Bitácora
Dos reflexiones sobre las relaciones regionales
José Rodríguez Elizondo
A comienzos de mes, dije a un diario digital chileno que nuestra relacion vecinal estaba remontando y que debíamos cuidar la relacion especialmente con el Peru, vistos los gestos de distension y amistad hechos por el Presidente Alan Garcia. La última semana del mismo mes, nuevos hechos ponen en cuestión lo dicho. Por eso, pongo a disposición de los lectores la entrevista larga del 1 de enero, en El Mostrador, y otra breve y veloz publicada el 26 del mismo mes en La Tercera.
José Rodríguez Elizondo: ''Bolivia está viviendo una crisis muy aguda''
Entrevista realizada por Macarena López M. y publicada en El Mostrador.
Especialista en política exterior -y, en particular, de la relación de Chile con las naciones aledañas- cree que ''todos los países vecinos deben respetar la autodeterminación de los bolivianos'' y recomienda poner las ''barbas en remojo''. Añade, por otra parte, que ''decir, entre comillas, que Bolivia está al borde del abismo, prácticamente refleja una situación de normalidad''.
Para el especialista internacional José Rodríguez Elizondo el tema vecinal “sigue siendo complicado”, aunque reconoce que con Argentina y Perú se ha avanzado. Respecto al autonomismo que quieren implementar importantes sectores en Bolivia, dice que lo mejor es mantener la cautela y respetar las decisiones de ese país. También recomienda que nuestro país mantenga la agenda sin exclusiones con la nación boliviana.
En relación a Argentina, Rodríguez Elizondo opina que “hemos comenzado a desgasificar la relación, lo cual es positivo. Hay muchas otras cosas que pueden contribuir a consolidar la buena relación estratégica, que es imprescindible para un país con la posición geopolítica de Chile”.
A su juicio, “los mejores síntomas se han visto en las relaciones a nivel de las Fuerzas Armadas y el punto mayor está siendo la conformación de fuerzas conjuntas para ponerse a disposición de Naciones Unidas. En este marco y como pelos de la cola, quedan ciertas declaraciones que obedecen tal vez a falta de profesionalismo por parte del gobierno argnetino. Entre éstas destaca la última crítica de la ministra de Defensa Nilda Garré respecto a las Fuerzas Armadas chilenas”. En este último punto, el analista explica que “la culpa no es sólo de ella, pues todo el mundo ha visto un fenómeno notable y de difícil asimilación: el homenaje que rindieron las Fuerzas Armadas chilenas a un ex comandante en jefe del Ejército que estaba siendo procesado y con notorios indicios de culpabilidad en por lo menos 400 querellas, muchas de las cuales afectaban directa y concretamente a los valores máximos de la profesión militar, entre ellos el honor, el coraje, etc.”.
-¿Esas declaraciones no alcanzan a empañar las buenas relaciones con Argentina?
-No debieran empañar relaciones que están en un nivel de mucho mayor altura estratégica y política, pero molestan. Son ruidos que aparecen magnificados por los medios de comunicación. Sin embargo, en este caso son expresión de una sorpresa que no sólo afectó al gobierno argentino, sino también a muchos otros gobiernos y que tiene como fuente la radical complejidad que ha tenido el factor Pinochet en la política chilena.
-¿Qué pasa con Perú, donde hay un nuevo Presidente?
-Con Perú hemos tenido un muy notable mejoramiento de relaciones y aquí el mérito hay que adjudicarlo al gobierno peruano de Alán García. Nosotros hemos tenido una actitud tradicionalmente reactiva frente a las relaciones con Perú y esta disposición había terminado en una crisis exasperante en el gobierno de Lagos, debido a su mala coexistencia con el presidente Alejandro Toledo. Allí tuvimos una serie de crisis concatenadas que dejaron las relaciones en muy mal pie. Sin embargo, al asumir la Presidencia García se vio un cambio instantáneo, que parte por su obvia contradicción con la política de su predecesor.
-¿Por qué esa contradicción?
-El gobierno peruano vio con mucha sagacidad que estaba experimentando el tipo de aislamiento geopolítico que siempre ha temido Chile. Recuerde que durante la campaña presidencial hubo un serio pugilato oratorio entre el presidente de Venezuela y el candidato Alan García que culminó con epitetos de la peor especie. Si a esto agregamos que Bolivia aparecía al lado de Hugo Chávez y que Ecuador ha sido un rival geopolítico tradicional del Perú, el gobernante Alán García, con mucha sagacidad, vio que era el momento de recomponer por lo menos las relaciones con Chile.
