CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

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Juan de Zebedeo
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Los sucesos de Samaría. Simón Mago

El capítulo octavo del libro canónico de los Hechos de los Apóstoles aporta unos datos de elevado interés en la historia de los inicios del cristianismo. Cuenta, en efecto, de una persecución surgida en Jerusalén contra los cristianos. El relato cita a Esteban como objeto de la hostilidad de hombres celosos de la ley de Moisés. Entre ellos se encontraba Saulo, quien atormentaba a la Iglesia y entraba por las casas para detener a hombres y mujeres (Hch 8,1-3).

La persecución produjo la dispersión natural de los que huían del peligro, pero también fue motivo de la extensión de la predicación del fenómeno cristiano. Uno de sus actores protagonistas fue Felipe, cuyas palabras y, sobre todo, sus signos o milagros, provocaron gran revuelo entre los samaritanos. Muchos poseídos por los demonios se veían liberados, a la vez que paralíticos y tullidos eran curados.

Entre los conversos a la fe que recibieron el bautismo, se encontraba Simón Mago, un personaje que tendría una larga historia de enfrentamientos con los apóstoles de Jesús. El pasaje de Hch 8,9-24 es una presentación detallada y precisa del personaje. Simón realizaba prácticas mágicas en la ciudad de Samaría y tenía embaucados a los ciudadanos, pues afirmaba que era “alguien importante". Todos, desde los más pequeños, le prestaban atención, porque creían y decían de él que era “la fortaleza de Dios, la llamada grande”. Otros autores antiguos dan testimonio de que este apelativo era reconocido por sus seguidores, hasta el punto de que algunos llegaron a sospechar que él podría ser el Mesías. El caso es que los sucesos de Samaría fueron conocidos en Jerusalén, a donde había llegado la noticia de que la palabra de Dios había sido aceptada en aquellas tierras. Por esta razón fueron enviados allá los apóstoles Pedro y Juan, que oraron para que los fieles recibieran el Espíritu Santo. Hasta entonces solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les impusieron las manos, con lo que recibieron el Espíritu Santo.

Fue otro detalle que provocó la envidia y la ambición de Simón Mago. De forma que al ver el efecto que producía el gesto de los apóstoles, quiso participar de la misma facultad. Para ello, les llevó dinero como si fuera el precio necesario para adquirirla. Pedro le dio la réplica oportuna negando que los dones de Dios pudieran conseguirse con dinero. De aquel intento de Simón Mago nació el concepto y el delito de la “simonía”, que consistía en la adquisición mediante dinero de bienes espirituales. En consecuencia, Simón Mago era ajeno al espíritu cristiano. Pedro le intimó que hiciera penitencia para que Dios reformara su mentalidad y lo devolviera al camino del bien. “Rezad vosotros al Señor por mí”, fue la respuesta del Mago.

Hay todavía una referencia al trío de discípulos predilectos de Jesús en los Hechos de los Apóstoles canónicos. Los tres aparecen citados en el contexto de la persecución desencadenada por Herodes Agripa contra los cristianos. Lo cuenta el texto de Lucas de forma tan sencilla como contundente: “Por aquel tiempo tomó Herodes la determinación de causar daño (kakôsai) a algunos personajes de la Iglesia. Y mató a Santiago, el hermano de Juan a espada” (Hch 12,1-2). No realizaban ninguna operación en común, sino que sus nombres aparecen con relativa independencia, Santiago para referir el suceso de su martirio; Juan para recordar que era el hermano del primero de los mártires del colegio apostólico de los Doce; Pedro, como objeto de los planes políticos de Herodes para congraciarse con los judíos. Sin embargo, antes del trance supremo, lo detuvo y lo arrojó en prisión. Pero las insistentes súplicas de la Iglesia provocaron la actuación del ángel del Señor, que lo liberó de forma clamorosa haciendo que las cadenas cayeran de las manos del prisionero, los guardianes sucumbieran al sueño y hasta las puertas se abrieran solas para gozo de los fieles y libertad de Pedro (Hch 12,10).

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro

Lunes, 7 de Junio 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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