Notas
Hoy escribe Carmen Padilla
– A lo largo de 2012 aparecieron otros dos libros sobre Jesús que pueden considerarse complementarios, en el sentido de que presentan su figura desde nuevas perspectivas: 1. Ciudadano Jesús. Las respuestas a todas las preguntas, ed. Atanor, Madrid 2012 y 2. Jesús de Nazaret. El hombre de las cien caras, ed. EDAF, Madrid 2012. Hoy voy a hablar solo del primero. Este libro puede parecer un poco raro, porque se trata de una recopilación de textos evangélicos, canónicos y apócrifos –hasta los siglos III y IV– sobre los diversos aspectos de Jesús y las afirmaciones que sobre la naturaleza y la misión de este hicieron los cristianos que pertenecían a diversas “escuelas” teológicas: cómo se veía él a sí mismo y cómo lo vieron sus discípulos, sus amigos y sus enemigos. Afirma en el Prólogo el autor que no es “un libro de texto” sino “un libro de textos” y, de hecho, apenas contiene comentario alguno, sino una buena introducción y una conclusión que estimo muy interesante. Por si alguien pensara que los textos aducidos se utilizan como fuente igualitaria para dar cuenta de esas “cien caras” del Jesús histórico sin ningún tipo de discernimiento, leemos en el Prólogo mismo: “Aunque no se hacen diferencias tipográficas en su presentación, ello no quiere decir que se otorgue el mismo valor como fuente histórica a todos los textos presentados. No vale lo mismo para reconstruir al Jesús histórico el material contenido en los evangelios más antiguos, que coinciden con los aceptados por la Iglesia, es decir, Marcos, Mateo, Lucas y en menor grado Juan, que el fantasioso conjunto de textos que la reinterpretación de Jesús fue acumulando a partir del siglo II hasta el XI más o menos. Pero son muestras de la evolución del pensamiento cristiano sobre Jesús ”. Como en el resto de las obras, asegura A. Piñero en las conclusiones que “es normal que haya serias divergencias entre las reconstrucciones del Jesús de la historia y las especulaciones puramente teológicas que componen el Cristo de la fe”. Este libro, pues, recoge esas divergencias. Tuve personalmente la oportunidad de preguntarle al autor sobre el libro y su respuesta fue la siguiente que procuro transcribir con exactitud: “La idea rectora del libro al ofrecer al lector textos tan contradictorios sobre la figura y la verdadera naturaleza Jesús de Nazaret supone que la imagen de Jesús como Cristo, o mesías celestial, era tan variada entre los cristianos de los primeros siglos y, a veces, tan contradictoria, que no podía ser otra cosa que un producto de la religiosidad interior. Por tanto, si los primeros cristianos se consideraron capacitados por el Espíritu para interpretar a Jesús cada uno a su manera, no se ve por qué hoy día no podrían hacer lo mismo”. En el fondo este libro es una suerte de ensayo de una “pedagogía de la comprensión” hacia las demás personas que tienen una idea diferente de Jesús que uno mismo, y sobre cómo no es posible disentir hasta la agresión o el desprecio hacia otros cristianos simplemente por pensar diferente de Jesús. Al mismo tiempo el libro puede ser un tanto deletéreo para las mentes que se conforman con ideas puramente tradicionales, fijas, sin matices sobre Jesús ya que muestra la irreductible variedad de las ideas cristianas sobre el personaje que difícilmente pueden reducirse a dogmas sin dejar fuera a muchos cristianos. No se extrañe, pues, el lector si en el elenco de opiniones cristianas sobre Jesús aparecen –y voy a poner solo unos ejemplos– Jesús como Dios existe antes de los siglos / Jesús es un hombre normal, como otros. Hay encarnación verdadera / No hay encarnación verdadera. Virginidad perpetua de María, incluso después del parto de Jesús / No hubo virginidad perpetua de María, incluso después del parto de Jesús. Juan Bautista es el maestro de Dios / Juan Bautista desconoce quién es Jesús. Jesús es fiel cumplidor de la ley de Moisés / Jesús corrige a fondo la Ley y su interpretación. Jesús funda una iglesia / No funda una Iglesia… Y así podríamos seguir. Y el libro concluye: “Es inútil hacer afirmaciones apodícticas basándose en las fuentes transmitidas --nuestro único sistema de conocimiento-- y es inútil morir o matar por una visión de Jesús que en esencia permanece fluctuante y relativa”. Saludos cordiales de Carmen Padilla Saludos cordiales de Carmen Padilla
Sábado, 17 de Diciembre 2016
Comentarios
NotasEscribe Carmen Padilla Inicio este apartado sobre el Jesús histórico transcribiendo unas líneas de A. Piñero a propósito de su libro Jesús y las mujeres, ed. Trotta, Madrid 2014 (reedición), que pueden servir de marco para todos los demás: “Mi libro no es divulgativo, sino científico y de análisis personal. Pero a la vez está escrito con palabras claras, con frases y párrafos cortos, y aporta la traducción al castellano de todos los textos, lo cual es una ventaja para el lector, puesto que cómodamente puede hacer una interpretación personal. Siento que la gente confunde la claridad con lo divulgativo (que, incluso muchísimas veces es de alta calidad científica). No quiero escribir para que no me entienda la gente, aunque el tema sea complicado. Tampoco soy dogmático y procuro presentar siempre las conclusiones como lo más probable. Luego que cada uno opine como quiera… Mi deseo es esclarecer…” Esta declaración de intenciones está presente en toda la obra, como dijimos al principio. Analizamos ahora los libros que se refieren más directamente a la figura del Jesús histórico, aunque, de forma más o menos explícita, Jesús siempre esté presente en todos. El referido libro Jesús y las mujeres se publicó por primera vez en la editorial Aguilar, Madrid 2008. Su reedición en la ed. Trotta, Madrid 2014, supuso una revisión de la primera, y en ella se han añadido algunos complementos, como los tres índices de autores de pasajes citados del Antiguo y del Nuevo Testamento. Asimismo se ha cambiado el orden de determinados capítulos. Se trata, en resumen, de un análisis pretendidamente aséptico de todos los textos de la literatura evangélica de los tres primeros siglos –tanto la canónica como la apócrifa– sobre la relación de Jesús con las mujeres, incluyendo en el corpus el papiro copto del evangelio de María, recientemente descubierto y del que se ha ocupado Karen L. King, del que nuestro autor mismo ha manifestado que cree ser un falso. En cada texto citado se ofrece un comentario que intenta contextualizarlo, es decir, responder a la pregunta sobre qué entendería un lector de su época correspondiente, a fin de poner en valor su historicidad. En cuanto al análisis de los textos, propone el autor cuatro niveles o estratos, desde el punto de vista de su cercanía a Jesús a saber: A) el más cercano a la vida de Jesús, es decir, el nivel del Jesús de la historia; B) el de la comunidad de los