NotasHoy escribe Antonio Piñero El último apartado de la comparación cristianismo/Rollos en el libro de Vanderkam y Flint está dedicado al Apocalipsis. Se quejan nuestros autores (p. 372), y con razón, de que la mayoría de los estudios sobre la relación entre los Rollos y el Nuevo Testamento se centra en motivos particulares –como mesianismo, escatología e interpretación de las Escrituras, o bien en Juan Bautista, Jesús de Nazareno, o en todo caso en Pablo…- y se olvidan de que El “Rollo de la Guerra” y la amalgama de textos fragmentarios que formaban parte de un texto más amplio sobre la “Nueva Jerusalén” sirven muy bien para aclarar aspectos del Apocalipsis del Nuevo Testamento 1. El “Rollo de la Guerra” no está aislado dentro de la apocalíptica judía (= 1 Henoc 56; 1 Hen 90; 99,4; Jub 23; 4 Esd 13; Oráculos Sibilinos 3, 663-668; para los textos, estos y otros, puede consultarse mi Antología de Apócrifos del Antiguo y Nuevo Testamento, de Alianza Editorial, Madrid, 2010), pero es el escrito que con más detalles describe la guerra santa –con sus batallas- contra Satanás y sus huestes, al final de los días. La comparación con el libro del Apocalipsis -que como es conocido describe también el conflicto final entre los que siguen al Cordero y la Bestia y el falso profeta + Satanás (= el Imperio Romano con sus ayudas)- con el Rollo de la Guerra es muy interesante e iluminadora. La atmósfera es la misma y lo que ocurre es similar. El concepto de "batalla" escatológica contra los malvados al final, etc., son prácticamente idénticos. Hay también algunas diferencias: al contrario que en el Apocalipsis cristiano, en el Rollo de la Guerrano se reúnen todos los enemigos de Israel y de Dios en un solo ejército, sino en varios, y hay múltiples batallas. También es distinto que en el Apocalipsis cristiano quien luche sea el Cordero = Jesús resucitado junto con sus ángeles, mientras que en el Rollo de la Guerra son los israelitas, unidos a los ángeles que pelean en la tierra (más parecido, relativamente, a la pelea de hombres ayudados por dioses de la Ilíada). En el Apocalipsis cristiano no hay mezcla de seres humanos y ángeles en la pelea final contra los malvados. Tanta es la similitud de concepciones que algunos expertos han definido al Apocalipsis como un “Rollo de la Guerra cristiano”. El autor del Apocalipsis es deudor de una tradición común visionaria y apocalíptica, tradición que reelabora profundamente en ocasiones, sobre todo porque cuando se produce la batalla final (la segunda muerte y definitiva) Satanás había sido de hecho ya derrotado previamente por el testimonio y la muerte salvífica del mesías, cordero, Jesús. 2. El texto de la “Nueva Jerusalén” o “Visión de la Nueva Jerusalén” es una obra reconstruida a partir de fragmentos diversos: 1Q32, 2Q24, 4Q554, 4Q554a-555, 5Q15, 11Q18. Fue compuesto en arameo y tiene la forma de una ‘visita guiada’ al futuro templo jerusalemita de la era mesiánica, similar a lo que ocurre en Ezequiel 40-48. Un guía anónimo va indicando al “turista” escatológico rasgos diversos de la futura Jerusalén celestial y de su templo. Ofrece abundantes detalles y especifica algunas medidas (como el pasaje de Ezequiel) En el Apocalipsis cristiano la nueva Jerusalén no tiene Templo, porque Dios y el Cordero son su templo, pero sí se describe esa Nueva Jerusalén. Tal descripción tiene igualmente muchos rasgos parecidos a la del libro fragmentario de Qumrán En un trabajo de haceya mucho tiempo = "José y Asenet y el Nuevo Testamento", en Actas del I Simposio Bíblico Nacional 1982, Madrid (Univ. Complutense) 1984, pp. 623-636, ponía yo de relieve cómo –entre otras concomitancias de las que hemos hablado hace tiempo aquí- la descripción de la “torre” o palacio fortificado en el que vivía, -según el autor de la novelita- la heroína Asenet antes de convertirse al judaísmo y casarse con el patriarca José, es increíblemente parecida al dibujo de la “nueva Jerusalén” del Apocalipsis. Por tanto, el texto de la “Nueva Jerusalén” o “Visión de la Nueva Jerusalén” de Qumrán, más la novelita “José y Asenet”, me confirman en una idea que he expuesto también con un poco más de detalle en la Guía para entender el Nuevo Testamento” p. 512, y que me atrevo a citar: "El autor del Ap afirma expresamente al inicio de su libro que éste es la plasmación por escrito de una revelación personal (1,1). A lo largo de la obra repite: “Caí en éxtasis” (1,10), “Vi” (5,1; 8,2; 10,1; 14,1, etc.). Todo el libro parece respirar una atmósfera de autenticidad y de participación personal en lo que se describe. Sin embargo, esta impresión se tambalea cuando se piensa que gran parte del libro está compuesto a base de textos escritos anteriores. El lenguaje, las alusiones, las palabras sueltas y expresiones (aunque nunca una cita explícita) del Antiguo Testamento aparecen por todas partes en la obra. Es claro que el autor se inspira en la Escritura sagrada, sobre todo en los libros del Éxodo, Daniel, Ezequiel, Isaías y Zacarías, no sólo para la expresión literaria, sino para el contenido mismo de sus visiones, que repiten casi al pie de la letra algunas de las que tuvieron esos profetas anteriores. Los análisis literarios revelan también sin duda alguna que el autor del Ap utiliza otros textos apocalípticos previos que no pertenecen a la Escritura y los incorpora a su libro. Así se han señalado que los pasaje siguientes tienen como base escritos apocalípticos anteriores al autor: 7,1-12; 11,1-14; 12,1-18 + 13,1-18; 17,1-17; 20,1-22,5. El número de páginas que ocupan estos pasajes en el Ap es notable. Además el Ap se nos muestra como una obra de estructura bastante bien planeada y cuidadosa. "Uniendo estos hechos se impone una conclusión: es posible que el autor tuviera