CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Líneas teológicas maestras del "mesianismo" del Antiguo Testamento (194-06)
Hoy escribe Antonio Piñero



Como prometimos, y tras haber concluido la presentación del libro de la semana, finalizamos hoy con una exposición de las líneas teológicas maestras del artículo sobre el "mesianismo" del Antiguo Testamento según los autores del artículo “mesías” (Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica, de Editorial Herder.

Según tales autores del artículo “mesías” en su primera parte (son cuatro en total: Antiguo Testamento; Judaísmo temprano = desde el siglo V a.C. hasta el I d.C.; Nuevo Testamento = desde 70 hasta más o menos 120 d.C.; Judaísmo rabínico de los siglos II d.C. en adelante), la concepción del “mesías” en el Antiguo Testamento evoluciona a partir de la idea bíblica –y más en concreto judía- del carácter sagrado de la realeza: el rey es el conservador y el mantenedor de la justicia en su reino; es garante del bienestar de su pueblo y señor poderoso y pacífico frente al mundo exterior.

Tales expectativas no se vieron cumplidas en los monarcas de la Casa de David, y perdió su punto de apoyo real con la desaparición de la monarquía. De ahí que la mirada se dirigiera cada vez más acentuadamente hacia el futuro, comenzando por la esperanza de la restauración del reino davídico en Israel hasta llegar a la expectativa de un monarca israelita del fin de los tiempos que habría de reinar sobre un reino pacífico, universal e indestructible...

A este rey se denominaría posteriormente "ungido por Dios o mesías" por antonomasia y las concepciones sobre él adquirirían múltiples formas; además se hizo fluida la transición desde la esperanza de restauración en el tiempo histórico hasta la espera del reino definitivo en el final de los tiempos.

Las referencias a la casa de David se mantuvieron, pero al mismo tiempo se modificaron e incluso quedaron eliminadas:


• Dios hará que el nuevo reino florezca con el nacimiento de un nuevo retoño:


- Is 11: “Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.”
- Miq 5,2: “Pero tú, Belén Efratá, aunque eres pequeña entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas han sido desde el principio, desde la eternidad”
- Jr 23,5: “He aquí que vienen días, dice Yahvé, en los cuales levantaré a David un Renuevo justo, y un Rey reinará y prosperará, y hará juicio y justicia en la tierra.”
- Ez 17,22: “Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime.”
- Zac 3,8: “Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti; porque son varones admirables: He aquí, yo traigo a mi siervo, el Renuevo.”
- Zac 6,12: “Así ha hablado Yahvé de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es El Renuevo, el cual brotará de su lugar, y edificará el templo de Yahvé:”


• Dios elegirá un David nuevo:

- Ez 34,23: “Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime.”
- Ez 37,24: “Y mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un pastor. Andarán en mis decretos y guardarán mis estatutos y los pondrán por obra.”


• En Zacarías 9,9 (“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu Rey vendrá a ti, Él es justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”) se mantendrá abierta la relación del futuro rey-mesías con Israel


• En los Salmos se mantendrá una dualidad. Por un lado habrá salmos del rey humano y, por otro lado, habrá salmos del rey que será Yahvé mismo, como 93-100.


• Sólo en los textos proféticos se llevará a cabo el teocentrismo, es decir, el gobierno de Israel por Dios, bajo otra modalidad, mediante una división de la tarea: ‘La confesión del poder de Dios se une con la confesión de la debilidad de su representante en la tierra… aumenta el ámbito del dominio del rey-mesías a la vez a que disminuye su poder soberano que pasa a Dios.


Hasta aquí esta reproducción un tanto alterada por mí del contenido de este artículo sobre el “mesías” (primera parte de cuatro: el mesías en el Antiguo Testamento) del Diccionario de exégesis y teología Bíblica de la Editorial Herder.

Mi valoración en conjunto es muy positiva por la claridad, orden y riqueza de textos. Si todos los artículos son como éste, y así lo parece en general, creo que el Diccionario que comentamos está muy bien; que es una obra que merece la pena tener en nuestra biblioteca como consulta básica junto con los diccionarios estrictamente históricos de la Biblia.

Y respecto al contenido expuesto sólo manifestaría un reparo: creo que habría sido interesante que los autores del artículo hubieran hecho mayor hincapié en la notable influencia de la teología egipcia de la divinidad ínsita del faraón y de sus cualidades, también ínsitas, de representante de la divinidad en la tierra, de encarnación de ella en el mundo de los humanos, y de ser el único garante de la justicia y de la razón universal (“Maat”, en egipcio)en el mundo de los humanos. Creo que sin el influjo de esta teología sobre el pensamiento israelita acerca de la monarquía en Israel no se habría producido a al larga el concepto de mesías o rey futuro universal, judío, que instaura el reino de Dios sobre la tierra y que media entre la divinidad y los humanos.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 6 de Agosto 2011
La profesora Avenoza escribe de su propio libro - Biblias Castellanas Medievales (y IV) (195-04)
Hoy escriben Gemma Avenoza y Antonio Piñero


Terminamos hoy con la presentación –en cuatro entregas- del libro “Biblias Castellanas Medievales”. Hoy concluimos con la transcripción de las páginas introductorias que la propia autora dedica a su obra:

“Por su parte, los centros de copia se servían de una serie de procedimientos que facilitaban la organización del trabajo. La preparación del soporte de la escritura realizado según unas pautas fijas, unas proporciones entre la altura y la anchura de la caja de escritura que variaban según el tipo de obra a reproducir y los gustos de los tiempos.

“La pulcritud de su trazado era fundamental para la belleza y equilibrio de la página y se encomendaba a veces a un artesano especializado y otras veces era responsabilidad de cada uno de los copistas que intervenían en la copia; en ambos casos, el resultado del libro acabado debía de ser uniforme, sin diferencias apreciables, lo que suponía el uso de reglas o de modos de calcular esas proporciones comunes a todos los implicados en la copia de una obra (estas proporciones giraban en torno al número de oro, al rectángulo de Pitágoras, al doble rectángulo de Pitágoras, a los rectángulos construidos según la fórmula a x a √2, etc.).

“Para marcar la pauta se empleaba una punta de plomo o de grafito, una punta seca que no dejaba trazo de color, tinta diluida, plegado tabeliónico (es decir, propio de los “tabeliones” o escribanos o se usaban mastaras o planchas de reglar y, para los renglones, si era el caso, se acudía al uso de una ruedecilla dentada que en los márgenes dejaba una hilera de perforaciones menudas que servían para trazar las líneas de guía para la escritura (Biblia de Alba).

