CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Escribe Antonio Piñero
 
Los escritos apócrifos de la Biblia hebrea, particularmente los más apocalípticos, se caracterizan por una concepción dualista de la existencia que tiene que ver sin duda con ideas relacionadas con la existencia del bien y del mal: arriba /abajo; Dios / Satán; ángeles buenos y malos; hombres buenos y malos; los que se salvan y los que se condenan; inclinaciones buenas y malas en el hombre desde su creación misma (existe en el hombre una parte del corazón que es maligna y otra benigna), y sobre todo el «mundo presente; este mundo» (‘olam ha-zeh), el reino del mal, y el «mundo futuro» (‘olam ha-ba’), el reino del bien que ha de venir.
 
Así pues, el dualismo es múltiple.
 
1. No existe vida en el más allá. Aunque cueste creerlo, la concepción judía tradicional, incluso en los profetas, hasta el tiempo del Qohelet (Eclesiastés) y probablemente el Eclesiástico o Ben Sira (siglo II a. C., es que no hay un más allá, que el alma no es inmortal, sino que el futuro estará en este mundo.
 
Según la inmensa mayoría de los estudiosos, fue el platonismo vulgarizado, descendiente de la teología órfica, que defendió a capa y espada que el alma es inmortal, y el dualismo de la religión persa –que defendía la inmortalidad del alma; el juicio final y la existencia del más allá con premios y castigos son ideologías que parecen haber ayudado históricamente a los autores de los apócrifos del Antiguo Testamento  a superar esta concepción tan materialista, tan de tejas debajo de reducir la existencia humana a una vida solo concebible en la tierra.
 
Aunque cueste creerlo, hay un pasaje del Eclesiastés /Qohelet / Predicador 3,19-22 que es muy claro al respecto:
 
“La suerte de los hijos de los hombres y la suerte de los animales es la misma: como muere el uno así muere el otro. Todos tienen un mismo aliento de vida; el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad. Todos van a un mismo lugar. Todos han salido del polvo Y todos vuelven al polvo.  ¿Quién sabe si el aliento de vida del hombre asciende hacia arriba y el aliento de vida del animal desciende hacia abajo, a la tierra? He visto que no hay nada mejor para el hombre que gozarse en sus obras, porque esa es su suerte. Porque ¿quién le hará ver lo que ha de suceder después de él? 
 
Queda claro: la vida de las bestias y la de los seres humanos es idéntica en cuanto a un más allá. Este no existe.
 
Pero los Apócrifos del Antiguo Testamento defienden que  existe este mundo y también su superación: el mundo del más allá. El mal no puede vencer siempre. La justicia triunfará al menos en el más allá. Dios no puede defraudar a sus fieles, y las palabras de los profetas que hablan de una bienaventuranza futura de Israel no pueden dejar de cumplirse: no se cumplirán en este mundo, pero sí en un mundo futuro que vendrá y pronto. Por tanto, junto al pesimismo de una vida solo en la tierra llena de problemas y dolores empieza a dibujarse el optimismo de la esperanza: el futuro –que consideran no lejano, sino inmediato– será esplendoroso, cielos nuevos y tierra nueva, potenciando del Tercer Isaías (capítulos 56-66).
 
Otra idea:
 
2. Dualismo de buenos y malos. «Muchos han sido creados, pero sólo pocos se salvarán» (IV Esdras 8,3); «Los justos son pocos, los malos abundan» (IV Esdras 7,51). El apocalipsis siriaco de Baruc es en ocasiones menos pesimista: en 21,11 sostiene que los justos no son pocos; En una visión contempla un conjunto de aguas sucias y otras limpias. Traducida al lenguaje no visionario: la historia humana es una alternancia del predominio de los malos (aguas turbias) y de los buenos  (aguas claras): 53-74.
 
En el capítulo 83,9-12 el pseudo Baruc reconoce que ni el mal es totalmente malo ni el bien es totalmente bueno. Con todo, este apocalipsis divide la humanidad en buenos y malos, dos clases fijas e irreversibles.
 
En el libro de los Jubileos (siglo I a. C.) el dualismo está presente en sus diversas modalidades representadas por “dos caminos”, el de los espíritus buenos y el de los malos, los espíritus de Dios y de Mastema (otro nombre del Diablo); el espíritu de Israel (bueno)  y los gentiles (malos).
 
El dualismo del libro de los Jubileos es parecido al de Qumrán: Dios-Mastema; ángeles buenos ­ ángeles malos; la humanidad dividida en justos protegidos por los custodios y malvados dominados por los demonios. Dado el nacionalismo que caracteriza al autor del libro de los Jubileos, el dualismo ético de buenos-malos no se aplica formalmente a Israel: los buenos son Israel, los malos son los gentiles, como acabamos de indicar
 
3. Dualismo espacial: cielo y tierra.
 
Los Apócrifos del Antiguo Testamento heredan de la literatura sapiencial de la Biblia hebrea la división del mundo en dos planos: el cielo y la tierra. Tal dualismo espacial es propio del Próximo Oriente y del judaísmo. Una de las manifestaciones de dicho dualismo es denominar a Dios como el Altísimo. Otro son las tablas celestiales en las que está escrito todo lo que ocurrirá en la tierra, en especial los hechos de los humanos que servirán para el juicio final.
 
