CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero

A propósito de mi breve comentario a Gálatas 1,17 dond Pablo cuenta qué hizo después de su "llamada" por parte de Dios:

« No subí a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco, »

me escribe el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés la siguiente nota que contiene algunas precisiones sobre mi comentario, y que publico con mucho gusto y agradecimiento:

Sobre la Carta a los Gálatas, usted dice que el viaje de Pablo a Arabia (de Gál 1,17) “probablemente sea una retirada al desierto para madurar sus ideas”. Pero de hecho hoy la mayoría de los estudiosos de Pablo sostiene más bien que se trató de un viaje misionero, evangelizador, el primero que realizó Pablo.


a) En efecto, Pablo escribe su carta a los Gálatas precisamente para intentar justificar su autoridad como apóstol. Y colocar el recuerdo de un período de retiro y recogimiento para orar y pensar iría precisamente en contra el desarrollo del discurso que está exponiendo, y además sería contrario a sus hábitos.

b) Por otra parte, Pablo conocía bien el cristianismo que predicaban los helenistas, y sabía quién era Jesús, según la perspectiva presentada por esos misioneros a quienes él había perseguido. A tal punto que lo consideraba un riesgo para el judaísmo legal de la rama farisaica a la que él pertenecía. Por eso, no tuvo mayor necesidad de ir a aprender quién era el Maestro de Nazaret.

c) La frase precedente, donde Pablo afirma que desde el primer día de su conversión, tuvo plena conciencia de que Dios lo había llamado para que anunciara a Jesucristo “entre los gentiles” (Gál 1,16), también parece excluir esa posibilidad de un retiro, e inclina la balanza a una misión.

d) El viaje a Arabia no tuvo un final feliz. En 2 Cor Pablo recuerda:

“En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta una guardia en la ciudad de los damascenos, con el fin de prenderme; por una ventana y en una canasta fui descolgado por la muralla; y así escapé de sus manos” (2 Cor 11,32-33).

Si el rey Aretas IV se molestó por la actividad de Pablo en su territorio, y lo hizo perseguir hasta Damasco, confirma que Pablo no había ido allí en busca de soledad sino de acción, y que la labor que desarrolló había tenido cierta trascendencia.

e) Pablo nunca guardó un buen recuerdo de este viaje, por su triste final (huir de noche, escondido, en una canasta, y descolgado por una ventana de las murallas). Por eso lo evoca como una etapa vergonzosa de su vida, entre sus “debilidades” (2 Cor 11,30). Lo cual desaconseja tomar este viaje como un retiro para madurar sus ideas.

Un cordial saludo de Ariel Alvarez Valdés

Estoy de acuerdo con estos argumentos, que creo que son razonables y que son conocidos. Quisiera añadir sólo que la denominada "conversión" de Pablo, a tenor del conjunto de sus cartas, parece ante todo una iluminación interior, una visión (ignoramos más precisiones) en la que el Apóstol cae en la cuenta de que sus adversarios, seguidores de Jesús -perseguidos hasta el momento-, tienen razón. El cambio, empero, de la teología de un fariseo a la cristología y soteriología (doctrina de la salvación) de un cristiano, justamente al estilo de Pablo y no al de la comunidad madre de Jerusalén, es tan grande, es un vuelco tan radical, que necesitó un tiempo de maduración.

A tenor del cambio que se produce en Pablo desde la Epístola a los Gálatas hasta la dirigida a los Romanos en sus precisiones sobre la "justificación por la fe" y las relaciones de esta doctrina con los judíos, es también tan notorio e importante -como espero que tengamos ocasión de ver en un futuro-, que se deduce de ello que Pablo estuvo madurando sus ideas toda la vida.

Por esta razón es de suponer que, inmediatamente después de su "conversion" / llamada, Pablo debió de dedicar más tiempo a la reflexión que a la predicación.

Sim embargo, acepto que un final tan peligroso, con su huida descolgándose por la muralla al amparo de la noche, implica que propagó en seguida sus nuevas ideas, que su nueva predicación deía de ser ya tan novedosa, que enseguida despertó las iras de los judíos.

Así, que en suma, acepto con gusto la precisión y desearía que las dos perspectivas -predicación y profunda reflexión- no se vieran como excluyentes: debieron de ir unidas en esa etapa de la vida de Pablo que duró tres años... y en territorio un tanto extraño: Arabia.

Mi error ha sido no dedicar ni una sola palabra a los que los Hechos de los apóstoles y al mismo Pablo, quien ofrece en otras partes noticias sobre el resultado de su estancia en tierras del rey Aretas. Gracias de nuevo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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Una nota para los que viven en Madrid a propósito del

DÍA DEL LIBRO

Quizá pueda interesar a alguien que el próximo jueves 23 de abril 2009

firmo ejemplares de mis libros en

la sección de librería de uno de los establecimientos de la Cadena VIPS

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Saludos de nuevo de Antonio Piñero

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Lunes, 20 de Abril 2009
Hoy escribe Gonzalo del CERRO

En las misteriosas lejanías de los principios era la mujer. Eva, en los orígenes bíblicos; Pandora, en los umbrales de la cultura griega. Recordando a Goethe, podríamos hablar del “eterno femenino”. La aparición de Eva en el texto bíblico va arropada bajo su condición de mujer. “Yahvé Dios formó a la mujer” (Génesis 2, 22) para que sirviera de ayuda a Adán, el hombre. Adam en hebreo significa precisamente hombre, un ser de tierra roja. Y no encontraba ayuda entre todas las criaturas creadas por Dios. Eva no tenía todavía nombre, pero el Creador la destinó para el matrimonio, de modo que los dos, el hombre y la mujer, fueran una sola carne (Génesis 2, 25).

Cuando la serpiente se lanzó al asalto de la especie humana, dirigió su estrategia hacia “la mujer”. “La serpiente, la más astuta de todas las bestias del campo” (Génesis 3, 1), sabía que, derribada la mujer, la fortaleza humana se vendría abajo. Y así fue. En el relato de la escena de la desobediencia y sus fatales consecuencias, el texto menciona a Eva hasta diez veces, siempre referida como “la mujer”. Solamente después de la sentencia contra los actores del desaguisado, “llamó Adán el nombre de su mujer Eva, porque ella fue la madre de todo viviente” (Génesis 3, 20).

Como en otros casos similares, tenemos aquí la explicación del contenido semántico del nombre. La raíz verbal hebrea es la trilítera, compuesta por heth (pronunciada como la jota castellana profunda), wau y he (hache aspirada, sin sonido en posición final). La raíz significa “vivir”. El nombre de Eva (Hawwáh) es de los denominados en la filología hebrea “nomina opificum” (nombres de artesanos o autores). Llevan geminada la segunda consonante y significan el autor de la acción expresada por el verbo. Según este principio, la interpretación del nombre de Eva dada por Adán no puede ser más exacta. Eva (Hawwáh) significa, en efecto, autora de vida.

