Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Comentamos hoy el siguiente pasaje: 2,11-14: « Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. 12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. 13 Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. 14 Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?» » Aclaración: Estos cuatro argumentos reciben una confirmación a modo de anécdota: la discusión entre Pedro y Pablo. El primero acostumbraba a comer con los gentiles. Ello significaba que Pedro no tenía en cuenta la Ley a este respecto (es decir, había aceptado la tesis de Pablo), pues según la interpretación común de los otros judíos convertidos los paganos convertidos al judeocristianismo seguían siendo impuros ritualmente, pues no se habían circuncidado. El que comiera con ellos se transformaba automáticamente en impuro. Si fuera a Jerusalén, la Templo, no podría entrar en él. De repente, aparecen en escena en Antioquía judeocristianos rigoristas de Jerusalén (que exigen a los gentiles que observen toda la Ley). Pedro dejó entonces de comer con los gentiles convertidos al judeocristianismo. Es decir, simuló aceptar de nuevo que la ley de Moisés seguía siendo necesaria para salvarse. Pablo se enfadó por este acambio de actitud. Entonces afeó a Pedro el cambio: primero le dio la razón a Pablo y luego se la quitó con su actitud. Ésta supone aceptar implícitamente que los rigoristas de Jerusalén tienen razón: los gentiles convertidos deben también cumplir la Ley en cuestiones de normas alimentarias. Y si esto es así, todo el concepto del evangelio de Pablo se viene abajo. Por eso se enfada con Pedro. 2,15-21: « 15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, 16 conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. 17 Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores, ¿estará Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo! 18 Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor. 19 En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: 20 y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano. » Aclaración: Al hilo de esta anécdota el Apóstol expresa su tesis respecto a la salvación (¡que es lo único que importa!) de una manera contundente y rotunda: nadie se salva por guardar la Ley, sino por la fe en Cristo, y en concreto por el valor salvífico de su muerte en la cruz. Esta afirmación la repetirá varias veces, en 3,6-9.11.14. Técnicamente se denomina a este aserto “doctrina de la justificación (del hombre) por la fe”. Según el conjunto de esta epístola y la dirigida a los romanos, la “justificación por la fe” quiere decir lo siguiente: • El ser humano está por su nacimiento y por su misma condición inmerso en el pecado, en enemistad con Dios. • De esta situación no puede zafarse de ningún modo por sus propias fuerzas. • Situado este hombre delante del tribunal divino, no será absuelto (“justificado”) por mucho que se haya empeñado o se empeñe en cumplir las “obras” de la ley de Moisés. • Dios sólo lo absolverá (“lo declarará justificado o justo”) cuando haga un acto de fe en lo que significa la vida de Cristo, en lo que Dios ha hecho por medio de la muerte y resurrección de su Hijo… en que esa muerte es un sacrifico redentor por toda la humanidad, judíos y paganos, y reciba el bautismo que confirme esa fe. Seguiremos con este tema candente que es el núcleo de la teología de Pablo. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………….………………… Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema: “La plegaria de las emanaciones, maniquea” Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha. Saludos de nuevo
Miércoles, 1 de Abril 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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