Un conflicto armado que tendrá consecuencias devastadoras para la situación de los derechos humanos en la región, poniendo en peligro vidas, medios de subsistencia e infraestructuras públicas y privadas, dando lugar a una grave escasez de alimentos y a un gran desplazamiento de personas.
Donde las víctimas y la defensa de los derechos humanos y de las personas refugiadas ya son las primeras preocupaciones en la situación actual. Cuando una guerra se desencadena, cuando un conflicto armado aparece o se recrudece, es la sociedad civil la que soporta los golpes más cruentos en forma de muerte, destrucción, violaciones de los derechos humanos y generación de movimientos forzosos de población y no vale sólo con establecer corredores humanitarios para salvar a la población.
Impacto y consecuencias
Con independencia de las primeras víctimas ya ocasionadas, las condiciones económicas y sociales ya se han visto afectadas negativamente. El desabastecimiento y aumento del precio de los alimentos y de productos básicos, incluidos los suministros energéticos y sanitarios, en solo los primeros días, están afectando a los derechos de la población a la atención sanitaria y a un nivel de vida básico en Ucrania.
Por otro lado, desde hace varios meses, la inflación en Occidente no deja de aumentar y en España ha alcanzado un 6,5% debido principalmente al incremento de los precios del gas y la dependencia energética.
En el escenario en el que Occidente ya ha empezado a reaccionar con la fuerza de las sanciones económicas y restricciones dirigidas a la economía y a las industrias rusas clave, ya están teniendo un impacto de gran alcance en el complejo ámbito de las materias primas afectando a algo más que a los flujos de las que pasan por Ucrania o se producen en ella.
Será grave la repercusión inmediata de un endurecimiento significativo, sobre todo, en los mercados de la energía, los metales y los productos agrícolas como consecuencias derivadas de las sanciones impuestas a Rusia como medida inicial de presión.
Las consecuencias de la utilización de la fuerza militar rusa han comenzado a ser devastadoras, más allá de la historia reciente de Ucrania que está marcada por conflictos con tropas rusas en el Dombás y en la anexión ilegal de Crimea.
La crisis humanitaria ya es un hecho en pérdidas humanas, movimientos de población y consecuencias económicas, en un conflicto que presuntamente nadie quiere.
El hambre, la sed, el frío y el miedo son ahora los estados más frecuentes en una población que tiene cortado el suministro eléctrico y de gas desde hace semanas.
Esta guerra en Ucrania lleva ya más de dos millones y medio de personas desplazadas y, al menos, 2.500 civiles muertos, según el balance ucraniano. Mientras continúa la ofensiva rusa en el país y millones de ciudadanos, que lo han perdido todo, van a seguir tratando de huir de la invasión y los bombardeos, ya que la economía de la región ha quedado devastada.
La inflación y el desabastecimiento de productos agroalimentarios, gas y petróleo son las principales amenazas y la invasión rusa ya está teniendo importantes consecuencias para la economía mundial. El precio del gas se está disparando en Europa, los mercados se encuentran en una situación muy volátil, y se han interrumpido muchas cadenas de suministro.
Rusia es el líder mundial en exportación de trigo y Ucrania se ubica cuarto en la lista, por lo que el bloqueo de los principales puertos de la zona ya ha derivado en un aumento en los precios de hasta del 40% en apenas dos semanas en los contratos. Juntos, producen casi la misma cantidad de trigo que la totalidad de la UE consume.
Además del trigo, los precios de las materias primas como el aluminio y el níquel se han disparado a máximos desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero y las sanciones occidentales interrumpieron los envíos aéreos y marítimos de productos básicos producidos y exportados por ese país.
Por todo ello, y como consecuencia, ya se estima que, a largo plazo, se notará la especial degradación de Ucrania que se puede convertir en un Estado fallido después de este conflicto, y tendrá repercusiones y movimientos sociales importantes.
Globalización, estrategia y repercusiones
Sin duda, este conflicto provocará la reestructuración de un nuevo sistema estratégico internacional donde el contrapeso político y democrático debe ser su mejor valedor para evitar una situación como la actual donde, Macron, presidente francés y actual ‘responsable’ de la UE en este semestre, pinta un panorama inmediato muy poco optimista. De hecho, se ha confesado “preocupado y pesimista” y ha pedido a Europa prepararse para “todos los escenarios”.
En este sentido, da miedo imaginar la magnitud que podría alcanzar la crisis de refugiados si aumentan las agresiones rusas en Ucrania. Será un desastre humanitario de escala continental, con millones de personas refugiadas, inicialmente buscando protección en los países europeos vecinos.
El conflicto entre Rusia y Ucrania es también ya más que una amenaza de crisis de materias primas que impacta a una cadena de valor muy larga y las relaciones comerciales por vía terrestre, marítima y aérea afectadas con la guerra.
