CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Descubrimientos, datación, arqueología y nuevos métodos de investigación. El significado de los Rollos del Mar Muerto (II) (167-02)

Hoy escribe Antonio Piñero


Sobre el descubrimiento de los Manuscritos se ha escrito mucho y los detalles están en casi todas las publicaciones generalistas al respecto. La ventaja de este capítulo en el libro de VanderKam-Flint es que va siguiendo el capítulo 12, completado con otras partes del libro, del volumen de uno de los descubridores científicos de los textos y uno de sus primeros fotógrafos, John Trever (The Untold Story of Qumran, Revell, Westwood, 1965). Las conclusiones de este autor se basan en informes de los beduinos y sirios que fueron los autores materiales y en el testimonio de otras personas, completado con pasajes de libros que transmiten datos muy cercanos a los hechos.

El descubrimiento de los manuscritos se produjo en 1946 o 1947; imposible saberlo con exactitud; en 1948, el profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén Eleazar L. Sukenik, ya había caído en la cuenta de la importancia de los textos; en 1949 William Allbright ya alertó de que se “trataba del mayor descubrimiento de manuscritos” de los tiempos moderno, pero hasta 1952 no se descubrió una cueva ulterior (la cueva 1 fue excavada en 1948), y en ese mismo año apareció también la famosa Cueva IV que ha proporcionado restos de unos 600 manuscritos. Desde el 1952 hasta 1956 se descubrió el resto, hasta la Cueva 11. Además se descubrieron otros yacimientos de manuscritos como Khirbet Mir, Nahal Hever y Murabba‘at.

Respecto a la datación de los manuscritos, el lector encontrará en el libro de VanderKam y Flint cumplida información de los métodos usuales de la paleografía, del carbono 14 y de la espectrometría del acelerador de masas. Personalmente, me parece que lo que más puede llamar la atención es la coincidencia de fechas aproximadas alcanzada para los diversos manuscritos entre la datación por el tipo de letra empleados (paleografía) y los métodos radiológicos.

Los textos más antiguos proceden de más menos 250 a.C. y los más recientes hasta el 135 d.C. (los de Nahal Hever). Teóricamente podrían encontrarse textos de procedencia cristiana en ellos, dadas las fechas, con la salvedad de que algunos o la inmensa mayoría manuscritos –en los que se ha dicho que hay testimonios cristianos- proceda indudablemente de fecha anterior al siglo I. Naturalmente esto hace imposible la hipótesis de un origen cristiano para la inmensa mayor´`ia de los textos. Aquí la arqueología y la paleografía más el carbono 14 tienen la última palabra y no las especulaciones de ciertos eruditos que sostienen -descabelldamente- que los manuscritos son cristianos, pero que están escritos en lenguaje cifrado.

Respecto a los estudios arqueológicos sobre la zona donde se asienta Qumrán, me ha producido alegría saber que las investigaciones modernas han confirmado grosso modo lo que habíamos estudiado hace muchos años en el libro sobre la arqueología de Qumrán de Roger de Vaux, el famoso dominico arqueólogo:

• El asentamiento fue construido en tiempos de Juan Hircano hacia más menos el 100 a.C., o un poco antes.

• Hubo un terremoto hacia el 31 a.C. que hizo que el asentamiento fuera parcialmente abandonado (no del todo como había supuesto de Vaux).

• Durante el reinado de Arquelao (entre el 4 a.C. y el 6 d.C.) se habitó de nuevo con todo su esplendor, rehabilitándose todo.

• En el año 68 d.C. fue semidestruido por los soldados de la Legión Décima, al mando de Vespasiano (y Tito), y hubo una ocupación romana hasta finales del siglo I.

• Tras un período de abandono, los edificios fuero reocupados durante la Segunda Guerra contra los romanos (132-135 d.C.) y finalmente abandonado hasta hoy día.

Personalmente me ha llamado la atención el tema de las tumbas (unas 1.200) en el cementerio principal en torno al asentamiento, donde se han encontrado huesos de mujeres y niños. Estudié hace tiempo que era posible que algunos de los sectarios habitantes de Qumrán fueran casados (Plinio el Viejo afirma, sin embargo (Historia Natural V 17,4), que los allí residentes eran célibes), y que realmente moraban no en los edificios principales sino en tiendas de alrededor, y que luego fueron enterrados en la zona. El libro de VanderKam y Flint, por el contrario, confirma lo que ya había oído de labios de Julio Trebolle: esas tumbas no son de sectarios… ¡sino de beduinos trashumantes del entorno del siglo XVIII! Por tanto, es más que posible que Plinio el Viejo tuviera razón.

En cuanto a la estimación del número de las gentes que llegaron a habitar el asentamiento y sus alrededores sigue la de hace años: en torno a 150-200 personas simultáneamente.

El capítulo 4 –“La tecnología y los manuscritos del Mar Muerto”- aporta datos interesantísimos, de los que yo no tenía sino ideas vagas y muy generales, y que –supongo- interesarán mucho a un cierto espectro de lectores: el uso moderno de los análisis de ADN y de la “reacción de la cadena de polimerasa” para evaluar cuándo fueron muertos los animales que suministraron las pieles para los pergaminos donde están copiados los textos. Los datos obtenidos sirven para datar la copia de esos textos, y lo que es también importante: ayuda para la reunión de fragmentos dispersos cuando se descubre que los diversos textos proceden de un mismo pergamino. En cuanto a los papiros, ha avanzado mucho la detección de los fragmentos al comparar la "huella digital" de cada hoja de papiro, a saber: cada hoja es como la yema de los dedos humanos: tiene un disposición de sus fibras única. Los fragmentos que la tengan igual pertenecen sin duda al mismo manuscrito.

Otras curiosidades interesantes para un profano son las descripciones de los métodos de restauración de los manuscritos, que van desde los cuidados de los expertos hasta conseguir eliminar los resto de “Cello” (cinta adhesiva de acetato de celulosa que se acababa de comercializar hacia mediados de la década de los 50) con los que habían pegado los fragmentos, y que al oxidarse los habían dañado, hasta modernas técnicas de eliminación de manchas, de cristales de sal y de hongos, junto con los "trucos" profesionales para lograr excelentes fotografías de los textos (infrarrojos, etc.).

VanderKam y Flint describen con exactitud las últimas recopilaciones en tres CD-Rom de fotografías digitales de todos los manuscritos: unas 2.700 placas con buena resolución. Cualquiera puede ahora adquirirlos y leer los textos si domina el hebreo, el arameo, el griego y la paleografía correspondiente, sin ningún tipo de secretismo.

También se describen las características del programa "Accordance" que combina una cierta facilidad de uso con potentes opciones de búsqueda, y que ofrece la información gramatical precisa de cada palabra como género, número, aspecto, conjugación y forma léxica concreta.

Termina este intenso capítulo con los “links” a los sitios más recomendables de Internet para estudiar los Manuscritos. Total: un mundo impresionante de medios al alcance de todo el mundo.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

Miércoles, 5 de Enero 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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