Reseñas
La Iglesia y la ciencia. Historia de un malentendido
Juan Antonio Martínez de la Fe , 27/08/2016
Ficha Técnica
Título: La Iglesia y la ciencia. Historia de un malentendido
Autor: Georges Minois
Edita: Akal, Madrid, 2016
Colección: Anverso
Traducción: Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta y solapas
Número de páginas: 1.154
ISBN: 978-84-460-3270-0
Precio: 60 euros
La versión española de esta reconocida obra constituye un acierto de la editorial. Si bien es verdad que la primera edición francesa, aparecida en dos tomos independientes, corresponde a los años noventa del pasado siglo, la actual versión en nuestro idioma no ha perdido vigencia ninguna. Eso sí: desde aquellas ya lejanas fechas hasta hoy la bibliografía sobre el tema, más genérico ciertamente, de ciencia y religión (no circunscrita a la Iglesia católica) es muy abundante; es más, en ocasiones, revestida de una virulencia y agresividad que no dejan de asombrar. Sin ir más lejos, la sección Tendencias de las Religiones de esta misma revista cuenta con un amplio repertorio de aportaciones sobre el particular.
Este libro reúne en un solo volumen los dos tomos de la versión original francesa; en aquella ocasión, en el país vecino transcurrieron varios años entre uno y otro. El primer tomo consta de tres partes, que abarcan desde el siglo I al XVII, mientras que el segundo recoge las partes cuarta, quinta y sexta, comprendiendo la época que transcurre desde Galileo hasta Juan Pablo II, último Papa enfrentado al reto de las ciencias en esta obra. Evidentemente, no figuran los hitos ocurridos desde los años finales del pontificado de Woijtila, hasta los del actual Francisco, pasando por Benedicto XVI. Así, en la detallada Cronología que se inserta en las páginas finales de la obra, figura como primer hecho destacado el encuentro entre San Pablo y los filósofos griegos en Atenas, en torno al año 50 de nuestra era, y como último la petición que Juan Pablo II a teólogos y científicos para que trabajen en una nueva visión unificada, hecha en 1988. Mucho ha llovido desde esta última fecha con abundantes aportaciones de uno y otro lado, hecho que, como hemos indicado, no resta valor ninguno a esta importante obra.
Cada una de las partes del libro va precedida de una Introducción, en la que el autor nos señala una serie de consideraciones necesarias para entender mejor su propósito y para delimitar la objetividad pretendida en la narración de los hechos. Y la primera parte cuenta, además, con una Conclusión, en la que nos resume lo tratado en ella desde una perspectiva más alta, elevada sobre la concreción del dato, y nos sirve de puente y acceso a la segunda parte. De igual modo, hay una Conclusión finalizada la segunda parte.
Objetivo del libro
Lo primero que nos advierte Georges Minois es que se confiesa católico; y lo hace para que nadie trate de vincular sus conclusiones a un ideología concreta, aunque humildemente haya de reconocer que este hecho forma parte de su bagaje. Pero no escribe él como militante del catolicismo: “Quisiera reconstruir la evolución de estas divergencias [entre ciencia e Iglesia] a la manera de un historiador que no desea otra cosa que poder ejercer sencillamente la libertad de crítica y que abriga la esperanza de no tener que abandonar en silencio, como cristiano sin iglesia, un tanto triste y decepcionado en su esperanza”.
¿Cuál es el objetivo del libro? Según su propio autor, relatar cuál ha sido la actitud de la Iglesia respecto de la ciencia, desde los orígenes a la época actual; no se trata, pues, de una historia de la Iglesia ni de una historia de la ciencia; su intento es ceñirse a la postura que ha venido adoptando la Iglesia en relación con las teorías científicas a lo largo de distintas épocas, porque si se ha llegado a plantear un problema en su relación es debido a los dos mil años de incomprensión y malentendidos. Así, pues, Minois pretende reconstruir la evolución de estas divergencias a la manera de un historiador; y, en tal sentido, no se considera un prospectivista para aventurar hipótesis sobre el futuro de la controversia analizada.
Asunto no baladí es el aclarar conceptos. ¿A qué se refiere el autor con los términos Iglesia y ciencia? Viniendo al primero de ellos, la dificultad estriba en que no siempre la Iglesia se ha expresado con una voz unánime, sino que significados representantes de ella se han manifestado en sentidos diferentes, más proclives unos a unirse a las filas del progreso científico, mientras que otros se inclinan por mantenerse fieles a la tradición conservadora. Lo que lleva a concluir que es preciso no confundir Iglesia con jerarquía. Y, aunque no de manera explícita, es patente que, en la práctica, en el libro se habla de la Iglesia católica, marginando posturas de otras teologías cristianas o de otras religiones.
El otro concepto a delimitar es el de ciencia. En esta obra, el autor advierte de que se circunscribe a las ciencias exactas, es decir a aquellas que se implican en investigaciones de carácter fundamental, dejando voluntariamente a un lado la cuestión de las relaciones entre la Iglesia y las ciencias humanas, que plantean otro tipo de problemas. Hay que reconocer que la Iglesia ha intentado, e intenta, abrirse, aunque tímidamente a veces, a las propuestas científicas; en ocasiones, con evidente temor, como cuando habla de una ciencia “buena” que sería aquella que viene a reforzar los dogmas.
En todo caso, Georges Minois nos muestra una tendencia, ya presente en el pontificado de Juan Pablo II, hacia una aproximación entre Iglesia y ciencia, en la que los científicos no se muestran tan cerrados a lo que se refiere al espíritu y la Iglesia da pasos hacia la investigación en la materia. Lo mejor, entre quienes buscan la verdad, es no dejar de lado ninguna de las posibles vías que conduzcan a ella.
Así lo expresa Minois: “Desde luego, estos científicos no trabajan con la mentalidad que anima a los dogmas cristianos; no se reivindican afiliados ni a Cristo ni al judaísmo; muchos de ellos rechazan incluso la idea del panteísmo y la palabra Dios parece asustarles. ‘No temáis?, decía Juan Pablo II […] Y, de hecho, este último llamamiento podría muy bien aplicarse en primer término a las jerarquías eclesiásticas y sus teólogos: no temáis trabar relación con esos científicos que creen haber redescubierto el espíritu en la materia”.
Y eso, aventura el autor, porque si bien es cierto que tradicionalmente se sostenía que la ciencia respondía a la pregunta del cómo y la filosofía, o la religión, a la del por qué, hoy se llega a la convicción de que se trata de dos caras de la misma moneda.
Entramos en la segunda parte
La Introducción a la segunda parte de la obra resume su contenido que, si bien recorre un período de tiempo inferior, sin embargo, es el momento de mayor efervescencia del debate, cuando se enfrentan abiertamente razón y fe. “Se trata de un lapso temporal marcado por las dificultades y saturado de pasiones -unas pasiones que habrán de alcanzar su punto culminante entre los inicios del siglo XIX y la década de 1920-. Por una parte tendremos las posiciones propias del cientificismo y, por otra, la ortodoxia tradicional, así que la incomprensión es absoluta”.
En estos años, la Iglesia trata de sostener sus postulados frente a los embates de los progresos de la ciencia, al menos de muchos de sus protagonistas, bien de manera férrea, atrincherándose en sus posturas, bien tratando de reinterpretarlas a la luz de los avances de la ciencia, comenzando por la aplicación de la exégesis crítica a sus textos fundamentales.
El autor nos ofrece una pregunta que merece prestarle atención y reflexionarse. “Algunas teorías científicas -como la mecánica cuántica o el modelo expansionista de la Gran Explosión- vienen a aproximar el punto de vista religioso y la perspectiva científica de un modo que no deja de recordarnos las líneas fundamentales de la síntesis conseguida en la Edad Media entre ciencia artistotélica y la teología tomista. ¿Nos encontramos pues en vísperas de una segunda gran síntesis? Lo cierto es que ante este tipo de interrogantes, la historia nos enseña a ser prudentes”.
Una prudencia que viene recomendada por la experiencia histórica del largo proceso de la síntesis anterior, conseguida a lo largo de muchos siglos. Y que, en la actualidad, viene a complicarse por la enorme complejidad de la ciencia contemporánea que la sitúa fuera del alcance de muchos teólogos. Lo explica bien Minois: “La extrema y profunda especialización que impulsa a las actuales investigaciones científicas está conduciendo a una paulatina compartimentación de los conocimientos, y eso en el preciso instante en el que más viene a reforzarse el deseo de una unificación del saber con vistas a la elaboración de una comprensión global de la realidad del universo”.
A ello se suma un nuevo motivo que invita a la prudencia. En los intentos de sínstesis entre Aristóteles y Santo Tomás, se produjo una profunda crisis, extendida a lo largo de tres siglos, que llevó a un planteamiento reaccionario, reacio a aceptar las nuevas propuestas. Y se pregunta el autor si “el hecho de incorporar los quanta y la Gran Explosión a la visión teológica mediante un nuevo planteamiento concordista no acabará abocándonos a volver a padecer un percance similar”.
¿Qué nos espera? Como ya se dijo más arriba, este libro lo es de historia y no de prospectiva.
Aproximación a Teilhard de Chardin
Dicho todo esto, solo resta adentrarse en la lectura de la obra. En esta tarea, servirá de gran ayuda el detallado índice, que marca los hitos en los que se detiene, y que reproducimos en su integridad como guía al posible lector. Sin embargo, y a modo de ejemplo de lectura de uno de sus apartados, comentaremos el dedicado a Teilhard de Chardin, que titula Una visión teológica a la altura de la ciencia moderna.