“El orden de los bifolios que formaban cada uno de los cuadernos se aseguraba a través de signaturas de cuaderno, cuyas formas podían responder al uso del scriptorium o al gusto del copista y en este último caso su variación señala el cambio de amanuense en un punto determinado del manuscrito (BNM 10288 y Esc. I.i.4). Para que no se desordenaran los pliegos se acudía a la numeración de cuadernos y también a los reclamos, esas palabras anotadas en los márgenes inferiores del último folio de cada pliego que eran las primeras del cuaderno siguiente.

Buena parte de estos elementos desaparecían cuando el libro se terminaba y se le dotaba de una encuadernación, porque al igualar los folios se eliminaba parte de los márgenes. Ese era el momento en el que podían hacerse desaparecer las signaturas de cuaderno, las perforaciones que marcaban la justificación de la escritura o las anotaciones que los copistas dejaban para orientar a rubricadores y miniaturistas. Por fortuna para nosotros no siempre se han perdido estos elementos, bien porque estaban integrados en la decoración del volumen (caso de algunos reclamos) o porque su posición los mantuvo lejos de la cuchilla del encuadernador.

De todas estas técnicas quedan algunas señales en los libros, y la ciencia codicológica, actuando como una arqueología del libro manuscrito, examina todos esos indicios y busca darles una interpretación. Lo mismo que las piedras que quedan de una casa o de una calle permiten al arqueólogo explicar cómo era la vida ciudadana en un tiempo ya lejano, los elementos materiales que servían para organizar la copia permiten a la codicología explicar el cómo, el cuándo, el dónde, el quién y el para quién de la realización de los manuscritos medievales. Nos acerca al modo en el que trabajaban los copistas medievales y nos proporciona muchos datos sobre la historia de los textos y de su transmisión, de tal modo que a veces es en la constitución material de un volumen donde se encuentra la explicación a un determinado problema textual (los cambios de texto base, por ejemplo).

“En un corpus como el de las biblias romanceadas medievales hispánicas la aplicación del análisis codicológico ha sido especialmente rico en resultados; al estudiar un grupo de copias de la misma obra realizados en una época concreta (a mediados o en la primera mitad del s. XV), se ponen en evidencia datos que de otra forma, aislados, serían mudos. La materialidad de los volúmenes dice mucho de las variaciones textuales que presentan y existen elementos comunes entre unos manuscritos y otros, como el hecho de que más de un manuscrito registra la presencia de técnicas peculiares, la intervención de un mismo copista o el uso de un mismo tipo de papel. Los lazos materiales entre los testimonios van a la par de los lazos textuales y unos sirven a otros como piedra de toque para comprobar las hipótesis que relacionan entre si los distintos manuscritos.

“Para llegar a estos resultados ha sido necesario estudiar directamente todos los manuscritos conservados, aplicándoles un cuestionario codicológico elaborado a partir de la experiencia que desde 1989 acumula el grupo de investigación de BITECA. Los datos reunidos han sido contrastados y analizados teniendo en consideración las particularidades del corpus presente.

El estudio material de las biblias medievales romanceadas hispánicas que aquí se presenta ha surgido gracias a la Fundación San Millán de la Cogolla, con cuyo apoyo se ha podido pasar de una serie de estudios parciales, de notas tomadas sobre manuscritos medievales a lo largo de los años, a un estudio de todo el corpus bíblico castellano medieval.

Pese a la unidad el método de análisis empleado, la singularidad de todos y cada uno de los manuscritos ha orientado la investigación en un sentido u otro, primando a veces la perspectiva codicológica y otras la histórica, de modo que cada uno de los capítulos se puede leer como un artículo independiente.


Saludos cordiales de Gemma Avenoza y Antonio Piñero.

Viernes, 5 de Agosto 2011
Gemma Avenoza escribe de su propio libro: “Biblias Castellanas Medievales” (III) (195-03)


Hoy escriben Gemma Avenoza y Antonio Piñero


Cedo hoy la palabra a esta excelente paleógrafa y presento a los lectores del Blog lo más importante de su “Introducción”. Lo hago así porque estoy convencido de que muchos lectores quizás no tengan ocasión en toda su vida de adentrarse en esta maravillosa aventura del trato con los manuscritos antiguos. La “Introducción” de la Profesora Avenoza puede quizás servir de acicate para que algún lector se sienta animado a estudiar alguno.

“Los manuscritos medievales son un reflejo del mundo en el que fueron creados. Son objetos de uso o de representación, a veces joyas magníficas y otras simples copias utilitarias. Sea cual sea su condición material, muestran las maneras de trabajar de aquellos que los copiaron: copistas profesionales que trabajaban en centros organizados (los scriptoria monásticos o laicos o las escuelas rabínicas, por ejemplo), o que podían encargarse de trabajos a título individual al servicio de un gran señor, y también particulares con conocimientos del arte de la escritura que escribían para ellos mismos o para sus allegados.

“No era lo mismo copiar la breve Epistola de gobernatione rei familiaris atribuida a Bernardo de Claraval y muy difundida en toda Europa en la Edad Media, que enfrentarse con la copia de una obra compleja, formada por varios tratados y de extensión considerable como los Moralia in Job de Gregorio Magno, los Dicta et facta memorabilia de Valerio Máximo o la Biblia. Estos libros se encargaban a copistas profesionales o a centros de copia más o menos especializados en su confección y que tenían acceso al modelo a reproducir. Según fuera el deseo y las posibilidades económicas del comitente, los libros incorporarían iluminaciones, para las que se requeriría la intervención de miniaturistas. Estos artistas trabajaban en colaboración con los centros de copia, pero a menudo en talleres independientes.

Cada tipo de libro tenía unos requisitos básicos: un formato, una determinada cantidad de material de escritura a emplear (pergamino o papel, o una combinación de ambos) y un tiempo de confección más o menos largo, según su extensión (estamos hablando ahora de obras de varios centenares de folios) y según el número de profesionales que intervinieran en su copia, trabajando muchas veces de forma simultánea (como en la Biblia de Alba).

“Se trataba de una inversión importante en medios económicos y humanos, que requería un espacio determinado en el que trabajar con unas condiciones mínimas, el desembolso de cantidades no despreciables en la adquisición de los materiales (especialmente si se deseaba un copia en pergamino o si las ilustraciones debían incluir oro o colores preciosos) y profesionales experimentados. En resumen, todo ese trabajo requería su tiempo y una buena organización que minimizara esfuerzos y gastos.

