NotasHoy escribe Antonio Piñero Lo más interesante quizás del inventario de manuscritos con el que empieza esta sección del libro de Vanderkam y Flint, que comentamos, es la confirmación de anteriores opiniones acerca del carácter sectario de la Biblioteca, es decir pertenece a un grupo muy específico y no al judaísmo general, muy mezclado de ideas teológicas: • Hay rollos con textos bíblicos; o una colección de • Apócrifos/pseudoepígrafos que están de acuerdo con el ideario del grupo; o • Sus propios escritos (legales, reglas, de su historia propia, himnos y obras sapienciales, proféticos, litúrgicos, etc. Y los demás quedan excluidos. Vanderkam y Flint citan a Devora Dimant, estudiosa judía de los Manuscritos: “La colección de Qumrán no resulta sólo singular en el uso hecho de un abanico definido de géneros y estilos, sino que es también llamativa por sus exclusiones: no se encuentran en ella las obras griegas –como la Sabiduría de Salomón- ni tampoco textos como los Salmos de Salomón. Tampoco queda resto alguno de 1 Macabeos, una historia promacabea, o del libro de Judit. No ha aparecido en Qumrán ningún precursor de la literatura tanaítica posterior (los tanaítas o “repetidores” de tradiciones son los sabios de judíos que comentan la Ley y que van desde Hillel y Shammai, un poco anteriores a Jesús, hasta R. Judá el Príncipe a quien se atribuye la recopilación de La Misná en el 200-220), ni del Nuevo Testamento. No se puede, por tanto, obviar la conclusión de que el grupo tenía una intención concreta y de que no se trata de un compendio aleatorio de obras dispares”. ]b Aquí haría una petición respetuosa a la Editorial Trotta: tengo su segunda edición de los “Textos de Qumrán”, y no sé si lo que voy a pedir se habrá ya cumplido –van por la quinta edición-, a saber un desideratum que albergo hace mucho tiempo: es necesario un índice alfabético-numérico de todos los textos de Qumrán para encontrarlos fácilmente. El índice que en mi edición tengo, por secciones temáticas, vuelve loco al lector. He intentado comprobar muchos de los textos del libro de Vanderkam y Flint, y finalmente los he encontrado…¡naturalmente!, pero perdiendo tiempo y nervios... ¡leyéndome una y otra vez el índice por temas donde los manuscritos están naturalmente revueltos! El siguiente capítulo “Identificación del grupo relacionado con Qumrán” es muy interesante por la síntesis breve y clara de las posturas de los investigadores, que se siguen manteniendo hasta hoy, sobre quiénes eran en verdad los hombres que estaban detrás de los Manuscritos. Son las siguientes: • Los rollos proceden de un grupo que nos es conocido por las fuentes antiguas, a saber saduceos, fariseos o esenios • Los rollos proceden de un grupo que no nos es conocido por las fuentes antiguas. • Los rollos están relacionados no con un grupo, sino con la religiosidad de la nación judía entera. • Los rollos son por lo general una reunión de textos de un grupo judeocristiano. De todas estas posibilidades, Vanderkam y Flint se decantan con toda claridad por la primera, y dentro de ella, con la inmensa mayoría de los eruditos por un origen esenio por una razón contundente: los Manuscritos muestran una misma teología, unas mismas prácticas y presentan a un grupo muy parecido al descrito por las fuentes clásicas: Josefo, Filón y Plinio el Viejo, como esenios. A este respecto, recomiendo, por su mayor claridad y precisiones el ya añejo artículo, pero aún precioso, de Florentino García Martínez en el libro editado por él mismo y Julio Trebolle, al alimón, Los hombres de Qumrán, Literatura, estructura social y concepciones religiosas, Trotta. Madrid, 1993, en su capitulo “Orígenes del movimiento esenio y de la secta qumránica”, pp. 91-120. Aunque Vanderkam y Flint citan –p. 208- a Gabriele Bocaccini (Beyond the Essene hypothesis. The Parting of the Ways Between Qumran and