Tras un escueto repaso a su biografía, en el que destaca el hecho de que, en 1911, año de su ordenación sacerdotal, se hallaba en apogeo la crisis desatada por el modernismo y el integrismo, dedica unos párrafos al intento de sintetizar las líneas maestras de su pensamiento.
Afirma que la visión de Teilhard de Chardin constituye una grandiosa síntesis que, además de fusionar el pensamiento religioso con el científico, se vale de la totalidad de las ciencias para terminar convergiendo en el hombre, entendido como verdadera encrucijada de la paleontología, la biología y la física. A juicio del jesuita francés, es preciso que los científicos rebasen los límites de su campo de conocimiento para alcanzar una perspectiva global del universo.
Critica Teilhard de Chardin las concepciones positivistas de la ciencia, que la consideran necesariamente deshumanizada en su afán de objetividad, pues no puede llegar a su edad adulta sin adquirir una condición humana.
Por otro lado, considera que la naturaleza se halla trabajada desde dentro por una fuerza única, difusa y gigantesca que la impulsa desde las partículas elementales hasta el plano de los organismos más complejos, culminando en la generación del amor. Por amor entiende la afinidad del ser por el ser, que, de no existir esa propensión interna a la unión, resultaría físicamente imposible que el amor hiciera acto de presencia en un plano más elevado, es decir, entre nosotros, en el estado del ser hominizado.
Habla también Teilhard de la conciencia, propia de los seres evolucionados, y que aplica así mismo a la materia, portadora de un conjunto de potencialidades psíquicas que habrán de venir a reunirse para alcanzar niveles de complejidad creciente bajo el impulso creador de Dios y ciñéndose a una programación íntima.
Y añade Minois: “Se trata de la contemplación de un gigantesco proceso de evolución, un proceso que es al mismo tiempo la creación permanente de un conjunto de formas nuevas surgidas a través de toda una serie de umbrales de mutación y por medio de un movimiento de carácter dialéctico cuyo despliegue comprende tres fases: divergencia, convergencia y emergencia”.
Tras abordar el punto omega que proclama Teilhard y cuyo aspectos poéticos y místicos intimidan al mundo científico, recorre Minois la actitud de la Iglesia hacia la obra del jesuita, prohibiendo su publicación, retirándolo de la cátedra y de la docencia y conminándolo a atenerse a los aspectos puramente científicos de su quehacer. Se le reprochan sus conclusiones sobre la creación, con las relaciones existentes entre Dios y el cosmos, con sus posiciones sobre Jesucristo, con la encarnación, con la redención, con el espíritu y la materia y con el pecado, especialmente el original. Lo que no ha sido óbice para que rigurosos teólogos alzaran su voz en defensa de Teilhard, como ha hecho el suizo Hans Küng (también él privado de su venia docendi) y, de manera un tanto más suave, destacados miembros de la Curia.
Cierra estas páginas un breve recorrido por los hitos de este enfrentamiento entre el jesuita y la ortodoxia católica, especialmente tras su muerte y hasta el pontificado de Pío XII.
Concluyendo
Tenemos entre las manos una obra extensa, muy cuidada en sus contenidos que le confieren el valor de servir de referencia y consulta sobre ese retorcido y flagelado camino de encuentros y desencuentros entre la ciencia y la Iglesia católica, que no con la religión en general. Permite su lectura, muy asequible y amena, de manera progresiva, pero también acometerla por capítulos concretos de interés para el lector. Al llegar a la última página queda abierto el interés por conocer y profundizar en los hechos que, sobre este particular asunto, se han sucedido desde los finales del pontificado de Juan Pablo II hasta el acutal Papa Francisco; época en la que se han producido virulentos ataques contra la religión en general y la Iglesia católica en particular.
El libro dedica un importante número de páginas a la bibliografía, a una cronología (a la que ya se ha aludido) y el aparato crítico de cada uno de los capítulos. Habría sido del mayor interés la inclusión de unos índices, especialmente onomástico y de materias, que ayudaran al investigador que se acercara a él.
Es conveniente destacar la existencia de un capítulo, con el que finaliza la obra, titulado El momento de los grandes debates, donde, sin dejar de lado los aspectos históricos que priman en ella, se detiene el autor en los temas más controvertidos a su juicio de estas nada fáciles relaciones entre la ciencia y la Iglesia, entendida esta relación de una manera mucho más amplia que en el resto de sus páginas.
Por lo que respecta a la presentación de la obra, cabe preguntarse por la conveniencia o no de haber mantenido el criterio de la edición original en dos tomos, en lugar de reunirlos en un solo volumen. Como todo, tiene sus ventajas e inconvenientes. Y, si algo hay que reprochar, sin que ello suponga desmerecer el conjunto, sería la carencia de una corrección tipográfica del texto definitivo, que, en ocasiones, puede desorientar; sirva, como ejemplo, el siguiente párrafo de la página 20: “Yo intento seguir siendo. Que los demás se las arreglen comunicación puedan”. Pero, a lo que habría que oponer los clásicos “intelligenti, pauca” o “qui bene legit, menda tegit”. Porque el libro merece ocupar lugar destacado en la biblioteca de un amplio abanico de lectores, de variados niveles de conocimientos, que se interesen por temas tales como la historia, la filosofía, la ciencia o la religión, por solo citar algunas materias.
Índice
TOMO PRIMERO
DE SAN AGUSTÍN A GALILEO
Introducción al tomo primero
PRIMERA PARTE
TIEMPO DE RECELOS
(SIGLOS I A V)
I. LA IGLESIA PRIMITIVA Y LA CIENCIA GRECORROMANA
El Antiguo Testamento: un planteamiento favorable a la ciencia… – …pero un contenido científico rudimentario – El núcleo del problema: ¿es la Biblia un libro científico? – San Pablo y la ciencia – La ciencia griega: un pensamiento de carácter religioso – Pitágoras y Empédocles – Demócrito, Epicuro y los átomos – El estoicismo – Sócrates y Platón – Aristóteles – La Tierra: ¿está inmóvil o se halla en movimiento? – ¿Un mundo divino o un mundo desacralizado? – Geografía y alquimia – Las ciencias del hombre – Una ciencia de índole especulativa
II. LOS TITUBEOS DE LA IGLESIA ANTE EL FRUTO PROHIBIDO
El atolladero de una fe aislada de la cultura – La necesidad de convencer a las élites – Los cristianos y las enseñanzas paganas – La Escuela de Alejandría como institución abierta a la cultura pagana – Clemente de Alejandría y la exégesis alegórica – Orígenes: la ciencia al servicio de la exégesis – La ambigua posición de Orígenes en la iglesia – ¿Eliminó la Iglesia a la ciencia antigua?