El resultado son obras de taller. No podemos hablar de una producción en serie como la que resulta de una cadena de montaje, pero sí del trabajo de unos artesanos que siguen unos procedimientos aprendidos, repetidos una y otra vez de modo que el resultado ofrezca siempre el mismo aspecto, que es el que espera el comitente a quien, en el momento de hacer el encargo, se le ha mostrado un ejemplar acabado al que espera se asemeje el suyo, tal y como se hacía constar en los contratos de copia (son ejemplos de copias idénticas los dos manuscritos de Valerio Máximo de El Escorial h.i.11 y h.i.12 o los de los Morales de san Gregorio BNM 10136-10138 y Alba 63, 63bis y 64).

“De otros artesanos medievales, los canteros, las catedrales muestran sus firmas, en las marcas gravadas en las piedras que servían para calcular el trabajo que debía pagarse a cada uno, porque todas las piedras eran en principio iguales y no se podía distinguir la tallada por un cantero de la que talló otro. Los copistas profesionales buscaban que su trabajo fuera lo más semejante al de sus colegas de modo que la escritura del libro tuviera un aspecto uniforme desde el inicio hasta el final del volumen, pero voluntaria o involuntariamente dejaban en su trabajo marcas particulares: formas de decorar el reclamo (BNM 10807 y BNM 10288), detalles de las mayúsculas e, incluso, su nombre anotado junto al número del cuaderno (como sucede en un manuscrito de las Ordinacions del rey Pedro el Ceremonioso de Aragón que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Valencia”.

Mañana concluimos con el material de esta “Introducción” y al mismo tiempo con la miniserie de cuatro entregas que ha servido de presentación al libro.


Saludos cordiales de Gemma Avenoza y Antonio Piñero
Jueves, 4 de Agosto 2011
Un maravilloso caso de colaboración judeo-cristiana Biblias Castellanas Medievales, de Gemma Avenoza (II)  (195-02)
Hoy escriben Antonio Piñero y Claudio García Turza


Continuamos la presentación del siguiente libro: Gemma Avenoza, Biblias Castellanas Medievales. Cilengua (Instituto de orígenes del español), Fundación San Millán de la Cogolla, 2011, 448 pp. de gran formato. CD incluido con la reproducción de los manuscritos presentados. ISBN 978-84-938395-6-7.


La descripción y análisis de los aspectos codicológicos (todo lo que atañe al estudio de un códice) examinados en este libro rozan la exhaustividad:

• Historia del manuscrito: resulta rigurosamente magistral, a este respecto, la reconstrucción histórica que la autora lleva a cabo del manuscrito de la Biblia de Alba;

• Contenido de los manuscritos estudiados;

• Anotaciones hechas en ellos;

• Constitución material de los manuscritos: cuadernillos de los que consta, "reclamos" (palabra o sílaba que solía ponerse en lo impreso antiguamente, al final de cada plana, que era la misma con la que había que comenzar en la plana, o página, siguiente), medidas y proporciones, pautado, correcciones, enmiendas, llamadas al texto, decoración, heráldica, filigranas, etc.

En el apéndice cuarto de este libro pueden observarse en una visión global y esquemática todos estos elementos codicológicos y, de modo particular, los valores de las proporciones de la caja de escritura (el tamaño de las letras con el conjunto de la página que se obtiene con tal tamaño) atendiendo rigurosamente a aspectos como la dimensión vertical y horizontal de la caja, el número de líneas por columna, el valor numérico de la proporción y el nombre de la misma.

El estudio incluye además un apéndice de las filigranas, con una generosa reproducción de sus calcos en el tamaño original. En este importante capítulo de la codicología medieval, Gemma Avenoza se ha consolidado como una de nuestras especialistas más competentes.

En cuanto al estudio de la escritura, la autora ofrece unas breves y certeras muestras paleográficas que ayudan mucho a identificar las diferentes manos que intervienen en los manuscritos, aunque a este estudio no le corresponde obviamente realizar un peritaje paleográfico detallado, estudio que vendrá posteriormente y que pueden hacer otros especialistas.

En este punto nuclear del trabajo -el método y la amplitud de los aspectos codicológicos estudiados-, Avenoza hace notar que, pese a la unidad del método de análisis empleado, la singularidad de cada uno de los manuscritos ha orientado el tipo de investigación. En ocasiones ha debido primar la perspectiva codicológica (el estudio del manuscrito en sí) y en otros casos, la histórica, es decir el estudio de las circunstancias de su elaboración.

Interesa destacar, por último que, como consumada arqueóloga de los libros manuscritos, Avenoza ha examina todos los indicios codicológicos a los que nos hemos referido y ha buscado darles una explicación. Así nos hacer ver que los elementos materiales con que se organiza la copia permiten explicar cómo trabajaban los copistas, cuándo se llevó a cabo la copia, quién la realizó o para quién se hizo.

Esos rasgos materiales ofrecen además datos sobre la historia y transmisión de los manuscritos y en ocasiones sobre la propia naturaleza de los textos; es decir que la elección de los contenidos textuales concretos viene condicionada muchas veces por la constitución material del volumen, sobre todo en este tipo de corpus romanceados donde hay una especial interrelación entre los lazos materiales y los textuales.

En suma, el libro que presentamos es uno de los estudios de codicología española científicamente más sólido, un trabajo rigurosamente ejemplar. Constituirá, no lo dudamos, un hito singular en la historia de esta disciplina.


Saludos cordiales de Claudio García Turza y Antonio Piñero
Universidades de La Rioja y Complutense de Madrid
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Miércoles, 3 de Agosto 2011
Biblias Castellanas Medievales, de Gemma Avenoza (I). Un maravilloso caso de colaboración judeo-cristiana (195-01)
Hoy escriben Antonio Piñero y Claudio García Turza


Estoy, por mi parte, muy contento en verdad, en la semana presente, de presentar este libro de Avenoza, pues su contenido entra de lleno en la tarea filológica que es propiamente la de este Blog. Creo que una de las principales, quizá la primera, ocupaciones de un filólogo es proporcionar al público una acceso libre, fácil y cuidado a los manuscritos antiguos que conservan nuestras bibliotecas, en España, o fuera de ella.

El libro de la profesora Gemma Avenoza es espectacular. A mí me parece sencillamente sensacional, pues -además de su contenido en letra impresa- viene acompañado de un CD, con el mismo título, donde el lector, deseoso de conocer nuestros tesoros, puede saciar plenamente su curiosidad con imágenes de los manuscritos que se estudian. En la presentación de este libro tengo muy poco o nada que criticar, pues soy sólo un admirador inexperto en estas lides de edición de manuscritos medievales- utilizaré las palabras de las dos presentaciones, la de la autora y la del Prof. Claudio García Turza, prologuista de la obra.

