CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Me gustaría hacerle algunas preguntas por aquí, a ver si usted me aclara algunas cosas, aunque sea brevemente, que me rondan por la cabeza. Esencialmente son preguntas sobre María (discúlpeme, por favor, si son demasiadas pero no son ni una milésima parte de las dudas que tengo):


1. ¿Qué sabemos de la madre de Jesús, históricamente hablando? Empezando sobre su nombre judío real. ¿Qué sabemos de los padres de esta, de su familia y de su posición social?


2. Los textos dan la impresión de que estaba en contra de que Jesús se "expusiera" de la forma en que lo estaba haciendo, creo yo que como cualquier madre sensata temerosa de que su hijo pudiese acabar como acabó. Pero, por otro lado, leí en su blog, perdone pero no he podido localizar la entrada, unos textos de un autor que hablaba del entorno familiar de Jesús y de sus aspiraciones políticas al trono israelí. Esto me genera una explosión mental de preguntas: ¿fue el núcleo familiar de Jesús quien le "empujó"? ¿Era la familia de Jesús parte de algo parecido a una especie de nobleza empobrecida?


3. Si los evangelios fueron escritos por seguidores del judiísimo Pablo, y las cartas son más antiguas, ¿con qué sentido e intencionalidad escribieron los evangelistas el relato de la virginidad de María? Es decir, los que "idearon" este relato para suplir los huecos en la elaboración de una biografía coherente sobre el Maestro, tuvieron que ser obviamente conscientes de que estaban adoptando un arquetipo ya utilizado en otros ambientes como era el de la Virgen madre. Esto es lo que no entiendo, porque asumo que no hubo ninguna intención dañina de mentir por parte de los evangelistas, luego ¿qué sentido tenía para los primeros cristianos, muchos de mentalidad judía, la virginidad de María? ¿Por qué fue tan importante este aspecto para los cristianos que vendrían posteriormente? ¿Se referían con "virginidad" a un sentido espiritual en el que José era, obviamente, su padre carnal, pero Dios su inspiración espiritual y por esto era hijo ESPIRITUAL de Dios?


4. Qué credibilidad da usted al posible origen adúltero de Jesús y de su supuesto padre romano.
Le ruego que me disculpe si me he excedido con las preguntas. Si me responde a una sola ya me doy por satisfecho.



RESPUESTA:


Respondo por partes:


1. En verdad, sabemos muy poco. Su nombre; esposa de José, madre de Jesús, natural, aarónida y no davídida (al igual que su pariente Isabel) (todo esto a partir del Evangelio de Lucas); que no estuvo muy conforme con el ministerio público de Jesús y que llegó a pensar que estaba fuera de sí (Mc 3,20)… y nada más. La mariología es una “ciencia” teológica muy reciente. En el siglo III de nuestro era la devoción a María no existía prácticamente en los ámbitos populares. Lo sabemos porque en los Hechos apócrifos de los apóstoles no se haba de María ni para bien ni para mal.

Puede decirse que empieza a finales del siglo IV con la defensa de san Jerónimo, a capa y espada, de la virginidad perpetua de María y empieza a consolidarse hacia el siglo VI-VIII con los apócrifos marianos asuncionistas.


2: No. De ningún modo. Eso no casa con lo que acabo de escribir.


3. Cuando se añaden a los evangelios de Lucas y de Mateo los dos primeros capítulos, que defienden la virginidad de María estamos por lo menos en el año 90-95, máss de 60 años después de la muerte de Jesús y en suelo griego, no palestino. Ahí tiene sentido el ensalzar al héroe, Jesús, ensalzando a su madre como virgen. Al igual que la madre de Platón, de Demócrito, de Pitágoras de Alejandro Magno e incluso del mismo Augusto. Una vez ensalzado al héroe, lo que hiciera María con su virginidad no preocupó a la Iglesia antigua. Por eso el Nuevo Testamento habla con toda naturalidad de los hermanos de Jesús (Mc 6,3, por ejemplo).


4. Ninguna. Pero sí a la idea de que Jesús pudo nacer “antes de tiempo” como reconoce el teólogo católico Raymond Brown, en su libro “El nacimiento del Mesías” (trad. española de Cristiandad, Madrid, de en torno a 1985).

Pregunta

Yo lo escuchado mucho a usted y creo entender que es un apócrifo donde Pedro habla de que Pablo se enamora de creo se llama Tecla gracias y también quería darle las gracias x facilitar a todos una forma fácil de entender más la Biblia gracias


RESPUESTA:


Es al revés. Es Tecla la que deja a su prometido, Támiris, y se va tras los pasos de Pablo, sin decir nunca estrictamente que está enamorada. Pero ese enamoramiento es clave en casi todos los hechos apócrifos delos apóstoles, y es uno de los elementos novelescos de la historia. La historia se cuenta en los Hechos (apócrifos) de “Pablo y Tecla” y la edición española la tiene Usted por partida doble en los siguientes libros:

• Hechos apócrifos de los Apóstoles. Texto multilingüe. Edición crítica. Introducción, traducción y notas (con Gonzalo del Cerro) Editorial B.A.C., Madrid. Volumen II, Madrid 2005 (Hechos de Pablo; de Pablo y Tecla Hechos de Tomás. Índices), ISBN 84-7914-804-7, pp. XVII + 683-1601.

• Hechos apócrifos de los apóstoles (I) (Hechos de Andrés, Juan, Pedro Pablo y Tomás). Edición preparada por Antonio Piñero y Gonzalo del Cerro, (B.A.C., Madrid, 2013. ISBN 978-84-220-1637-3. 417 pp. Edición popular del vol. I = nº 17

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Jueves, 28 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Saludos profesor Piñero, disculpe la molestia… Estuve leyendo un artículo de Carlos Gil Arbiol titulado De la expiación a la Reconciliación: una aportación paulina a la interpretación de la muerte de Jesús. En este artículo Gil Arbiol habla acerca del concepto sacrificial y de expiación, y plantea que los sacrificios en el judaísmo deben entenderse como una imitación de Yahve y en consecuencia así también la teología expiatoria de Jesús en Pablo.

El escribe y citó:

"los sacrificios en la tradición judía tienen otra lectura más ajustada a los textos y los rituales que reflejan. Diferentes autores han mostrado que el sacrificio ritual es una forma de imitación de Dios". "Las víctimas sacrificiales no buscaban apaciguar, compensar, pagar o recuperar a un dios airado por la transgresiones de los hombres, sino imitar las acciones de Dios. El que ofrece la víctima, el sacerdote, no la ofrece a Dios, sino que imita a Dios; la víctima que es ofrecida, no sirve para aplacar a Dios, sino para mostrarle al creyente un modelo de obediencia a Dios."

"Por tanto, la muerte de Jesús, entendida como un sacrificio, no necesariamente es una expiación (una compensación a Dios por el daño producido por el pecado). Puede contemplarse también (y quizá preferiblemente) como un gesto en el que Jesús estaba imitando a Dios. Los primeros cristianos, pues, cuando utilizaron esta imagen para explicarse la muerte de Jesús, pudieron hacerlo porque el sacrificio les recordaba que quien ofrecía el sacrificio (el sacerdote) imitaba a Dios y que la víctima representaba al creyente, no porque explicaran la muerte de Jesús como una expiación por los pecados."

Qué opinión le merece a usted esta idea, es correcto interpretar de este modo el pensamiento paulino?