III. LOS PADRES DE LA IGLESIA: LA CIENCIA COMO MAL INEVITABLE
Continúan los titubeos (de mediados del siglo III a mediados del siglo IV) – El edicto de Juliano (año 362) y sus consecuencias – Basilio de Cesarea y Gregorio de Nisa: la cuestión de la razón y de la fe – San Jerónimo: ¿un dictamen favorable a la ciencia o adverso a ella? – La fe ha de saber separar el grano de la paja en las distintas doctrinas científicas: el malentendido adquiere una mayor precisión – San Agustín – Los cristianos que, en nombre de la Biblia, dan en sostener como válidos ciertos errores científicos desacreditan la palabra de dios – La ciencia resulta indispensable para la comprensión de las Escrituras – Límites y peligros de la ciencia
SEGUNDA PARTE
LA IGLESIA ADOPTA LA CIENCIA
(SIGLOS VI A XIII)
IV. LA GRAN ESPERANZA DE ALCANZAR UNA SÍNTESIS
¿Cabe considerar responsable a la Iglesia del estancamiento científico de la Edad Media? – Los terciadores: Boecio y Casiodoro – La ciencia monástica: Beda el Venerable y sus sucesores – La yuxtaposición de la ciencia y de la fe en Isidoro de Sevilla – La ciencia se encuentra en los libros y no en la naturaleza – Juan Escoto Eriúgena: sin ciencia no hay teología posible: la Iglesia pierde una oportunidad – La Iglesia bizantina y la ciencia – La sed de ciencia de la Iglesia del siglo X – Gerberto, papa del año mil, consagra los esponsales de la Iglesia y la ciencia
V. LA ALIANZA ENTRE LA FE Y LA CIENCIA
La recuperación de la ciencia antigua por mediación de los eruditos árabes – Los traductores ingleses: Adelardo de Bath y Daniel de Morley, o la ciencia como aliada de la fe – Los intercambios culturales del sur de Italia – Balance final de las traducciones: la Iglesia frente a la ciencia greco-árabe – La dialéctica, nueva arma de la razón – La Iglesia llega a la conclusión de que es necesario mantener a la ciencia bajo vigilancia – El matrimonio logrado: la escuela de Chartres –Guillermo de Conches (1080-1154) – Los demás miembros de la escuela de Chartres – La corriente anticientífica presente en el seno de la Iglesia – San Bernardo y la ciencia – La Iglesia y la medicina
VI. LA IGLESIA Y LA FÍSICA DE ARISTÓTELES
Las nuevas condiciones intelectuales – Las primeras condenas de la ciencia aristotélica – Los teólogos se enfrentan a Aristóteles – Los partidarios de Aristóteles – La gran condena del año 1277: se dictamina que la fe es la que ha de establecer la verdad científica – Raimundo Lulio y la superioridad de la fe sobre la ciencia – Las enciclopedias: la ciencia queda subordinada a la fe – La astronomía: Ptolomeo vence a Aristóteles – La fe como elemento impulsor de las investigaciones científicas – La teología entendida como ciencia – Roberto Grosseteste, un teólogo de la ciencia – Rogerio Bacon – Alberto Magno – Tomás de Aquino
TERCERA PARTE
DE LA TOLERANCIA A LA RUPTURA
(DEL SIGLO XIV A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVII)
VII. LA SEPARACIÓN ENTRE LA FE Y LA RAZÓN O LA ÉPOCA DE LAS HIPÓTESIS
Juan Duns Escoto – Guillermo de Occam y la crítica del conocimiento científico – Primeras condenas de la ciencia de los nominalistas. Aristóteles se convierte en el sabio oficial de la iglesia – La condena de las hipótesis de Nicolás de Autrecourt – La separación entre la ciencia y la técnica viene a favorecer a los defensores de las tesis aristotélicas – El universo mecanicista de Juan Buridán – En el siglo XIV, los movimientos de la Tierra plantean un gran número de problemas – Nicolás de Oresme, precursor de Copérnico – Oxford o el sueño de una religión matemática – Aristóteles como inamovible eje central de todos los debates
VIII. LA IGLESIA DEL RENACIMIENTO Y LA AUDACIA CIENTÍFICA
Los últimos combates de Aristóteles – La ciencia queda sometida a diversas formas de bloqueo religioso – La religión y la medicina – El ocultismo y el platonismo bloquean igualmente el avance de la ciencia – Los primeros atisbos de la emancipación de la ciencia – El período de los papas favorables a la ciencia (1447-1555) – Prosigue la prolongada tolerancia de los papas frente a las hipótesis más audaces – La Iglesia y la imprenta – Nicolás de Cusa, un cardenal con intuiciones semejantes a las de Einstein – Copérnico: la Tierra gira con las bendiciones de la Iglesia – Los viajes de los descubridores, o el inicio de la colaboración forzosa entre la teología y la ciencia
IX. LA CONTRARREFORMA Y LA RECUPERACIÓN DE UN FÉRREO CONTROL SOBRE LAS CIENCIAS
La condena de Giordano Bruno como símbolo de la nueva actitud que ha decidido mantener la Iglesia – El endurecimiento de la actitud de la Iglesia: Paulo IV – El dogma de la Eucaristía y la teoría de los átomos – La ambigua posición de los jesuitas – La Compañía de Jesús y el aristotelismo – La ambigüedad que habrá de presidir la actividad científica de los jesuitas en China – La represión de las nuevas hipótesis – La ciencia abandona la Iglesia
X. GALILEO, LA IGLESIA Y LA CIENCIA MODERNA: LA GRAN RUPTURA DEL SIGLO XVII
Los primeros pasos del «asunto Galileo»: la condena del sistema de Copérnico (año 1616) – Año 1623, fecha de publicación de «Il Saggiatore» —o Galileo contra los jesuitas— – Lo que se dirime en el año 1623: ¿Copérnico o los átomos? – La Iglesia, Galileo, la Biblia y la ciencia – La progresiva ocultación del juicio contra Galileo celebrado en el año 1633 – La figura de Galileo en la apologética cristiana de los siglos XIX y XX – Las secuelas del caso Galileo y sus repercusiones en Renato Descartes, Pedro Gassendi, Blas Pascal y Marino Mersenne
Conclusión al tomo primero
TOMO SEGUNDO
DE GALILEO A JUAN PABLO II
Introducción al tomo segundo
CUARTA PARTE
LAS PRIMERAS ESCARAMUZAS
(SIGLOS XVII Y XVIII)
XI. LA CIENCIA MECANICISTA ENTENDIDA COMO UN CASO DE CONCIENCIA EN LA IGLESIA DEL SIGLO XVII
La reforma católica y la ciencia – La ciencia mecanicista y la Iglesia – Las condenas en los ámbitos de la astronomía y la física – La evolución de la biología y antropología – Los efectos del ejercicio del control eclesiástico en los países católicos: surge la división – Los oratorianos, los jansenistas y la ciencia – La ciencia como problema de conciencia: el caso de los académicos – ¿Descartes o la sotana? – La fascinación que la ciencia viene a ejercer sobre los miembros del clero – Descartes: ¿hacia una renovada síntesis entre la ciencia y la fe? – La Iglesia rechaza la solución cartesiana – Marino Mersenne o el fracaso de una nueva alianza entre la Iglesia y la ciencia mecanicista – La tensión entre la fe y la ciencia como causa del desgarro pascaliano
XII. LA INFLEXIÓN VIVIDA ENTRE LOS AÑOS 1680 Y 1720: EL RECHAZO DE LA CRÍTICA BÍBLICA Y EL EMPUJE DE LA CIENCIA PROTESTANTE
El problema bíblico – Richard Simon y la crítica bíblica – Bossuet se erige en adversario de la exégesis científica – Bossuet o el aislacionismo de la Iglesia – El dinamismo científico del mundo protestante – La doble faceta de Newton como teólogo y científico – Los elementos físico-teológicos que se oponen a la gravitación – El protestantismo y la ciencia: ¿qué explicación puede tener el hecho de que su conciliación resultara aparentemente sencilla? – Los protestantes como raíz y origen del deísmo: John Locke, John Toland, Pierre Bayle, Anthony Collins y Matthew Tindal – La generalización de la duda como póstumo triunfo de Descartes
XIII. LA AMBIGUA ILUSTRACIÓN DEL SIGLO XVIII, O LA TITUBEANTE REALIDAD DE UNA IGLESIA ENFRENTADA A UNA CIENCIA INSEGURA
El cuestionamiento del valor intrínseco del conocimiento humano: la Iglesia defiende el poder de la razón – La Iglesia vista con los ojos de Descartes y Newton – Las apologías del cristianismo que habrá de realizar la ciencia hasta el año 1750 y las incertidumbres en que se verá sumida la investigación científica – Los nuevos descubrimientos posteriores al año 1750 vuelven a poner a la Iglesia a la defensiva – Dos asuntos un tanto equívocos: los casos de la Enciclopedia y de Georges-Louis Leclerc Buffon – La iglesia y la geología – La Iglesia y el transformismo – El bloqueo de la crítica bíblica – La ambigüedad de las relaciones entre la Iglesia y la medicina – Los intereses científicos de los clérigos – El papel del clero en la Real Academia de las Ciencias de París – La enseñanza científica en los colegios religiosos: logros y límites – Benedicto XIV y Clemente XIV como protectores de las ciencias
QUINTA PARTE
LA GUERRA
(DE FINALES DEL SIGLO XIX A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX)
XIV. LA IGLESIA DECLARA LA GUERRA A LA «FALSA CIENCIA» (AÑOS 1800 A 1860)
La reacción antiliberal y anticientífica de Roma – La ciencia queda proscrita de los seminarios eclesiásticos. El ejemplo de Renan – Monseñor Frayssinous y su enfrentamiento con la ciencia – La apologética anticientífica y la ciencia positiva – Los intentos de conciliación – La Iglesia y la medicina: historia de unas relaciones tensas – La Biblia y la ciencia – Los comienzos del pontificado de Pío IX (1846-1860)
XV. LA ABORTADA TENTATIVA DE UNA CIENCIA CATÓLICA (AÑOS 1860 A 1900)
Charles Darwin, o el surgimiento de una grave amenaza para los fundamentos bíblicos de la fe cristiana – Las reacciones de la Iglesia frente al darwinismo – El movimiento anticientífico organizado en el seno de la Iglesia a lo largo de la década de 1860 – La apologética cristiana – El concilio Vaticano I y los problemas de la fe y de la razón (1870) – La continuación del conflicto durante el pontificado de León XIII – La ciencia católica: Monseñor d’Hulst y los congresos científicos católicos (años 1888 a 1900) – El agotamiento del cientificismo
XVI. MODERNISMO E INTEGRISMO (DE FINES DEL SIGLO XIX AL AÑO 1914)
La inexistencia de la crítica bíblica – Los primeros pasos del abate Loisy – La encíclica Providentissimus de 1893 y el modernismo – Pío X y su entorno – La encíclica Pascendi dominici gregis del año 1907 – El integrismo (años 1909 a 1914) – Un balance de la contienda entre la Iglesia y la ciencia. La ciencia como elemento masculino y la Iglesia como factor femenino, de acuerdo con Sigmund Freud – Las conferencias que Monseñor Gibier habrá de dirigir al público masculino – Un ligero acercamiento a la medicina
i[XVII. LA IGLESIA Y LA CIENCIA EN LA PRENSA CLERICAL: EL SEMANARIO L’AMI DU CLERGÉ ENTRE LOS AÑOS 1900 Y 1930 ]i
La sed de conocimientos científicos que acucia al clero – El semanario L’Ami, el sexo y la medicina – Darwin y las inquietudes del clero – El clero, la prehistoria y la exégesis – Las fuerzas infernales y los fenómenos sobrenaturales – Las relaciones entre la fe y la ciencia analizadas desde el punto de vista del semanario L’Ami du clergé – L’Ami du clergé y las novedades de técnicas
SEXTA PARTE
¿ES EL DIÁLOGO LO QUE SE PERFILA EN EL HORIZONTE?
