CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Vida de Pablo según los Hechos de los apóstoles Pedro y Pablo
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en los Hechos de los santos apóstoles Pedro y Pablo

Pablo en Roma

Cuando Llegó a Roma la noticia de que llegaba Pablo, el hermano de Pedro, los fieles la recibieron con alegría, pero los judíos quedaron desconcertados. Se dirigieron a Simón Mago para decirle que fuera al emperador para avisarle de que Pablo no solamente no había muerto, sino que había llegado a la ciudad. Simón les preguntó intrigado: “¿De quién era entonces la cabeza que enviaron al César desde Putéoli? Porque desde luego era la cabeza de un calvo” (c. 21). Como vimos, los sabuesos de Nerón confundieron al armador del barco con Pablo. Los dos eran calvos, por lo que decapitaron al armador pensando que era Pablo en persona.

El encuentro de Pablo con los judíos de Roma no resultó nada amistoso. Le exigían que se opusiera a Pedro, quien había adoptado una actitud totalmente contraria a la observancia de la ley de Moisés. Pablo era hebreo y de hebreos, de la secta de los fariseos. Tenían motivos para esperar de él que defendiera la trascendencia de la Ley. Era absurdo que estando circuncidado llegara con la etiqueta de Apóstol de los Gentiles. Pablo hizo una breve, pero contundente, apología de Pedro.

Entretanto se enteró Pedro de que Pablo había llegado a la ciudad. Y lleno de alegría, se dirigió inmediatamente a su encuentro. Ambos apóstoles se fundieron en un cariñoso abrazo y “se humedecieron mutualmente con sus lágrimas” (c. 24). Contaron el uno al otro sus éxitos y sus pesadumbres. Pedro hizo mención especial de los problemas que había tenido en sus debates con Simón Mago.

Enseguida se pusieron de manifiesto las disensiones entre los cristianos oriundos del judaísmo y los venidos de la gentilidad. La ocasión no podía ser más propicia. En Roma estaban los dos apóstoles encargados de proclamar el evangelio entre los unos y los otros. Por eso, defendieron cada uno de los grupos sus posiciones. Insistían los judíos en los datos y las exigencias de su cultura. Presumían de ser “estirpe elegida, sacerdocio real" y de ser descendientes de los patriarcas y alumnos de los profetas. Los oriundos de la gentilidad echaban en cara a los judíos su carácter de dura cerviz y las múltiples infidelidades con que respondieron a las bondades y privilegios que Dios concedió a su raza. Los que habían sido testigos de milagros excepcionales acabaron construyendo el becerro idolátrico. Pablo zanjó el debate recordando que Dios había cumplido sus promesas de que en la descendencia de Abrahán quedarían benditas todas las naciones de la tierra, porque en Dios no hay acepción de personas (c. 28).

La actuación de Pablo, experto en el trato con los judíos y los gentiles, logró apaciguar los ánimos de la cristiandad romana. Los jefes de los judíos abordaron a Pedro con el pretexto de que suprimía las sinagogas. Pedro respondió con una alocución larga y bien trabada, con la que logró convertir a muchos del pueblo. Las mismas mujeres de Nerón y del prefecto creyeron en la enseñanza de Pedro hasta el punto de separarse de sus maridos. Pablo, por su parte, habló de la milicia de los que siguen a Cristo de forma que “haciéndose cristianos, no querían volver ya ni al ejército ni al palacio" (c. 31).

Debate de Simón Mago con Pedro y Pablo ante Nerón

Ante estos acontecimientos, se levantó Simón Mago, empeñado en anular la doctrina de Pedro, a quien acusó de mago y falsario delante de Nerón. Aunque Simón ponía todo el énfasis de sus acusaciones en la persona de Pedro, concluyó ante el emperador diciendo: "Si no expulsas de aquí a estos hombres, tu reino no podrá mantenerse en pie" (c. 36). Nerón convocó a los tres contendientes para conocer la situación. Simón parecía tener una gran confianza con Nerón y hacía de presentador e informador sobre Pedro y Pablo. Mostró interés en comprender las alusiones al Nazareno y a Cristo para conocer el contexto de sus discípulos. Durante los capítulos 43-49, Pablo parecía haber desaparecido del debate. Pedro era el interlocutor preferido, detalle coherente con lo que sabemos de la relación entre Pedro y el Mago. Fue Pedro el que tuvo que interpretar la supuesta carta de Pilato al emperador Claudio, en la que hacía una defensa decidida de la inocencia de Jesús en su pasión y muerte.

A partir del capítulo 50 del apócrifo, vuelve Pablo a responder a la requisitoria de Nerón, que le pregunta sobre su punto de vista sobre el debate que mantienen Pedro y Simón. El Mago presume de poder demostrar que es Dios y promete ante Nerón que si es decapitado, resucitará al tercer día. Pero consigue con sus artes mágicas que sea decapitado un cabrito. Pablo, interpelado por Nerón, hace una larga exposición de la historia bíblica, mezclada con su misión personal, (cc. 55-59) para terminar en la venida de Jesús a la tierra a predicar un mensaje de paz y amor. Pero si el emperador confía en Simón, provocará la ruina de su imperio.

El alegato de Pablo impresionó a Nerón, que pidió a Pedro su opinión sobre las palabras de su compañero. La larga defensa pronunciada por Pedro puede resumirse en la primera frase de su alocución: " Todo lo que Pablo ha hablado es verdad" (c. 60,1). Continúa luego exponiendo las noticias de sus viajes apostólicos y las positivas referencias de las comunidades por él adoctrinadas. Recordó que antes de su actitud actual, había perseguido a la iglesia no por odio sino por ignorancia. Pero una voz llegó del cielo que lo trajo al buen camino y lo convirtió de perseguidor en apóstol.

Simón Mago persistió en su actitud fatua y en sus amenazas. Prometía demostrar al emperador que ante sus obras acabarían vencidos. El debate se amplió con una sucesión de presunciones y amenazas de parte de Simón, a las que ahora los dos apóstoles Pedro y Pablo se alternan en sus réplicas. Cuando Pedro hizo una revisión de toda la vida ministerial de su compañero, Nerón compulsó su criterio, a lo que Pablo respondió: "Todo cuanto has oído decir a Pedro, considéralo como dicho por mí, pues tenemos un mismo pensamiento, ya que tenemos a un único Señor, Jesucristo" (c. 62,1). Era una de las reiteradas ideas del autor, la identidad de posturas doctrinales de los dos apóstoles. Pedro y Pablo manifestaban una posición idéntica en palabras y doctrina.