Gemma Avenoza, Biblias Castellanas Medievales. Cilengua (Instituto de orígenes del español), Fundación San Millán de la Cogolla, 2011, 448 pp. de gran formato. CD incluido con la reproducción de los manuscritos presentados. ISBN 978-84-938395-6-7.

Escribe el Prof. García Turza que

“Dentro del proyecto general ‘Biblias hispánicas’, que en la actualidad centra una buena parte del ‘Instituto de Orígenes del Español’, consideramos prioritaria la línea de investigación orientada a la edición y estudio de las biblias romanceadas castellanas de la Edad Media.

“Estas traducciones vernáculas de la Biblia tienen un interés histórico y filológico evidente. Su sola mención, por una parte, se asocia inevitablemente con una de las consecuencias más espantosas del fanatismo religioso en esa época: la persecución insensata precisamente de muchas de las versiones bíblicas judeorromances y, en sentido contrario, constituyen una prueba tangible, sobre todo en la primera mitad del siglo XV, de la arraigada convivencia y colaboración entre cristianos y judíos.

“Por otro lado, manifiestan un desarrollo cultural tan alto de los cristianos y de la comunidad judía que posibilitó las traducciones desde el latín y el hebreo (añado: ¡qué pena que no fueran del griego, como hizo en Inglaterra/Gales William Tyndale que antes del 1536 [murió ejecutado en Antwerpen/Amberes por luterano] había traducido casi todo el Nuevo Testamento del griego al inglés. En España podríamos habernos adelantado un siglo!), en este caso merced a una profunda integración de los judíos en la cultura medieval española.

“Estas Biblias revelan, además, la antigua técnica tradicional de traducción fundamental en el sistema pedagógico de sus aljamas (es decir, sinagogas; lit. en árabe el lugar donde se reúne la congregación), así como las diversas adaptaciones realizadas por los traductores judíos a instancia de los reyes y los nobles cristianos, que, estimulados por una curiosidad intelectual afín a la renacentista, encomendaban traducciones en todos los campos del saber, incluida la Biblia.

“En otro orden de cosas, estas Biblias propician y consagran de modo general el avance de la lengua castellana: las Escrituras sagradas configuran el documento seguramente más apropiado para aquilatar las posibilidades de cualquier sistema idiomático en el proceso o reto de su traducción.

“Finalmente, desde el enfoque de la lingüística histórica, estos romanceamientos (es decir, traducciones a la lengua vulgar o romance), cronológicamente dispuestos a lo largo de los siglos, ilustran palmariamente la evolución lingüística del español.

“Por todo ello, resultaba urgente disponer antes que nada de una monografía que atendiera con el rigor necesario a los aspectos codicológicos de todos estos manuscritos. Y no tuvimos ninguna duda: la profesora Gemma Avenoza, por su reconocida competencia en esta materia, habría de abordar tan importante contribución científica.

“Y este libro que ahora presentamos es el excelente resultado de este empeño: una obra completa en cuanto al número de los manuscritos examinados, ejemplar por el método y la amplitud de sus descripciones codicológicas e innovadora por la búsqueda de interpretaciones a partir de los numerosos datos ofrecidos en la minuciosa descripción de los manuscritos.

“En efecto, en el presente trabajo, con excepción de las traducciones bíblicas romances integradas en la General Estoria de Alfonso X y de la "Fazienda de Ultramar" (cuyo contenido no es en su totalidad una traducción bíblica), figura un estudio directo de todo el corpus bíblico castellano medieval: Biblias completas:

· El Escorial,
· Biblioteca Nacional,
· Real Academia de la Historia,
· Casa de Alba,
· Évora
· Ayuda),
· Libros bíblicos exentos y fragmentos bíblicos (el libro incluye la edición de dos de estos fragmentos conservados: Évora y Córdoba).


Continuamos en la próxima postal

Saludos cordiales de Claudio García Turza y Antonio Piñero
Universidades de la Rioja y Complutense de Madrid




Martes, 2 de Agosto 2011
Detalles de la vida de Pablo en los HchPePl
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en los Hechos de Pedro y Pablo

Hay unos Hechos Apócrifos, etiquetados como Hechos de Pedro y Pablo, escritos presuntamente por el Pseudo Marcelo. Una obra nacida hacia los siglos V o VI no puede ser producto del Marcelo, que conocemos por los Hechos Apócrifos de Pedro. Por esta razón obvia anteponemos al nombre de Marcelo el elemento limitativo de Pseudo. En aquellos Hechos, los dos apóstoles aparecen unidos, en opinión del autor, lo mismo que las dos lumbreras del mundo, el sol y la luna. Ambas lumbreras del día y de la noche, van juntas sin posibilidad de separación. Lo mismo sucede con estos dos apóstoles, que ocupan más páginas en las escrituras canónicas y que mayor trascendencia han conseguido como maestros de la comunidad cristiana.

Pedro había recibido el encargo de predicar el evangelio entre los cristianos oriundos del judaísmo. Pablo lo predicó entre los gentiles hasta el punto de que es denominado Apóstol de las Gentes, de los Goyîm que dicen los hebreos. Pero el autor de estos HchPePl deja claro que ambos apóstoles son miembros de un colegio con comunidad de objetivos y de contenidos. Llevarán el evangelio hasta los confines de la tierra, pero un evangelio único e inmutable. Un evangelio que enseña que hay un Salvador, enviado por el Padre a la tierra para vencer al pecado y sembrar la gracia, ahuyentar las tinieblas y hacer brillar la luz. La letra de estos Hechos insistirá en que, a pesar de las posibles divergencias de matiz entre las personas y las misiones de Pedro y Pablo, la coincidencia es total en la esencia del mensaje fundamental.

Proyectos de los enemigos de Pablo

Nos movemos en el ambiente de las tradiciones que giran en torno a su figura. En este sentido, notamos que la primera unidad literaria de estos Hechos trata del viaje de Pablo desde la isla de Malta hasta Roma. Otros documentos hablan del viaje de Pablo a Roma, pero desde España. La estancia de Pablo en España puede calificarse de históricamente probable. En la carta a los romanos, manifestaba Pablo la esperanza de visitar a los cristianos de Roma cuando pasara camino de España (Rom 15,24.28). Los HchPe cuentan del viaje de Pablo a España. Es coherente, pues, con las tradiciones sobre Pablo la referencia a un viaje de regreso de España a Roma.

