ESTRATEGAR: Rafael Alberto Pérez


¿Quién es?
Rafael Alberto Pérez
Rafael Alberto Pérez
Autor de referencia en comunicación estratégica, conferenciante y consultor. Es consejero de The Blueroom Project - TBP Consulting para temas de turismo y ocio

Considerado el padre de la Nueva Teoría Estratégica (NTE) y autor laureado. Su libro “Estrategias de Comunicación” (2001) ha recibido dos premios internacionales y ha sido seleccionado la revista “Razón y Palabra” como uno de los textos más influyentes en Iberoamérica.

En la actualidad divide su actividad entre impartir Seminarios- invitado por más de 170 Universidades y empresas de 14 países- y ejercer como consultor estratégico.


Tendencias Estratégicas







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(I entrega)

(al hilo de mi 68 cumpleaños)


HE…
"La Memoria está compuesta de olvidos y lo que no queda registrado se desvanece en el aire" Stendhal Diario Intimo



HE sobrevolado el cañón de El Colorado, las líneas de Nazca, la cordillera blanca de los Andes, el Chimborazo con sus nieves perpetuas, el Teide, el Vesubio, y el Stromboli humeante.

Me HE asomado al vértigo de Meteóra, de Machu Pichu, de los Andes, del Empire States, de las hoy desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York y de la torre SEARS de Chicago.

HE cruzado el canal de la Mancha, el estrecho de Gibraltar y el charco varias veces, también el puente que separa Europa de Asia en Estambul, pero sobre todo he cruzado la teoría con la práctica

HE vuelto atrás en el tiempo en las callejas del viejo Cuzco, de Taxco, de Cartagena de Indias, pero sobre todo en la medina de Fez y en la plaza de la Djemaa el Fna de Marrakech.

HE creído estar en la otra orilla al pasear por La laguna, en Tenerife, del mismo modo que he creído estar en este lado del charco- y precisamente en la Plaza del Charco- mientas compraba artesanías en otra plaza, la de Páztcuaro, hecha a imagen y semejanza de la española; he tenido la sensación de estar en Santiago de Compostela, mientras tomaba un juguito bajo los soportales de Morelia, algo que casi se hizo real cuando apareció una tuna local que para mi sorpresa interpretó “Pasa la tuna en Santiago…”. Una sensación que se ha repetido en las calles de Querétaro y de Puebla y en tantos otros lugares de Latinoamérica

HE sentido la sombra omnipotente de los dioses en el Partenón, en Palenque, en Chichén Itzá, en los zenotes de Yucatán, en los moáis de la Isla de Pascua y en la catedral de Compostela.

HE sentido la sombra prepotente de los humanos en los despachos de algunos de mis clientes (los menos), de ciertos banqueros y políticos (los mas), pero también en los salones de algunas casas, en las butacas de algunos Clubs Sociales, en la pedantería de algunos colegas.

HE oído la poesía de las piedras de Uxmal, el agua de las cascadas de Iguazú, el oráculo- hoy silente- de Delfos y el rugido del mar en Finisterre.

HE asistido a conciertos y escuchado en directo a Jimmy Hendrix, los Beatles, Michael Jackson, Duke Kellington, Ella Fitzgerald, Lionel Hampton, Lou Benet, Miles Davis, Dixie Gillespie…

HE visto la blancura de los cerezos del Jerte, de las rocas de Dover, de la catedral de Arequipa y de los pueblos de la Alpujarra; el granate profundo de las haciendas mexicanas, el azul añil de sus puertas y ventanas, el siena descarnado de las costas del Algarve, el albero de las plazas de toros donde no se sabe si es la palabra la que hace al color, o el color el que hace a la palabra.

HE sentido el olor del azahar en Sevilla y el de las especias en los zocos marroquíes y en el gran bazar de Estambul

Me HE bañado en las frías aguas de Corrubedo y de las rías gallegas; y en las no menos frías de St. Lunaire, en la Bretaña francesa, allí donde iba Brigitte Bradot antes de mudarse a St Tropez, y por ello conozco el escalofrío de la lucidez: pero también me he bañado en las cálidas aguas en las islas del Rosario, en San Pedro de Majagua, frente a Cartagena de Indias; en la Riviera Maya; en Samaná; y en el Caribe dominicano y por ello conozco el sabor dulce del abandono en mi piel

HE fotografiado los flamencos andinos del gran salar de Atacama, los coatíes de Iguazú, los horneros de Casa Pueblo, las ruinas incas y también las mayas, los templos griegos, las iglesias ortodoxas, pero también a los amigos, y a la familia.

(…)

Rafael Alberto Perez

Miércoles, 3 de Febrero 2010