CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


Recojo hoy los comentarios del propio autor de estos paralelismos reseñados en Juan Bautista y Jesús, Fernando Bermejo. Éste comenta así las similitudes y las diferencias (como dije, utilizo sus palabras, aunque a veces las modifico un tanto, pp. 47-49 del artículo ya citado en postales anteriores):

I. “El número e importancia de estos paralelismos dan qué pensar: en las creencias y el mensaje, la percepción de la gente, su expresión y su destino las similitudes son elocuentes y permiten presentar conjuntamente a Juan el Bautista y a Jesús como un subtipo (de las modalidades proféticas y apocalípticas) del judaísmo del Segundo Templo.

De hecho, la enumeración efectuada evidencia la existencia de una plataforma común lo bastante amplia como para mostrar la no plausibilidad de cualquier intento de postular la existencia de un abismo, un contraste radical o discontinuidad entre ambos sujetos.

El dato resulta tanto más significativo si tenemos en cuenta los siguientes aspectos:

• Ante todo, la lista enumerada, por extensa que parezca, dista de ser exhaustiva. Hay otros paralelismos más discutidos, pqeo que merece la pena enumerar rápidamente:

- Jesús y Juan parecen haber sido célibes, al menos en su ministerio público
- Es posible que Jesús, al igual que Juan, haya bautizado;
- También Juan Bautista puede haber empleado la noción de “Reino de Dios”

• Por otra parte, todos esos paralelismos se deducen de una información relativa al Bautista que es francamente escasa, limitada a una concisa noticia en Josefo y a un puñado de pasajes en los Evangelios canónicos;

• Los paralelismos se establecen o deducen a partir de fuentes manifiestamente interesadas en exaltar a Jesús como un sujeto incomparable. El hecho de que textos (antiguos como los Evangelios) cuyos autores deseaban destacar la figura de su venerado héroe dejen transparentar tantas semejanzas entre éste y Juan, contradiciendo su propia tendencia a convertir a Jesús en algo único, indica que tales semejanzas debieron de ser objetivamente abrumadoras.


II. También hay diferencias entre Juan Bautista y Jesús, que no deben omitirse en una enumeración honesta. Hay rasgos importantes de la personalidad de Jesús que no parecen encontrarse en modo alguno en el Bautista:;

• la actividad taumatúrgica y exorcística atribuida a Jesús,

• Su modo de vida itinerante

• Sus diferencias de dieta y contexto con respecto al Bautista (por ejemplo, Juan en el desierto come langostas y miel, mientras Jesús participa en comidas comunitarias).

• Puede añadirse una percepción de matiz: Jesús insiste más en el Reino y en la gracia y a bondad de Dios que empuja a todos a convertirse para entrar en él, mientras que Juan Bautista parece insistir más en el Juicio que se avecina, dando por supuesto (¿o es una difuminación de los evangelistas?) el Reino de Dios que viene con las consiguientes venturas para los elegido.


Ahora bien, si tales diferencias pueden considerarse aspectos novedosos de la misión de Jesús con respecto a la de Juan, no parece haber ningún sentido en que puedan ser calificadas de fundamentales.

Algunas de las diferencias entre Juan y Jesús que muestran los autores propensos a destacar a Jesús como un “unicum” pueden explicarse bien. Bermejo cita en nota las siguientes:

- El hecho de que Juan se concentrara en el desierto y Jesús en las ciudades los vincula ya como sujetos que eligieron llevar, en razón de sus profundas convicciones escatológicas, una existencia marginal.

- Jesús pudo elegir llevar una vida itinerante con el objeto de completar más eficazmente –y no precisamente de confrontarse con– la predicación de Juan (y tal vez también porque una existencia itinerante le convertiría en un blanco menos fácil para Antipas de lo que Juan parece haber sido para el tetrarca).


• De hecho estas diferencias reales entre ambos personajes no pueden neutralizar el peso de sus coincidencias ni, a fortiori, legitimar el habitual discurso de contraste u oposición, no sólo porque el anuncio y trayectoria de ambos predicadores son esencialmente los mismos y por tanto tales diferencias son a menudo una mera cuestión de énfasis o hincapié, sino también porque la actividad de Jesús puede haber sido complementaria a la de Juan, y así parece haber sido considerada por él mismo.


• Todo lo dicho se ve corroborado cuando se analizan los textos verosímilmente auténticos en que Jesús habla de Juan (Cf. Mt 11, 7b-9.11a; 11, 16-19; 21, 23-32.Una posible excepción es Mt 11, 11b, que –en caso de que proceda de Jesús– admite varias interpretaciones), los cuales testimonian una altísima admiración por el Bautista, a quien vio como alguien del todo especial (“más que un profeta”, “el más grande entre los nacidos de mujer”) o como un colaborador –a su mismo nivel– en el anuncio del mensaje divino. Por el contrario, “las fuentes permiten establecer como hecho histórico que Juan nunca dio un testimonio directo a favor de Jesús”.

III. En síntesis:

“La plausibilidad histórica obliga a concluir que, en relación a la labor de Juan, Jesús pudo haber visto su propia acción, sea como su continuación, como su suplementación o incluso como una inflexión, pero en ningún caso como una oposición a ella o como un distanciamiento significativo. Todos los indicios apuntan a que la continuidad entre ambos predicadores prima de manera aplastante sobre cualquier discontinuidad”.

Yo estoy muy de acuerdo con esta conclusión que me parece perfectamente razonada, sólo razonada y nada más que razonada. No veo ningún indicio de “partido previo”, ni animadversión hacia nadie, sino la procura de ofrecer un estudio objetivo de las fuentes y unos resultados que sean consecuencia mera del análisis imparcial.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com




Domingo, 28 de Noviembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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