RESPUESTA:

A priori (tendría que leer a Albiol) me parece que esta tesis saca las cosas de quicio. Responde – con el deseo de decir cosas novedosas y a “limpiar” la figura de Pablo de ciertas aristas molestas al mundo de hoy– a un “problema” que se detecta en toda la bibliografía moderna sobre el Apóstol en ámbito sobre todo protestante de la interpretación paulina “New Radical”: no es posible admitir hoy la figura de un Dios que acepta una expiación cruenta: es Dios bárbaro y salvaje a los ojos de hoy.

Pero esta interpretación es sacar las cosas de quicio y adaptar mentalidades del siglo XXI al siglo I, porque es trasladar un concepto absolutamente vital en el judaísmo, el de la imitiatio Dei, y en Pablo, como pensador judío de la época del Segundo Tempo, el de la imitatio Dei, del ámbito de la ética (“sección” cómo tratar a los semejantes también creados Dios) al ámbito de la necesaria purificación del Templo y consecuentemente al ámbito del hombre que se acerca al Templo /que es el representante de Dios físicamente o “en espíritu”. El esquema en el terreno de la ética era en Pablo: imitatio Pauli  imitatio Christi  imitatio Dei. Este esquema no es trasladable a priori al ámbito de los sacrificios

No puedo dudar de que la muerte de Cristo para Pablo tiene un sentido sacrificial. Y lo explico detenidamente en la “Guía para entender a Pablo”. Lo que no podemos saber es cómo se entendía el sacrificio expiatorio exactamente en el siglo I dentro del judaísmo. Ignoramos –aunque parezca extraño– si lo que el sacrificio procuraba era limpiar la presencia de Dios en la tierra, es decir, el Templo de la mácula del pecado, o la limpieza de este templo y además la del pecador (lo explico también en la “Guía”).

Si se elimina el concepto de sacrificio de Pablo (y de sus sucesores) y se sustituye por la imitatio Dei, conseguimos actualizar a Pablo…, pero artificialmente. Pero no era este el pensamiento del Apóstol, ni tampoco el del judaísmo de la época (cuyas barreras intelectuales no rompe Pablo), ni tampoco el de los sucesores e intérpretes del Apóstol. O todos se equivocaron radicalmente a la hora de interpretar la cruz, o la exégesis moderna inventa nuevos caminos para hacer tragar a la mentalidad moderna lo que era una mentalidad sacrificial extendida, normal y casi obligatoria entre los judíos del siglo I, antes dela destrucción del Templo en el 70.

Así que rechazo en principio esta interpretación de Gil Albiol, por voluntariosa e imaginativa. Pero probablemente atenuaré mi rechazo cuando lea el artículo, cuyo título y lugar de publicación le ruego me pase. Lo repensaré. Ahora estoy con la edición del Nuevo Testamento para el 2017, si todo sale bien, y no hago otra cosa.

Pregunta:



Qué libro usted me recomendaría para hacer una buena exegesis del Evangelio de Juan; aparte, de la guía para entender el Nuevo testamento que ya lo tengo y me ha ayudado muchísimo. Gracias anticipadas



RESPUESTA:



Sin duda alguna, el Comentario al Evangelio de Juan de Raymond E. Brown, publicado en castellano por Ediciones Cristiandad, Madrid, 1999.


Creo que en conjunto es el mejor, aunque han pasado ya muchos años.


Pregunta:



Le hago 2 preguntas muy claras:


1) ¿Qué cree usted que opinaría Jesús de Nazaret sobre la adoración de imágenes (ídolos) de él y de otros santos que se realiza hoy día en el cristianismo y concretamente en el catolicismo?


2) En el cristianismo primitivo, ni los judeocristianos ni los paulinos hacían esto bajo ningún concepto, ¿cuándo cree usted que se comenzó a adorar imágenes en el cristianismo?


RESPUESTA:



No podemos responder más que de modo indirecto, porque no había imágenes de “rabinos santos” en el judaísmo, ni entonces ni ahora, ya que están prohibida. Por tanto Jesús no pudo pronunciarse de modo claro contra una costumbre ni siquiera similar. Pero da la impresión de que no había en él por algo análogo, por ejemplo, no parece compartir la veneración de las gentes por las tumbas de los profetas o de David. Podría haber manifestado algo al respecto, por ejemplo, cuando critica a los jerusalemitas que asesinaron a los profetas (Mt 23,27) y luego construyeron sus tumbas como memoriales y los veneraban (Lc 11,47).


Respecto a la segunda pregunta: no sé responderle con exactitud. Ciertamente en época tardía; de ningún modo en los siglos I y II, que yo sepa.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Miércoles, 27 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:


Tengo un respeto por todo lo que dice, estoy aprendiendo muchas cosas que no sabía sobre Jesús de Nazaret, tengo una pregunta un poco personal, quizás sean dos, la primera es por qué le fascina tanto el personaje de ? permítame lo de fascinar, la segunda pregunta es delirante, si usted tuviese a Jesus delante que le diría? que le preguntaría? jaja, es pura curiosidad, un fuerte abrazo.


Respuesta:


Las preguntas pueden hacerse a través de mi página web: www.antoniopinero.com.


Respondo:


1. Yo creo que lo que me ha fascinado es su inmenso alcance cultural y la necesidad de iluminar desde el estudio universitario la cantidad de distorsiones históricas. No me fascina su persona, porque no creo que sea un modelo de vida para nadie del siglo XXI

2. A la verdad, lo observaría atentamente e intentaría seguirlo para comprender, por medio de sus discursos qué pensaba exactamente (todo lo transmitido está teñido por la fe en él como Cristo celestial, y por tanto distorsionado).

No le diría nada, porque es difícil de convencer a un personaje tan religiosamente fanático y con una consideración tan elevada de sí mismo, como al parecer tenía. Si le dijera algo, probablemente me respondería exclusivamente repitiendo sus ideas.


Pregunta:

1. ¿En qué medida pudo influir la corriente gnóstica derivada, ante todo, del evangelio de Juan u otros apócrifos, en la concepción de la literatura mística de los tres grandes de España en ese ámbito (Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa)? Lo pregunto porque estudiándolos encuentro muchos elementos relacionados con los fundamentos gnóstico neoplatónicos.

2. ¿Qué autores griegos y latinos fueron fundamentales en el pensamiento de Pablo de Tarso para desarrollar luego la interpretación crística de Jesús? Además de Platón y otros griegos, ¿pudieron tener que ver de algún modo Virgilio, Ovidio u Horacio?

RESPUESTA:


1: Diría que muchísimo o totalmente y no solo de evangelio de Juan, sino de Pablo mismo. Y todos beben del platonismo vulgarizado que es el padre de la mística occidental judía, cristiana e islámica. Lo afirmo en la “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”. Editorial Trota, Madrid, 2015.

