CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
"¡A ver si te enteras… Contreras!". Informase bien de lo que se trata. Otra publicación sobre la no existencia de Jesús (31-12-2020) (1155)
Escribe Antonio Piñero
 
Resulta que en una de la página de FBook en las que escribo, cuyo título es ”Debatiendo sobre el Jesús histórico”, que tiene casi 4.000 miembros, me entero de que ha salido u nuevo libro sobre la inexistencia de Jesús de Nazaret, libro de cuyo nombre no quiero acordarme.
 
Por motivos de oficio, creo que he leído ya cuantos argumentos pueden ofrecerse para la inexistencia de Jesús de Nazaret. Así como que a) el Nuevo Testamento –cuyo centro es la figura de Jesús– es una mera copia de textos antiguos, sobre todo egipcios; que es la biografía de otro personaje, apropiada y rehecha por los cristianos; que es una religión solar cuyo dios, renovado, es Jesús; que es una religión con motivos sacados de a astrología u otros astronómicos; que el cristianismo es una copia del budismo; que está formada por agentes al servicio de Roma para desviar al proletariado de su afición a “agentes mesiánicos” antirromanos sustituyéndolo por un pacifista como era Jesús; que todos sus motivos e ideas teológicas están copiadas de otras religiones; que los evangelios no son más que meros zurcidos, y malos, de temas religiosos inventados; que Jesús es en realidad el remedo de una antigua divinidad y religión judía que invocaba a una divinidad de nombre Josué y mil  otras suposiciones que e hipótesis que se “prueban” aportando paralelos de otras religiones… y hasta he publicado un libro colectivo, con capítulos de eminentes colegas en el que se tratan la mayoría de estos temas. Su título: “¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate”, de Editorial Raíces, Madrid 2011, creo.
 
Creo que los lectores del nuevo libro sobre la no existencia de Jesús de Nazaret harían bien en tener en cuenta unas observaciones fundamentales, básicas, elementales, pero que encuadran bien la cuestión. Son las siguientes.
 
1. He insistido hasta la saciedad en que es imprescindible para abordar esta cuestión distinguir netamente entre Jesús de Nazaret y Jesucristo.  Jesús de Nazaret fue un trabajado u operario del siglo I en Galilea, especializado en hacer casas y sobre todo la parte de madera de ellas, que además tuvo tiempo y ganas de aprenderse su Biblia de memoria (como otros muchos), estudiarla y ponerse a discutir de la Ley sus consecuencias, la venida del reino de Dios, con las gentes.
 
Pero Jesucristo es un constructo mental que une a la figura de Jesús de Nazaret un concepto teológico el “Cristo celestial”, o eclesiástico con el tiempo. Es un híbrido: la mitad es una figura histórica y la otra mitad es pura construcción teológica, por tanto una fabricación de la mente humana = Jesús – Cristo: Jesucristo. Cuando la gente dice Jesús no existió nunca está pensando en que no existió el Jesucristo eclesiástico. Y esto último es verdad, ya que la mitad es una construcción teológica, humana y falible.
 
Jesús de Nazaret pudo existir perfectamente. Pero Jesucristo, como hibrido constructo, no existió nunca. Si se hace esta discusión, no se ve por qué tanto interés en negar la existencia de un humilde carpintero de Galilea, cuando sabemos que otro gran “rabino” (= “experto en la Ley”) que vivió unos 50 años antes de Jesús era un zapatero: ¡el gran Hillel!
 
Por tanto que quede claro: Cuando la gente dice “Jesús nunca existió”, lo que debe decirse es “Jesucristo nunca existió” y pensando en ese híbrido. Otra cosa es que esto pueda tener consecuencias para la fe sencilla… Pero eso es otro campo en el que yo no me meto ni deseo meterme. Allá cada uno en materia de fe. Yo solo soy un aprendiz de historiador.
 