Sin embargo, esta autora de vida fue la ocasión decisiva para que el mundo, creado como proyecto de felicidad perpetua, se convirtiera en una carrera de dolores y pesadumbres. La primera carta de San Pablo a Timoteo recuerda que “no fue Adán el seducido, sino Eva la que, seducida, incurrió en la transgresión” (1 Tim 2, 14). El dato parece ser el motivo para imponer a la mujer una actitud de sumisión y silencio. Eva es en la exégesis de los Santos Padres y Escritores Eclesiásticos, la puerta del pecado.

El primer relato después de la caída es la historia de Caín y Abel, que acaba en el asesinato de Abel a manos de su propio hermano (Génesis 4). Y después de un capítulo de nombres y generaciones, propio de la tradición P (Sacerdotal: siglo VI a. C.), sigue la historia constatando cuánto “había crecido la maldad del hombre sobre la tierra” (Génesis 6, 5). Tanto que Dios se arrepintió de haber creado al hombre y tomó la decisión de purificar la humanidad mediante el diluvio.

Una figura paralela a la de Eva es la griega Pandora, una especie de duplicado de la Eva bíblica. No al revés, ya que todos los textos citados sobre la creación de la mujer y su decisiva participación en la desobediencia al mandato de Dios pertenecen a la tradición Yahvista, que se remonta al siglo IX a. C.

El mito de Pandora y toda su peripecia literaria es obra de Hesíodo, que componía sus obras “La Teogonía” y “Los Trabajos y los Días” hacia la mitad del siglo VIII a. C., unos doscientos años después de la fecha señalada por Wellhausen para el origen de la tradición Yahvista.
La aparición de Pandora tuvo una motivación contraria a las razones de la creación de Eva. Dios creó a la primera mujer para que Adán no estuviera solo, sino que tuviera una ayuda semejante a él. El origen de Pandora fue fruto de la intención de Zeus de vengar los engaños del titán Prometeo. Para ello idearon los dioses un castigo rebuscado que no era otro que la mujer.

La situación anterior recuerda la vida de Adán y Eva en el Paraíso. Cuenta Hesíodo:

“Antes vivía la raza humana sobre la tierra sin males y al abrigo de la dura fatiga, libre de las dolorosas enfermedades que conducen a la muerte” (Trabajos, 90-92).

¿Qué fue lo que torció la línea recta de una felicidad imperturbable? Unos sucesos nada simples. Japeto, uno de los Titanes tuvo entre sus hijos a dos que interesan a nuestra historia, Prometeo y Epimeteo. Prometeo es por su nombre el que piensa las cosas antes de hacerlas (pro); Epimeteo, el que las piensa después (epí). Prometeo era prudente, generoso y previsor; Epimeteo, según Platón, “no era lo que se dice un sabio” (Protágoras, 321 b).

Zeus tuvo la intención de destruir a los hombres. Pero Prometeo, “el defensor de oficio de la raza humana” (Luciano di Crescenzo) se opuso a tal proyecto. Para ayudar a los mortales o “seres de un día”, robó el fuego de los dioses y se lo llevó a los hombres en una férula. Era un elemento más que útil para el progreso de la humanidad. Diodoro Sículo, en su afán de racionalizar el mito, alude a la opinión de que lo que hizo Prometeo fue inventar el pedernal (Bibl. Hist., V 67, 2-6).

Pero Hesíodo ofrece otra causa para el castigo del Titán. Fue una trampa con la que intentó engañar al mismo Zeus. Preparó un buey asado con el que invitó al padre de los dioses. En la parte mayor y más vistosa envolvió en la piel los huesos y la grasa; en la parte pequeña puso los mejores trozos de carne. Zeus escogió la parte mayor en la que sólo encontró desperdicios en cantidad (Teogonía 545-560). En opinión piadosa de Hesíodo, Zeus eligió aquella parte a sabiendas buscando motivos para castigar a Prometeo. Pero el robo del fuego es la razón más socorrida para justificar el castigo: antì pyrós teûxen kakòn anthrópoisin (a cambio del fuego creó un mal para los hombres: Teog. 570). El mal era la mujer. Lo que pasa es que los dioses la adornaron con toda clase de encantos, suficientes para engañar a cualquiera que no fuera tan avisado como Prometeo. La mujer, explica Hesíodo, era un mal, aunque un “mal hermoso” (kalòn kakón: Teogonía, 585).

Los datos, presentados en la Teogonía de forma anónima, aparecen ampliados y completados con minuciosos detalles en los Trabajos y los Días (42-105). Allí se cuenta que Prometeo robó el fuego al prudente Zeus para dárselo a los hombres. Al engaño reaccionó el padre de los dioses proyectando para Prometeo y los hombres “una gran desgracia” (méga pêma: v. 56). “Yo, a cambio del fuego les daré un mal”, dice Zeus (v. 57). Dio las órdenes oportunas para que los dioses se pusieran manos a la obra. Hefesto, el artesano, modeló de barro “un amable cuerpo de doncella”. Pero en el producto final colaboraron los dioses aportando toda clase de dones: Atenea, Afrodita, Hermes, las Gracias, la Persuasión, las Horas. Por tratarse de un regalo de los dioses, Hermes le dio el nombre de Pandora (pân y dôra: “todo” y “dones”).

Pero Hesíodo deja bien claro que aquel regalo era nefasto para los hombres: kakón (un mal), pêma (una desgracia), dólos (una trampa). Y es que Zeus creó a las mujeres, esa raza funesta, para desgracia de los hombres (Teog., 600 s).

Prometeo advirtió a su hermano que no aceptara ningún regalo de Zeus si no quería hundirse en la ruina. Pero Epimeteo aceptó el regalo, la mujer, con la dote concomitante, la jarra (píthos). Se casaron, pero no fueron felices. Pandora no cumplió otra de las recomendaciones recibidas, la de no abrir la jarra. Como Eva cuando desoyó la voz de Dios que prohibía tocar el fruto del Árbol de la Ciencia. Erasmo puso en franquicia la denominación de “caja” para lo que era un píthos, una tinaja de las que, hundidas en tierra, servían como contenedores de grano, vino o aceite.

Pandora quiso cerrar la tinaja, pero cuando lo consiguió, sólo quedaba dentro la esperanza. Epimeteo comprendió el significado del hermoso regalo de los dioses, en palabras de Hesíodo, al experimentar la desgracia. Es decir, cuando ya no había remedio. Los males siguieron campando por el mundo sin freno ni limitación.

