A pesar de las dudas que suscita la famosa frase de Peter Drucker afirmando que 'lo que no se puede medir no se puede gestionar', dedicamos mucho esfuerzo en el intento de 'asegurar' muchas cosas, como la dudosa eficiencia de las políticas de ciencia e innovación y la mejora de la educación y la calidad de nuestra vida. Establecer indicadores e instrumentos para evaluar procesos y resultados se ha vuelto una práctica indispensable para ver si avanzamos de algún modo hacia un desarrollo humano sostenible. El concepto de Investigación e Innovación Responsables (Responsible Research & Innovation) se está extendiendo con rapidez en la unión europea sumando una visión esperanzadora con el mismo propósito. Un grupo de expertos de la Comisión Europea ha propuesto un marco de indicadores con el objetivo de monitorizar y tratar de promover la RRI en la práctica. ¿Serán de utilidad para ver cómo pasar de la visión a la acción en esto de poner en un primer plano la responsabilidad de investigar, generar conocimiento e innovar?
Indicando el camino de la RRI
El concepto de Investigación e Innovación responsables (Responsible Research and Innovation, RRI) no escapa a la tortuosa limitación que aparece de modo recurrente en las ciencias sociales: el problema de ponerse de acuerdo a la hora de dar una definición. En la práctica, eso que llamamos la realidad social (the social realm) sigue su curso, mientras intentamos llegar a un consenso en el significado que atribuimos a expresiones como 'sostenibilidad', 'responsabilidad', 'institución' y 'repertorio de prácticas sociales'.
En otro post ya comenté el resurgimiento y rápida difusión que está teniendo la RRI en el ámbito europeo. Como siempre en estos casos, en que una nueva jerga terminológica se introduce desde las prácticas políticas, surge la inmediata preocupación por encontrar la mejor definición desde una perspectiva académica (ergo, científica) así como el mejor modo de ver cómo hacerla operativa. Es así que a principios de 2014 la Comisión Europea nombró a un grupo de expertos con la intención de explorar modos de evaluar los avances y el impacto que está teniendo o podría tener la RRI. En junio vio la luz un reporte titulado Indicators for promoting and monitoring Responsible Research and Innovation donde se propone un marco común de referencia y se sugieren algunos modos de concretar la RRI como tema transversal.
Como no estaba segura en el uso correcto de la palabra monitorizar (¿se puede usar monitorear?), busqué su significado en la Real Academia Española y parece ser que se refiere a 'observar mediante aparatos especiales el curso de uno o varios parámetros fisiológicos o de otra naturaleza para detectar posibles anomalías'. Un ejemplo en Google me resultó bastante sugerente: 'en medicina se monitoriza a los enfermos graves para controlar todas sus variables fisiológicas' ... Pensé en las numerosas heridas del gran proyecto europeo, y en el reciente artículo de Paul Krugman hablando de la probabilidad de su deceso debido al colapso griego. También pensé en el idealismo subyacente a las miradas comunes en torno a unos estándares difíciles de satisfacer... si se tienen en cuenta los matices que imprimen las múltiples y diversas realidades europeas.
El reporte aclara expresamente que el propósito de los indicadores es apoyar y desarrollar la buena gobernanza del sector de la sociedad que se está supervisando, considerando que las dinámicas entre interacciones varían de país en país. La 'buena gobernabilidad' a la que se aspira se rige por cinco principios sustantivos: apertura, participación, responsabilidad, eficacia y coherencia (pág. 11 del documento). En cuanto a la definición y los posibles alcances de la RRI no hay mucha novedad: el reporte reconoce la falta de consenso sobre qué implica exactamente la RRI y sobre cómo medir su impacto. No obstante, toma como base la definición propuesta por von Schomberg en 2011, estableciendo que se trata de 'un proceso transparente e interactivo por el cual actores sociales e innovadores se hacen mutuamente responsables los unos de otros en vista a la aceptación (ética), la sostenibilidad y la deseabilidad social del proceso de innovación y sus productos comercializables (orientados a permitir los adecuados avances científicos y tecnológicos insertos en nuestra sociedad'. Siguiendo el núcleo de esta definición, las claves son la responsabilidad compartida y la interacción entre múltiples actores sociales.