2. Respuesta absolutamente negativa. Escribo en la “Guía de Pablo” lo siguiente:

“Se ha discutido si el Apóstol siguió la enseñanza superior griega y si recibió una formación en los autores clásicos. Esto no parece a priori verosímil en el seno de una familia de posible y estricta observancia judía, y de no muchos recursos económicos, pues suponía cultivar en exceso una literatura que proclamaba la existencia y alabanza de dioses falsos, amorales, contrarios al Dios único, como los representados en Homero, en la lírica en general y en los mitos de la tragedia. Además, a decir verdad, no se encuentran en las cartas del Apóstol especiales alusiones a poetas u otros literatos, como ocurre con cristianos posteriores. En sus escritos sólo se hallan máximas o lugares comunes de la sabiduría popular, y en todo caso alusiones a dichos ya popularizados de filósofos y dramaturgos. Incluso cuando parece citar expresamente a Menandro (Tais, 218 = 1 Cor 15,33: No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres»), no hace otra cosa probablemente que repetir un tópico literario convertido en refrán (se puede citar el dicho “La religión es el opio del pueblo” sin haber leído jamás a Karl Marx).

De cualquier modo, Pablo da la impresión en sus cartas de ser poco receptivo a los modelos generales de la cultura griega. Si lo comparamos con Filón de Alejandría se notará la diferencia. Pablo es el polo opuesto, porque no trata de acentuar las semejanzas entre el helenismo y Cristo, sino la superación por parte de este de toda la sabiduría griega. Según esta consideración, es poco probable que Pablo, en Rom 7,7-23 estuviera citando la Medea de Eurípides o la de Ovidio (Stowers, 1994, 269ss). Y si lo hizo, fue a modo de sabiduría gnómica, o proverbial, popularizada.

El corpus literario que Pablo conoce y utiliza con pasión y técnica es la Biblia judía. No es una exageración afirmar que el trasfondo cultural más importante en Pablo son las Escrituras sagradas de Israel, aunque el análisis de sus citas bíblicas no nos permite sostener que tuviera ante sus ojos una versión de la traducción judía de la Biblia al griego (llamada de los LXX) tal como se edita hoy día. Desde luego parece aún menos que fuera la Biblia hebrea tal como la conocemos hoy. De todos modos, la mayor parte de las citas bíblicas paulinas se parecen más a los LXX que al texto hebreo, como lo indica el propio vocabulario paulino. El Apóstol supone en general que sus lectores paganos o judíos están familiarizados con algún tipo de esta traducción de la Biblia al griego. Y no es de extrañar, ya que la mayoría de sus conversos desde la gentilidad eran “temerosos de Dios” de lengua griega, amigos y simpatizantes del judaísmo que conocían suficientemente bien las Escrituras.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Martes, 26 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

He leído muchos libros suyos, y hay una idea que me ronda y que no consigo entender muy bien. El concepto del "regreso" en el "final". Es decir, he podido comprobar cómo en casi todas las religiones, incluso en ideologías modernas como el comunismo, existe la figura del líder triunfante que ha de venir en el futuro, en el final de los tiempos, el juicio final y, en el comunismo, "el fin de la historia". Salvando los matices entre todas estas religiones, la idea es la misma. Y me gustaría saber su opinión al respecto.

Los musulmanes tienen al mahdi, que vendrá antes de Jesús, los budistas al maitreya, etc. Es muy curioso, porque el cristianismo se supone que es, dentro del judaísmo, la llegada del esperado mesías cumplida en Jesús; pero a su vez el cristianismo sigue manteniendo la idea judía original del mesianismo con la Parusía. Y pregunto:

1- ¿Qué significa esta figura? ¿Es una manera retórica, literaria, dentro del discurso metafórico y simbólico de la antigüedad para mantener la esperanza y la alerta entre la comunidad de fieles o es algo que se creía literalmente (que un tipo bajará del cielo en plan ovni)? ¿El fin de los tiempos se desarrolla como idea paralela a la de la Creación, es decir, si el mundo tuvo un principio, a la fuerza tendrá un final?

2- Y según usted, ¿de dónde nace este concepto? ¿Lo hereda el cristianismo del mesianismo judío y los musulmanes del cristianismo? ¿Es una idea pagana? ¿Entra dentro de la literatura apocalíptica judeocristiana?

RESPUESTA:

No es retórica, ni literaria, ni metafórica, sino que es una figura concreta, aunque en su génesis estén activos impulsos y deseos insatisfechos que aparecen en muchas religiones.

El cristianismo es al principio una mera secta judía, que se diferencia tan solo porque creía que el mesías ya había venido y era Jesús de Nazaret. Pero con la salvedad de que como su misión mesiánica se había visto interrumpida por su muerte (por misterioso designio divino, para que con ese sacrificio se liquidara el pecado de Adán y sus secuelas), habría de volver pronto para consumar esa tarea: la salvación de los creyentes y la instauración del reino de Dios sobre la tierra…., instauración entendida de diversos modos.

Creo que debe Usted en primer lugar informarse en un buen diccionario de la Biblia (por ejemplo, el de Alfonso Ropero, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia de Editorial Clíe: consulte Internet) qué es el mesianismo judío y cuáles son los retoques judeocristianos y luego simplemente cristianos a esta figura.

Sobre cómo se interpretaba esa vuelta del mesías, de un modo absolutamente literal, no metafórico, consulte 1 Tesalonicenses 4,13-17 y 1 Corintios 15,24-28.

El concepto de “mesías” nace totalmente, con raíces bíblicas de la fusión de tres figuras y de sus correspondientes misiones:

• El rey davídico que liberará a Israel y con la ayuda de Yahvé hará a ese mismo Israel la nación regente de todas las naciones de la tierra (consulte 2 Sam 7: profecía de Natán);

• El profeta del fin de los tiempos (Deuteronomio 18,15) , y

• El sumo sacerdote ideal, que sabe todo de la ley de Moisés y la enseña al pueblo (Salmos 17 y 18 de los Salmos de Salomón apócrifos = (Apócrifos del Antiguo Testamento de Editorial Cristiandad, Madrid; o bien La Biblia de los Setenta, de Editorial Sígueme, Salamanca. Se desarrolla principalmente a partir del siglo II a.C…, no antes. Consulte el Blog, vocablos “Mesías” y “Mesianismo”.

Pregunta:

¿Qué autores del Nuevo Testamento conocieron personalmente a Jesús o fueron al menos contemporáneos a Él?

RESPUESTA:

Ninguno. Los evangelios son en realidad obras anónimas. Los nombres de sus autores fueron inventados en el siglo II siguiendo diversas tradiciones, a su vez en parte legendarias.

La prueba rotunda de esta aserto es que el primer evangelista, Marcos, usa fuentes escritas, y en griego, para componer su evangelio. Ningún observador de primera mano lo haría. Luego el resto de los evangelistas, siguen a Marcos, aceptan grosso modo sus puntos de vista y hacen ediciones nuevas de lo que él escribió, corrigiéndolo y aumentándolo. En casi ningún caso eliminando totalmente.

El último evangelista, que en realidad son varios, “Juan”, denominado así por comodidad, escribe unos 70 años después de la muerte de Jesús.

Si le es posible lea mi obra (accesible también en formato electrónico)

Guía para entender el Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 2006. 568 pp. ISBN: 84-8164-832-9. 2ª edición 2007. 3ª edic. 2008. 4ª edic. 2011. 5ª edic. 2016. Trato también el tema en Ciudadano Jesús, de Editorial Adaliz, 3ª edición. Sevilla 2015, www.ciudadanojesus.com.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Lunes, 25 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero

Pegunta:

Quiero dejarle una consulta que me ha llevado a la reflexión. Si bien tenemos al día de la fecha conocimiento de que en la antigüedad se adoraban divinidades como el dios, mi consulta va más allá. Hoy como podemos entender que las mismas se originaron?