Una alusión de Simón al carácter de circuncisos de los apóstoles tuvo la respuesta ad hominem de los apóstoles que dejaron de manifiesto que Simón también estaba circuncidado. El dato dejó de momento descolocado a Nerón. A la acusación de Simón de que Pedro y Pablo se habían puesto de acuerdo para perderle, Nerón echó en cara a Simón que era enemigo no solamente de los dos apóstoles, sino de su maestro. Simón afirmó solemnemente que Pablo no era discípulo de Cristo. Pablo respondió que lo había sido por revelación personal. Pero volvió al tema de la circuncisión preguntando a Simón por qué se había circuncidado, pregunta que trataba Simón de soslayar. Respondió, no obstante, que las circunstancias históricas habían cambiado. En el pasado Dios pedía que los hombres se circuncidaran, pero en la actualidad ya no lo exigía.

El debate entre Nerón y los tres contendientes se iba deslizando por cuestiones marginales. El emperador era consciente de una situación, en la que no veía salida airosa en ningún sentido. Confesó sin pudor: "No acierto a saber a quién he de creer" (c. 68). La discusión había llegado a su punto álgido. Pedro pretendió zanjar el tema diciendo que ellos predicaban a un solo Dios, Padre de Cristo, creador de cielo y tierra. Ese Dios era el verdadero rey del universo. Cuando Nerón preguntó por la identidad de ese rey, Pablo respondió que era el Señor y Salvador del mundo. Pero Simón, en el colmo de su osadía, proclamó que él era tal Señor y Salvador.

Busto de Nerón de la Gliptoteca de Munich

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro




Lunes, 8 de Agosto 2011
Episodios del Evangelio de Marcos unidos ideológicamente al “secreto mesiánico” (192-08)
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con el análisis de la presentación marcana de Jesús, según Gonzalo Puente Ojea, en episodios que están relacionados teológicamente con el secreto mesiánico.


4. El episodio de la purificación del Templo (11,15-18)

[Recordemos el texto:

Y entrando en el Templo, comenzó a expulsar a los que estaban vendiendo y comprando en el Templo, y derribó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, 16 y no permitía que nadie transportara vasijas por medio del Templo. 17 Y les enseñaba y les decía: ”¿No está escrito que Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos”. 18 Y lo escucharon los sumos sacerdotes y los escribas y trataban de hallar cómo perderlo; pues lo temían, porque toda la muchedumbre quedaba impresionada a causa de su enseñanza].

1. La comparación del Santuario con una “guarida de ladrones” no pudo haber sido pronunciada por Jesús porque es un producto mixto concebido y redactado en griego, tomado de la Biblia de los LXX, que une Is 56,7 (“los llevaré al monte de mi santidad; y los recrearé en la Casa de mi oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi Casa, Casa de oración será llamada de todos los pueblos.”) con Jr 7,11 (“¿Es quizás cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta Casa, sobre la cual se invoca mi nombre?”).

2. El vocablo “ladrones” (lestaí) evoca in malam partem a los celotas y su uso trata de distanciar al Jesús de la historia del ideario religioso-político del judaísmo celoso de la Ley del siglo I.

El episodio en sí, para GPO, muestra a las claras el mesianismo judío de Jesús, que incluye la renovación del santuario y de la Ley y que no tiene en principio ningún rasgo que pueda presentarlo como fundador de un mesianismo de nuevo cuño.


5. Marcos exonera de culpa a Pilato, y a los romanos con él, cargando toda la causa de la muerte de Jesús sobre los hombros de los judíos. Éstos –representados en ciertos fariseos ya desde le principio de la vida pública de Jesús cuando apenas había mostrado éste su mesianismo- se unen incluso con sus propios enemigos (herodianos) para tramar ya la muerte de Jesús (Mc 3,6: “Y los fariseos, inmediatamente, saliendo, tuvieron un consejo con los herodianos, en contra de Jesús, a fin de aniquilarlo”).


6. Marcos, hasta la sorpresiva pregunta de Pilato (15,2) “¿Eres tú el rey de los judíos?”, oculta deliberadamente que Jesús había sido entregado al Prefecto acusado de sedición contra el Imperio. Esta acusación sitúa a Jesús en una luz que no le gusta al Evangelista, pero que parece más realista con la situación de Palestina en tiempos de Pilato.


7. La figura de Pilato es bien conocida en la historia por los escritos de Flavio Josefo y de Filón que lo pintan como un sujeto cruel, asertivo y que mostraba una profunda antipatía hacia los judíos.

Por el contrario, la imagen de Marcos de Pilato es la de un gobernador romano dubitante, que conoce la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, la “purificación” del Templo y el episodio armado del arresto en Getsemaní, pero está deseoso de liberarlo. Esta pintura absolutamente inverosímil. Y mucho más cuando, en contra de todas sus obligaciones como prefecto, deja libre a Barrabás, enemigo declarado del Imperio, reo de sedición y acusado de un asesinato político, y condena a muerte a Jesús, que –según Marcos y Pilato mismo- es inocente y en nada enemigo del orden vigente.

GPO busca la explicación de estas anomalías en la tesis de Samuel G.F. Brandon sobre las circunstancias de la composición del Evangelio de Marcos, hacia el 71 d.C. tras el triunfo flavio contra los rebeldes judíos después de una guerra terrible. Junto con el investigador británico GPO sostiene que el “Sitz im Leben”, el marco vital está correctamente definido como una “apologia ad christianos romanos”. Es decir, como una defensa de su comprensión de Jesús ante los judeocristianos de Roma y los paganos que `podía haber a su alrededor.

Concluye GPO que, debido a las circunstancias tras la gran guerra judía (presentar ante los romanos a un salvador/mesías judío era muy poco atractivo; incluso muy negativo) junto con su adscripción ideológica del Evangelista dentro del pensamiento paulino, lleva a pensar que el interés principal de Marcos era presentar al Nazareno como un salvador universal, no sólo de los judíos, apolítico, puramente espiritual, amigo de los romanos, o al menos, como personaje inocuo para el Imperio. Según Marcos, Jesús -aunque judío de sangre- jamás fue apreciado ni entendido por su pueblo. Igualmente, según el Evangelista, el Nazareno repudió tal fraternidad racial y rechazó la teología y doctrina judías, superándolas.

Ahora bien, como el análisis crítico del conjunto del mismo evangelio marcano muestra a las claras, la imagen de un Jesús perfectamente encardinado en la religión israelita de su tiempo, un Jesús profundamente judío, observante celoso de la Ley y practicante de las costumbres de su pueblo, parece poder deducirse con toda legitimad que la imagen marcana de Jesús, contraria en bloque a estos extremos probados, no es histórica.

Con seguridad, prosigue GPO, Marcos sustituye la muerte de un mártir mesianista judío por obra de los romanos -en colusión, es decir, en combinación con los estratos elevados de la aristocracia sacerdotal judía colaboracionista con el Imperio por sus intereses comerciales y sociales- por la contraimagen de un justo perseguido, un inocente asesinado, un mesías de novísimo cuño que aceptaba su muerte, un nuevo siervo de Yahvé, el verdadero Hijo de Dios…, en suma un mesianista asesinato injustamente en una acción largamente madurada por las autoridades judías.

