Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Muchos exegetas confesionales afirman que Jesús quebrantó la ley mosaica al negar la posibilidad del divorcio, según se deduce de Lc 16,18: « Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio ». La primera respuesta a tal afirmación es: esta proposición no es en sí verdadera, puesto que Jesús permite el divorcio al menos en un caso, como parece demostrarse por el texto siguiente: « Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” El respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Dícenle: “Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?”. Díceles: “Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que »quien repudie a su mujer –salvo por fornicación- y se case con otra, comete adulterio” (19,3-9). En líneas generales todos los exegetas afirman que el texto es auténtico y que procede del Jesús histórico. Otra cosa bien diferente es que la Iglesia católica haya hecho caso omiso de este pasaje de Mateo que se repite tal cual en 5, 27-32: « Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio ». Segunda respuesta: por otro lado, al negar la posibilidad del divorcio por cualquier causa Jesús adopta –respecto al cumplimiento de la ley mosaica- la postura rigorista de la escuela del rabino fariseo, Shammay (ésta es cronológicamente un poco anterior a Jesús): al marido sólo se le permite el divorcio si la mujer es adúltera, y la justifica con una interpretación exigente de Gn 1,27, como palabra de Dios. Esta postura exigente era la misma que la de los esenios del Mar Muerto. Los esenios invocaban el orden primigenio de la creación apelando a los textos del Génesis 1,27 y 2,1ss, en pro del matrimonio único e indisoluble. Basaban esta postura en dos argumentos: 1. El orden primitivo de la creación es superior al orden de la Ley; Moisés no prescribió el divorcio, sino que sólo lo permitió. 2. El texto divino, en Gén 1,27 emplea el singular “varón y mujer los creó”. Por tanto, Dios estaba pensando, para cada matrimonio, en un hombre y en una mujer concretos. Es sintomático al respecto el siguiente texto del Documento de Damasco IV 21-V 2, uno de las obras importantes de la secta esenia: g[ [Ciertos hombres] son capturados dos veces por [el deseo de] la fornicación, por tomar dos mujeres en sus vidas, a pesar de que al principio de la creación es “varón y hembra los creó”, y los que entraron en el Arca [de Noé] entraron de dos en dos en el arca. ]g Este pasaje, sin decirlo claramente, insinúa o presupone que desde toda la eternidad Dios ha predestinado un varón para cada mujer, y una mujer para cada varón. Los esenios pensaban que era así porque el texto sagrado dice en singular: “varón y hembra los creó”. Con este singular –se argumentaba- Dios hacía entender que había predeterminado desde toda la eternidad que un varón tuviera una única mujer y ésta un solo varón. Esta unidad sólo podría romperse si la mujer caía en un desliz sexual. En ese caso se imponía la separación –repudio-, pero no se permitía un nuevo matrimonio. Exactamente como Jesús. Por tanto, no se puede afirmar, como se oye a veces, que “Jesús, al defender un tipo de matrimonio sin divorcio estaba fundando el matrimonio monógamo e indisoluble en contra y oposición total del judaísmo de su momento”. Esta afirmación es totalmente errónea, y se basa simplemente en la ignorancia. Por el contrario Jesús se presenta como un exacto cumplidor de la ley de Moisés, a la que incluso endurece (Moisés transigió temporalmente con las debilidades del pueblo judío) según lo cree la voluntad de Dios expresada en el espíritu profundo de la Ley. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Sábado, 22 de Noviembre 2008
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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