Notas
Hoy escrfibe Gonzalo Del Cerro
Homilía Griega VIII Enfrentamiento sistemático de Pedro con Simón Mago Dejábamos a Pedro tras las huellas de Simón Mago, actitud que formaba una costumbre transformada en poco menos que nueva naturaleza. El encuentro casual de Pedro con Simón en el contexto de la conversión de los samaritanos acabó siendo la forma de vida de ambos teóricos del cristianismo primitivo. Pedro, apóstol de Jesús, caminaba siempre prendido de la palabra de su Maestro y de sus normas. Simón era en cierto modo la sombra siniestra de Pedro como la sistemática contradicción en aspectos esenciales de los tiempos mesiánicos. Simón se presentaba a sí mismo como el Mesías prometido y esperado. Su presunción llegaba al extremo de considerarse superior al Dios Creador. Simón, el primer hereje, provoca una quinta columna Simón era considerado como el hereje primero de los tiempos cristianos. Suponía, pues, el obstáculo fundamental para la extensión del Evangelio en su forma original. La llegada de Pedro a Trípolis tuvo aspectos de auténtico clamor. Habitantes de las ciudades vecinas evangelizadas por Pedro, como eran Tiro, Sidón, Beirut, Biblos, y otras poblaciones cercanas entraron al mismo tiempo que Pedro, ávidos de conocer los detalles de la verdad cristiana. Entre ellos había una especie de quinta columna, especializada en seguir las huellas del Mago. Su misión era conocer los métodos de Simón y su dialéctica. Pedro tendría así las fuentes más auténticas para lograr una información sin distorsiones ni posibles modificaciones. Pedro es acogido con extremado cariño Pedro encontró un ambiente inesperado por lo favorable y generoso en detalles. Entre los fieles que los recibieron existía una rivalidad en el deseo de hacer la estancia de Pedro y sus acompañantes lo más cómoda y agradable. La casa de Marón sirvió de punto de referencia. Pero las ofertas de hospedajes superaban las necesidades, lo que produjo en Pedro una sensación de alivio y tranquilidad. El Evangelio crecía en medio de una situación de favor y de abundancia. Cuando ofrecieron a Pedro alojamiento y alimento, exigió que antes que él lo recibieran sus acompañantes. Quedó gratamente sorprendido cuando se enteró de que así había sucedido el recibimiento. El relator dejó un testimonio claro de la generosidad sin límites de sus anfitriones. Dice el texto del relato que “ya se había actuado así, dado que por motivo del cariño hacia Pedro, habían acogido con diligencia a todos, de modo que los que no tenían a quienes hospedar, estaban exageradamente tristes” (Hom VIII 2,4). Cuando Pedro se enteró de tan gratas nuevas, se alegró por tan generosa benevolencia, bendijo a los fieles, salió y se bañó en el mar. Entró luego y cenó con sus precursores, y como la noche avanzaba, se marchó a descansar. Era un ambiente de normalidad, en el que Pedro sentía en sus carnes el cariño incondicional y la complicidad de los suyos en la misión común de llevar la verdad a todos los hombres. La turba acepta a Pedro y rechaza a Simón La narración de los hechos nos lleva a presenciar la confrontación real de los dos contendientes. La aceptación de Pedro de parte de sus fieles seguidores tiene la realidad de los temores de Simón y sus planes de huida por la llegada de Pedro a la ciudad. El relator, el “yo Clemente” cuenta que cuando se levantó Pedro al segundo canto del gallo, encontró que los suyos estaban ya vigilantes. Entre ellos se encontraban Clemente, Nicetas y Aquila junto con los doce que los habían precedido en función de precursores. Acordaron todos de común acuerdo tener una reunión informativa para comunicar los datos conocidos acerca de las actividades de Simón en Tiro. Nueva huida de Simón Cuando estaban preparando el esperado encuentro, llegó un amigo de los reunidos portando la noticia de una nueva huida de Simón, que partió hacia Siria en cuanto tuvo noticia de la llegada de Pedro. La realidad era que las turbas favorables a Pedro se sentían más que defraudadas por la ausencia de Simón, que había prometido acusar a Pedro de calumnias numerosas para quitarle la aureola de hombre recto. Y resultaba que ahora, una vez llegado Pedro, el prometido acusador huía una vez más dejando a las turbas sedientas de un enfrentamiento, que podría aclarar las cosas y dejar a Pedro como vencedor del debate. El texto de Clemente no podía ser más claro hablando tanto de Simón como de Pedro: “Porque después de haber excitado la expectación de la gente y haber prometido que cuando vinieras te acusaría de muchas maldades, al enterarse de que habías venido, huyó de noche” (Hom VIII 3,3). A pesar de ausencias y decepciones, la gente deseaba escuchar lo que Pedro diría de todo el asunto. Por eso, se habían reunido con la esperanza de conocer lo que el apóstol respondería a los rumores esparcidos sobre la promesa de Simón. Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Domingo, 31 de Agosto 2014
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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