre cualquier tema de la Biblia.

Pongamos ejemplos. El primero es la paráfrasis del Targum palestinense a Éxodo 12,42 . El texto bíblico dice así:

“Esta es noche de vigilia para Yahvé por haberlos sacado de la tierra de Egipto; esta noche es para Yahvé, para ser guardada por todos los hijos de Israel por (todas) sus generaciones”

Y he aquí la traducción parafraseada:

Cuarta noche: "Cuando llegue el mundo a su fin / para ser redimido, / los yugos de hierro serán / quebrados / y la generación malvada / será aniquilada. Y Moisés subirá / de en medio del desierto / y el Rey Mesías / de lo alto": Trad. de M. Pérez Fernández, Tradiciones mesiánicas en el Targum palestinense(Instituto español bíblico y arqueológico de Jerusalén/Institución San Jerónimo, Valencia 1981, p. 175).

Otro caso: Targum palestinense a Génesis 49,10-12:. El texto hebreo dice:

“10 El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Silo, y a él sea dada la obediencia de los pueblos. 11 El ata a la vid su pollino, y a la mejor cepa el hijo de su asna; él lava en vino sus vestiduras, y en la sangre de las uvas su manto. 12 Sus ojos están apagados por el vino, y sus dientes blancos por la leche”; el texto targúmico está editado y traducido en Miguel Pérez Fernández, Tradiciones mesiánicas en el Targum palestinense. Valencia 1981, 136).

La explicación parafrástica dice así:

Cuán hermoso es
el Rey Mesías
que ha de surgir
de entre los de la casa de Judá.
Ciñe los lomos
y sale a la guerra contra los enemigos
y mata a reyes con príncipes.
Enrojece los montes
con la sangre de sus muertos
y blanquea los collados
con la grasa de sus guerreros.
Sus vestidos están envueltos en sangre:
se parece al que pisa racimos.

Esta es la pintura del primer momento de la acción guerrera del Mesías. En el verso siguiente el “meturgeman”, o traductor-parafraseador, describe el segundo acto: tras el advenimiento del Reino, una vez vencidos los enemigos, se instaura una era de paz y abundancia mesiánicas:

Cuán hermosos son
los ojos del Rey Mesías.
Como el vino puro.
[para no ver con ellos las desnudeces
ni el derramamiento de sangre inocente]
Sus dientes son más blancos
que la leche.
[Para no comer con ellos
lo arrebatado y lo robado].
Se tornarán rojos los montes
por las cepas
y sus lagares por el vino,
y blanquearán los collados
por la abundancia de trigo
y por los rebaños de ovejas.

Los pasajes entre corchetes son, en nuestra opinión, interpolaciones secundarias, que rompen el ritmo del poema.

De ningún modo nos parece que el v. 12 (la 2ª parte) sea una reacción para oponerse y negar la primera parte. No hay contradicción, sino un drama que se desarrolla en dos tiempos. El poema es un testimonio tanto del concepto guerrero del mesías, como de la bienandanza material de Israel cuando, gracias al Mesías, logre vencer a su enemigos y se instaure el reino de Dios. M. Pérez Fernández, op. cit., 141ss, observa acerta¬damente que la segunda parte procede de la misma mano y no es una contradicción respecto a la primera, sino una complementación (p.144).

Esta segunda parte del poema no es una imagen del mesías pacífico contrapuesto al guerrero, sino que tras la victoria viene la paz del vencedor.

Seguiremos con más ejemplos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

Sábado, 15 de Mayo 2010
Hoy escribe Antonio Piñero

Dijimos en una de las notas anteriores que Brandon insiste en que Jesús, en el episodio de la entrada a Jerusalén (Mc 11,7-10), no corrige a las masas que le aclaman como “El que viene, El rey en nombre del Señor” (literalmente: “Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del señor; Bendito el reino de nuestro padre David que viene; ¡Hosanna en las alturas”).