Los Hechos de los Apóstoles de Lucas cuentan la peripecia del viaje hasta la isla de Malta, a la que llegaron los pasajeros muy a pesar de sus intenciones tras una furiosa tempestad. Los HchPePl comienzan su relato describiendo el viaje desde la isla hasta la ciudad eterna. El autor tiene la intención de presentar los sucesos desde la óptica de los judíos. Cuenta cómo los judíos de Roma se sentían alarmados ante la noticia de que Pablo llegaría a la ciudad porque había solicitado presentarse ante el César. Convencidos del daño que ya había causado a su estirpe en Samaría y en toda Palestina, estimaban que llegaba a Roma con la intención de entrevistarse con el emperador para continuar su labor destructiva de la cultura hebrea (c. 2).

En consecuencia, se dirigieron a Nerón para prevenirle de las intenciones de Pablo. Por ello le pedían que no permitiera a Pablo poner los pies en ninguna región de Italia. Acompañaban sus peticiones con abundantes regalos (c. 3). El emperador aseguró a los judíos que daría órdenes para que se cumpliera su deseo. Más aún, solicitó para ello la ayuda de Simón Mago (c. 4).

Entretanto, unos ancianos, convertidos a la fe por Pedro, llevaron a Pablo una carta de la cristiandad romana, que contenía un informe sobre los proyectos de los judíos y sus gestiones para evitar su llegada a Roma. Habían conseguido del emperador una orden para que cualquiera que encontrara a Pablo en tierras del imperio le diera muerte. Consideraban, sin embargo, que nadie podría separar a los dos grandes apóstoles, como no era posible separar las dos grandes lumbreras del mundo, la luna y el sol. Los cristianos de Roma debían recibir las enseñanzas de Pablo como habían recibido las de Pedro (c. 5).

Viaje de Pablo desde Malta a Roma

El apócrifo informa de la fecha, 20 de mayo, en la que llegaron a Pablo los emisarios portadores de la carta. Pablo zarpó de la isla de Malta (Gaudomeleta) y se dirigió a Siracusa de Sicilia. Navegó luego hasta Regio de Calabria y desde allí hizo la travesía a Mesina, donde consagró a un obispo. De Mesina navegó hasta la isla de Dídimo y tras dos días de navegación arribó a Putéoli. Allí encontró a unos discípulos de Pedro que le rogaron que permaneciera con ellos algunos días. En efecto, permaneció una semana prácticamente de incógnito por temor a las órdenes del César.

El patrón del barco en el que viajó Pablo hasta Siracusa, de nombre Dióscoro, hizo gran amistad con el apóstol y lo siguió hasta Putéoli. Daba la casualidad de que era calvo, lo mismo que Pablo. La circunstancia confundió a los sabuesos de Nerón, que lo apresaron, le cortaron la cabeza y se la enviaron triunfantes al César. Nerón convocó a los principales de los judíos y les dio la noticia de la muerte de Pablo. “Alegraos, les decía, vuestro enemigo Pablo ha muerto”. Y les mostraba la cabeza. El apócrifo da cuenta una vez más de la fecha exacta del suceso. Era el catorce de junio.

Cuando se enteró Pablo, sintió gran tristeza. Dirigió a Dios una plegaria en la que solicitaba un castigo para la ciudad, pero pedía gracia para todos los que creían en Dios y practicaban su palabra. Se dirigió con los que amaban a Dios a un lugar llamado Bayas, en la Campania. Desde allí volvieron la vista y vieron cómo la ciudad se hundía bajo las aguas “a una braza de profundidad” (c. 12). Lo cuenta el apócrifo con pequeños detalles, pero lo que es una realidad palpable en nuestros días es el estado de lugar inquieto, con emanaciones, fumarolas y arenas en ebullición.

Pablo continuó su camino de Bayas a Gaeta, donde permaneció tres días enseñando la palabra de Dios en casa de Erasmo, un enviado de Pedro. De allí partió para Terracina, donde estuvo siete días alojado en la casa del diácono Cesáreo, varón elegido por Pedro. La siguiente estación fue la población de Tres Tabernas, situada a unos 50 kilómetros al sur de Roma sobre la Vía Apia. Entretanto, los habitantes de Putéoli salvados del cataclismo enviaron al emperador noticias del hundimiento de su ciudad, que le produjeron una gran pesadumbre. Atribuía el fenómeno al hecho de haber hecho decapitar a Pablo. Los judíos pretendieron, y consiguieron, consolar a Nerón con el argumento de Caifás: Era preferible que pereciera una sola ciudad, pero que se salvara todo el imperio (Jn 11,50).

Cuatro días se detuvo Pablo en Tres Tabernas, de donde partió para marchar al Foro de Apio según el apócrifo. El Foro de Apio, siempre sobre la Vía Apia, estaba situado a 66 kilómetros de Roma. No era, pues, lógica la marcha de Tres Tabernas al Foro de Apio, sino al revés. Fue en el Foro de Apio donde Pablo tuvo una visión que le daba noticias del estado de la cristiandad de Roma. Ante un personaje sentado en trono de oro, se postraban negros que le anunciaban resultados de su actividad. En numerosos pasajes de los HchAp, los demonios son presentados como negros o etíopes. Uno se preciaba de haber conseguido que un hijo matara a su padre. Otro había hecho caer una casa que había matado a toda una familia. Llegó también un negro que presumía de haber conseguido que el obispo Juvenal, consagrado por Pedro, se acostara con la matrona Juliana (c. 16).

La noticia sobre el obispo Juvenal había causado en Pablo la natural alarma. Envió a unos compañeros de camino para que comunicaran a Juvenal lo que debía hacer para expiar su falta. El obispo corrió a postrarse a los pies de Pedro a quien habló del aviso de Pablo. Añadía su personal comentario de que podría tratarse de la lumbrera que estaban esperando. Pero Juvenal llevó al enviado de Pablo ante Pedro a quien anunció que Pablo vivía y que venía camino de Roma. (c. 19). Pedro envió a unos fieles para que buscaran a Pablo en Tres Tabernas. Y con ellos marchó Pablo a la ciudad de Aricia, donde pasaron la noche (c. 20). Es una ciudad conocida ya por la leyenda desde Tarquinio el Soberbio. Está situada en la Vía Apia sobre los montes Albanos entre los lagos Albano o de Castelgandolfo y Nemi.