Marcos hace así de Jesús no un mesías judío, como lo fue en realidad, sino un salvador (griego sotér) universal perfectamente aceptable por las masas del Imperio, totalmente de acuerdo con el Cristo pacífico y celeste, hijo de Dios real, de Pablo.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 7 de Agosto 2011
Líneas teológicas maestras del "mesianismo" del Antiguo Testamento (194-06)
Hoy escribe Antonio Piñero



Como prometimos, y tras haber concluido la presentación del libro de la semana, finalizamos hoy con una exposición de las líneas teológicas maestras del artículo sobre el "mesianismo" del Antiguo Testamento según los autores del artículo “mesías” (Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica, de Editorial Herder.

Según tales autores del artículo “mesías” en su primera parte (son cuatro en total: Antiguo Testamento; Judaísmo temprano = desde el siglo V a.C. hasta el I d.C.; Nuevo Testamento = desde 70 hasta más o menos 120 d.C.; Judaísmo rabínico de los siglos II d.C. en adelante), la concepción del “mesías” en el Antiguo Testamento evoluciona a partir de la idea bíblica –y más en concreto judía- del carácter sagrado de la realeza: el rey es el conservador y el mantenedor de la justicia en su reino; es garante del bienestar de su pueblo y señor poderoso y pacífico frente al mundo exterior.

Tales expectativas no se vieron cumplidas en los monarcas de la Casa de David, y perdió su punto de apoyo real con la desaparición de la monarquía. De ahí que la mirada se dirigiera cada vez más acentuadamente hacia el futuro, comenzando por la esperanza de la restauración del reino davídico en Israel hasta llegar a la expectativa de un monarca israelita del fin de los tiempos que habría de reinar sobre un reino pacífico, universal e indestructible...

A este rey se denominaría posteriormente "ungido por Dios o mesías" por antonomasia y las concepciones sobre él adquirirían múltiples formas; además se hizo fluida la transición desde la esperanza de restauración en el tiempo histórico hasta la espera del reino definitivo en el final de los tiempos.

Las referencias a la casa de David se mantuvieron, pero al mismo tiempo se modificaron e incluso quedaron eliminadas:


• Dios hará que el nuevo reino florezca con el nacimiento de un nuevo retoño:


- Is 11: “Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.”
- Miq 5,2: “Pero tú, Belén Efratá, aunque eres pequeña entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas han sido desde el principio, desde la eternidad”
- Jr 23,5: “He aquí que vienen días, dice Yahvé, en los cuales levantaré a David un Renuevo justo, y un Rey reinará y prosperará, y hará juicio y justicia en la tierra.”
- Ez 17,22: “Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime.”
- Zac 3,8: “Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti; porque son varones admirables: He aquí, yo traigo a mi siervo, el Renuevo.”
- Zac 6,12: “Así ha hablado Yahvé de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es El Renuevo, el cual brotará de su lugar, y edificará el templo de Yahvé:”


• Dios elegirá un David nuevo:

- Ez 34,23: “Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime.”
- Ez 37,24: “Y mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un pastor. Andarán en mis decretos y guardarán mis estatutos y los pondrán por obra.”


• En Zacarías 9,9 (“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu Rey vendrá a ti, Él es justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”) se mantendrá abierta la relación del futuro rey-mesías con Israel


• En los Salmos se mantendrá una dualidad. Por un lado habrá salmos del rey humano y, por otro lado, habrá salmos del rey que será Yahvé mismo, como 93-100.


• Sólo en los textos proféticos se llevará a cabo el teocentrismo, es decir, el gobierno de Israel por Dios, bajo otra modalidad, mediante una división de la tarea: ‘La confesión del poder de Dios se une con la confesión de la debilidad de su representante en la tierra… aumenta el ámbito del dominio del rey-mesías a la vez a que disminuye su poder soberano que pasa a Dios.


Hasta aquí esta reproducción un tanto alterada por mí del contenido de este artículo sobre el “mesías” (primera parte de cuatro: el mesías en el Antiguo Testamento) del Diccionario de exégesis y teología Bíblica de la Editorial Herder.

Mi valoración en conjunto es muy positiva por la claridad, orden y riqueza de textos. Si todos los artículos son como éste, y así lo parece en general, creo que el Diccionario que comentamos está muy bien; que es una obra que merece la pena tener en nuestra biblioteca como consulta básica junto con los diccionarios estrictamente históricos de la Biblia.

Y respecto al contenido expuesto sólo manifestaría un reparo: creo que habría sido interesante que los autores del artículo hubieran hecho mayor hincapié en la notable influencia de la teología egipcia de la divinidad ínsita del faraón y de sus cualidades, también ínsitas, de representante de la divinidad en la tierra, de encarnación de ella en el mundo de los humanos, y de ser el único garante de la justicia y de la razón universal (“Maat”, en egipcio)en el mundo de los humanos. Creo que sin el influjo de esta teología sobre el pensamiento israelita acerca de la monarquía en Israel no se habría producido a al larga el concepto de mesías o rey futuro universal, judío, que instaura el reino de Dios sobre la tierra y que media entre la divinidad y los humanos.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 6 de Agosto 2011
La profesora Avenoza escribe de su propio libro - Biblias Castellanas Medievales (y IV) (195-04)
Hoy escriben Gemma Avenoza y Antonio Piñero


Terminamos hoy con la presentación –en cuatro entregas- del libro “Biblias Castellanas Medievales”. Hoy concluimos con la transcripción de las páginas introductorias que la propia autora dedica a su obra:

“Por su parte, los centros de copia se servían de una serie de procedimientos que facilitaban la organización del trabajo. La preparación del soporte de la escritura realizado según unas pautas fijas, unas proporciones entre la altura y la anchura de la caja de escritura que variaban según el tipo de obra a reproducir y los gustos de los tiempos.

“La pulcritud de su trazado era fundamental para la belleza y equilibrio de la página y se encomendaba a veces a un artesano especializado y otras veces era responsabilidad de cada uno de los copistas que intervenían en la copia; en ambos casos, el resultado del libro acabado debía de ser uniforme, sin diferencias apreciables, lo que suponía el uso de reglas o de modos de calcular esas proporciones comunes a todos los implicados en la copia de una obra (estas proporciones giraban en torno al número de oro, al rectángulo de Pitágoras, al doble rectángulo de Pitágoras, a los rectángulos construidos según la fórmula a x a √2, etc.).

“Para marcar la pauta se empleaba una punta de plomo o de grafito, una punta seca que no dejaba trazo de color, tinta diluida, plegado tabeliónico (es decir, propio de los “tabeliones” o escribanos o se usaban mastaras o planchas de reglar y, para los renglones, si era el caso, se acudía al uso de una ruedecilla dentada que en los márgenes dejaba una hilera de perforaciones menudas que servían para trazar las líneas de guía para la escritura (Biblia de Alba).

