CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
El Apóstol san Bartolomé en los Apócrifos
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Curación de una lunática

El tema manifiesto de un segundo relato de la Pasión de san Bartolomé es el de la curación de una lunática. El padre de la muchacha era el rey Polimio, que tuvo noticia de la liberación del endemoniado por obra de Bartolomé. Envió mensajeros en busca del apóstol para pedirle que curara a su hija como había curado al endemoniado de referencia. Bartolomé fue con los enviados en busca de la lunática.

La encontró atada con una cadena, porque era peligrosamente agresiva. Mordía y golpeaba a todos los que se le acercaban. Por ello, cuando Bartolomé ordenó que la desataran, le respondieron que no había posibilidad de que nadie se acercara a la joven. El apóstol les explicó que ya tenía sujeto al demonio que en ella moraba, que no temieran, sino que la desataran, la lavaran y al día siguiente se la llevaran.

Cumplida la recomendación de Bartolomé, quedó el rey tan satisfecho que cargó varios camellos con oro, plata, joyas y vestidos para llevárselos al bienhechor de su hija. Pero no pudieron encontrar al apóstol, por lo que regresaron a palacio con su preciosa carga.

Predicación de Bartolomé en presencia del rey

Al amanecer del día siguiente, se presentó en palacio el apóstol ante el rey estando cerradas las puertas. Bartolomé dirigió al rey el alegato más largo de este apócrifo. Le preguntaba sorprendido por qué lo había estado buscando con un cargamento de oro, plata, joyas y vestidos como si él tuviera necesidad de tales cosas. Su corazón y sus intereses estaban en las cosas eternas del cielo, lejos de las riquezas efímeras de la tierra. Y sin solución de continuidad, pasó a exponerle la historia de la salvación partiendo de la concepción del Hijo de Dios en las entrañas de la virgen María. Ese Hijo de Dios hecho hombre nunca había tenido principio, sino que había dado principio a todas las cosas creadas.

Su madre fue la primera mujer que hizo a Dios la ofrenda de su perpetua virginidad, la primera que decidió permanecer perpetuamente virgen por el amor de Dios. En el contexto de esta solemne afirmación, hace el apóstol un relato pormenorizado de la anunciación a María y su encuentro con el arcángel Gabriel en el interior de su casa. Hizo una referencia a la caída de Adán por comer del fruto prohibido y a la victoria de Jesús por resistir a las tentaciones del diablo. Adán cedió a la recomendación de la serpiente que le animaba a comer del fruto prohibido; Jesús rechazó la tentación de cambiar las piedras en pan para tener alimento. Frente a estos dos casos, concluye el autor del apócrifo diciendo: “Era justo que aquel que había vencido al hijo de una virgen, fuera vencido por el hijo de otra virgen” (c. 4,3). El texto griego aclara el pasaje diciendo que la madre virgen de Adán era la tierra. Luego, contrapone al primer hombre y al primer Adán con el segundo hombre y segundo Adán, que es Cristo.

El rey quiso conocer detalles de la doctrina predicada por Bartolomé. El apóstol trató de satisfacer la curiosidad del rey y le explicó el sentido en que la tierra, madre de Adán, era virgen. Nunca había sido manchada con sangre ni había sido abierta por el arado. Recordemos que “tierra” (adamah en hebreo) y Adán tienen el mismo significado etimológico. El diablo tuvo la habilidad suficiente para engañar a Adán y hacer que comiera del árbol prohibido, por lo que el primer hombre fue expulsado del paraíso. El arte del diablo no logró que Cristo comiera durante los cuarenta días que pasó ayunando en el desierto. Pero cuando pasaron los cuarenta días, advirtiendo el diablo que Cristo tenía hambre, pensó que no era Dios. Fue entonces cuando se acercó a proponerle que cambiara las piedras en pan para poder saciar el hambre.

El relator del apócrifo presenta la diferencia entre Adán y Cristo. Aquél cedió a las insinuaciones del diablo; Cristo rechazaba sus sugerencias reparando la caída de Adán y arrojando al diablo de la posición que adquirió al vencer al primer hombre. Entonces el diablo se asoció a otro ángel apóstata, de nombre Mammona, y trajo inmensas cantidades de oro, plata, joyas y toda la gloria del mundo diciendo: ”Todas estas cosas te daré si me adoras” (Mt 4,9). Jesús respondió al tentador con la cita de la doctrina del Deuteronomio. Hubo una tercera tentación de soberbia que Jesús rechazó sin titubeos.

De esta manera el nuevo Adán vencía tres veces al que una sola vez venció al primer Adán en el paraíso. Dentro de ese contexto, expone el autor del apócrifo la misión de los apóstoles al mundo, que fueron enviados para expulsar a los demonios residentes en los ídolos y para liberar a los hombres del poder de aquel que fue vencido por Cristo. Por ello, los apóstoles hacen prodigios para ayudar a los necesitados sin exigir precio alguno por sus servicios a imitación de su Maestro. Gratis habían recibido, y gratis daban a los demás. Al demonio que engaña a los incautos lo tengo ya encadenado, afirmaba Bartolomé.

Pero continuaba explicando el proceso de la conducta de aquellos demonios. Con sus artes mágicas provocaban enfermedades en los hombres, lo que los obligaba a recurrir a su presunto auxilio. Cuando se acercaban los enfermos a los ídolos y se dirigían a ellos diciendo: “Tú eres mi dios”, cesaban de hacerles mal. Creían entonces los incautos que habían sido curados por la acción de aquellos dioses de piedra o de metal. No obstante, todo quedaría aclarado al día siguiente. Bartolomé haría entrar de nuevo al demonio en su ídolo y le obligaría a confesar que ya estaba amarrado, por lo que no podía dar respuestas a las eventuales consultas de los devotos.

(Cuadro de san Bartolomé)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Domingo, 9 de Diciembre 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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