CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

Rudolf Bultmann, uno de los exegetas y teólogos de referencia tanto para católicos como para protestantes, no fue en modo alguno un antisemita. Además, su amistad y su solidaridad con judíos es un hecho, y también que no estaba dispuesto a permitir en su presencia comentarios despectivos hacia los judíos. Que Bultmann tenía buenas relaciones personales con judíos está ampliamente demostrado por el caso de Hans Jonas, el filósofo e historiador de la gnosis, que fue obligado a abandonar Alemania durante la guerra, y que mantuvo su amistad con él. Además, en 1938, Bultmann salió en defensa del filólogo judío Paul Friedländer cuando este fue arrestado.

No obstante, esto no resuelve la cuestión que aquí nos ocupa. Cuando se examinan sus obras y se atiende a lo que dice sobre el judaísmo, se hallan posiciones –y consecuencias– más inquietantes. Ante todo, la resistencia pública de Bultmann al régimen nazi está relacionada en especial con la política eclesiástica, en tanto que –al igual que Karl Barth– se posicionó contra la política eclesial del nacionalsocialismo expresada en el llamado "párrafo ario", defendiendo el derecho de la Iglesia a emplear ministros y trabajadores no arios. De todos modos, los dos teólogos difirieron con respecto al juramento de lealtad a Hitler, un juramento que todos los funcionarios públicos debían firmar: mientras que Barth rehusó realizar el juramento a menos que incluyera una cláusula de obediencia al Führer “en la medida en que puedo responsablemente como cristiano protestante”, Bultmann eligió una senda más pragmática y aconsejó a Barth que lo firmara.

En todo caso, en la agenda de Bultmann lo que se salvaguardaba era la libertad de la Iglesia para configurar su propia ley. Esto en teoría suena muy bien, pero la tajante división entre los derechos de la iglesia y los derechos del Estado, aunque funciona como una defensa de la libertad de la Iglesia, implica también una concesión al gobierno existente (en ese caso, el del partido nazi) para definir el estatus del pueblo judío. Dicho de otro modo, en palabras de Anders Gerdmar, “el precio de la libertad de la Iglesia era la libertad del Estado para proseguir su política racial”. Wolfgang Stegemann añade: “de un plumazo esta posición anula la historia de la emancipación de la judería alemana y abandona los derechos humanos y civiles de los judíos, poniéndolos a discreción del Estado”.

El antijudaísmo teológico de Bultmann es visible en varias de sus obras más relevantes: en su libro sobre Jesús de 1926 (en el que caricaturiza la ética judía como una “ética de obediencia” meramente superficial sin ulterior reflexión o motivación); en su obra El cristianismo primitivo en el marco de las religiones antiguas, la sección sobre el judaísmo lleva el epígrafe “Das jüdische Gesetzlichkeit” (El legalismo judío), y se atribuye a Jesús la manida y alucinada idea de que el judaísmo es “superado” por Jesús. Por derroteros parecidos discurre la Teología del Nuevo Testamento. Resulta llamativo que durante la segunda mitad del período nacionalsocialista y en los primeros años de la posguerra, la descripción del judaísmo sea casi consistentemente negativa, aunque la ambivalencia típica de tantos autores cristianos al respecto (con la reiterada conjunción de respeto por el judaísmo y caricaturización) se mantiene: la ley judía es el telón de fondo para la “gracia” cristiana, y el “legalismo” el necesario contraste para la “libertad” cristiana. La cantilena de nunca acabar.

Al respecto, merece la pena citar de nuevo a uno de los autores que ha examinado con más detenimiento la cuestión (Gerdmar): “Aun si Bultmann rechaza explícitamente leer a Pablo y la cuestión de la Ley con anteojos luteranos, esto parece ser precisamente lo que está haciendo. El legalismo judío es casi tan meticuloso y absurdo como en una caricatura luterana del legalismo “católico”. A este respecto, las críticas de Moore o de Perles a las caricaturas cristianas del judaísmo, que Bultmann tiene que haber conocido, no parecen importar lo más mínimo”.

Continuará.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 25 de Enero 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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