EL ARTE DE PENSAR. Alfonso López Quintás







Blog de Tendencias21 sobre formación en creatividad y valores

Método tercero

II. "La flauta mágica, de Mozart, no es mágica sino transfiguradora" (continuación)


La música es radicalmente amorosa

Lo grandioso de la música de calidad es que se da con amor, con un amor incondicionalmente generoso; se irradia como la luz y como el bien. Un director de orquesta manifestó en una entrevista que, durante sus largas giras por África, sufría, al principio, porque se veía lejos de su mujer y sus hijos pequeños. Pero pronto observó que los niños africanos que asistían a algunos de sus conciertos irradiaban alegría. Y él pensaba: «¿Cómo no van a estar satisfechos si la música es toda ella comunicación desinteresada, donación pura, afanosa de crear unidad y belleza?».


En efecto, la música se da, crea vínculos dentro de sí y con los oyentes. Es toda amor. Oye El arte de la fuga, de Bach. Es un juego de melodías severas, aparentemente sosas, a veces monótonas, pero todo él es un juego amoroso, una donación de sí desinteresada, que te lleva como de la mano, sin arrastrarte, suavemente, pero con la energía de lo que crea unidad.
Esta audición se orla de encanto si la música, vinculación mutua, concordia suprema, nos eleva al reino de la belleza, uno de los grandes valores del nivel 3. Y esto nos transforma interiormente, nos da fuerza para superar las dificultades y colma nuestra vida de sentido.
Al ver todo lo antedicho en suspensión, vislumbramos lo que quiso sugerir el gran Mozart cuando un noble francés le rogó que expusiera en su libro de honor lo que entendía por «genialidad». El que era considerado como «un ser milagroso (en Viena se hablaba del «Wunder Mozart» –el milagro Mozart–) escribió sencillamente esto:

«¡Amor, amor, amor! Ni una gran inteligencia, ni la imaginación, ni las dos juntas hacen el genio. Amor, amor, amor. He aquí el alma del genio».

Así, repetida tres veces, la palabra amor adquiere un valor superlativo. El amor más alto es el amor depurado, el que intentaron conseguir dos jóvenes de espíritu noble, que se sometieron a la prueba de transformar la vida placentera, pasional, en un esforzado ascenso a un modo de amor desprendido, creador de formas elevadas de unidad.
Para mostrar que la elevación de miras no es fruto de una tensión espontánea, sino de una búsqueda lenta y creativa, nos presenta Mozart a dos jóvenes enamorados –Tamino y Pamina– que desean descubrir toda la altura que encierra el verbo amar.
A ellos se contraponen dos figuras más elementales, en su porte y su actitud: Papageno y Papagena. Buscan, en el amor, la satisfacción inmediata de la pulsión erótica, sin preocuparse de dar a la actividad amorosa la elevación que sin duda anhelaban Pamina y Tamino. Esta especie de caída que experimentan los dos Papagenos al ser confrontados con la actitud de los protagonistas produce ante el público cierta hilaridad. En cambio, los dos jóvenes sometidos a prueba se ven rodeados de un creciente halo de solemnidad y honorabilidad, que los acerca al Reino de la Luz que preside el noble Sarastro.
Conviene advertir que las dos parejas ─Tamino y Pamina; Papageno y Papagena─ no se oponen; tan sólo se contraponen, como dos aspectos complementarios del ser humano. Por eso Mozart los trata con sumo respeto. No ocultó su afecto hacia Papageno, cuya simpatía y desparpajo compartía, en buena medida, pero también admiraba al máximo la actitud de seriedad y gravedad ante los grandes temas de la existencia, como más de una vez confesó a su padre Leopoldo, alarmado a veces por sus travesuras de niño grande, que amaba la vida con todo su ser, pero procuraba no envilecerla nunca.
Hay dos personajes que siguen una vía cómica: los dos Papagenos. Tamino y Pamina escogen el arduo camino de una seria y solemne purificación. Las dos parejas no se oponen, sino se contrastan; son dos tendencias del ser humano que deben complementarse. Se trata de dos actitudes distintas, llamadas a integrarse: la de quienes buscan, en el amor, una satisfacción sensible inmediata; la de quienes entienden el amor con más hondura, porque lo ven como una forma de auténtico encuentro. Pamina y Tamino no desprecian lo que Papageno tanto aprecia. Quieren asumir los goces en un sentimiento de gozo que los transfigure y convierta en una fuente de felicidad personal.
Esta elevada meta se la sugiere Sarastro a Tamino al advertirle que su búsqueda azarosa acabará «tan pronto como una mano amiga lo conduzca al santuario para vivir una fraternidad eterna». Se vincula, así, el auténtico amor con la fraternidad. Confirma esta idea el anciano sacerdote Sarastro en su aria nº 15, llena de una honda paz contagiosa.