-¿Usted cree que es posible que mantengamos en el tiempo estas buenas relaciones con Perú?
-En la parte doctrinaria hay que entender que Alán García es aprista y que tiene una doctrina latinoamericana integracionista. El fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, fue calificado como chilenófilo en su época, porque no tenía complejos para valorar la amistad con nuestro país. Por lo tanto, esta iniciativa del gobierno peruano y el carácter doctrinario aprista e integracionista de Alán García, abren una posibilidad muy grande para que Chile en estos momentos tenga iniciativas de tipo cooperativista con Perú, que sirvan para mejorar cualitativamente su relación.
-Según el diario La Nación de Buenos Aires, Bolivia estaría a un paso del abismo por el autonomismo que quieren llevar a cabo varias provincias, con Santa Cruz, como una de las principales. ¿Qué opina al respecto?
-En mi último libro "Las crisis vecinales del gobierno de Lagos", me asomé al problema que se podía plantear si se exacerbaba el autonomismo boliviano. Entonces el gobierno de Bolivia se transformaría en un nuevo problema, ya no por su pretensión marítima, como ha sido tradicionalmente, sino por la necesidad interna de mantener la unidad política, geográfica y geopolítica en su propio país. Eso significaría y no sólo para Chile, un problema de mucho cuidado, pues el autonomismo puede derivar, según muchos analistas, en separatismo. Cuando un país tiene ese tipo de problemas, los países vecinos deben poner siempre sus barbas en remojo y mostrar una actitud cautelosa, respetuosa y cooperadora, para no tener la menor tentación o posibilidad de ser acusados de interferencia.
-¿Chile debe mantenerse al margen entonces?
-Todos los países vecinos deben respetar la autodeterminación de los bolivianos. Chile, además, debe mantener el diálogo de gobierno a gobierno con una agenda sin exclusiones, porque eso ya marca un punto superior en la siempre conflictiva relación con Bolivia. Esto ha sido una conquista que se debió al mérito de la mejor representatividad democrática comparativa de Evo Morales. También ha implicado un cierto escarmiento para los políticos bolivianos que, entusiasmados con el aventurerismo de Carlos Mesa, pensaban que podían ejercer una seudodiplomacia extorsiva, bajo el lema “gas por mar”.
-¿Incluye el tema marítimo en las conversaciones?
-La madurez de las relaciones estriba en asumir que debemos ser consecuentes con nuestra posición hacia Bolivia: tenemos que dialogar con sus líderes sobre la aspiración marítima porque, hasta el momento, habíamos dicho que se trataba de un tema bilateral y no de un tema excluido. Así, si decimos que Bolivia no debe plantearlo en ningún foro multilateral, cuando llega el momento de conversar no podemos limitarla sólo al tema del cumplimiento de los tratados. Eso encerró la relación en una espiral viciosa, que sólo podía traer los malos ratos que trajo.
-¿Bolivia está al borde del abismo, como señala el diario trasandino?
-Me niego a repetir ese título, porque se viene repitiendo desde hace muchos gobiernos. Decir, entre comillas, que Bolivia está al borde del abismo, prácticamente refleja una situación de normalidad. Lo que sí es cierto es que se está viviendo una crisis muy aguda y del máximo nivel de política interna.
-¿Qué pasa con las importaciones de gas de Bolivia a Argentina?
-En América del Sur tenemos una crisis energética con altos y bajos. El problema de fondo es que hay países que necesitan energía y otros que la tienen, como Bolivia, pero que están con graves problemas internos para comercializarla. De esto se deduce que tanto Argentina como Chile deben contribuir a la estabilidad de Bolivia, sin interferencias y que la normalización de relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia puede ser decisiva para que nosotros podamos tener acceso al gas boliviano, sin caer en ese chantaje de “gas por mar”. Por lo demás, si Argentina nos puede vender gas a nosotros es porque se abastece en Bolivia, para completar su consumo interno. Por tanto, una crisis de aprovisionamiento desde Bolivia va a repercutir en nosotros.
-¿Las relaciones diplomáticas Santiago-La Paz avanzarán en este gobierno?