“El orden de los bifolios que formaban cada uno de los cuadernos se aseguraba a través de signaturas de cuaderno, cuyas formas podían responder al uso del scriptorium o al gusto del copista y en este último caso su variación señala el cambio de amanuense en un punto determinado del manuscrito (BNM 10288 y Esc. I.i.4). Para que no se desordenaran los pliegos se acudía a la numeración de cuadernos y también a los reclamos, esas palabras anotadas en los márgenes inferiores del último folio de cada pliego que eran las primeras del cuaderno siguiente.

Buena parte de estos elementos desaparecían cuando el libro se terminaba y se le dotaba de una encuadernación, porque al igualar los folios se eliminaba parte de los márgenes. Ese era el momento en el que podían hacerse desaparecer las signaturas de cuaderno, las perforaciones que marcaban la justificación de la escritura o las anotaciones que los copistas dejaban para orientar a rubricadores y miniaturistas. Por fortuna para nosotros no siempre se han perdido estos elementos, bien porque estaban integrados en la decoración del volumen (caso de algunos reclamos) o porque su posición los mantuvo lejos de la cuchilla del encuadernador.

De todas estas técnicas quedan algunas señales en los libros, y la ciencia codicológica, actuando como una arqueología del libro manuscrito, examina todos esos indicios y busca darles una interpretación. Lo mismo que las piedras que quedan de una casa o de una calle permiten al arqueólogo explicar cómo era la vida ciudadana en un tiempo ya lejano, los elementos materiales que servían para organizar la copia permiten a la codicología explicar el cómo, el cuándo, el dónde, el quién y el para quién de la realización de los manuscritos medievales. Nos acerca al modo en el que trabajaban los copistas medievales y nos proporciona muchos datos sobre la historia de los textos y de su transmisión, de tal modo que a veces es en la constitución material de un volumen donde se encuentra la explicación a un determinado problema textual (los cambios de texto base, por ejemplo).

“En un corpus como el de las biblias romanceadas medievales hispánicas la aplicación del análisis codicológico ha sido especialmente rico en resultados; al estudiar un grupo de copias de la misma obra realizados en una época concreta (a mediados o en la primera mitad del s. XV), se ponen en evidencia datos que de otra forma, aislados, serían mudos. La materialidad de los volúmenes dice mucho de las variaciones textuales que presentan y existen elementos comunes entre unos manuscritos y otros, como el hecho de que más de un manuscrito registra la presencia de técnicas peculiares, la intervención de un mismo copista o el uso de un mismo tipo de papel. Los lazos materiales entre los testimonios van a la par de los lazos textuales y unos sirven a otros como piedra de toque para comprobar las hipótesis que relacionan entre si los distintos manuscritos.

“Para llegar a estos resultados ha sido necesario estudiar directamente todos los manuscritos conservados, aplicándoles un cuestionario codicológico elaborado a partir de la experiencia que desde 1989 acumula el grupo de investigación de BITECA. Los datos reunidos han sido contrastados y analizados teniendo en consideración las particularidades del corpus presente.

El estudio material de las biblias medievales romanceadas hispánicas que aquí se presenta ha surgido gracias a la Fundación San Millán de la Cogolla, con cuyo apoyo se ha podido pasar de una serie de estudios parciales, de notas tomadas sobre manuscritos medievales a lo largo de los años, a un estudio de todo el corpus bíblico castellano medieval.

Pese a la unidad el método de análisis empleado, la singularidad de todos y cada uno de los manuscritos ha orientado la investigación en un sentido u otro, primando a veces la perspectiva codicológica y otras la histórica, de modo que cada uno de los capítulos se puede leer como un artículo independiente.


Saludos cordiales de Gemma Avenoza y Antonio Piñero.

Viernes, 5 de Agosto 2011
Gemma Avenoza escribe de su propio libro: “Biblias Castellanas Medievales” (III) (195-03)


Hoy escriben Gemma Avenoza y Antonio Piñero


Cedo hoy la palabra a esta excelente paleógrafa y presento a los lectores del Blog lo más importante de su “Introducción”. Lo hago así porque estoy convencido de que muchos lectores quizás no tengan ocasión en toda su vida de adentrarse en esta maravillosa aventura del trato con los manuscritos antiguos. La “Introducción” de la Profesora Avenoza puede quizás servir de acicate para que algún lector se sienta animado a estudiar alguno.

“Los manuscritos medievales son un reflejo del mundo en el que fueron creados. Son objetos de uso o de representación, a veces joyas magníficas y otras simples copias utilitarias. Sea cual sea su condición material, muestran las maneras de trabajar de aquellos que los copiaron: copistas profesionales que trabajaban en centros organizados (los scriptoria monásticos o laicos o las escuelas rabínicas, por ejemplo), o que podían encargarse de trabajos a título individual al servicio de un gran señor, y también particulares con conocimientos del arte de la escritura que escribían para ellos mismos o para sus allegados.

“No era lo mismo copiar la breve Epistola de gobernatione rei familiaris atribuida a Bernardo de Claraval y muy difundida en toda Europa en la Edad Media, que enfrentarse con la copia de una obra compleja, formada por varios tratados y de extensión considerable como los Moralia in Job de Gregorio Magno, los Dicta et facta memorabilia de Valerio Máximo o la Biblia. Estos libros se encargaban a copistas profesionales o a centros de copia más o menos especializados en su confección y que tenían acceso al modelo a reproducir. Según fuera el deseo y las posibilidades económicas del comitente, los libros incorporarían iluminaciones, para las que se requeriría la intervención de miniaturistas. Estos artistas trabajaban en colaboración con los centros de copia, pero a menudo en talleres independientes.

Cada tipo de libro tenía unos requisitos básicos: un formato, una determinada cantidad de material de escritura a emplear (pergamino o papel, o una combinación de ambos) y un tiempo de confección más o menos largo, según su extensión (estamos hablando ahora de obras de varios centenares de folios) y según el número de profesionales que intervinieran en su copia, trabajando muchas veces de forma simultánea (como en la Biblia de Alba).

“Se trataba de una inversión importante en medios económicos y humanos, que requería un espacio determinado en el que trabajar con unas condiciones mínimas, el desembolso de cantidades no despreciables en la adquisición de los materiales (especialmente si se deseaba un copia en pergamino o si las ilustraciones debían incluir oro o colores preciosos) y profesionales experimentados. En resumen, todo ese trabajo requería su tiempo y una buena organización que minimizara esfuerzos y gastos.

