Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
El aspecto doctrinal en los HchAp Ha sido también causa de encendidas polémicas. Ya hemos mencionado en otro lugar las posturas clásicas de R. A. Lipsius y de C. Schmidt. Para Lipsius los HchAp son obras de origen gnóstico, y ofrecen una interpretación gnóstica del cristianismo de la época. Si tienen pasajes ortodoxos, ello es debido a ulteriores reelaboraciones. Para Schmidt, Harnack y otros, la realidad sería justamente la contraria. Es decir, las obras, de origen “católico”, recibieron retoques y añadidos de manos gnósticas. Los herejes tratarían así de dar autoridad apostólica a sus teorías y garantizar su expansión. Una cosa, sin embargo, está clara. Los testimonios de varios Padres y autores eclesiásticos dan por cierto el carácter heterodoxo de los HchAp, si exceptuamos los Hechos Apócrifos de Pablo (HchPl). En el origen de este juicio puede haber influido no sólo el contenido de estos libros, sino también el hecho de que gozaron de cierta aceptación entre los herejes. Sobre este aspecto puede verse el artículo de E. Junod, “Actes Apocryphes et hérésie: Le jugement de Photius” en la obra de F. Bovon publicada en Ginebra en 1981 sobre los Hechos Apócrifos. Este juicio negativo es una constante entre los escritores eclesiásticos. Agustín, en su alegato contra el maniqueo Fausto, subrayaba el hecho de que “los maniqueos leen las escrituras apócrifas, compuestas bajo el nombre de los apóstoles (Migne PL 42,452). Filastrio de Brescia afirmaba que los herejes añadían e introducían muchas cosas en los apócrifos. Tales herejes, identificados como maniqueos, conocían y utilizaban los HchAnd, HchJn, HchPe y HchPl. Además los modificaban según sus particulares intereses (Libro de las diversas herejías, en CSEL, vol. 38, pp.47-48). Toribio de Astorga den su carta a Idacio y Ceponio (s. 445) sobre la obligación de no recibir como autoridad de fe las escrituras apócrifas, dice que los HchTom deben ser execrados porque, según su texto, Tomás bautizaba solamente con aceite. Luego cita los HchAnd, HchJn, HchTom “y otros semejantes”. Según Toribio, los herejes los usan para propagar sus doctrinas. Y para ello, no han tenido reparo en introducir tanto ideas como expresiones (cf. Migne, PL 54,693-695). Las ideas de Toribio recibieron pleno respaldo en la carta que le escribió el papa León I. Según el papa, las escrituras apócrifas, que circulan bajo el nombre de los apóstoles, están plagadas de errores. Por ello, no sólo deben prohibirse, sino que se las debe eliminar y arrojar al fuego (PL 54,688). Era la reiteración de una condena hecha ya por Inocencio I en carta a Exuperio de Tolosa (PL 20,502). No es preciso insistir en que estas solemnes condenas son causa definitiva del rechazo oficial de los HchAp y de la desaparición de muchos de sus textos originales. En el mundo griego es Eusebio quien en su Historia de la Iglesia (H. E.) hacía su famosa distinción de los libros del Nuevo Testamento en “reconocidos, rechazados y dudosos”. Entre éstos dudosos o adulterados incluye los HchPl, mientras que los HchAnd, los HchJn y los de otros apóstoles deben ser rechazados como una “invención de los herejes” (Eusebio, H. E., III 25). De los HchAnd, los HchJn y los HchTom decía Epifanio de Salamina (†403) que son leídos y usados por los herejes (Haer. 47,1). Y ése era el título de la obra de Anfiloquio de Iconio, citada en el concilio II de Nicea (787): “Sobre los pseudepígrafos escritos por los herejes”. Y afirma que aunque lleven el epígrafe de los apóstoles, son realmente composiciones de los demonios. Los fragmentos de los viajes apócrifos de los apóstoles recogidos por el concilio y que motivan su solemne condena, son los del cuadro (HchJn 27-28), el pasaje doceta sobre el cuerpo de Jesús con el principio del Himno de la Danza (HchJn 93-95). y el de la cruz luminosa (HchJn 97-98). Estos dos últimos fragmentos pertenecen al bloque gnóstico, ajeno en su origen al resto de los HchJn conservados. Que los HchAp eran usados por los herejes, queda patente por el Salterio Maniqueo, descubierto en Efgipto el año 1930, cuyo texto copto fue publicado por C. R. C. Alberry en el año 1938 (A Manichean Psalm-Book, Part II, Stuttgart, 1938). De origen posiblemente siríaco, fue traducido al griego y del griego al copto. El papiro copto es del siglo IV, por lo que su composición puede muy bien situarse hacia finales del siglo III. (Continuaremos otro día). Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 2 de Abril 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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