-Todo depende, en parte importante, del buen manejo político del gobierno boliviano. Nada puede avanzarse si el gobierno de Morales no se maneja bien con la Constituyente, es decir, si no promueve una Constitución que represente democráticamente a los bolivianos. Eso, más la alta representatividad democrática de origen que tiene Morales, son la base necesaria para las buenas relaciones, pero ello no depende de Chile.
Entrevista publicada el 26 de enero en La Tercera.
¿Qué le parece la reciente aprobación en el Congreso chileno de la nueva región de Arica-Parinacota, cuyo límite norte, a juicio del gobierno peruano, implica una reinterpretación del Tratado de 1929?
No conozco el proyecto, pero se que es un asunto muy delicado. Reorganizar el territorio propio no tiene por que afectar una delimitación internacional. A ese efecto, bastaria con decir que la nueva región limita al norte con el Peru y punto. Si se quisiera mayor rigor, bastaría agregar “en los términos del tratado de 1929”. Cualquier otra adición arriesga crear problemas que después no se sabe como resolver.
¿Qué le parece que Chile haya puesto como referencia el hito N° 1, situado levemente más al norte que el punto limítrofe sobre el Océano Pacífico?
Que arriesga ser interpretado por los peruanos como un intento de preconstituir prueba, para efectos de su reclamo de redelimitación marítima. Es decir, pensarían que estamos actuando unilateralmente, tal como hizo Alejandro Toledo cuando patrocino una ley sobre el sistema de lineas de base del litoral peruano, provocando una dura reacción del gobierno chileno.
¿Qué le parece la oportunidad elegida por la cancillería chilena?
Si esto es iniciativa de nuestra Camncilleria, creo que faltó sensibilidad de política exterior vecinal. Las Cancillerias de las democracias estan para solucionar o amortiguar problemas, incluso usando la ambigüedad deliberada. No deben servir para crearlos.
¿De qué manera cree usted que esto afecta la fluida relación bilateral entre Chile y Perú que han logrado consolidar los presidentes Bachelet y García?
Por lo visto, aun no estaba consolidada. Alan Garcia ya envio una potente señal de disgusto a nuestra Presidenta, al no embarcarse en el avion chileno que la condujo a Quito, para la toma de posesión de Rafael Correa. Es una pena, pues corremos el riesgo de desperdiciar una buena oportunidad de mejorar nuestra relacion con el Peru, volviendo a fojas cero.
Entrevista realizada por Macarena López M. y publicada en El Mostrador.
Especialista en política exterior -y, en particular, de la relación de Chile con las naciones aledañas- cree que ''todos los países vecinos deben respetar la autodeterminación de los bolivianos'' y recomienda poner las ''barbas en remojo''. Añade, por otra parte, que ''decir, entre comillas, que Bolivia está al borde del abismo, prácticamente refleja una situación de normalidad''.
Para el especialista internacional José Rodríguez Elizondo el tema vecinal “sigue siendo complicado”, aunque reconoce que con Argentina y Perú se ha avanzado. Respecto al autonomismo que quieren implementar importantes sectores en Bolivia, dice que lo mejor es mantener la cautela y respetar las decisiones de ese país. También recomienda que nuestro país mantenga la agenda sin exclusiones con la nación boliviana.
En relación a Argentina, Rodríguez Elizondo opina que “hemos comenzado a desgasificar la relación, lo cual es positivo. Hay muchas otras cosas que pueden contribuir a consolidar la buena relación estratégica, que es imprescindible para un país con la posición geopolítica de Chile”.
A su juicio, “los mejores síntomas se han visto en las relaciones a nivel de las Fuerzas Armadas y el punto mayor está siendo la conformación de fuerzas conjuntas para ponerse a disposición de Naciones Unidas. En este marco y como pelos de la cola, quedan ciertas declaraciones que obedecen tal vez a falta de profesionalismo por parte del gobierno argnetino. Entre éstas destaca la última crítica de la ministra de Defensa Nilda Garré respecto a las Fuerzas Armadas chilenas”. En este último punto, el analista explica que “la culpa no es sólo de ella, pues todo el mundo ha visto un fenómeno notable y de difícil asimilación: el homenaje que rindieron las Fuerzas Armadas chilenas a un ex comandante en jefe del Ejército que estaba siendo procesado y con notorios indicios de culpabilidad en por lo menos 400 querellas, muchas de las cuales afectaban directa y concretamente a los valores máximos de la profesión militar, entre ellos el honor, el coraje, etc.”.