seguidores más inmediatos de Jesús; C) otro más alejado cronológicamente de Jesús, de segunda o incluso de tercera generación, que representa el punto de vista de los evangelistas o de la comunidad en que vivían; D) el de los evangelios apócrifos, muy posterior a la vida de Jesús, a veces siglos, con narraciones a todas luces legendarias. Teniendo en cuenta estos diferentes estratos se obtienen conclusiones sobre el Jesús de la historia, si bien dichas conclusiones han encontrado en algunos sectores cierta oposición, porque, según Piñero, “no se quiere aceptar otra imagen que la que uno tiene ya previamente en su cabeza”. La pregunta latente en todo el libro –que se contesta en las conclusiones finales– es la siguiente: ¿Supuso la actitud de Jesús un auténtico movimiento revolucionario que postuló en la teoría y en la práctica un cambio teórico y práctico en la consideración de la mujer, y en sus funciones como mujer respecto al varón en la sociedad de su época? O, dicho de otro modo, ¿propuso en verdad Jesús un nuevo modelo ideológico respecto a la función y al papel de las mujeres en la sociedad de su tiempo, que fuera realmente un cambio profundo, una revolución de los valores sociales vigentes? El autor justifica su respuesta al final con un desglose de razones derivadas del estudio previo de los textos: no es posible sostener que Jesús fuera el primer feminista dela historia. No hay ningún texto que lo justifique. El que Jesús piense que las mujeres están teológicamente, a nivel dela salvación, o “ante Dios” en un nivel igual a los varones era algo absolutamente obvio entre los maestros fariseos de la época de Jesús…, pero esto no supone que sociológicamente se considere a las mujeres en pie de igualdad con los varones, es decir, con los mismos derechos y deberes. Jesús no se salió, pues, del marco “machista” general de su época tanto en Israel como en el mundo grecorromano o egipcio. No hay el menor indicio ni la menor proclama feminista en boca de Jesús, ni el menor cambio de consideración socio-política de las féminas…salvo que las tratara generalmente bien, cosa que igualmente era común entre los rabinos de la época. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Viernes, 16 de Diciembre 2016
NotasEscribe Carmen Padilla Para concluir el apartado del mundo en torno del Nuevo Testamento debemos citar, aunque sea brevemente, dos libros que hacen referencia al mismo período, pero escritos en un género literario distinto. Se trata de dos novelas históricas, la única incursión de Antonio Piñero en un territorio que no ha frecuentado demasiado hasta ahora. 1. La primera tuvo dos nombres. Primero se llamó “La Puerta de Damasco” y la publicó una editorial en Orense, Bellbook, que luego se supo que era más pirata que Drake (desapareció naturalmente y dejo colgados a todos los autores embaucados). Más tarde, dado el turbulento perfil de la editora desaparecida, la retomó otra casa editorial portuguesa, Esquilo, con un cambio de título. Se llamó entonces Herodes el Grande, Badajoz 2007. Esta primera novela fue concebida como la primera entrega de una trilogía que aún no está completada. El rey Herodes el Grande, que da título definitivo al volumen, es el protagonista principal, pero por sus páginas desfilan los actores más importantes del momento: el emperador Augusto, Livia, Salomé y los hijos de Herodes, Antípatro y Arquelao , quien sería el sucesor en el trono de Israel por breve tiempo, y otros muchos personajes con diferente grado de protagonismo. En síntesis, las páginas de la novela relatan al detalle las diversas peripecias por las que pasa el agitado mundo judío y su relación con el Imperio Romano: las intrigas de la corte de un rey inteligente, cruel, amante de las artes y enamorado del mundo cultural grecorromano en general. La trama es la propia de una corte de época helenístico-romana con personajes muy duros y de enorme impronta en su entorno. Las ambiciones personales, las envidias y traiciones, el amor, la guerra y la política de su tiempo son las dueñas de la escena en la que al final nace un niño que más tarde sería conocido como el “rabino” de Nazaret. En definitiva, se trata de un conjunto de motivos bien estructurado que se erige sobre un fondo histórico absolutamente real, a pesar de no olvidar la veta ficcional. La novela parte de una presunta carta de un judío a su amigo romano Quinto Marcio, lo que sirve al autor de causa lógica para incluir en su narración las noticias sobre el nacimiento de Jesús y concluye con la última carta de la correspondencia entre estos dos amigos. Cierra el libro un útil Glosario sobre términos técnicos y un Índice de personajes por orden alfabético. 2. Cuenta el propio A. Piñero que escribió la segunda novela enseguida, pero que la mantuvo “en un cajón” durante unos quince años. Parece ser que dudaba de su capacidad para este tipo de obras meramente narrativas (le habría gustado escribir como Robert Graves, decía) y al final recabó la colaboración de José Luis Corral, reconocido escritor del género histórico novelado para dar forma definitiva a lo que el mismo pensaba que aún era un mero borrador, aunque desarrollado. Sobre la idea y manuscrito original del propio Piñero, trabajaron codo a codo Corral y nuestro autor durante un año… y –opino– la colaboración fue un éxito, hasta el punto de que al leer la novela es imposible adivinar la parte de cada uno. La novela salió finalmente a nombre de los dos autores José Luis Corral-Antonio Piñero, con el título El Trono Maldito. La editorial es Planeta, Barcelona 2014, y ciertamente es la continuación natural de la novela anteriormente reseñada. Asistimos en esta ocasión a la muerte del cruel rey Herodes tras ordenar la ejecución de su hijo Antípatro, en otro tiempo su hijo más querido. No es de extrañar este hecho, puesto que ya había ordenado también las muertes de sus hijos Alejandro y Aristóbulo, y la de su esposa preferida, Mariamme, de estirpe macabea. A lo largo de las páginas de la novela, se suceden las intrigas para ocupar el trono de Israel, que al fin conseguirá Arquelao, hijo de otra esposa de Herodes (tuvo nueve legales), la bella samaritana Maltace, sin eludir las maniobras de otros personajes históricos, como Herodes Antipas, Tiberio, sucesor de Augusto, y la irrupción de Juan Bautista, Jesús de Nazaret, Pilato, Caifás, Julio Agripa, Calígula, etc. En definitiva, una extensa galería de los personajes del momento, cuyas vidas se entrelazan en las turbulentas relaciones de Israel con el Imperio, componiendo uno de los períodos más controvertidos y contradictorios de la historia de la humanidad. Relato histórico, siempre fiel a los acontecimientos, que incluye algún personaje de ficción, como Hipódamo, jefe de la policía de Judea y de Galilea o su esposa Rut. No obstante, si bien estos personajes