NotasHoy escribe Antonio Piñero Esta postal lleva el título del segundo libro de Gonzalo Puente Ojea (GPO) que deseo comentar. Está editado por Signifer Libros, colección Thema, Mundi/4, Salamanca - Madrid 2013 (segunda edición revisada y ampliada por el autor), 258 pp. ISBN 978-84-941137-6-5. Vaya por delante mi felicitación a la Editorial por editar, en estos momentos de escasez de ventas, un libro de filosofía crítica. El volumen está dividido en dos partes. La primera consta de 14 capítulos, más bien breves, con diversos títulos, pero cuyo contenido puede dividirse, a mi entender, en tres grandes secciones: A. El origen de la religión. En ella se defiende que la mejor hipótesis para explicarlos es el animismo. B. Crítica del animismo como sendero equivocado. C. Base de esta crítica: negación del dualismo ontológico espíritu–materia; todo es material. D. Crítica de otras teoría relacionadas con los orígenes de la religión. La segunda parte, es una selección de textos, publicados en otros lugares, que sirven de aclaración a los temas abordados en la primera parte: 1. “El mito de la religión. Síntesis de una polémica antropológica”. El texto informa sobre el conjunto de mitos que pueden agruparse en el ámbito de la “religión” como género y en dos de sus ramas históricas más relevantes: a) el animismo como expresión, en el ser humano, de su concepción del universo, o del Todo, como dual: existen tanto la materia como lo inmaterial o espíritu; b) el solarismo, como representante más importante del politeísmo de carácter naturalista. 2. “Dios no existe y él lo sabe”. El texto plantea la cuestión de Dios, desde el punto de vista de una de sus formas avanzadas, el teísmo, considerado desde el ángulo histórico --pregunta así sobre la génesis de la idea de Dios--, y también desde el punto de vista filosófico-científico-crítico: sostiene que la noción misma de Dios es en sí contradictoria. Para evidenciarlo hace un breve recorrido desde la filosofía griega hasta su proyección en el pensamiento europeo en general y sobre todo en el catolicismo. 3. “La demarcación de lo sobrenatural y lo empírico como objetos del conocimiento” (publicado en su obra La religión, ¡vaya timo!, que hemos reseñado en las semanas pasadas). 4. “La existencia histórica de Jesús en las fuentes cristianas y su contexto judío”, texto publicado en la obra editada por mí, “¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate, Editorial Raíces, Madrid 2008, 170-199, que en su momento comentamos también al reseñar este libro. 5. “¿Jesús o Pablo?”, ensayo publicado en la revista Ánthropos 231, 2011, 36-63. En él se explica la naturaleza antagónica en el plano teológico y en el político del Cristo judío (Jesús de Nazaret) y el Cristo paulino. Aclara cómo se llega a su fusión eclesiástica y a su culminación en la doctrina y en la práctica de la concordia civil entre los poderes, la Iglesia y el Imperio --uno administrador de las almas y otro de los cuerpos—siempre dentro de una teología del poder en la cual ambas instancias proceden de Dios, pero en una historia en la que uno y otro aspiran a ocupar la cúspide jerárquica. 6. “El deslizamiento al totalitarismo de la fe cristiana”. El texto describe el proceso doctrinal y político por el cual la creciente integración de poderes en la Iglesia --como “plenitudo potestatis”, plenitud de poder, que es la forma totalitaria del ejercicio del poder. Este alcanzó una realidad efectiva cuando el cuerpo de los fieles cristianos se fundió con el cuerpo de ciudadanos del Imperio romano, es decir, a partir del emperador Teodosio I El Grande en el 380, quien declaró que la única religión lícita en el Imperio era la cristiana. Y con Teodosio II comenzó a ser una realidad que todo el pueblo de fieles/ciudadanos era ya “el pueblo de Dios”. Afirma GPO que no ha habido en la historia otro modelo tan compelto de poder totalitario como éste, que bien pudo denominarse Imperium Crucis: los fascismos italiano y alemán, el socialismo soviético y el nacionalcatolicismo franquista se acercaron a él, pero sin llegar nunca a su altura. 7. El último texto, como culminación de la crítica antropológica de la religión, presenta el ideario del “Laicismo como principio indisociable de la democracia”. Sostiene GPO que toda sociedad democrática que garantice realmente el ejercicio del principio básico de la libertad de conciencia en términos de estricta igualdad de todos los ciudadanos, sin discriminación alguna, directa o indirecta, así como también el principio de no interferencia del ámbito de lo público en el privado y viceversa, ha de basarse en el principio del laicismo. Volvemos ahora a la síntesis del cuerpo del libro, formado por los 14 capítulos iniciales: A. El origen de la religión: la mejor hipótesis, el animismo. De acuerdo con lo que ya sabemos por la reseña de “La religión, ¡vaya timo!”, GPO analiza las dos corrientes : principales en al ámbito científico de explicación posible del origen de la religión: a) el animismo; b) la admiración ante lo portentoso. Aclararé un poco más estos dos extremos ya que GPO insiste en ellos. a) La hipótesis de que el ser humano prehistórico, desde los albores de su racionalidad (varían los cálculos de años: entre el 70.000-40.000 a.C.) pensó, gracias a su capacidad intelectual de análisis, poder percibir que dentro de sí albergaba dos elementos netamente diferenciados: uno corpóreo –el cuerpo