Saludos de Gonzalo del CERRO

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Hoy en "El blog de Antonio Piñero" se trata el tema:

"La distinción entre 'reino' y 'reinado' de Dios".

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Saludos de nuevo.
Domingo, 19 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

Concluimos hoy, como prometimos, con la aclaración de la Epístola a los Gálatas. El último tema a tratar es la comparación entre los datos de los Hechos de los apóstoles y Gálatas sobre la vida de Pablo y el denominado “Concilio de los apóstoles” del año 49 d.C.


Ambos documentos están de acuerdo en unos datos y difieren en otros:


• Coinciden en la “vocación” o llamada de Pablo poco tiempo después de haber actuado como perseguidor de la Iglesia, pero Pablo no menciona el episodio del camino de Damasco (Hch 9).

• Hch no habla del viaje a Arabia (Gál 1,17: probablemente una retirada al desierto para madurar sus ideas).

• Hch presupone que Pablo se había formado como fariseo en Jerusalén y que asintió y consintió con la muerte de Esteban (Hech 7 y 8). Pablo afirma que él no era conocido las comunidades cristianas de Judea (Gal 1,22), lo que casa mal con una estancia prolongada en la capital como estudiante y activista religioso.

• Ambos textos coinciden en un viaje a Jerusalén donde Pablo fue presentado a los apóstoles (Hch 9,26-29 / Gál 1,18-20).

• Los primeros pasos como predicador de Pablo son distintos en Hechos y Gálatas:

- En el primero hay viajes misioneros a Cesarea y Tarso de Cilicia (9,30), Antioquía (11,26), de nuevo a Jerusalén (11,29s), a Seleucia, Salamina y Chipre (Hech 13,4-12) y a la zona sur de Galacia (13,13-14,25).

- Pablo es, por el contrario, muy escueto, y sólo menciona viajes misioneros a Siria y Cilicia (Gál 1,21-22) y la evangelización de algunas iglesias innominadas junto con la de Filipos (Flp 4,15).

• Coinciden Pablo y Hechos en la mención del Concilio de Jerusalén (Hch 15/Gál 2,1ss). Pero

- Hechos afirman que la celebración del concilio se debió a una decisión de la iglesia de Antioquía que envió a Bernabé y a Pablo a consultar a la Iglesia de Jerusalén (Hch 15,1-2). El Apóstol, por el contrario, sostiene que subió a la capital por cuenta propia, "movido por una revelación" (Gál 2,2).

- Pablo no menciona ningún decreto de la iglesia jerusalemita, a la vez que Hechos silencian la disputa entre Pablo y Pedro en Antioquía.

- Ambos textos coinciden en que Pablo recibe de algún modo el encargo de predicar a los gentiles.

• Respecto al segundo y tercer viaje misioneros de los Hechos (15,41ss y 18,23) puede decirse que los datos pueden encajar más o menos con los que proporciona Pablo en sus cartas. Lo único que llama la atención en Lucas-Hechos es la total ausencia o mención a la notable actividad de Pablo como autor de cartas, en general de gran trascendencia teológica. No hay mención alguna a la tremenda nueva teología que Pablo iba difundiendo. Por ejemplo, no se habla ni una palabra de la "justificación por la fe" y de la eliminación de la ley de Moisés como prerrequisito para la salvación.

Para valorar las diferencias entre el texto de los Hechos y los datos de Pablo hay que tener en cuenta que:

• La mayoría de los detalles autobiográficos de este último sobre este período de su vida que ahora nos concierne sólo provienen de esta Carta a los gálatas.

• La carta, sin embargo, no tiene un interés biográfico por sí, sino que su afán es sobre todo apologético, es decir de defensa del ministerio apostólico de Pablo. Éste pudo omitir ciertos detalles de su vida que no venían a cuento para el argumento.

De todos modos la reflexión teológica sobre los orígenes del cristianismo tiene que contar que existe un alto grado de discrepancia entre los Hechos y el Pablo auténtico.

Este hecho afecta al concepto de la revelación, sobre todo a la hora de reflexionar y precisar la absoluta “inerrancia” (imposibilidad de equivocarse) de la Escritura y sobre las divergencias reales entre diversos autores del mismo Nuevo Testamento.

En cualquier caso, si hay una contradicción insalvable en algunos momentos entre Hechos y el Apóstol, se debe preferir los datos proporcionados por Pablo.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Jesús nunca explicó directamente en qué consiste el reino de Dios”

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Saludos de nuevo.

Sábado, 18 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

Hoy tratamos brevemente los dos temas siguientes: ¿Cuándo y dónde se compuso esta carta? Y ¿Tuvo éxito?


1. De todo el tenor del escrito que estamos comentando se deduce que entre la conversión de los gálatas y su abandono del “evangelio” de Pablo no había pasado mucho tiempo.

Según sabemos ya, la fundación de la comunidad de Galacia aconteció durante el segundo viaje misionero (en los años 50-52 d.C.) y que una visita ulterior tuvo lugar en el tercer viaje misionero (a partir del año 54). La irrupción de los predicadores debió de ser poco después de esta última visita, y tuvo desastrosas consecuencias, como sabemos también .

Pablo recibe noticias de ello y reacciona al punto con esta carta encendida y enérgica, a veces rallana en el insulto. Por tanto, dictó su escrito poco después del tercer viaje misionero, es decir, en su última estancia en Éfeso antes de emprender su funesto y último camino a Jerusalén. Así pues, entre el 54 y 57 d.C., mientras permanecía en aquella ciudad de Asia Menor.

En concreto: quizás más bien al principio de la estancia en la ciudad, puesto que en Gálatas 2,10 se habla de la colecta por los pobres, pero no se menciona aún su ejecución, que sí se supone que ya ha terminado cuando más tarde, al final de su estancia en Éfeso, escribe 1 Corintios, capítulo 16.


¿Tuvo éxito la carta a los gálatas?

El Nuevo Testamento nada dice directamente de ello. Pero es muy probable que la respuesta fuera muy positiva si aceptamos que 1 Corintios fue escrita después de Gálatas como acabamos de decir y que habla de la colecta de dinero entre los gálatas. Sobre esta cuestación que Pablo estaba promoviendo entre los nuevos convertidos para ayudar a la Iglesia de Jerusalén se dice en 1 Corintios 16,1:

« “En cuanto a la colecta a favor de los santos haced también vosotros conforme a las normas que he dado a las iglesias de Galacia…”.  »

Estas frases dan a entender que se estaba celebrando, o se había concluido ya, en Galacia una colecta dirigida por Pablo..., y que tuvo éxito. Es de suponer que los gálatas se habían reconciliado con el Apóstol y habían vuelto al redil de su evangelio, pues nadie da dinero a un enemigo.