Llegó a Roma la noticia de que llegaba Pablo, el hermano de Pedro. Los fieles la recibieron con alegría, pero los judíos quedaron desconcertados. Se dirigieron a Simón Mago para decirle que avisara al emperador que Pablo no solamente no había muerto, sino que había llegado a la ciudad. Simón les preguntó intrigado: “¿De quién era entonces la cabeza que enviaron al César desde Putéoli? Porque desde luego era la cabeza de un calvo” (c. 21).

Vista de la ciudad de Aricia desde el puente.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 1 de Agosto 2011
Los salmos como creadores y transmisores del mesianismo en torno al rey de Israel. Artículo “mesías” (IV) del “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” (194-05)

Hoy escribe Antonio Piñero



El segundo centro de gravedad (véase la nota 194-03) de los textos ‘mesiánicos’ del Antiguo Testamento se encuentra en los Salmos, puesto que en ellos aparece también, como en los libros históricos, la expresión “el ungido de Yahvé” con carácter claramente mesiánico: así los Salmos 2, 18, 28, 84, 89, 132 que lo aplican al rey.

Es en los salmos más antiguos, en todo el conjunto del Antiguo Testamento que contiene pasajes anteriores al exilio, donde se halla con más claridad el ritual monárquico judío, la ideología de la realeza. Ejemplos son:

Salmo 2,1-9: “2:2 Se levantan los reyes de la tierra, y los príncipes consultan unidos contra Jehová y contra su ungido… Yahvé me ha dicho: Mi Hijo eres tú; yo te engendré hoy:8 Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con vara de hierro; como vaso de alfarero los desmenuzarás.”

Salmos 3,18; 20; 35,1-6; 45; 72; 101; 110 (“Yahvé dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 2 Yahvé enviará desde Sión la vara de tu poder: Domina en medio de tus enemigos.”); 144. Atención al salmo 110 –tan importante mesiánicamente: ewn un principio el sujeto del salmo, el interlocutor originario, era un siervo del rey y luego, mediante el título del salmo, se adscribió al rey y a David en concreto como el rey esencial.

La esperanza de una restauración del reino de David tras su extinción recorre los salmos exílicos y postexílicos 89 y 132, que hacen suya la interpretación deuteronomística de la profecía de Natán de 2 Samuel 7 (No faltará nunca un rey de la semilla de David).

Los hermeneutas discuten si la complementación postexílica del Salmo 2,10ss (“ Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. 11 Servid a Yahvé con temor, y alegraos con temblor. 12 Besad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en Él confían”) se refiere al reino de Dios del final de los tiempos o a la sumisión al hijo de Dios, es decir el rey actual.

Es seguro de cualquier modo que en la época del judaísmo temprano (en torno a los siglos II y I a.C.) y en la del Nuevo Testamento David fue visto y considerado como profeta, y el salterio, con sus plegarias que tienen como centro el rey, contiene el anuncio de un mesías para el fin de los tiempos unido a la figura de David. A este David se le promete en el mundo del Nuevo Testamento que recibe los salmos como Escritura sagrada que tendrá un sucesor que será el Señor, el kýrios en greigo, como Yahvé (Mc 12,36s).

Finalizaremos en la nota siguiente con un esbozo de las líneas teológicas maestras del mesianismo del Antiguo Testamento según los autores del artículo “mesías” (en el Antiguo Testamento; otros apartados como el mesías en el judaísmo temprano podrá ser considerado como materia del Blog en otra ocasión) del Diccionario exegético de Herder, 2011, que estamos presentando.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 31 de Julio 2011
Las profecías de Miqueas y Zacarías según artículo “mesías” (III) del “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” (194-04)
Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos exponiendo el artículo “mesías” en el Antiguo Testamento, según el Diccionario Herder de exégesis y teología bíblica del 2011.


La promesa de Miqueas 5,1-5 está fuertemente reelaborada. He aquí el texto:

“Reúnete ahora en tropas, oh hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al Juez de Israel. 2 Pero tú, Belén Efratá, aunque eres pequeña entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas han sido desde el principio, desde la eternidad. 3 Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; entonces el resto de sus hermanos volverán a los hijos de Israel. 4 Y Él estará, y apacentará con el poder de Yahvé con la majestad del nombre de Yahvé su Dios; y permanecerán; porque ahora Él será engrandecido hasta los fines de la tierra. 5 Y Éste será nuestra paz. Cuando el asirio venga a nuestra tierra, y cuando pise nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales”.

Este pasaje (Miqueas fue contemporáneo de Isaías y de Oseas, por tanto del siglo VIII a.C.) espera –como expresión de un nuevo comienzo—que en la patria de David, Belén, surja un pastor davídico que inaugurará un reinado universal de paz.

Esta promesa fue reinterpretada por los siguientes pasajes de profetas posteriores: Jeremías 23,5-6; 33,14-18 y Ezequiel 33,14-18 + Ez 17,22-24 + Ez 34,23-24 y Ez 37,22-25. Estos pasajes son en parte reescrituras escalonadas del auténtico mensaje profético que anuncian la reinstauración del reino de David y lo insertan en un programa de restauración de Israel después del exilio.

Leemos lo esencial de estos pasajes:

Jeremías 23,5-6:

“He aquí que vienen días, dice Yahvé, en los cuales levantaré a David un Renuevo justo, y un Rey reinará y prosperará, y hará juicio y justicia en la tierra. 6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro; y éste es su nombre por el cual será llamado: Yahvé, justicia nuestra.”

Ezequiel 33,14-18:

“Y dice Yahvé al impío: De cierto morirás; si él se volviere de su pecado, e hiciere juicio y justicia, 15 si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. 16 No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente. 17 Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor. ¡El camino de ellos es el que no es recto! 18 Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello”.


Ezequiel 17,22-24:

“Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime. 23 En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas, y llevará fruto, y se hará magnífico cedro; y todas las especies de aves habitarán debajo de él, a la sombra de sus ramas habitarán. 24 Y sabrán todos los árboles del campo que yo Yahvé abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo Yahvé hablé e hice”.


Ezequiel 34,23-24:


“Y suscitaré sobre ellas a un pastor, y Él las apacentará; a mi siervo David; Él las apacentará, y Él será su pastor. 24 Yo Yahvé seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo Yahvé he hablado.”