como material, pesado, mortal--, y otro incorpóreo –un “no cuerpo”, sutil, vaporoso, ingrávido-- a lo que denominó “alma”. Y pensó que este vagaba libre del cuerpo, tal como se probaba por ejemplo, en los sueños, y del que sospechó enseguida que, al estar libre de la material, sería inmortal. El texto básico de E. B. Tylor, que GPO cita varias veces también en otras obras comienza así: “ Parece como si los hombres pensantes, todavía en un bajo nivel de cultura, estuviesen profundamente impresionados por dos grupos de problemas biológicos. En primer lugar, ¿cuál es la diferencia entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto? ¿Qué es lo que da origen al despertar, al sueño, el enajenamiento, a la enfermedad a la muerte? En segundo lugar, ¿qué son las formas humanas que se aparecen en los sueños y en las visiones? Atendiendo a estos dos grupos de fenómenos los antiguos filósofos salvajes dieron probablemente su primer paso gracias a la deducción obvia de que todo hombre tiene dos cosas que le pertenecen: una vida y un fantasma-espíritu. Ambas están evidentemente en estrecha relación con el cuerpo.. ambas son percibidas como separables del cuerpo. El segundo paso parecería ser también fácil de dar para los salvajes, al ver lo extremadamente difícil que para los hombres civilizados les ha resultado desandarlo. Es sencillamente la combinación de la vida con el fantasma-espíritu… Puesto que ambos pertenecen al cuerpo, ¿por qué no habrían de pertenecer también el uno al otro y ser manifestaciones de una misma alma?... Este alma o espíritu personal es impalpable, invisible, capaz de desprenderse del cuerpo… continúa existiendo después de la muerte del hombre y es capaz de aparecerse… Estas opiniones universales (entre los diversos pueblos primitivos) no solo están lejos de ser productos arbitrarios o convencionales… En realidad el animismo primitivo explica tan bien los hechos “naturales” que ha conservado su lugar en los niveles superiores de la ilustración. Aunque la filosofía clásica y medieval lo modificó mucho, ha conservado hasta tal punto los huellas de su carácter original que se puede reivindicar la herencia de los tiempos primitivos en la psicología existente en el mundo civilizado (p. 20 GPO = E. B. Tylor, Cultura primitiva. E. La religión en la cultura primitiva (trad. de M. Suárez), Ayuso, Madrid, 1981, 30-31. En un segundo momento, al observar las fuerzas enigmáticas y poderosas de la naturaleza concluyó que detrás de esos tremendos poderes había también otras “almas” o espíritus, más poderosas que la suya, también espirituales e inmortales, no sujetas a la materia, que controlaban el mundo completo y al hombre mismo. En un tercer momento, el miedo a la muerte y al surgir en él el pensamiento sobre lo que podría haber en el más allá, tras el fallecimiento, el hombre primitivo pensó que su “alma” sería controlada por las almas o espíritu superiores y que su destino dependería de ellos. De ahí nació el deseo de adoración, respeto, veneración, etc. y de conseguir un buen estatus tras la muerte junto a los espíritus superiores. b) La segunda hipótesis principal de la génesis de la religión piensa sobre todo en el temor pavoroso que el ser humano primitivo sentía ante los fenómenos tremendos de la naturaleza desatada en momentos de furia, tormentas, terremotos, u otros cataclismos. Entonces el hombre primitivo tuvo una velada intuición, al contemplar ese prodigio de las tremendas demostraciones de la naturaleza de que detrás de ellas existía un mundo de entidades enigmáticas, de fuerzas aún más poderosas, que no solo gobernaban el mundo en todo momento, tal como él lo percibía, sino también el destino de todos los humanos, en vida y en muerte. Esta hipótesis se diferencia del animismo en la idea de que el hombre primitivo más que utilizar su razón y dividir lo observable en la naturaleza en dos partas, cuya esencia es antagónica (de ahí el dualismo, que se llama ontológico porque por esencia, una parte es físico-corpórea y mortal; y la otra es espiritual e inmortal, no sujeta a la materia) utiliza más sus emociones que su razón en una atmósfera intensamente sentimental y emotiva. GPO, como sabemos, se decide una vez más por la hipótesis animista y la defiende con los argumentos de su creador G. B, Tylor, en su obra Primitive Culture / Primitive Religion, como también expusimos en la reseña anterior. Considera GPO que la invención del animismo fue una proeza intelectual del hombre primitivo y un excelente uso de la razón discursiva. Pero una admitido esto, y considerada la evolución posterior, el ámbito de la ciencia, etc, se llega a la conclusión que el animismo fue la primera de las equivocaciones serias, una falacia del conocimiento, del ser humano. Fue en verdad el camino por un sendero equivocado de enormes consecuencias en la historia ya que dividió, erróneamente, todo lo que existe en dos ámbitos irreconciliables, ónticamente diferentes, materia /espíritu que han sido la base de todos los errores en cuanto al surgimiento de la religiosidad y luego de la religión: “la mente humana siguió una senda equivocada” (p. 13). Fue de gravísimas consecuencias este error. Seguiremos el próximo día con la crítica del animismo Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 22 de Noviembre 2013
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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