Por tanto, los predicadores judeocristianos, venidos quizás de Jerusalén, fracasaron en su intento de:

Desacreditar al apóstol Pablo, afirmando que su evangelio no era genuino = no era “apostólico”, ya que su autor no había pertenecido al círculo de íntimos de Jesús… ¡ni siquiera había conocido al Maestro personalmente! Era, pues un evangelio distinto al de las máximas autoridades… Pedro, Juan el del Zebedeo, Santiago el hermano del Señor…

• Argumentar que el concepto de la salvación según Pablo -por la fe sólo, como hemos explicado- era superficial y falso

• Que la idea paulina de centrarse sólo en Jesús crucificado (propiamente en la cruz, pero como germen de la resurrección) olvidaba que Dios había sellado un pacto con Abrahán que incluía la circuncisión y ciertas leyes sobre alimentos.

Obligar a los gentiles a hacerse plenamente judíos. Jesús ciertamente era el mesías –argüían los adversarios-; pero sólo había inaugurado una nueva era en la que los judíos no debían poner impedimentos en que muchos gentiles entraran dentro del pueblo elegido… ¡pero tenían que hacerse judíos plenamente! Tenían que vivir como el Abrahán del final de su vida: aceptando la circuncisión y un adelanto de la ley de Moisés.

Este fracaso de los adversarios de Pablo significa el triunfo de la línea paulina de interpretación de la vida y figura de Jesús de Nazaret – centrada en la cruz de Jesús y en la no validez de la Ley- que -unido a la destrucción de la comunidad madre de Jerusalén en la Revuelta Judía del 66-70 d.C.- abrió el camino para el triunfo en toda la del cristianismo en menos de tres siglos.

Concluiremos la breve aclaración de Gálatas en la nota siguiente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“¿Perfeccionar al religión judía?”

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Saludos de nuevo.





Viernes, 17 de Abril 2009

Notas

El gnosticismo en los HchAp (I)
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Partimos de la afirmación básica de que en la época en que se escriben los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, no existe una doctrina a la que atengan los que son considerados gnósticos. Puieden consultarse, por ejemplo, en este punto la Introduction â l’étude du Gnosticisme au I et au II siécle, París ,1903, de E. de Faye, p. 141. Por consiguiente, no es posible encontrar una regula fidei con la que comparar los HchAp. El gnosticismo era una forma de pensar y de ser en la que entraban componentes tanto cristianos como paganos. Ya decía Hipólito que estos herejes tomaban sus opiniones no de la Sagrada Escritura, sino de la sabiduría de los griegos (cf. J. Montserrat Torrents, Los Gnósticos, Madrid, 1983, II 8 y 21). En efecto, las teorías de Platón dejan en la ideología gnóstica conceptos tan característicos como el del cuerpo como cárcel del alma. Pero también ciertos ambientes judíos, como el del monasterio de Qumrán con su tendencia a la expresión dualística del pensamiento, son perceptibles tanto en las doctrinas como en la terminología de los gnósticos.

En su versión cristiana, el gnosticismo tiene estos principios básicos:
a) El espíritu del hombre, consustancial con el ser divino, está prisionero de la materia y suspira por su liberación.
b) Tiene necesidad de un redentor que le otorgue el verdadero conocimiento (gnosis) de su origen y su destino.
c) En ese conocimiento consiste la verdadera salvación.
d) Una cosmogonía a base de emisiones por parejas a partir del Ser perfecto y mediante una terminología complicada que contiene elementos de origen tan variado como el pitagorismo, el hermetismo y la astrología.
e) Una teología basada en la exégesis alegórica del Nuevo Testamento.
f) Todo dentro de un contexto de elegidos o iniciados que han conseguido ya el conocimiento, mientras los demás siguen sumidos en la ignorancia.

Acerca de estos temas ofrece una excelente síntesis A. Piñero en su estudio sobre “El infinito asequible. El gnosticismo cristiano en los siglos II y III” en los Cursos de Verano del Escorial, 1989, La gnosis y el conocimiento de lo oculto, Universidad Complutense de Madrid. El hombre se siente, en consecuencia, extraño en este mundo, añora la paz, el descanso, la luz de la otra vida que es la verdadera. El regreso, en suma, a su primitivo y original estado.

Uno de los rasgos más característicos del gnosticismo es el dualismo, que da origen a múltiples antinomias: conocimiento-ignorancia, luz-tinieblas, materia-espíritu, vida-muerte, etc. La obsesión de conocer el origen es la razón del interés de los gnósticos por el libro bíblico del Génesis- Así se explican las palabras de Valentín, según Clemente de Alejandría, que pueden valer como una definición de su gnosis: “Lo que nos hace libres no es el bautismo solo, sino también la gnosis: (el conocer) quiénes somos, qué llegamos a ser, dónde estábamos, dónde hemos caído, hacia donde nos dirigimos, de qué hemos sido liberados, qué es el nacimiento, qué el nuevo nacimiento” (Clem. Alej., Excerpta ex Theod., 78, 2).

Desde el punto de vista literario, se aprecia en los gnósticos una clara tendencia retorizante y el uso de una terminología esotérica, que podría estar motivada por su afán de ocultar sus doctrinas a los no iniciados. En este sentido, son mu aficionados a la alegoría como forma de presentación de sus conceptos. Por eso, muchas de sus ideas teológicas están basadas en la exégesis alegórica de la Escritura. E. Peterson, en su artículo "Gnosi" en la Enciclopedia Cattolica V 876, afirma que “los gnósticos hacen un uso abundante de palabras figurativas”.

Después de esta rápida ojeada por la gnosis, se impone la pregunta: ¿Son los Hechos Apócrifos de los Apóstoles escritos realmente gnósticos? O lo que es lo mismo: ¿Contienen los HchAp los rasgos característicos del gnosticismo?

No necesitamos insistir en el hecho de que la línea divisoria entre ortodoxia y herejía no estaba clara y definitivamente fijada en el siglo II. Faltaba en los litigios doctrinales “un criterio seguro de ortodoxia”, como dice Montserrat Torrents en la obra citada (I 38). Además, en una época de enfrentamiento con las ideas judía y griega, no era difícil ceder a la tentación de aceptar elementos considerados compatibles con la doctrina cristiana. Y realmente, ciertos conceptos típicos del gnosticismo son susceptibles de una interpretación ortodoxa. Pablo suspiraba por verse libre “de es cuerpo de muerte” (Rom 7,24). Los cristianos, que antes eran tinieblas, ahora son luz (Ef 5,8). La economía del evangelio consiste en la revelación de unos misterios antes escondidos (Col 1,26; Ef 3,9). El concepto de “plērōma” tiene evidentes resonancias gnósticas en Ef 1,23; 3,19; 4,13; Col 1,19, 2,9. Como las tiene toda la teología del corpus ioanneum. Sobre todo este tema, es útil consultar el libro de W. Schmittals, Neues Testament und Gnosis (Nuevo Testamento y Gnosis), Darmstadt.