Artículo n°124
La excepcional expresividad de la música de Mozart eleva la cultura a las cimas de la vida en el espíritu

En diversos momentos de la obra se destaca que la sencilla música de un carillón y una flauta ayudan a varios personajes a salir de apuros. Flota en el aire el presentimiento de que la música no sólo es divertida, sino que alberga algún poder salvífico. Si afinamos la mirada, observamos hacia el final de la obra que la excelsa música de Mozart, llevada a una altura inverosímil, nos hace sentir, con asombro, la nobleza sorprendente de dos jóvenes enamorados que no rehúyen las mayores pruebas, conducentes a la purificación de su amor. Con su genial capacidad expresiva, Mozart viene a decirnos que, con afán de perfección, nuestros sentimientos pueden elevarse a cotas siempre más altas.
Indudablemente, Mozart quiso sugerirnos, con la perfección de su música, el tipo de unidad y de alegría interior que podemos conseguir a través del amor, entendido y vivido con hondura. Como ya subrayamos, la obra está escrita en la tonalidad de
mi bemol mayor, propicia para crear un clima misterioso y sugestivo. Tamina empieza a vislumbrar la grandeza del verdadero amor en el aria número 7, cantada a una con Papageno, porque entre el hombre y la mujer, cuando hay voluntad creativa ‒aunque sus actitudes no sean del todo adecuadas a la grandeza del amor verdadero‒, se crea un ámbito de sentido y de luz, que nos hace vislumbrar la grandeza que podemos alcanzar si purificamos debidamente nuestras tendencias.
Pamina ensalza el poder que tiene la música por ser creadora de armonía. Lo proclama en su duo con Papageno, que se siente elevado en sus sentimientos al conversar con ella.

«¡Si todos los hombres honestos
Poseyeran campanitas como éstas,
Todos los enemigos como ésos
Desaparecerían sin esfuerzo, ´
Y aquéllos podrían vivir
En la mejor de las armonías.
Únicamente la armonía
De la amistad alivia las penas;
¡sin esa simpatía
No hay felicidad en la Tierra!».
(Escena 3, I Acto)

Antes de ordenar que los dos jóvenes sean introducidos en el templo para ser purificados, Sarastro afirma, con su habitual énfasis, que Tamino es un joven virtuoso, discreto, y practica buenas obras. A Pamina la considera como una «muchacha dulce y virtuosa» (Escena 1, Acto II). Cuando, al fin, Sarastro decide que comience su purificación, el Coro proclama que «la virtud y la justicia convierten la tierra en un reino celestial y los mortales se hacen semejantes a los dioses».
Se refleja aquí la idea de la «transfiguración» que experimentan los hombres que orientan su vida hacia el bien. Por eso en varios momentos se destaca la honestidad de los dos jóvenes que van en busca de su purificación. Recuérdese el coro nº 18 de los sacerdotes: «O Isis und Osiris, welche Wonne!» (O Isis y Osiris, qué delicia), en el cual se afirma que el espíritu de Tamino «es audaz y su corazón puro». Cuando el portavoz del templo pregunta a Tamino qué es lo que le mueve a «penetrar en sus muros», él contesta: «la amistad y el amor», lo que, en este contexto significa «el amor que es amistad», no simple pasión instintiva, como en el caso de Monostato.
Mozart sentía una especial predilección por Papageno, pero advertía que le faltaba una dimensión superior. Él mismo era gracioso, chistoso, a veces casi vulgar, pero, a la vez, mostraba a menudo una fibra dramática sobrecogedora. Al determinar en su obra que se ofrezca a Papageno un carillón y a Tamino una flauta, parecía decirles: «La fuerza que os defenderá en toda prueba es una música como la mía; asumidla interiormente, y tendréis la paz interior y el amparo que irradia la felicidad».
En efecto, la música de Mozart es la expresión perfecta del amor auténtico, el que late en todo encuentro verdadero. Su música nos eleva a la región de la armonía, que nos vincula al orden que se halla en la base del cosmos. Por eso no habla nunca Tamino de conquistar a Pamina, sino de amarla... El impulso que dinamiza la obra es el respeto, la reverencia, en el sentido consagrado por Goethe.
Dos pensadores bien dotados para resaltar el poder transformante de lo valioso –Otto Fr. Bollnow y Ludwig Binswanger– quisieron levantar nuestro ánimo en momentos sombríos de Europa diciéndonos que el entorno humano ─entendido y vivido como una trama de «ámbitos» o «realidades abiertas», donantes de posibilidades─ de tal modo nos salvan de la inacción y el pesimismo nihilista que podemos considerarlo como «salvífico» (heilbringender) (2). Pues bien, tras analizar el poder mágico de la flauta mozartiana, podemos afirmar con todo fundamento que uno de los elementos de nuestro entorno más capaces para elevarnos de nivel es el prodigio de la música de Mozart. Hasta tal modo lo percibieron los protagonistas ─Pamina y Tamino─ que a punto de iniciar una de las más arriesgadas pruebas, exclamaron a una:

«¡Alegres atravesamos,
Gracias al poder de la música,
La sombría noche de la muerte!»
(Escena 8 del II Acto)

En el nivel 2, La flauta mágica expresa un proceso transfigurador. Tamino quiere convertir la pasión en amor personal auténtico. Desea dar a su unión con Pamina la calidad debida. Cuando la primera Dama le entrega una flauta de oro, le dice estas palabras: «esta flauta mágica te protegerá y sostendrá en las mayores desgracias. (…) Vale más que el oro y las coronas, pues, gracias a ella, se incrementa la dicha y la felicidad de los hombres» (Primera escena, I Acto). De hecho, le servirá con su sonido para resolver las situaciones penosas que provocará su duro viaje hacia el amor purificado. Por ejemplo, cuando Pamina se halla extremadamente conturbada por no entender el sentido de la prueba a que se somete Tamino de no hablarle, ella hace sonar la flauta, y lo encuentra. Bellamente se nos sugiere con ello que la buena música nos consuela al elevarnos al nivel 2, sostenido por el nivel 3, el de los grandes valores. De hecho, su decisión a buscar el grado máximo de la purificación ya indica que su espíritu es puro y recto. Tamino lo dice en medio de las pruebas:

«Ninguna muerte me quitará
(…) de continuar recorriendo
El camino de la virtud»
(Escena 8 del II Acto)

El coro de los sacerdotes (nº 18) confirma esa pureza de corazón, que prepara a Tamino para vivir en las alturas espirituales del templo:

«Pronto el noble joven sentirá
Una vida nueva;
Pronto estará completamente
Entregado a nuestro servicio.
Su espíritu es audaz,
Su corazón es puro,
Pronto será digno de nosotros»

Papageno despierta la simpatía del público porque refleja una actitud que buena parte del público comparte... Sarastro es majestuoso, pero no altivo. Representa la sublime belleza de lo espiritualmente noble.
Esta obra corona toda la producción de Mozart, espléndido monumento a la belleza pura, al encanto del orden y la perfección absoluta, y a la grandeza del hombre, llamado a crear las formas más perfectas de unidad.
Con razón afirma Stefan Kunze, buen conocedor de las óperas de Mozart, que La flauta mágica es «el manifiesto de una nueva humanidad superior» (2). Los ejercicios de mirada profunda que hemos hecho hasta ahora nos permiten adivinar que a esta superioridad de la humanidad aludía el gran Mozart al definir la genialidad como una manifestación del amor en grado superlativo, que no puede ser otro que el amor absolutamente generoso, amor de entrega u «oblativo».

NOTAS

(1) Cf. Otto Friedrich Bollnow: Neue Geborgenheit. Das Problem einer Ueberwindung des Existentialismus, (Kohlhammer, Stuttgart 1960, 2ª ed.) y L. Binswanger: Grundformen und Erkenntnis menschlichen Daseins, (Max Niehans, Zurich 1942, 1953) consideran al mundo ─en cuanto donante de posibilidades─ como «portador de salvación para el hombre» («heilbringender»).
(2) Cf. Las óperas de Mozart (Alianza Editorial, Madrid 1990) 597-598


Alfonso López Quintás
23/10/2021

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Alfonso López Quintás
Alfonso López Quintás
Alfonso López Quintás realizó estudios de filología, filosofía y música en Salamanca, Madrid, Múnich y Viena. Es doctor en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático emérito de filosofía de dicho centro; miembro de número de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas –desde 1986-, de L´Académie Internationale de l´art (Suiza) y la International Society of Philosophie (Armenia); cofundador del Seminario Xavier Zubiri (Madrid); desde 1970 a 1975, profesor extraordinario de Filosofía en la Universidad Comillas (Madrid). De 1983 a 1993 fue miembro del Comité Director de la FISP (Fédération Internationale des Societés de Philosophie), organizadora de los congresos mundiales de Filosofía. Impartió numerosos cursos y conferencias en centros culturales de España, Francia, Italia, Portugal, México, Argentina, Brasil, Perú, Chile y Puerto Rico. Ha difundido en el mundo hispánico la obra de su maestro Romano Guardini, a través de cuatro obras y numerosos estudios críticos. Es promotor del proyecto formativo internacional Escuela de Pensamiento y Creatividad (Madrid), orientado a convertir la literatura y el arte –sobre todo la música- en una fuente de formación humana; destacar la grandeza de la vida ética bien orientada; convertir a los profesores en formadores; preparar auténticos líderes culturales; liberar a las mentes de las falacias de la manipulación. Para difundir este método formativo, 1) se fundó en la universidad Anáhuac (México) la “Cátedra de creatividad y valores Alfonso López Quintás”, y, en la universidad de Sao Paulo (Brasil), el “Núcleo de pensamento e criatividade”; se organizaron centros de difusión y grupos de trabajo en España e Iberoamérica, y se están impartiendo –desde 2006- tres cursos on line que otorgan el título de “Experto universitario en creatividad y valores”.





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