son ficticios, no lo es el papel que desempeñan a lo largo de la obra, es decir, que su función existió realmente. Me parece que lo más importante del relato es ver como los personajes de Juan Bautista, y sobre todo, Jesús de Nazaret se articulan perfectamente en la historia del Israel del siglo I, y cómo la predicación de ambos acerca de la pronta venida del reino de Dios sobre el suelo de Israel (un tema aparentemente solo religioso) tuvo tan impresionantes y necesarias consecuencias políticas…, de modo que la vida de los dos predicadores hubo de acabar tristemente como la de otros sediciosos –desde el punto de vista del Imperio Romano– contra el poder político dominante en Israel que no era otro que el romano. Termina esta novela con unos útiles mapas sobre el Imperio Romano a la muerte de Augusto, el reparto de Israel a principios del siglo I y unos planos de Jerusalén y de su Templo en el mismo siglo. Una página con la Cronología de los hechos más significativos y la consabida galería de Personajes ayuda, además, a situar a cada uno en su contexto. Esta novela ha tenido una excelente acogida, siendo, en mi opinión, amena, instructiva y de fácil lectura, con todos los ingredientes para enganchar al lector, ingredientes que pueden ser perfectamente la base de una buena serie de época para la televisión. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Jueves, 15 de Diciembre 2016
Notas
Hoy escribe Carmen Padilla
Comienzo este apartado con dos libros que surgieron a partir de sendos cursos organizados en la Universidad Popular de Logroño por el profesor Eugenio Gómez Segura. Él y Antonio Piñero son los editores y coautores de ambos: 1. La Verdadera Historia de la Pasión, según la investigación y el estudio histórico, editorial EDAF, Madrid 2008, 2. El Juicio Final, editorial EDAF, Madrid 2010. A. Las ideas directrices del primero son, por un lado, la intención de dar a conocer la importancia de la historia de la pasión de Jesús para la comprensión del desarrollo de los Evangelios y de la constitución de la teología cristiana; por otro, la certeza de que no es posible entender a fondo la historia de la pasión si no se la sitúa en su contexto adecuado, es decir, en las culturas religiosas del entorno (Egipto y Grecia sobre todo) y en el mundo judío del siglo I. Me parece una de las cosas más significativas del libro la síntesis que se recoge en la p. 227, que responde a la siguiente pregunta: ¿Qué consideramos históricamente posible de los relatos acerca de la Pasión de Jesús? La respuesta a esta cuestión resulta novedosa y bien argumentada, explicando que las acciones y dichos recogidos por los evangelistas como históricamente sucedidos en una semana debieron durar mucho más tiempo: en opinión de A. Piñero, desde la fiesta de los Tabernáculos (septiembre) hasta la de Pascua (abril). Asimismo, aquellos episodios en los que coinciden los dos testimonios más representativos de Marcos y Juan, si bien despojados de lo que puede ser un cierto embellecimiento posterior, pueden considerarse razonablemente históricos en su núcleo (p. 232). En un Anexo, a continuación, se destacan también aquellos episodios cuya historicidad es al menos dudosa, por ejemplo, el episodio de Barrabás, la presencia de mujeres junto a la cruz, los eventos en torno a la muerte de Jesús, y otros muchos. Completa el libro un interesante Apéndice sobre la pasión de Jesús en el cine contemporáneo y una cuidada bibliografía. B. El Juicio Final, en el Cristianismo primitivo y las religiones de su entorno, ed. Edaf, Madrid 2010, parte de la afirmación de que la creencia apocalíptica es una de las ideas religiosas más extendidas en todas las culturas. Al igual que en el libro anterior, se hace un repaso de cómo las sucesivas religiones, en especial la egipcia y la irania –las dos que más han influido en la mentalidad judía e, indirectamente por tanto en el cristianismo– han ido configurando un corpus en torno al motivo del juicio final, para luego centrarse en el cristianismo y judaísmo antiguo. Así, se analiza en profundidad cómo se refleja este tema en los evangelios, tanto en los sinópticos como en el cuarto evangelio, en Pablo de Tarso y en el Apocalipsis, para concluir igualmente con un Apéndice sobre el tratamiento que el juicio divino y el juicio final han merecido en el cine contemporáneo. La conclusión es clara, la creencia en un Juicio final implica necesariamente la creencia también en la resurrección o, al menos, en una cierta forma de vida más allá de la muerte. En resumen, se ofrece al lector una perspectiva de la historia de las religiones en este punto y cómo esta ideología subyacente desemboca e influye en las nociones cristianas. 3. Año I. Israel y su mundo cuando nació Jesús, ed. Laberinto, Alcorcón (Madrid) 12008 (en cartoné), 2º edición de 2014 (en rústica). Es este un delicioso y ameno libro, eminentemente pedagógico, que nos sitúa durante el año I en Israel, en el nacimiento de Jesús, personaje trascendental en el desarrollo de Occidente. La idea del autor es que no basta con conocer solamente ese pequeño rincón del mundo mediterráneo, sino que es imprescindible ampliar la perspectiva y enmarcar el hecho en su contexto histórico, religioso y social. En efecto, Israel formaba parte del Imperio Romano y tenemos diversas fuentes que pueden ayudar a su mejor conocimiento. Fundamentalmente, además de la arqueología, la epigrafía y la numismática, valiosas ayudas para descubrir el mundo antiguo, están los textos: Flavio Josefo y Filón de Alejandría sobre todo, pero también una gran cantidad de escritos religiosos judíos (Apócrifos del Antiguo Testamento), los Manuscritos del Mar Muerto, la Misná y la literatura cristiana primitiva, el Nuevo Testamento, especialmente los Evangelios. El libro nos proporciona una excelente información sobre el Imperio Romano y sus fronteras del momento, la historia y vicisitudes de organización del propio Israel dentro del Imperio, la economía, las clases sociales, las religiones del entorno y las creencias básicas del pueblo judío, la Ley, el Templo, los sacrificios, las sectas dentro del judaísmo y, en general, todos los aspectos que se deben tener en cuenta para obtener una visión completa de la tierra que vio nacer a Jesús y en la que desarrolló su vida. Entre las conclusiones que se derivan de este estudio, destacamos la siguiente: Conocer el año I, año en que nació Jesús, nos ayuda a comprender hoy nuestro pasado religioso, y nos ayuda también a comprender a Occidente que de algún modo vive ese legado. El judaísmo –y cristianismo que nace de él— se hallan a caballo entre dos mundos: el grecorromano y la herencia propia judía. Saludos cordiales de Carmen Padilla Añado como postdata dos enlaces que me parecen interesantes: http://www.pineroandhudgins. http://www.pineroandhudgins.