Estas frases tienen unas connotaciones plenamente judías y se entienden muy bien en la época de Jesús. Es notable, por otro lado, que Lucas en su pasaje paralelo, omita el título “Hijo de David”. En mi opinión no es un olvido, sino una muestra de su “tendencia”, es decir, su deseo de presentar ante todo un Jesús “pacífico”. Lucas inserta además algo en la escena que es típicamente suyo, la frase “Paz en el cielo y gloria en las alturas”, que recuerda demasiado al lenguaje angélico de Lc 2,14. En mi opinión, y en la de prácticamente todos los comentaristas, esta frase es un añadido de Lucas para contrarrestar la posible imagen belicosa de un “Hijo de David” y potenciar la figura del “Cristo pacífico”.

¡Nunca pueden leerse los evangelios hoy día sencilla y llanamente! Se quejan algunos lectores de que la crítica científica quita de aquí y de allá frases “que no le interesan”. En primer lugar: No se trata de eso, como si se obrara con malas o perversas ideas y afán de tergiversar a Jesús por algún odio oculto, sino de ver claramente -y distinguir- entre lo que es un comentario redaccional del Evangelista, lo que no pertenece al estrato primitivo de la tradición sobre Jesús y que normalmente responde a una “tendencia” o “agenda teológica” –como se dice ahora- previa, y lo que puede ser originario, adscribible a un estadio anterior más cercano al Jesús de la historia. Por ello no se ponen tales comentarios redaccionales al mismo nivel de lo que el análisis racional y crítico sitúa como tradición de base, más cercana a ese Jesús cuyos rasgos pertinentes se intentan dibujar. Se supone que en una Facultad universitaria los que estudian el mundo antiguo en su aspecto ideológico no pueden tener odio a un personaje de hace 2.000 años. Se intenta explicar su mundo mental y su entorno y se acabó: no hay más transfondo.

Sostienen algunos, amparándose muchas veces en citas extraídas de libros de Hans Küng, que no deben eliminarse como secundarias de los Evangelios frases de Jesús de aquí o de allá, actuando “arbitrariamente” con la mera pretensión de hacer del Nazareno un guerrillero, un insurrecto, un agitador y revolucionario político y convertir su mensaje del reino de Dios espiritual en un mero programa político-social. Se supone que en el ánimo del investigador se pretende –insisto- tergiversar y falsear los relatos evangélicos, seleccionando unilateralmente las fuentes con los dichos y hechos de Jesús y atribuyendo a creaciones de la comunidad pasajes sacados de su contexto.

Con otras palabras: ¡tal investigador que busca precisamente situar a Jesús en su contexto histórico lo saca de él con fines espurios! Para ello –se sostiene- hay que prescindir del mensaje de Jesús como totalidad, y se procede, en suma, con fantasía novelesca y no con rigor histórico-crítico.

Si tomamos estas críticas al pie de la letra –aparte del juicio de intenciones sobre el investigador que pasa de presuntamente honesto a ser un “no científico” y un “falseador voluntario”- ocurre una de dos cosas:

A. O bien, hacemos lo mismo que se critica al investigador, y ejercemos nuestra propia crítica, a saber eliminando también pasaje –o no prestando a ellos ninguna atención, silenciándolos, o interpretándolas fuera del contexto de la mentalidad del siglo I en Israel- o incluso perícopas enteras que no cuadran en absoluto con la imagen del Cristo transmitido por la tradición eclesiástica, y damos sólo como buena nuestra interpretación de lo eliminado como secundario, de lo silenciado y de lo que queda,

B. O bien hacemos una lectura acrítica de los Evangelios, coincidente en el fondo con una tradición patrística ciertamente centenaria, y en el fondo y en la forma despreciamos las herramientas críticas elaboradas durante más de doscientos años de reflexión –desde finales del siglo XVIII- declarándolas sesgadas y torticeras.

No creo que haya ningún tertium razonable a este dilema. Naturalmente, los críticos discreparán. ¡Que sea con razones y no con meros "desiderata o afirmaciones que la cosa es de otro modo"!

Con otras palabras: un notable número de apostillas, sugerencias y comentarios de los lectores de este blog al modo de proceder, analítico y argumentativo que en él se practica y que se desea estrictamente científico, consisten en achacar a voluntad previa distorsionadora del comentarista (en este caso de Brandon y –supongo- que también del que propone sus argumentos a consideración), a un afán de no buscar la verdad, a un deseo de acabar con una imagen centenaria de Jesús, a un deseo arbitrario de construir su propia imagen de Jesús eliminando en concreto lo que se considera comentario redaccional del Evangelista, o a una perspectiva sesgada de éste o de su comunidad, aunque ésta se encuentre en los Evangelios como puesta a veces en labios de Jesús.