(DE PÍO XI A JUAN PABLO II)
XVIII. DE BENEDICTO XV A PÍO XII: UN PERÍODO PRESIDIDO POR UNA PRUDENTE TRANSFORMACIÓN
Pío XI como promotor de la ciencia católica (años 1922 a 1939) – La evolución que el mundo científico ha ido experimentando en relación con la Iglesia – Einstein: «Dios no juega a los dados» – La evolución de la filosofía de la ciencia – El inmovilismo de la exégesis oficial – La encíclica Humani generis (publicada el día 12 de agosto de 1950) – Teilhard de Chardin: una visión teológica a la altura de la ciencia moderna – Pío XII: se proclama la grandeza de las ciencias, pero señalando que no deben causar el menor menoscabo a la teología
XIX. DE JUAN XXIII A JUAN PABLO II: ¿UN TIEMPO PARA LA APERTURA?
El concilio Vaticano II (años 1962 a 1965): «pensar es fundamentalmente un deber» – Las claras y extremas muestras de prudencia de Paulo VI respecto de la ciencia – El regreso del inmovilismo (años 1963 a 1978) – Juan Pablo II: el rigor moral y la tecnología – «Yo estoy con los hombres de ciencia» (Juan Pablo II, 1979) – Los llamamientos de Juan Pablo II a la iniciación de un «diálogo dinámico»: el discurso de Colonia (1980) y la carta pastoral del año 1988
XX. EL MOMENTO DE LOS GRANDES DEBATES
La Iglesia y la ciencia, pero, ¿qué Iglesia? – Un difícil diálogo: la década de 1960.
La verdad religiosa y la verdad científica – La Iglesia y la bioética – La ciencia y el pecado original – La tentación concordista – La ciencia y la gnosis – Las divisiones que muestra el mundo científico respecto de la Iglesia
Conclusión al tomo segundo
Bibliografía
Cronología
Notas
Tabla de figuras
Título: La Iglesia y la ciencia. Historia de un malentendido
Autor: Georges Minois
Edita: Akal, Madrid, 2016
Colección: Anverso
Traducción: Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta y solapas
Número de páginas: 1.154
ISBN: 978-84-460-3270-0
Precio: 60 euros
La versión española de esta reconocida obra constituye un acierto de la editorial. Si bien es verdad que la primera edición francesa, aparecida en dos tomos independientes, corresponde a los años noventa del pasado siglo, la actual versión en nuestro idioma no ha perdido vigencia ninguna. Eso sí: desde aquellas ya lejanas fechas hasta hoy la bibliografía sobre el tema, más genérico ciertamente, de ciencia y religión (no circunscrita a la Iglesia católica) es muy abundante; es más, en ocasiones, revestida de una virulencia y agresividad que no dejan de asombrar. Sin ir más lejos, la sección Tendencias de las Religiones de esta misma revista cuenta con un amplio repertorio de aportaciones sobre el particular.
Este libro reúne en un solo volumen los dos tomos de la versión original francesa; en aquella ocasión, en el país vecino transcurrieron varios años entre uno y otro. El primer tomo consta de tres partes, que abarcan desde el siglo I al XVII, mientras que el segundo recoge las partes cuarta, quinta y sexta, comprendiendo la época que transcurre desde Galileo hasta Juan Pablo II, último Papa enfrentado al reto de las ciencias en esta obra. Evidentemente, no figuran los hitos ocurridos desde los años finales del pontificado de Woijtila, hasta los del actual Francisco, pasando por Benedicto XVI. Así, en la detallada Cronología que se inserta en las páginas finales de la obra, figura como primer hecho destacado el encuentro entre San Pablo y los filósofos griegos en Atenas, en torno al año 50 de nuestra era, y como último la petición que Juan Pablo II a teólogos y científicos para que trabajen en una nueva visión unificada, hecha en 1988. Mucho ha llovido desde esta última fecha con abundantes aportaciones de uno y otro lado, hecho que, como hemos indicado, no resta valor ninguno a esta importante obra.
Cada una de las partes del libro va precedida de una Introducción, en la que el autor nos señala una serie de consideraciones necesarias para entender mejor su propósito y para delimitar la objetividad pretendida en la narración de los hechos. Y la primera parte cuenta, además, con una Conclusión, en la que nos resume lo tratado en ella desde una perspectiva más alta, elevada sobre la concreción del dato, y nos sirve de puente y acceso a la segunda parte. De igual modo, hay una Conclusión finalizada la segunda parte.
Objetivo del libro
Lo primero que nos advierte Georges Minois es que se confiesa católico; y lo hace para que nadie trate de vincular sus conclusiones a un ideología concreta, aunque humildemente haya de reconocer que este hecho forma parte de su bagaje. Pero no escribe él como militante del catolicismo: “Quisiera reconstruir la evolución de estas divergencias [entre ciencia e Iglesia] a la manera de un historiador que no desea otra cosa que poder ejercer sencillamente la libertad de crítica y que abriga la esperanza de no tener que abandonar en silencio, como cristiano sin iglesia, un tanto triste y decepcionado en su esperanza”.
¿Cuál es el objetivo del libro? Según su propio autor, relatar cuál ha sido la actitud de la Iglesia respecto de la ciencia, desde los orígenes a la época actual; no se trata, pues, de una historia de la Iglesia ni de una historia de la ciencia; su intento es ceñirse a la postura que ha venido adoptando la Iglesia en relación con las teorías científicas a lo largo de distintas épocas, porque si se ha llegado a plantear un problema en su relación es debido a los dos mil años de incomprensión y malentendidos. Así, pues, Minois pretende reconstruir la evolución de estas divergencias a la manera de un historiador; y, en tal sentido, no se considera un prospectivista para aventurar hipótesis sobre el futuro de la controversia analizada.
Asunto no baladí es el aclarar conceptos. ¿A qué se refiere el autor con los términos Iglesia y ciencia? Viniendo al primero de ellos, la dificultad estriba en que no siempre la Iglesia se ha expresado con una voz unánime, sino que significados representantes de ella se han manifestado en sentidos diferentes, más proclives unos a unirse a las filas del progreso científico, mientras que otros se inclinan por mantenerse fieles a la tradición conservadora. Lo que lleva a concluir que es preciso no confundir Iglesia con jerarquía. Y, aunque no de manera explícita, es patente que, en la práctica, en el libro se habla de la Iglesia católica, marginando posturas de otras teologías cristianas o de otras religiones.
El otro concepto a delimitar es el de ciencia. En esta obra, el autor advierte de que se circunscribe a las ciencias exactas, es decir a aquellas que se implican en investigaciones de carácter fundamental, dejando voluntariamente a un lado la cuestión de las relaciones entre la Iglesia y las ciencias humanas, que plantean otro tipo de problemas. Hay que reconocer que la Iglesia ha intentado, e intenta, abrirse, aunque tímidamente a veces, a las propuestas científicas; en ocasiones, con evidente temor, como cuando habla de una ciencia “buena” que sería aquella que viene a reforzar los dogmas.
En todo caso, Georges Minois nos muestra una tendencia, ya presente en el pontificado de Juan Pablo II, hacia una aproximación entre Iglesia y ciencia, en la que los científicos no se muestran tan cerrados a lo que se refiere al espíritu y la Iglesia da pasos hacia la investigación en la materia. Lo mejor, entre quienes buscan la verdad, es no dejar de lado ninguna de las posibles vías que conduzcan a ella.
Así lo expresa Minois: “Desde luego, estos científicos no trabajan con la mentalidad que anima a los dogmas cristianos; no se reivindican afiliados ni a Cristo ni al judaísmo; muchos de ellos rechazan incluso la idea del panteísmo y la palabra Dios parece asustarles. ‘No temáis?, decía Juan Pablo II […] Y, de hecho, este último llamamiento podría muy bien aplicarse en primer término a las jerarquías eclesiásticas y sus teólogos: no temáis trabar relación con esos científicos que creen haber redescubierto el espíritu en la materia”.
Y eso, aventura el autor, porque si bien es cierto que tradicionalmente se sostenía que la ciencia respondía a la pregunta del cómo y la filosofía, o la religión, a la del por qué, hoy se llega a la convicción de que se trata de dos caras de la misma moneda.
Entramos en la segunda parte
La Introducción a la segunda parte de la obra resume su contenido que, si bien recorre un período de tiempo inferior, sin embargo, es el momento de mayor efervescencia del debate, cuando se enfrentan abiertamente razón y fe. “Se trata de un lapso temporal marcado por las dificultades y saturado de pasiones -unas pasiones que habrán de alcanzar su punto culminante entre los inicios del siglo XIX y la década de 1920-. Por una parte tendremos las posiciones propias del cientificismo y, por otra, la ortodoxia tradicional, así que la incomprensión es absoluta”.
En estos años, la Iglesia trata de sostener sus postulados frente a los embates de los progresos de la ciencia, al menos de muchos de sus protagonistas, bien de manera férrea, atrincherándose en sus posturas, bien tratando de reinterpretarlas a la luz de los avances de la ciencia, comenzando por la aplicación de la exégesis crítica a sus textos fundamentales.
El autor nos ofrece una pregunta que merece prestarle atención y reflexionarse. “Algunas teorías científicas -como la mecánica cuántica o el modelo expansionista de la Gran Explosión- vienen a aproximar el punto de vista religioso y la perspectiva científica de un modo que no deja de recordarnos las líneas fundamentales de la síntesis conseguida en la Edad Media entre ciencia artistotélica y la teología tomista. ¿Nos encontramos pues en vísperas de una segunda gran síntesis? Lo cierto es que ante este tipo de interrogantes, la historia nos enseña a ser prudentes”.