Ezequiel 37,22-25:

“Y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel; y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. 23 No se contaminarán ya más con sus ídolos, ni con sus abominaciones, ni con ninguna de sus transgresiones; y los salvaré de todas sus habitaciones en las cuales pecaron, y los limpiaré; y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 24 Y mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un pastor. Andarán en mis decretos y guardarán mis estatutos y los pondrán por obra. 25 Y habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres, en ella habitarán ellos, y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David les será príncipe para siempre”

Otras promesas posteriores semejantes de restauración del dominio pacífico de Israel sobre el mundo son Ageo 2,20-23 y Zacarías 4,1-6 + 10-14, junto con 6,9-15. Todas ellas aparece en conexión de algún modo con la reconstrucción del Segundo Templo después del exilio iniciada por Zorobabel. Pero tales promesas no fueron confirmadas por la historia subsiguiente por lo que se reinterpretaron pasándolas a un futuro más o menos mediato.

El posterior vaticinio de Zacarías 9,9-10

“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu Rey vendrá a ti, Él es justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
0 Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén; y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones; y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra”

es de época helenística (posterior al siglo IV a.C.) y habla de un rey pobre y modesto de Jerusalén, probablemente de la casa de David, pero que con el poder de Dios instaurará un reino universal de paz. Se trata de unos momentos en los que el profeta ve que Israel no tiene poderío político ninguno, pero que con la ayuda de Yahvé, manifestada en el rey, ocupará su puesto de rectora de todas las naciones,

Como se ve es verdad lo que dijimos en la nota 194-03 que el primer centro de gravedad del mesianismo está centrado sobre la monarquía en Israel. ¿Por qué? Porque era creencia común de esas épocas que sólo el rey era el mediador entre Dios y el pueblo, el personaje que podía transmitir al pueblo las bondades divinas

Finalizaremos pronto.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 30 de Julio 2011
Qué dice el artículo “mesías” (II) del “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” (194-03)
Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos presentando, como en las dos notas anteriores, el novísimo “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” de la Editorial Herder (Barcelona 2011). Continuamos con la exposición del contenido del artículo “mesías”


I “El primer centro de gravedad de los textos ‘mesiánicos’ del Antiguo Testamento debe situarse en los libros proféticos, aunque no en los profetas más antiguos (donde no parece el mesianismo), pues los críticos piensan con toda razón que los textos de Amós 9,11-12

“En aquel día yo levantaré el Tabernáculo de David, caído, y cerraré sus portillos, y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; 12 para que aquellos sobre los cuales es llamado mi nombre, posean el resto de Idumea, y a todos los gentiles, dijo el Señor que hace esto.”

y Oseas 3,5

“Después volverán los hijos de Israel, y buscarán al Señor su Dios, y a David su rey; y temerán al Señor y a su bondad en el fin de los días.”

son añadidos o glosas posteriores que anuncian el restablecimiento del reinado de David ya ocurrido (pero en tiempos de Jesús se consideraban como verdaderas profecías que anunciaban el reino futuro de David).

Son especialmente discutidos por la crítica histórica en lo que atañe a su calidad mesiánica, su antigüedad y –a este respecto- su autenticidad y su contexto, los siguientes pasajes de Isaías 7,10-17; 9,2-6; 11,1-9. Los presentamos seguidos para recordarlos.

Isaías 7,10-17:

“Y habló más el Señor a Acaz, diciendo: 11 Pide para ti señal del Señor tu Dios, demandándola en lo profundo, o arriba en lo alto. 12 Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré al Señor. 13 Dijo entonces Isaías : Oíd ahora, casa de David. ¿No os basta ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios? 14 Por tanto, el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel. 15 Comerá manteca y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.
16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será dejada de sus dos reyes. 17 El Señor hará venir sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, es a saber , al rey de Asiria”


Isaías 9,2-6:

2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3 Aumentando la gente, no aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. 4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián…5 Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo; y el principado se asiente sobre sus hombros. Y se llamará Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 6 La grandeza del señorío, y la paz, no tendrán término sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.”

Isaías 11,1-9:

“Y saldrá una vara del tronco de Jesé, y un renuevo retoñará de sus raíces. 2 Y reposará sobre él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo, y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor; 3 y le hará oler en el temor del Señor. No juzgará según la vista de sus ojos; ni argüirá por lo que oyeren sus oídos. 4 Sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fe cinto de sus riñones. 6 Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. 7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. 8 Y el niño jugará sobre la cueva del áspid; y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del basilisco. 9 No harán mal, ni dañarán en todo mi santo Monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar”.


La interpretación conjunta, sincrónica, de estos pasajes, en el conjunto del libro de Isaías como un todo tiende a considerarlos tardíos (no del siglo VIII a.C., sino del exilio o posteriores) y que son una explicación colectiva de la figura real como referida a la comunidad del “resto” de Sión (al igual que Isaías 49,3 interpreta al “siervo de Yahvé” como el conjunto del pueblo israelita).

El análisis diacrónico (que considera estos pasajes a lo largo del tiempo) pone al descubierto el proceso de interpretación. En él núcleo de Is 7,10-17 hay un oráculo del primer Isaías que anuncia un nacimiento (vv. 14b-16) y que se refiere al sucesor en el trono del rey Acaz al que se llamará ‘Dios con nossotros’ = hebreo Immanuel (naturalmente la madre era virgen o mejor “mujer joven” –así en hebreo la palabra ‘almah del texto, pero luego concibió del rey de modo normal).

Pero los primeros discípulos del profeta reinterpretaron ya el oráculo del nacimiento en el sentido de una señal nefasta para la dinastía de David (vv. 14a y 17).

Y más adelante, aunque se mantuvo el v. 17 (anuncio de males) otros discípulos del profeta vieron en el futuro Immanuel el guía glorioso del ‘resto’ del pueblo que sería conservado por Dios a pesar del castigo (cvv. 15-22).

Luego, la promesa en conjunto de Is 7,10-17 dio pie a posteriores reinterpretaciones mesiánicas en la traducción al griego de los Setenta (quizás del siglo II a.C. en Isaías en concreto o un poco anterior) y de ahí pasó a interpretarse al Nuevo Testamento que vio en ello el anuncio virginal del mesías puesto que los Setenta tradujeron ‘almah (“virgen” o mujer joven casadera” por parthenos, “virgen” estricta, en griego.

El texto de Isaías 9,5 empalma con Is 7,14 (alusión al nacimiento), por lo que los dos textos –oráculos diferentes en principio- fueron considerados como complementarios. Dios crea las condiciones para un dominio pacífico permanente del Salvador ideal del linaje de David. El canto de acción de gracias de Is 9 pudo surgir en tiempos del rey Josías (= 641-602 a.C. por tanto muy posterior al primer profeta que era del siglo VIII).