Un aspecto que ha llamado mi atención es el énfasis en la necesidad de ser muy cuidadosos a la hora de tratar de medir el impacto de la investigación y la innovación, que necesita ser 'adaptado' a la realidad de los contextos específicos donde tienen lugar los procesos de cambio, ya sean tecnológicos, institucionales o de comportamiento o -como ocurre muchas veces- una mezcla de los mismos. El impacto debe (o debería) capturar las interacciones existentes en las redes formadas por los diferentes actores en aspectos concretos como la identificación de los tipos de contacto, la comunicación y el intercambio de recursos materiales y financieros, por citar algunos aspectos. Este tipo de análisis ya viene siendo aplicado en instrumentos metodológicos desarrollados en proyectos europeos como Siampi (Social Impact Assessment Methods for research and funding instruments through the study of Productive Interactions between science and society)
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Redactado por Mónica Edwards el Sábado, 18 de Julio 2015 a las 03:57
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Bitácora
La desbocada aceleración anunciada por Giddens ya lo pedía a gritos: necesitamos recuperar espacios para una vida más lenta. Porque vivir sin reflexionar no es vivir y reflexionar demanda una dosis mínima de lentitud. Al salvajismo del grandprix neoliberal se vienen oponiendo los movimientos ‘slow’: comida ‘slow’, vestimenta ‘slow’, sexo ‘slow’ y estilos de vida ‘slow’… A la marea ‘fast’ de métricas e indicadores marcando el juego de ‘mayor financiación versus mayores niveles de excelencia académica’ se opone un nuevo movimiento: el ‘slow scholarship’. Por una vida académica que merezca ser vivida.
Jugar, utilizar el rol-playing, gamification o serious playing, pueden ser un excelente instrumento para enseñar y aprender a 'abrir el juego' de un diálogo colectivo para reflexionar y construir políticas participativas en ciencia, tecnología e innovación. También para llevar a la práctica lo que llamamos investigación e innovación responsables (Responsible research & Innovation). ¿Jugamos?
Leyendo noticias en la Facultad de Matemática y Física (Famaf), me encontré con un atractivo video elaborado por una estudiante, Lisha Davila, como parte de su Trabajo Final Integrador en la Especializacion en Comunicacion Publica de la Ciencia y Periodismo Cientifico. El video captura la esencia de los dilemas que atañen a la construcción de políticas de ciencia y tecnología (y también vale para las políticas de innovación) desde la perspectiva del juego. Los juegos son poderosas herramientas de aprendizaje, sobre todo para aprender un juego tan complejo como el de las políticas de Ciencia, tecnología e Innovación (CTi). Como se afirma en la introducción del video, 'en general los juegos tienen objetivos, reglas y normas que necesitan ser respetados. Pero jugar también puede consistir en cambiar reglas, modificarlas o reinventarlas, creando nuevas formas'. Después nos invita a entrar en el juego de las políticas públicas ... y a ver qué pasa. No cuento más, porque el video necesita ser disfrutado. :)
La expresión Responsible Research & Innovation (RRI, Investigación e Innovación Responsables), últimamente simplificada en 'Responsible Innovation', viene haciéndose cada vez más visible bajo el impulso de las narrativas de la Comisión Europea. Es uno de los tópicos fundamentales en el programa de investigación e innovación Horizonte 2020, donde ha sido integrado horizontalmente en todas las áreas. El tema no es nuevo: la responsabilidad y los aspectos éticos en relación a la producción y usos del conocimiento científico y tecnológico se vienen debatiendo durante décadas. Los complejos y numerosos dilemas que plantea la convergencia y crecimiento de lo neuro, bio, nano junto a las TIC reclama con urgencia un meta-debate sobre la gobernabilidad y los límites de una investigación e innovación irresponsables.