Miércoles, 14 de Diciembre 2016
Notas
Hoy escribe Carmen Padilla
Sigo extractando con el comentario a las obras recientes de A. Piñero de mi artículo publicado en el libro homenaje “In Mari Via Tua”, páginas 727-740 Completando esta sección de literatura apócrifa, encontramos cinco publicaciones más: A. La Biblia rechazada por la Iglesia, ed. Esquilo, Badajoz 2008, y B. Apócrifos del Antiguo y del Nuevo Testamento, selección, introducción, y notas de nuestro autor, ed. Alianza Editorial, Madrid 2010. Estas dos obras son un encomiable intento de facilitar al lector el acceso a textos que a veces son difíciles de encontrar…, o al menos en traducciones fiables. Así, por ejemplo, en el mercado hay traducciones del importante Libro Primero de Henoc, que no están hechas del etiópico, sino del francés o del inglés... y con anotaciones que tienen muy poco de científico. De los dos libros mencionados voy a centrarme en el segundo, más voluminoso y más accesible, ya que la Editorial Esquilo, portuguesa, desapareció de España dejando una estela de malos recuerdos, lo que significa una mala propaganda para nuestro querido país vecino. Los lectores que no pueda tener acceso a las obras apócrifas, editadas a veces en conjuntos de varios volúmenes, puede al menos con esta selección “hacerse una rápida idea de los pasajes más relevantes y de sus ideas más sobresalientes”. En la introducción (44 páginas) se exponen las líneas generales del ambiente de origen, pensamiento y autoría de los apócrifos vetero y neotestamentarios, su importancia para la comprensión del cristianismo primitivo, especialmente los primeros, los temas que en ellos se van desarrollando y que luego culminan en la teología y hasta el dogma del pensamiento cristiano hasta dibujar un completo panorama de estos escritos. Ciertamente, tales libros fueron incluidos en el canon oficial de textos sagrados pero han influido enormemente en la tradición, en el arte, en la iconografía, hasta conformar una fuente inestimable para conocer las tendencias de la teología popular dentro de la Iglesia a lo largo de los primeros siglos sobre todo. C. Antonio Piñero, José Monserrat y Francisco García Bazán son los principales editores, traductores y anotadores de tres volúmenes importantes, Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi I, II y III, ed. Trotta, Madrid 4ª edición de 2011. Se trata de la primera traducción completa al castellano de los importantísimos textos descubiertos en la región de Nag Hammadi, en el Alto Egipto, en 1947 siguiendo las mejores ediciones críticas del texto original copto y en algún caso directamente de las fotografías de los manuscritos publicados en la edición facsímil de estos libros (The Facsimile Edition of the Nag Hammadi Codices, publicada por J. M. Robinson et alii, Brill, Leiden 1972-1984). En el primero de los tres volúmenes, que contiene los “Tratados Filosóficos y Cosmogónicos”, hay una excelente Introducción General de unas cien páginas firmada por A. Piñero y J. Montserrat), en la que se narra el descubrimiento de los manuscritos y las vicisitudes por las que estos pasaron hasta sus primeras publicaciones, el contenido de los mismos y, además, puesto que la mayor parte de los textos son gnósticos, se añade un auténtico tratado sobre la gnosis, sus características o líneas básicas, la relación entre la gnosis y la Biblia, y entre la gnosis y el Nuevo Testamento, especialmente en Pablo y Juan, en cuyos textos se pueden rastrear temas y motivos que aparecerán claramente estructurados en el gnosticismo posterior (siglos II y III). Pienso que como introducción general a la gnosis, y en especial a la contenida en estos de Nag Hammadi, no existe todavía otra comparable en español. En el segundo volumen se encuentran los escritos que más se aproximan al Nuevo Testamento (Evangelios, Hechos, Cartas), mientras que el tercero recoge los Apocalipsis, además de otros tratados de ámbito neotestamentario. El segundo volumen contiene los archifamosos Evangelios de Tomás, de María (Magdalena) y de Felipe que han servido de base, desgraciadamente con pésimo fundamento teórico y retorcidamente, a las pintorescas interpretaciones sobre las relaciones de Jesús con María Magdalena en obras tan divulgadas como El Código da Vinci. En este volumen están los textos originales –cuyo nacimiento tuvo lugar a mediados de los siglos II o III– en una cuidadosa traducción con notas que aclaran verdaderamente el sentido de los más famosos pasajes. La Biblioteca de Nag Hammadi, en resumen, no solo sirve para conocer el gnosticismo, sino también el ámbito entero de la especulación filosófica y religiosa en lengua griega de los siglos I al IV, y de la cultura copta- egipcia del siglo IV. D. y E. Aunque no se trate solo de textos apócrifos, incluyo aquí otros dos libros que se sustentan en gran parte en ellos y en los cuales A. Piñero es editor y coautor, junto con otros especialistas reunidos por él: Todos los Evangelios, ed. Edaf, Madrid 2009, y Los Apocalipsis, ed. Edaf, Madrid 2007. · Respecto al primero, encontramos en la portada, bajo el título principal, la explicitación del contenido: Traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos. Incluye, por tanto, todos los evangelios que han llegado hasta nosotros, tanto canónicos como apócrifos, así como los evangelios gnósticos, más tardíos y que “contienen la revelación de Jesús, normalmente tras su resurrección, acerca del Dios trascendente, de la esencia espiritual de los elegidos y de su salvación”. El número de evangelios recogidos es superior a ochenta, aunque de algunos solo existen fragmentos. Se incluyen también otros textos que, sin llevar el nombre de evangelios, pertenecen al mismo género (por ejemplo, Pistis Sofía). Hay un interesante Apéndice al final que contiene la traducción completa de “Fuente Q”, tan importante para reconstruir los dichos del Jesús histórico. Las diversas traducciones, hechas por especialistas, se han realizado sobre las lenguas originales (latín, griego, hebreo, siríaco, copto y árabe). Al comienzo de cada texto, hay una breve ficha con los posibles datos del autor, fecha, lugar de composición, etc., y una pequeña introducción sobre el contexto histórico y religioso del escrito. · En cuanto al segundo, Los Apocalipsis, el lector encuentra reunidos 45 textos apocalípticos apócrifos judíos, cristianos y gnósticos, compuestos en un período de unos 600 años, entre la mitad del siglo III a.C. y los siglos III/ IV d.C. En la Introducción se explica al lector en qué consiste el llamado género apocalíptico, sus características y las razones por las que surge, a saber, su íntima ligazón con la historia de Israel y su relación con las esperanzas nacionales de salvación, así como con el concepto de “mesianismo”, que poco a poco se va generando en Israel y que luego heredarán los cristianos. En consecuencia, se concluye que el género surge en un ambiente de exaltación nacional y religiosa, en la tensa espera de un mundo mejor. Por razones de espacio (el libro tiene 283 páginas) no se presenta ningún apocalipsis completo, sino solo las partes que el editor ha considerado más interesantes para reflejar un amplio abanico de textos apocalípticos de diversa procedencia. Las traducciones son del autor y están hechas de las diversas lenguas en las que se han transmitido, como hebreo, arameo, griego y latín. Hay muchos más apocalipsis en textos judíos anteriores al surgimiento del cristianismo, y otros más dentro del ámbito cristiano, de los que el lector común cree. La importancia de esta breve muestra radica en que pone a disposición del público los textos más señeros de un pensamiento que ha sido caracterizado, con cierta razón, como la “matriz de la teología cristiana”. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Martes, 13 de Diciembre 2016