A pesar de todo, la antigua tesis de Lipsius sobre el origen gnóstico de los HchAp está hoy generalmente abandonada. Aunque no faltan quienes la secundan cuando analizan ciertos pasajes de algunos HchAp, como los de Juan y Tomás. Si bien, después de tantos estudios, se deben hacer algunas matizaciones. Entre otras razones, porque también el concepto de gnosticismo ha sufrido variaciones en la consideración de los expertos. Además, los distintos HchAp, a pesar de sus numerosas semejanzas, no pueden incluirse sin más en un mismo juicio genérico. Como también deben excluirse del juicio general sobre un Hecho Apócrifo concreto aquellos fragmentos considerados como ajenos al autor del texto primitivo.

En los HchJn, existen fragmentos clara e indiscutiblemente de origen gnóstico. Son los capítulos 92-102 y el 109. En ellos están contenidos el famoso Himno de la Danza y la revelación del misterio de la cruz (HchJn 94-102) y de una prolija plegaria con motivo de la última eucaristía celebrada por Juan (HchJn 109). Ya notamos en otra ocasión cómo el fragmento de HchJn 94-102 interrumpía un discurso coherente, que empieza en HchJn 88, queda interrumpido en HchJn 94 y continúa en HchJn 103. Pero el resto cabe dentro de los límiter4s de la ortodoxia, incluido el pasaje sobre la polimorfía de Jesús (HchJn 87-93). De todos modos, es natural que los que juzgan los HchJn sin excluir estos fragmentos, consideren esos Hechos Apócrifos como portadores de ideas heréticas. (Continuaremos)

Saludos cordiales de Gonzalo del Cerro


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Hoy, en el otro blog, "El blog de Antonio Piñero" el tema tratado es

"Pasión por el reino de Dios"

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Saludos de nuevo
Jueves, 16 de Abril 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el intento de aclarar quiénes fueron los adversarios de Pablo en Galacia, tema fundamental para esclarecer el pensamiento del Apóstol en esta Carta

5. Tampoco hay indicios claros en la Carta de que se trate de dos clases diferentes de adversarios/predicadores/misioneros, de dos “frentes de adversarios”.

Más bien parece que Pablo no piensa en dos clases de enemigos sino que ataca siempre a un solo bloque. Sostener que Pablo no acaba de ver ese frente doble porque había sido mal informado, o porque no había entendido bien lo que pasaba en Galacia –como piensan algunos comentaristas- es demasiado suponer. Es pensar que un intérprete moderno de la Carta a los gálatas sabe más que Pablo mismo.

6. Igualmente es difícil afirmar con sólidas razones que estos judíos que arribaron a Galacia predicaban un judeocristianismo sincrético,

Es decir, con mezcla de ideas de otras religiones en concreto paganas. El punto principal en el que se basan los comentaristas que abonan esta hipótesis está en el cap. 4 de la carta, donde Pablo afirma que si los gálatas hacen caso a los nuevos misioneros y abandonan el evangelio de la libertad sirven a los “elementos del mundo” (4,9).

Estos intérpretes piensan que esa frase significaba rendir culto a espíritus astrales para garantizarse la benevolencia de éstos, idea que era muy propia de la religión pagana en general y de la gnosis: los “elementos del mundo” serían los espíritus que rigen este mundo en cuanto opuestos a Dios de alguna manera (estos espíritus se llaman técnicamente “arcontes”, es decir jefes que forman la corte del Demiurgo, la “otra divinidad” –distinta al Dios trascendente, que ha creado el mundo, según la gnosis).

Ahora bien, hemos indicado antes en la explicación de este pasaje que tal suposición es innecesaria y que choca con la afirmación de Pablo en 4,3:

«  “Nosotros, cuando éramos menores de edad” –es decir, cuando estábamos bajo la tutoría de la Ley y debíamos cumplirla— “vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo”.  »

¿Acaso Pablo sostiene que los judíos piadosos, observantes de la Ley tienen una religión sincrética o gnóstica porque adoran a elementos = espíritus o ángeles arcontes a las órdenes del Demiurgo o que adoran a espíritus astrales para hacerlos favorables a sus intereses? No parece en absoluto probable ni verosímil.

Es más sencilla la explicación que hemos propuesto y que no exige pensar en un fuerte componente astral dentro de la religión judía común (la de Pablo): los nuevos predicadores eran simplemente judeocristianos que intentaban corregir la, según ellos, deficiente predicación del Evangelio por parte de su adversario, Pablo; a éste le faltaba proclamar que la ley mosaica seguía siendo obligatoria. El Apóstol reacciona y argumenta: aceptar la versión del cristianismo de mis adversarios es volver a la esclavitud siendo ya libres. ¿Por qué? Porque significa algo así como ser paganos de nuevo y de algún modo servir a los “elementos del mundo”.

Para ejemplificar su audaz razonamiento Pablo utiliza dos veces el concepto de “elementos del mundo”, refiriéndose en ambos casos a los ángeles o espíritus, pero con su mente puesta en dos facetas de la actuación de éstos. Una la de seres espirituales que, según la tradición judía (p. ej., en el Libro de Henoc), controlan el universo por orden divina; otra como autores de algún modo de la Ley, transmitida a Moisés a través de ellos.

En síntesis: Pablo ha establecido una comparación osada dando a las palabras “elementos del mundo = ángeles” una significación ligeramente variante en cada ocasión de su argumento. Éste sigue los siguientes pasos:

1. Los paganos politeístas adoran a “elementos del mundo” a los que erróneamente llaman dioses. Son “falsos” dioses porque en realidad son espíritus/ángeles, que controlan el orden del universo tal como Dios quiere.

2. Los cristianos que han adoptado el evangelio de Pablo están libres de cumplir la Ley, pues han sido salvados por la fe en Cristo en el marco de la promesa a Abrahán.

3. Pero si se deciden a cumplir la Ley de nuevo, vuelven a servir a los “elementos del mundo”. Pero Pablo no alude ahora a ángeles que controlan los movimientos de los astros, sino a los ángeles que sirvieron como promulgadores de la Ley a Moisés a través de los ángeles.