-¿Esas declaraciones no alcanzan a empañar las buenas relaciones con Argentina?
-No debieran empañar relaciones que están en un nivel de mucho mayor altura estratégica y política, pero molestan. Son ruidos que aparecen magnificados por los medios de comunicación. Sin embargo, en este caso son expresión de una sorpresa que no sólo afectó al gobierno argentino, sino también a muchos otros gobiernos y que tiene como fuente la radical complejidad que ha tenido el factor Pinochet en la política chilena.
-¿Qué pasa con Perú, donde hay un nuevo Presidente?
-Con Perú hemos tenido un muy notable mejoramiento de relaciones y aquí el mérito hay que adjudicarlo al gobierno peruano de Alán García. Nosotros hemos tenido una actitud tradicionalmente reactiva frente a las relaciones con Perú y esta disposición había terminado en una crisis exasperante en el gobierno de Lagos, debido a su mala coexistencia con el presidente Alejandro Toledo. Allí tuvimos una serie de crisis concatenadas que dejaron las relaciones en muy mal pie. Sin embargo, al asumir la Presidencia García se vio un cambio instantáneo, que parte por su obvia contradicción con la política de su predecesor.
-¿Por qué esa contradicción?
-El gobierno peruano vio con mucha sagacidad que estaba experimentando el tipo de aislamiento geopolítico que siempre ha temido Chile. Recuerde que durante la campaña presidencial hubo un serio pugilato oratorio entre el presidente de Venezuela y el candidato Alan García que culminó con epitetos de la peor especie. Si a esto agregamos que Bolivia aparecía al lado de Hugo Chávez y que Ecuador ha sido un rival geopolítico tradicional del Perú, el gobernante Alán García, con mucha sagacidad, vio que era el momento de recomponer por lo menos las relaciones con Chile.
-¿Usted cree que es posible que mantengamos en el tiempo estas buenas relaciones con Perú?
-En la parte doctrinaria hay que entender que Alán García es aprista y que tiene una doctrina latinoamericana integracionista. El fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, fue calificado como chilenófilo en su época, porque no tenía complejos para valorar la amistad con nuestro país. Por lo tanto, esta iniciativa del gobierno peruano y el carácter doctrinario aprista e integracionista de Alán García, abren una posibilidad muy grande para que Chile en estos momentos tenga iniciativas de tipo cooperativista con Perú, que sirvan para mejorar cualitativamente su relación.
-Según el diario La Nación de Buenos Aires, Bolivia estaría a un paso del abismo por el autonomismo que quieren llevar a cabo varias provincias, con Santa Cruz, como una de las principales. ¿Qué opina al respecto?
-En mi último libro "Las crisis vecinales del gobierno de Lagos", me asomé al problema que se podía plantear si se exacerbaba el autonomismo boliviano. Entonces el gobierno de Bolivia se transformaría en un nuevo problema, ya no por su pretensión marítima, como ha sido tradicionalmente, sino por la necesidad interna de mantener la unidad política, geográfica y geopolítica en su propio país. Eso significaría y no sólo para Chile, un problema de mucho cuidado, pues el autonomismo puede derivar, según muchos analistas, en separatismo. Cuando un país tiene ese tipo de problemas, los países vecinos deben poner siempre sus barbas en remojo y mostrar una actitud cautelosa, respetuosa y cooperadora, para no tener la menor tentación o posibilidad de ser acusados de interferencia.
-¿Chile debe mantenerse al margen entonces?
-Todos los países vecinos deben respetar la autodeterminación de los bolivianos. Chile, además, debe mantener el diálogo de gobierno a gobierno con una agenda sin exclusiones, porque eso ya marca un punto superior en la siempre conflictiva relación con Bolivia. Esto ha sido una conquista que se debió al mérito de la mejor representatividad democrática comparativa de Evo Morales. También ha implicado un cierto escarmiento para los políticos bolivianos que, entusiasmados con el aventurerismo de Carlos Mesa, pensaban que podían ejercer una seudodiplomacia extorsiva, bajo el lema “gas por mar”.
-¿Incluye el tema marítimo en las conversaciones?