¿Se puede decir que un grupo de personas en la antigüedad pensaron que el mundo debió existir por la creación de un ser Superior imaginario quizá, pero que a partir de un momento en el tiempo decidieron crearlo, asignarle un nombre, una representación por medio de una escultura y lo llamaron EL, Baal u otros existentes? ¿Se puede llegar a esa conclusión o decir que no lo sabemos simplemente?

RESPUESTA:



Mi opinión es que en realidad nada sabemos de cierto sobre el origen de la idea de Dios y por tanto se puede decir poco del origen de 'El y Yahvé, aunque se han escrito cientos de libros sobre ello.
A este respecto y sobre la "Historia de las religiones, y sus orígenes", vea el Blog ("Comparti"r, Preguntas y Respuestas, 7 mayo 2014, FB). Utilice el calendario, por favor.

Como complemento le copio lo que escribí una vez a pregunta semejante:

Las preguntas que Usted hace encajan perfectamente en el ámbito en el que el ser humano se ha cuestionado siempre y lo ha formulado en ciertas preguntas fundamentales acerca de su existencia en la tierra, tan limitada, tan sujeta a constantes peligros, tan inestable, necesitada de ayuda… lo que le lleva a buscar la seguridad en alguna fuerza superior a él que le proporcione cobijo. Esta búsqueda de la seguridad y del cobijo, y en concreto la respuesta al miedo a la muerte y a lo que pueda haber detrás de ella lleva –según opiniones de muchos expertos, como Edward Burnett Tylor, el miedo a la muerte está en el origen de la religión. Tylor defiende también la teoría animista (puede ver un resumen de ella en Internet y además puede consultar con mucho provecho la obra de Gonzalo Puente Ojea, Crítica antropológica de la religión. Las sendas equivocadas del conocimiento humano, editado por Signifer Libros, colección Thema, Mundi/4, Salamanca - Madrid 2013. Segunda edición revisada y ampliada por el autor.

Y sobre los orígenes de las divinidades ’El, Yahvé y Baal en Israel, le transcribo lo que escribí ya en el Blog a propósito de la obra “Los orígenes de la religión de Israel”. “Imagen y palabra de un silencio”, un libro de Julio Trebolle. Editorial Trotta, Madrid 2008.

La religión de los israelitas y la figura y culto a su dios único, ’El y Yahvé, es el producto de una evolución y de la mezcla de concepciones diversas.

Entre ellas destaca la idea en torno a la divinidad. En un principio la religión patriarcal y familiar de los clanes y familias que luego serían Israel no conocía a Yahvé. Su Dios era la divinidad cananea ’El (la misma palabra que el árabe Alá, cuyo significado es simplemente “dios”). “La presencia del elemento ’El en el nombre propio “Israel-’El” corresponde a un estadio en el que el dios de las tribus israelitas era todavía ’El y no Yahvé” (p. 266).

En Éxodo 6,2-3 se lee “Habló Dios a Moisés y le dijo: «Yo soy Yahvé. Me aparecí a Abrahán, a Isaac y a Jacob como El Sadday; pero mi nombre de Yahvé no se lo di a conocer”.

Este pasaje reconoce claramente lo que acabamos de decir y significa que la religión del dios cananeo ’El es fundamentalmente el sustrato profundo de la religión yahvista, pero que esta divinidad se superpone y añade sus propias características a la antigua religión base.

Según el conjunto del capítulo 6 del libro del Éxodo, el nombre de esta divinidad se comunica a Moisés tan sólo en la teofanía del Sinaí. Pero luego advierte el mismo libro, en el episodio de la zarza ardiente que se le muestra Moisés, pastor de ovejas, en el monte Horeb, que la divinidad que se le muestra de modo tan asombroso es la misma antes adorada con el nombre de ’El: “Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios (Ex 3,6)”.

Trebolle añade que Moisés conoció al dios Yahvé a través de su suegro, que era un madianita, sacerdote de ese dios.

Las primeras referencias al dios Yahvé lo sitúan en el sur de Palestina. Es el “Dios del Sinaí” (salmo 68,9), que sale de Seír (unas montañas al sur del mar Muerto habitada primero por hurritas y luego por madianitas/edomitas, por ser zona fronteriza) y avanza desde los campos de Edom (Jueces 5,4-5); que viene del Sinaí, desde Seír (Dt 33,2) o de Temán (Hab 3,3). No cabe pensar que israelitas de una época posterior localizaran a su Dios en un territorio extranjero, si ello no respondía a un recuerdo mínimamente histórico” (p. 266).

Por tanto Yahvé es un dios más antiguo que Israel. Era la divinidad de una montaña sagrada situada al sur de Palestina. Lo más probable es que Moisés (lo que de entre las leyendas puede reconstruirse como la base histórica de un personaje difuso, cuyo nombre y procedencia parecen ser egipcias, no hebreas) se convirtiera a ese dios, convenciera a un grupo fuerte de entre las gentes de su entorno y que la adoración a esa divinidad se consolidase tras el convencimiento profundo de que ella, y no El era la los había liberado de la esclavitud de Egipto.

Por tanto el origen de la religión yahvista “se relaciona con un grupo de hapiru, formado básicamente por prisioneros de guerra de origen étnico muy diverso, condenados a trabajos forzosos en la región egipcia de Pi y Ramsés” (p. 277).

Esta divinidad exige pronto una adoración exclusiva: se proclama primero la más importante, y luego la única. Hay desde el principio una tendencia al monoteísmo que la Biblia liga indisolublemente al movimiento religioso político impulsado por Moisés.

“La investigación más reciente afirma que hasta el exilio en Babilonia la religión de Israel seguía siendo una religión politeísta que no se distinguía de las de su entorno. Hasta los siglos IX-VIII a.C. no existió ni la idea ni la práctica de un culto exclusivo a Yahvé, en cuyo proceso de formación a partir de esta época tuvo influjo decisivo el movimiento profético de un solo Yahvé” (p. 269).

El monoteísmo teórico, por tanto, no era propio de la religión oficial –patrocinada por el monarca y sus acólitos- en contraposición con la religión popular, politeísta y tendiente a la magia. La verdadera contraposición se dio entre un politeísmo, tanto de la monarquía como del pueblo y un grupo de gentes religiosas, entre los que destacaban los profetas, cuya figura épica es Elías, que luchaban por implantar el culto de un dios único.

La transición de la época politeísta hasta el yahvismo posterior, se dio según Trebolle, por un movimiento doble de convergencia y de diferenciación. El movimiento de convergencia se hizo asimilando con la figura de Yahvé las características de otros dioses: ‘El, Baal e incluso la divinidad femenina Asherá. Yahvé tiene en sí mismo, y mejor, las cualidades de cualquier otra deidad. De Baal en concreto Yahvé asume las características de Dios guerrero y de los fenómenos atmosféricos de los cielos.

El proceso de diferenciación de Yahvé se logró, al parecer, por un impulso interno de la religión yahvista que desde sus orígenes tendía a oponerse a cualquier otra divinidad.

Finalmente es interesante la síntesis de nuestro autor que resume en tres fases la evolución del discurso sobre la unicidad de Dios:

1. En un principio “no tendrás otros dioses más que a mí” (Ex 20 Y Dt 5), lo que manifiesta que se acepta que existen otros dioses, a los que no se debe hacer caso alguno, sin embargo.