Como se ve, Pablo viene a decir algo bastante ofensivo para unos oídos judíos: la Ley es hasta cierto punto un producto de los ángeles, no de Dios directamente. Es una estupidez, afirma el Apóstol, liberarse de un servicio a los ”elementos/ángeles”, controladores del mundo = salir del paganismo politeísta bautizándose en Cristo, para luego volver a servir de nuevo a los “elementos del mundo” = ángeles que fueron casi los autores de la Ley, pues la promulgaron y entregaron a los hombres a través de Moisés.

Un razonamiento contundente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Miércoles, 15 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero


Una vez que se ha entendido –así lo espero- el contenido de la carta en sus líneas esenciales, sin introducirnos en menudencias que pueden hacernos perder la visión general-podemos ya sintetizar en un cuadro de conjunto los rasgos que con gruesos trazos nos dibujan en la epístola quiénes eran los adversarios de Pablo en Galacia, qué pensaban, es decir, las ideas con las habían seducido a los gálatas y los habían hecho apartarse del Apóstol:

1. Los enemigos de Pablo predicaban una interpretación del cristianismo distinta a la del Apóstol.

Como es natural en este período tan temprano, en el cristianismo no había aún ninguna autoridad doctrinal fija. Convivían en él una notable diversidad de interpretaciones de Jesús y de su significado, una variedad de teologías mayor de lo que quizá nos podamos imaginar hoy, teologías a veces opuestas. Por ello no es exacto en este momento calificar de “herejes” a los oponentes a Pablo, como hacen algunos comentaristas.

Entonces no había aún “herejes”, sino distintas interpretaciones de lo que había representado lo acontecido con y en Cristo. Debemos recordar que en alguna ocasión he expresado que el nacimiento del cristianismo no es otra cosa que el nacimiento de la teología cristiana, y que ésta se forma cuando los seguidores de Jesús, una vez muerto éste, reflexionan sobre el impacto que les había causado el Maestro. Y reflexionan sobre su figura y misión a la luz de la creencia de Dios ha resucitado a Jesús, es decir, lo ha confirmado en las líneas esenciales de su vida. Por tanto, cristianismo era interpretación de Jesús y había diversas interpretaciones.

2. Esos adversarios eran misioneros itinerantes judíos, cristianos, procedentes de Israel en general(Judea y Galilea), quizá de Jerusalén.

Aunque defendían una concepción diferente del cristianismo respecto a la paulina, sus ideas debían sonar muy plausibles, ya que obtuvieron un éxito rápido entre los gálatas (1,6).

Sostenían en primer lugar que el evangelio de Pablo no era en verdad “apostólico”, ya que no había conocido a Jesús; no había formado pare del grupo de sus “apóstoles”. Seguramente procedería ese evangelio, la doctrina de Pablo sobre Jesús, de alguna información meramente humana, es decir, del contacto con otros cristianos que le hubieran adoctrinado erróneamente.

Según la imagen que podemos formarnos del Jesús de la historia, hay que confesar que estos misionero judeocristianos defendían una teología que se acercaba mucho más a la del Jesús histórico que a la de Pablo en el punto crucial del valor que tenía la ley de Moisés como camino de salvación.

Los recién llegados a Galacia afirmaban que no había “justificación” completa ante Dios (= salvación) si no se sumaba al bautismo cristiano el cumplimiento de la ley de Moisés. Eran predicadores consecuentes con la sentencia de Jesús de Mt 5,17:

« “No penséis que he venido a abolir la ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles su cumplimiento. Os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes de que una i o un ápice de la Ley haya dejado de cumplirse”,  »

y eran consecuentes también con la idea -correcta a nuestro parecer- de que Jesús no había roto o se había salido del marco del judaísmo y del Antiguo Testamento. Por tanto, tenían buenas razones para seguir defendiendo la necesidad de observar la ley de Moisés, si alguien quería salvarse.

3. El cristianismo de estos adversarios confesaba que Jesús era el mesías, pero pensaban que esta afirmación no cambiaba nada respecto a otras normas del judaísmo.

Por tanto, al afirmar consecuentemente que había que volver a cumplir la ley de Moisés, sostenían que ello suponía guardar tanto preceptos importantes, como circuncidarse, como otras normas de no tanta relevancia pero significativas, por ejemplo observar las fiestas judías (4,10).

Afirmaban también que era cierto que en Abrahán y en la promesa a él concedida por parte de Dios cabían los paganos si se convertían, pero que los nacidos judíos tenían una cierta preeminencia: eran descendientes de Sara, la esposa legítima; los paganos, por su parte, lo eran de la esclava Agar.

4. Algunos comentaristas han apuntado la idea de que estos predicadores eran gnósticos judíos.


“Gnósticos” eran los cristianos que afirmaban haber recibido una revelación especial de la divinidad, de modo que prácticamente ellos solos eran los que iban a salvarse. Consistía en esencia esta revelación en caer en la cuenta de que lo más elevado del ser humano, el espíritu, es consustancial con la divinidad; que ésta no es la que la gente cree –el Dios normal de judíos y cristianos-, sino un Dios trascendente, superalejado y superoculto que habita más allá de los cielos; y en segundo lugar que la salvación consiste en que el ser humano obre de acuerdo con su espíritu, de modo que éste, desprendido del cuerpo, pueda retornar al lugar de donde salió, el cielo donde se halla el verdadero Dios trascendente, y allí unirse con Él y con los demás espíritus.

Pero, a decir verdad, por lo que hemos explicado del contenido de la carta no se observa en ella ningún rasgo nítido y claro que permita sostener esta suposición, ni siquiera la unión de espiritualismo y peligro de “libertinaje” (se puede hacer lo que uno quiera con el cuerpo, porque ello no afecta al espíritu: 5,13 y 6,8), pues es ésta poca base para caracterizar a alguien como gnóstico.

Aunque sea cierto que en algunos casos en el siglo siguiente, el II, se dio tal mezcla de espiritualismo en unas pocas sectas gnósticas, es deducir demasiado de pocos datos. Así que no afirmamos que tales adversarios sean “gnósticos”. Nos contentamos con decir que eran “judaizantes”

Seguiremos con esta caracterización de los adversarios nos ayudará para comprender mejor el pensamiento de Pablo y con ello el núcleo de su evangelio, la “salvación, o justificación, por la fe”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Profeta del reino de Dios”

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Martes, 14 de Abril 2009


Hoy escribe Antonio Piñero


6,1-10:

« 1 Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. 2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo.

3 Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. 4 Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse, 5 pues cada uno tiene que llevar su propia carga. 6 Que el discípulo haga partícipe en toda suerte de bienes al que le instruye en la Palabra. 7 No os engañéis; de Dios nadie se burla.

