CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Pregunta:

"sabemos que muy probablemente se hizo una edición de los evangelios a finales del siglo II.”
¿Podría Vd. explicitar el alcance de dicha edición y qué aspectos del relato y concretamente de la personalidad y palabras de Jesús pudo añadir o corregir? Muchas gracias, profesor.
No sé si asociar a lo anterior nuestro desconocimiento de cita alguna de cualquier evangelio canónico (o sus pasajes, ensartados en su lugar) hasta muy entrado el siglo II.
2) ¿Es realmente prepaulina y previa a Jesús la siguiente cita, tomada por Wheles de los Oráculos Sibilinos?
«Con cinco panes al mismo tiempo, y con dos peces, Él satisfará a cinco mil hombres en el desierto; y después, tomando todas las partes que queden, Él llenará doce cestos de la esperanza de muchos [...] Él parará los vientos mediante Su palabra, y calmará el mar que ruge, pisándolo con pies de paz y fe [...] Él caminará sobre las olas, Él liberará a los hombres de la enfermedad. Él resucitará a los muertos, y alejará muchos dolores...» (Wheless).


Respuesta:

Respecto a 1. El “sabemos” es aquí relativo y quizás debería haber escrito “suponemos con buenas razones”, ya que no hay documento amplio del Nuevo Testamento anterior al siglo III (hacia el 200). Pero sí sabemos que casi todo lo que se escribió en forma de libro durante el siglo II, período de florecimiento de una “segunda sofística” sufrió alteraciones sobre todo de estilo y positivas, en el sentido de acomodar el griego vulgar de la época a las normas áticas.

Pero debemos rechazar para estos momentos notables alteraciones debidos al dogma, pues este no estaba formado claramente ni mucho menos durante este siglo. El texto de los diversos escritos que luego formarían el Nuevo Testamento a lo largo del siglo III fue, pues, probablemente revisado en este sentido. Sí sabemos que las cartas de Pablo fueron muy probablemente editadas en el siglo II, con resultados desastrosos, por un misterioso editor que cortó, empalmó y cambió de sitio fragmentos de cartas paulinas anteriores que la crítica descubre ahora por medio de los análisis literarios y de estructura. El ejemplo más claro es 2ª Corintios actual, que es el producto de cinco o seis fragmentos de cartas paulinas. Otro es Filipenses.

Los editores actuales renuncian a recuperar el texto que vaya más allá del año 200. Solo interesa el mejor texto que circulaba por esa fecha y se cree que debía de parecerse al menos en un 95% al de los primitivos autógrafos. Hay 150 años de transmisión de lo que no tenemos más que indicios y probabilidades. La Iglesia responde que su vida y creencia no se basan realmente en el texto del Nuevo Testamento, sino en la transmisión viva de los recuerdos de Jesús y la vida de este en espíritu como Resucitado y Viviente en la Iglesia.

Respecto a 2.

Los versos que usted cita pertenecen al Libro VIII, vv. 275ss (Apócrifos del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid 2ª edic. 2002, vol. III, pp. 552-553. Es sabido, dicen los editores que este libro tiene un transfondo judío, pero que ha sido manipulado por los escriba cristianos en las copias, muy posteriores a esa época = por lo menos de la época de Marco Aurelio en adelante (último cuarto del siglo II). De modo que parece imposible que esos textos sean prepaulinos o preevangélicos. Dependen claramente de una tradición evangélica muy asentada.

Pregunta:

¿Qué opina Usted de la historia de los “reyes” magos?

Respuesta:

En primer lugar que en el Evangelio de Mateo no son reyes sino “magos” o sacerdotes de una religión del Oriente muy respetada, la persa.

Además que, por su carácter legendario y simbólico no tiene visos de ser histórica. Toda la narración es inverosímil.

Es muy probable que la historia de los magos haya sido compuesta a base de figuras inspiradas en el Antiguo Testamento y que sirviera para dar cuerpo a la idea de que Jesús era el mesías, el hijo de Dios, que fue anunciado por la naturaleza a unos paganos, “magos”, que respondieron positivamente a la llamada divina. Tales paganos eran como el adelanto de lo que más tarde iba a ocurrir: mientras que los judíos se resistían a creer que Jesús era el mesías verdadero, los paganos –en la época del evangelista Mateo- se convertían en masa a esa fe.

Las figuras que sirven de base a la legendaria historia son Balaán y Moisés. Del primero se habla en el libro de los Números capítulos 23-24. Este personaje que no era israelita, podía predecir el futuro y practicaba la magia, venía del Oriente y en parte habría anunciado la venida del mesías. En efecto, Balaán fue llamado por un rey enemigo de Israel para que lo maldijera antes de una batalla decisiva. Aunque el monarca le pagó muy bien, Balaán hizo justamente lo contrario de lo que se le pedía: reconoció la grandeza de Israel y por inspiración divina acabó bendiciéndolo y proclamando que el pueblo elegido regiría finalmente el mundo, porque en su seno nacería un rey que acabaría controlando a todas las naciones.

De Moisés y Jesús podía decirse que el nacimiento de uno y otro fue maravilloso, y que ambos escapan de las acechanzas de un faraón/ monarca malvado. Ambos conducen a Israel a la salvación; en el Evangelio de Mateo Jesús es presentado como el nuevo Moisés, que en el Sermón de la Montaña, reinterpreta la ley antigua y la hace nueva. Sabemos por el historiador Flavio Josefo (Antigüedades II 9, 2, n. 205) que los rabinos de su época interpretaban el relato del libro del Éxodo sosteniendo que los consejeros del faraón, que eran magos y hechiceros, habían sabido (por inspiración del Diablo naturalmente) que iba a nacer el futuro Moisés, y aconsejaron al monarca matarlo. Igual que Jesús y los “santos inocentes”, incidente desatado por la presencia de los “magos”.

Saludos cordiales

Jueves, 9 de Octubre 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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