Aunque todavía no es trend topic (al menos si lo buscamos en google trends) sí lo es para la mayoría de investigadores europeos, dada su presencia en los programas de financiación y las convocatorias realizadas desde el antiguo programa marco y el floreciente Horizonte 2020. Es en este contexto donde está expandiéndose con rapidez a través de numerosos proyectos, como por ejemplo Gobernanza para la Innovación Responsable (Governance for Responsible Innovation, GREAT, el Foro de Responsabilidad Responsibility Forum, RRI-Tools, Responsible industry, junto otras iniciativas. Para una lista detallada, ver aquí.
¿Por qué esta 'fiebre' de la responsabilidad? Aunque parezca repentina, en realidad se hunde en profundos debates sobre la ética y los límites al quehacer científico, que se han profundizado en la explosiva sociedad del conocimiento y de la innovación. El impacto social de la investigación y la innovación se está volviendo más y más evidente... pero también impredecible.
Desde 2008, la Organización Holandesa para la Ciencia y la Investigación (NWO) ha sido una de las pioneras en esta temática, advirtiendo que la más prometedora de las innovaciones puede fallar si no se tienen en cuenta sus posibles consecuencias éticas, legales y sociales a tiempo. Menciona como ejemplos el uso de archivos electrónicos de pacientes, el secuestro de dióxido de carbono en Barendrecht y el 'medidor eléctrico inteligente'.
La sociedad, la gente, tiene -o debería tener- grandes expectativas sobre la contribución que puede hacer la ciencia y la tecnología a la vida de las personas y a un desarrollo humano sostenible. El papel que puede desempeñar la revolución de la Internet of Things, la nanociencia y nanotecnología, la neurobiofísica y las ciencias biomédicas, en conjunción con las TIC es descomunal. Se habla ya de una inminente revolución nano-industrial impulsada por la molecular manufacturing.
¿Cuánto pueden y podrían aportar a la resolución de los problemas globales de alimentación, salud, seguridad, vivienda y transporte, para paliar los efectos del cambio climático y hacer frente al gran desafío energético? ¿Cuánto puede contribuir esta 'revolución' a resolver la presente situación de insostenibilidad en aspectos ecológicos, económicos, sociales y culturales? Estos asuntos constituyen una prioridad en las políticas y las agendas sociales y de desarrollo de todo el mundo. Los llamados a la responsabilidad no son casuales, teniendo en cuenta las soluciones que el know-how tecnológico y científico son capaces de aportar a los problemas de la sociedad, examinar sus aspectos éticos y sociales resulta crucial.
¿Por qué esta 'fiebre' de la responsabilidad? Aunque parezca repentina, en realidad se hunde en profundos debates sobre la ética y los límites al quehacer científico, que se han profundizado en la explosiva sociedad del conocimiento y de la innovación. El impacto social de la investigación y la innovación se está volviendo más y más evidente... pero también impredecible.
Desde 2008, la Organización Holandesa para la Ciencia y la Investigación (NWO) ha sido una de las pioneras en esta temática, advirtiendo que la más prometedora de las innovaciones puede fallar si no se tienen en cuenta sus posibles consecuencias éticas, legales y sociales a tiempo. Menciona como ejemplos el uso de archivos electrónicos de pacientes, el secuestro de dióxido de carbono en Barendrecht y el 'medidor eléctrico inteligente'.
La sociedad, la gente, tiene -o debería tener- grandes expectativas sobre la contribución que puede hacer la ciencia y la tecnología a la vida de las personas y a un desarrollo humano sostenible. El papel que puede desempeñar la revolución de la Internet of Things, la nanociencia y nanotecnología, la neurobiofísica y las ciencias biomédicas, en conjunción con las TIC es descomunal. Se habla ya de una inminente revolución nano-industrial impulsada por la molecular manufacturing.
