En la actualidad, la inseguridad ciudadana y el terrorismo son una grave amenaza para los movimientos turísticos de muchos países.
El principio VII de la Declaración de La Haya sobre tu rismo dice que: “La seguridad, el respeto de la dignidad y la protección de los turistas son requisitos previos del desarrollo turístico”. Por este motivo, es indispensable que las medidas encaminadas a facilitar los viajes, las visitas y las estancias turísticas se acompañen con medios destinados a garantizar la seguridad y la protección de los turistas y sus actividades.
El turista es muy sensible a la inseguridad y prioriza aquellos destinos que presentan minimizado el riesgo y le permiten emplear su tiempo de ocio sin otra preocupación que la de disfrutar. Es exigente, y también lo es con la seguridad.
En este sentido, no se trata solo de garantizar la seguridad ciudadana en general. La demanda de seguridad está asociada a la condición de turista y la necesidad de sentir protegidos sus movimientos dentro de una ciudad o país, especialmente, teniendo en cuenta que el turismo se ha convertido en un eficaz instrumento de crecimiento socioeconómico, incluso de subsistencia para muchos de ellos. Actualmente, los ingresos por turismo representan más del 9 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. En España, con 65 millones de visitantes, los ingresos superan el 15 por ciento del PIB.
Hasta ahora, en los países en vías de desarrollo, la seguridad turística no ha tenido la importancia que debería tener para todos los organismos competentes del sector publico y privado encargados de combatir la inseguridad que afecta directamente al sector económico, social, jurídico y político de cualquier país.
Pero, ¿Qué es la seguridad para el turismo? Podemos definirla como un “Conjunto de medidas, condiciones objetivas y percepciones existentes en el ámbito social, económico o político de un destino turístico, que permiten que la actividad turística se desarrolle en un entorno de libertad, confianza y tranquilidad, y con la mayor protección física, legal o económica para los visitantes y sus bienes”.
La seguridad para el turismo la podemos englobar básicamente en seis puntos:
- La Seguridad Pública, como el sistema que permite el libre desplazamiento del turista por el destino con protección, atención a dependientes, etc.
- La Seguridad Sanitaria, como el sistema de prevención, emergencia y protección que permite la asistencia médica al visitante durante su desplazamiento en el destino turístico.
- La Seguridad Informativa, como el sistema de comunicación que permite con garantías el conocimiento de la oferta y características del destino.
- La Seguridad Económica, como sistema de garantías del viajero y reaseguro para prevenir riesgos desde la perspectiva económica y financiera.
- La Seguridad de los Servicios, como el sistema que permita la protección por los distintos establecimientos de servicios turísticos y recreativos (hoteles, restaurantes, áreas culturales y de ocio, etc.) del viajero en los destinos turísticos.
- La Seguridad en Eventos, como el sistema que permite la prevención y protección durante la participación en eventos sociales, deportivos, musicales, recreativos, culturales, etc. del visitante.
Un destino turístico que presente una imagen en el mercado de “destino inseguro” directamente suele causar una desvalorización del mismo en el mercado y hacer que la demanda lo margine en la elección.
No obstante, es importante recordar que la seguridad es una variable de valoración totalmente subjetiva, ya que es interpretada de distinta manera de acuerdo a la información previa y la percepción particular que se tenga sobre los riesgos reales o potenciales, dentro del marco de un lógico equilibrio individual y colectivo.
Igualmente, es importante tener en cuenta que la seguridad del sector turístico no supone, solamente el desarrollo de un servicio social, sino que también forma parte de su sistema de producción y desarrollo sectorial y, por lo tanto, muy vinculado a la competitividad y calidad de sus estructuras institucionales y empresariales.
Por este motivo, la remodelación y modernización de las estructuras de seguridad y dotaciones policiales, de salud, de emergencias, de justicia, de transporte, de comunicación, de atención y apoyo, etc., son fundamentales para garantizar la demanda de servicios de los turistas y visitantes y su protección de la vida, de la salud, de la integridad física, psicológica y económica.
Desde una visión pragmática, es necesario globalizar estas condiciones básicas de seguridad para incorporar las diferentes variables y crear un plan integral de seguridad aplicable en los diferentes países.