Otra consecuencia para Europa de la guerra en Ucrania es que las empresas han comenzado a retirarse de Rusia o a cancelar sus actividades allí.
Seguridades e inseguridades
Sin duda, en los conflictos militares, lo primero es proteger a la población y deben rendir cuentas todos aquellos que cometan abusos o no den la protección obligada.
Así, se ha de priorizar en el reforzamiento de la seguridad ciudadana y la protección de las infraestructuras críticas y estratégicas, así como de embajadas, consulados y otros intereses locales en cualquier ámbito social y económico, así como los de otros países en función de la evolución del conflicto, y en especial las relativas a la ciberseguridad, y en particular a los puntos de carácter estratégico relacionados con el suministro energético.
En este sentido, es muy importante convocar y acudir a la cooperación de la seguridad pública y la seguridad privada para colaborar en la intensificación de las medidas de protección que se deben adoptar en puertos, aeropuertos e instalaciones de líneas aéreas o marítimas nacionales y extranjeras, así como en sus medios de transporte, que pudieran verse afectados o implicados. Igualmente se ha de establecer la colaboración en la vigilancia en otros puntos estratégicos como oleoductos, gaseoductos o centros de producción y distribución de energía eléctrica, objeto de posibles amenazas.
Con todo ello, y como recomendación, debemos potenciar una nueva cultura de seguridad con una visión sobre la base de las amenazas complejas e incrementar los recursos de análisis desarrollando el esquema de la Gestión Integral del Riesgo y las Seguridades.
Especial tratamiento exige la evaluación de los ciberataques y la ciberseguridad en la guerra de Ucrania pues, todo lo que está ocurriendo en el ámbito de la seguridad física, puede tener mayores consecuencias en el contexto de ciberamenazas puesto que los ciberataques pueden tener como objetivos instalaciones institucionales, aviones, barcos e infraestructuras críticas.
Salvo la protección de las personas, la ciberseguridad es ya más importante que la seguridad física y así figura desde hace años en el mapa de amenazas que elabora anualmente el World Economic Forum en su informe de riesgos globales.
En las soluciones de ciberseguridad se han de adaptar los controles al riesgo real y establecer nuevos planteamientos y herramientas para la Gestión Integral del Riesgo y las Seguridades con el objetivo de garantizar, en todo lo posible, el poder superar las crisis o contingencias con mayor resiliencia.
En España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado la aprobación en las próximas fechas de un "Plan Nacional de Ciberseguridad" en plena escalada de la tensión en Europa por la invasión de Rusia a Ucrania. "La guerra desatada por Putin", afirmó Sánchez, ha provocado que España sea "plenamente consciente de la necesidad de garantizar la ciberseguridad, el funcionamiento de los servicios esenciales y la integridad de las infraestructuras críticas".
El presidente detalló que este nuevo plan conllevará "la creación de un sistema integrado de indicadores de ciberseguridad a nivel estatal, la constitución del Centro de Operaciones de Ciberseguridad de la Administración General del Estado" y también "la implementación de la Plataforma Nacional de Notificación y Seguimiento de Ciberincidentes y de amenazas".
"El Comité de Situación, activado para el seguimiento de la guerra en Ucrania, ha puesto en marcha un grupo de trabajo liderado por el Centro Criptológico Nacional encargado de nuestra ciberseguridad", relató igualmente Sánchez, que afirmó que el objetivo de las medidas que se adoptarán será "garantizar el uso seguro y fiable del ciberespacio, proteger los derechos y las libertades de la ciudadanía y promover el progreso socioeconómico".
Según alertó el CNI (Centro Nacional de Inteligencia), las ciberamenazas crecen exponencialmente y su impacto y su nivel de peligrosidad no deja de incrementarse y afectan a gobiernos, instituciones, empresas de todo tipo y a los propios ciudadanos.
El Gobierno llama a los operadores críticos a reforzar su ciberseguridad ante la guerra y el CNPIC (Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas) ha comunicado a los operadores de los sectores estratégicos la necesidad de reforzar los protocolos de seguridad, aunque, de momento, no se ha detectado actividad fuera de lo habitual.
En este sentido y por su parte, el viceprimer ministro ucraniano Míjail Fedorov anunció recientemente el lanzamiento de un "ejército informático", instando a especialistas de todo el mundo a iniciar ciberataques contra Moscú y a reforzar la ciberdefensa de las infraestructuras críticas de Ucrania. En pocos días, el movimiento creció hasta contar con más de 400.000 miembros, según estiman las autoridades ucranianas.
Lo cierto es que estamos en momentos críticos para las seguridades e inseguridades, no solamente locales para el pueblo ucraniano, sino para todos los habitantes de esta aldea global sumida en una incomprensible situación de guerra.