auténticas visiones como base o impulso de lo que escribe, pero no cabe duda de que el resultado final, el escrito presentado para su lectura litúrgica, es un producto netamente literario y artificial, compuesto en la soledad de un escritorio de autor. Éste intentó hacer una obra con una estructura basada fundamentalmente en los números siete, cuatro y tres. Pero el uso de materiales previos no le permitió un ajuste perfecto. A pesar de este defecto, el Apocalipsis está muy logrado literariamente, y recoge, asimila y presenta renovadamente a sus lectores una tradición literaria de revelaciones ya antigua en el judaísmo". Y con esta nota de hoy concluimos nuestra serie de comentarios al libro de VanderKam y Flint, El significado de los Rollos del Mar Muerto, editado por Trotta, Madrid, en 2010. Creo que Trotta ha prestado con este libro un buen servicio. Y como soy autor de esta editorial puede parecer que esto que digo es un mero halago. No es así, por lo quiero hacer un complemento. Me escribe Carlos mi buen amigo Carlos A. Segovia que “Hay recientes trabajos de J. J. Collins, T. Elgvin, E. Regev y A. Schofield, publicados en los últimos cinco años o así y que, como sabes, cuestionan desde diferentes ángulos la identidad de la comunidad de Qumrán en su conjunto con la comunidad (¿formada asimismo por otras varias comunidades y por tanto más amplia?) referida en 1QS y afines. Se trata, en rigor, de la interpretación más reciente e innovadora de todas y que poco a poco va ganando adeptos (Se refiere C. A. Segovia a la tesis de G. Boccaccini que precisa la identidad de estos esenios, defendiendo que formaban un grupo más amplio que el que dibuja la Regla de la Comunidad = 1QS). Y por cierto también está fenomenal que Trotta haya decidido publicar el libro de VanderKam/Flint, ¡pero éste es de 2005, luego anterior a los de Collins, Regev y Schofield! Si Trotta quiere estar al día respecto del estudio de los mss. de Qumrán (como lo estuvo en los '90) ¿no convendría tal vez que contemplara la posibilidad de publicar asimismo alguno de tales libros?" Lo que transcribo para suplicar que surta efecto. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 6 de Febrero 2011
Comentarios
NotasHoy escribe Antonio Piñero Vanderkam y Flint recogen algunas concomitancias entre la teología del grupo subesenio de Qumrán y la del desconocido autor de la Epístola a los Hebreos que, por cierto, recuerden los lectores, se agregó durante la posible negociación entre iglesias paulinas que dio origen al canon del Nuevo Testamento. Opino que al número 13, que formaban el corpus de cartas paulinas (para nosotros hoy 7 genuinas + 6 de discípulos; para ellos, todas genuinas) se añadió Hebreos de modo que se alcanzara un número perfecto = 7 + 7: 14. Lo que destacan ante todo Vanderkam y Flint es que el autor de Hebreos –en contra de toda perspectiva historicista, y haciendo uso de la alegoría o de la imaginación- hace de Jesús un “sacerdote”, celestial…, ¡y un sacerdote que no era ni siquiera de la tribu de Leví (condición indispensable para ejercer como sacerdote en el judaísmo), sino la de la tribu de Judá! Para resolver este problema teológico -creado por la teología en contra de la historia vital de Jesús, un personaje totalmente laico- el autor de Hebreo hace retrotraer el “sacerdocio” de Jesús a un personaje más antiguo que Leví, Melquisedec, “que no tenía padre ni madre” y que era sacerdote de un orden sacerdotal totalmente antiguo y designado por Dios. Y a la vez, Vanderkam y Flint ponen de relieve que esta invención teológica del autor de Hebreos no estaba exenta de antecedentes. Estos se hallan en las ideas de los esenios qumranitas expresadas sobre todo en el texto sobre Melquiedec en la Cueva 11 = 11QMelk. Aunque el interés qumranita en el personaje produce ideas diferentes a las luego cristianas, hay concomitancias interesantes, que nosotros hemos señalado ya más de una vez en otras notas del Blog, o en escritos diversos. Son las siguientes: Este personaje dibujado en Qumrán tiene rasgos “mesiánicos”: • En los últimos días y bajo la égida de Melquisedec Dios hará que los pobres y cautivos encuentren su liberación: habrá remisión de deudas y sobre todo liberación de los prisioneros. El texto de Qumrán presenta a estos cautivos como gente que ha caído en esa situación por ser rehenes de Belial, es decir por haber pecado y haberse pasado al bando de Satanás. • Melquisedec tiene funciones como juez escatológico. • La actuación de Melquisedec es de algún modo expiatoria. Para Hebreos, Jesús traspasa el velo del Santuario –como el Sumo Sacerdote el día de la Expiación (Yom Kippur), mediante su propio sacrificio, y logra la expiación una vez por todas: ya no son necesarios nunca más ulteriores sacrificios. El Melquisedec de Qumrán está vinculado de algún modo con el Yom Kippur y la idea de expiación: “Entonces el Día de la Expiación, tras el décimo período jubilar (= cerca del final de los días), cuando (Melquisedec) expíe por todos los (hijos de la) Luz y por el pueblo predestinado para Melquisedec (es decir, para ser juzgado, positivamente, por él, después de la expiación). En síntesis: en Qumrán –como hemos visto ya- se anticipan rasgos mesiánicos que los cristianos atribuirán a Jesús. Esos rasgos incluyen funciones “sacerdotales” (aunque el Jesús histórico jamás lo fuera; pero se trata del Jesús pensado después de su resurrección). Ahora bien, en Qumrán se pensó en un doble mesías (Regla de la Comunidad): junto con el mesías guerrero vendría un mesías sacerdotal, que enseñaría al pueblo la Ley y que espiaría con ellos, al final de los días. Quedaría así inaugurada la era mesiánica. La teología cristiana es tan semejante a la qumranita en estos aspectos mesiánicos