CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Misión del Apóstol Tadeo en Edesa

Una vez que el Señor ascendió a los cielos, envió a Tadeo para que visitara a Abgar en Edesa. Como encontró al toparca curado de sus enfermedades, lo instruyó sobre la encarnación de Cristo y “lo bautizó con toda su casa” (c. 4,1). Cuenta luego el autor que Tadeo, después de instruir a gran cantidad de hebreos, griegos, armenios y sirios, los bautizó en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, los ungió con el óleo sagrado y los hizo partícipes de los misterios del cuerpo y de la sangre de nuestro Señor Jesucristo (c. 4,2). Les recomendó guardar la ley de Moisés y observar lo mandado por los apóstoles en Jerusalén.

Tadeo, apoyado por Abgar, destruyó los ídolos, fundó iglesias, nombró obispo y ordenó a presbíteros y diáconos, a los que dejó al cargo de la comunidad cristiana. El manuscrito V añade en este lugar la noticia de que el piadoso Abgar sustituyó una imagen de un dios pagano que había a la entrada de la ciudad por la efigie “no hecha a mano de nuestro Señor Jesucristo fijándola en un panel”. La atavió con oro y grabó también en oro estas palabras: “Cristo Dios, el que en ti espera no fracasa”. Ordenó que todo hombre que entrara en la ciudad venerara antes la sagrada imagen. Así harían mientras Abgar viviera y luego cuando le sucediera su hijo. Al ver Tadeo que todos los habitantes de Edesa habían creído en el Señor Jesús, se marchó a la ciudad de Amida en la zona siria de Mesopotamia junto al Tigris.

Allí entró en contacto con los judíos, a quienes explicó con minuciosos detalles el desarrollo de los hechos relacionados con Cristo Jesús, su pasión, muerte, sepultura y resurrección. Una vez resucitado el Señor, se apareció primero a su madre y a otras mujeres, a Pedro y a Juan, y finalmente a los Doce, que comieron y bebieron con él muchos días después de la resurrección. Luego cuenta Tadeo: “Nos envió a predicar en su nombre a todas las gentes la penitencia y el perdón de los pecados” con la promesa de la salvación eterna para los creyentes. Dio a sus apóstoles poder para expulsar demonios, curar todas las enfermedades y resucitar muertos.

Cuando corrió la fama de los poderes taumatúrgicos de Tadeo, acudían las turbas trayendo a los enfermos y endemoniados. Tadeo imponiendo las manos a los enfermos, los curaba de todas sus dolencias. Los demonios huían en cuanto se acercaba Tadeo. Cuando los presentes veían sus prodigios y escuchaban sus enseñanzas, se convertían y se bautizaban confesando sus pecados (c. 6,3).

Muerte del apóstol Tadeo

Permaneció en Amida cinco años, durante los cuales fundó una iglesia, consagró obispo a uno de sus discípulos y nombró presbíteros y diáconos. Después de orar por ellos y por sus fieles, marchó por las ciudades de Siria predicando el Evangelio y curando a los enfermos. Con su ministerio llevó a Cristo muchas ciudades y regiones. De este modo llegó a Beirut, ciudad de Fenicia, donde enseñó a muchos y los iluminó. Allí durmió en el Señor el 20 de agosto. “Sus discípulos le tributaron brillantes honras fúnebres dando gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén”.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Lunes, 6 de Agosto 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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