Se suele denostar como “pseudociencia” tal proceder. Pero vuelvo a afirmar que no es así. Se trata de enmarcar a Jesús en su mundo, que no es el nuestro, ni mucho menos, y que tenía unas ideas a veces en absoluto parecidas a las nuestras y que hoy consideraríamos infantiles. Y que en muchísimos casos no pueden modernizarse so pena de inventarse también por su cuenta un Jesús estupendo. Léanse, por favor, los comentarios científicos a los evangelios, comentarios escritos por estudiosos de todo tipo de adscripción teológica creyente o no creyente: ¡coinciden en altísimo grado en ese proceder tachado de arbitrario, a saber eliminar de la base para la reconstrucción del Jesús histórico los estratos secundarios presentes en los Evangelios!

Muy importante, como dijimos, en la perícopa de la entrada en Jerusalén es que Jesús no reprende a la multitud, ni a sus discípulos que le aclaman como el mesías, “Hijo de David”:

“Os digo que si ellos callasen, gritarían las piedras”.

Por tanto, debe obligatoriamente suponerse que hay una concordancia en cuanto a la definición y contenido de lo que supone el vocablo “mesías” entre las masas, los discípulos y Jesús.

Y debe suponerse que si las masas están por medio se trata de un concepto de la teología popular israelita del siglo I, que se supone también implícita, conocida y que no se explica ni hay necesidad de explicitar. Espero que a nadie se le ocurra plantear la hipótesis de que Jesús, teniendo en su verdad un concepto de mesianismo distinto, apolítico, totalmente pacífico, sufriente, etc., permitió que las masas se mantuvieran en un error invencible. Tal hipótesis sería, por lo menos para mí impensable. Por tanto, Jesús tenía la misma idea de su mesianismo que la masa que lo aclamaba y que él no corregía ni le explicaba nada distinto.

Seguimos en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com




Viernes, 14 de Mayo 2010
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

II. Las alusiones (3)

23. En el largo alegato pronunciado por Andrés desde la cruz, promete a los suyos que ”se va para prepararles los caminos” (HchAnd 58,1).

Las palabras de Andrés evocan la promesa de Jesús durante la cena, cuando decía: “Yo me voy para prepararos el lugar” (Jn 14,2). Durante la sobremesa de la última cena, Jesús dejaba caer en su discurso una especie de testamento con carácter de ultimidad. La situación de Andrés, colgado ya en la cruz, tiene igualmente un carácter de última voluntad.

24. Andrés preparará los caminos “ahuyentando las tinieblas” (HchAnd 58,1).

Pablo aconsejaba a sus fieles en Rom 13,12 que “rechazaran las obras de las tinieblas y se revistieran con las armas de la luz”. El autor de la 1 Pe, por su parte, recuerda que Dios nos “llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pe 2,9). Podemos recordar otros pasajes, como el de Ef 5,8: “Erais en otro tiempo tinieblas, ahora sois luz”.

25. Otra de las cosas que Andrés promete que hará es “apagar el horno” (káminon: HchAnd 58,1).

Jesús explicaba en privado sus parábolas a sus discípulos diciendo, entre otras cosas, que los escándalos irían al horno (káminon) de fuego (Mt 13,42).

26. Y además, Andrés matará al gusano (HchAnd 58,1).

Alusión clara al “gusano que no muere” de Mc 9,48. Es el gusano de la gehenna, donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga.

27. Y no solamente resolverá los hechos consumados, sino que eliminará las amenazas (HchAnd 58,1).

Ya el autor de la carta a los efesios les recomendaba eliminar las amenazas (Ef 6,9).

28. En la serie de promesas, incluye Andrés que “tapará la boca a los demonios” (HchAnd 58,1).

Puede considerarse como una de las actitudes de Jesús en sus enfrentamientos con los demonios, a los que mandaba callar: “Calla y sal” (Mc 1,25; Lc 4,35), o no les permitía hablar: “No permitía que hablaran los demonios” (Mc 1,34).