de una figura humana pero de algún modo "divnizada" (no se explica el cómo; sólo se saabe -y eso es lo que importa- que está junto a Dios y que participa de sus poderes) que hay que pensar en una “atmósfera teológica común”. Nada se inventa de la nada en el judeocristianismo naciente- Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Sábado, 5 de Febrero 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Vanderkam y Flint, cuya obra estamos comentando largamente, traen a colación el famoso pasaje de 2 Corintios 6,14-7,1 para tratar de la relación entre creyentes y no creyentes en Jesús en las cartas de Pablo. El pasaje reza así: 14 “No os juntéis en yugo con los incrédulos; porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunicación la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia tiene Cristo con Belial? ¿O qué parte el fiel con el infiel? 16 ¿Y qué consentimiento el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios Viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. 17 Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis cosa inmunda; y yo os recibiré, 18 y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. 7:1 Así que, amados, pues teniendo tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios”. De acuerdo con el comentario de Joseph Fitzmyer (en el capítulo “Paul and the Dead Sea Scrolls”, en la obra colectiva editada por los mismo Vanderkam y Flint, The Dead Sea Scrolls Afer Fifty Years , Brill, Leiden 1999, II pp. 599-621), nuestros autores resumen en cinco puntos las afinidades de este pasaje “paulino” (probabilísamente espurio, una glosa añadida) con el pensamiento teológico de los qumranitas: 1. El triple dualismo de justicia/iniquidad; luz / obscuridad; Cristo / Belial = Satanás + la noción subyacente de “porción” / parte / lote = v. 15. En Qumrán se halla este dualismo por todas partes en la Regla de la Comunidad y el Rollo de la Guerra. 2. Oposición radical al culto idolátrico 3. El Templo de Dios = imagen del creyente; éste alberga a Dios como el Templo = En Qumrán, en la Regla de la Comunidad, por ejemplo, 8,4-10 4. Separación y apartamiento radical de la impureza que supone el mundo pagano 5. Sistema de prueba teológica de lo que se dice por medio de una unión de textos o alusiones a las Escrituras = Antiguo Testamento hoy. Parece evidente que este texto no puede ser de Pablo. Su teología es muy distinta. Simplemente bastaría considerar el punto 4, que daría al traste con toda la misión paulina. Es claro que algún escriba insertó este texto en 2 Cor. Y no podemos saber por qué. En consecuencia (y a la luz de la comparación con la doctrina esenia general, y de sus grupos en particular, ahora más visible gracias a los Rollos), podemos pensar que las causas que provocaron que entrara este fragmento de teología esenia en el corpus paulinum sería: • Es probable que hubiera esenios en general que se pasaron al bando de los judeocristianos desde muy pronto • Es seguro que hubo una edición general de las cartas de Pablo • Es casi seguro que tal edición se produjo a finales del siglo I o principios del II, ya que todos los manuscritos conservados traen esta glosa. • Es claro que de ningún modo podemos acercarnos exactamente a lo que salió originalmente de la pluma o del dictado de Pablo. Tenemos que contentarnos con lo transmitido. Probablemente el texto que leemos de Pablo es del año 200. · Es claro que el editor, o un escriba, muy al principio de la historia del texto, insertó en 2 Corintios este pasaje que más bien parece sacado de Qumrán. Pero esto no quiere decir que en conjunto no estemos seguro de que el texto primitivo se ha conservado con bastante fidelidad. Se conservó porque se consideraba “sagrado”, y lo sagrado sólo podía “remanejarse” hasta cierto punto. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 4 de Febrero 2011
Notas
Hoy escribe Fernando Bermejo
Como los lectores recordarán, comenzamos esta serie –en rigor, inacabable– sobre el cinismo eclesiástico exponiendo una tesis que hoy en día está cuajando como versión oficial acerca de lo sucedido en los casos de pederastia eclesiástica: un asuntillo del pasado que el papa actual ha atajado con admirable moralidad y contundencia, en una “cruzada” de “tolerancia cero” contra todo tipo de corrupción en sus filas. Como veíamos, algunos ponen de “caso paradigmático” de esta “cruzada” lo ocurrido con Marcial Maciel. Tras haber aportado datos y razonamientos elementales para mostrar la radical falsedad y el carácter cínico de esta idea –un Ratzinger encubridor a sabiendas de Maciel y un Wojtyla soporte y panegirista de Maciel son solo la punta del iceberg de la corrupción moral de los más altos estamentos eclesiásticos–, cabe preguntarse por qué hay personas que se molestan en escribir libros para difundir tales falsedades; tanto más cuanto que, como hemos argumentado también, estas falsedades son también deletéreas desde un punto de vista ético. Lo irónico del caso es que el autor de <em>Tolerancia cero. La cruzada de Benedicto XVI</em>… publicado por la editorial Desclée de Brouwer, comienza su libro fanfarroneando de ir a dar lecciones al pueblo: según cuenta, la ocasión inmediata para escribir su libro habría sido una conversación con sus amigos (¿sus amigotes?) que opinan sobre todo tipo de temas, incluyendo el tema de la pederastia en la Iglesia, sin ton ni son. Ante tanta ignorancia, llega el señor cura, – tan profundo él, tan bien informado él–, dispuesto a desfacer entuertos, dar lecciones y aportar rigor y racionalidad. Dejando aparte lo que indica sobre la verdadera naturaleza moral de un individuo el hecho de que en el prólogo de su libro haga quedar mal a sus amigos (¿amigotes?), resulta curioso que el autor se jacte de poder enseñar algo, mientras 1) siembra falsedades evidentes sobre los temas que trata, poniendo el mundo al revés; 2) oculta información relevante (y fácil de obtener) sobre tales temas; 3) hace apología de un encubridor de pederastas, convirtiéndose en su cómplice; y, por ende 4) en la medida en que defiende a un individuo que es corresponsable de la prolongación del sufrimiento moral de las víctimas durante años, insulta a las víctimas. ¿Qué obtienen personas como esta –y las editoriales que publican sus libros-, aparte de contribuir a la deforestación del plantea y de conseguir tal vez algunos derechos de autor? Lo que obtienen, parece, es: 1º) darse ínfulas de escritores e intelectuales. 