-La madurez de las relaciones estriba en asumir que debemos ser consecuentes con nuestra posición hacia Bolivia: tenemos que dialogar con sus líderes sobre la aspiración marítima porque, hasta el momento, habíamos dicho que se trataba de un tema bilateral y no de un tema excluido. Así, si decimos que Bolivia no debe plantearlo en ningún foro multilateral, cuando llega el momento de conversar no podemos limitarla sólo al tema del cumplimiento de los tratados. Eso encerró la relación en una espiral viciosa, que sólo podía traer los malos ratos que trajo.
-¿Bolivia está al borde del abismo, como señala el diario trasandino?
-Me niego a repetir ese título, porque se viene repitiendo desde hace muchos gobiernos. Decir, entre comillas, que Bolivia está al borde del abismo, prácticamente refleja una situación de normalidad. Lo que sí es cierto es que se está viviendo una crisis muy aguda y del máximo nivel de política interna.
-¿Qué pasa con las importaciones de gas de Bolivia a Argentina?
-En América del Sur tenemos una crisis energética con altos y bajos. El problema de fondo es que hay países que necesitan energía y otros que la tienen, como Bolivia, pero que están con graves problemas internos para comercializarla. De esto se deduce que tanto Argentina como Chile deben contribuir a la estabilidad de Bolivia, sin interferencias y que la normalización de relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia puede ser decisiva para que nosotros podamos tener acceso al gas boliviano, sin caer en ese chantaje de “gas por mar”. Por lo demás, si Argentina nos puede vender gas a nosotros es porque se abastece en Bolivia, para completar su consumo interno. Por tanto, una crisis de aprovisionamiento desde Bolivia va a repercutir en nosotros.
-¿Las relaciones diplomáticas Santiago-La Paz avanzarán en este gobierno?
-Todo depende, en parte importante, del buen manejo político del gobierno boliviano. Nada puede avanzarse si el gobierno de Morales no se maneja bien con la Constituyente, es decir, si no promueve una Constitución que represente democráticamente a los bolivianos. Eso, más la alta representatividad democrática de origen que tiene Morales, son la base necesaria para las buenas relaciones, pero ello no depende de Chile.
Entrevista publicada el 26 de enero en La Tercera.
¿Qué le parece la reciente aprobación en el Congreso chileno de la nueva región de Arica-Parinacota, cuyo límite norte, a juicio del gobierno peruano, implica una reinterpretación del Tratado de 1929?
No conozco el proyecto, pero se que es un asunto muy delicado. Reorganizar el territorio propio no tiene por que afectar una delimitación internacional. A ese efecto, bastaria con decir que la nueva región limita al norte con el Peru y punto. Si se quisiera mayor rigor, bastaría agregar “en los términos del tratado de 1929”. Cualquier otra adición arriesga crear problemas que después no se sabe como resolver.
¿Qué le parece que Chile haya puesto como referencia el hito N° 1, situado levemente más al norte que el punto limítrofe sobre el Océano Pacífico?
Que arriesga ser interpretado por los peruanos como un intento de preconstituir prueba, para efectos de su reclamo de redelimitación marítima. Es decir, pensarían que estamos actuando unilateralmente, tal como hizo Alejandro Toledo cuando patrocino una ley sobre el sistema de lineas de base del litoral peruano, provocando una dura reacción del gobierno chileno.
¿Qué le parece la oportunidad elegida por la cancillería chilena?
Si esto es iniciativa de nuestra Camncilleria, creo que faltó sensibilidad de política exterior vecinal. Las Cancillerias de las democracias estan para solucionar o amortiguar problemas, incluso usando la ambigüedad deliberada. No deben servir para crearlos.
¿De qué manera cree usted que esto afecta la fluida relación bilateral entre Chile y Perú que han logrado consolidar los presidentes Bachelet y García?
Por lo visto, aun no estaba consolidada. Alan Garcia ya envio una potente señal de disgusto a nuestra Presidenta, al no embarcarse en el avion chileno que la condujo a Quito, para la toma de posesión de Rafael Correa. Es una pena, pues corremos el riesgo de desperdiciar una buena oportunidad de mejorar nuestra relacion con el Peru, volviendo a fojas cero.
Bitácora
Una encuesta de miedo
José Rodríguez Elizondo
El domingo pasado, en su estilo francote, la Ministra de Defensa Vivianne Blanlot dijo tres cosas importantes a los bolivianos:
- La cesión de soberanía pone a la defensiva a “los chilenos”, en cuanto sinónimo de “pueblo”;
- Quienes quieren pensar que las Fuerzas Armadas chilenas serían un escollo, “estarían equivocados”.