Una observación: el dualismo espacial no implica oposición de contrarios, como el dualismo escatológico o el dualismo ético: el mundo celeste –del Altísimo, de los ángeles, de las tablas celestes– está íntimamente implicado con el mundo de abajo por la acción y la ejemplaridad. Hay una correspondencia entre el cielo y la tierra. Cada cosa o evento terreno tiene su modelo y prototipo en los cielos. Cada cosa o evento terreno está prefigurado en su ser o evento del cielo. Así, lo que ocurre en los cielos es de importancia primordial para la tierra. Cada región, río, ciudad, templo –en realidad, toda la tierra– tiene su modelo celeste. Las cosas terrenas, humanas o sagradas, han sido modeladas según el modelo celeste», Si me pusiera a las citas de 1 Henoc; Testamentos de los XII Patriarcas, Jubileos serían interminables. Cito solo el libro de Daniel 10,21: Yo –el Altísimo– te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad”.
 
4. Finalmente el dualismo o distinción entre alma y cuerpo está acreditada en diversos Apócrifos. Menciono solo dos ejemplos: en 1 Hen 71,lss es el alma de Henoc, no Henoc, quien sube al cielo; según Ascensión de Isaías 7,5 (cf. 8,11.27), el espíritu de Isaías es trasladado a los cielos.
 
En síntesis: el pesimismo y dualismo profundos de los Apócrifos del Antiguo Testamento dualismo: mundo presente / mundo futuro; buenos y malos = salvación y condenación; cielo y tierra dos entidades distintas pero complementarias y finalmente el dualismo de alma y cuerpo y arriba y abajo es el contenido de ese pesimismo dualista de las Apócrifos del Antiguo Testamento
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
NOTA
Entrevista sobre la novela “Herodes el Grande” hecha por Diego Reyes Prieto
RCN Radio Bogotá, Colombia:
https://youtu.be/SlKLVHIv2nU?si=vkf3mUBNZDikRlSD Pesimismo y dualismo
Apócrifos de la Biblia hebrea
 
Escribe Antonio Piñero
 
Los escritos apócrifos de la Biblia hebrea, particularmente los más apocalípticos, se caracterizan por una concepción dualista de la existencia que tiene que ver sin duda con ideas relacionadas con la existencia del bien y del mal: arriba /abajo; Dios / Satán; ángeles buenos y malos; hombres buenos y malos; los que se salvan y los que se condenan; inclinaciones buenas y malas en el hombre desde su creación misma (existe en el hombre una parte del corazón que es maligna y otra benigna), y sobre todo el «mundo presente; este mundo» (‘olam ha-zeh), el reino del mal, y el «mundo futuro» (‘olam ha-ba’), el reino del bien que ha de venir.
 
Así pues, el dualismo es múltiple.
 
1. No existe vida en el más allá. Aunque cueste creerlo, la concepción judía tradicional, incluso en los profetas, hasta el tiempo del Qohelet (Eclesiastés) y probablemente el Eclesiástico o Ben Sira (siglo II a. C., es que no hay un más allá, que el alma no es inmortal, sino que el futuro estará en este mundo.
 
Según la inmensa mayoría de los estudiosos, fue el platonismo vulgarizado, descendiente de la teología órfica, que defendió a capa y espada que el alma es inmortal, y el dualismo de la religión persa –que defendía la inmortalidad del alma; el juicio final y la existencia del más allá con premios y castigos son ideologías que parecen haber ayudado históricamente a los autores de los apócrifos del Antiguo Testamento  a superar esta concepción tan materialista, tan de tejas debajo de reducir la existencia humana a una vida solo concebible en la tierra.
 
Aunque cueste creerlo, hay un pasaje del Eclesiastés /Qohelet / Predicador 3,19-22 que es muy claro al respecto:
 
“La suerte de los hijos de los hombres y la suerte de los animales es la misma: como muere el uno así muere el otro. Todos tienen un mismo aliento de vida; el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad. Todos van a un mismo lugar. Todos han salido del polvo Y todos vuelven al polvo.  ¿Quién sabe si el aliento de vida del hombre asciende hacia arriba y el aliento de vida del animal desciende hacia abajo, a la tierra? He visto que no hay nada mejor para el hombre que gozarse en sus obras, porque esa es su suerte. Porque ¿quién le hará ver lo que ha de suceder después de él? 
 
Queda claro: la vida de las bestias y la de los seres humanos es idéntica en cuanto a un más allá. Este no existe.
 