Notas
Hoy escribe Carmen Padilla
Seguimos con el breve comentario anunciado ayer 2. El mundo de los Apócrifos. A. Respecto a la obra editada por A. Díez Macho, A. Piñero y otros, con la colaboración de más de quince autores, Apócrifos del Antiguo Testamento, ed. Cristiandad, Madrid 1984-2011, editados en seis volúmenes (falta el séptimo, con las obras delos autores judíos de época helenística, como Artápano, Euopólemo o el Pseudo Focílides, que saldrá cuando sea posible, pues ha de llevar consigo copiosos índices de los siete volúmenes), aunque publicados en gran parte en época anterior a la que aquí examino –el volumen VI, Apocalíptica judía es de 2011–, creo de justicia transcribir los datos siguientes del Prólogo al volumen I (1984), realizado por el Dr. Díez Macho, que reza así: “La edición española emprendida por Ediciones Cristiandad presenta un número muy elevado de apócrifos, casi todos ellos traducidos por primera vez al castellano. Dirige la edición Alejandro Díez Macho, autor de esta «Introducción general», con la colaboración de Alfonso de la Fuente Adánez, Antonio Piñero y María Ángeles Navarro. Estos dos últimos colaboradores han trabajado conjuntamente en la revisión de todas las introducciones, sistematizándolas de acuerdo con unos criterios generales, puliendo la expresión castellana cuando era necesario y controlando la bibliografía. Igual labor han realizado con las notas, tanto de las introducciones como del texto. En este caso, la tarea de revisión era más necesaria para unificar el sistema de lemas (añadiéndolos o modificándolos en algunos casos), así como el de citas y referencias, procurando ajustarlas a un esquema común. La ardua labor de dar los últimos toques a los diversos originales y dejarlos aptos para la imprenta ha sido realizada por Alfonso de la Fuente Adánez, Antonio Piñero se ha ocupado de la revisión de las traducciones del etíope, copto y siríaco, cotejándolas cuidadosamente con los originales, así como de otras de base griega. Del mismo modo, la labor de secretariado, tan necesaria en una obra donde interviene un número elevado de colaboradores, ha recaído sobre su persona y la de María Ángeles Navarro…” B. Por su indudable valor científico y por el enorme trabajo que debió conllevar, quiero destacar también la obra de edición de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles (cercanos a la treintena), elaborada de consuno por de Antonio Piñero y Gonzalo del Cerro. Se trata de una edición crítica bilingüe (latín-griego / español). Son tres gruesos volúmenes con un total de más de 2.800 páginas. Los dos primeros se dedican a los cinco grandes Hechos Apócrifos conservados: de Andrés, Juan, Pedro, Pablo y Tomás (de los siglos II y III). El volumen tercero se ocupa de la veintena de Hechos apócrifos menores, que siguen la estela de los cinco primeros, cuya época de composición se extiende como mínimo hasta el siglo V. La edición ha sido preparada para la BAC. = Biblioteca de Autores Cristianos de Madrid (2004, 2007 y 2011). Las casi cien páginas de la “Introducción” general al frente del primer volumen, las respectivas introducciones a cada uno de los Hechos traducidos y las correspondientes notas –muy abundantes en los Hechos difíciles, gnósticos, como son los de Juan y de Tomás–, nos introducen en un mundo bastante desconocido para todos los no expertos en la materia. C. Este mismo material reaparece ya en edición popular, sin aparato crítico y con texto solo en castellano, despojada de los originales griego o latino, en 2013, en la serie “Selecciones BAC”, en dos volúmenes, naturalmente por los mismos autores, Antonio Piñero y Gonzalo del Cerro. En la introducción leemos lo siguiente: “Estos Hechos se generaron en una época de la historia de la Iglesia muy importante en la formación de la conciencia cristiana. A través de sus páginas percibimos las ilusiones, manías y preocupaciones de unas comunidades cristianas que se movían entre la esperanza y el temor, la esperanza de la salvación prometida y el temor a equivocar el camino idóneo para conseguirla… y también: …estos escritos proceden de unos siglos, el II y el III, en los que la «verdadera doctrina» no está todavía depurada ni los campos de la ortodoxia suficientemente delimitados, por lo que surgen voces y textos con análogas pretensiones a las de los autores neotestamentarios… los Hechos Apócrifos de los Apóstoles forman parte de ese amplio bloque de textos griegos en el que aparece configurado el fenómeno religioso judeocristiano…”. Seguiremos porque hay bastante que comentar aunque nuestro propósito sea el de la brevedad. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Lunes, 12 de Diciembre 2016
Notas
Al final del Libro/Homenaje, mayo 2016, que presenté ayer hay un breve artículo de la Prof. Dra. Carmen Padilla, de la Universidad de Córdoba que creo puede ser de interés para los lectores ya que ofrece una visión general de mi obra más reciente. Y como es engorroso para el autor cumplir este cometido, mas por otro lado le interesa difundir su obra como ocurre con todo el que escribe, me ha parecido bien transcribir el siguiente artículo que aparece en las pp. 727-742 de este homenaje. Lo divido en partes.
Hoy escribe Carmen Padilla. Universidad de Córdoba Siempre se ha dicho en el ámbito universitario que la docencia y la investigación deben ir inseparablemente unidas. Si a estas dos condiciones les sumamos una excelente capacidad de comunicación, nos encontramos con la persona a la que hoy rendimos homenaje, Antonio Piñero. Incansable trabajador, para quien la jubilación obligada en razón del tiempo solo ha supuesto, muy a su pesar, la renuncia a la docencia reglada. En efecto, su investigación continúa, plasmada además en una prolífica producción literaria; e igualmente prosigue su docencia, trasladando sus muchos conocimientos adquiridos a lo largo de tantos y tantos años de estudio a través de innumerables cursos, conferencias, redes sociales, medios radiofónicos y televisivos, colaboraciones, etc. A la hora de plantearme mi modesta colaboración a este más que merecido homenaje en forma de libro, pensé que estaría bien hacer una especie de compendio de su obra literaria. Hago dos salvedades: la primera, que no es mi pretensión componer una reseña erudita de cada uno de sus libros, porque ya existen y han salido de la mano de personas más calificadas que quien esto escribe; la segunda, que en razón del espacio del que dispongo, no voy a abarcar toda su obra. Solamente me ceñiré, por consiguiente, a los libros aparecidos en los últimos años, desde 2007 aproximadamente hasta hoy, un período que comienza antes de su jubilación y que no ha dejado de intensificarse. Me consta que el Dr. Piñero sigue trabajando incansablemente, porque, como él mismo ha afirmado en más de una ocasión, “hace lo que le gusta y le gusta lo que hace”, y en ese sentido se considera afortunado. Me atrevería a decir que su trabajo es su mayor pasión. Pero antes de hablar de los libros me parece importante esbozar el entorno general del pensamiento de Antonio Piñero, las coordenadas en las que se mueve y que se manifiestan en todas sus obras y que, por tanto, pueden constituir un elemento básico para saber qué podemos esperar de ellas. 1. El autor es un filólogo y un historiador de la Antigüedad, no un teólogo. Desde esa perspectiva aborda los textos. Se confiesa agnóstico respetuoso, es decir, no escribe desde la perspectiva de la fe, pero nunca se muestra irónico, sarcástico o incomprensivo con los creyentes. 