Pues lo que uno siembre, eso cosechará: 8 el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. 9 No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. 10 Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.  »

Aclaración:


Pablo desciende en estos párrafos al terreno de la práctica comunitaria donde se puede percibir el contraste entre “espíritu” (= Cristo) / “carne” (= mundo terrenal, corpóreo, ámbito de control de Satanás) , entre ley antigua (= ley de Moisés) / ley del amor (la traída por Cristo). Llega así a un máxima general:

“Obrad según el Espíritu (divino); también según el espíritu (humano, renovado) y el amor, pero no según la carne.


6,11-18 es la conclusión de la carta. Lo dividimos por secciones. La primera es 6,11-12:

« 11 Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propio puño. 6:12 Los que quieren ser bien vistos en lo humano, ésos os fuerzan a circuncidaros, con el único fin de evitar la persecución por la cruz de Cristo. »

Aclaración:

Pablo se deja llevar de la emoción, toma la pluma de su amanuense o copista, y escribe con su puño y letra las últimas palabras.

Aunque está ya en el final arremete de nuevo contra sus oponentes: si éstos fuerzan a los gálatas a circuncidarse, a “judaizar”, es por “evitarse la persecución”. Esta extraña frase indica probablemente que los adversarios misioneros –los que habían extraviado a los gálatas con la predicación de un evangelio distinto al de Pablo- procedían de Israel, donde los judeocristianos que seguían guardando la ley de Moisés sufrían menos ataques, menos persecuciones por parte del judaísmo oficial que aquellos otros convertidos a la nueva fe que no cumplían con las exigencias de la Ley y eran mucho peor vistos (los paulinos). Los nuevos misioneros desean que los gálatas sean como ellos.

El contexto de estas frases nos hace percibir unos momentos en los que la nueva interpretación del judaísmo (el cristianismo) se va separando del “judaísmo oficial” y es atacada por éste.

6,13-16:

« 13 Pues ni siquiera esos mismos que se circuncidan cumplen la ley; sólo desean veros circuncidados para gloriarse en vuestra carne.
14 En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!
15 Porque nada cuenta ni la circuncisión, ni la incircuncisión, sino la creación nueva.
16 Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios. »

Aclaración:


Pablo insiste una vez más y contraataca a sus adversarios acusándolos de vanagloria. Luego, toma el vocablo “gloria” como palabra puente y expresa con viveza otro de los puntos fuertes de su teología: es necesario tomar parte en la crucifixión de Cristo. En contraste con los oponentes, la única gloria de Pablo es participar de la cruz (el escándalo o paradoja de la cruz); los que se glorían en la circuncisión intentan escapar de esta necesidad de aceptar la cruz que está en la raíz misma del cristianismo según Pablo…, una cruz que lleva a la salvación, o lo que es igual, a la paz y la misericordia de Dios para el verdadero Israel.

6,17-18:

« 17 En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. »


Aclaración:

La carta concluye drásticamente: “Que nadie me moleste más” dice Pablo a la vez que desea de gracia para sus lectores.

Seguiremos en la próxima postal con la aclaración más pormenorizada de quién eran, en cuanto se puede precisar, los adversarios de Pablo según esta Carta a los gálatas.


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“Pedro, príncipe de los apóstoles. Pedro en la terna de los preferidos”

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Lunes, 13 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

La importancia de los textos apocalípticos judíos y cristianos para entender el cristianismo primitivo, y en parte el actual es enorme. Merece la pena detenerse un momento en ello.

La lectura de los textos apocalípticos que presento en mi libro "Los Apocalipsis", publicado por la Editorial EDAF, Madrid 2007, ofrece una solución a algunos de los múltiples misterios que presenta la historia del cristianismo primitivo. Voy a enumerar unos cuantos de estos temas, a veces enigmas, que son de interés y que encajan dentro del mundo de la apocalíptica.

1. ¿Es verdad que los apocalipsis tratan también de otros temas que no son simplemente el cuadro terrible de las desgracias finales antes de que este mundo concluya y que afectan al conjunto de la teología?

2. ¿Es verdad que tanto Jesús de Nazaret, como Pablo de Tarso y muchos cristianos primitivos estaban convencidos de que el fin del mundo era inminente? Y si la respuesta es positiva, ¿de dónde les venía la idea de que el final del mundo “estaba la vuelta de la esquina”?

3. ¿De dónde provienen las ideas del “reino milenario” al final de los tiempos –es decir, que antes del fin del mundo habrá una serie de justos que vivirán mil años sobre esta tierra en un reino lleno de todos los bienes antes de acceder al paraíso definitivo- que albergaban ciertos estratos del judaísmo y del cristianismo primitivo?

4. Hay muchas personas que están absolutamente convencidas de que al ser el Apocalipsis de Juan un libro inspirado encierra dentro de sí claves únicas para adivinar o al menos conjeturar los signos del fin del mundo. ¿Puede una recta intelección de este libro ofrecer tales claves? ¿O bien este apocalipsis fue escrito para un momento determinado de la historia, y una vez pasado esta etapa el Apocalipsis de Juan no es válido ya como instrumento de adivinación para el fin del mundo?

5. Y una pregunta aún más crucial: la tradición de la Iglesia afirma sin dudar que el autor del Apocalipsis puso por escrito simplemente lo que Dios tuvo a bien revelarle a él y sólo a él sobre los momentos finales del mundo. Pero cuando se lee este libro junto con tantos otros apocalipsis, ¿puede decirse que se trata simplemente de la puesta por escrito de una serie de visiones que tuvo el autor y sólo él? ¿Tomó “prestadas” la descripción concreta algunas de sus visiones? ¿Es acaso el Apocalipsis de Juan más bien un libro de laboratorio?

6. Mucha gente se pregunta: ¿qué hace hoy la Iglesia con estos apócrifos? ¿Desea que se publiquen o que permanezcan ocultos?

7. Hay también una pregunta muy importante que afecta más a nuestro tiempo y que se suscitó en la reflexión teológica e histórica sobre el cristianismo primitivo hace relativamente poco. En 1960 en una serie de artículos de grandísimo impacto en el mundo de los estudios científicos sobre el Nuevo Testamento, un teólogo protestante alemán llamado Ernst Käsemann, planteó la cuestión de si no sería la apocalíptica la matriz de toda la teología cristiana. O más afirmó contundente: la apocalíptica es la matriz de la teología cristiana.