El resultado son obras de taller. No podemos hablar de una producción en serie como la que resulta de una cadena de montaje, pero sí del trabajo de unos artesanos que siguen unos procedimientos aprendidos, repetidos una y otra vez de modo que el resultado ofrezca siempre el mismo aspecto, que es el que espera el comitente a quien, en el momento de hacer el encargo, se le ha mostrado un ejemplar acabado al que espera se asemeje el suyo, tal y como se hacía constar en los contratos de copia (son ejemplos de copias idénticas los dos manuscritos de Valerio Máximo de El Escorial h.i.11 y h.i.12 o los de los Morales de san Gregorio BNM 10136-10138 y Alba 63, 63bis y 64).

“De otros artesanos medievales, los canteros, las catedrales muestran sus firmas, en las marcas gravadas en las piedras que servían para calcular el trabajo que debía pagarse a cada uno, porque todas las piedras eran en principio iguales y no se podía distinguir la tallada por un cantero de la que talló otro. Los copistas profesionales buscaban que su trabajo fuera lo más semejante al de sus colegas de modo que la escritura del libro tuviera un aspecto uniforme desde el inicio hasta el final del volumen, pero voluntaria o involuntariamente dejaban en su trabajo marcas particulares: formas de decorar el reclamo (BNM 10807 y BNM 10288), detalles de las mayúsculas e, incluso, su nombre anotado junto al número del cuaderno (como sucede en un manuscrito de las Ordinacions del rey Pedro el Ceremonioso de Aragón que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Valencia”.

Mañana concluimos con el material de esta “Introducción” y al mismo tiempo con la miniserie de cuatro entregas que ha servido de presentación al libro.


Saludos cordiales de Gemma Avenoza y Antonio Piñero
Jueves, 4 de Agosto 2011
Un maravilloso caso de colaboración judeo-cristiana Biblias Castellanas Medievales, de Gemma Avenoza (II)  (195-02)
Hoy escriben Antonio Piñero y Claudio García Turza


Continuamos la presentación del siguiente libro: Gemma Avenoza, Biblias Castellanas Medievales. Cilengua (Instituto de orígenes del español), Fundación San Millán de la Cogolla, 2011, 448 pp. de gran formato. CD incluido con la reproducción de los manuscritos presentados. ISBN 978-84-938395-6-7.


La descripción y análisis de los aspectos codicológicos (todo lo que atañe al estudio de un códice) examinados en este libro rozan la exhaustividad:

• Historia del manuscrito: resulta rigurosamente magistral, a este respecto, la reconstrucción histórica que la autora lleva a cabo del manuscrito de la Biblia de Alba;

• Contenido de los manuscritos estudiados;

• Anotaciones hechas en ellos;

• Constitución material de los manuscritos: cuadernillos de los que consta, "reclamos" (palabra o sílaba que solía ponerse en lo impreso antiguamente, al final de cada plana, que era la misma con la que había que comenzar en la plana, o página, siguiente), medidas y proporciones, pautado, correcciones, enmiendas, llamadas al texto, decoración, heráldica, filigranas, etc.

En el apéndice cuarto de este libro pueden observarse en una visión global y esquemática todos estos elementos codicológicos y, de modo particular, los valores de las proporciones de la caja de escritura (el tamaño de las letras con el conjunto de la página que se obtiene con tal tamaño) atendiendo rigurosamente a aspectos como la dimensión vertical y horizontal de la caja, el número de líneas por columna, el valor numérico de la proporción y el nombre de la misma.

El estudio incluye además un apéndice de las filigranas, con una generosa reproducción de sus calcos en el tamaño original. En este importante capítulo de la codicología medieval, Gemma Avenoza se ha consolidado como una de nuestras especialistas más competentes.

En cuanto al estudio de la escritura, la autora ofrece unas breves y certeras muestras paleográficas que ayudan mucho a identificar las diferentes manos que intervienen en los manuscritos, aunque a este estudio no le corresponde obviamente realizar un peritaje paleográfico detallado, estudio que vendrá posteriormente y que pueden hacer otros especialistas.

En este punto nuclear del trabajo -el método y la amplitud de los aspectos codicológicos estudiados-, Avenoza hace notar que, pese a la unidad del método de análisis empleado, la singularidad de cada uno de los manuscritos ha orientado el tipo de investigación. En ocasiones ha debido primar la perspectiva codicológica (el estudio del manuscrito en sí) y en otros casos, la histórica, es decir el estudio de las circunstancias de su elaboración.

Interesa destacar, por último que, como consumada arqueóloga de los libros manuscritos, Avenoza ha examina todos los indicios codicológicos a los que nos hemos referido y ha buscado darles una explicación. Así nos hacer ver que los elementos materiales con que se organiza la copia permiten explicar cómo trabajaban los copistas, cuándo se llevó a cabo la copia, quién la realizó o para quién se hizo.

Esos rasgos materiales ofrecen además datos sobre la historia y transmisión de los manuscritos y en ocasiones sobre la propia naturaleza de los textos; es decir que la elección de los contenidos textuales concretos viene condicionada muchas veces por la constitución material del volumen, sobre todo en este tipo de corpus romanceados donde hay una especial interrelación entre los lazos materiales y los textuales.

En suma, el libro que presentamos es uno de los estudios de codicología española científicamente más sólido, un trabajo rigurosamente ejemplar. Constituirá, no lo dudamos, un hito singular en la historia de esta disciplina.


Saludos cordiales de Claudio García Turza y Antonio Piñero
Universidades de La Rioja y Complutense de Madrid
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Miércoles, 3 de Agosto 2011
Biblias Castellanas Medievales, de Gemma Avenoza (I). Un maravilloso caso de colaboración judeo-cristiana (195-01)
Hoy escriben Antonio Piñero y Claudio García Turza


Estoy, por mi parte, muy contento en verdad, en la semana presente, de presentar este libro de Avenoza, pues su contenido entra de lleno en la tarea filológica que es propiamente la de este Blog. Creo que una de las principales, quizá la primera, ocupaciones de un filólogo es proporcionar al público una acceso libre, fácil y cuidado a los manuscritos antiguos que conservan nuestras bibliotecas, en España, o fuera de ella.

El libro de la profesora Gemma Avenoza es espectacular. A mí me parece sencillamente sensacional, pues -además de su contenido en letra impresa- viene acompañado de un CD, con el mismo título, donde el lector, deseoso de conocer nuestros tesoros, puede saciar plenamente su curiosidad con imágenes de los manuscritos que se estudian. En la presentación de este libro tengo muy poco o nada que criticar, pues soy sólo un admirador inexperto en estas lides de edición de manuscritos medievales- utilizaré las palabras de las dos presentaciones, la de la autora y la del Prof. Claudio García Turza, prologuista de la obra.

Gemma Avenoza, Biblias Castellanas Medievales. Cilengua (Instituto de orígenes del español), Fundación San Millán de la Cogolla, 2011, 448 pp. de gran formato. CD incluido con la reproducción de los manuscritos presentados. ISBN 978-84-938395-6-7.