INSEGURIDAD Y TERRORISMO
El sector Turismo es uno de los más sensibles a la falta de protección, y su imagen se daña fácilmente cuando el riesgo y las amenazas se ponen en conocimiento de los potenciales visitantes.
Túnez, Egipto, Libia y Jordania: viajar en tiempos revueltos
De nuevo y recientemente, un acto terrorista indiscriminado ha roto muchas de las esperanzas que los tunecinos habían depositado en un nuevo tiempo de tranquilidad social, política y también turística.
La masacre del Museo de El Bardo ha tenido una gran repercusión a nivel internacional y, desde el punto de vista turístico, supone un especial golpe para los objetivos marcados por sus responsables, ta nto públicos como privados, ya que todos son conscientes de que la violencia y el terrorismo son la causa principal del descenso en las cifras y en el nivel de competitividad sectorial.
Ante este escenario, es lógico pensar que la seguridad de Túnez como país y como destino se ha convertido en urgente e indispensable si desea recuperar los niveles de competitividad de no hace mucho tiempo.
Según datos recientes, el turismo suponía el 7,3 por ciento del PIB directo de Túnez en el año 2013 y apuntaban que podía haber alcanzado el 9 por ciento en el 2014. Y más aún, medido de forma general, con impactos indirectos y sectores inducidos, la industria turística representa más del 15 por ciento del PIB.
Además, no hay que perder el referente de que, desde el año 2011 está siendo una época complicada para el norte de África. Túnez, Egipto, Libia y Jordania fueron protagonistas de la Primavera Árabe, de sus levantamientos populares contra sus respectivos gobiernos que incluso derivaron en guerra civil, como en el caso libio. La situación actual es un poco más estable pero, los miedos ante la inseguridad objetiva y subjetiva en estos países han afectado a sus relaciones y objetivos turísticos y, de forma importante, a sus maltrechas economías.
Ciertamente, también el efecto “Túnez y Egipto” presenta ventajas para otros países. Así, en concreto, el “lobby turístico” señala que la inestabilidad política y social de Egipto y Túnez atraerá a España más de 700.000 turistas nuevos y unos ingresos estimados en más de 600 millones de euros sobre los previstos para el turismo español.
PLANES DE SEGURIDAD EN EL TURISMO
En cualquier caso, para lograr los objetivos generales, al menos, se han de desarrollar acciones encaminadas a:
- Garantizar la seguridad de los turistas y avanzar en la prevención de la comisión de delitos en los que la víctima tenga la condición de turista.
- Incrementar los niveles de seguridad ciudadana en aquellos espacios y lugares de mayor riesgo y concentración de turistas.
- Proporcionar al turista información sobre las medidas de autoprotección que debe adoptar para evitar que se convierta en víctima.
- Potenciar y perfeccionar la planificación y ejecución de los medios policiales de lucha contra la delincuencia en las zonas turísticas.
- Mejorar la eficacia y la calidad en la prestación del servicio de atención ciudadana facilitando la disposición de intérpretes y la comunicación con consulados y embajadas.
- Favorecer la colaboración y la coordinación entre las instituciones públicas y privadas del sector turístico.
En definitiva, hay que establecer un “Plan de Turismo Seguro” que debe tener como principal objetivo incrementar de forma permanente la seguridad ciudadana en las zonas turísticas y proporcionar un entorno seguro al turista durante su estancia en el país, favoreciendo y contribuyendo activamente a las actuaciones en el sector con un mayor grado de competitividad, así como cooperar entre todas las instituciones públicas y privadas que intervienen en el sector turístico.
En este sentido, la seguridad turística requiere tanto creatividad como innovación en todas las entidades que planean, formulan, implementan y evalúan políticas, planes y acciones en materia de seguridad para la sensibilización y el ejercicio de la corresponsabilidad entre residentes, visitantes y prestadores de servicios turísticos.
Esta meta precisa de un cuidado especial a la hora de diseñar y ejecutar acciones de fortalecimiento de las condiciones de seguridad turística, lo que redundará en la satisfacción de los visitantes y, con ello, el incremento de interés de empresarios e inversionistas, que cuentan con poder garantizar el éxito de sus campañas basadas en la tranquilidad y el bienestar de sus clientes.