¿Cuánto pueden y podrían aportar a la resolución de los problemas globales de alimentación, salud, seguridad, vivienda y transporte, para paliar los efectos del cambio climático y hacer frente al gran desafío energético? ¿Cuánto puede contribuir esta 'revolución' a resolver la presente situación de insostenibilidad en aspectos ecológicos, económicos, sociales y culturales? Estos asuntos constituyen una prioridad en las políticas y las agendas sociales y de desarrollo de todo el mundo. Los llamados a la responsabilidad no son casuales, teniendo en cuenta las soluciones que el know-how tecnológico y científico son capaces de aportar a los problemas de la sociedad, examinar sus aspectos éticos y sociales resulta crucial.
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Decidí abrir un nuevo blog. Fue un día trece y martes, aunque no soy fan del dios romano de la guerra y tampoco padezco de trezidavomartiofobia o triscaidecafobia. ¿El motivo? Escribir y experimentar desde una visión más intimista vivencias y reflexiones sobre cómo sobrevivir en la sociedad del conocimiento y el aprendizaje. Adjunto el enlace a una de las últimas entradas: 'Entre tiburones antropófagos y la máquina de movimiento perpetuo'. A propósito del publicar o morir y la relevancia (o irrelevancia) del conocimiento que estamos generando.
Esta fue la pregunta central de una conferencia que tuve el privilegio de compartir en la última (la Nº 41º) Feria Internacional del Libro en la ciudad de Buenos Aires. Ya al llegar a las proximidades del predio de La Rural me emocioné mirando esas largas de colas por entrar a un lugar donde los principales protagonistas eran los libros, la educación, el CONOCIMIENTO con mayúscula, bailando al compás de las animadas conversaciones y las carcajadas que impregnaban los coloridos pabellones. La charla fue en el pabellón rojo...aunque yo iba impregnada de ganas de violeta.
Tuve el placer y el privilegio de estar allí, compartiendo una conversación animadísima con una audiencia de lujo. Esta Feria Internacional del Libro me impresiona de modo muy particular. Quizás porque sus más de 45.000 metros cuadrados y diversidad de actividades la hacen ser la más concurrida en el mundo de habla hispana, quizás porque es un espacio que invita a un profundo ejercicio de la libertad para pensar y sentir ...
Tres semanas donde transitan más de un millón de lectores y miles de profesionales del sector editorial. Lo mío fue una modesta y atrevida reflexión sobre el futuro de las carreras de ingeniería dentro de uno de los espacios de la Feria: el 15.º Foro Internacional de Enseñanza de Ciencias y Tecnologías
Aquí comparto algunas fotos y parte de lo que conversamos (¡qué poco puede a veces capturar un power point.
Bitácora
¿Se puede ser innovador sin ser creativo?, ¿se puede emprender sin innovar o sin la menor pizca de creatividad? ¿Qué argumentos justifican que estas tres palabras estén interrelacionadas y puedan pensarse como una competencia a aprender, tanto en la educación formal como informal? El núcleo de estas vinculaciones residen en una cuarta palabra: CAMBIO.
La investigación hace muchos esfuerzos por 'definir' y poder 'medir' la creatividad, la innovación y el emprendimiento. La diferencia entre las tres palabras está resultando cada vez menos problemática, pese a que en los tres casos se trata de conceptos que continúan evolucionando y que son difíciles de capturar en definiciones que nos dejen satisfechos.