29. Prometía Andrés ayudar a los fieles “amordazando y destruyendo las fuerzas de los arcontes” (arkhontikás dynámeis: HchAnd 58,1).

Es lo que Cristo realizará al final de los tiempos, “cuando anule todo poder (arkhén), toda potestad y toda dýnamin” (1 Cor 15,24).

30. Igualmente prometía “dominar a las potencias”(exousías: HchAnd 58,1).

Por lo que se refiere a esta expresión, notamos que en 1 Cor 1,16 dice Pablo que Cristo es la cabeza, porque en él todo ha sido creado, toda arkhé y toda exousía, ya que él es la cabeza de toda arkhé y toda exousía, sobre las que lógicamente domina (Col 2,10; 1 Cor 15,24; Ef 6,12).

31. Andrés sigue describiendo las maneras de preparar los caminos para sus discípulos. Una nueva forma es la de “arrojar al diablo” (HchAnd 58,1).

“No dejéis sitio al diablo”, aconsejaba el autor de la carta a los efesios (Ef 4,27). Pero en Hebr 2,14 encontramos la solemne afirmación de que Cristo “destruyó con su muerte al diablo”. Santiago recomienda también resistir al diablo (Sant 4,7). Y según 1 Jn 3,8 el Hijo de Dios apareció “para deshacer las obras del diablo”.

32. En una idea similar a la anterior, Andrés promete que “expulsará a Satanás” (HchAnd 58,1).

Según el Apocalipsis, en la batalla entre el dragón y Miguel con sus respectivos ángeles, “Satanás, el que extravía a todo el mundo, fue arrojado a tierra” (Ap 12,9).

33. El Apóstol termina la serie de actividades a favor de los suyos prometiendo que “castigará la maldad” (HchAnd 58,1).

Con el verbo apotíthēmi desechar, aparece utilizada la maldad (kakía) como objeto en Col 3,8 entre las cosas que el fiel debe desechar. Lo mismo recomiendan Santiago 1,21 y la 1 Pe 2,1.

34. En el Martyrium Prius 1,1 dirige Pedro la palabra a los apóstoles diciendo:
“ Recordad sin duda cómo nos encargó que, una vez recibido el Espíritu Santo, nos dispersáramos por todo el mundo predicando la penitencia y el perdón de los pecados a los que creen en su santo nombre”. Y sobre el mismo tema de la dispersión de los apóstoles por todo el mundo para predicar la penitencia para el perdón de los pecados se habla igualmente en MartPr 3,1.

En estas palabras de Pedro, encontramos alusiones: a) A la venida del Espíritu Santo según el texto de Hch 2,1-4.- b) A la misión de los apóstoles en Mc 16,16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Allí se hace también mención del que cree. Otro pasaje sobre la misión es el de Mt 28, 19 con una referencia a “todas las gentes”. Cf. también Mt 24,14.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 13 de Mayo 2010
Jesús como maestro. Un libro de Pheme Perkins (II)  (141-02)

Hoy escribe Antonio Piñero

Concluimos hoy la presentación y breve comentario al libro de Pheme Perkins sobre la enseñanza de Jesús que iniciamos en la nota anterior.


Mi opinión sobre el libro es en líneas generales positiva: pero me ha gustado más la parte general del principio, el enmarque de Jesús como maestro en el Israel de su tiempo, que el tratamiento de algunos temas concretos.

Un primer ejemplo: cuando la autora trata de que el mensaje de Jesús es para todas las gentes (de Israel) intenta por todos los medios probar que los relatos de las relaciones de Jesús con las mujeres demuestran que éstas no fueron sólo oyentes, sino verdaderas discípulas. Una aportación más en este caso de Perkins a uno de los mitos “fundacionales” del cristianismo construidos en el siglo XX (Kathleen Corley dixit: Women and the historical Jesus. Feminist Myths of Christian Origins ("Las mujeres y el Jesús histórico. Mitos feministas den los orígenes cristianos"; Santa Rosa, Polebridge Press, 2003 y A. Piñero, Jesús y las mujeres, Aguilar, Madrid 2008).