Escribe el Prof. García Turza que

“Dentro del proyecto general ‘Biblias hispánicas’, que en la actualidad centra una buena parte del ‘Instituto de Orígenes del Español’, consideramos prioritaria la línea de investigación orientada a la edición y estudio de las biblias romanceadas castellanas de la Edad Media.

“Estas traducciones vernáculas de la Biblia tienen un interés histórico y filológico evidente. Su sola mención, por una parte, se asocia inevitablemente con una de las consecuencias más espantosas del fanatismo religioso en esa época: la persecución insensata precisamente de muchas de las versiones bíblicas judeorromances y, en sentido contrario, constituyen una prueba tangible, sobre todo en la primera mitad del siglo XV, de la arraigada convivencia y colaboración entre cristianos y judíos.

“Por otro lado, manifiestan un desarrollo cultural tan alto de los cristianos y de la comunidad judía que posibilitó las traducciones desde el latín y el hebreo (añado: ¡qué pena que no fueran del griego, como hizo en Inglaterra/Gales William Tyndale que antes del 1536 [murió ejecutado en Antwerpen/Amberes por luterano] había traducido casi todo el Nuevo Testamento del griego al inglés. En España podríamos habernos adelantado un siglo!), en este caso merced a una profunda integración de los judíos en la cultura medieval española.

“Estas Biblias revelan, además, la antigua técnica tradicional de traducción fundamental en el sistema pedagógico de sus aljamas (es decir, sinagogas; lit. en árabe el lugar donde se reúne la congregación), así como las diversas adaptaciones realizadas por los traductores judíos a instancia de los reyes y los nobles cristianos, que, estimulados por una curiosidad intelectual afín a la renacentista, encomendaban traducciones en todos los campos del saber, incluida la Biblia.

“En otro orden de cosas, estas Biblias propician y consagran de modo general el avance de la lengua castellana: las Escrituras sagradas configuran el documento seguramente más apropiado para aquilatar las posibilidades de cualquier sistema idiomático en el proceso o reto de su traducción.

“Finalmente, desde el enfoque de la lingüística histórica, estos romanceamientos (es decir, traducciones a la lengua vulgar o romance), cronológicamente dispuestos a lo largo de los siglos, ilustran palmariamente la evolución lingüística del español.

“Por todo ello, resultaba urgente disponer antes que nada de una monografía que atendiera con el rigor necesario a los aspectos codicológicos de todos estos manuscritos. Y no tuvimos ninguna duda: la profesora Gemma Avenoza, por su reconocida competencia en esta materia, habría de abordar tan importante contribución científica.

“Y este libro que ahora presentamos es el excelente resultado de este empeño: una obra completa en cuanto al número de los manuscritos examinados, ejemplar por el método y la amplitud de sus descripciones codicológicas e innovadora por la búsqueda de interpretaciones a partir de los numerosos datos ofrecidos en la minuciosa descripción de los manuscritos.

“En efecto, en el presente trabajo, con excepción de las traducciones bíblicas romances integradas en la General Estoria de Alfonso X y de la "Fazienda de Ultramar" (cuyo contenido no es en su totalidad una traducción bíblica), figura un estudio directo de todo el corpus bíblico castellano medieval: Biblias completas:

· El Escorial,
· Biblioteca Nacional,
· Real Academia de la Historia,
· Casa de Alba,
· Évora
· Ayuda),
· Libros bíblicos exentos y fragmentos bíblicos (el libro incluye la edición de dos de estos fragmentos conservados: Évora y Córdoba).


Continuamos en la próxima postal

Saludos cordiales de Claudio García Turza y Antonio Piñero
Universidades de la Rioja y Complutense de Madrid




Martes, 2 de Agosto 2011
Detalles de la vida de Pablo en los HchPePl
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en los Hechos de Pedro y Pablo

Hay unos Hechos Apócrifos, etiquetados como Hechos de Pedro y Pablo, escritos presuntamente por el Pseudo Marcelo. Una obra nacida hacia los siglos V o VI no puede ser producto del Marcelo, que conocemos por los Hechos Apócrifos de Pedro. Por esta razón obvia anteponemos al nombre de Marcelo el elemento limitativo de Pseudo. En aquellos Hechos, los dos apóstoles aparecen unidos, en opinión del autor, lo mismo que las dos lumbreras del mundo, el sol y la luna. Ambas lumbreras del día y de la noche, van juntas sin posibilidad de separación. Lo mismo sucede con estos dos apóstoles, que ocupan más páginas en las escrituras canónicas y que mayor trascendencia han conseguido como maestros de la comunidad cristiana.

Pedro había recibido el encargo de predicar el evangelio entre los cristianos oriundos del judaísmo. Pablo lo predicó entre los gentiles hasta el punto de que es denominado Apóstol de las Gentes, de los Goyîm que dicen los hebreos. Pero el autor de estos HchPePl deja claro que ambos apóstoles son miembros de un colegio con comunidad de objetivos y de contenidos. Llevarán el evangelio hasta los confines de la tierra, pero un evangelio único e inmutable. Un evangelio que enseña que hay un Salvador, enviado por el Padre a la tierra para vencer al pecado y sembrar la gracia, ahuyentar las tinieblas y hacer brillar la luz. La letra de estos Hechos insistirá en que, a pesar de las posibles divergencias de matiz entre las personas y las misiones de Pedro y Pablo, la coincidencia es total en la esencia del mensaje fundamental.

Proyectos de los enemigos de Pablo

Nos movemos en el ambiente de las tradiciones que giran en torno a su figura. En este sentido, notamos que la primera unidad literaria de estos Hechos trata del viaje de Pablo desde la isla de Malta hasta Roma. Otros documentos hablan del viaje de Pablo a Roma, pero desde España. La estancia de Pablo en España puede calificarse de históricamente probable. En la carta a los romanos, manifestaba Pablo la esperanza de visitar a los cristianos de Roma cuando pasara camino de España (Rom 15,24.28). Los HchPe cuentan del viaje de Pablo a España. Es coherente, pues, con las tradiciones sobre Pablo la referencia a un viaje de regreso de España a Roma.

Los Hechos de los Apóstoles de Lucas cuentan la peripecia del viaje hasta la isla de Malta, a la que llegaron los pasajeros muy a pesar de sus intenciones tras una furiosa tempestad. Los HchPePl comienzan su relato describiendo el viaje desde la isla hasta la ciudad eterna. El autor tiene la intención de presentar los sucesos desde la óptica de los judíos. Cuenta cómo los judíos de Roma se sentían alarmados ante la noticia de que Pablo llegaría a la ciudad porque había solicitado presentarse ante el César. Convencidos del daño que ya había causado a su estirpe en Samaría y en toda Palestina, estimaban que llegaba a Roma con la intención de entrevistarse con el emperador para continuar su labor destructiva de la cultura hebrea (c. 2).