El texto de Isaías 11,1-5. 6-8. 9 describe, apoyándose en Is 9 el reinado pacífico del nuevo David en una creación libre de violencia, marcada por la presencia de la salvación de Dios. Y esta promesa surgió, sin duda, en los labios de un profeta posterior al exilio.

Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 29 de Julio 2011
Hoy escribe Fernando Bermejo

Las numerosas ramificaciones de la galopante crisis económica, la atroz tragedia desencadenada por la sequía en Somalia, Etiopía y Kenya o la devastación sembrada por el “caballero cruzado” noruego son solo algunas de las noticias de actualidad lo bastante penosas e inquietantes como para merecer la principal atención de los lectores y la de este blogger. Son también algunas de las noticias que han dejado enseguida en la penumbra ciertos acontecimientos sucedidos en Irlanda en los últimos días.<!--more-->

No me refiero simplemente a la aparición de otro informe (van cuatro, si no yerro) sobre los abusos sexuales (y otros) perpetrados por clérigos católicos en diócesis irlandesas. Nadie que haya seguido, por someramente que sea, las historias de abusos tiene ya de qué escandalizarse. Y nadie que sepa algo de cómo funcionan realmente las jerarquías de la Iglesia Católica necesita leer voluminosos informes independientes para concluir que el cinismo eclesiástico no tiene límites.

El voluminoso informe sobre la diócesis de Cloyne entre 1996 y 2009 no es, en efecto, nada nuevo. El informe, simplemente, demuestra la existencia de abusos sexuales (esta vez por parte de 19 -diecinueve- sacerdotes), las mentiras de los obispos (el obispo John Magee mintió como el embustero que es al decir que había informado a las autoridades de todos los casos denunciados en la diócesis), el encubrimiento sistemático de la injusticia por parte de cardenales y obispos, y la complicidad directa del Vaticano en el encubrimiento. Es decir, la historia de siempre.

No es esto lo que irrita a los funcionarios del Vaticano –comenzando por el Papa, siguiendo por sus cardenales, y continuando por sus obispos, nuncios y secretarios–. La experiencia ha demostrado hasta la saciedad que las víctimas y sus sufrimientos les traen enteramente sin cuidado. Como hemos mostrado en la serie dedicada al caso Maciel, el propio Ratzinger es un consumado encubridor de pederastas. Mientras en público su cinismo les permite poner los ojos en blanco y presentarse como arrepentidos y azotes de pederastas, en privado se ríen de las víctimas, como se han reído de ellas a lo largo de la Historia.

Lo realmente novedoso en lo ocurrido, y lo que irrita a los más altos funcionarios de la Iglesia Católica, es que quienes desde siempre han sido sus cómplices y sus devotos fieles –los políticos, en este caso los irlandeses– se han atrevido ahora a decir la verdad sin pelos en la lengua. Esto es lo que ha hecho el primer ministro irlandés Enda Kenny (de un partido “demócrata-cristiano”, para más señas) al hablar con toda claridad de la responsabilidad directa del Vaticano, afirmando por ejemplo que “la violación y tortura de niños fue minimizada o gestionada de forma que se sostuviera la primacía de la institución, su poder, posición y reputación”.

Esto es lo que explica que, mientras que el Vaticano apenas reaccionó cuando el 13 de julio se publicó el informe, haya reaccionado llamando a consultas al nuncio tras las declaraciones del primer ministro (efectuadas una semana después). Lo que irrita a los funcionarios del Vaticano no es la revelación de los abusos –de cuya existencia y extensión saben, mejor que nadie, desde siempre–, ni es la revelación de las mentiras episcopales (estas forman parte del sistema), ni el encubrimiento sistemático de la injusticia por obispos y cardenales –la injusticia eclesiástica se dispensa desde siempre–, ni la revelación de su propio cinismo (del que ellos saben mejor que nadie).

Lo que irrita a los funcionarios del Vaticano es que aquellos personajes significados e influyentes, de quienes siempre esperan que les rindan pleitesía y les besen la mano (y no solo), les pierdan el temor reverencial y se atrevan a decir la verdad en público. Y que pueda cundir el ejemplo.

Pues entonces ya no es la prensa sin valores, o los cachorros de la Revolución Francesa, o los exaltados anticlericales, de los que siempre puede decirse (y siempre se dice) que ladran resentidos contra la Madre Iglesia. Ahora es el honorabilísimo, decente y cristiano Taoiseach irlandés el que se atreve a decir cortésmente que el Vaticano, con el Papa a la cabeza, es un pozo de mierda (sic). Y el que se atreve a sugerir que a partir de ahora los privilegios -¡ah, los anhelados privilegios!– podrían no ser los mismos.

Desde luego, el Estado irlandés, como tantos otros, es corresponsable por haber privilegiado a la Iglesia en su momento (la seguirá privilegiando) e incluso por haberla exonerado de casi toda responsabilidad económica para compensar a las víctimas. De hecho, no sabemos si las tajantes declaraciones de Kenny responden a una genuina indignación moral o si tiene también algo que ver con ellas el comprensible enfado por el dinero que el Estado irlandés, en una situación de galopante crisis económica, va a tener que seguir desembolsando como indemnización a las víctimas. En efecto, el hecho de que, tras el acuerdo de 2002 entre el Ejecutivo de Dublín y la jerarquía católica, los obispos apenas tendrán que pagar un 10% de las indemnizaciones (por entonces se pensaba que la cosa sería relativamente barata). Con toda la podredumbre que sigue saliendo a flote en la Iglesia irlandesa (y si se han producido abusos a lo largo de la Historia y en los últimos años, seguirán produciéndose –no les quepa de ello la menor duda–), el pobre Estado irlandés va a tener que desembolsar muchos cientos de millones, miles de millones, de euros.

A todo esto, por supuesto, los cínicos eclesiásticos intentan disimular su irritación y piden “objetividad”. Piden "objetividad" los dirigentes de un Estado sin democracia ni separación de poderes, experto en la gestión de la arbitrariedad a lo largo de toda su historia. Piden “objetividad” los miembros de una corporación que pisotea la verdad y la justicia sin contemplaciones, y para la cual el abuso de poder es el aire que respira. Para desternillarse, vamos.

Pero no se preocupen, que la irritación pasará. El cínico, por definición, es capaz de digerirlo todo. El Vaticano, una institución integrada por profesionales del cinismo, soporta lo aparentemente insoportable. Y ya veremos si el asunto de Dublín no termina como el episodio de Canossa.


Hasta septiembre, feliz agosto y saludos cordiales de Fernando Bermejo
Jueves, 28 de Julio 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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