CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Literatura Pseudo Clementina. Análisis de los textos.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Literatura Pseudo Clementina. Análisis de los textos

La Carta de Clemente a Santiago (6)

Continuamos con la nota de hoy el recuerdo de esta carta, que tiene la trascendencia de una introducción a las Homilías que siguen inmediatamente. Estos escritos preliminares hacen alusión a dos envíos. El primero es el mencionado por Pedro como envío de sus predicaciones a Santiago. El segundo es el señalado por Clemente como remisión a Santiago de lo que luego es el título del conjunto de las Homilías: Compendio hecho por Clemente de las predicaciones de Pedro durante sus peregrinaciones. El título que muchos editores ponen antes del texto de las Homilías no hace otra cosas que recoger las palabras de Clemente al final de su carta.

Como tendremos ocasión de constatar, las predicaciones de Pedro y sus discusiones con distintos enemigos son una parte fundamental de la obra. Pedro, su personalidad, su autoridad doctrinal y el respeto que inspiraba en sus oyentes es claramente perceptible en el desarrollo de los distintos relatos. Pedro, pues, ocupa un lugar principal como referencia de autor y garante de la doctrina verdadera.

Lo que el texto de la carta prosigue es el desarrollo de los distintos detalles que son necesarios en la administración de la Iglesia. Y como ya vimos, todo dentro de una visión alegórica de la Iglesia como una nave que ha de atravesar mares peligrosos, azotada por furiosas tempestades. Después de los deberes del obispo, de los presbíteros y los diáconos, dirige Pedro su atención a los pasajeros de esa nave y a su comportamiento como tales pasajeros de tal viaje.

La primera recomendación es la de guardar una compostura pacífica y tranquila para no turbar la marcha del navío. Deben, pues, evitar movimientos o sacudidas bruscas que puedan provocar peligro de zozobrar. Para ello, las palabras de Pedro vuelven a repasar las funciones enumeradas anteriormente con un cierto sabor de insistencia. Marineros, diáconos, presbíteros deben velar para que todo esté en orden y todos permanezcan en sus lugares asignados. El obispo tiene la obligación de prestar una atención preferente a las palabras del piloto, que no es otro que Cristo Salvador. El término empleado para “piloto” es el griego kybernētēs, que a partir de su significado marítimo ha pasado a las estructuras de la política. La raíz etimológica es el origen del nombre de “gobernador”, que de director o piloto de un navío ha pasado a gobernador o director de una sociedad.

Para que la nave se mantenga en marcha y en seguridad, la recomendación básica es la unidad. Ante todo, unidad en la oración a Dios para que envíe siempre unos vientos favorables y para que libre a la nave de las diversas tribulaciones que la amenazan, y que pueden ser vencidas con el cumplimiento de las obras de misericordia. La unidad llevará consigo una vida en paz.

Pero el texto no se olvida de la figura literaria dentro de la que se mueve el relato. En consecuencia, enumera los problemas provocados por una turbulenta navegación, en la que son frecuentes las nauseas, “mareos, desmayos y vómitos”, todo dentro del marco de la alegoría de la nave y su peligrosa navegación. Siguiendo el sendero metafórico, el autor recuerda que “los pecados son como bilis mórbida que causa enfermedades”. Las situaciones biliosas se alivian con los vómitos, comunes para los pasajeros poco experimentados. Los vómitos, frecuentes en los navegantes primerizos, son en definitiva un alivio. Desde las alturas de la alegoría, las recomendaciones de Pedro recuerdan que los vértigos y los vómitos son para los navegantes como la confesión para los pecadores: “Si los confesáis, os veréis aliviados de ellos como los que han vomitado tras el mareo, y alcanzaréis una beneficiosa salud por vuestra diligencia” (15,5).

Una obra interesante y moderna sobre la Literatura Pseudo Clementina puede ser la de PHILIPPE LUISIER: “Clements of Rome and the Pseudo-Clementines. History and/or Fiction”. En Studi zu Clemente Romano. En Pontificio Istituto Orientale, Roma, 2003.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro


Lunes, 29 de Julio 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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