2º) racionalizar la (comprensible) inquietud que les suscita formar parte de una institución cuyos estamentos directivos han incurrido en graves delitos y/o practicado de modo sistemático el encubrimiento de graves delitos, despreciando el sufrimiento de las víctimas -proporcionándose con tal racionalización consuelo “espiritual”-. 3º) transmitir su autoengaño a gente que necesita, como ellos, tranquilizar a toda costa sus conciencias (como muestran los elogios al libro <em>Tolerancia cero </em> en reseñas aparecidas en esta misma página de Religión digital). 4º) prestar un servicio a la Iglesia de la que reciben su sueldo y de la que obtienen el reconocimiento social de que goza en ciertos ambientes por el mero hecho de ser sacerdotes; y, en particular, prestar un servicio a las instancias más altas de esa jerarquía (al Papa de Roma y en España, al cardenal Rouco Varela, de quien también se citan páginas de discurso buenista), servicios que quién sabe si en el futuro podrán traducirse en algún tipo de prebendas. Que todo esto se obtenga a costa de escupir sobre la verdad y de pisotear la justicia indica con absoluta claridad el verdadero crédito que estos charlatanes merecen cuando se jactan de predicar la Verdad y la Justicia. Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Jueves, 3 de Febrero 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Los textos cuyo sentido se discute - a propósito de lo que enunciamos en esta nota = "fe y justicia en Pablo y en Qumrán- pertenecen al Comentario, pesher, a Habacuc de Qumrán (1QpHab) , por una parte, y a Gálatas y Romanos, por otra, los siguientes: Porque en él la justicia de Dios es revelada de fe en fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1,17, que cita a Hab 2,4b) Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente; porque: El justo por la fe vivirá: Gálatas 3,11, que cita igualmente a Hab 2,4b) El texto pertinente de Qumrán es: Esto se refiere a aquellos que hacen (= obedecen) la Ley en la casa de Judá, a quienes Dios rescatará de entre los condenados al juicio por causa de su sufrimiento y de su lealtad () hebreo ‘emmunatam, se ‘emmunah, “justicia”, “lealtad”, “fidelidad”)al Maestro de justicia” (1QpHab 8, 1-3) Y el texto de Habacuc mismo (hebreo) en 2,4b es: “He aquí que sucumbe aquel que no tiene el alma recta, mas el justo por su fidelidad vivirá” Lo que se discute es: ¿Entendió bien Pablo el texto de Habacuc? ¿Lo interpretó cómo le convenía? ¿Qué puede decirse de cómo entendía el Apóstol el término clave ‘emmunah en el pasaje de Habacuc? En primer lugar, los esenios interpretan el “justo” de Habacuc como “los que hacen (= obedecen) la Ley en la casa de Judá”, es decir los esenios, o su subgrupo solo (¡no todos los judíos!) , mientras que Pablo habla de todos los hombres potencialmene. En segundo: parece que los qumranitas entienden “por su justicia” o “por su fidelidad”, la lealtad al Maestro de justicia en el sentido de ser fieles a él en su interpretación de las Escrituras. Pablo, por el contrario, entiende ‘emmunah como “pura fe en Dios”, gracias a la cual el creyente en Jesús se apropia de los beneficios del sacrificio vicario de Jesús en su muerte en cruz. Como se ve, hay un mundo de diferencias.. Y ninguno de los comentaristas -Pablo y qumranitas- entiende el texto en un sentido histórico, como haríamos hoy: el profeta hace un llamamiento a la fidelidad/lealtad a Dios (no concretamente a la fe en ningún credo) durante un tiempo de crisis ocasionada por la invasión de Israel por los caldeos. Pero respecto a lo que ahora nos interesa, me parece conveniente aquí pensar en la profunda diferencia de la que parten Pablo y los qumranitas respecto a la fe, cuya consecución está condiciona da al estado del ser humano antes de creer. Para los esenios, y el subgrupo de Qumrán, capitaneados por le Maestro de justicia, tal como aparece su pensamiento al respecto en los himnos o Hodayot (= 1QH), la situación del ser humano, sumido en el pecado y antes de decidirse a “obrar las obras de la Ley” es semidesesperada solamente. Se podría semejar al que cae, en la selva, en una trampa para fieras que está aún a medio construir: sólo tiene más o menos un metro de profundidad, o poco más. Una vez caído en la trampa (= la situación de pecado), con sus solas fuerzas (= siempre que desee sinceramente), y dando un saltito (= se pone a obrar la obras de la Ley) , sale de la trampa (= se halla en situación de fidelidad para con Dios y se salva. Para Pablo, por el contrario, antes de que llegara la plenitud de los tiempos, la venida de Jesús, el ser humano estaba caído en una trampa totalmente completa en la selva (= la situación de pecado generada por el pecado de Adán), de más de cinco metros de profundidad y bien alisada, de modo que por sí solo no puede salir (= por mucho que se esfuerce no logrará salir, ni saltando, ni con nada, porque las paredes son lisas = no logrará salir de la situación de pecado). PERO, llegada la plenitud de los tiempos, viene Jesús, y completa su sacrificio en la