CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Juan de Zebedeo en las "Virtudes de Juan". Conexión con los Hechos apócrifos de Juan
Hoy escribe Gonzalo del Cerro


Los Hechos de Juan (HchJn) y las Uirtutes Ioannis (VJ)

Los HchJn están presentes en las “Virtudes de Juan” en dos largos apartados de la obra. El texto de las VJ sigue minuciosamente en su c. 4 la historia de la muerte y resurrección de Drusiana tal como aparece en los capítulos 63-86 de los HchJn. El apóstol predicaba en Éfeso y realizaba curaciones en un ambiente de pacífica convivencia con una creciente comunidad. Pero un extraño suceso vino a turbar (interturbare) la situación de los fieles. Un joven de nombre Calímaco, personaje importante en la ciudad, se enamoró de Drusiana, la esposa del gobernador de Éfeso, Andrónico.

Sus amigos trataban de disuadirle de sus pretensiones recordándole que la mujer vivía en castidad con su marido después de haber superado una situación paroxística. Drusiana, convertida por Juan a la fe cristiana y a la vida de castidad, había sido encerrada por su esposo en un sepulcro por negarse a convivir con él maritalmente. El relato de las VJ como el de los HchJn nada cuenta de la conversión de Andrónico, que ahora convivía castamente con su esposa. Los detalles de la conversión de este personaje, supuestamente narrados en la gran laguna del capítulo 37 de los HchJn, son también omitidos lógicamente en el texto de la colección de Abdías.

Por el contrario, recogen el dato de la insistencia del joven enamorado, cuya actitud sumió a Drusiana en una situación de melancolía extrema que acabó provocándole la muerte. Juan trataba de consolar al atribulado marido, quien lamentaba particularmente las circunstancias del fallecimiento de su esposa. El relato de las VJ reproduce prácticamente al detalle la exhortación que Juan dirige a Andrónico en presencia de los fieles (HchJn 67-69). Compara la muerte con la suerte del timonel que llega a puerto, con la del campesino que recoge el fruto de sus campos en el granero, con la del corredor en el estadio que recibe su premio, con la del atleta que logra la corona del triunfo. Proclama, lo mismo que HchJn 68,1, las pesadumbres de la vida, de las que ya se ha liberado todo difunto: “preocupaciones, hijos, padres, gloria, pobreza, adulación, juventud, belleza, vanagloria, concupiscencia, riqueza…” y otros problemas mencionados con idéntica literalidad. El autor copia del texto de los HchJn tanto el contenido como la forma.

Sigue el relato de ambos documentos, mientras Juan pronunciaba su exhortación, el enamorado preparaba con el apoyo de su cómplice Fortunato, el administrador de Andrónico, la violación del cadáver de la difunta. De forma paralela los dos textos recogen las insolentes expresiones del enamorado: “Ya que no quisiste en vida tener contactos (coitus consortium) conmigo, te haré esta afrenta ahora que estás muerta” (HchJn 70,2). Ya no quedaba en el cuerpo de Drusiana otra prenda que el paño que cubría sus genitales, cuando apareció de pronto una serpiente que mató al mayordomo de un mordisco y derribó al enamorado. El texto de las VJ supone que la serpiente también mordió a Calímaco, que cayó en tierra presa del terror y perdidas las fuerzas por efecto del veneno. Pero coincide con los HchJn en el detalle de que la serpiente se posó encima del joven. Éste fue el cuadro que encontraron Juan y Andrónico cuando entraron en el monumento. Iban a celebrar la eucaristía al tercer día después de la muerte de Drusiana cuando advirtieron que no encontraban las llaves. Juan prometió que las puertas se abrirían solas y avanzó el dato de que la fallecida no estaba en su sepulcro. Continúan los relatos en HchJn y en VJ coincidiendo en detalles como la visión del joven sonriente, que anunció la resurrección de Drusiana y ascendió al cielo.

