CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Como hemos afirmado ya, el problema auténtico al que se enfrenta Pablo es la existencia de facciones, “partidos” o banderías religiosas entre los corintios. En los capítulos 1 al 4 el Apóstol nombra cuatro grupos entre los cristianos de la ciudad:


A) “Los que son de Pablo”;

B “Los de Apolo”;

C) “Los de Cefas/Pedro”;

D) “Los de Cristo” (1,12).


El Apóstol no repite siempre el mismo orden, ni nombra siempre a todos los grupos (3,4: omite al “partido de Cefas” y “a los de Cristo”).

En realidad Pablo no da explicación alguna sobre las ideas peculiares de cada uno de estas facciones. Por consiguiente, tenemos que deducirlas leyendo entre líneas, examinando la (doble) carta en su conjunto y reflexionando sobre las respuestas o críticas del Apóstol.

Al perecer, los tres primeros “partidos” o grupos se denominan según el personaje que les ha impartido el bautismo: Pablo, Apolo (cf. Hch 18,24ss y 1 Cor 16,12) y Cefas. Estos misioneros nos son obviamente bien conocidos.

Pero ¿quiénes son “los de Cristo”? Desde luego Jesucristo no los bautizó personalmente. Ante este hecho algunos comentaristas han pensado que las facciones son en realidad sólo tres y que “los de Cristo” serían los otros cristianos de Corinto que no pertenecían a ninguna de ellas.

Habría entonces que entender “los de Cristo” como una frase irónica: Pablo empezaría por burlarse indirectamente de que se hubieran formado esas facciones –incluyendo a sus propios partidarios— inventándose un nuevo partido, absurdo en sí mismo pues todos “son de Cristo”. Luego ridiculizaría la solución contraponiendo el grupo mayoritario –no existente en verdad como partido—, a los otros tres grupos, sí realmente existentes como partidos.

Pero otros exegetas piensan que “los de Cristo” sí formaban un cuarto grupo bien determinado, y que 1 Corintios da suficientes pistas para caracterizarlos. Se trataba de ciertos cristianos que se creían superiores a los demás y más “de Cristo” que el resto.

Su ideario religioso tendría un tinte “entusiástico”, es decir, serían partidarios de una religión en la que predominaban rasgos exaltados o “entusiásticos” y fenómenos relacionados con el éxtasis, como visiones, profecías, hablar en lenguas…, fenómenos todos producidos por la infusión del Espíritu. Las características peculiares de este grupo y sus ideas se transparentarían leyendo atentamente la carta, pues hemos expuesto nuestra sospecha de que Pablo habría compuesto ésta con la vista puesta fundamentalmente en responder a los puntos de vista de tal facción, para él la verdaderamente peligrosa.

En líneas generales se podría decir que el trasfondo de estas disputas de “partidos” serían ciertas diferencias en el modo de entender el cristianismo, basadas en matices propios de la teología de cada uno de los bautizadores que sus partidarios aceptaban como suyos.

Esto podría ser claro respecto a los seguidores de Pablo y de Pedro. Los primeros contrapondrían una teología paulina basada no en la Ley, sino en la “justificación por la fe” a otra teología más judeocristiana o petrina (piénsese en la Epístola a los gálatas) fiel a la observancia de la Ley. Esta hipótesis es interesante, pero 1 Cor no da ninguna pista que la confirme, pues no menciona en absoluto una posible disputa en Corinto entre “paulinos” y “petrinos” o judeocristianos rancios.

Respecto a las diferencias entre los seguidores de Pablo y de Apolo, debemos confesar que nada sabemos de ellas. Más bien parece que Pablo consideraba muy amigo suyo a Apolo (“nuestro hermano Apolo”: 16,12), ya que estaba junto a él en Éfeso mientras escribía la carta.

Tampoco podemos imaginarnos diferencias entre los “partidarios de Pablo” y “los de Cristo”. ¿Quiénes son entonces estos últimos? Insisto en que en realidad tampoco lo sabemos con absoluta seguridad. Parece, sin embargo, lo más sensato suscribir la hipótesis mencionada hace un momento: formaban este último grupo cristianos de origen paulino, ciertamente, pero exagerados; se creían más de Cristo que los demás y que se autotitulaban “perfectos” o “espirituales”.

Como hemos dicho y veremos a continuación, gran parte de 1 Corintios A y B puede explicarse bastante bien si se parte de esta hipótesis. También podremos observar cómo las ideas religiosas de este “grupo de Cristo” se parece en algunos rasgos a los que presentarán más tarde los gnósticos cristianos del siglo II d.C. Por ello muchos comentaristas han designado a estos “espirituales” con el nombre de gnósticos incipientes o “protognósticos”. Volveremos a la cuestión después de haber expuesto sus ideas.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

Sábado, 25 de Diciembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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