2. “Yahvé nuestro Dios es el solo Yahvé” (Dt 6,4), donde se establece la obligación del culto a una sola divinidad.

3. Llegada a una formulación estrictamente monoteísta: “Yo, Yahvé, soy el primero y el último; fuera de mí no hay otros dioses” (Is 44,6).

Por último, Trebolle se hace eco de la teoría dentro de la historia de las religiones (propugnada por ya Jakob Burckhardt en el siglo XIX) que el cambio a una religión estrictamente monoteísta no pudo ser más que instantánea, es decir, por una imposición desde las superiores instancias religiosas. En este caso hubieron de ser las que encarnaron, a la vuelta de exilio, ya en Israel, los impulsos continuos que desde la época de Elías y del profeta Oseas se habían hecho en este sentido. Por tanto, el movimiento encabezado por Nehemías y Esdras.

Esto supone que el monoteísmo absoluto en Israel, a pesar de que la Biblia lo muestra como un fenómeno campante ya entre los antepasados de Israel, en los orígenes, es un hecho mucho más tardío de lo que se supone. Esta tesis no desconoce, ni le resta méritos a aportaciones anteriores a este movimiento monoteísta: los redactores deuteronomistas, el profeta Jeremías y las reformas religiosas y políticas de los reyes de Judá Ezequías y Josías en el siglo VII a.C.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Domingo, 24 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero


I. El nombre de Jesús. Hace un cierto tiempo he dedicado una postal a este tema, por lo que en esta visión crítica y de conjunto de Mateo 1-2 y Lucas 1-2, hago un simple resumen.

Los datos respecto a cómo llamaba la gente de Galilea Jesús y luego en Jerusalén son los siguientes

1: Jesús de Nazaret: solo en 2 ocasiones en todo el Nuevo Testamento: Mc 1,9 y Hch 10,38 (quizás podría interpretarse también así Mt 21,11).

2: Jesús el nazoreo: 13 veces en el Nuevo Testamento: Mt 2,23; 26,71 Lc 18,37; Jn 18,5.7; 19,19; Hch 2,22; 3,6, 4,10; 6,14; 22,8; 24,5; 26,9 (en total 14 veces). La etimología hebrea de Nazoraîos es incierta: puede provenir de nazir (“el que ha hecho voto de nazireato”: heb. Nazar, “atar”/ “religar”) o de nétzer (“retoño”, “vástago”, se sobrentiende que de David cuando se habla del mesías).

3. Jesús el nazareno: 6 veces Mc 1,24; 10,47; 14,67 y 16,6 y de los demás evangelistas solo en Lucas 4,34 y 24,19. Esta lectura (nazarenós) tiene una variante en los manuscritos que es nazorenós. Los copistas consideraron que estas dos lecturas son equivalentes o formas intercambiables.

4. El lector de la tradición evangélica siente al leerla que –para los autores, Mateo y Lucas– nazoreo, nazareno y vivir desde pequeño en Nazaret (indiferentemente de si se ha nacido o no allí) es lo mismo. Un ejemplo parcial es Mt 2,23, «Fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: “Será llamado Nazoreo”». Para Mateo ser de Nazaret y nazoreo es lo mismo.

5. Como estamos ya en la fase evangélica de la tradición que tiene ya fuentes en griego y que se escribe toda en griego, encontramos algunas dificultades con estas derivaciones. En concreto “un hombre de Nazaret” se diría “Nazaretanós”. Además Nazaret y Nazoreo/nazarenos tiene una consonante diferente en arameo que los hablantes de esta lengua no confunden jamás = La /z/ Nazaret se escribe en arameo con tsadé y la /z/ de nazoreo /nazareno se escribe con zayin. Los arameoparlantes no las confunden jamás.

6. Por tanto “de Nazaret, nazoreo/nazareno” es una pura confusión en griego y no en el arameo de tiempos de Jesús.

7. Es muy improbable que en el Israel del momento en general y en particular en Galilea, muy nacionalistas, que la gente arameoparlante denominara al rabino exorcista y sanador “Jesús de Nazaret”. O bien le llamaban “Jesús ben Josef (hijo de)” o bien “Jesús el nazoreo”, el nazir, el que había hecho votos de consagración exclusiva a Dios o bien “Jesús el hombre santo” (de Dios) como en Mc 1,24. Est es la hipótesis más probable propuesta por algunos investigadores a los que me sumo.

En consecuencia, debemos concluir que en realidad no sabemos cómo denominaban a Jesús y que nuestra denominación siempre tan repetida de “Jesús de Nazaret” es probablemente incorrecta. Es el modo griego usual de llamar a la gente, no el arameo.

II. ¿Nazaret o Belén como lugar de nacimiento?

A: Mc 6,1 lugar de nacimiento: “Salió de allí (sale de la Decápolis y va a la otra orilla:) y vino a su patria (Nazaret por 1,9), y sus discípulos le siguen”. (Es solamente el lugar de origen de sus padres = patrís? Jn 1,45-46: “Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.» 46 Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás»”. Jn 7,40-41: “Muchos entre la gente, que le habían oído estas palabras, decían: «Este es verdaderamente el profeta» (Dt 18,15: “Yahveh tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta, a quien escucharéis.”). Otros decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo?”.

B: Mt 2,1: “Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén” y Lucas lo mismo. Contradicción = Miqueas 5,1: “Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño. Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. El se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines de la tierra”. Obsérvese la vertiente imperialista del mesianismo.

Hay otro Belén, Belén de Nazar, nombrada en Josué 19,15 (Heredad de Zabulón y sus límites: “Cattat, Nahalal, Simrón, Yiralá y Belén: doce ciudades con sus aldeas”). Hipótesis: Jesús nació ahí. Pero es una mera suposición que no tiene fundamento en texto alguno. Como Protoevangelio de Santiago y Ps. Mateo, que como el Mateo (que no lo dice expresamente) canónico sitúan a la familia de Jesús viviendo en Belén y no en Nazaret). Por ello es mejor pensar que una vez afianzada fe en mesianismo de Jesús se dice que nació en Belén porque tenía que nacer allí.

Dentro de Mateo mismo hay dos tradiciones en apariencia al menos contradictorias: a) Jesús nace en Belén; b) Jesús es llamado nazoreo. Para el evangelista no hay contradicción. “Nazoreo” viene de haberse criado en Nazaret. Pero ya hemos visto que eso no parece posible: daría “nazaretano” o más difícilmente nazareno, pero no “nazoreo”. Por tanto, “nazoreo” es como le llamaba la gente a Jesús, independientemente de que hubiera o no nacido en Nazaret. Y dado que la manera usual sería Jesús, hijo de José, si le llamaban nazoreo es porque Jesús era un nazireo. O en general un “hombre santo” (Mc 1,24).

Si comparamos la tradición de que Jesús nació en Belén, nos encontramos con otro problema arriba enunciado: no casan los datos de Mateo (estrella; reyes magos; adoración; engaño de Herodes; matanza de inocentes; viaje a Egipto; vuelta a Nazaret) con los detalles de Lucas (vivir en Nazaret, censo; viaje a Belén; pastores; vuelta a Nazaret sin viaje a Egipto).