cruz). Esta acción es como la fabricación del instrumento, de la escalera, por el cual se podrá salir de la trampa del pecado. Entonces, el ser humano cae en la cuenta y con la ayuda de la gracia divina utiliza esa escalera, es decir, hace un acto de fe en la potencia salvadora de la muerte en cruz de Jesús y se apropia para sí mismo esa potencia. Ese acto de fe -inisisto- es como la “escalera” potente que le permite salir de la trampa y volver a la superficie. Con otras palabras: según Pablo, el ser humano “se hace justo” (el justo de Habacuc, según él) “por un acto de fe o fidelidad” (el justo vivirá o se salvará por la fe) hacia Dios al reconocer que por designio eterno se ha cumplido el acto de salvación de todos con el sacrificio de Jesús. Y apropiarse de los beneficios de ese acto de salvación está al alcance del que -insisto también, por la gracia divina- esté dispuesto a hacer un acto de fe en Jesús y su sacrifico. La escalera para salir de la trampa está a su disposición. Como puede observarse, la comparación entre la exégesis qumranita de Habacuc y la de Pablo ayuda para destacar la enorme diferencia entre ambas. Siempre he afirmado que esta ”escalera para salir de la trampa” = el acto de fe ayudado por la gracia, es un concepto intelectual, un acto intelectual, y no supone en principio más que “creer”; no es una acción que tenga que “obrar” norma alguna de la Ley. Es ésta una concepción de la salvación muy distinta a la del judaísmo. Es más griega y, en principio, menos judía. Me parece imposible negarlo, porque, para el judaísmo de la época de Pablo, y en principio una vez concedida también la gracia divina, la salvación no consiste en creer, sino en obrar, y en concreto "las obras de la Ley" Estemos o no de acuerdo con lo que dije en la nota anterior sobre si Pablo había entendido bien o mal la mentalidad de sus coetáneos judíos sobre la situación de pecado del hombre y su posibilidad de salvación, creo que respecto al concepto de la salvación del ser humano, entre el judaísmo del momento y el del Apóstol hay una notabilísima diferencia. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Miércoles, 2 de Febrero 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
La tesis central de VanderKam y Flint –en este apartado de su obra- es obvia, y todo el mundo está de acuerdo con ella: A pesar de desencuentros profundos entre la teología paulina y la teología esenia (en concreto la del subgrupo esenio de Qumrán) es: “Hay mucho en las epístolas paulinas, dirigidas todas a grupos de individuos de fuera de Judea, que resulta más claro después de leer los Rollos” (p. 359). 1. La manera que Pablo interpreta la Escritura es parecida a la de los qumranitas. Es cosa sabida, y lo confirman nuestros autores, que la frase paulina “hacer las obras de la Ley” no se encuentra más que en Pablo (8 veces, por ejemplo, Rom 3, 20-28; Gál 2,26, etc.) y en Qumrán, en concreto en 4QMMT (MMM= miqsat ma‘ase ha-torah = “Algunas obras de la Ley”. 2. Otro punto de contacto adicional es el esquema bendición/maldición por parte divina, según sea el comportamiento del ser humano. En Pablo ese comportamiento se refiere a la fe “Los que creen son benditos con Abrahán, que creyó” y “todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo la maldición”: Gál 3,9. 4QMMT cita a Dt 30,1-2 “Y sucederá que cuando te sobrevinieren todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y volvieres en sí en medio de todas las naciones a las cuales Jehová tu Dios te hubiere arrojado, y te convirtieres a Yahvé tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma” (Trad. Reina-Valero-Gómez: hay mejores traducciones -como, sin duda, la de Cantera-Iglesias en la B.A.C.-, pero ésta de R-V-G es copia electrónica y no tengo que teclear) y presenta a David –no a Abrahán- y a los sectarios mismos como gente que tiene siempre en mente la posibilidad de caer en la maldición divina o, por le contrario, de recibir las bendiciones…, aunque siempre dependiendo del cumplimiento de la Ley. 3. Los Rollos indican en varios pasajes que, aunque la obediencia a la Ley era crucial, la comunidad qumranita sentía intensamente –al igual que Pablo- que su elección y salvación venían por la gracia de Dios. Explicitemos este punto: ¿Cuál era el propósito de la Ley para los de Qumrán? VanderKam y Flint suscriben la posición de Ed. P. Sanders de que –a propósito de la lectura atenta de los Rollos- se debe corregir el punto de vista usual que tenemos del judaísmo de tiempos de Jesús: el cumplimiento de la Ley no era un requisito para entrar en una relación de amistad con Dios, sino la consecuencia de pertenecer a la Alianza y el requisito para seguir permaneciendo en ella. Por tanto, cumplirla voluntariosamente no era un medio para salvarse, sino una consecuencia de la elección divina previa Si fuera así, a saber q los judíos no creían que ellos se salvaban sólo por cumplían la Ley, cuando Pablo critica a los que creen que “obrando las obras de la Ley” logran salvarse, es decir, entrar en el Alianza, está interpretando mal al judaísmo de su época. Pablo creía que sus correligionarios defendían la idea que la entrada en el cielo “puede ganarse trabajando”. Pero en verdad no era así, según E. P. Sanders: los judíos de su época sabía que ya habían ganado el cielo en principio, potencialmente; pero que no lo conseguirían de facto si no cumplían las obras de la Ley. Por tanto hay que entender Gál 2,16 “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley ninguna carne (= ningún ser humano) será justificada”. como una interpretación “equivocada” de Pablo. Y detrás de Psblo han ido la inmensa mayoría de los exegetas cristianos de todos los tiempos que han visto en el judaísmo una religión puramente