Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Una vez presentados conjuntamente los textos bíblicos que los aficionados a los ovnis ofrecen como los más característicos de su hipótesis acerca de la existencia de estos artefactos en la Biblia, paso a mi crítica. Repito cada texto para comodidad del lector 1. Yahvé iba en una nave espacial A. Ex 13,21-22 Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche.22 No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche. B. Ex 14,19-20 Se puso en marcha el Ángel de Yahvé que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, 20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche. Mi explicación de estos fenómenos desde el punto de vista del historiador crítico, y que procura ser independiente y ecuánime, constará de dos partes. La primera: algunas deducciones lógicas de la interpretación corriente para muchos que indica que estos pasajes son testimonios bíblicos de la existencia de ovnis en tiempos pretéritos y de su acción. La segunda parte será una historia del modo cómo se compuso la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, y de las consecuencias que pueden obtenerse de su veracidad para el tema de la existencia o no de ovnis en la Biblia. En todos los casos presentados por los textos citados la explicación usual entre muchos es que ciertos extraterrestres en sus naves espaciales han intervenido en la tierra. Vaya por delante mi estupefacción como historiador de la antigüedad, pero mi posible respeto ante esta interpretación con tal de que pudiera defenderse con argumentos sólidos. Por otro lado se puede examinar la consistencia de la teoría en sí obteniendo unas sencillas conclusiones de la lectura de los textos. Se parte del supuesto de que los textos bíblicos son al menos en parte verídicos, pues se acepta su testimonio de que son un indicio probatorio de la existencia de ovnis en la antigüedad. El texto número 1 A. y B. habla de la presencia de Yahvé –o el “Ángel de Yahvé, que es lo mismo, pues en esta época se usaba indistintamente la expresión-- con su pueblo manifestada en una nube y una columna de fuego que acompañaba a los israelitas por el desierto. Se afirma que esta teofanía era en realidad un ovni, visible por todos claramente. De ello debemos deducir que o bien Yahvé, el Dios de los judíos, cristianos y musulmanes, pedía prestado a los extraterrestres una nave espacial para causar un efecto también especial en sus criaturas a las que deseaba guiar por el desierto, o bien Yahvé es un extraterrestre que posee su propia nave extraterrestre también. Esta segunda hipótesis, supongo, sería la preferida, pues el texto dice que Yahvé mismo era el que se manifestaba a sí mismo como nube o fuego. De donde se supone también que toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, un texto inspirado por la divinidad, ha sido generada por un extraterrestre, Yahvé, que con sus oráculos e historias ha intervenido de manera tan colosal en nuestras vidas que las ha controlado ideológicamente hasta hoy. Igual deducción puede obtenerse del texto nº 2: Moisés es visitado por Yahvé que viaja en una nave espacial. Los efectos son iguales a los del primer pasaje ya comentado: Yahvé se presenta como nube y como fuego, luego Yahvé está con su nave espacial dictando la ley a Moisés. A Yahvé propiamente no se lo ve, sino a su nave de nube y fuego. De nuevo debe deducirse que ese extraterrestre es el verdadero autor de la ley judía o ley de Moisés. 5. El profeta Elías es secuestrado por un OVNI 2 Reyes 2,11-12 Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino.12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más En el pasaje nº 5: Yahvé secuestra al profeta Elías por medio de un ovni y lo sitúa en el cielo sin morir. Naturalmente ese mismo Yahvé, que viaja en nave espacial, prepara durante siglos al pueblo israelita y le hace suscitar la esperanza --que aparece sobre todo en el profeta Malaquías y luego en el Nuevo Testamento-- de que Elías volverá a la tierra para preparar el terreno al salvador del Israel, el mesías. Y como el Nuevo Testamento defiende que el espíritu de Elías es el que se ha aposentado en Juan Bautista, para preparar el camino del mesías Jesús, este Juan Bautista debió de bajar a la tierra por el mismo procedimiento, una nave espacial, con lo cual todas las historias de su nacimiento y crianza y vida en el desierto, desde donde se muestra a Israel son un puro engaño del evangelista Lucas que las narra. Que se dio por parte de Yahvé, una captura semejante de un profeta suyo por medio de un ovni, es lo que debemos creer a partir del texto nº 7, Jonás en el vientre del pez. Sin duda todos los investigadores, incluidos los católicos, están equivocados, puesto que ven en la historia de Jonás un mero cuento fantasioso, casi infantil, de característica totalmente orientales, una pura leyenda inventada para proclamar que el judaísmo tiene una vertiente universalista, y para exponer una verdad moral: mientras que los judíos, el pueblo elegido, son infieles a su Dios, otros extranjeros, como los poderosos asirios de Nínive, se arrepienten y se convierten a ese Dios. Naturalmente Yahvé tuvo a bien no aplacar la tormenta marina en la que viajaba Jonás, su mensajero, lo cual o bien le era perfectamente posible como se vio luego cuando los marineros tiran a Jonás al agua –o si no le era posible era un Dios inane y sin potencia alguna--, sino enviar una de sus naves espaciales para librar a Jonás, quien estuvo dentro de ellas tres días y luego fue depositado milagrosamente en tierra. Parece ser que muy cerca, pues antes de que el mar se calmase estos intentaron acercarse a remo a tierra y no pudieron. 