A la verdad no veo razones por ninguna parte. Ni siquiera en Lucas, que trata a las mujeres con gran deferencia y respeto, pero que, conforme a la época, jamás las presenta activas ni participantes en la diseminación del mensaje del Reino. No valen los ejemplos de curaciones. Salvo el de la mujer con flujo de sangre –Mc 5,24-34-, todas las demás curaciones de féminas se realizan en la casa. La mujer sirofenicia es una excepción, pero al ser pagana y no pertenecer a las ovejas de la casa de Israel no cuenta. La escena de Marta y María, que escoge la mejor parte ¡a los pies de Jesús! (Jn 12,1-8) tampoco vale; ni la de la unción a Jesús , en el que la mujer (en Mc 14,3-9 y Mt 26,6-3) reconoce algo que no hacen los discípulos: saber y proclamar que Jesús es el siervo doliente de Yahvé que va a morir voluntariamente.

Tampoco valen estas escenas para probar la tesis propugnada por la autora, porque lo que no dice ésta es que tanto la escena de Juan como la de la unción en Lucas son consideradas, tal como están en los Evangelios, como no históricas, según la inmensa mayoría de los intérpretes.

Igualmente veo confusa el ordenamiento del material a la hora de explicar al lector cómo se forma la Fuente Q y cómo los dos evangelistas que la utilizan la reelaboran. Queda claro que en esta “Fuente de los dichos” se puede percibir la enseñanza primitiva de Jesús, pero en el caso de la exposición de Perkins me parece que el lector puede acabar por no saber bien, exactamente, qué es original de Jesús y qué pertenece a la comunidad o redacción posterior.

Sí me parece interesante el tema del divorcio y cómo se desarrolla la enseñanza primitiva de Jesús sobre este asunto -doctrina bastante rigorista y muy parecida a la de los esenios- en la comunidad primitiva, la cual –afirma la autora- cuando la acomoda a sus vida presente no lo hace simplemente para adecuarse a cambiantes circunstancias, sino para guardar siempre el espíritu de la “santidad y pureza del matrimonio” que presidió el tratamiento de Jesús de este tema. Estoy muy de acuerdo con la autora.

Pero menos de acuerdo estoy en el tratamiento del tema de la “riqueza y los ricos”. El libro pasa de puntillas sobre el requerimiento extremo de Jesús de la venta de todos los bienes para disponerse a las exigencias del Reino, y tampoco se menciona que hay un punto de revolucionario en Jesús, contra el orden social vigente en su tiempo, cuando condena a los ricos en cuanto ricos, comos se ve claro en la parábola del mendigo Lázaro y el rico epulón (Lc 16,19-31). Los ricos no gozan de la compasión de Jesús porque ya han disfrutado en esta vida.

Y finalmente, el tema del amor a los enemigos: sin decirlo claramente, Ph. Perkins expone toda este espinosa cuestión como si Jesús tratara siempre de las relaciones personales. Estoy muy de acuerdo con esta opinión, como saben los lectores, pero hubiera sido interesante la exposición del comportamiento de Jesús contra los enemigos públicos de Dios y de su Reino, a los que –expuse en este blog- no ama en absoluto, sino que los critica acerba y reciamente, quizás porque no ve en ellos disposición alguna de conversión a Dios. Dice expresamente la autora que el espíritu de Jesús era que bendecir al perseguidor, rezar por él y no albergar deseos de venganza deja abierta la puerta para que esa persona reflexione y se convierta. El o los individuos en cuestión se transmutan de enemigos del Reino en amigos, precisamente por la dulzura de comportamiento del seguidor de Jesús. Es lo mismo que yo sostengo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
Miércoles, 12 de Mayo 2010
Jesús como maestro. Un libro de Pheme Perkins (I)   (141-01)
Hoy escribe Antonio Piñero


Pheme Perkins es conocida entre los estudiosos del Nuevo Testamento como una buena especialista con capacidad de exposición clara y atractiva. El libro que comentamos esta semana –dentro de estudios sobre el Nuevo Testamento publicados por El Almendro que deben destacarse- es un buen ejemplo de ellos, al menos en su primera parte. He aquí su ficha:

Pheme Perkins, Jesús como maestro. La enseñanza de Jesús en el contexto de su época. Editorial El Almendro (colección: “Grandes temas del Nuevo Testamento”), Córdoba 2001, 155 pp., con índice analítico de materias y de citas bíblicas. ISBN: 84-8005-031-4.