Desde el punto de vista educativo formar en competencias significa ayudar en el camino de desarrollo de los propios talentos y capacidades aportando ambientes que hagan posible experiencias de aprendizaje, motivadores, agradables, abiertos a un diálogo permanente con el conocimiento y la experimentación. ¡Estudiantes de secundaria en algunos países han creado sus propias empresas! ... y aunque no se trata de considerar que esto sea la norma, merece la pena preguntarse: ¿por qué no?, o ¿por qué inhibir y generar barreras en lugar de ser flexibles respecto al verdadero significado del aprendizaje, y aproximarlo a lo que llamamos estudiar y enseñar?
Soy consciente de las dificultades que hay en la práctica, pareciera que las 'competencias' identifican un lenguaje de moda que impregna los programas, aunque la selección y clasificación que se hace de las llamadas competencias básicas, por ejemplo, sea bastante cuestionable y muy difícil de conciliar con asignaturas parceladas y unos planes de lo que significa estudiar (¿planes de estudio?) imposibles de digerir.
Pero también creo que siempre existe la posibilidad de abrir espacios educativos a visiones menos rígidas y encorsetadas. A veces sólo basta con no ser un obstáculo y 'escuchar' a los alumn@s. Como ejemplo, aquí una pequeña carta que escribió mi hijo cuando tenía diez años. Me hablaba de 'su idea' de hacer 'un negocio'. Escuché con mucha atención sus ideas y le sugerí que le escribiera a su tío para que le ayudara en su 'emprendimiento'. Pasados los años, los dos nos reímos de aquel 'primer' ejercicio, Sobre todo por su intención maravillosa de 'divertir a la gente'.
Bitácora
La respuesta a esta pregunta suele ser un rotundo SÍÍÍÍ, por supuesto. En principio, teniendo presente que hablamos continuamente de ser creativo, ser innovador, ser emprendedor ... ¿tiene sentido plantear esta pregunta? A pesar del discurso social sobre el tema, no resulta claro ver estas interrelaciones en los listados de competencias que se supone los estudiantes pueden adquirir o desarrollar en los distintos niveles educativos, incluidas las universidades.
La pregunta se complica al plantear una cuestión previa, ¿se puede hablar de la creatividad, la innovación y el emprendimiento como COMPETENCIA?, ¿cuánto hemos avanzado en esto de entender qué significa la palabra competencia?
La expresión educación o formación basada en competencias se ha generalizado a nivel europeo, sobre todo a partir de la instrumentación del llamado proceso de Bolonia, donde constituyó uno de los pilares de la reforma. Cientos de libros y artículos científicos (y no tan científicos) han venido registrando un enorme debate en torno a este concepto. Yo misma he tenido la oportunidad de participar activamente en el proceso de 'adaptar' las titulaciones a las nuevas orientaciones y regulaciones en el ámbito de las ingenierías. Algunos de estos trabajos se pueden leer aquí
Bitácora
¿En qué medida está contribuyendo la innovación social a afrontar la multi-crisis planetaria? La innovación social es vista simultáneamente con una visión instrumental para dar respuesta a las necesidades básicas (reales) y un cambio disruptivo del ‘orden social’ para avanzar en nuestra obligada y lenta transición hacia un desarrollo sostenible.
Nuevamente un 22 de Abril nos encuentra reflexionando sobre la crisis planetaria donde los avances no parecen estar a la altura de la encrucijada en la que nos encontramos. Los llamamientos de la ONU en esta fecha emblemática suenan casi a una letanía, insistiendo en la necesidad de realizar mayores esfuerzos para promover un desarrollo sostenible y frenar el impacto negativo de las actividades humanas en nuestra Madre Tierra. Necesitamos resolver el acuciante problema energético, urge dar respuestas a las necesidades reales y limitadas, esas que tan bien retrató MacNeef en su libro La economía descalza
En un mundo tan sacudido por vertiginosas aceleraciones e incertidumbres, esta pregunta resulta un poco descabellada. Pero espero con MUCHA ILUSIÓN poder responderla cuando acabe la Conferencia 'Social frontiers: the next edge of social innovation research'. La cita es el próximo 14 de noviembre en Londres, donde nos reuniremos durante dos días para hacer 'más comunidad científica' y avanzar con nuevos interrogantes en el apasionante universo de las innovaciones sociales.