6. El profeta Ezequiel ve aterrizar una nave espacial Ez 1,3-28 La palabra de Yahvé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y allí fue sobre él la mano de Yahvé. 4 Yo miré: vi un viento huracanado que venía del norte, una gran nube con fuego fulgurante y resplandores en torno, y en el medio como el fulgor del electro, en medio del fuego. 5 Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. 6 Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. 7 Sus piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y relucían como el fulgor del bronce bruñido. 8 Bajo sus alas había unas manos humanas vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro. 9 Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente. 10 En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila. 11 Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que le cubrían el cuerpo; 12 y cada uno marchaba de frente; donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y no se volvían en su marcha. 13 Entre los seres había algo como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movía entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos. 14 Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago. 15 Miré entonces a los seres y vi que había una rueda en el suelo, al lado de los seres de cuatro caras. 16 El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra. 17 En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha. 18 Su circunferencia tenía gran altura, era imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba llena de destellos todo alrededor. 19 Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban del suelo, se elevaban las ruedas. 20 Donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. 21 Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas, cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. 22 Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida por encima de sus cabezas, 23 y bajo la bóveda sus alas estaban rectas, una paralela a la otra; cada uno tenía dos que le cubrían el cuerpo. 24 Y oí el ruido de sus alas, como un ruido de muchas aguas, como la voz de Sadday; cuando marchaban, era un ruido atronador, como ruido de batalla; cuando se paraban, replegaban sus alas. 25 Y se produjo un ruido. 26 Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana. 27 Vi luego como el fulgor del electro, algo como un fuego que formaba una envoltura, todo alrededor, desde lo que parecía ser sus caderas para arriba; y desde lo que parecía ser sus caderas para abajo, vi algo como fuego que producía un resplandor en torno, 28 con el aspecto del arco iris que aparece en las nubes los días de lluvia: tal era el aspecto de este resplandor, todo en torno. Era algo como la forma de la gloria de Yahvé. A su vista caí rostro en tierra y oí una voz que hablaba. Del nº 6, la visión del trono de Yahvé por parte de Ezequiel, se deduce que el trono de Dios está radicado en un ovni. Este artilugio viene precedido de un viento huracanado, del norte, y la nave está rodeada de una gran nube llena de fuego fulgurante. Lo curioso es que el vidente observa que en el centro del fuego está la nave que tiene, literalmente, como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. 6 Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. No tenemos más remedio que creer que el vidente Ezequiel vio eso, y que nosotros sabiamente lo interpretamos como un ovni. Si no creemos a Ezequiel no podemos deducir que lo que la Biblia está describiendo en realidad no es trono de Yahvé, sino un ovni. Es una pena la ignorancia de los judíos que no han caído en la cuenta de esta realidad, porque toda la Cábala -- cuyos orígenes radican en los siglos II y III de nuestra era a propósito de esta visión de Ezequiel-- ha interpretado que el trono de Israel no es un ovni, sino un carro, y que la visión del Carro, merkabá en hebreo, las especulaciones sobre él, y sobre la esencia innombrable de quien se sienta en él es el origen de toda la mística de la Cábala. Ello está testimoniado desde los siglos II y III (por los libros hebreo y eslavo del profeta Henoc, denominados libros 2º y 3º de Henoc). La Cábala sufre unos siglos de ocultamiento pero renace con fuerza en el norte de España, con el famosísimo libro Zohar, El Esplendor, de Moisés de León y alcanza su plenitud en Centroeuropa con las explicaciones de los rabinos Luria y Cordovero. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 28 de Febrero 2014
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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