CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con nuestro tema "El Nuevo Testamento visto por un filólogo" (II)

II El Nuevo Testamento es la perla de la literatura judía del siglo I, pero con algunas precisiones. Y la primera e importante es que está escrito en griego. Por tanto es la "perla" de la literatura judía helenística en lengua griega. Esto fastidió durante siglos a mucjhos judíos que no podían considerar literatura venerable a aquella que no estuviera comopuesta en hebreo o arameo.

Los judíos han tardado mucho tiempo en reconocer que -a pesr de la lengua y dada la escasez de literatura puramente religiosa del siglo I (si exceptuamos los manuscritos de Qumrán y Filón, el Nuevo Testamento es en un conjunto un documento judí valiosísimo .

Durante casi mil novecientos años fue casi imposible para un judío acercarse al Nuevo Testamento o escribir sobre él. Hubiera incurrido en anatema perpetuo entre los judíos en general. A principios del siglo XX, sin embargo, sobre todo con la obra de Josef Klausner sobre Jesús de Nazaret, los autores judíos comenzaron a reconocer

· Que el Nuevo Testamento es totalmente obra de autores judíos (se duda de Lucas; pwero al menos era un converso o prosélito, hasta se hizo cristiano)

• Que gran parte de sus ideas son una interpretación más como cualquier otra de su época del judaísmo del momento. Por ejemplo, hay más diferencias entre saduceos y esenios que entre un judaísmo farisaico, salvo la divinidad de Jesús, y el Nuevo Testamento. Por tanto. el Nuevo Testamento es sumamente valioso para conocer la frondosidad ideológica del judaísmo del siglo I.

· Que hoy se reconoce que la perla entre las perlas de la literatura judía del siglo I son las parábolas de Jesús. Aunque los rabinos de la época utilizaron abundantemente el género parabólico, no hay nada comparable en belleza, plasticidad, efectos dramáticos y enseñanzas como las parábolas del rabino de Nazaret.

Pero al mismo tiempo, sobre todo tras la composición de los evangelios sobre todo, hay que reconocer también que estos escritos son la causa fundamental de la separación cristiana del judaísmo, en especial por su manifestación indirecta o clara de la divinidad de Jesús. Es éste, el de los evangeliso, un "judaísmo" tan herético y helenizado que fue imposible de asimilar por el "judaísmo normativo" de finales del siglo I.

La evolución de las doctrinas del Nuevo Testamento hasta finales de este siglo, momento en que se compone el Evangelio de Juan, se rigió por un triple impulso:

• a) tendencia hacia una mayor y más clara divinización de Jesús;

• b) tendencia hacia la eliminación de una escatología inmediata, es decir, se impuso el pensamiento de que el fin del mundo (tñla como lo pensaban Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso) vendrá ad calendas graecas, es decir, dentro de un tiemo indefinido, no inmediato;

• c) tendencia hacia la eliminación de los rasgos excesivamente judíos del mensaje de salvación que se estaba predicando. Este impulso se centra en el paso de un mesías judío a una Iglesia proselitista que predica un salvador universal con vocación de apertura hacia los gentiles. La "mercancía religiosa" de un Jesús como "mesías" muy judío no era "vendible" en el Imperio Romano.

Estas tendencias se corresponden muy bien con el espíritu misionero de Pablo. Desde el punto de vista de la historia de la teología del Nuevo Testamento Pablo y los Evangelios significan un gran esfuerzo por desligar la figura de Jesús de Nazaret de sus condicionantes históricos, enraizados en el suelo palestino del siglo I. Jesús será presentado de un modo desjudaizado, como un salvador universal. La estrcitga concepción de un "mesías" universal es absolutament impensable para un judío del siglo I

A finales de este siglo habrá ya una gran distancia teológica entre un miembro de la comunidad primitiva de Jerusalén -tan respetada por los judíos que muchos fariseos se unieron a ella (Hch 2,47; 4,4; 15,5)- y un ex pagano de las comunidades paulinas o un adepto del grupo representado por el Evangelio de Juan. Los judíos ya no podían aceptar en su seno a un “judeocristianismo” que había evolucionado tanto. Éstos podían admitir a lo sumo un mesías glorificado, de algún modo en el ámbito de lo divino, incluso sentado a la diestra del Padre. Pero no podían aceptar un ser preexistente que se encarna.tal como solemenemente procla el Prólogo del Evangelio de Juan.

No es extraño que los judíos –dispuestos a renovar su vida y salvar su religión después del fracaso de la Gran Guerra contra los romanos en torno a la Ley y otros valores tradicionales— bien informados de esta evolución compleja y múltiple, se decidieran a declarar formalmente “herejes” (minim) a los cristianos a finales del siglo I.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, de Religiondigital, “El blog de Antonio Piñero”, el tema que se trata es:

“Crítica de las fuentes usadas por los autores del Nuevo Testamento”

Saludos de nuevo


Sábado, 3 de Abril 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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