-El tema “se ha conversado poco con la población”.
De ese modo, Blanlot mostraba a los lectores del diario paceño La Razón la cara chilena de la “diplomacia de los pueblos”. Sugería que, si nos guiáramos por ella -como quiere Evo Morales-, la pretensión marítima boliviana no avanzaría un milímetro. Además, deslizaba que, en materias de soberanía, nuestra opinión pública marcha con piloto automático.
El mismo día La Tercera publicó una encuesta que coincidía, al milímetro, con esos entendidos y subentendidos. Morales aparecía como el Presidente menos amigo de Chile (67%) y Bolivia como el país menos simpático. Más allá de lo bilateral, los encuestados mostraban algo todavía más delicado: nuestra opinión pública volvía a la época de los “jaguares” pinochetistas, para quienes éramos el mejor país en el peor barrio.
Sólo así se explica que percibieran a los EE.UU como mejor aliado que Brasil (38% vs. 14%) y al Presidente mexicano Felipe Calderón como más amigo que todos los demás, exceptuando a Lula. Alan García, pese a sus notorios esfuerzos para mejorar la relación, aparecía como menos amigo que Morales. La Argentina de Kirchner, por su lado, se debatía en una especie de limbo benévolo: un 10% aliada y un 6% enemiga.
Egocentrismo chilensis
Suponiendo la corrección de sus parámetros, la encuesta dice algo gravísimo: el egocentrismo chilensis, dejado a su aire, se incrustó tan profundo en la cultura, que hoy es “politicamente incorrecto” tratar de rectificarlo. Habría que ejercer un liderazgo superlativo y a nivel presidencial, para convencer “a los chilenos” de que es mejor (o más segura) una buena relación con los vecinos que un enamoramiento con los antípodas.
Por eso, tiene razón Ascanio Cavallo cuando, con elogio tácito, acota que nuestra Cancillería interpreta mejor el sentimiento ciudadano que los “innovadores” latinoamericanistas. Lo decisivo, sin embargo, es que para esos innovadores el rol de una Cancillería no es seguir, sino orientar a la opinión pública, según una evaluación siempre actualizada de los intereses nacionales.
De no actuar así, favorece la enquistación maligna de los recelos, la reactividad como doctrina y el fatalismo como método. Pensando en eso y por vía de ejemplo, un Canciller proactivo debiera enseñar a avergonzarse a los padres del niño que, alentando a Fernando González en Australia, le gritaba “argentino de mierda” a su rival.
Luce mejor, entonces, la razón de Blanlot, cuando sugiere que nuestros militares “están en otra”. Por formación profesional, ellos conocen las correlaciones de fuerzas, los cambios en las “estaturas estratégicas”, los códigos patrióticos y el rigor de nuestra posición geopolítica.
En definitiva, saben que, si vuelve a activarse una hipótesis de conflicto en más de un frente, la Casa Blanca no va a enviar su caballería para rescatarnos.
Publicado en La Tercera el 23 de enero.
Bitácora
Mercosur: histrionismo y estrategia
José Rodríguez Elizondo
Hugo Chávez llegó a la cumbre brasileña del Mercosur tras haber dicho ante las cámaras, en Caracas, que “la revolución islámica y la revolución bolivariana son la misma cosa”. Notablemente, la frase no calificó para titular. La prensa y los políticos optaron por ignorarla, asumiendo que el líder venezolano dice tonterías (¿pendejadas?) sólo porque es tropical.
Lo cierto es que, mientras las derechas lo aborrecen y las izquierdas clásicas lo ningunean, Chávez ha festejado la Jihad y homologado a Israel con Alemania Nazi; hecho el elogio del líder iraní Mahamoud Amadinejah; incorporado al Secretario General de la OEA a su libreto de insultos; reclutado a Bolivia, Ecuador y Nicaragua para su eje bolivariano, y promocionado el “socialismo del siglo XXI”.
Además, aprovechando el vacío que deja la subestimación de los otros, ya superó el peso político interno de los líderes mercosureños. Hoy ejerce un poder sin contrapesos anuncia un mandato vitalicio, diseña un partido único e inicia el “emparejamiento” de la panoplia mediática.
Con tales antecedentes, es claro que Chávez avanza polarizando, pues no busca “pares” sino seguidores. Eso lo coloca lejos de la izquierda canosa de Lula y del peronismo supraideológico de Kirchner, para aludir sólo a los gigantes estables del Mercosur.