Una prudencia que viene recomendada por la experiencia histórica del largo proceso de la síntesis anterior, conseguida a lo largo de muchos siglos. Y que, en la actualidad, viene a complicarse por la enorme complejidad de la ciencia contemporánea que la sitúa fuera del alcance de muchos teólogos. Lo explica bien Minois: “La extrema y profunda especialización que impulsa a las actuales investigaciones científicas está conduciendo a una paulatina compartimentación de los conocimientos, y eso en el preciso instante en el que más viene a reforzarse el deseo de una unificación del saber con vistas a la elaboración de una comprensión global de la realidad del universo”.
A ello se suma un nuevo motivo que invita a la prudencia. En los intentos de sínstesis entre Aristóteles y Santo Tomás, se produjo una profunda crisis, extendida a lo largo de tres siglos, que llevó a un planteamiento reaccionario, reacio a aceptar las nuevas propuestas. Y se pregunta el autor si “el hecho de incorporar los quanta y la Gran Explosión a la visión teológica mediante un nuevo planteamiento concordista no acabará abocándonos a volver a padecer un percance similar”.
¿Qué nos espera? Como ya se dijo más arriba, este libro lo es de historia y no de prospectiva.
Aproximación a Teilhard de Chardin
Dicho todo esto, solo resta adentrarse en la lectura de la obra. En esta tarea, servirá de gran ayuda el detallado índice, que marca los hitos en los que se detiene, y que reproducimos en su integridad como guía al posible lector. Sin embargo, y a modo de ejemplo de lectura de uno de sus apartados, comentaremos el dedicado a Teilhard de Chardin, que titula Una visión teológica a la altura de la ciencia moderna.
Tras un escueto repaso a su biografía, en el que destaca el hecho de que, en 1911, año de su ordenación sacerdotal, se hallaba en apogeo la crisis desatada por el modernismo y el integrismo, dedica unos párrafos al intento de sintetizar las líneas maestras de su pensamiento.
Afirma que la visión de Teilhard de Chardin constituye una grandiosa síntesis que, además de fusionar el pensamiento religioso con el científico, se vale de la totalidad de las ciencias para terminar convergiendo en el hombre, entendido como verdadera encrucijada de la paleontología, la biología y la física. A juicio del jesuita francés, es preciso que los científicos rebasen los límites de su campo de conocimiento para alcanzar una perspectiva global del universo.
Critica Teilhard de Chardin las concepciones positivistas de la ciencia, que la consideran necesariamente deshumanizada en su afán de objetividad, pues no puede llegar a su edad adulta sin adquirir una condición humana.
Por otro lado, considera que la naturaleza se halla trabajada desde dentro por una fuerza única, difusa y gigantesca que la impulsa desde las partículas elementales hasta el plano de los organismos más complejos, culminando en la generación del amor. Por amor entiende la afinidad del ser por el ser, que, de no existir esa propensión interna a la unión, resultaría físicamente imposible que el amor hiciera acto de presencia en un plano más elevado, es decir, entre nosotros, en el estado del ser hominizado.
Habla también Teilhard de la conciencia, propia de los seres evolucionados, y que aplica así mismo a la materia, portadora de un conjunto de potencialidades psíquicas que habrán de venir a reunirse para alcanzar niveles de complejidad creciente bajo el impulso creador de Dios y ciñéndose a una programación íntima.
Y añade Minois: “Se trata de la contemplación de un gigantesco proceso de evolución, un proceso que es al mismo tiempo la creación permanente de un conjunto de formas nuevas surgidas a través de toda una serie de umbrales de mutación y por medio de un movimiento de carácter dialéctico cuyo despliegue comprende tres fases: divergencia, convergencia y emergencia”.
Tras abordar el punto omega que proclama Teilhard y cuyo aspectos poéticos y místicos intimidan al mundo científico, recorre Minois la actitud de la Iglesia hacia la obra del jesuita, prohibiendo su publicación, retirándolo de la cátedra y de la docencia y conminándolo a atenerse a los aspectos puramente científicos de su quehacer. Se le reprochan sus conclusiones sobre la creación, con las relaciones existentes entre Dios y el cosmos, con sus posiciones sobre Jesucristo, con la encarnación, con la redención, con el espíritu y la materia y con el pecado, especialmente el original. Lo que no ha sido óbice para que rigurosos teólogos alzaran su voz en defensa de Teilhard, como ha hecho el suizo Hans Küng (también él privado de su venia docendi) y, de manera un tanto más suave, destacados miembros de la Curia.
Cierra estas páginas un breve recorrido por los hitos de este enfrentamiento entre el jesuita y la ortodoxia católica, especialmente tras su muerte y hasta el pontificado de Pío XII.
Concluyendo
Tenemos entre las manos una obra extensa, muy cuidada en sus contenidos que le confieren el valor de servir de referencia y consulta sobre ese retorcido y flagelado camino de encuentros y desencuentros entre la ciencia y la Iglesia católica, que no con la religión en general. Permite su lectura, muy asequible y amena, de manera progresiva, pero también acometerla por capítulos concretos de interés para el lector. Al llegar a la última página queda abierto el interés por conocer y profundizar en los hechos que, sobre este particular asunto, se han sucedido desde los finales del pontificado de Juan Pablo II hasta el acutal Papa Francisco; época en la que se han producido virulentos ataques contra la religión en general y la Iglesia católica en particular.
El libro dedica un importante número de páginas a la bibliografía, a una cronología (a la que ya se ha aludido) y el aparato crítico de cada uno de los capítulos. Habría sido del mayor interés la inclusión de unos índices, especialmente onomástico y de materias, que ayudaran al investigador que se acercara a él.
Es conveniente destacar la existencia de un capítulo, con el que finaliza la obra, titulado El momento de los grandes debates, donde, sin dejar de lado los aspectos históricos que priman en ella, se detiene el autor en los temas más controvertidos a su juicio de estas nada fáciles relaciones entre la ciencia y la Iglesia, entendida esta relación de una manera mucho más amplia que en el resto de sus páginas.
Por lo que respecta a la presentación de la obra, cabe preguntarse por la conveniencia o no de haber mantenido el criterio de la edición original en dos tomos, en lugar de reunirlos en un solo volumen. Como todo, tiene sus ventajas e inconvenientes. Y, si algo hay que reprochar, sin que ello suponga desmerecer el conjunto, sería la carencia de una corrección tipográfica del texto definitivo, que, en ocasiones, puede desorientar; sirva, como ejemplo, el siguiente párrafo de la página 20: “Yo intento seguir siendo. Que los demás se las arreglen comunicación puedan”. Pero, a lo que habría que oponer los clásicos “intelligenti, pauca” o “qui bene legit, menda tegit”. Porque el libro merece ocupar lugar destacado en la biblioteca de un amplio abanico de lectores, de variados niveles de conocimientos, que se interesen por temas tales como la historia, la filosofía, la ciencia o la religión, por solo citar algunas materias.
Índice
TOMO PRIMERO
DE SAN AGUSTÍN A GALILEO
Introducción al tomo primero
PRIMERA PARTE
TIEMPO DE RECELOS
(SIGLOS I A V)
I. LA IGLESIA PRIMITIVA Y LA CIENCIA GRECORROMANA
El Antiguo Testamento: un planteamiento favorable a la ciencia… – …pero un contenido científico rudimentario – El núcleo del problema: ¿es la Biblia un libro científico? – San Pablo y la ciencia – La ciencia griega: un pensamiento de carácter religioso – Pitágoras y Empédocles – Demócrito, Epicuro y los átomos – El estoicismo – Sócrates y Platón – Aristóteles – La Tierra: ¿está inmóvil o se halla en movimiento? – ¿Un mundo divino o un mundo desacralizado? – Geografía y alquimia – Las ciencias del hombre – Una ciencia de índole especulativa
II. LOS TITUBEOS DE LA IGLESIA ANTE EL FRUTO PROHIBIDO
El atolladero de una fe aislada de la cultura – La necesidad de convencer a las élites – Los cristianos y las enseñanzas paganas – La Escuela de Alejandría como institución abierta a la cultura pagana – Clemente de Alejandría y la exégesis alegórica – Orígenes: la ciencia al servicio de la exégesis – La ambigua posición de Orígenes en la iglesia – ¿Eliminó la Iglesia a la ciencia antigua?