 
2. Me temo que quien ha escrito este libro no se ha metido en la piel de un judío del siglo I:
 
· Jamás a un judío del siglo I --después de la inmensa derrota en la Guerra contra Roma, cuyo resultado fue en el Imperio Romano un notable odio a todo lo judío, odio mortal–  se le habría ocurrido componer fantasiosamente un evangelio, hacia el año 70, cuando todavía había gente viviendo que podrían haber conocido a Jesús, que presentara como salvador del mundo a un judío… y muchísimo menos a un crucificado como sedicioso contra el Imperio. Es inimaginable para quien conozca la época.
 
· Todo judío sabía que un mesías tenía que haber sido un humano de carne y hueso, tocado materialmente por muchos. Jamás, nunca jamás, se habría apuntado a un Jesús Mesías del que no le constara al 100 % que era un hombre corriente, luego tocado por la gracia divina. La hipótesis de un invento entre judíos (y todos los evangelistas lo son) de  que se crea literariamente una figura no de carne y hueso es algo imposible hasta par el judío más fanático. Jamás.
 
· En la época de la composición del primer evangelio, el de Marcos, ya se discutía entre judeocristianos, que creían en Jesús como mesías, y judíos “normales” que no creían sobre si Jesús era o no el mesías. Pues bien, si Jesús no hubiera existido cualquier  judío, harto de discutir, habría argumentado: “Oye tú… para qué vamos a discutir, si tu Jesús jamás existió”… Nunca, nunca, el judaísmo de ninguna época ha blandido este argumento, sencillo y fácil para refutar la pretensión judeocristiana de que Jesús era el Mesías.
 
3. Si se estudian bien los Evangelios, precisamente por sus contradicciones y problemas, se verá que es absolutamente imposible la clasificación de esos Evangelios por una persona…y tampoco por un pequeño grupo. ¡Es técnicamente imposible! Los Evangelios tienen mil problemas, pero desde luego, tal como están ni la inteligencia artificial podría haberlos fraguado como un puro invento literario.
 
 4. Y a propósito del texto de Flavio Josefo, Antigüedades XVIII 63-64 y XX 200, que lean por favor lo que dicen los filólogos judíos, que han eliminado las interpolaciones cristianas y han dejado un texto original aparentemente aséptico, pero que describe aj con los vocablos empleados por Flavio Josefo para otros sediciosos.
 
Y que digan que el texto de Flavio Josefo es totalmente una interpolación: ¿Cómo se explica que esté entre una lista de sujetos que hicieron mucho daño al pueblo judío, elevando la temperatura mesiánica y empujando la creación de unas expectativas de la venida del reino de Dios sobre la tierra de Israel que iban a llevar a los horrores del levantamiento contra Roma del 66-70?  “Y la continuación del texto de Josefo dice: “Y otro al terrible le ocurrió a nuestro pueblo…” ¿Iba un escriba cristiano a inventar que Jesús fue un mal terrible para los judíos…?
 
Conclusión:
 
Para quien conozca, pues, cómo pensaba un judío del siglo I (e insisto en que todos los evangelistas eran judíos, y dos de ellos dominaban mal el griego, sobre todo Marcos y en menor medida Juan) verá que jamás se les habría ocurrido inventar como mito literario a un mesías judío… y “crucificado” (o “empalado”, en el fondo da igual) por Roma. Es absolutamente imposible.
 
Añado:
 
Tienen Ustedes a su disposición un debate serio sobre la existencia o no de Jesús entre Richard Carrier y Antonio Piñero. En esta página se han ido publicando las diversas postales. Pero por lo que leo en los comentarios al nuevo libro sobre la no existencia de Jesús, los que hacen los comentarios no las han  leído.
 
El enlace para  leerlas también casi seguidas es:  https://www.tendencias21.es/crist/
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
¡Ojalá el año 2021 sea mucho mejor para todos!

Jueves, 31 de Diciembre 2020


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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