Respecto al Chile asociado, tal vez Michelle Bachelet le tenga afecto, pero ni los socialistas “díscolos” podrían asumir su alianza con el fundamentalismo islámico. En estas circunstancias, fue surrealista escucharlo decir que llegaba a Brasilia para “fortalecer la unión sudamericana”.
Estrategia propia
¿Por qué ese histrionismo ante sus “impares”? Aparentemente, porque Chávez es el único líder de la región que tiene una estrategia propia, ante la crisis global e incremental que viene desencadenando la “doctrina Bush”. A ese efecto y previendo que en algún momento el ciclón caerá sobre Venezuela, está elevando los costos estratégicos y políticos de una eventual intervención de las fuerzas norteamericanas.
No es una estrategia original. Es una actualización de ese tricontinentalismo sesentista, que usara Fidel Castro para mantener su revolución bajo techo. Entonces, con el apoyo soviético y la consigna de los “muchos Vietnam”, sembró América Latina de focos guerrilleros, mientras insultaba, ecuánime, a los líderes norteamericanos, a tiranos como Rafael Leonidas Trujillo y a demócratas como Eduardo Frei Montalva. Si no podía contar con la región, sí podía dividirla y asignar a los gobiernos norteamericanos el rol del coyote contra el correcaminos.
Podríamos decir que la estrategia de Chávez es disfuncional a la integración soñada por Bolívar, pero no podemos negar que existe. Como contrapartida, el resto de la región se ha encerrado en el falso dilema de si es bueno o pésimo que la Casa Blanca nos haya eliminado de su agenda tras el 11.S.
Por cierto, ese dilema sirve para soslayar que el verdadero tema es cómo diseñar una estrategia conjunta para mejorar los términos de interdependencia con los EE.UU. En vez de esa acción integracionista, estamos como las liebres tontas, discutiendo si sus perseguidores son galgos o podencos.
Publicado originalmente en La Tercera el 21 de enero 2007.
Bitácora
De pánzer a pendejo
José Rodríguez Elizondo
Los insultos de Hugo Chávez a José Miguel Insulza reflejan su manera, literalmente primitiva, de pasarle factura por “la pega”. A él, pero también a Chile.
El líder venezolano sabe que su lobby fue decisivo para colocar al chileno a la cabeza de la OEA, permitiendo a Ricardo Lagos mostrar un mejor balance de su política regional. Pero, sesgando los efectos de su apoyo, estima que Insulza y Chile le quedaron hipotecados. Así, aquel no debió criticar su tirria contra Radio Caracas Televisión y, por tanto, debe ser degradado de pánzer a pendejo.
Por lo señalado, estacionarse en la insultadera es ignorar la tramoya de este reality. Lo fundamental es que, en diferido y en un marco de importancia superlativa –el inicio de una segunda fase revolucionaria-, Chávez está desquitándose de dos supuestos agravios del actual gobierno de Chile: el parelé a su embajador Víctor Delgado y el no apoyo a su candidatura para el Consejo de Seguridad.
Para ese efecto y aunque la metáfora parezca incongruente, el hombre cortó la cuerda por lo más delgado: por Insulza. Fue un matiz astuto, pues implica endosar a Michelle Bachelet la eventual deuda nacional, aunque reconociendo que (todavía) no puede disparar contra ella. Es que Bachelet no sólo se ha mantenido ajena a los “ejes” que intranquilos nos bañan. También goza de una franca popularidad internacional, que el propio líder venezolano ha reconocido con mimos y chinchoseos.
La naturaleza de la OEA
Agreguemos que en el despecho antichileno de Chávez yace un malentendimiento de la naturaleza de la OEA. El quiere olvidar que los funcionarios de ese organismo multilateral, así como los de la ONU, no pueden ni deben reflejar intereses nacionales. Normativamente, deben asumir la patria del sistema, es decir, el carácter exclusivamente internacional de sus responsabilidades.
El artículo 118 de la Carta de la OEA es categórico: “ (…) el Secretario General y el personal de la Secretaría no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún Gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización, y se abstendrán de actuar en forma alguna que sea incompatible con su condición de funcionarios internacionales responsables únicamente ante la Organización”.
