Notas
¿Transgredió Jesús la Ley judía?
A pesar de lo que se sostiene a menudo, con intención puramente apologética y confesional (“Jesús superó la ley judía, con lo que de modo indirecto estaba promoviendo una nueva religión”), un análisis sereno de los textos evangélicos demuestra que el Nazareno jamás quebrantó la Ley mosaica, sino que se adhirió tanto a la ley cultual como la moral, y afirmó con rotundidad la validez salvífica de la Ley en su conjunto; es decir, sin el cumplimiento de la ley de Moisés no puede salvarse un judío, que era a los que Jesús predicaba. Veamos los pasajes evangélicos más significativos que afectan a la actitud general de Jesús respecto a la observancia de la ley de Moisés. Mc 1,44 presenta a Jesús, después de curar a un leproso, ordenándoles que cumpla los ritos prescritos en Lev 14,1-7: « Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio. » Hay dos pasajes, los Evangelios de Lucas y Mateo que confirman este punto de vista: « Más fácil es que pasen el cielo y la tierra que caiga un sólo ápice de la Ley (Lc 16,17). » Hay dos pasajes, los Evangelios de Lucas y Mateo que confirman este punto de vista: « Más fácil es que pasen el cielo y la tierra que caiga un sólo ápice de la Ley (Lc 16,17). » Es decir, antes se destruirá el mundo que deje de cumplirse el precepto más mínimo de la Ley. Jesús es aquí un defensor a ultranza de la Ley de Moisés como el más puro de los fariseos. El texto de Mt 5,17-18 « No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda » es considerado no auténtico por los críticos tal como está, es decir y con otas palabras, tal como lo leemos está claramente elaborado por Mateo en el contexto en el que aparece; por tanto es secundario, no pertenece al Jesús de la historia. Sin embargo, a pesar de que esta observación sea cierta desde el punto de vista formal, es seguro que tales sentencias reflejan el pensamiento auténtico de Jesús . Aclaremos un poco este extremo: todo el conjunto de estos pasajes son absolutamente significativos para describir la actitud general de Jesús a pesar de que los los críticos afirmen -con toda razón- que en todos ellos se perciben las “manos de los evangelistas”, es decir su tarea personal como redactores. Pero tal afirmación da como resultado todo lo más que estos textos no reflejan lo que se llama técnicamente las “ipsissima verba Jesu” (“Las palabras de Jesús tal como él las pronunció exactamente), pero sí que nos transmiten la “ipsissima vox Jesu” , es decir “su voz”, el sentir profundo de su pensamiento. Cuando se discute incluso esta última opinión por parte de exegetas confesionales, lo que hay detrás de tal discusión es el deseo de probar que “Jesús superó la ley de Moisés”, y que por tanto estaba poniendo las bases para fundar una nueva religión. Esta tesis debe ser considerada a la luz del conjunto de estos pasajes transcritos y de otros textos que nos reflejan –como iremos viendo- que la actitud de Jesús no fue ésta ni mucho menos. En todo caso, y a partir de las discusiones de Jesús con otros rabinos de su época, podría deducirse que él estaba intentando buscar el sentido profundo y esencial de la Ley no para derogarla, sino para cumplirla en profundidad. Con otras palabras, en todo caso se podría afirmar con los debidos matices, que Jesús intentaba refinar y “superar” el judaísmo a partir del judaísmo mismo y sin salirse de sus límites. Por tanto, a partir de estos textos se muestra la figura de un judío piadoso, de un ser humano que como criatura acepta el yugo de la ley divina –transmitida a través de Moisés- y que busca como cumplirla a toda costa. De estas sentencias de Jesús es imposible derivar el cristianismo, sobre todo el paulino que es el núcleo del cristianismo general sobre todo a partir del siglo IV, cuya idea nuclear al respecto es que no es ya necesario cumplir la ley de Moisés. Ésta tuvo la función de “pedagogo” (Epístola a los gálatas) para preparar la venida de Cristo, y quedó superada por la “ley del amor” que él, Jesús, promulgó. A partir de los pasajes presentados esta posición es insostenible. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero
Viernes, 21 de Noviembre 2008
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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