III. LOS PADRES DE LA IGLESIA: LA CIENCIA COMO MAL INEVITABLE
Continúan los titubeos (de mediados del siglo III a mediados del siglo IV) – El edicto de Juliano (año 362) y sus consecuencias – Basilio de Cesarea y Gregorio de Nisa: la cuestión de la razón y de la fe – San Jerónimo: ¿un dictamen favorable a la ciencia o adverso a ella? – La fe ha de saber separar el grano de la paja en las distintas doctrinas científicas: el malentendido adquiere una mayor precisión – San Agustín – Los cristianos que, en nombre de la Biblia, dan en sostener como válidos ciertos errores científicos desacreditan la palabra de dios – La ciencia resulta indispensable para la comprensión de las Escrituras – Límites y peligros de la ciencia
SEGUNDA PARTE
LA IGLESIA ADOPTA LA CIENCIA
(SIGLOS VI A XIII)
IV. LA GRAN ESPERANZA DE ALCANZAR UNA SÍNTESIS
¿Cabe considerar responsable a la Iglesia del estancamiento científico de la Edad Media? – Los terciadores: Boecio y Casiodoro – La ciencia monástica: Beda el Venerable y sus sucesores – La yuxtaposición de la ciencia y de la fe en Isidoro de Sevilla – La ciencia se encuentra en los libros y no en la naturaleza – Juan Escoto Eriúgena: sin ciencia no hay teología posible: la Iglesia pierde una oportunidad – La Iglesia bizantina y la ciencia – La sed de ciencia de la Iglesia del siglo X – Gerberto, papa del año mil, consagra los esponsales de la Iglesia y la ciencia
V. LA ALIANZA ENTRE LA FE Y LA CIENCIA
La recuperación de la ciencia antigua por mediación de los eruditos árabes – Los traductores ingleses: Adelardo de Bath y Daniel de Morley, o la ciencia como aliada de la fe – Los intercambios culturales del sur de Italia – Balance final de las traducciones: la Iglesia frente a la ciencia greco-árabe – La dialéctica, nueva arma de la razón – La Iglesia llega a la conclusión de que es necesario mantener a la ciencia bajo vigilancia – El matrimonio logrado: la escuela de Chartres –Guillermo de Conches (1080-1154) – Los demás miembros de la escuela de Chartres – La corriente anticientífica presente en el seno de la Iglesia – San Bernardo y la ciencia – La Iglesia y la medicina
VI. LA IGLESIA Y LA FÍSICA DE ARISTÓTELES
Las nuevas condiciones intelectuales – Las primeras condenas de la ciencia aristotélica – Los teólogos se enfrentan a Aristóteles – Los partidarios de Aristóteles – La gran condena del año 1277: se dictamina que la fe es la que ha de establecer la verdad científica – Raimundo Lulio y la superioridad de la fe sobre la ciencia – Las enciclopedias: la ciencia queda subordinada a la fe – La astronomía: Ptolomeo vence a Aristóteles – La fe como elemento impulsor de las investigaciones científicas – La teología entendida como ciencia – Roberto Grosseteste, un teólogo de la ciencia – Rogerio Bacon – Alberto Magno – Tomás de Aquino
TERCERA PARTE
DE LA TOLERANCIA A LA RUPTURA
(DEL SIGLO XIV A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVII)
VII. LA SEPARACIÓN ENTRE LA FE Y LA RAZÓN O LA ÉPOCA DE LAS HIPÓTESIS
Juan Duns Escoto – Guillermo de Occam y la crítica del conocimiento científico – Primeras condenas de la ciencia de los nominalistas. Aristóteles se convierte en el sabio oficial de la iglesia – La condena de las hipótesis de Nicolás de Autrecourt – La separación entre la ciencia y la técnica viene a favorecer a los defensores de las tesis aristotélicas – El universo mecanicista de Juan Buridán – En el siglo XIV, los movimientos de la Tierra plantean un gran número de problemas – Nicolás de Oresme, precursor de Copérnico – Oxford o el sueño de una religión matemática – Aristóteles como inamovible eje central de todos los debates
VIII. LA IGLESIA DEL RENACIMIENTO Y LA AUDACIA CIENTÍFICA
Los últimos combates de Aristóteles – La ciencia queda sometida a diversas formas de bloqueo religioso – La religión y la medicina – El ocultismo y el platonismo bloquean igualmente el avance de la ciencia – Los primeros atisbos de la emancipación de la ciencia – El período de los papas favorables a la ciencia (1447-1555) – Prosigue la prolongada tolerancia de los papas frente a las hipótesis más audaces – La Iglesia y la imprenta – Nicolás de Cusa, un cardenal con intuiciones semejantes a las de Einstein – Copérnico: la Tierra gira con las bendiciones de la Iglesia – Los viajes de los descubridores, o el inicio de la colaboración forzosa entre la teología y la ciencia
IX. LA CONTRARREFORMA Y LA RECUPERACIÓN DE UN FÉRREO CONTROL SOBRE LAS CIENCIAS
La condena de Giordano Bruno como símbolo de la nueva actitud que ha decidido mantener la Iglesia – El endurecimiento de la actitud de la Iglesia: Paulo IV – El dogma de la Eucaristía y la teoría de los átomos – La ambigua posición de los jesuitas – La Compañía de Jesús y el aristotelismo – La ambigüedad que habrá de presidir la actividad científica de los jesuitas en China – La represión de las nuevas hipótesis – La ciencia abandona la Iglesia
X. GALILEO, LA IGLESIA Y LA CIENCIA MODERNA: LA GRAN RUPTURA DEL SIGLO XVII
Los primeros pasos del «asunto Galileo»: la condena del sistema de Copérnico (año 1616) – Año 1623, fecha de publicación de «Il Saggiatore» —o Galileo contra los jesuitas— – Lo que se dirime en el año 1623: ¿Copérnico o los átomos? – La Iglesia, Galileo, la Biblia y la ciencia – La progresiva ocultación del juicio contra Galileo celebrado en el año 1633 – La figura de Galileo en la apologética cristiana de los siglos XIX y XX – Las secuelas del caso Galileo y sus repercusiones en Renato Descartes, Pedro Gassendi, Blas Pascal y Marino Mersenne
Conclusión al tomo primero
TOMO SEGUNDO
DE GALILEO A JUAN PABLO II
Introducción al tomo segundo
CUARTA PARTE
LAS PRIMERAS ESCARAMUZAS
(SIGLOS XVII Y XVIII)
XI. LA CIENCIA MECANICISTA ENTENDIDA COMO UN CASO DE CONCIENCIA EN LA IGLESIA DEL SIGLO XVII
La reforma católica y la ciencia – La ciencia mecanicista y la Iglesia – Las condenas en los ámbitos de la astronomía y la física – La evolución de la biología y antropología – Los efectos del ejercicio del control eclesiástico en los países católicos: surge la división – Los oratorianos, los jansenistas y la ciencia – La ciencia como problema de conciencia: el caso de los académicos – ¿Descartes o la sotana? – La fascinación que la ciencia viene a ejercer sobre los miembros del clero – Descartes: ¿hacia una renovada síntesis entre la ciencia y la fe? – La Iglesia rechaza la solución cartesiana – Marino Mersenne o el fracaso de una nueva alianza entre la Iglesia y la ciencia mecanicista – La tensión entre la fe y la ciencia como causa del desgarro pascaliano
XII. LA INFLEXIÓN VIVIDA ENTRE LOS AÑOS 1680 Y 1720: EL RECHAZO DE LA CRÍTICA BÍBLICA Y EL EMPUJE DE LA CIENCIA PROTESTANTE
El problema bíblico – Richard Simon y la crítica bíblica – Bossuet se erige en adversario de la exégesis científica – Bossuet o el aislacionismo de la Iglesia – El dinamismo científico del mundo protestante – La doble faceta de Newton como teólogo y científico – Los elementos físico-teológicos que se oponen a la gravitación – El protestantismo y la ciencia: ¿qué explicación puede tener el hecho de que su conciliación resultara aparentemente sencilla? – Los protestantes como raíz y origen del deísmo: John Locke, John Toland, Pierre Bayle, Anthony Collins y Matthew Tindal – La generalización de la duda como póstumo triunfo de Descartes
XIII. LA AMBIGUA ILUSTRACIÓN DEL SIGLO XVIII, O LA TITUBEANTE REALIDAD DE UNA IGLESIA ENFRENTADA A UNA CIENCIA INSEGURA
El cuestionamiento del valor intrínseco del conocimiento humano: la Iglesia defiende el poder de la razón – La Iglesia vista con los ojos de Descartes y Newton – Las apologías del cristianismo que habrá de realizar la ciencia hasta el año 1750 y las incertidumbres en que se verá sumida la investigación científica – Los nuevos descubrimientos posteriores al año 1750 vuelven a poner a la Iglesia a la defensiva – Dos asuntos un tanto equívocos: los casos de la Enciclopedia y de Georges-Louis Leclerc Buffon – La iglesia y la geología – La Iglesia y el transformismo – El bloqueo de la crítica bíblica – La ambigüedad de las relaciones entre la Iglesia y la medicina – Los intereses científicos de los clérigos – El papel del clero en la Real Academia de las Ciencias de París – La enseñanza científica en los colegios religiosos: logros y límites – Benedicto XIV y Clemente XIV como protectores de las ciencias
QUINTA PARTE
LA GUERRA
(DE FINALES DEL SIGLO XIX A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX)
XIV. LA IGLESIA DECLARA LA GUERRA A LA «FALSA CIENCIA» (AÑOS 1800 A 1860)
La reacción antiliberal y anticientífica de Roma – La ciencia queda proscrita de los seminarios eclesiásticos. El ejemplo de Renan – Monseñor Frayssinous y su enfrentamiento con la ciencia – La apologética anticientífica y la ciencia positiva – Los intentos de conciliación – La Iglesia y la medicina: historia de unas relaciones tensas – La Biblia y la ciencia – Los comienzos del pontificado de Pío IX (1846-1860)
XV. LA ABORTADA TENTATIVA DE UNA CIENCIA CATÓLICA (AÑOS 1860 A 1900)
Charles Darwin, o el surgimiento de una grave amenaza para los fundamentos bíblicos de la fe cristiana – Las reacciones de la Iglesia frente al darwinismo – El movimiento anticientífico organizado en el seno de la Iglesia a lo largo de la década de 1860 – La apologética cristiana – El concilio Vaticano I y los problemas de la fe y de la razón (1870) – La continuación del conflicto durante el pontificado de León XIII – La ciencia católica: Monseñor d’Hulst y los congresos científicos católicos (años 1888 a 1900) – El agotamiento del cientificismo
XVI. MODERNISMO E INTEGRISMO (DE FINES DEL SIGLO XIX AL AÑO 1914)
La inexistencia de la crítica bíblica – Los primeros pasos del abate Loisy – La encíclica Providentissimus de 1893 y el modernismo – Pío X y su entorno – La encíclica Pascendi dominici gregis del año 1907 – El integrismo (años 1909 a 1914) – Un balance de la contienda entre la Iglesia y la ciencia. La ciencia como elemento masculino y la Iglesia como factor femenino, de acuerdo con Sigmund Freud – Las conferencias que Monseñor Gibier habrá de dirigir al público masculino – Un ligero acercamiento a la medicina
i[XVII. LA IGLESIA Y LA CIENCIA EN LA PRENSA CLERICAL: EL SEMANARIO L’AMI DU CLERGÉ ENTRE LOS AÑOS 1900 Y 1930 ]i
La sed de conocimientos científicos que acucia al clero – El semanario L’Ami, el sexo y la medicina – Darwin y las inquietudes del clero – El clero, la prehistoria y la exégesis – Las fuerzas infernales y los fenómenos sobrenaturales – Las relaciones entre la fe y la ciencia analizadas desde el punto de vista del semanario L’Ami du clergé – L’Ami du clergé y las novedades de técnicas
SEXTA PARTE
¿ES EL DIÁLOGO LO QUE SE PERFILA EN EL HORIZONTE?
