Así, a lo largo del año se han ido consolidando algunas tendencias claras en cambios en las modalidades de trabajo y de la formación y capacitación, en los hábitos de consumo, en las formas de comunicación, etc. que han transformado la dinámica social, industrial y comercial, más allá de las restricciones ocasionadas por la pandemia.
En definitiva, nuestras relaciones personales, laborales y comerciales han cambiado.
Y, todo ello, nos ha predispuesto y ha puesto en valor la importancia de revisar y reinventarnos en algo tan básico como es el liderazgo a todos los niveles (político, institucional, empresarial y personal) en este nuevo orden, retos y oportunidades, con todas las seguridades.
Una nueva puesta en valor que podemos resumir en el acrónimo L.I.D.E.R.A.R. con seguridad para:
Lograr retomar la nueva normalidad que la sociedad en general, y sus actividades en particular, precisa.
Innovar para dar respuesta a los nuevos retos y oportunidades que la crisis sanitaria ha aflorado.
Decidir, sobre la base de la experiencia y el conocimiento, las nuevas estructuras y protocolos para actuar con el máximo de seguridad y garantías.
Ética a revisar con rigurosidad para responder ante la sociedad con solidaridad y sostenibilidad, con soluciones acordes a las nuevas situaciones creadas por la pandemia.
Responsabilidad como base de trabajo en todos los ámbitos institucionales, empresariales y sociales.
Autenticidad, transparencia y rigurosidad en todo tipo de acciones y nuevos planteamientos en este nuevo orden mundial.
Respeto por la solidaridad y seguridad humana como derecho y prioridad ante todos los retos y nuevas exigencias.
La seguridad, nuevo eje de la nueva normalidad
La seguridad se ha convertido en un factor indispensable e ineludible en todos los ámbitos durante esta crisis sanitaria que estamos viviendo.
Las instituciones, empresas y ciudadanos quieren espacios seguros que garanticen unos altos grados de protección ante la COVID-19 con medidas de prevención y distanciamiento social adecuadas y una protección lo más eficaz posible para empleados y usuarios.
Una seguridad que incluye partidas como los materiales de prevención y control, personal dedicado, inversión en sistemas de control de accesos, videovigilancia, desinfección, climatización segura, costes sanitarios, auditorías de seguridad, refuerzo de equipos de limpieza y seguridad, así como campañas de formación, comunicación y sensibilización para empleados y usuarios.
Así pues, nuevamente, son momentos para retomar el tema de “reinventar las seguridades” afinando más el concepto para llevarlo al “repensando la seguridad humana”, en un marco en el que todavía nos queda por vivir amenazas emergentes nunca antes surgidas.
Planteemos un Plan 7S aplicado a la nueva anormalidad: Saludable, Sencillo, Suficiente, Sistemático, Sostenible, Social y Seguro enfocado desde el punto de vista de la reputación, la credibilidad y la seguridad.
Saludable. Que sirva para proteger la salud y prevenir posibles rebrotes y garantizar la atención y tratamiento de las personas.
Sencillo. Que no ofrezca dificultades para su aplicación general y particular y no contenga artificios o complicaciones políticas.
Suficiente. Que sea adecuado al presente y futuro en su aplicación y contenido y flexible en cuanto a revisión y actualización.
Sistemático. Que se estructure y ajuste a un sistema y protocolos de actuación medibles y aplicables al amplio espectro de actividades sociales, industriales y comerciales.
Sostenible. Que se pueda mantener, operativa y económicamente, durante un largo tiempo sin agotar los recursos o causar graves desajustes o daños.
Social. Que su aplicación esté especialmente dimensionada al conjunto de individuos y grupos que articulan la estructura de la sociedad en la que vivimos.
Seguro. Que su contenido estratégico y operativo ofrezcan seguridad, certeza y confianza al ciudadano en cualquiera de las circunstancias sociales y económicas.
Todo ello, sin que la gente tenga que renunciar al trabajo y descanso y pueda disfrutar de un nuevo año 7S basado en: la confianza, la necesidad de sentirse seguro, la sostenibilidad y medio ambiente, la seguridad de la ubicación, el impacto de la política global.
Capítulo aparte merece reseñar la ciberseguridad y la digitalización. La pandemia ha provocado y creado el entorno propicio para el despegue de las comunicaciones y conexiones para el trabajo a distancia, las compras online y transferencias. Muchas personas y entidades le han perdido el miedo y el respeto a las acciones online.
Sin duda, la pandemia ha acelerado los procesos en las comunicaciones y en diez meses hemos avanzado tres años en la digitalización de muchísimos sectores y actividades.
El mayor tiempo en el hogar también se ha traducido en cambios en el consumo, en los estilos de vida, el teletrabajo, la falta de movilidad, vivir en casa o el ocio digital y cambiado igualmente las prioridades en el gasto.
La importancia de tapar las brechas de seguridad y sus consecuencias también tomó fuerza durante este año, ya que muchos de los peores incidentes podrían haberse prevenido o evitado de haberse colocado los correspondientes parches en los sistemas y seguido los protocolos de seguridad adecuados.
Terminaremos el año 2020 con un deseo único en las últimas décadas, una vacuna para esta pandemia que nunca había sido tan deseada y tan necesaria para que la sociedad pueda seguir avanzando de forma sostenible y segura.