Cuando Andrónico vio el espectáculo de Drusiana semidesnuda y el de los dos cadáveres, hizo ante Juan una exégesis precisa de lo sucedido. Suplicó al apóstol que resucitara a Calímaco para que diera su versión de los hechos. Una voz misteriosa, procedente del “Hermoso”, había anunciado: “Calímaco, muere para que vivas” (HchJn 76,3). Siguió luego la resurrección de Drusiana (HchJn 80), quien rogó para que el mismo Fortunato fuera también resucitado. Cosa que logró la piadosa mujer. Pero el traidor era árbol malo y de mala raíz y huyó despavorido. Una solemne eucaristía puso fin a la historia. Juan supo en espíritu que Fortunato estaba para morir, lo que confirmó un joven enviado para informarse. El c. 4 de las VJ y el 86 de los HchJn terminan con las palabras de Juan dichas con referencia al mayordomo infiel: “Ya tienes, diablo, a tu hijo” (HchJn 86,2).

Después del c. 4 de las VJ, sigue en extensión el c. 9, tomado también de los HchJn y que narra la Metástasis, la que en los HchJn ocupa los capítulos 106-115. Que la obra de Abdías sigue más o menos directamente el texto de los HchJn lo demuestra una lectura, aunque sea cursiva, del texto de las VJ. Numerosos detalles demuestran palmariamente la identidad del relato en sus elementos fundamentales. Para el autor de las VJ, todo sucedió en domingo, como en HchJn 106,1. Juan en su alocución interpela a los “consiervos, coherederos y copartícipes del reino de Dios” (“del Señor” en HchJn 106,1), y enumera las obras realizadas por su medio: “signos, carismas, descansos, servicios, glorias, fe, comuniones, gracias, dones” (HchJn, ibid.). Habla de las garantías (pignora) que Dios ofrece (HchJn 107,3), de la corona tejida por Jesús, el único Salvador, con las flores de su sangre (HchJn 108,1).

Terminada la oración, pidió pan, lo bendijo y lo repartió entre los presentes (HchJn 110,1). Luego, pidió a si diáclono Birro (Vero, Byrros) que tomara consigo a dos hermanos con cestas y azadones. Los HchJnPr hablan de siete, dirigidos por Prócoro. Cuando llegaron a la tumba de uno de los hermanos, Juan les dijo: “Cavad, hijitos”. Y les urgía para que cavaran más profundamente (HchJn 111,1). Terminado el trabajo, se despojó de su manto (uestem) y lo extendió en la fosa. En pie, vestido con una túnica de lino (linea), extendiendo las manos, pronunció una larga oración (HchJn 112-114). En ella agradecía al Señor que lo conservara limpio de todo contacto con mujer y le pusiera repetidas trabas para que no pudiera contraer matrimonio. Tras un tercer intento, Jesús le dijo: “Juan, si no fueras mío, te hubiera permitido casarte” (HchJn 113,1), palabras recogidas textualmente tanto en los HchJn como en las VJ.

El final de la Metástasis es en los HchJn sorprendentemente breve: “Con el rostro vuelto hacia oriente, se persignó, se puso en pie y dijo: «Tú conmigo, Señor Jesucristo». Se tumbó sobre la fosa en la que había extendido sus vestidos. Nos dijo: «La paz sea con vosotros, hermanos». Y entregó su espíritu”. El texto de las VJ refiere el gesto de Juan que se despedía bendiciendo a los suyos. El apóstol ordenó que cubrieran su cuerpo dentro de la fosa. Entonces entregó su espíritu. Algunos discípulos, testigos del final, se alegraban ante el espectáculo; otros se lamentaban por tan dolorosa pérdida. Del sepulcro comenzó a manar un maná “hasta el día de hoy”, cuya virtud curaba todas las enfermedades y hacía realidad toda clase de deseos y plegarias.

El relato de las VJ hace alusión al encuentro que tuvo Juan con el Resucitado cuando a un requerimiento de Pedro Jesús respondió: “Si quiero que permanezca hasta que yo vuelva, tú sígueme” (Jn 21,22). Todo acaba con una doxología: “(A Cristo) se debe la gloria y la eternidad, la fortaleza y el poder por los siglos de los siglos. Amén”. Este final del texto de las VJ delata la intención de cerrar un ciclo temático. El capítulo X, sobre la muerte de Herodes, está por lo tanto fuera de contexto.

(Entrada principal de la Basilica de la tumba de Juan en Éfeso))

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Lunes, 29 de Noviembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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