Pero los Apócrifos del Antiguo Testamento defienden que  existe este mundo y también su superación: el mundo del más allá. El mal no puede vencer siempre. La justicia triunfará al menos en el más allá. Dios no puede defraudar a sus fieles, y las palabras de los profetas que hablan de una bienaventuranza futura de Israel no pueden dejar de cumplirse: no se cumplirán en este mundo, pero sí en un mundo futuro que vendrá y pronto. Por tanto, junto al pesimismo de una vida solo en la tierra llena de problemas y dolores empieza a dibujarse el optimismo de la esperanza: el futuro –que consideran no lejano, sino inmediato– será esplendoroso, cielos nuevos y tierra nueva, potenciando del Tercer Isaías (capítulos 56-66).
 
Otra idea:
 
2. Dualismo de buenos y malos. «Muchos han sido creados, pero sólo pocos se salvarán» (IV Esdras 8,3); «Los justos son pocos, los malos abundan» (IV Esdras 7,51). El apocalipsis siriaco de Baruc es en ocasiones menos pesimista: en 21,11 sostiene que los justos no son pocos; En una visión contempla un conjunto de aguas sucias y otras limpias. Traducida al lenguaje no visionario: la historia humana es una alternancia del predominio de los malos (aguas turbias) y de los buenos  (aguas claras): 53-74.
 
En el capítulo 83,9-12 el pseudo Baruc reconoce que ni el mal es totalmente malo ni el bien es totalmente bueno. Con todo, este apocalipsis divide la humanidad en buenos y malos, dos clases fijas e irreversibles.
 
En el libro de los Jubileos (siglo I a. C.) el dualismo está presente en sus diversas modalidades representadas por “dos caminos”, el de los espíritus buenos y el de los malos, los espíritus de Dios y de Mastema (otro nombre del Diablo); el espíritu de Israel (bueno)  y los gentiles (malos).
 
El dualismo del libro de los Jubileos es parecido al de Qumrán: Dios-Mastema; ángeles buenos ­ ángeles malos; la humanidad dividida en justos protegidos por los custodios y malvados dominados por los demonios. Dado el nacionalismo que caracteriza al autor del libro de los Jubileos, el dualismo ético de buenos-malos no se aplica formalmente a Israel: los buenos son Israel, los malos son los gentiles, como acabamos de indicar
 
3. Dualismo espacial: cielo y tierra.
 
Los Apócrifos del Antiguo Testamento heredan de la literatura sapiencial de la Biblia hebrea la división del mundo en dos planos: el cielo y la tierra. Tal dualismo espacial es propio del Próximo Oriente y del judaísmo. Una de las manifestaciones de dicho dualismo es denominar a Dios como el Altísimo. Otro son las tablas celestiales en las que está escrito todo lo que ocurrirá en la tierra, en especial los hechos de los humanos que servirán para el juicio final.
 
Una observación: el dualismo espacial no implica oposición de contrarios, como el dualismo escatológico o el dualismo ético: el mundo celeste –del Altísimo, de los ángeles, de las tablas celestes– está íntimamente implicado con el mundo de abajo por la acción y la ejemplaridad. Hay una correspondencia entre el cielo y la tierra. Cada cosa o evento terreno tiene su modelo y prototipo en los cielos. Cada cosa o evento terreno está prefigurado en su ser o evento del cielo. Así, lo que ocurre en los cielos es de importancia primordial para la tierra. Cada región, río, ciudad, templo –en realidad, toda la tierra– tiene su modelo celeste. Las cosas terrenas, humanas o sagradas, han sido modeladas según el modelo celeste», Si me pusiera a las citas de 1 Henoc; Testamentos de los XII Patriarcas, Jubileos serían interminables. Cito solo el libro de Daniel 10,21: Yo –el Altísimo– te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad”.
 
4. Finalmente el dualismo o distinción entre alma y cuerpo está acreditada en diversos Apócrifos. Menciono solo dos ejemplos: en 1 Hen 71,lss es el alma de Henoc, no Henoc, quien sube al cielo; según Ascensión de Isaías 7,5 (cf. 8,11.27), el espíritu de Isaías es trasladado a los cielos.
 
En síntesis: el pesimismo y dualismo profundos de los Apócrifos del Antiguo Testamento dualismo: mundo presente / mundo futuro; buenos y malos = salvación y condenación; cielo y tierra dos entidades distintas pero complementarias y finalmente el dualismo de alma y cuerpo y arriba y abajo es el contenido de ese pesimismo dualista de las Apócrifos del Antiguo Testamento
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
NOTA
Entrevista sobre la novela “Herodes el Grande” hecha por Diego Reyes Prieto
RCN Radio Bogotá, Colombia:
https://youtu.be/SlKLVHIv2nU?si=vkf3mUBNZDikRlSD

Martes, 17 de Diciembre 2024


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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