2. A lo anterior hay que unir el carácter riguroso y científico de sus obras, basadas en una profunda y asidua investigación de los textos. Deja hablar a los textos y evita siempre la eiségesis, o sea, introducir en los propios textos interpretaciones externas. 3. Antonio Piñero se muestra profundamente honesto en sus planteamientos y conclusiones. No tiene ningún impedimento en reconocer ante determinadas preguntas de los lectores que hay aspectos y temas a los que no sabe responder ya que escapan al ámbito de su investigación. No es dogmático. Utiliza con frecuencia expresiones tales como “es probable”, “no es seguro”, “según la mayoría de los investigadores” y similares. 4. Sus obras no son divulgativas, es decir, no se dedica a repetir y aclarar en resúmenos más o menos bien hechos las ideas de los demás, sino científicas –producto de una investigación personal y en contacto con las ideas de otros investigadores de primer rango– aunque escritas con un claro afán didáctico y en las que se evitan los excesivos tecnicismos, para que cualquier lector con un nivel cultural medio las pueda comprender. 5. Dado que Antonio Piñero es especialista (aunque a él no le gusta esta palabra) en lengua y literatura del cristianismo primitivo su investigación y, en consecuencia, sus libros se circunscriben, con alguna excepción, a un determinado período histórico, especialmente al siglo I de nuestra era. 6. Inevitablemente en el centro de su obra está la figura de Jesús de Nazaret, “un hombre fascinante y el que más ha influido en la Historia de Occidente”. Pero su investigación versa sobre el Jesús histórico, despojándolo – en la medida de lo posible – del Jesús celestial, es decir, el que se reinterpreta y reconstruye a partir del hecho de la resurrección en lo “que un historiador no puede opinar porque no es empíricamente demostrable”. Una vez establecidas las coordenadas anteriores, es el momento de hablar de sus últimos libros. Deseo insistir: no se trata de hacer un recuento y comentario de todo lo que ha escrito hasta el día de hoy desde sus comienzos, sino de esta última etapa en la que ha sido especialmente prolífico. Así, los volúmenes publicados por A. Piñero desde 2007 hasta el día de hoy pueden agruparse en los siguientes apartados: 1. Cristianismo primitivo · Los Cristianismos derrotados (premio Finis Terrae de ensayo), ed. Edaf, Madrid 2007. Este libro lleva como subtítulo ¿Cuál fue el pensamiento de los primeros cristianos heréticos y heterodoxos? El autor empieza por afirmar que, aunque estamos acostumbrados a hablar de “cristianismo” en singular, sería más correcto el término “cristianismos” tanto para nuestros días como para la Antigüedad –en menor medida entonces. Describe nueve tipos de cristianismos diferentes (ebionitas, nazarenos, montanistas, gnósticos, docetas, marcionitas, fibionitas, carpocracianos y algunos más) que difieren entre sí en conceptos fundamentales. Estos diferentes cristianismos no se consideraban todavía “herejes”, porque aún no se habían establecido con nitidez las líneas de la ortodoxia. Esta diversidad de cristianismos continuará hasta bien entrado el siglo V y se apaga un tanto en la Edad Media, volviendo a resurgir con la Reforma protestante. Lo que me parece más interesante de este libro –además de la magnífica descripción y estudio de los variados tipos de cristianismos, causados por las diversas interpretaciones de la figura de Jesús desde los primeros momentos y por cómo se entendió su relación con Dios–, es la explicación pausada de cómo poco a poco se va imponiendo el cristianismo paulino, lo que implicaba, al tiempo, un consenso definitivo sobre el canon, sin llegar a convertirse en el arma definitiva para frenar la heterodoxia, ni entonces ni ahora. Incluye además los movimientos heterodoxos más significativos hasta el siglo XIV (cátaros, bodomilos, valdenses, etc.) con cuadros sinópticos a modo de síntesis al final de cada capítulo, en los que se recogen las diferencias entre “vencidos” y “vencedores” en cada caso, facilitando enormemente la comprensión de un tema complejo. Concluye el libro con la siguiente idea interesante: tras el Cisma de Oriente (la escisión de la cristiandad en católicos occidentales y ortodoxos orientales) y de la Reforma protestante, a comienzos del siglo XVI, la pluralidad del cristianismo se hizo de nuevo imparable hasta el día de hoy, con más de quinientas confesiones cristianas diferentes. Según se desprende del estudio previo, esa diversidad polimórfica pertenece a la esencia del cristianismo desde su mismo nacimiento. Por último: de gran utilidad, sin duda, es el “Breve sumario alfabético de las heterodoxias de los siglos II al XII”, al final del libro, y una reducida pero selecta bibliografía sobre el tema. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Domingo, 11 de Diciembre 2016
NotasQueridos amigos: En ese día de mayo, hace ya casi ocho meses, la Universidad de Córdoba, y el Departamento de Humanidades, sección de Lenguas Clásicas, y en concreto la revista internacional Filología Neotestamentaria, decidió celebrar de algún modo mis 75 cumpleaños, más de cuarenta años al servicio de la Universidad Complutense de los cuales 15 como asiduo colaborador con la revista. En el ámbito científico universitario un homenaje suele consistir en dos cosas: un acto público en el que un colega pronuncia una “laudatio”, una alabanza de la obra universitaria del homenajeado, un discurso de éste y la entrega de un libro que colegas y amigos han escrito en su honor. En el ámbito técnico suele este libro denominarse con la palabra alemana “Festschrift”, “escrito festivo”, literalmente, en el sentido de obra compuesta en honor de quien celebra una festividad universitaria, años de docencia e investigación, algún premio, etc. Cuando se acerca el evento que se desea celebrar, se publica la noticia en los ámbitos convenientes y se invita a amigos y conocidos del homenajeado que escriban un artículo de su especialidad –que suele ser parecida a la del laureado–, muchos de ellos con una breve dedicatoria. El libro suele ser una mezcolanza de temas y por ello en ámbito francés tal publicación suele denominarse “Mélanges en honneur de…”. En el caso presente ha sido así, pero en mucha menor manera, ya que los artículos compuestos por los diversos investigadores se agrupan en los temas que de algún modo he cultivado a lo largo de mi vida académica: Apócrifos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Filología del Nuevo Testamento. Orígenes del cristianismo, Padres apologistas y de la Iglesia, y alguno de “Miscelánea”. El título de la obra, “En el mar, tus caminos…” son palabras inspiradas libremente en Is 43,16 y hace alusión a mi afición favorita que es navegar a vela. He tardado meses en presentar a la luz esta obra, que me fue entregada el mencionado 10 de mayo en el aula de la Universidad de Córdoba, porque pensé que al estar escrita en inglés una buena parte de ella (hay, por supuesto, artículos en español, francés e italiano) podría tener poco interés para los lectores de este Blog. Pero alguno de mis íntimos me indicó que silenciaba con ello también la labor de los editores, los profesores Jesús Peláez e Israel M. Gallarte, que se habían tomado el enorme esfuerzo de publicar el Homenaje. Así que me dejé convencer fácilmente y presento hoy este libro…, aunque con enorme retraso. El contenido del libro es descrito así: “El presente volumen en honor del Prof. Dr. Antonio Piñero contiene 34 estudios escritos por distinguidos colegas, discípulos y amigos. Rendimos tributo de este modo a uno de los investigadores más prolíficos y populares dentro del campo de los estudios bíblicos en español. La diversidad de los contribuyentes y sus textos proporciona una vista panorámica de algunos de los temas usuales en los estudios bíblicos que tratan asuntos y temas que han ocupado el interés del homenajeado en los últimos cuarenta años”. El índice es el siguiente: OLD AND NEW TESTAMENT APOCRYPHA Israel Knohl, The Angel Yahoel and the Two Messiahs of the Apocalypse of Abraham.......39 Jozef Jancovic. The Diabolization of Elihu in the Testament of Job...55 Ilaria L.E. Ramelli, Two Syriac “Apocryphal Acts of Apostles”: the Doctrina Addai and the Acta Maris.......................77 Ángel Narro, Las otras Teclas. La importancia de un nombre en el cristianismo primitivo y la antigüedad tardía....95 Consuelo Ruiz Montero, Los apócrifos Hechos de Pablo y Tecla y sus modelos narrativos….. 