legalista ("obra la Ley por tus propias fuerzas y te salvarás"), cuando en realidad no era sí. Todos se ha equivocado, incluidos Agustín de Hipona y Martín Lutero. VanderKam y Flint suscriben unas palabras de James D. G. Dunn en su Comentario a Gálatas de 1993: “Es evidente que Pablo estaba formulando objeciones a una convicción judía de su tiempo (según él creía). Pero, hasta donde podemos estar seguros, la visión judía típica y tradicional de la época no era que cualquiera pudiera ganarse por sí mismo el favor de Dios”. Así resulta… que, si se entiende bien el espíritu de los autores de Qumrán, y -por supuesto- del judaísmo general de la época, Pablo (y luego todos los exegetas cristianos con él) se había fabricado un adversario judío respecto a la idea de las salvación que en realidad no existía!! Mi opinión al respecto es: es muy posible que así sea…,; y es muy posible que Sanders y Dunn tengan razón. Pero los judíos del siglo I daban una impresión equivocada a todo el mundo. Sabían poco de cómo expresar claramente sus ideas…., de modo que cualquiera, Pablo incluido, podía equivocarse fácilmente. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 1 de Febrero 2011
Notas![]()
Hoy escfribe Gonzalo del Cerro
Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica A principios del siglo VII, escribió el arzobispo Juan de Tesalónica un libro que narra la Dormición de nuestra Señora, la madre de Dios y siempre virgen María. En el fondo trata de reivindicar para su ciudad la devoción y el culto a la Virgen María, llevada al cielo en cuerpo y alma. Recoge los hechos que rodearon el tránsito de María en estrecha coincidencia con los datos conocidos ya por el Pseudo Melitón y por el libro de Juan el Teólogo. Un “ángel grande” vino para anunciar a María que llegaba el día de su traslado al paraíso. Le entregó una palma que debían llevar los apóstoles en señal de triunfo. Prometía su intención de enviar a todos los apóstoles para que asistieran a sus honras fúnebres. Vendrían también con el Señor los ejércitos de los ángeles. Estaba orando María en compañía de sus parientes cuando “se presentó el apóstol Juan, llamó a la puerta de María, abrió y entró” (c. 6). María se turbó, gimió, lloró y dijo a gritos: “Juan, hijo mío, no olvides lo que te recomendó tu maestro cuando yo le lloraba junto a la cruz”. El crucificado dijo entonces a su madre: “Juan es el que te cuidará”. En consecuencia con sus recuerdos, María concluyó el diálogo intimando a Juan: “Ahora, pues, Juan, hijo mío, no me abandones”. El apóstol no acababa de comprender el sentido del momento y se ofreció a la Señora para que le pidiera lo que necesitara. Ella le hizo entonces un encargo de la máxima confianza: “Juan, hijo mío, no necesito nada de las cosas de este mundo, pero puesto que pasado mañana voy a salir del cuerpo, te ruego que me hagas un acto de humanidad: que pongas en lugar seguro mi cuerpo y lo deposites solo en el sepulcro”. Buscaba la Virgen garantías de que los judíos no pudieran cumplir su proyecto de quemar el cuerpo que había engendrado al que ellos calificaban de impostor. Juan cayó entonces en la cuenta de la trascendencia del momento, se arrodilló y lloró. Los presentes se contagiaron de su llanto. María pidió a todos tranquilidad y asió fuertemente a Juan diciendo: “Hijo mío, sé magnánimo conmigo y cesa de llorar”. María tomó a Juan mientras los demás cantaban salmos, lo introdujo en su habitación y le mostró la mortaja que tenía preparada. A continuación, le entregó la palma que le había dado el ángel y le pidió que la llevara delante de su féretro. Juan comprendió que el gesto podría originar disensiones, porque, según decía, “hay uno mayor que yo establecido como jefe sobre nosotros” (c. 6). Una mano extraña interpoló en el texto la causa, recordando que Pedro había sido nombrado el primero de todos los apóstoles. En aquel momento, se produjo un fuerte trueno tan potente que todos los que se encontraban en aquel lugar quedaron consternados. Entonces bajaron de las nubes los apóstoles a las puertas de la casa de María. Enseguida llegó Juan al lugar donde se encontraban los apóstoles. Después de saludar a todos y cada uno, Pedro le preguntó de qué forma había llegado y cuánto tiempo pensaba quedarse. Juan refirió los detalles de su viaje. Se encontraba predicando en Sardes cuando una nube lo arrebató y lo transportó hasta Belén. Llamó a la puerta de la Virgen, entró y encontró a varios alrededor de María, que le dijo abiertamente: “Estoy para salir del cuerpo”. En consecuencia, rogaba a sus compañeros que no lloraran delante de la Señora para que nadie dudara de su fe en la resurrección. Cuando los apóstoles entraron en la casa de María, les preguntó cómo habían llegado hasta allí y quién les había notificado que iba a salir de este mundo. Contaron del país desde donde habían sido trasladados y que habían sido arrebatados por nubes. Pedro tuvo un largo diálogo con María, que introdujo a los apóstoles en su habitación y les mostró los preparativos para su tránsito. Llegó el alba del domingo y salió el sol. María oró y se tendió sobre el lecho. “Pedro estaba sentado junto a su cabeza y Juan a sus pies” (c. 12). Los demás apóstoles estaban alrededor de la Señora. Hacia la hora de tercia, se oyó un gran trueno proveniente del cielo y surgió un olor de perfume tan agradable que todos quedaron sumidos en el sueño, excepto los apóstoles y tres vírgenes a quienes el Señor conservó en vela para que pudieran contemplar el funeral y la gloria de la virgen María. Entró el Salvador en la estancia y saludó a los apóstoles y a su madre María. El Salvador tomó el alma de su madre y la depositó en las manos del arcángel Miguel después de envolverla en una especie de velos. Pedro, los