Enochic Judaism, Eerdmanns, Gran Rapids, 1998), no le prestan ninguna atención. Bocaccini defiende que los esenios fueron una rama del judaísmo henóquico (espiritualidad, religiosidad y teología formada alrededor de la figura “profética” y mesiánica de Henoc),y que los esenios eran en concreto un grupo radical y minoritario que se dividió de la herencia henóquica principal justo antes de la composición de los textos sectarios de Qumrán. Vanderkam y Flint opinan que ciertamente la literatura henóquica tuvo importancia en los inicios del grupo, pero sostienen que se ve que escribas y lectores de Qumrán perdieron gran parte de su interés por este tipo de literatura según pasaba el tiempo. No parece muy posible que hubieran "olvidado" así su herencia principal. También en el capítulo 12 “El grupo de Qumrán en el judaísmo antiguo”, se precisa el esenismo de Qumrán contrastándolo con otros grupos de la época, en especial con los fariseos, denigrados como “los que buscan cosas fáciles”, y se intenta precisar quiénes eran en los manuscritos el Maestro de Justicia, el Sacerdote Impío y El Mentiroso, personajes clave para la formación de la secta, pero jamás designados por sus nombres. El capítulo 11 completa la descripción de la teología y práctica esenias del grupo qumranita en los siguientes apartados: ideas sobre Dios, sobre la Ley, sobre la salvación predeterminada por Dios; sobre el futuro y el final de los día, sobre el mesías (que es doble: el mesías sacerdotal, que enseñará la Ley perfectamente, cuando se establezca el Reino por medio del mesías guerrero político), sobre el rechazo al modo cómo se gestionaba el Templo, etc. Respecto a la Ley hay que señalar: para los esenios la Ley era una norma válida tanto para la naturaleza como para los seres humanos. Para la naturaleza: significa que los astros están sometidos a la Ley, de modo que deben señalar puntualmente las fechas de las festividades importantes; por ello es norma divina que no se use un calendario lunar de 354 días, sino uno solar de 364 días complementándolo con los días intercalares cuando sea preciso, como nosotros los años bisiestos, de modo que tales festividades coincidan siempre en los mismos días del año. Para los humanos: la Ley es válida para los miembros de la Alianza, ciertamente, pero coincide con la ley natural en lo esencial… (= el Decálogo), luego es válida y normativa para todos los humanos. En este apartado de la teología de Qumrán debo decir que el libro de Vanderkam y Flint trae lo esencial, pero de modo muy escueto y un tanto pobre. Debemos añadir que tenemos en castellano material muy accesible y rico. En primer lugar el resumen de la teología qumránica y de la estructura de la comunidad de Antonio González Lamadrid (BAC, Madrid, 1973), que fue un balance a los 25 años del descubrimiento (ya se han hecho balances de los 50 años…). Pero, el resumen teológico sigue siendo válido. Igualmente válido es el presentado –para algunos aspectos concretos como mesianismo, ley, pureza, interpretación de la Biblia, etc.,- en el libro arriba mencionado sobre “Los hombres de Qumrán”. Hay que añadir el capítulo sobre “mesianismo, escatología y resurrección en los manuscritos del Mar Muerto de Émile Puech, en el libro siguiente, ¡también de Trotta!, sobre aspectos generales de Qumrán, “Paganos, judíos y cristianos en los textos de Qumrán", de varios autores, que tiene a Julio Trebolle como coordinador (Madrid 1999). Añadiré que me parece también muy interesante, en este mismo libro, el capítulo de Adolfo Roitman (que tiene todo un libro sobre el tema): “De la mañana a la noche: la vida cotidiana de los hombres de Qumrán”, pp. 109-132. Terminaremos pronto. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com
Sábado, 8 de Enero 2011
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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