Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
La leyenda de Abgar Al lado del protagonista epónimo de estos Hechos, aparece en el apócrifo del apóstol Tadeo un personaje, famoso por las conocidas tradiciones que lo relacionan con Jesús, tradiciones venerables que muy bien podrían remontarse hasta el siglo II. Eusebio de Cesarea se hacía eco de tales tradiciones en los primeros años del siglo IV. El capítulo 13 del libro primero de su Historia de la Iglesia está dedicado íntegramente al tema. Su título reza: “Historia acerca del soberano de Edesa”. Según Eusebio, se trata de un documento que se encontraba en los archivos reales de Edesa y que lo había traducido él mismo de la lengua de los sirios. Otro documento traducido por el mismo Eusebio es la correspondencia entre Jesús y el rey Abgar. Contenía este segundo documento la carta enviada por Abgar a Jesús y la consiguiente respuesta. El apócrifo de Tadeo recoge el texto de la carta escrita por Abgar, aunque la abrevia sensiblemente. Abgar, aquejado de dos enfermedades incurables, tiene noticia de Jesús y de sus poderes taumatúrgicos. Conoce que ese enviado del cielo curaba toda clase de dolencias sin necesidad de medicinas. Pensando Abgar que aquel Jesús podría realizar su curación, envió un emisario de nombre Ananías, para que le llevara una carta. En ella invitaba a Jesús a que fuera a Edesa para curar sus males y escapar de las amenazantes asechanzas de los judíos. Jesús le respondió con otra misiva en la que le decía que no podía acudir por el momento sin dejar inacabada su misión. Pero en cuanto la cumpliera, le enviaría un discípulo que le curaría y otorgaría la vida a él y a toda su familia. En efecto, después de la Ascensión, Judas Tomás envió a Tadeo con el encargo de cumplir la promesa de Jesús. Era la documentación encontrada en los archivos oficiales de Edesa que había sido traducida por Eusebio. Un detalle exclusivo de este apócrifo es el tema de la imagen de Jesús. Como Abgar encargó a su enviado que le aportara datos del aspecto físico del taumaturgo, los obtuvo cumplidos con la imagen que Jesús dejó impresa en el paño con que se enjugó la cara. La imagen portaba no solamente la figura personal, sino también los poderes del Maestro, que empezaron a manifestarse con la curación efectiva del rey. Contenido, fecha y autor de los HchTad El título de Hechos (Práxeis) sobrepasa el contenido real de esta obra. La acción del protagonista Lebbeo o Tadeo, se reduce al relato de la leyenda de Abgar: su enfermedad, su carta a Jesús, el legado de la Santa Faz, llegada de Tadeo a Edesa, curación de Abgar, destrucción de los ídolos. Tadeo inicia su ministerio descrito de modo muy genérico, labor que continúa en Amida, metrópoli junto al río Tigris. El apóstol predicaba, hacía milagros, bautizaba y repartía la eucaristía. Una única alocución de Tadeo refiere detalles habituales del kerigma: pasión, sepultura, resurrección, misión de los apóstoles. El protagonista del apócrifo acaba su andadura en Beirut de Fenicia, donde murió y fue sepultado. La época del apócrifo no va más allá del siglo V, aunque está basado en tradiciones más antiguas. Eusebio de Cesarea las conocía cuando escribía su Historia de la Iglesia a principios del siglo IV. También las conocía el autor de la obra en siríaco, titulada Doctrina de Addai, que los especialistas sitúan hacia finales del siglo IV o principios del V. La Doctrina de Addai expone la leyenda de Abgar con detalles mucho más extensos que los de Eusebio. Ambas obras, la Historia de Eusebio y la Doctrina de Addai son firmes referencias para afirmar con sólidos indicios que los Hechos de Tadeo fueron compuestos hacia la vertiente entre los siglos IV y V. Tanto los sucesos narrados como las tradiciones no dejan de presumir de una historicidad, a la que prestaba su autoridad el historiador Eusebio. Pero es obvio que el concepto de historia en los Hechos Apócrifos dista mucho de la visión moderna del análisis crítico de unos textos en los que se mezcla la devoción y el deseo con el presunto desarrollo de acontecimientos reales. De ahí, la divergencia sobre los datos, tanto referidos como interpretados. El autor del Apócrifo pretende además exaltar la importancia de Edesa en la historia del cristianismo. Dado que tanto la versión de Eusebio como la de la Doctrina de Addai son de origen siríaco, lengua empleada en aquella región, no parece aventurado suponer que su autor fuera oriundo de Siria. Al comentar detalles del ministerio de Tadeo, cuenta que el apóstol “recorría las ciudades de Siria enseñando y curando a todos los enfermos” (c. 8,2). La expresión es poco menos que un dato repetido en los Apócrifos como forma concreta del ministerio de los Apóstoles de Jesús. (Abgar de Edesa con la Santa Faz) Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 23 de Julio 2012
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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