CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


15. La división de la humanidad en estas tres clases tendrá su importancia a la hora de la venida del Salvador, encargado de redimir al “espíritu”, de igual modo que antes había redimido a Sabiduría de su “pecado”. La carne –pura materia- está condenada a volver a la nada. Pero el espíritu del hombre debe ser salvado de la carne y del universo material. De eso se encarga el Salvador enviado por Dios para rescatarlo.

Aquí entra en juego un tercer mito: el de la salvación o soteriológico. La divinidad al completo, el “Pleroma” se apiada del ser humano. Le da pena que su parte superior, el espíritu, esté aherrojado en el mundo, prisionero del cuerpo y de la materia. Para liberarlo y hacer que el espíritu vuelva a las alturas de donde procede, todo el Pleroma divino envía a la tierra al Salvador.

16. Como hemos dicho, este ser divino había actuado ya antes redimiendo a la Sabiduría “pecadora”, a la que rescató cuando estaba expulsada fuera del Pleroma y la reintegró en él. El Salvador, Redentor o Revelador descenderá desde el Pleroma, atravesará las distintas esferas de los cielos que circundan la tierra engañando a los ángeles del Demiurgo que las gobiernan, y llegará a ella con la misión de recordar a los hombres espirituales que tienen dentro de sí una centella divina, que deben sacudirse el letargo producido por la materia y sus afanes, y hacer todo lo posible para retornar al lugar de donde esa chispa espiritual procede.

El modo de sacudir su adormecimiento es la revelación de la gnosis o conocimiento verdadero. Lo que el Salvador hace con su revelación es sacudir al alma de modo que el ser humano empiece a formularse las preguntas sustanciales que indicamos al principio: ¿De dónde vengo? ¿Por qué tengo espíritu? ¿Qué debo hacer para rescatarlo de la materia?


17. La revelación del Salvador da también a los espirituales los medios para responder a esas preguntas. Al recordar a los humanos que su espíritu procede del Pleroma y que a él debe volver, el Revelador logra sacarlas del adormecimiento de la materia y les indica los medios -ascetismo, desprendimiento, etc.- para retornar al Cielo. En una palabra: la misión del Salvador es enseñar al ser humano a liberar su espíritu de las ataduras del mundo.

Como el Salvador arranca al hombre espiritual en último término del poder del Demiurgo y de sus ángeles, dueños de este mundo, todos estos, irritados, intentarán provocar su muerte. Pero si eso ocurre, esa muerte será sólo aparente. Otro ser carnal, que se parece al Salvador, padecerá la muerte, mientras que el verdadero asciende al cielo. Así quedan burlados los poderes de este mundo y terminado el proceso de la redención.


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com




Miércoles, 10 de Noviembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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