A: La tradición de Mateo se basa solo en el cumplimiento de las Escrituras: a) Nacimiento en Belén = Miq 5,1; huida a Egipto (Os 11,1: “Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo”); la matanza de los inocentes = Jr 31,15: “Así dice Yahveh: En Ramá se escuchan ayes, lloro amarguísimo. Raquel que llora por sus hijos, que rehúsa consolarse - por sus hijos - porque no existen” (lo que no existen son los exiliados a Babilonia); la vuelta a Nazaret (“será llamado nazoreo) en una profecía que no sabemos cuál es al pie de la letra, pero probablemente el que el mesías será el nuevo Sansón: este liberará a Israel de los filisteos y el mesías liberará a Israel y a la humanidad del Diablo: Jue 13,2-5:

“Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. 3 El ángel de Yahveh se apareció a esta mujer y le dijo: «Bien sabes que eres estéril y que no has tenido hijos, 4 pero concebirás y darás a luz un hijo. En adelante guárdate de beber vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro. 5 Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño será nazir de Dios desde el seno de su madre. El comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos»”.

Obsérvese el parecido con la historia de la concepción virginal. Estamos en el mismo mundo legendario sobrenatural. El hagiógrafo no necesita hechos seguros. Inventa lo que pasó a la luz de las Escrituras.

B: La tradición que recoge Lucas: no se basa en las Escrituras como Mateo pero no tenemos forma de comprobar su veracidad. En cuanto 1. Contiene elementos sobrenaturales (sobre todo la escena de los pastores) 2. No casa con la de Mateo, y lo del censo de Quirino es una mera confusión., concluimos que es pura leyenda. 3. María luego no tiene ni idea de lo que paso y eso que Lc 2,19 afirma: “Y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.”

C. Marcos ignora todo esto.

D. Si Juan conocía esta tradición, la rechaza en Jn 1,45-46; Jn 7,40-42.

En conclusión: es posible que Jesús haya nacido en Nazaret… con ciertas dudas (de santo/ nazir/nazoreo) a Jesús de Nazaret al modo grecorromano. Porque si Marcos no sabe nada es probable que hacia el 72-75 se hubiera perdido el recuerdo exacto de dónde nació Jesús ya que la vida oculta no interesó en tiempos de Marcos solo su muerte y resurrección (< Pablo). El movimiento de invención de la vida oculta de Jesús en los evangelios canónicos no se distingue en el fondo de los impulsos que llevaron a la creación de los Evangelios Apócrifos.
Por tanto: es casi seguro de que Jesús no nació en Belén. No está probado, no es seguro, de que hubiera nacido en Nazaret. Si parece seguro por muchos indicios que nació genéricamente en Galilea. Tendremos que decir en todo caso y para no equivocarnos “Jesús de Galilea”. De lo demás confesar que no sabemos nada con seguridad.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 22 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero

La situación actual de la investigación respecto a los problemas críticos suscitados por el análisis de los “Evangelios de la infancia” de Mateo y Lucas es la siguiente:

• Críticos radicales: todo es puramente legendario. No podemos obtener casi nada histórico de estos capítulos, salvo los nombres de los padres de Jesús. Ni siquiera es seguro cómo se denominaba a Jesús ni tampoco su lugar ni fecha exacta de nacimiento.


• Críticos moderados, normalmente “confesionales”. El texto de los dos capítulos es legendario, pero los autores están voluntariamente haciendo “historia teológica”. Bajo este sintagma se entiende que los autores de estos cuatro capítulos toman consciente o inconscientemente temas del Antiguo Testamento (por ejemplo el oráculo de Balaán de Números 22-24) para vehicular un mensaje teológico “cristiano”, cuya síntesis podría ser la siguiente: Jesús de Nazaret, nacido en Belén, es el mesías; su nacimiento fue prodigioso, más que el de otros héroes de los paganos; es el mesías pero no solo de Israel, sino del universo entero.

• Esos cuatro capítulos son en realidad parábolas sin historicidad alguna pero con grn carga de teología: (Marcus J. Borg y Jean Dominique Crossan) en una obra editada por Verbo divino, que lleva el título “La primera Navidad”. Recordarán los lectores que allí comentaba cómo se entiende este La parábola es una forma de discurso, lo mismo que la poesía. Es una forma de utilizar el lenguaje” (p. 37).


El modelo es el corpus de parábolas de Jesús. Nadie se preocupa si los acontecimientos relatados en las parábolas son objetivos o no. Lo que importa es el significado, el mensaje que se transmite, no la objetividad. Ello –según los autores- no significa renunciar a la ciencia de la historia, sino darle un nuevo significado. Al situar las narraciones parabólicas en el contexto del siglo I, en el Israel y en el Imperio de la época de los evangelistas –opinan-, se cae en la cuenta que también para los lectores de esa época lo que importaba no era el significado literal, sino “lo supraliteral, lo suparaobjetivo, el plus de significado”. “¿Tuvieron realmente lugar esos acontecimientos, y en especial los más espectaculares como la anunciación o la concepción virginal? Este debate no sólo es estéril, sino una distracción, pues aparta la atención de lo verdaderamente importante: ¿qué significan esos relatos? Dejando de lado que sucedieran o no, ¿cuál fue, y cuál es hoy su significado?

Esta interpretación es una variante de la segunda, más precisa si se quiere y camina por el sendero de interpretar todo lo que de mito y leyenda puede tener la religión cristiana como un mero símbolo. Este sistema obvia la dura realidad dogmática = hay que creer en los dogmas como verdades objetivas, y los interpreta todos como símbolos. He escrito también que esta es la línea si no iniciada, sí oficializada y con espaldarazo teológico, del escrito programático de Roger Haight, “Jesús, símbolo de Dios” editado en España por Trotta, y traducido por mí. Y he señalado además que es este un camino que se irá imponiendo poco a poco y que es la única solución para que las nuevas generaciones, alérgica a los mitos tradicionales (no los nuevos) puedan aceptar la religión cristiana.

Mi posición al respecto. Por un lado me acerco a la crítica radical: las “historias” de Mateo y Lucas son leyendas, pero ellos –los autores y sus comunidades– se lo creían plenamente. Y son dos leyendas diferentes, de origen radicalmente diferente. Por tanto, el historiador debe adoptar un escepticismo más o menos radical. No sabemos nada seguro. Pero, por otro lado, intento obtener algún dato histórico de estas leyendas: aceptar algo de aquello en lo que coinciden Mateo y Lucas, a saber, los padres de Jesús se llamaban Jesús y María. Pero no sabemos más. Todo lo de los hijos de José, aportado al matrimonio etc. es una tradición apócrifa. Acepto que Jesús nació en la época de Herodes el Grande y que al menos vivió en Nazaret. El que ese pueblecillo no haya dejado rastro en el Antiguo Testamento y en la historia en general no lo creo motivo suficiente para negar su existencia en el siglo I. Hay miles de pueblos nombrados en la historia antigua que no han dejado ni siquiera ni un solo rastro documental, más que una única mención.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Jueves, 21 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero

Seguimos con una visión crítica, por ahora general, de los “Evangelios de la Infancia” de Mateo y Lucas

La teología de los dos evangelistas es concordante en cuanto a la concepción extraordinaria de Jesús, que es lo único que importa para ellos, de modo que el héroe de la narración esté a la misma altura que las concepciones con intervención especial divina de personajes muy importantes del pasado, como el héroe luego divinizado Hércules, y entre los mortales más “corrientes”, Platón, Demócrito, Alejandro Magno e incluso Augusto.