(DE PÍO XI A JUAN PABLO II)
XVIII. DE BENEDICTO XV A PÍO XII: UN PERÍODO PRESIDIDO POR UNA PRUDENTE TRANSFORMACIÓN
Pío XI como promotor de la ciencia católica (años 1922 a 1939) – La evolución que el mundo científico ha ido experimentando en relación con la Iglesia – Einstein: «Dios no juega a los dados» – La evolución de la filosofía de la ciencia – El inmovilismo de la exégesis oficial – La encíclica Humani generis (publicada el día 12 de agosto de 1950) – Teilhard de Chardin: una visión teológica a la altura de la ciencia moderna – Pío XII: se proclama la grandeza de las ciencias, pero señalando que no deben causar el menor menoscabo a la teología
XIX. DE JUAN XXIII A JUAN PABLO II: ¿UN TIEMPO PARA LA APERTURA?
El concilio Vaticano II (años 1962 a 1965): «pensar es fundamentalmente un deber» – Las claras y extremas muestras de prudencia de Paulo VI respecto de la ciencia – El regreso del inmovilismo (años 1963 a 1978) – Juan Pablo II: el rigor moral y la tecnología – «Yo estoy con los hombres de ciencia» (Juan Pablo II, 1979) – Los llamamientos de Juan Pablo II a la iniciación de un «diálogo dinámico»: el discurso de Colonia (1980) y la carta pastoral del año 1988
XX. EL MOMENTO DE LOS GRANDES DEBATES
La Iglesia y la ciencia, pero, ¿qué Iglesia? – Un difícil diálogo: la década de 1960.
La verdad religiosa y la verdad científica – La Iglesia y la bioética – La ciencia y el pecado original – La tentación concordista – La ciencia y la gnosis – Las divisiones que muestra el mundo científico respecto de la Iglesia
Conclusión al tomo segundo
Bibliografía
Cronología
Notas
Tabla de figuras
Reseñas
Humanoffon
Alba Zaragoza De Vincenzo , 27/07/2016
Ficha técnica
Título: Humanoffon
Autor: Andy Stalman
Editorial: Deusto, Barcelona 2016
Páginas: 430 Materia: Tecnología, Sociedad
ISBN: 978-84-234-2493-1
PVP: 21,95 € / e-book: 9,99€
¿Cómo nos cambia Internet como seres humanos? Los avances tecnológicos, en concreto Internet y todo lo que trae consigo, han cambiado nuestras vidas en muchos aspectos: nuestra manera de trabajar, de comunicarnos, de informarnos, nuestras relaciones interpersonales… Ahora mismo el ser humano tiene que lidiar entre dos mundos, el offline y el online. Aunque estos dos mundos se fortalecen entre sí y conviven, el cambio ha llegado tan rápido que todavía no hemos podido hacer una reflexión pausada sobre cómo Internet ha cambiado el ser humano por completo.
Un nuevo cambio antropológico
Lo que antes eran besos, abrazos, enfados y discusiones ahora se ha convertido en likes, comentarios, retweets, toques o mensajes. Lo que antes eran cafeterías o parques ahora se ha convertido en foros, aplicaciones o smartphones. Aunque nosotros seguimos siendo los mismos, tenemos más herramientas para comunicarnos con otros seres humanos, sin barreras temporales ni espaciales. El autor quiere mostrar que, aunque parezca lo contrario, las nuevas tecnologías nos han aportado más de lo que nos han quitado y que el verdadero problema radica en que no hemos sabido comprender estas tecnologías ni analizar cómo han afectado nuestras vidas.
Vida online y offline
Humanoffon plantea justamente cuáles son los retos de la era post-digital. A través de veintisiete conceptos como “abrazos”, “redes”, “wifi” o “genoma” Andy Stalman traspasa las barreras del branding para llegar a lo humano.
Internet nos ha cambiado, ahora nos es imposible imaginar un mundo en el cual no exista la tecnología, del mismo modo que no podemos imaginar un mundo sin electricidad. Y puede que Internet nos haya cambiado en cuanto a que somos menos sensibles, más ávidos de información, a que estamos en la era de “si no lo veo no lo creo”, pero, definitivamente y como muchos podemos pensar, no nos ha vuelto más tontos. Al contrario, Internet ofrece al alcance de un solo click toda la información que podemos querer y nos permite compartir e intercambiar experiencias, pensamientos o incluso sentimientos. Lo que Stalman plantea es que debemos reconocer lo humano en Internet y recuperarlo.
“No estamos en una era de cambio sino en un cambio de era. Y toda nueva era necesita de un nuevo hombre”
Título: Humanoffon
Autor: Andy Stalman
Editorial: Deusto, Barcelona 2016
Páginas: 430 Materia: Tecnología, Sociedad
ISBN: 978-84-234-2493-1
PVP: 21,95 € / e-book: 9,99€
¿Cómo nos cambia Internet como seres humanos? Los avances tecnológicos, en concreto Internet y todo lo que trae consigo, han cambiado nuestras vidas en muchos aspectos: nuestra manera de trabajar, de comunicarnos, de informarnos, nuestras relaciones interpersonales… Ahora mismo el ser humano tiene que lidiar entre dos mundos, el offline y el online. Aunque estos dos mundos se fortalecen entre sí y conviven, el cambio ha llegado tan rápido que todavía no hemos podido hacer una reflexión pausada sobre cómo Internet ha cambiado el ser humano por completo.
Un nuevo cambio antropológico
Lo que antes eran besos, abrazos, enfados y discusiones ahora se ha convertido en likes, comentarios, retweets, toques o mensajes. Lo que antes eran cafeterías o parques ahora se ha convertido en foros, aplicaciones o smartphones. Aunque nosotros seguimos siendo los mismos, tenemos más herramientas para comunicarnos con otros seres humanos, sin barreras temporales ni espaciales. El autor quiere mostrar que, aunque parezca lo contrario, las nuevas tecnologías nos han aportado más de lo que nos han quitado y que el verdadero problema radica en que no hemos sabido comprender estas tecnologías ni analizar cómo han afectado nuestras vidas.
Vida online y offline
Humanoffon plantea justamente cuáles son los retos de la era post-digital. A través de veintisiete conceptos como “abrazos”, “redes”, “wifi” o “genoma” Andy Stalman traspasa las barreras del branding para llegar a lo humano.
Internet nos ha cambiado, ahora nos es imposible imaginar un mundo en el cual no exista la tecnología, del mismo modo que no podemos imaginar un mundo sin electricidad. Y puede que Internet nos haya cambiado en cuanto a que somos menos sensibles, más ávidos de información, a que estamos en la era de “si no lo veo no lo creo”, pero, definitivamente y como muchos podemos pensar, no nos ha vuelto más tontos. Al contrario, Internet ofrece al alcance de un solo click toda la información que podemos querer y nos permite compartir e intercambiar experiencias, pensamientos o incluso sentimientos. Lo que Stalman plantea es que debemos reconocer lo humano en Internet y recuperarlo.
“No estamos en una era de cambio sino en un cambio de era. Y toda nueva era necesita de un nuevo hombre”
Reseñas
Revista Papeles, nº 133
Redacción T21 , 08/07/2016
Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Social
Ficha Técnica
Título: La tecnociencia en tiempos (post) modernos
Director: Santiago Álvarez Catalapiedra
Equipo de redacción: África Planet Contreras, Clara Senent Alonso
Edita: Fuhen Ecosocial e Icaria Editorial. Madrid. Nº 133, primavera de 2016
Materia: Tecnociencia
Número de págs: 168
I.S.S.N.: 1888-0576
PVP: 9€
Versión electrónica: 4€
¿Qué papel ocupa la tecnociencia en las sociedades contemporáneas? ¿Podemos confiar sin reservas en su implacable desarrollo? Los avances tecnocientíficos abren un debate sobre si estos van acompañados de la racionalidad necesaria que asegure su verdadera utilidad. Reflexionar sobre las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que influyen en el desarrollo de la tecnociencia y las relaciones que ésta establece con el poder, sacan a la luz intereses de determinados sectores que controlan su enfoque e invisibilizan sus efectos.