111 NEW TESTAMENT PHILOLOGY Paul L. Danove. New Testament Verbs of Communication with Active and Middle Forms: The Distinction................133 Francis Pang, Why We Need an Annotated Representative Corpus of Hellenistic Greek: The Compositionality of Greek Aktionsart for Movement Verbs as an Example.........157 Stephen H. Levinsohn, Gnomic Aorists: No Problem! The Greek Indicative Verb System as Four Ordered Pairs.......................183 John Granger Cook, The Greek Vocabulary for Resurrection in Paganism….197 Jordi Redondo, Koinismos, aticismos y semitismos en la lengua del Evangelio de Lucas................217 Eric Wong, Opening the Greek World to All: Creating a Chinese-Greek Lexical Database of the New Testament.........231 Marta Merino Hernández, La preposición διά en el griego del Nuevo Testamento. Ensayo de análisis semántico.......243 Jesús Peláez del Rosal, Definition of the Lexeme ἀγάπη in Greek New Testament Dictionaries: A comparative Study.....267 Lourdes García Ureña, El oro: metal y color en el Nuevo Testamento...................279 Wim Hendriks, Translating New Testament Greek: A Critical Discussion….. 295 Adelbert Denaux & Albert Hogeterp, Parallelismus membrorum in Luke’s Greek: Revisiting a Synoptic Perspective........317 Didier Lafleur, Greek New Testament Philology and Rediscovered Treasures: The Case of the Manuscripts from Albania...................341 Luis Gil, Sobre el texto griego del NT de la Poliglota Complutense........363 Christoph W. Stenschke, Together with All Those Who in Every Place Call on the Name of the Lord (1Cor 1,2): Paul’s References to Other Christians in 1 and 2 Corinthians......................381 Xabier Deop, La crisis de Corinto.....411 Thomas W. Hudgins, Paul’s Unique Appeal for Mimesis in Gal 4,12.....................433 Keith Elliott, The Epistle to the Hebrews: Textual Variation and PhilologicalConsiderations........447 David Alan Black, Notes on the Translation of Hebrews 6,14…………… 55 Vittorio Ricci, La δύναμις di συμπαθεῖν (Eb 4,15) e di μετριοπαθεῖν (Eb 5,1).........467 Panayotis Coutsoumpos, Jesus the High Priest in the Epistle to the Hebrews.....................487 Fernando Bermejo Rubio, “Y vendrán los romanos…” (Jn 11,48). Sobre la identidad de los responsables del arresto de Jesús el galileo.....503 ORIGINS OF CHRISTIANITY Anders Klostergaard Petersen, Cultural Evolution, Axial Age, and the Formation of Early Christianity.......................533 Stanley E. Porter, Dating the Composition of New Testament Books and Their Influence upon Reconstructing the Origins of Christianity..................553 Tobias Nicklas, Neutestamentliche Kanongeschichte als Geschichte eines Buches?....... 575 Pedro Giménez de Aragón Sierra, La Carta de Santiago y los orígenes del judeocristianismo.........................597 Xabier Pikaza, GEBIRA: En el comienzo de la ‘mariología’.617 CHURCH FATHERS AND CHRISTIAN APOLOGISTS Miguel Herrero de Jauregui, Problemas textuales y de traducción del Pseudo-Focílides..........................633 Gonzalo del Cerro, La novela del Pseudo-Clemente.............645 María José Brotóns Merino, Justino Mártir y el gnosticismo: comparación deteorías sobre el mal con un origen común…………...665 MISCELLANEA Jaime Vázquez Allegue, 4Q318 El Libro de Brontología de Qumrán......................691 Emilio Suárez de la Torre, El azufre y la Pentápolis en un hechizo erótico (PGM XXXVI = P. Bibl. Univ. Oslo inv.1, ll. 295-311).....707 Chrys C. Caragounis, “Greco-Roman”. A Term of Convenience or of Uncertainty?..... 715 Carmen Padilla Bibliografía comentada de los últimos libros del Profesor Antonio Piñero........727 Estas son solo 34 de las casi 100 contribuciones que recibieron los editores. Si no me equivoco, el resto se irán publicando en sucesivos números de la revista “Filología Neotestamentaria”. El libro está accesible para la venta en la Página Web de la editorial “El Almendro”. Mañana publicaré el artículo de la Dra. C. Padilla con un breve comentario sobre mi bibliografía. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Sábado, 10 de Diciembre 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Como contrapeso a los criterios de autenticidad, y para para descender aún más a la realidad, me parece conveniente traer aquí a colación un artículo de Fernando Bermejo, que creo haber citado alguna vez. Su título ya dice bastante: “La figura histórica de Jesús y los patrones de recurrencia por qué los límites de los criterios de autenticidad no abocan al escepticismo”, que nuestro colega y amigo publicó en la revista “Estudios Bíblicos” 70,3 (2012) 371-401. Creo muy interesante detenerse un tanto en sus resultados. Escribe este autor al inicio de su trabajo: “La validez de los criterios de autenticidad para la reconstrucción de la figura histórica de Jesús ha sido repetidamente cuestionada en las últimas décadas, y este cuestionamiento parece recrudecerse actualmente en las obras de un número creciente de estudiosos, que abogan por marginalizar o incluso abandonar esos criterios”. Luego promete hacer una síntesis de las las principales objeciones efectuadas en trabajos recientes a la utilización de los criterios de historicidad y, posteriormente argumenta que estas no conducen necesariamente al escepticismo: la existencia recurrente de “patrones convergentes” en las fuentes disponibles, entre otras razones, permite proceder a una recuperación razonablemente fiable de la figura histórica de Jesús. ¿Qué son los “patrones recurrentes”? Son temas o motivos repetidos que aparecen una y otra vez en los evangelios, a menudo esparcidos acá y allá, que reunidos forman un mosaico que representan un aspecto consistente de las acciones o dichos de Jesús. Esta convergencia de “pistas” es interesante –una vez que se prueba su consistencia– porque permite formarse una idea de un aspecto de la vida de Jesús probablemente auténtico, ya que la repetición de un tema determinado en múltiples lugares de la tradición permite concluir que nace de una fuente segura y constante de esa tradición y no es un puro invento. Pongo unos ejemplos: menciones breves sobre el “reino de Dios”, distribuidas aquí y allá, pero que reunidas permiten formarnos una idea de cómo concebía Jesús ese Reino. Otro: alusiones breves aquí y allá sobre “ricos y pobres” y su papel en el presente y en el futuro de Israel. Otro: menciones al “mesianismo” o el “profetismo” de Jesús, a veces no claras en sí mismas, al papel desempeñado en el Nazareno por las concepciones mesiánicas o proféticas tradicionales de Israel que reunidos pueden dar pistas sobre o que Jesús pensaba de sí mismo, de su figura y misión. Otro caso: alusiones a la filiación divina de Jesús y a su especial relación con Dios, que convenientemente reunidas pueden iluminar sobre la autoconciencia de Jesús en cuanto mensajero o heraldo de la divinidad. Otro caso: “ruido de sables”, innegable, en los evangelios que, concentrados, nos indica la relación de Jesús y su grupo con el Imperio Romano y qué papel podía tener, o no tener, la violencia en la instauración el reino de Dios. Al respecto comenta Fernando