En lo demás, desde el punto de vista teológico y narrativo apenas si muestran contactos Mateo y Lucas. Sí concuerdan en el nacimiento en Belén, en los tiempos de Herodes el Grande, y casi poco más. La gran teología veterotestamentaria de Lucas acerca del Mesías contenida en los cantos de Zacarías (el Benedictus) y de María (Magnificat) está ausente en Mateo. La teología lucana es puramente judía, una teología de un mesías que trae la salvación, sí, pero para Israel solo, y que contiene también las ideas usuales de los profetas postexílicos de la dominación universal de este sobre los demás pueblos, teología que, por otra parte no concuerda con las ideas mesiánicas del resto del Evangelio lucano: un mesías sufriente (aunque sin insistir demasiado en la cruz y sí, mucho, en la gloria dela resurrección).

La figura de Juan Bautista y su madre Isabel, presentes en Lucas, es desconocida por Mateo. Nada sabe este de la relación de Juan y la infancia de Jesús a través de María y su parentesco con Isabel; por tanto y su parentesco también con el Bautista. El ambiente terrible de la persecución de Jesús por Herodes, la matanza de los inocentes, la huida a Egipto, la ida a Nazaret según Mateo tras la vuelta del exilio no aparecen en absoluto en Lucas, en donde reina una atmósfera más bien idílica y gozosa con la presentación angélica del Mesías a los pastores, el coro celestial y la visita de adoración al Mesías por parte de los pastores, en la que participa de algún modo todas las gentes de la comarca de Belén. Según Lucas, la familia se había trasladado eventualmente desde Nazaret a Belén a causa del censo de Quirino Según Mateo, por el contrario, la familia residía en Belén desde siempre y solo se aposenta en Nazaret, tras el exilio voluntario en Egipto, huyendo de la crueldad de Arquelao.

Pero lo que me parece más importante desde el punto de vista de la historia –y la historicidad de lo narrado– es que en ambos evangelistas, el personaje de María y el pueblo de Jerusalén desconocen en el resto del evangelio absolutamente todo lo que le ha ocurrido a María: la maravillosa concepción de su hijo; las profecías de Simeón en el tiempo de la circuncisión del niño, el portento de un Jesús ya muy sabio cuando discute con los doctores en el Templo a la edad de doce años, etc. Todo está ausente del resto del Evangelio de Lucas y eso que María guardaba todo en su corazón (Lc 2,19 y 51).

Lo mismo puede decirse en líneas generales de Mateo. María y la familia de Jesús en el cuerpo general del Evangelio desconocen en absoluto toda la historia de la concepción virginal y las maravillas que la rodearon.

La conclusión que se obtiene, casi irremisiblemente, de estos hechos es que los capítulos 1 y 2 de Mateo y de Lucas no pertenecen al original de los evangelios, y que es en extremo dudoso que fueran añadidos posteriormente por los autores mismos de sus respectivas obras al sentir la necesidad de completar la “biografía” marcana de Jesús.

Me parece, y esto es ya hipótesis, que esos capítulos 1-2 fueron añadidos por otra persona con autoridad dentro del grupo que albergó el nacimiento de esos dos evangelios, mucho más tarde. Quizás durante la revisión que se hicieron –me parece que es indudable– de los evangelios en el siglo II antes del momento en el que se decidió su entrada en un canon naciente (no sabemos ni dónde, ni cómo ni cuándo)…, pero no sabemos tampoco quién fue el glosador. Lo capítulos 1-2 de Mateo y Lucas son un cuerpo extraño al resto de los respectivos. Me parece extraño que Marcos, que escribe hacia el 72-75, no experimentara la necesidad de contar la infancia del Salvador, o no supiera nada de ella, y que unos cinco o diez años más tarde, el autor de Mateo sintiera ya que había que añadir esa parte de la infancia del héroe Jesús a la “biografía” compuesta por su antecesor Marcos. Pienso que –viendo lo poco que casan esos añadidos con el resto de sus evangelios respectivos– que esos capítulos son glosa posterior, y obra de otra mano, extraña a los evangelistas. Pero el añadido debió de ser muy temprano, porque lo traen ya todos los manuscritos in duda alguna. Por tanto antes del 150.

Seguiremos el próximo día describiendo las tres hipótesis interpretativas generales de estos capítulos iniciales de los Evangelios de Mateo y Lucas, que dominan la investigación actual.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Miércoles, 20 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero


Hay estudiosos, incluso católicos, como Joachim Gnilka, que comienzan sus “Vida de Jesús” (un clásico desde nada menos que desde 1972) con el bautismo de Jesús desde su bautismo por Juan. Consideran que todo lo que dicen Mateo 1-2 y Lucas 1-2 es tan absolutamente legendario que no cabe en una “biografía” científica de la vida del rabino galileo, Jesús. Yo opino más o menos igual que Gnilka y muchos otros, pero pienso que sí es necesario detenerse en estos capítulos evangélicos porque de ellos pueden extraerse datos interesantes sobre el carácter de los evangelios mismos y sobre sus autores, más que sobre Jesús.

1. Mi idea general, que debo fundamentar a lo largo de una miniserie, es que Mateo y Lucas reflejan ya el impulso y el principio motriz de lo que luego serán los Evangelios apócrifos: sienten que Marcos y la Fuente Q, en los que abrevan, son incompletos; hay que rellenar con datos legendarios y agradables para los creyentes lo que no se sabe por otros medios, es decir, por datos fiables. Basta echar una ojeada a los dos capítulos que inician Mateo y Lucas para caer en la cuenta de que los primeros pasos –vida oculta– de la vida del héroe de la fe, Jesús, no interesó en absoluto ni a Marcos ni a Juan, primero y cuarto evangelistas.

Marcos probablemente no se sintió interesado sencillamente porque no sabía nada o casi nada de esa “vida oculta”, y en segundo lugar por estar convencido de que la vida de Jesús antes de su bautismo era ininteresante. Jesús era un ser humano relativamente normal, que fue elegido por Dios entre varios posibles candidatos en la plenitud de los tiempos y que fue adoptado como hijo de la divinidad en el bautismo (Mc 1,9-11).

Y Juan, el cuarto y tardío evangelista, porque se centra de tal modo en sus especulaciones sobre la sabiduría divina y su palabra hacia los humanos, que en el fondo le daba igual en qué persona habría de encarnarse en la tierra tal Sabiduría/Logos para realizar el designio de la restauración de la obra de la creación, fallida desde que apareció sobre la tierra Adán (Jn 1,1-14). Por eso no era preciso contar a los lectores de su evangelio absolutamente nada de la vida de esa persona hasta que Dios decide que su presencia en la tierra sea significativa. “No hay” vida oculta, sino que Jesús comienza en verdad para la historia de la redención en verdad cuando un personaje relevante, el Bautista, que arrastraba multitudes (Flavio Josefo Antigüedades XVIII 116-117) y era un peligro público para el orden galileo-romano, proclama que Jesús es nada menos que el elegido como “Cordero” especial, cuya exaltación/muerte liberaría al mundo de los lazos de Satanás y comenzaría el proceso del retorno a los orígenes de la creación (Jn 1,26-29). Jesús es el revelador ante todo de ese proceso.