En consecuencia, se dirigieron a Nerón para prevenirle de las intenciones de Pablo. Por ello le pedían que no permitiera a Pablo poner los pies en ninguna región de Italia. Acompañaban sus peticiones con abundantes regalos (c. 3). El emperador aseguró a los judíos que daría órdenes para que se cumpliera su deseo. Más aún, solicitó para ello la ayuda de Simón Mago (c. 4).

Entretanto, unos ancianos, convertidos a la fe por Pedro, llevaron a Pablo una carta de la cristiandad romana, que contenía un informe sobre los proyectos de los judíos y sus gestiones para evitar su llegada a Roma. Habían conseguido del emperador una orden para que cualquiera que encontrara a Pablo en tierras del imperio le diera muerte. Consideraban, sin embargo, que nadie podría separar a los dos grandes apóstoles, como no era posible separar las dos grandes lumbreras del mundo, la luna y el sol. Los cristianos de Roma debían recibir las enseñanzas de Pablo como habían recibido las de Pedro (c. 5).

Viaje de Pablo desde Malta a Roma

El apócrifo informa de la fecha, 20 de mayo, en la que llegaron a Pablo los emisarios portadores de la carta. Pablo zarpó de la isla de Malta (Gaudomeleta) y se dirigió a Siracusa de Sicilia. Navegó luego hasta Regio de Calabria y desde allí hizo la travesía a Mesina, donde consagró a un obispo. De Mesina navegó hasta la isla de Dídimo y tras dos días de navegación arribó a Putéoli. Allí encontró a unos discípulos de Pedro que le rogaron que permaneciera con ellos algunos días. En efecto, permaneció una semana prácticamente de incógnito por temor a las órdenes del César.

El patrón del barco en el que viajó Pablo hasta Siracusa, de nombre Dióscoro, hizo gran amistad con el apóstol y lo siguió hasta Putéoli. Daba la casualidad de que era calvo, lo mismo que Pablo. La circunstancia confundió a los sabuesos de Nerón, que lo apresaron, le cortaron la cabeza y se la enviaron triunfantes al César. Nerón convocó a los principales de los judíos y les dio la noticia de la muerte de Pablo. “Alegraos, les decía, vuestro enemigo Pablo ha muerto”. Y les mostraba la cabeza. El apócrifo da cuenta una vez más de la fecha exacta del suceso. Era el catorce de junio.

Cuando se enteró Pablo, sintió gran tristeza. Dirigió a Dios una plegaria en la que solicitaba un castigo para la ciudad, pero pedía gracia para todos los que creían en Dios y practicaban su palabra. Se dirigió con los que amaban a Dios a un lugar llamado Bayas, en la Campania. Desde allí volvieron la vista y vieron cómo la ciudad se hundía bajo las aguas “a una braza de profundidad” (c. 12). Lo cuenta el apócrifo con pequeños detalles, pero lo que es una realidad palpable en nuestros días es el estado de lugar inquieto, con emanaciones, fumarolas y arenas en ebullición.

Pablo continuó su camino de Bayas a Gaeta, donde permaneció tres días enseñando la palabra de Dios en casa de Erasmo, un enviado de Pedro. De allí partió para Terracina, donde estuvo siete días alojado en la casa del diácono Cesáreo, varón elegido por Pedro. La siguiente estación fue la población de Tres Tabernas, situada a unos 50 kilómetros al sur de Roma sobre la Vía Apia. Entretanto, los habitantes de Putéoli salvados del cataclismo enviaron al emperador noticias del hundimiento de su ciudad, que le produjeron una gran pesadumbre. Atribuía el fenómeno al hecho de haber hecho decapitar a Pablo. Los judíos pretendieron, y consiguieron, consolar a Nerón con el argumento de Caifás: Era preferible que pereciera una sola ciudad, pero que se salvara todo el imperio (Jn 11,50).

Cuatro días se detuvo Pablo en Tres Tabernas, de donde partió para marchar al Foro de Apio según el apócrifo. El Foro de Apio, siempre sobre la Vía Apia, estaba situado a 66 kilómetros de Roma. No era, pues, lógica la marcha de Tres Tabernas al Foro de Apio, sino al revés. Fue en el Foro de Apio donde Pablo tuvo una visión que le daba noticias del estado de la cristiandad de Roma. Ante un personaje sentado en trono de oro, se postraban negros que le anunciaban resultados de su actividad. En numerosos pasajes de los HchAp, los demonios son presentados como negros o etíopes. Uno se preciaba de haber conseguido que un hijo matara a su padre. Otro había hecho caer una casa que había matado a toda una familia. Llegó también un negro que presumía de haber conseguido que el obispo Juvenal, consagrado por Pedro, se acostara con la matrona Juliana (c. 16).

La noticia sobre el obispo Juvenal había causado en Pablo la natural alarma. Envió a unos compañeros de camino para que comunicaran a Juvenal lo que debía hacer para expiar su falta. El obispo corrió a postrarse a los pies de Pedro a quien habló del aviso de Pablo. Añadía su personal comentario de que podría tratarse de la lumbrera que estaban esperando. Pero Juvenal llevó al enviado de Pablo ante Pedro a quien anunció que Pablo vivía y que venía camino de Roma. (c. 19). Pedro envió a unos fieles para que buscaran a Pablo en Tres Tabernas. Y con ellos marchó Pablo a la ciudad de Aricia, donde pasaron la noche (c. 20). Es una ciudad conocida ya por la leyenda desde Tarquinio el Soberbio. Está situada en la Vía Apia sobre los montes Albanos entre los lagos Albano o de Castelgandolfo y Nemi.

Llegó a Roma la noticia de que llegaba Pablo, el hermano de Pedro. Los fieles la recibieron con alegría, pero los judíos quedaron desconcertados. Se dirigieron a Simón Mago para decirle que avisara al emperador que Pablo no solamente no había muerto, sino que había llegado a la ciudad. Simón les preguntó intrigado: “¿De quién era entonces la cabeza que enviaron al César desde Putéoli? Porque desde luego era la cabeza de un calvo” (c. 21).

Vista de la ciudad de Aricia desde el puente.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 1 de Agosto 2011
Los salmos como creadores y transmisores del mesianismo en torno al rey de Israel. Artículo “mesías” (IV) del “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” (194-05)

Hoy escribe Antonio Piñero



El segundo centro de gravedad (véase la nota 194-03) de los textos ‘mesiánicos’ del Antiguo Testamento se encuentra en los Salmos, puesto que en ellos aparece también, como en los libros históricos, la expresión “el ungido de Yahvé” con carácter claramente mesiánico: así los Salmos 2, 18, 28, 84, 89, 132 que lo aplican al rey.