Perkins parte de la idea que hoy tenemos del maestro, alguien que enseña en una escuela, con alumnos que acuden a ella con la intención de seguir el plan o sistema educativo establecido por la institución, a la que pertenece la escuela, es muy distinta de la que vivió Jesús. Éste no estableció una escuela con una filosofía propia, o una forma sistemática y especial de interpretar la Ley, sino que reunió en torno suyo a un grupo de discípulos íntimos, y otro no constante pero más numeroso, que aprendían de las predicaciones del Maestro a las gentes, y de las situaciones en las que vivía y cómo reaccionaba ante ellas.

La autora parte del supuesto de que para entender lo que las gentes esperaban de las enseñanzas de Jesús es necesario conocer previamente cuáles eran las clases de maestros que había en el Israel del siglo I y su entorno, y determinar qué tenía Jesús en común con ellos y qué era lo que lo distinguía. Brevemente presenta Perkins el magisterio de los filósofos de la época, en especial estoicos y cínicos, para concentrase luego en los diversos tipos de maestros israelitas: los antiguos “sabios”, autores de las obras denominadas sapienciales del Antiguo Testamento y los de su época, sobre todo:

Fariseos (a los que muchos empezaban ya a llamar “rabbí”),

Escribas –que de ser meros funcionarios reales pasaron en Israel a ser los que sabían leer e interpretar las Escrituras, entre ellos en especial los esenios (idea también propuesta por Helmut Stegemann (Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús. Edit. Trotta, Madrid 1996, trad de la 5ª edición alemana por Rufino Godoy; La idea es que los escribas citados así en el Nuevo Testamento pueden recubrir a los esenios, que no parecen nombrados en este corpus), y los

· Profetas y visionarios apocalípticos que se supone que también había en la época.

Perkins caracteriza a Jesús como maestro y profeta carismático (al estilo de Geza Vermes, es decir, como aquel que -en la sociedad en la que vivió- no tenía una autoridad proveniente de los medios o canales ordinarios, a saber haber sido alumno de una escuela famosa, sino de su contacto especial con Dios, de su vocación en suma. En pocas páginas destaca la autora la relación de Jesús con el Bautista para recalcar ante todo su diferencia en el sentido de que el Nazareno no acabó siendo conocido por administrar principalmente un bautismo de penitencia, sino por más aspectos interesantes.

El libro recalca cómo Jesús orienta todo su magisterio en torno a su predicación del reino de Dios, cómo exige a sus discípulos que “rompan con su mundo” ordinario, que lo dejen todo por el Reino, pero a la vez insistiendo en que su mensaje era para todos en Israel, no sólo para ese grupo de selectos que le seguía. Intenta destacar la autora –sin conseguirlo en mi opinión, como diré- que en el seguimiento de Jesús maestro había también mujeres, que eran no sólo simplemente auditoras, oyentes, de su doctrina, sino que “participaban en la enseñanza” de Jesús.

El estilo pedagógico de Jesús, las parábolas y el uso de proverbios y “apotegmas” por su parte (la expresión de una sentencia solemne y apropiada en una escena rápida, normalmente en diálogo con algún adversario; atención porque la mayoría de estos apotegmas en su forma actual son una composición del evangelista o de alguien de la comunidad que está detrás), ocupan un capítulo importante en el que se trata también de explicar el uso de Jesús de las discusión del significado de parte importantes de la Ley y de dichos proféticos y apocalípticos referidos al fin del mundo presente y la irrupción del Reino.

En este capítulo la autora insiste en que Jesús fue “más allá del cumplimiento formal de las normas” y que lo que inculcó fue verdaderamente que el ser humano debe fijarse –e intentar cumplir- el "espíritu que anima a la Ley". En cuanto a los dichos apocalípticos de Jesús sostiene Perkins que el Nazareno no insistió tanto en la inminencia o futuridad del reino de Dios cuanto en que ya estaba presente en el mundo…, visión con la que no estoy de acuerdo, como también veremos.