¡Londres, allá vamos!
A principios de 2013 un conjunto de prestigiosas organizaciones entre las que se cuentan NESTA y gente del proyecto TEPSIE y la Glasgow Caledonian University, con soporte de Social Innovation Exchange, The Rockefeller Foundation y la University of Oxford lanzó la atrevida propuesta: tratar de construir una agenda colectiva de investigación en innovación social para la próxima década. La tarea resulta muy ambiciosa, si pensamos que el propio concepto de innovación social está en plena construcción. Pero así es el andar del conocimiento ...
A partir de la participación de investigadores de 33 países, se seleccionaron un conjunto de 27 propuestas que pueden leerse en detalle aquí.
Entre ellas, un incipiente estudio que estamos realizando Svenja Tams, de la School of Management, Universidad de Bath y una servidora. Nuestra pequeña contribución: how empowering is social innovation? Identifying barriers to participation in community driven innovation …
Svenja y yo comentaremos estas ideas con más detalle … ¡por supuesto después de recibir el feed-back que seguramente nos hará mejorar significativamente nuestro trabajo! Pero por el momento va un pequeño adelanto: tratamos de construir y validar empíricamente una aproximación teórica explicativa de la participación y el empoderamiento desde la perspectiva de las dinámicas de poder y conocimiento que alimentan -o más bien construimos- en nuestras prácticas sociales.
Nos interesa conocer las barreras potenciales que pueden impedir el éxito de las innovaciones colaborativas. Cuando hablamos de colaboración nos referimos a la participación de múltiples actores de los ámbitos privado, público y del sector civil –como organizaciones sin fines de lucro y el llamado sector ‘informal’, de las innovaciones con participación de usuarios -sean personas u organizaciones- y comunidades. Colaboraciones que en la jerga de management se conocen como cross-sector partnerships o, más específicamente, Private-Public-People Partnerships.
Lo que más nos importa: encontrar buenas prácticas sociales que muestren el co-power, las facetas POSITIVAS DEL PODER que puede surgir de la colaboración y la inteligencia colectiva cuando se expande la visión sobre eso que llamamos CONOCIMIENTO.
¿Sabemos qué significa CONOCIMIENTO cuando hablamos de innovación y, en especial, de innovación social?
Editado por
Mónica Edwards
Mónica Edwards Schachter es investigadora, educadora, consultora, escritora y emprendedora, aunque prefiere definirse como una mujer apasionada por aprender y compartir proyectos para mejorar el mundo. Doctora Cum Laude por la Universidad de Valencia con la tesis doctoral ‘La atención a la situación del mundo en la educación científica’ (2003) y Especialista en Proyectos de Ingeniería e Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia (2006). Es Ingeniera en Electrónica, Licenciada en Matemática y Física y posee Diplomas de pos-grado en Gestión del Conocimiento por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (México) y Planificación, Gestión y Evaluación de Proyectos Educativos (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina). Con más de 20 años de experiencia en formación y consultoría, ha participado en más de 20 proyectos de investigación a nivel nacional e internacional. Es autora y co-autora de más de un centenar de publicaciones, entre libros, capítulos de libros y artículos en prestigiosas revistas científicas en temas de innovación tecnológica e innovación social, innovación colaborativa, empoderamiento, living-labs, innovación educativa, educación científica y desarrollo y evaluación de competencias, especialmente creatividad, innovación y emprendimiento. Ha recibido seis distinciones literarias en poesía y en 2004 le fue concedido el segundo premio en el Concurso de Ensayo Manuel Castillo (patronato Nord-Sud de la Universidad de Valencia) con la obra “Redes para la Paz”, publicado en 2007 por el Seminario Gallego de Educación para la Paz y la Fundación Cultura de Paz.
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