2. Mateo y Lucas recogen en el entorno de sus respectivas comunidades (¿Siria? y ¿Éfeso?) tradiciones sobre la infancia de Jesús que son en esencia incompatibles entre sí, ya que hablan de dos Jesuses distintos con episodios distintos y no encajables unos con otros.

Mateo, después de la genealogía de Jesús, presenta a un José desconcertado por el embarazo de su prometida, y a una muchachita embarazada, María, de la que no se cuenta absolutamente nada de una posible visita angélica que le explique su “estado de buena esperanza”. Solo José recibe el anuncio angélico que explica algo de lo que está ocurriendo. Y luego dice expresamente Mateo que tras nacer el héroe de la narración, Jesús, tuvieron José y María una vida matrimonial ordinaria y normal, de cuyos frutos no habla hasta el capítulo 13,55-56 (= Mc 6,1-6), donde da hasta sus nombres (Jacobo/ Santiago, Joseto, Judas y Simón más dos hijas innominadas).

El capítulo 2 de Mateo establece que el nacimiento de Jesús fue durante el reinado de Herodes el Grande (que muere en el 4 a.C.) y en Belén, donde residían José y María, no en Nazaret, como a veces se dice. Luego se suceden acciones maravillosas: la estrella que aparece de repente en los cielos, le venida de magos de oriente, para postrarse (prokyneîn de 2,2 no significa necesariamente “adorar”, como suele traducirse puesto que en la narración, por el momento trata solo del mesías rey de los judíos, un ser excepcional pero hombre al fin y al cabo). El engaño de Herodes y su enorme rabia: matanza de los niños inocentes, huida y estancia en Egipto, vuelta a Judea y retirada prudente hacia Galilea. De todo esto nada sabe en absoluto Lucas, aunque Mateo dice expresamente que “toda Jerusalén” (como en español “todo el mundo lo sabe”: Mt 2,3) se conmocionó con la llegada de los magos de Oriente y que se originó un enorme revuelo que por ello.

Lucas presenta un panorama totalmente distinto: en un largo primer capítulo habla de gentes que Mateo no conoce en absoluto, como Zacarías e Isabel, pariente de María, (no “prima” = hallazgo tardío, creo que aparece ya en la traducción de la Vulgata latina al inglés de John Wickliffe y sus colegas hacia 1380 y tantos, interpretación que dura hasta hoy día), con largos cánticos teológico-escriturarios como el Magnificat (todavía hoy los viejos del lugar lo reconocen por su nombre latino: Lc 1,46), y el de Zacarías (1,68, el Benedictus), canticos plenos de una teología sobre el mesías profundamente judía, sin asomo ninguno de arreglos mesiánicos cristianos tal como aparecen luego en el evangelio: aquí hay manos diversas a la del resto del evangelio o absorción de fuentes, sin más). Y el capítulo 2 de Lucas en nada se parece tampoco al 2 de Mateo. El de Lucas comienza con un censo universal ordenado por el emperador (del que nada sabemos por la historia de Augusto), y con una atmósfera de alegría y de aparición de ángeles (los pastores de Belén) totalmente desconocidos por Mateo.

En síntesis: dos narraciones divergentes que presentan al lector dos Jesuses distintos y dos historias diferentes imposibles de casar entre sí. Y ante este panorama la investigación actual, tanto protestante como católica o independiente, mantienen posturas de interpretación encontradas, también incompatibles, de las que hablaremos el próximo día. Estas posturas interpretativas puede reducirse a tres: a) total escepticismo acerca de su historicidad: nula; b) exégesis hermenéutica de estos relatos como “historias” teológicas”, y c) interpretación como simples símbolos y parábolas de cuya historicidad ni los mismos antiguos estaban seguros. Las dos últimas me parecen altamente improbables.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Martes, 19 de Julio 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Se está diciendo por ahí que Jesucristo era un extraterrestre qué opina sobre eso?

Anunakis o nefilin se les denominan reptilianos?

En qué parte de la biblia pone como se debe alimentar uno para tener salud q lo dijo Jesucristo? pues lei en alguna parte que en el libro Sesenio de La Paz con 240 pgs. lo ponía pero no le veo en la biblia.

Qué biblia es la menos trastocada en idioma español?. Un saludo.


RESPUESTA:

Breve escribe Usted, pero abundante en cuestiones. Intentaré responder.


1. No haga caso a estupideces. La ignorancia es súper atrevida. Lo mismo lo podría decir de Vespasiano, que dicen que curó a un ciego (Flavio Josefo), o de Apolonio de Tiana, que hizo diversos milagros, pero supongo que en estos casos la gente un poco seria se reiría aún más. En historia antigua no se puede inventar nada, sino cuando algo no se entiende se hacen hipótesis razonables y plausibles con los datos que uno tiene, no sacando conejos de la chistera.

2. Los anunakis podrías ser nefilim en cuanto pueden interpretarse como dioses secundarios en una corte de dioses. Pero los nefilim son espíritus / ángeles, o bien más tarde demonios, para los judíos, nacidos de los antiguos gigantes. Como ve todo pura mitología. Es probable que estos tomaran esos conceptos de las creencias generales del Medio Oriente, desde Sumeria, en concreto de la zona mesopotámica común. Pero luego los rebajaron y los subordinaron a Yahvé. Lea el cap. 6 del libro del Génesis. Se verá que son tradiciones muy antiguas que se transmiten de antaño, pero que se reinterpretan. Si algunos los laman reptilianos, no lo sé. Me imagino que será porque unen el capítulo 6 del Génesis con el capítulo 3 y la historia de la serpiente. Pero no tiene sentido alguno.

3. Yo no conozco nada de eso en el Nuevo Testamento como palabra de Jesús.. Vea el cap. 7 del Evangelio de Marcos…, pero poco tiene que ver. A Jesús no le preocuparon los alimentos en el sentido moderno de la dietética, sino si eran puros por sí mismos o no. Nada que ver en principio con la mejor salud del ser humano.

4. Muchas veces me lo han preguntado…. Para el Nuevo Testamento le recomiendo la Biblia de Jerusalén. El año que viene, 2017 tendrá Usted un Nuevo Testamento diferente, laico y aconfesional, respetuoso pero histórico crítico. Ya lo avisaré por las redes. Para el Antiguo Testamento recomiendo la Biblia de Cantera-Iglesias (de la B.A.C.). Sus notas son muy buenas.


Pregunta:

En abril de 2015 leí en una entrevista que le hicieron que “en el Evangelio de San Juan se insinúa en 2 ocasiones que Jesús sabía griego.”. Creo que una de esas dos insinuaciones podría ser cuando unos griegos buscan a Jesús. ¿Podría especificarme de todos modos cuáles son esas 2 ocasiones en las que se insinúa que Jesús sabía griego?


RESPUESTA:

Son meras posibilidades, pero posibilidades reales, debidas a que su trabajo estaba en Nazaret y esta villa estaba cercana de Tiberíades y Séforis donde había muchos griegos. Si quería conseguir trabajo debía chapurrear algo de griego.

El primer texto: Jn 7,35: “ Se decían entre sí los judíos: «¿A dónde se irá éste que nosotros no le podamos encontrar? ¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos?”

El segundo: Jn 12,20-22: “Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.”

Información sobre esto y la educación de Jesús en mi obra “Ciudadano Jesús” (si le apetece, entre en www.antoniopinero.com. ciudadanojesus.com)

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Lunes, 18 de Julio 2016
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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