En el desarrollo de nuestras actividades cotidianas, vivimos rodeados de un amplio catálogo de riesgos potenciales, amenazas reales y notables vulnerabilidades, cada vez más sofisticadas y evidentes, pero son de manera especial la delincuencia organizada y sobre todo el terrorismo, los que están haciendo mella cada vez más cerca del ciudadano. Una situación en permanente evolución y cambio rápido, en un mundo, ya globalizado y, por ello, conectado, pequeño y sensible al impacto mediático del miedo y el terror.
Sin duda, ese es el actual objetivo del terrorismo yihadista que, especialmente en Europa, y de forma directa en España, se ha visto evolucionar del 11M (fatídico atentado con 193 muertos y 1.858 heridos en Madrid en 2004) al 17A (reciente atentado con 16 muertos y más de 100 heridos en Barcelona).
Los atentados cometidos en los últimos tiempos en París (6 militares heridos por atropello), Londres (5 muertos y decenas de heridos en dos atropellos), Berlín (12 personas muertas atropelladas en un mercado), Niza (84 muertos y 300 heridos por un camión), Bruselas (32 muertos y 300 heridos) o París (130 muertos en sala de fiesta y 12 muertos en el ataque a la revista Charlie Hebdo), sumado a los ataques con cuchillos, machetes y más atropellos en distintos puntos del continente europeo, no solo reflejan que los terroristas mantienen e intensifican sus objetivos, sino que recurren a métodos cada vez más básicos, crueles y letales como los ataques directos con camiones y furgonetas.
Este nuevo modelo de ofensiva terrorista presenta además el perfil de un agresor más autónomo, que solo de forma ideológica y no logística pertenece a una organización tan etérea como la yihadista que fomenta un adoctrinamiento rápido y facilitado por las redes.
Los yihadistas vienen adaptando su modus operandi ante las nuevas condiciones de seguridad de los países en los que actúan. Una muestra de adaptación es el uso de vehículos o armas y menos explosivos, pues a menudo es complicado para ellos acceder a los ingredientes para hacer bombas sofisticadas y, como se ha visto en el último atentando de Cataluña, tienden a utilizar explosivos de elaboración casera.
Las características de los terroristas que intervienen en los atentados se mantienen y consolidan. Son realizados por personas muy jóvenes, que viven y trabajan entre nosotros, que son captados y desarraigados de una sociedad integradora y tolerante como la española por fanáticos líderes del terror, para ser abducidos y utilizados en células radicalizadas muy adaptadas a la convivencia.
Corremos el riesgo de familiarizarnos y asumir cierta resignación ante esta amenaza que se está volviendo un cáncer social con el que convivir, pero no hemos de bajar la guardia en ningún aspecto, sino abordar el problema colectivo como un reto colaborativo.
Es el momento inaplazable de acometer el desafío que esta situación presenta, unidos y motivados hacia soluciones globales, muy especialmente, en lo que se refiere a la protección de nuestras infraestructuras estratégicas y críticas, donde son más notables nuestras vulnerabilidades, pero, en las que el ciudadano cuenta con la eficacia de su funcionamiento silencioso, y en cuya seguridad confía como substrato de su bienestar y libertad.
Con ese objetivo, hemos de revisar y consolidar nuestros conceptos de seguridad más básicos, a fin de no pisar en falso ni dar un paso atrás Se impone exigirnos esa visión holística, analítica e integradora del problema y sus soluciones ante una situación tendente a seguir evolucionando en la radicalización.
Es preciso aspirar a una especial altura de miras para consolidar el avance del modelo español hacia esa “Seguridad Única” (pública y privada, integral e integrada) basada en la transparencia y la ética, la confianza y la colaboración real de todas las partes implicadas, en la que ya no sean posibles errores de coordinación como los vividos, utilizando estrategias eficientes y valores añadidos a los ya demostrados por nuestros profesionales, a fin de avanzar en la implantación del pensamiento exponencial y no lineal.
Soluciones globales
En este avanzar hacia soluciones globales, debemos potenciar la inteligencia aplicada, inherente a todo planteamiento de respuesta sólida e imaginativa, y que ha de ser el referente transversal en toda gestión exigente -hoy en tiempo real-, para asegurar la eficiencia en los procesos, aprovechando las plataformas de control online que la innovación tecnológica actual nos permite y facilita.
Todo ello apoyado en la reputación y prestigio que en general tienen nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, con el apoyo y colaboración igualmente necesaria e irreversible que presta el sector de la Seguridad Privada.
Sin embargo, cabe destacar que la eficacia y la eficiencia potencial hacia esas soluciones no llegarán a su aplicación en tiempo y forma sin la propia exigencia de seguridad por parte de la sociedad, licita aspiración y esperable demanda en el ejercicio de sus derechos y libertades.
En resumen, tenemos enfrente un enemigo difuso y confuso que sigue avanzando en estrategias y recursos, y que requiere de nuevas soluciones y procedimientos por nuestra parte, que en muchos casos ya conocemos o están a nuestro alcance, y que fundamentalmente pasan por una coordinación integral e integrada de fuerzas aplicadas en esta guerra desigual contra el terrorismo y el crimen organizado.
Nuevos retos y nuevas respuestas globales que hacen precisa la preparación adecuada de cada vez más profesionales ejecutivos y operativos, que han de acreditar una formación y capacitación especializada no lineal, basada en estrategias y pensamientos exponenciales abiertos y flexibles que les convierta en los lideres de la seguridad del Siglo XXI.