demás apóstoles y las tres vírgenes tributaron las honras fúnebres al cuerpo de María y lo depositaron en el féretro. Pedro tomó la palma que había traído el ángel y dijo a Juan: “Tú eres el virgen, tú eres el que debes ir cantando himnos delante del féretro con la palma en la mano”. Juan se resistía diciendo: “Tú eres nuestro padre y obispo; debes ir delante del féretro hasta que lo depositemos en su lugar”. Pedro tomó una solución de compromiso decidiendo que coronarían el féretro con la palma. Transportaron el féretro entonando el salmo “Al salir Israel de Egipto” (Sal 114, 1). Tuvo lugar entonces el ataque de los judíos contra el féretro y sus portadores. Pero los ángeles los hirieron de ceguera. Los sacerdotes tropezaban contra las paredes, excepto un sacerdote, aquí anónimo, que se lanzó furioso contra el féretro y se agarró con sus manos donde estaba la palma. Sus manos se desprendieron de los codos. Pero Pedro le recomendó que besara el cuerpo de María, con lo que sus manos recobraron la salud. Pedro le entregó un retoño de la palma como remedio para comunicar la vista a los ciegos que creyeran que Jesús era el Hijo de Dios. Los apóstoles transportaron el cuerpo de la Señora y lo depositaron en un sepulcro nuevo en el valle del Cedrón. A los tres días regresaron para honrar las reliquias de la Virgen María, pero cuando abrieron el ataúd, no encontraron otra cosa que unos lienzos. Y es que “la preciosa morada corporal había sido trasladada por Cristo Dios, que en ella se había encarnado, a la morada celestial” (c. 14). (Foto: Tumba de la Virgen María en Jerusalén) Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 31 de Enero 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Comentamos las similitudes entre ciertos aspectos de la teología y práctica de la comunidad judeocristiana primitiva y los esenios, tal como se reflejan en los Manuscritos del mar Muerto. Hoy citamos más extensamente a VanderKam y Flint que comentan los temas reflejados en el título de esta nota. Sobre la Nueva alianza escriben (a veces la traducción que presento es un poco libre y parafrástica para que se entienda mejor): “La comunidad de Qumrán renovaba la Alianza anualmente en la Fiesta de las Semanas” (Pentecostés). En la misma ocasión el libro de los Hch nos dicen que el Espíritu fue concedido a los apóstoles y a los cristianos de Jerusalén, y se estableció una sociedad ideal en la que las posesiones eran comunes. Las dos comunidades están ligadas por un mismo recuerdo de las tradiciones bíblicas acerca de la escena de la Alianza en el Sinaí. Probablemente no es casualidad el que Hch 1 presente a Jesús como a Moisés, subiendo a una montaña antes de su ascenso al cielo, y que el Espíritu se presente como un don que Jesús ha enviado –tras ascender al cielo- a su pueblo que continúa aún en la tierra, allá abajo para Moisés que contemplaba al pueblo en la falda de la montaña (compárese con Hch 2,33). Moisés fue el medio para proporcionar la Alianza a los israelitas y el don del Espíritu en Pentecostés es, según Lucas, donde se establece una (¿nueva?) alianza (p. 357) La interpretación de la Escritura La exégesis de la Escritura de Pedro, según Hch 2, es muy similar a al practicada en Qumrán. E apóstol “cita pasajes de los profetas y de los salmos” –los textos principales sobre los qumranitas compusieron sus pesharim o comentarios que actualizaban la profecía al momento presente- y “parece como un esenio de Qumrán cuando defiende a sus compañeros en la fe en Jesús de estar borrachos” a tempranas horas de la mañana. Pedro cita Joel 2,28-32, que comienza: “En los últimos días sucederá, dice Dios, que derramará mi Espíritu sobre toda carne (Hch 2,17). En otras palabras, la predicción acerca del don del Espíritu divino a todas las gentes se cumplirá en los últimos días. “En realidad los textos hebreo y griego de Joel no dicen ‘en los últimos días’, sino ‘después de esto’, es decir,, cuando haya tenido lugar la vuelta del favor divino detallada en la sección precedente del oráculo profético (Joel 2,18-27). “En Hechos las palabras ‘después de esto’ se hacen más concretas a la luz del contexto de Joel. Este tipo de lectura de la Biblia continúa en Hch 2, donde varios salmos” (cuya situación originaria y su significado primigenio e histórico eran muy distintos) “se entienden como referidos a Jesús, del mismo modo que en los comentarios e interpretaciones bíblicos de Qumrán, los pesharim, donde por medio de esta exégesis se descubre el sentido de los eventos contemporáneos”. “Lao que está implicado en este asunto es evidente: tanto las gentes de Qumrán como los seguidores de Jesús en Jerusalén se consideraban comunidades escatológicas y se constituían como fraternidades ideales en Israel (las dos, cada una por su cuenta, se consideraban, en verdad el verdadero Israel y tenían como modelo la comunidad israelita en torno al Sinaí” (cf. p. 358 de VanderKam y Flint. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 30 de Enero 2011