Es en los salmos más antiguos, en todo el conjunto del Antiguo Testamento que contiene pasajes anteriores al exilio, donde se halla con más claridad el ritual monárquico judío, la ideología de la realeza. Ejemplos son:

Salmo 2,1-9: “2:2 Se levantan los reyes de la tierra, y los príncipes consultan unidos contra Jehová y contra su ungido… Yahvé me ha dicho: Mi Hijo eres tú; yo te engendré hoy:8 Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con vara de hierro; como vaso de alfarero los desmenuzarás.”

Salmos 3,18; 20; 35,1-6; 45; 72; 101; 110 (“Yahvé dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 2 Yahvé enviará desde Sión la vara de tu poder: Domina en medio de tus enemigos.”); 144. Atención al salmo 110 –tan importante mesiánicamente: ewn un principio el sujeto del salmo, el interlocutor originario, era un siervo del rey y luego, mediante el título del salmo, se adscribió al rey y a David en concreto como el rey esencial.

La esperanza de una restauración del reino de David tras su extinción recorre los salmos exílicos y postexílicos 89 y 132, que hacen suya la interpretación deuteronomística de la profecía de Natán de 2 Samuel 7 (No faltará nunca un rey de la semilla de David).

Los hermeneutas discuten si la complementación postexílica del Salmo 2,10ss (“ Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. 11 Servid a Yahvé con temor, y alegraos con temblor. 12 Besad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en Él confían”) se refiere al reino de Dios del final de los tiempos o a la sumisión al hijo de Dios, es decir el rey actual.

Es seguro de cualquier modo que en la época del judaísmo temprano (en torno a los siglos II y I a.C.) y en la del Nuevo Testamento David fue visto y considerado como profeta, y el salterio, con sus plegarias que tienen como centro el rey, contiene el anuncio de un mesías para el fin de los tiempos unido a la figura de David. A este David se le promete en el mundo del Nuevo Testamento que recibe los salmos como Escritura sagrada que tendrá un sucesor que será el Señor, el kýrios en greigo, como Yahvé (Mc 12,36s).

Finalizaremos en la nota siguiente con un esbozo de las líneas teológicas maestras del mesianismo del Antiguo Testamento según los autores del artículo “mesías” (en el Antiguo Testamento; otros apartados como el mesías en el judaísmo temprano podrá ser considerado como materia del Blog en otra ocasión) del Diccionario exegético de Herder, 2011, que estamos presentando.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 31 de Julio 2011
Las profecías de Miqueas y Zacarías según artículo “mesías” (III) del “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” (194-04)
Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos exponiendo el artículo “mesías” en el Antiguo Testamento, según el Diccionario Herder de exégesis y teología bíblica del 2011.


La promesa de Miqueas 5,1-5 está fuertemente reelaborada. He aquí el texto:

“Reúnete ahora en tropas, oh hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al Juez de Israel. 2 Pero tú, Belén Efratá, aunque eres pequeña entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas han sido desde el principio, desde la eternidad. 3 Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; entonces el resto de sus hermanos volverán a los hijos de Israel. 4 Y Él estará, y apacentará con el poder de Yahvé con la majestad del nombre de Yahvé su Dios; y permanecerán; porque ahora Él será engrandecido hasta los fines de la tierra. 5 Y Éste será nuestra paz. Cuando el asirio venga a nuestra tierra, y cuando pise nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales”.

Este pasaje (Miqueas fue contemporáneo de Isaías y de Oseas, por tanto del siglo VIII a.C.) espera –como expresión de un nuevo comienzo—que en la patria de David, Belén, surja un pastor davídico que inaugurará un reinado universal de paz.

Esta promesa fue reinterpretada por los siguientes pasajes de profetas posteriores: Jeremías 23,5-6; 33,14-18 y Ezequiel 33,14-18 + Ez 17,22-24 + Ez 34,23-24 y Ez 37,22-25. Estos pasajes son en parte reescrituras escalonadas del auténtico mensaje profético que anuncian la reinstauración del reino de David y lo insertan en un programa de restauración de Israel después del exilio.

Leemos lo esencial de estos pasajes:

Jeremías 23,5-6:

“He aquí que vienen días, dice Yahvé, en los cuales levantaré a David un Renuevo justo, y un Rey reinará y prosperará, y hará juicio y justicia en la tierra. 6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro; y éste es su nombre por el cual será llamado: Yahvé, justicia nuestra.”

Ezequiel 33,14-18:

“Y dice Yahvé al impío: De cierto morirás; si él se volviere de su pecado, e hiciere juicio y justicia, 15 si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. 16 No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente. 17 Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor. ¡El camino de ellos es el que no es recto! 18 Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello”.


Ezequiel 17,22-24:

“Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime. 23 En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas, y llevará fruto, y se hará magnífico cedro; y todas las especies de aves habitarán debajo de él, a la sombra de sus ramas habitarán. 24 Y sabrán todos los árboles del campo que yo Yahvé abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo Yahvé hablé e hice”.


Ezequiel 34,23-24:


“Y suscitaré sobre ellas a un pastor, y Él las apacentará; a mi siervo David; Él las apacentará, y Él será su pastor. 24 Yo Yahvé seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo Yahvé he hablado.”


Ezequiel 37,22-25:

“Y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel; y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. 23 No se contaminarán ya más con sus ídolos, ni con sus abominaciones, ni con ninguna de sus transgresiones; y los salvaré de todas sus habitaciones en las cuales pecaron, y los limpiaré; y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 24 Y mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un pastor. Andarán en mis decretos y guardarán mis estatutos y los pondrán por obra. 25 Y habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres, en ella habitarán ellos, y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David les será príncipe para siempre”

Otras promesas posteriores semejantes de restauración del dominio pacífico de Israel sobre el mundo son Ageo 2,20-23 y Zacarías 4,1-6 + 10-14, junto con 6,9-15. Todas ellas aparece en conexión de algún modo con la reconstrucción del Segundo Templo después del exilio iniciada por Zorobabel. Pero tales promesas no fueron confirmadas por la historia subsiguiente por lo que se reinterpretaron pasándolas a un futuro más o menos mediato.

El posterior vaticinio de Zacarías 9,9-10

“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu Rey vendrá a ti, Él es justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
0 Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén; y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones; y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra”

es de época helenística (posterior al siglo IV a.C.) y habla de un rey pobre y modesto de Jerusalén, probablemente de la casa de David, pero que con el poder de Dios instaurará un reino universal de paz. Se trata de unos momentos en los que el profeta ve que Israel no tiene poderío político ninguno, pero que con la ayuda de Yahvé, manifestada en el rey, ocupará su puesto de rectora de todas las naciones,

Como se ve es verdad lo que dijimos en la nota 194-03 que el primer centro de gravedad del mesianismo está centrado sobre la monarquía en Israel. ¿Por qué? Porque era creencia común de esas épocas que sólo el rey era el mediador entre Dios y el pueblo, el personaje que podía transmitir al pueblo las bondades divinas

Finalizaremos pronto.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 30 de Julio 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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