La pregunta y la respuesta fueron un bombazo. ¿No está de acuerdo todo el mundo en que la matriz, judía se entiende, del cristianismo se halla en todo caso en el Antiguo Testamento y no en estos escritos en su inmensa mayoría luego declarados apócrifos? ¿Cómo se atrevió a mantener semejante afirmación un estudioso reputado? Inmediatamente se sucedieron artículos y libros en el mundo científico que refutaban o matizaban esta propuesta, y creo que hoy se ha llegado a una suerte de consenso al respecto.

8. Hay una última cuestión importante planteada también en las últimas páginas de mi libro: ¿dónde están, dónde se conservan los originales cuya traducción española se ofrece en este libro? ¿De dónde me he sacado yo tantos apocalipsis?

Pues bien, creo que a todas estas preguntas puede encontrar respuesta suficiente el lector de este libro, de esta curiosa colección de apocalipsis -45 apocalipsis- quizá nunca antes puesta en manos del público, así cómodamente reunida.

Les doy la pista sólo de una de las preguntas ¿Qué hace la Iglesia con los apócrifos? Yo diría que la pregunta debe ser matizada: ¿qué hizo la Iglesia con los apócrifos? Y la respuesta está bastante claramente expuesta en varias secciones de los apocalipsis judíos que presento en el libro, y más claramente en una, en la sección número 13 que trata del “Ciclo tardío del profeta Esdras”.
Ahí verán Ustedes clarísimamente qué hicieron los escribas cristianos con los originales antiguos judíos y cómo los manejaron… hasta dejarlos casi irreconocibles…

Esto es, repito, un solo ejemplo. Si se leen las páginas del libro con calma, creo sinceramente que las respuestas están más o menos a la mano.

Ahora bien, como en una buena novela, las respuestas no están siempre expresadas directamente, sino que deben deducirse de todo el conjunto del libro.

Pero no se asusten: yo creo que la deducción será bastante fácil; mucho más fácil que en otras obras, por supuesto. Sólo hay que tomarlo y leerlo…

Con un cordial saludo, Antonio Piñero
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Preguntas usuales acerca de los Evangelios, en especial los apócrifos”

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Domingo, 12 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

Hemos ya concluido la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”. Pero la carta a los Gálatas continúa: 5,2-6,18.

En esta sección -terminada la exposición de las razones en favor de su tesis sobre la "justificación por la fe y no por las obras de la Ley"-, Pablo añade a su escrito unas líneas fundamentalmente exhortativas (técnicamente se dice “parenéticas”; paráinesis en griego significa “exhortación”) que insiste una vez más en la libertad y los bienes que trae Cristo.

5,2-12:


« 2 Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada. 3 De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley. 4 Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia. 5 Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia. 6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad.  »

« 7 Comenzasteis bien vuestra carrera, ¿quién os puso obstáculo para no seguir a la verdad? 8 Semejante persuasión no proviene de Aquel que os llama. 9 Un poco de levadura fermenta toda la masa. 10 Por mi parte, confío en el Señor que vosotros no pensaréis de otra manera; pero el que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea. 11 En cuanto a mí, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡Pues se acabó ya el escándalo de la cruz! 12 ¡Ojalá se mutilaran los que os perturban! »

Aclaración:

Si los gálatas hacen caso a los enemigos del Apóstol y se circuncidan, Cristo no les aprovecha de nada; lo que vale para la salvación es la fe que actúa por el amor. Ésta ley del amor es la nueva ley de Cristo, que sintetiza y supera a la del Sinaí (5,14).

Debemos insistir en el último versículo de esta sección: 5,12:

« ¡Ojalá que se mutilaran los que os perturban! »


Aclaración:

La negación por parte de Pablo de la necesidad de la circuncisión para los conversos desde el paganismo llega hasta el sarcasmo insultante que se suele traducir más suavemente que lo que signfica en griego: "¡Ojalá se castren (o se “corten el pene”) los que os insurreccionan…!” = mis adversarios insisten tanto en la necesidad de la circuncisión, que ojalá se les vaya la mano con el cuchillo: en vez de circuncisión... ¡que se castren!

En la Epístola a los Romanos Pablo se mostrará mucho más suave.

5,13-26:

« 13 Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. 14 Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros! 16 Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. 17 Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais. 18 Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. »

« 19 Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, 20 idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, 21 envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. 22 En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley.  »

« 24 Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. 25 Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. 26 No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente. »


Aclaración:


Pablo sale aquí al paso probablemente de un nuevo argumento de sus adversarios. Es probable que los que él llama “falsos hermanos” arguyeran que la libertad de Cristo llevaba al libertinaje: éstos podían haber afirmado que predicar la libertad respecto a la Ley –es decir lo que hace Pablo con su evangelio—, podía o de hecho favorecía la caída sin freno en un libertinaje moral.

Por el tono de Pablo en esta exhortación da la impresión de que el peligro de caer en tal libertinaje era real entre los gálatas.

Ahora bien, ¿cómo se explica que el “evangelio de la libertad” de Pablo pueda llevar a un libertinaje insano? Probablemente porque la predicación paulina favorecía una religiosidad en la que se daban toda suerte de fenómenos espirituales: trances, visiones, profecías, cánticos espirituales, “hablar en lenguas”. Los cristianos impulsados por el Espíritu se sentían libres respecto a su cuerpo; podían llegar a creer que estaban “por encima de la carne” (el cuerpo). Algunos llegaron a pensar que pecar con el cuerpo no afectaba para nada al espíritu humano, o parte superior del hombre, renovado por el bautismo y por el Espíritu santo.

El argumento paulino es así:

· Los gálatas son espirituales (6,1):

· Por ello han de poner en práctica los frutos del Espíritu y no tomar pretexto de esa libertad (5,13) para caer en el libertinaje.

· Afirmar que se es del Espíritu pero practicar las obras de la carne (5,17-21) y abandonar las obligaciones de la ley del amor mutuo que se manifiesta en la caridad (5,14), es una contradicción.

· Quien vive en esa duplicidad (ser espiritual y a la vez caer en pecados de la carne) no heredará el reino de Dios (5,21).


Una parte de este largo pasaje - 5,19-23 (véase el texto transcrito más arriba)-
exige un breve comentario o aclaración particular:

Para explicitar la idea de que los que han conseguido la libertad en Cristo, a los que se puede llmar "espirituales", no deben cometer pecados con su cuerpo, Pablo recoge elementos de las variadas listas de obligaciones morales transmitidas por la tradición (5,19-23). En este caso el Apóstol aduce una lista de virtudes, “obras del Espíritu”, y de vicios, “obras de la carne”, que debe leerse a la luz del trasfondo de la equivalencia “libertad–evangelio de Pablo = obras del Espíritu”.

Ya nos acercamos al final de la carta. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Saludos de nuevo.


Sábado, 11 de Abril 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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