Importa tomar nota de esto, pues en Washington hay quienes estiman que el sutil y habilidoso Insulza ha descuidado las formas de esos entendimientos. En los corrillos burocráticos se dice que se ocupa demasiado de Chile y que, en este caso venezolano, antes de criticar públicamente la política mediática de Chávez, debió premunirse de un mínimo blindaje sistémico. Por ejemplo, un esbozo de proyecto de acuerdo ante el Consejo. Al disparar en solitario, cometió un error no provocado.
Mal síntoma, pues indica que nuestro pánzer se aleja de su propósito original de dedicarse a ser un gran jefe internacional, pues lo demás vendría por añadidura. Apremiado, quizás, por los tiempos políticos chilenos, estaría manejando con descuido los tiempos de su “pega”. Lo más grave es que, si demasiados lo perciben actuando con un ojo en la OEA y el otro en La Moneda, Chávez tendrá una buena coartada para exigir formalmente su renuncia, mediante un lobby rectificatorio.
Publicado en La Tercera el 11 de enero de 2007.
Bitácora
Chile en su barrio (Informe 2006)
José Rodríguez Elizondo
TESIS: La mala onda vecinal respecto a Chile está cambiando, con positivo impacto en la mirada regional.
Probémoslo:
ARGENTINA.- Al parecer, aprendimos que las pataletas comerciales son pelos de la cola en el marco de una relación estratégica. Michelle Bachelet ya puede asumir a) que el protocolo gasífero no aseguraba, de manera indefinida, un abastecimiento seguro de gas barato y b) que, en el mediano plazo, los precios del mercado se imponen a los que fijan los gobiernos. Néstor Kirchner, por su lado, está controlando la tentación de interferir en nuestra relación con Bolivia, como coartada para sus desabotonamientos diplomáticos. Así, aunque siga sin apreciar nuestra simpatía y crea que hemos sido débiles con Pinochet, la relación progresa incluso en el nivel castrense: estamos listos para operar conjuntamente, bajo mandos alternados, en misiones de la ONU.
Por cierto, la delimitación pendiente de Campos de Hielo seguirá produciendo ruidos y podría reactivarse el pleito Argentina-Reino Unido por las islas Malvinas. En este caso, podemos volver a pasar por trances dificiles, si no definimos una posición clara y previa.
BOLIVIA.- Bachelet y Evo Morales ya tienen –cosa notable- una agenda de trabajo “sin exclusiones” y a largo plazo. Por otro lado, el cariño de Hugo Chávez por “Michelita” ha neutralizado su intervencionismo. En este nuevo marco debemos entender a) que con Morales hay mejores posibilidades de diálogo que con sus predecesores, b) que esto reduce su opción de recurrir al antichilenismo como válvula de escape, c) que la riqueza energética aumentó la estatura estratégica de Bolivia y d) que no debe confundirse la “diplomacia del gas” con el extorsivo trueque “gas por mar”.
Si Morales logra resolver su lío con los autonomistas, Bachelet, sin golpear ninguna mesa, podría enfatizar la necesidad de entablar relaciones diplomáticas. Pensar que esto es un riesgo, sólo refleja conciencia de debilidad en esa área.
PERU.- Alan García, para quien “Chile es un extraordinario socio”, produjo una infartante mejoría en la relación bilateral, con TLC e invitación a la Comunidad Andina de Naciones.
Poco importa si fue su reacción ante un eventual cerco del supuesto eje Caracas-Quito-La Paz. Los chilenos, víctimas crónicas del complejo de soledad, debemos asumir ese viraje como una buena señal para desfacer entuertos. Entre los más recientes, está claro que la extradición de Fujimori no es un tema vital, pues el Presidente peruano postula a un TLC con Japón y no quiere enredarse en un ajuste de cuentas con “el chino”. La redelimitación marítima, por su parte, está muy ligada a la aspiración marítima de Bolivia y casi todo indica que no se agitará en otros contextos. En cuanto aprista –y a diferencia de Alejandro Toledo-, García es un integracionista doctrinal.
SINTESIS.- Ayer Chile era una especie de maniquí top en la región: lucía modelos que nadie compraba; lo criticaban por antipático y hasta intentaban zancadillearlo. Hoy, mejor posicionado en el vecindario y apoyándose en Brasil, México y Colombia, hasta podría intentar ese “liderazgo conceptual”, que alguna vez sugiriera nuestra Presidenta.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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La IA ya está ocupando puestos de trabajo
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Blog latinoamericano de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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