Sumario
Introducción. Tecnociencia en la era del Antropoceno. Santiago Álvarez Cantalapiedra
Ensayo. William Morris: soñador de nuestros sueños. Francisco Fernández Buey
Especial
La Tecnociencia en tiempos (post) modernos
- La función de la ciencia en la sociedad contemporánea. Manuel Sacristán Luzón
- Tecnología & tecnolatría. José Manuel Laredo
- El sistema técnico en la obra de Jacques Ellul. Adrián Almazán
- Observaciones sobre ciencia, poder político-militar y cuentas insaciables de resultados. Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal
- Hoy es el futuro. Utopías, ciencia ficción y otros relatos tecnológicos para mirar al mañana. José Luis Fernández Casadevante (Kois)
Panorama
Gobernanza: la nueva matriz política del neoliberalismo. Julia Martí Comas
Entrevistas
- Entrevista a Angelo Fasce. “La universidad ha de servir a la organización y la promoción del pensamiento crítico y la divulgación de la ciencia”. Salvador López Arnal
- Entrevista a Alfredo Caro-Maldonado. “La situación de la ciencia en el mundo está lejos de ser buena, no digamos idílica. ¿Por qué la ciencia iba a salvar de la crisis sistémica de valores y económica?”. Salvador López Arnal
Libros
- La Europa social. Crisis y Estado del bienestar/ Europa sin Estados Unidos. Unión política en el (des)orden global, Luis Moreno. Por Luis Buendía
- El metabolismo económico regional español, Oscar Quintero (director) y otros 16 investigadores. Por Mónica di Donato
- La economía en evolución. Historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico. Cuarta edición corregida y actualizada, José Manuel Naredo. Por Jordi Roca Jusmet
- China en América latina y el Caribe: escenarios estratégicos subregionales, Adrián Bonilla Soria y Paz Milet García. Por Christian Orozco
Datos de la revista
PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio Global es una revista trimestral publicada desde 1985 por el área Ecosocial de FUHEM y coeditada con Icaria editorial.
Con una mirada interdisciplinar, la revista aborda temas relacionados con la sostenibilidad, la cohesión social y la democracia, considerando la paz como eje transversal de análisis. Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global es hoy una referencia indiscutible para conocer los principales problemas y debates de nuestro tiempo.
El pensamiento de analistas, teóricos y activistas, tanto del panorama nacional como internacional, hacen de las páginas de Papeles escenario intelectual crítico para una sociedad justa en un mundo habitable.
Reseñas
La antigua Grecia
Alicia Montesdeoca Rivero , 07/07/2016
Una historia esencial
Ficha Técnica
Título: La antigua Grecia
Autor: P. J. Rhodes
Edita: Editorial Crítica. Barcelona, junio de 2016
Traducción: Yolanda Fontal
Materia: Historia
Colección: Tiempo de Historia
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
Número de páginas: 266
ISBN: 978-84-9892-966-9
PVP: 21,90€
Libro electrónico: 14,99€
El profesor Peter J. Rhodes, catedrático emérito de la Universidad de Durham, nos ofrece una innovadora síntesis de la historia de la antigua Grecia, desde la Edad del Bronce hasta la conquista romana. Una visión muy distinta que se aparta considerablemente de la tradicional, puesto que la enriquece con las nuevas perspectivas que está aportando en la actualidad una investigación arqueológica que ha modificado considerablemente el relato establecido. Rhodes recorre en estas páginas la secuencia de los acontecimientos políticos y militares de estos siglos, sin olvidar de prestar la atención debida a las formas de vida, a la cultura y al arte. En opinión de una figura tan destacada de los estudios clásicos como es el profesor Jonathan Hall, de la Universidad de Chicago, «el magistral dominio que Rhodes tiene de estas materias le permite comprimir una inmensa cantidad de información en una prosa viva y directa, sin sacrificar ninguno de los detalles realmente importantes.»
Índice
Listado de mapas e ilustraciones
Prefacio
Términos y nombres; referencias a las fuentes
Fechas principales
La Grecia arcaica, c. 800-500
La Grecia clásica, c. 500-323
La Grecia helenística, 323-146
Lecturas adicionales
Glosario
Notas
Índice analítico
Datos del autor
Título: La antigua Grecia
Autor: P. J. Rhodes
Edita: Editorial Crítica. Barcelona, junio de 2016
Traducción: Yolanda Fontal
Materia: Historia
Colección: Tiempo de Historia
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
Número de páginas: 266
ISBN: 978-84-9892-966-9
PVP: 21,90€
Libro electrónico: 14,99€
El profesor Peter J. Rhodes, catedrático emérito de la Universidad de Durham, nos ofrece una innovadora síntesis de la historia de la antigua Grecia, desde la Edad del Bronce hasta la conquista romana. Una visión muy distinta que se aparta considerablemente de la tradicional, puesto que la enriquece con las nuevas perspectivas que está aportando en la actualidad una investigación arqueológica que ha modificado considerablemente el relato establecido. Rhodes recorre en estas páginas la secuencia de los acontecimientos políticos y militares de estos siglos, sin olvidar de prestar la atención debida a las formas de vida, a la cultura y al arte. En opinión de una figura tan destacada de los estudios clásicos como es el profesor Jonathan Hall, de la Universidad de Chicago, «el magistral dominio que Rhodes tiene de estas materias le permite comprimir una inmensa cantidad de información en una prosa viva y directa, sin sacrificar ninguno de los detalles realmente importantes.»
Índice
Listado de mapas e ilustraciones
Prefacio
Términos y nombres; referencias a las fuentes
Fechas principales
- Prólogo
La Grecia arcaica, c. 800-500
- El mundo griego arcaico
- Esparta y Atenas
- Los griegos y los reinos de Oriente Próximo
La Grecia clásica, c. 500-323
- La Pentecontecia, 478-431
- La guerra del Peloponeso, [435-] 431-404
- La vida en el mundo griego
- Después de la guerra del Peloponeso, 404-c. 360
- El auge de Macedonia, c. 360-323
La Grecia helenística, 323-146
- Los sucesores de Alejandro, 323-272
- La vida en el mundo helenístico
- Hasta la conquista romana, 272-146
- Epílogo
Lecturas adicionales
Glosario
Notas
Índice analítico
Datos del autor
Reseñas
La vida secreta de las plantas
Alba Zaragoza De Vincenzo , 30/06/2016
Ficha técnica
Título: La vida secreta de las plantas
Autor: Peter Tomkins y Christopher Bird
Editorial: Capitán Swing, Madrid, 2016
Traducción: Andrés Mateo
Páginas: 466
Materia: Biología
ISBN: 978-84-945481-2-3
PVP: 24€
Las plantas son seres vivos maravillosos. Son las únicas criaturas que, en medio del silencio, producen su propio alimento y, sin duda, constituyen la mayor fuente de riqueza de nuestro planeta: incluso el carbón y el petróleo fueron vida vegetal en el pasado. Los estudios y experimentos sobre la comunicación de las plantas indican que todos los seres vivos —el hombre, las plantas, la Tierra, los planetas y las estrellas— se relacionan íntimamente entre sí: lo que le ocurre a uno de ellos afecta a los demás.
Las plantas y el ser humano
La vida secreta de las plantas recopila una serie de logros y hallazgos relacionados con el mundo vegetal realizados por diversos investigadores, exponiendo las diferentes relaciones físicas, emocionales y espirituales que se dan entre las plantas y el hombre. A través de sus páginas descubrimos que las plantas pueden ser fiables detectores de mentiras y eficaces centinelas ecológicos, que tienen la capacidad de adaptarse a los deseos humanos e incluso de comunicarse con el hombre, que responden a la música o que tienen importantes poderes curativos. Los autores sugieren que la revolución más trascendental, aquella que podría salvar o destruir el planeta, puede venir desde nuestro jardín. Sin duda alguna un imprescindible para aprender sobre las relaciones entre las plantas y el ser humano.
Título: La vida secreta de las plantas
Autor: Peter Tomkins y Christopher Bird
Editorial: Capitán Swing, Madrid, 2016
Traducción: Andrés Mateo
Páginas: 466
Materia: Biología
ISBN: 978-84-945481-2-3
PVP: 24€
Las plantas son seres vivos maravillosos. Son las únicas criaturas que, en medio del silencio, producen su propio alimento y, sin duda, constituyen la mayor fuente de riqueza de nuestro planeta: incluso el carbón y el petróleo fueron vida vegetal en el pasado. Los estudios y experimentos sobre la comunicación de las plantas indican que todos los seres vivos —el hombre, las plantas, la Tierra, los planetas y las estrellas— se relacionan íntimamente entre sí: lo que le ocurre a uno de ellos afecta a los demás.
Las plantas y el ser humano
La vida secreta de las plantas recopila una serie de logros y hallazgos relacionados con el mundo vegetal realizados por diversos investigadores, exponiendo las diferentes relaciones físicas, emocionales y espirituales que se dan entre las plantas y el hombre. A través de sus páginas descubrimos que las plantas pueden ser fiables detectores de mentiras y eficaces centinelas ecológicos, que tienen la capacidad de adaptarse a los deseos humanos e incluso de comunicarse con el hombre, que responden a la música o que tienen importantes poderes curativos. Los autores sugieren que la revolución más trascendental, aquella que podría salvar o destruir el planeta, puede venir desde nuestro jardín. Sin duda alguna un imprescindible para aprender sobre las relaciones entre las plantas y el ser humano.
Redacción T21
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850