NotasHoy escribe Antonio Piñero VanderKam y Flint opinan, con razón, que los Manuscritos del mar Muerto nos permiten aumentar la perspectiva de la interpretación correcta (acomodada a la mentalidad del siglo I d.C.) de los Hechos de los Apóstoles, de Pablo y de los autores de otras epístolas del Nuevo Testamento 1. Hechos de los apóstoles Confirmamos que los Manuscritos del mar Muerto ayudan a comprender el esquema mental que llevó a los primeros cristianos de Jerusalén a adoptar el sistema de la “propiedad comunitaria”: Hch 2, 44-46: "Todos los que iban creyendo abrigaban el mismo propósito y lo tenían todo en común; 45 vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno. 46 Asimismo, mientras a diario perseveraban unánimes en el templo, también partían el pan en las casas y comían con alegría y de todo corazón, 47 alabando a Dios y siendo bien vistos de todo el pueblo. El Señor les iba agregando a los que día tras día se iban poniendo a salvo con el mismo propósito" (Tr. J. Mateos). Igualmente en Hch 4, 32-35: "32 En la multitud de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: nadie consideraba suyo nada de lo que tenía, sino que lo poseían todo en común. 33 Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho vigor; todos ellos eran muy bien vistos, 34 porque entre ellos no había ningún indigente, ya que los que po¬seían campos o casas los vendían, llevaban el producto de la venta 35 y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno". Se trata –la comunidad de bienes- de una práctica compartida con la comunidad de Qumrán y que comparten hasta cierto punto un mismo “guión” teológico: 1) Ambos grupos estaban convencidos del final inminente de este (tipo de) mundo y el amanecer de otro mundo o nueva edad. 2) Ambas veían en la comunidad de bienes la puesta en práctica del precepto del amor al prójimo = a amar a Dios (dt 6,5 y Lev 19,18b). Los textos de Qumrán pertinentes son CD (Doc. de Damasco) 6,20 y “Regla de la comunidad) = 1QS 6,24 y 7,6. 1QS 6,24: “Si se encuentra entre ellos alguien que ha mentido acerca de los bienes (compartidos) a sabiendas, lo separarán de la comida pura de los Numerosos (de la comunidad) durante un año, y será castigado a un cuarto de su pan (= comida) Es éste un castigo menor que el de Ananías y Safira en Hch 5. 1QS 7, 6: “Si alguno se comporta negligentemente con los bienes de la comunidad, causando su pérdida, habrá de completarlos” CD 6,20 = unión del disfrute de los bienes (comunes) cvon el amor del prójimo: “…para apartar las porciones santas según su exacta interpretación; para amar cada uno a su hermano como a sí mismo, para reforzar la mano del pobre, del indigente y del extranjero He aquí textos, entre otros (véase el libro de González Lamadrid; Los descubrimientos del Mar Muerto, que citamos en postales anteriores) que indican que la primera comunidad judeocristiana tenía una teología en muy diversos puntos similar a la esenia ¿influjo de que bastantes esenios de Jerusalén –no de Qumrán- engrosaron las filas de los seguidores más primitivos de Jesús que eran totalmente judíos (con poca o ninguna influencia del pensamiento posterior de Pablo). Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Sábado, 29 de Enero 2011
NotasHoy escribe Antonio Piñero Como escribimos ya, Knohl sostiene que ese personaje de los textos transcritos, que tiene de sí mismo tan elevada estimación, fue Menahén, esenio, consejero del rey Herodes el Grande, y que se declaró mesías y fue muerto…, naturalmente. Este Menahén fue el modelo expreso de Jesús de Nazaret, que lo conoció e imitó expresamente. Los dos testigos del Apocalipsis de Juan, cap. 11, son en opinión de Knohl, los mesías real y sacerdotal que el autor de esa revelación cristiana toma de Qumrán. En efecto, dice, los dos testigos mueren, son expuestos durante tres días y luego resucitan La opinión de tres personas más calificadas que yo son las siguientes. Julio Trebolle (qumránologo entre otras cosas de la Universidad Complutense de Madrid) sostiene que la reconstrucción de Knohl es aventurada. Al ser los textos objeto de interpretaciones diversas, no se pueden obtener más que hipótesis. Trebolle opina que las reconstrucciones de Knohl de las lagunas (destrozos del manuscrito) de estos textos son totalmente aventuradas. VanderKam y Flint (pp. 282ss y 353, autores del libro objeto del comentario de esta serie) sostienen que es posible que hubiera un Menahén tal como describe Knohl, e incluso que fuera un pretendiente mesiánico. Pero, el conjunto de la hipótesis de Knohl son tan arriesgadas, que no puede prestárseles asentimiento. Y segundo: para reconstruir la figura del mesías en Qumrán ( y luego afirmar que el cristianismo es mera copia) se fija Knohl en textos oscuros, que no nombran al mesías directamente, mientras que no trata de otros pasajes (como la Regla de la Comunidad) en los que el mesías, o dos mesías, sí aparece de modo expreso. La crítica parece razonable. En conclusión: VanderKam y Flint –y yo estoy de acuerdo- opinan que la relevancia de los Manuscritos del mar Muerto para entender a Jesús y al cristianismo primitivo sigue siendo objeto de controversia. Pero que hay algo muy claro: comprendemos mucho mejor a Jesús y a sus seguidores judeocristianos si leemos esos Manuscritos. Pero esos Manuscritos del mar Muerto nos revelan una comunidad judía, no cristiana en absoluto. Nada hay de encriptamiento de noticias cristianas y de Jesús en ellos. El efecto de los textos aludidos en estas postales y otros sirve para autentificar la atmósfera teológica en la que vivió Jesús y para dar un aire de verosimilitud histórica, pues pertenece al ambiente judío del siglo I de nuestra era y a sus antecedentes, a lo que cuenta el Nuevo Testamento acerca de Jesús. Y añado: todo esto es verdad, pero no va en absoluto en contra de la tesis general interpretativa de los Evangelios de que transmiten muchos dichos y hechos auténticos de Jesús, pero vistos y reinterpretados a la luz de la teología cristiana que se forma después de la Pascua en la que muere Jesús (y sus seguidores creen que ha resucitado), teología que debe muchas ideas reinterpretativas a la mente de Pablo de Tarso. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 28 de Enero 2011
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Editado por
Antonio Piñero
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Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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