Bermejo otro ejemplo tomado de Charles Harold Dodd, en su obra History and the Gospel, New York, 1938. Indica Bermejo que este investigador rúne los datos de los siguientes episodios evangélicos: “La llamada de Leví (Mc 2,14); la fiesta con publicanos y pecadores (Mc 2,15-17); Zaqueo (Lc 19,2-10); la pecadora en casa de Simón (Lc 7,36-48); la adúltera (Jn 7,53–8,11); la parábola de las ovejas perdidas (Lc 15,4-7; Mt 18,12-13); la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,10-14); la parábola de los niños en el mercado (Mt 11,16-19; Lc 7,31-35), y el dicho sobre publicanos y prostitutas que entran en el Reino (Mt 21,32)”. Y añade esta observación: “Tenemos aquí material extraído de gran variedad de fuentes y formas. Aunque los incidentes individuales no suelen repetirse, sí lo hace el motivo general. Y esto permite concluir a Dodd que la idea de que Jesús tuvo una actitud abierta hacia los marginados corresponde a la realidad histórica”. Este racimo de textos, esta reiteración de motivos tomados de contextos y géneros literarios distintos, apunta a que estamos ante una actitud de Jesús con indudable base histórica. El historiador puede construir algo seguro a partir de estos datos reunidos, que precisarán sin duda de otros que ofrezcan igualmente una posible pretensión de historicidad. Y si se llaga a conclusiones probables en el ámbito de la historia antigua, el escepticismo absoluto no es de recibo. Y una última observación. Me acaba de escribir un lector algo que puede llegar a aburrir por la repetición continua sin pruebas: “¿Para qué perder tanto tiempo sobre una figura, la de Jesús, tratando de decir que fue esto o lo otro si ese Jesús es un personaje de ficción que nunca existió?”. Y mi respuesta es doble: esta afirmación nace a) de un grave despiste inicial, metodológico; b) de una ignorancia notable de cómo son las fuentes históricas acerca de todos los personajes de la Antigüedad y sobre cómo hay que tratarlas científicamente. Expando ahora solo a). El grave despiste es no saber separar / distinguir entre el hombre “Jesús de Nazaret” y el “Cristo de la fe”, que los evangelios y la tradición cristiana juntan indisolublemente. Naturalmente, esa fusión produce la figura de “Jesucristo”, que es una mezcla de una posible realidad histórica y de un concepto teológico, el “Cristo celestial”. Y, sin duda, esa entidad producto de la tal mezcla o fusión no existió nunca, porque la teología no es historia…, y el pegar teología sobre un personaje de carne y hueso lleva a la formación de un ente ahistórico. Pero no distinguir y afirmar que la primera parte de la tal fusión, Jesús de Nazaret, un personaje en sí relativamente corriente en el Israel del siglo I, un carpintero de ese siglo con pretensiones de saber explicar la ley de Moisés como el zapatero Hillel, o de ser un sanador y exorcista, como algún que otro rabino de la época, no existió nunca es totalmente gratuito y no conduce a ninguna parte. Habría que negar la existencia a la mayoría delos personajes que nos ha transmitido la historia antigua. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 9 de Diciembre 2016
NotasEscribe Antonio Piñero 9. El noveno y último criterio que vamos a tratar en esta miniserie es el “de las tendencias evolutivas de la tradición sinóptica” Sabemos –parece evidente– que detrás de los Evangelios sinópticos existía una tradición oral de hechos y dichos de Jesús y que de la fase oral se pasó a los escritos que la recogían. Y los escritos evidencian aun sin pretenderlo las tendencias teológicas de quienes los recogían, como ha puesto de manifiesto el método de la “Historia de la Redacción” en el ámbito de los evangelios. Mateo escribe su obra bebiendo de Marcos y de la Fuente Q, pero luego añade pasajes exclusivos y originales –o bien comentarios y enmarques–que delatan una tendencia, una actitud que impregna de alguna manera toda su obra. Otro tanto podemos afirmar de Lucas. Marcos por su parte toma la tradición y da su propia versión de ella enmarcándola igualmente, disponiéndola según intención personal y añadiendo breves comentarios. A partir de estos hechos, que parecen incontrovertibles, lo que este noveno criterio propone es seguir la pista a las tendencias de los Sinópticos para poder liberar los datos originales del toque tendencioso de los redactores. Es un trabajo fascinante, aunque laborioso y a veces sujeto a interpretaciones subjetivas. El halo particular que define a los Sinópticos y los distingue de sus paralelos puede ser la piedra de toque para llevar a buen puerto esta labor. Rudolf Bultmann y otros críticos creyeron en la posibilidad de descubrir esas leyes que marcaban la evolución en las tendencias de los evangelistas sinópticos. Por ejemplo, hemos visto en alguna de las “postales” aquí publicadas cómo Bultmann fijó la ley de que la tradición escrita suele aumentar malévolamente la participación de los fariseos –a los que se dibuja con mala o pésima luz- en las discusiones sobre la Ley que Jesús mantuvo. Pero la mayoría de los críticos suele objetar que no es fácil descubrir y seguir el rastro de esas leyes, o que tales “leyes” son al menos dudosas. A pesar de todo, dentro del espectro de ciertos detalles –ampliaciones, resúmenes, nombres e insistencia en circunstancias, marco geográfico o temporal, etc.– se puede percibir una tendencia generalizada que marca el perfil literario y teológico de los autores sinópticos. Por consiguiente, el uso de este criterio puede ser un buen método para llegar a datos verosímilmente históricos que luego serán confirmados por otras vías. Conclusión general El Prof. G. del Cerro concluye su tratamiento valorativo de los “criterios” de autenticidad en la obra mencionada (¿”Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate”, Madrid, Editorial Raíces, 2008) con las siguientes palabras, que parafraseo levemente: “Después de repasar los criterios de historicidad generalmente enunciados por diversos autores y su valoración, se impone la obligación de notar algunas apreciaciones generales a manera de conclusión. Ante todo, expresar el convencimiento de que la reflexión sobre los criterios de historicidad ha iluminado de forma sensible el tema del Jesús histórico. Se ha hablado incluso de un «criterio de consenso», no sólo en el sentido de que haya aumentado el consenso acerca de la historicidad de ciertos hechos y dichos de Jesús, sino también en la profundidad de su estudio y en el avance en el conocimiento de los hechos reales que están en la base de la tradición. Es un hecho que con estos estudios se ha logrado recuperar una parte interesante del Jesús de la historia. Por lo que a los criterios concretos se refiere, estimo que ninguno tiene un valor apodíctico por sí solo. Su fuerza se potencia y multiplica cuando se combinan varios a la vez. El de “disimilitud” o “desemejanza”, tiene un gran peso específico en tanto en cuanto es capaz de trazar la originalidad del personaje Jesús. Pero necesita el apoyo del criterio de coherencia, ya que la originalidad no puede ser tanta que lo convierta en un extraño, desgajado de su ambiente natural. Todos los criterios colaboran, en mayor o menor medida, al conocimiento del Jesús histórico. Todos hacen positivas aportaciones a la rentabilidad del esfuerzo del investigador. Tengo la sensación de que todos los representantes de las distintas tendencias actúan con honradez, con el deseo básico de buscar una verdad que interesa a todos. Los apriorismos, de uno u otro signo, son siempre peligrosos en la investigación histórica”. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Jueves, 8 de Diciembre 2016
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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