Más interesantes y novedosos me parecen los dos capítulos, últimos, de este pequeño libro.

El primero trata de ofrecer una perspectiva global de cómo la doctrina de Jesús fue adaptada por sus seguidores ante las nuevas circunstancias, es decir, dice claramente que en los Evangelios no tenemos sólo la doctrina primigenia de Jesús, sino que aparte de ésta -sin duda- en muchos otros casos lo que ha llegado hasta nosotros es una mezcla de lo primigenio de Jesús más su adaptación a las circunstancias que vivía la comunidad. Esta adaptación era llevada a cabo por profetas y maestros cristianos siempre en nombre del Nazareno y porque eran ellos los que hacían realidad algo distintivo del cristianismo: Jesús no ha resucitado para estar alejado de los suyos, sino que es el “Viviente”, para estar siempre en medio de sus fieles, inspirándolos y guiándolos.

Para explicitar este tema recurre a dos ejemplos importantes:

A. La doctrina original de Jesús sobre el divorcio, cómo puede saberse lo original a través del estudio de los diversos texto, alusiones e indicios que hablan del tema, tanto en los evangelios como las epístolas, y la posible adaptación que la comunidad hizo de ella.

B. El segunda tema es cómo se recogieron, o compilaron, los “dichos del Señor” (La Fuente Q). Ilustra la autora el caso con los temas que aparecen en el Sermón de la Montaña y en Mt 17,22-18,35 más sus paralelos en el Evangelio de Lucas. Aquí el libro se hace más técnico y el sano espíritu de divulgación que había presidido sobre todo los inicios del libro se torna en análisis un tanto más complejos, pero perfectamente entendibles si se leen con calma y los evangelios en la mano, sobre todo una Sinopsis de ellos.

El último capítulo trata de una exposición sintética de los temas más típicos de la enseñanza de Jesús:

1. El concepto de justicia y la exigencia de solidaridad;
2. La riqueza y los ricos en la enseñanza de Jesús;
3. La predicación del perdón universal de Dios a todos lo seres humanos, es decir, que no queda clase alguna de hombres o ningún pecador excluido por muy enorme que sean sus pecados y, consecuentemente, la exigencia del perdón mutuo de las ofensas, sin límite alguno;
4. La oración de Jesús y de los fieles como muestra de la relación con Dios, con un análisis particular del Padrenuestro, de las circunstancias de su composición y de su significado en cada una de sus partes.

5. Finalmente el último apartado explica cómo debe entenderse el amor a los enemigos (expresado sobre todo en el Sermón de la Montaña), teniendo en cuenta que es posible que la predicación de Jesús reutilizada por Mateo haya hecho perder el ambiente original de la prédica jesuánica. Mientras que, posiblemente, los ejemplos originales de Jesús se referían a situaciones cotidianas de enfrentamientos personales y tales dichos iban orientados a cortar esas hostilidades, los ejemplos de Mateo se han podido convertir en problemáticos porque el mal al que uno no debe resistir no está expresado de un modo general (como presumiblemente en el Jesús originario) sino que está institucionalizado en las estructuras sociales y legales de la época. Por ejemplo: el cristiano de hoy puede preguntarse si para asegurar la justicia en la sociedad, ¿es realmente el mejor medio no resistir al mal y no utilizar la protección de la ley cuando ésta existe?

Perkins responde que Mateo pone como ejemplos casos extremos y que lo que Jesús quiso decir realmente fue que las relaciones personales no se basan en el poder, ni siquiera en la reclamación de un desquite por los daños sufridos. El estudio de la parábola del Buen samaritano (Lc 10,30-35) muestra cómo el concepto de prójimo se ensancha hacia todo aquel que, al entrar en contacto con otro, despierta la compasión y la generosidad de ese otro. Y todo presididos por la imitación de la bondad de Dios que hace salir el solo sobre justos e injustos. El reino de Dios pertenece a todos y no requiere otra cosa que la compasión un universal.

En la próxima nota haremos algunos comentarios y observaciones críticas.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

Martes, 11 de Mayo 2010
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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